Caso Marhuenda, visto para tertulias… y para analizar seriamente

El País ha revelado nuevos fragmentos de conversaciones, dentro del caso Lezo, entre Mauricio Casals, Francisco Marhuenda y Edmundo Rodríguez, altos cargos del diario La Razón todos ellos, y, el último, Rodriguez Sobrino, testaferro de Ignacio González en Latinoamérica y detenido como él, en prisión sin fianza.
 La causa contra Casals y Marhuenda por coacción a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes , fue archivada, por la declaración de la aludida que aseguró en sede judicial que no se sintió coaccionada. El contenido de lo hablado por estos dirigentes de La Razón  deja lugar a dudas a pocas dudas, sin embargo. «Las pasará putas esta señora», dice Casals, mientras Francisco Marhuenda afirma que «hay que asustar» a Cifuentes. Se trataba de que retirase un informe incriminatorio que había presentado, algo que no hizo.
Marhuenda declaró que lo grabado por la policía  eran mentiras piadosas a un amigo que lo estaba pasando mal y así lo entendió el juez Velasco que sobreseyó la causa. Cualquiera puede comprobar lo que se habló  y en qué tono en esta transcripción. 
A destacar:
F. M. : Hay una cosa que le va a asustar. Le voy a decir: mira ten en cuenta que cuanto más tiempo mantengas vivo este tema, más te puede perjudicar, porque tú eres la sucesora de… Que tú no eres de otro partido, ¿sabes? Y vete con cuidado porque al final pueden entrar a tocar los cojones los de la Asamblea… Y empiezan a tocar los huevinis y entonces. Hay que asustarla, tanto de grupo como de, decir, oye Pepe Creuheras (presidente de Atresmedia) está cabreado con el tema, Mauricio está cabreado con el tema y yo estoy cabreado con el tema. Estamos todos cabreados con el tema.
Casals: Somos más peligrosos en el boca-oreja nosotros que en el periódico.
 – F. M. : Bueno eso me ha contado ella, en confianza me ha dicho. Te lo cuento como amigo… Yo le he dicho que para nosotros tú eres fundamental, que eras el dueño del 30 por ciento… y que eres intocable. Entonces ella me ha dicho, oye entonces me has de decir porque oye yo no tengo ningún interés en que haya lío con esto porque a mí me perjudica…
Marhuenda presume de haber endurecido un editorial contra Cifuentes, pero hay un cambio de actitud, a la que él aludió tras declarar ante el juez. El País lo relaciona con que Atresmedia quiere las universidades de Cifuentes:

De otras conversaciones intervenidas durante la investigación se deduce que hubo una negativa por parte del Consejo de Administración de La Razón a publicar informaciones contra Cifuentes. Y que este cambio de actitud estuvo relacionado con el interés del grupo Planeta, máximo dueño de La Razón y del grupo Atresmedia, en ser adjudicatario de una de las dos nuevas universidades que el Gobierno de Cifuentes proyecta.

El 21 de Abril, cuando surgió el caso, publiqué un artículo en eldiario.es del que hoy mantengo el título: Caso Marhuenda, visto para tertulia. Como vemos, los manejos van mucho más allá, pero son visibles a poco que se preste atención. 
El PSOE exige la "revocación inmediata" de Marhuenda como comisario honorario
El director de La Razón, Francisco Marhuenda. EFE

La marea disuasoria ya ha llegado. Francisco Mahuenda, director del diario La Razón, vuelve a sentarse en las tertulias, como si una imputación judicial en un grave caso de corrupción fuera una gresca más de la sociedad del espectáculo. Marhuenda y Mauricio Casals, presidente de esta publicación, han declarado ante el juez por un delito de coacciones a la presidenta de la Comunidad de Madrid y su equipo.

Existen conversaciones grabadas por orden judicial que ambos reconocen como reales. En ellas hablan con Edmundo Rodríguez Sobrino, directivo del Canal en Latinoamérica y consejero de la empresa editora de La Razón. Pero Marhuenda le quita importancia porque considera que estaban ayudando a un amigo, es una forma de hablar, y con pedir disculpas por llamar «zorra» a Marisa González, la jefa de gabinete de Cifuentes, es bastante. Turno para otro, pasemos a otra cosa.

En su ayuda ha acudido la propia Cristina Cifuentes, que insiste en hacerse «la rubia» y se muestra ante el juez  más comprensiva con las presiones mal llamadas periodísticas.

Lo que asusta es esa concepción del periodismo. No se trata siquiera de si «nunca, nunca, nunca» Marhuenda coaccionó, sino de a qué se dedica. El trabajo es informar de asuntos que afectan esencialmente a los ciudadanos no ver cómo libra a un amigo, sobre el que pesan graves imputaciones, de responsabilidades judiciales. Para Edmundo Rodríguez Sobrino la Fiscalía Anticorrupción ha pedido prisión incondicional. Marhuenda es, como Casals, un alto cargo de un periódico y el juez Velasco habrá sopesado las pruebas. No son titiriteros o un rapero al que le pierden las palabras por la Ley Mordaza.

La hemeroteca, que invoca Marhuenda, está llena de portadas, editoriales y artículos insidiosos contra rivales del PP. El editorial del 19, el mismo día que se conocería su imputación, lo titulaba: «No es justicia, es política». Y estaba plagado de las «verdades» de Marhuenda. Entre otras, que «Rajoy testificará, aunque no debería hacerlo», «lo hará por una deriva política ajena a que la verdad sobre Gürtel se conozca». O «mal que les pese a los inquisidores», en referencia a los jueces que convocan a Rajoy como testigo y a la oposición política. Al periodismo, Marhuenda no se dedica.

Puede que el director de La Razón no sepa ya qué es periodismo, si alguna vez lo supo. Lo temible es que no lo sepan o no lo quieran saber quienes le convocan a las incontables tertulias en las que participa. A él y a los que comparten su peculiar sucedáneo del periodismo. Aquí reside el auténtico problema. El que puede confundir a los ciudadanos y afectar su derecho a la información. Estas actuaciones de parte terminan por convertir los delitos, la corrupción política, también en discusión de tertulia.

La pregunta insistente estos días es ¿cómo pudo pasar todo esto? ¿Cómo puede llegar un país a estos niveles de inmundicia? A añadir tramas sin fin al pozo de la escandalosa corrupción española. A ver cada poco a un político más, acusado de dirigir una red criminal para enriquecerse y vivir como un Marajá. A un Fiscal Jefe Anticorrupción que provoca un motín de los fiscales bajo el amparo de un artículo pensado para circunstancias extremas. Moix prohibió, por escrito, un registro de la operación y los fiscales no acataron la orden. Obligados a negociar con su jefe, aceptaron que los detenidos no lo fueran por « pertenencia a organización criminal«, aunque sí figura en el sumario. A un ministro de Justicia como Catalá. A magistradas «de la casa» que avisan a los investigados. A alguien del Gobierno como se ha sugerido que también alertó a Ignacio González.

La justicia independiente es piedra angular de un Estado de Derecho. Y está demostrando que en gran parte funciona aunque no sin esfuerzo. A pesar de las interferencias. Pero hablamos de un país en el que ya cuesta discernir quién está limpio en las alturas. La detención de Javier López Madrid, yerno del empresario clave Villar Mir, amigo de los reyes a niveles de sonrojantes mensajes, relacionado con la trama Púnica también, nos habla de unas élites impropias.

Son cuestiones esenciales, a las que muchos ciudadanos empiezan a añadir con preocupación la responsabilidad de los medios. La información veraz es tan imprescindible como la justicia.

No se puede saldar la imputación de Francisco Marhuenda en una tertulia. En una, tras otra. Lo hará el juez. Pero periodísticamente no es sostenible. Los grupos de comunicación deberían ser exquisitos con esto. Y los ciudadanos también. No vale todo para distraerse, ni hacerse el distraído.

Tampoco es admisible el estado en el que se encuentra RTVE. De hecho, ha arreciado en sus prácticas manipuladoras desde que se llegó al acuerdo de que, algún día, se volverá a elegir a sus dirigentes por méritos profesionales y no por su servicio al PP.

En todos los casos, los ciudadanos están obligados a discernir cuándo les ocultan informaciones y cuándo les dan Venezuela por liebre o intereses empresariales por columnas de opinión. Ser responsables por el bien común.

Las andanzas de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, han sido publicadas desde hace una década. Con su férrea resistencia, dado que le sobraba dinero para denunciar y pleitear contra periodistas. Espléndida la columna de Manuel Rico en Infolibre hablando, por cierto, de cuántos han salido a la palestra por «detener» a Ignacio González. Marca España.

Cada vez cuesta más tragar los apoyos del Gobierno a un PP en esta tesitura. Y creer que personas decentes duden de si la corrupción es cierta, a pesar de las abrumadoras evidencias y de los intentos por confundirles. Y sigue siendo irrenunciable que el periodismo informe de la verdad honestamente. Igual así, la corrupción pasa la factura que requiere y deja de ser la crónica de un olvido anunciado. A todos sus proveedores. La gente está que trina.

¿Y la responsabilidad de los periodistas?

La condena radical de la APM al que dio por sentado como un acoso de Podemos a los periodistas ha suscitado un apasionado debate entre los profesionales. Una especie de terapia de grupo pública con una descripción de nuestra profesión que tiene a gran parte del auditorio atónito. En algunos casos confirma sus peores presentimientos. Supimos que «la APM» –que encabeza su comunicado calificando de   «totalmente incompatible con el sistema democrático» la actitud de Podemos– se limitó en la práctica a la presidenta Victoria Prego y su mano derecha, el vicepresidente Nemesio Rodriguez López, que se basó en las acusaciones sin pruebas concretas de una decena de informadores, de los cuales no dieron nombres, y sin preguntar siquiera a los denunciados de Podemos.

 La «carnaza» estaba servida, como a propósito. A partir de ahí, volvieron a desatarse las portadas, editoriales, páginas y páginas, voces y voces, de alarmados notables. Periodistas y columnistas que se han comido con cucharón las graves presiones a muchos de sus propios compañeros en los medios, los despidos y las manipulaciones, saltan ofendidos como si hubieran nacido esa misma mañana libres de todo error. «Sin pecado original» en la gráfica versión de la Biblia.

Como a propósito. Basta contrastar la condena a Podemos, con la versallesca petición de una televisión pública independiente y profesionalizada, sin mencionar las reiteradas denuncias de manipulación, con redacciones paralelas al efecto,  constatables y verificadas, en respuesta a la petición de «medidas urgentes» requeridas por 2.225 trabajadores de RTVE. Arréglense ustedes –les instamos–. Para la APM no es «totalmente incompatible con el sistema democrático» hacer creer cada día a más de dos millones de seres que siguen los telediarios que viven en la arcadia feliz y apartar precisamente a profesionales independientes que darían una información más ajustada a la realidad.

Otros periodistas, los menos, se muestran escandalizados y destacan –en la Zona Crítica de este diario tienen numerosos y muy razonados ejemplos– la doble vara de medir que han empleado la Asociación de la Prensa de Madrid y sus palmeros en lo que es una trayectoria infame de acoso efectivo a periodistas. Iñigo Sáenz de Ugarte hizo un buen repaso de los últimos tiempos. En el pasado hubo también sus presiones, pasillos, traslados y humillaciones. Y, sin duda, quienes se plantaron a las llamadas de políticos. Jefes incluidos. Recuerdo el caso de Ramón Colom en Informe Semanal de TVE ante el Ministerio de Educación del PSOE, en una larga huelga de la Universidad, que daría para un tan lamentable como jocoso relato.

Todas estas reflexiones han aparecido estos días, lo que cuesta encontrar es una mención a la responsabilidad de los periodistas sobre lo que firman, sobre lo que firmamos. Se diría que nuestra profesión es la única que no admite crítica. Se da por hecho que las acusaciones de la APM son ciertas cuando no goza de especial prestigio. Y, por lo que voy leyendo y oyendo, se dibuja a esos «redactores de base» poco más que como un apéndice del teclado del ordenador o un disco mecánico que compone la voz para la noticia. De ser cierto ese papel, no hubieran expulsado a valiosos periodistas de El País, a Jesús Cintora de Cuatro, devuelto a Madrid a la que llamaron «polémica» corresponsal en Oriente Medio de TVE, Yolanda Álvarez, y a tantos recordados estos días que afrontaron sus informaciones.

Tienen razón quienes dicen que « en ningún trabajo, va en el sueldo de un currante que le traten mal«. Cierto. La violencia es intolerable. Y hay relaciones que pueden llegar a rozar hasta la puerilidad por ambas partes como lo de «mirar con cara de odio» como ha dicho alguno de los denunciantes de Podemos. Pero no se puede olvidar que algunos trabajos acarrean especial responsabilidad. Y los hacemos y los avalamos al estampar la firma.

A nadie se le escapa que ha habido –y hay– artículos y titulares que mezclan información y opinión (cuando es regla del periodismo hacer una nítida diferencia). Acusaciones a miembros de Podemos que resultaron falsas. Titulares y artículos altamente sesgados. No solo contra Podemos y, dentro de la formación contra Pablo Iglesias en particular, Pedro Sánchez también sufrió durísimos rigores antes de ser defenestrado de la Secretaría General del PSOE, sin que los autores del golpe interno recibieran ni el mismo tratamiento, ni prácticamente críticas. Reparemos en las fotos editoriales de los líderes que quieren dejar en mal lugar, publicadas en sus peores tomas. Algunas veces rozan el esperpento. Esas expresiones agrias, desmejoradas. Hasta canas despeinadas pusieron a Iglesias en una portada. Pero es que ¿hace falta demostrar la deriva de buena parte de la prensa, radio y televisión en España? ¿No vemos sus manipulaciones y en definitiva su servicio al poder sin reparar en métodos? Las hemerotecas están llenas.

La firma es importante. Rubrica lo que hacemos. En los contratos mercantiles, tiene consecuencias. Hasta penales en incumplimientos. Cómo será que la propia Victoria Prego dijo en Los desayunos de RTVE que no hacía falta otro nombre que el suyo para demostrar la veracidad de los hechos. Decir Victoria Prego era suficiente. Con una encomiable autoestima para su bienestar personal, que olvida pasajes bien negros de su trayectoria. Aquel silencio en la conspiranoia emprendida por Pedro J. Ramirez en el 11M que hoy se conmemora. La propia publicación de su entrevista a Rajoy en aquella jornada de reflexión con sus «convicciones morales» sobre la autoría de ETA. O el episodio de Suárez y el referéndum a la Monarquía por citar solo algunos de los más relevantes.

Indudablemente vivimos tiempos en los que la precariedad condiciona voluntades. Esta penosa circunstancia no es ajena a haber falseado u ocultado datos que la sociedad precisaba para tomar decisiones. Ni a la banalización de los contenidos. Pero cuando firmamos algo, cuando ponemos nuestra cara, voz y palabras, estamos contando a la audiencia lo que honestamente hemos visto, lo que necesita saber. No cabe la obediencia debida. Se observa una tendencia a exonerar al periodista de los contenidos que firma, como si fuera algo al margen de las directrices de su medio y, en su  caso,  intereses políticos.

Comparémoslo con otras profesiones. Medicina, ingeniería, conducción, lo que quieran. Y apliquen el método. Por ejemplo, si vender comida adulterada ocasiona problemas, imaginen lo que provoca  la información manipulada. Tiene consecuencias. Muchas más que una gastroenteritis. Los datos de la propia APM fueron categóricos: el 75% de los periodistas dijeron sucumbir a la presión de los jefes, y más del 75% se autocensura, es decir no informa de lo que en conciencia cree debería informar.  La audiencia no tiene la culpa.

En absoluto, digo sea el caso de los denunciantes dado que ni sabemos quiénes son, pero el hecho existe y es muy grave. ¿Estamos seguros, en esas condiciones, de que cumplen el servicio público a la sociedad que es nuestra misión? ¿La denuncia de la APM y de todos nosotros no debe ser la de saber y acabar con esa situación? ¿No es esto lo realmente «incompatible con el sistema democrático»? Nuestra vida puede ser muy triste, pero más lo es la de quienes sufren las consecuencias de una información con «verdades alternativas». Es como poner los pies en un pantano cuando te han dicho que la explanada era de cemento.

*Publicado en eldiarioes

Dos años de esperanza, frustración y maniobras mediáticas

Enero de 2015. La ministra de Empleo, Fátima Báñez,  escribía a los pensionistas para venderles la gestión de gobierno del PP  y una exigua subida del 0,25% en las mensualidades. En la actual legislatura la ha mantenido pese a no contar con mayoría absoluta. Los enfermos de hepatitis C se lamentaban de su viacrucis sin la medicación que puede salvarles. Hoy, dos dirigentes de la sanidad pública gallega se enfrentan a la investigación (antigua imputación) por asesinato sin que, por cierto, los principales periódicos locales llevaran la noticia a sus portadas.

La máxima preocupación de los grandes medios españoles en aquel inicio de 2015 era Syriza. Al margen de los creativos “Desgrecia” de La Razón, El País vaticinaba a 4 columnas que la victoria de Syriza en las elecciones griegas anticipaba “un periodo de agitación en Europa”. Y acudía en el subtítulo a una opinión de calidad: Rajoy advertía que “no jugaría a la ruleta rusa con Podemos”. En realidad, ahora, el período “de agitación” en Occidente corre a cargo de la extrema derecha, obviamente fanática y demagoga, que está a punto de coronar a su máximo exponente, Donald Trump, en la primera potencia mundial: Estados Unidos.

DENTRO DE 20 AÑOS, LOS HIPÓCRITAS HABITUALES LLORARÁN SUS LÁGRIMAS DE COCODRILO POR GRECIA COMO A TORO PASADO LO HACEN POR SREBRENICA

Machacaron a la Grecia de izquierdas, igual que la había sangrado su conservador bipartidismo. Aquel  verano de 2015, la UE protagonizó uno de los episodios más deleznables que quepa imaginar para cortar las alas a Tsipras, y lo logró. Con decidida voluntad de humillar, como castigo ejemplarizante, y el presidente griego se plegó. Esos días, por cierto, marcaron el principio de la profunda deriva en la que se encuentra la propia Unión Europea cuya actitud con los refugiados sonroja a la más tibia decencia. Los están dejando morir de frío. Dentro de 20 años, los hipócritas habituales llorarán sus lágrimas de cocodrilo por Grecia como a toro pasado lo hacen por Srebrenica o por cada atropello que históricamente propiciaron o no quisieron evitar, escribí entonces, pero, al paso que vamos, serán tantos los destrozos que ya no quedará llanto.

El atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo con un balance de 12 muertos, entre ellos los principales autores de la publicación beligerante contra los integrismos religiosos, supuso el despegue de una espiral diabólica. París, otra vez, Niza, Bruselas, Estambul, Berlín, sufrieron el impacto del terrorismo. Y, como siempre, Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen y tantos otros países olvidados. La espiral que siembra el miedo con causa y el miedo irracional que otros aprovechan. La que atribuye a una colectividad de 1.500 millones de personas el salvajismo de unos pocos, lo que no hace en buena lógica con otras comunidades: la de los noruegos rubios por poner un caso. La que  termina por extender la represión a todos, sin atajar soluciones efectivas si están vinculadas a poder y lucro.

El mundo ha cambiado. Los ciudadanos holandeses, por ejemplo, despertaron el año 2015 con una nueva ley que suponía un tajo mortal al Estado del bienestar. El cuidado de ancianos y dependientes, incluso niños discapacitados, pasaba a ser una obligación exclusiva de “familiares, amigos y vecinos”. Los Países Bajos se convertían en “una sociedad participativa”, un “allá te apañes por tu cuenta”, tras haber sido uno de los paradigmas del paraíso del bienestar. Imaginemos el estado de otras sociedades mucho menos exigentes con lo que importa, como es el caso de la española. Hoy, Donald Trump es el presidente de los EEUU aplicando con urgencia un programa xenófobo, insolidario, brutal que se puede encuadrar en el fascismo.

José Ignacio Wert sacaba adelante su ley de educación y sembraba el BOE de adoctrinamiento religioso: el alumno “reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos”, dice el Boletín Oficial del Estado Español aconfesional. Hoy lo tenemos becado en París, como embajador de España ante la OCDE, en unas condiciones laborales dignas de un príncipe. Otro embajador, Federico Trillo, fue descabalgado bajo las alas de un Yak-42 que nunca debió volar, pero poco, como se hacen las cosas en la derecha española y quienes la alientan.

DA LA SENSACIÓN DE QUE TODO SIGUE IGUAL QUE SIEMPRE, O PEOR SI SE MIRA LA INCERTIDUMBRE MUNDIAL, PERO LA POLÍTICA CIUDADANA HA PUESTO UN PIE EN LAS INSTITUCIONES

La corrupción lucía vigorosa. The Times publicaba en marzo de 2015:  “La élite gobernante española acusada de robar 450 millones de euros de dinero público”. Y añadía nombres. A la Gürtel se había sumado la PÚNICA y siguieron EMARSA, GUATEQUE, POKEMON, TAULA… vinculadas al PP. Las sagas familiares cleptómanas, como los Pujol, continuaron mostrando su desvergüenza. O supimos de las tarjetas black de la quebrada Bankia –que tuvimos que rescatar– con las que se solazaron a nuestra costa miembros de los principales partidos y sindicatos. Según la investigación judicial, el nuevo Sodoma y Gomorra estuvo regido por Blesa y Rato, otros dos destacados miembros de la formación en el gobierno.

Algo más pasó: volvió a despertarse ese poder ciudadano que se repliega como un gato al menor atisbo de duda. O de los palos y multas de las leyes y códigos Mordaza con los que se guarneció el PP. En mayo de 2015, las elecciones locales traen ayuntamientos de cambio. En las principales ciudades españolas. Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, además de Coruña, Cádiz o Santiago. Son acribillados desde el minuto 1 por la prensa convencional. Contrasta con el trato dispensado a los salientes. Fuera de Madrid, incluso en Madrid, muchos ciudadanos desconocen el caso de las viviendas sociales –ocupadas, no vacías– que Ana Botella vendió a un fondo buitre.

Podemos, el partido revelación de 2014, consolidó su fuerza al lograr, en unión de las confluencias, casi el 21% de los votos y 69 diputados en las generales de diciembre de 2015. La alianza Unidos Podemos no sumó  los votos de las dos formaciones por separado en junio de 2016, aunque logró 71 escaños. Ciudadanos, “el Podemos de derechas” que pedía el poder, no respondió a las expectativas creadas por los medios, pero sirvió para apuntalar al PP. Con un PSOE protagonista de un golpe interno que aún le cruje y cuyos vencedores manifiestan sin pudor que lo mejor para España es, al parecer, lo que hizo: un gobierno del PP.

La prensa de parte jugó un papel fundamental durante este tiempo, con una descarada apuesta porque nada cambiase. Sin temor a perder las formas. El director de El País, Antonio Caño, llegó a  enviar una carta a los suscriptores que se habían dado de baja, disconformes con la línea editorial del periódico. Caño atribuyó los editoriales incendiarios y cargados de insultos contra Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE defenestrado a la brava porque se negaba a apoyar al PP,  a la “efervescencia” que se produce en algunos momentos en este tiempo en que “los ánimos están exaltados”.

LOS SUEÑOS DE JUSTICIA Y DIGNIDAD TAMPOCO SE MARCHITAN. EN ALGUNOS PERÍODOS, COMO ÉSTE, CUESTA MÁS PERO OCURRE QUE LOS DERECHOS HUMANOS NO CADUCAN. Y ES IMPERATIVO DEFENDERLOS

La prensa independiente que fluye por Internet –la independiente entre la que utiliza esa vía– ha tenido también un papel esencial. En rescatar la información, dar los datos fundamentales para estimular el pensamiento crítico, y destapar numerosos casos de corrupción. Desde las tarjetas black a los papeles de Panamá por los que grandes figuras han evadido impuestos que detraen al funcionamiento del país.  Fueron perseguidos por ello, colean aún las denuncias… por contar lo que el poder no quiere que se sepa. No está todo perdido por tanto.

Es un largo recorrido de luces y sombras. Hubo puertas que no se abrieron, y realidades no asumidas. Cerrojos que se atrancaron dejando a los más vulnerables fuera. Da la sensación de que todo sigue igual que siempre, o peor si se mira la incertidumbre mundial, pero la política ciudadana ha puesto un pie en las instituciones. Y hay una poderosa siembra de cambio aún no agostada por los temporales. La realidad se impone tozuda en su rotunda injusticia: ocho personas acumulan tanto dinero como los 3.500 millones más desfavorecidos, según informe de Oxfam. Uno  de esos nombres es el español Amancio Ortega. Nuestro país sumaba 7.000 nuevos millonarios en 2016 mientras el 30% de la población más pobre perdía otro tercio de su poder adquisitivo. Sube la electricidad y la bombona de butano y las grandes soflamas de Báñez no permiten cuadrar las cuentas.

Los cantos de recuperación de la prensa cortesana (periódicos, radios y televisiones) no pueden ocultarlo. Ni la política que colabora con esta situación, desdibujar sus intereses. La prensa independiente se lo seguirá contando. Porque los sueños de justicia y dignidad tampoco se marchitan. En algunos períodos, como éste, cuesta más pero ocurre que los derechos humanos no caducan. Y es imperativo defenderlos.

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Publicado aquí: CTXT. Orgullosos de llegar tarde a las últimas noticias

CTXT cumple dos años y escribí este recopilatorio comparado

Un gobierno con desgana

 
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, en la tribuna de oradores del Congreso. /EFE
 

Es como si Rajoy pretendiera dar a su Gobierno un carácter transitorio, como si lo hubiera abordado con la misma indolencia que imprime a todo lo que no sea el fútbol y algunos otros intereses. No ha presentado grandes novedades, ni propone un ápice de renovación. Equilibrios de poderes en el PP. Salen Jorge Fernández Díaz y García-Margallo, como aconsejaban a Rajoy algunos de sus diarios de apoyo a los que tanto debe. Deja en Hacienda a Montoro, sin atender a las mismas recomendaciones, y no hay cambios notables.

Entre las caras nuevas, el ministro de Exteriores, Alfonso María Dastis. 61 años. Diplomático de carrera, funcionario con gran experiencia, era hasta ahora el Embajador de España ante la UE. Uno de los más jovenes es Íñigo de la Serna, 45 años, actual alcalde de Santander. Tras diez años en el cargo, gobernaba ahora en minoría gracias a la postura de los concejales de Ciudadanos. El Supremo acaba de tumbar su plan urbanístico, considerado irreal en sus proporciones y con fuerte recalificación de suelo no urbanizable. Lo más apropiado para hacerse cargo de Fomento con todas sus obras.

Soraya Sáenz de Santamaría sigue siendo la mano derecha de Rajoy. Y en justo pago, mantiene la Vicepresidencia y añade Administraciones Territoriales. Puesto clave para controlar lo que llaman «la deriva catalanista» y la financiación autónomica. Hasta el último momento ha estado en pugna con María Dolores de Cospedal, nueva ministra de Defensa, estirando de la cuerda cada una de las dos rivales de poder, por el control del CNI. El Centro Nacional de Inteligencia parece haberse convertido en una codiciado instrumento. Lo mantiene la vicepresidenta; del mal, el menor.

Cospedal viene avalada por ser la más activa con la tijera en su etapa como presidenta de Castilla-La Mancha y ahora le toca gestionar el legado de Morenés con sus grandes compras de armamento. Por fin cumple su gran sueño de ser ministra y seguro que, dado su carácter de dureza inapelable, se sentirá cómoda en la función.

Interior le ha correspondido a su amigo Juan Ignacio Zoido, juez de profesión y sin ninguna experiencia en las labores que ahora se le encomiendan. Exalcalde de Sevilla, fue delegado del Gobierno en la comunidad manchega. Los indicios apuntan a que será un Fernández Díaz con acento andaluz; comparte con su predecesor el fervor religioso y una ideología fuertemente conservadora. Amigo también de la jueza Alaya entró por ello en algunas controversias, precisamente con el PSOE andaluz, el gran artífice de que Rajoy siga en el gobierno. Activo en Twitter y hasta discutidor, en este punto representa una cierta novedad respecto a sus colegas. Rafael Catalá se queda con Justicia donde ha prestado grandes servicios a la causa del PP.

La voz amable  de Íñigo Méndez de Vigo será la encargada de la Portavocía del Gobierno. Cargo que va a compatibilzar con Educación, Cultura y Deporte. Asuntos baladíes para el PP, se conoce, que no merecen ministerio individualizado. Méndez de Vigo fue, casualmente, el anterior Embajador ante la UE. Barón de Claret, de los de verdad, de la nobleza.

Mujeres pocas, las fieles escuderas de Rajoy como García Tejerina que repite en otro multiministerio: Agricultura, Pesca y Alimentación y Medio Ambiente. En cambio Fátima Báñez se queda solo con su Empleo y… Seguridad Social en lugar de Servicios Sociales. Su trágica Reforma Laboral es la prueba de cómo Rajoy siempre puede contar con ella.

Servicios Sociales e Igualdad han recaído en Dolors Montserrat, una abogada y diputada catalana perteneciente a una sólida saga del PP en la Comunidad. Y que, por cierto, debe un par de millones largos de euros a Hacienda. En esta lotería de intereses, le ha correspondido también Sanidad, nada menos. El modelo catalán de salud es a menudo más duro que el del resto del Estado, no es la mejor inspiración. Sanidad tampoco merece un Ministerio propio pese a su vital importancia. Transferida la gestión a las Comunidades Autónomas, precisa de directrices generales.

Luis de Guindos, que soñó con ser presidente del Eurogrupo, se queda en el gobierno. Bien servido, eso sí. Mantiene el Ministerio de Economía, sin Vicepresidencia. Y añade Industria que es un buen bocado. Álvaro Nadal, del clan de los «sorayos», gran apoyo de Rajoy y hasta ahora jefe de la Oficina Económica del Gobierno, se ocupará de Energía, Turismo y Agenda Digital. Como se puede apreciar, tres sectores íntimamente relacionados de igual modo.

La desgana puede ser contagiosa, fundamentada. La ardua noticia fue ya que Rajoy volviera a formar gobierno en sí y  ésa ya la tragamos, aunque permanezca sin digerir. Parecía inconcebible que un partido encausado por corrupción y con sus tesoreros y múltiples miembros sentados también en el banquillo, continuara gobernando. Pero ocurren cosas en esta España nuestra como que el partido nominalmente socialista, PSOE, haya llegado a niveles de ruptura y escarnio por darle de nuevo el gobierno. De los regeneradores de Ciudadanos –que hasta han impedido una comisión para investigar al PP de Aznar en la Guerra de Irak– poco más se puede decir. El bloque ha levantado un muro de apoyo, defensa y exclusión de los enemigos. La apariencia de transitoriedad no implica que no vaya a durar 4 años más. O 5.

Insistir quizás en que no es cierta la consigna que repiten en los medios: Rajoy no tenía mayoría. No le votaron 16 millones de personas, algunos de esos millones (los de PSOE y Ciudadanos) votaron precisamente para que no gobernara.

No hay novedades. Las que siguen la línea del PP. Más recortes y subidas de impuestos. De algún lado han de salir los 5.500 millones que, nos dicen, «Bruselas exige», como consecuencia de la gestión de Rajoy incumpliendo el déficit. La Deuda Pública sigue impagada y casi impagable tras el extraordinario aumento registrado en estos años. Las pensiones en el punto de mira. Los trabajos precarios no dan confianza alguna en su mantenimiento por esta vía. Y veremos qué pasa con la Ley Mordaza con un PSOE que multa y cesa con saña a sus miembros coherentes por negarse a hacer presidente a Rajoy.  Siquiera de forma testimonial.

Nada cambiará a mejor para los ciudadanos, para los jóvenes emigrantes que seguirán sin poder volver, o hacer planes de futuro en España. Para los trabajadores entrados en la pobreza, «pese» a la recuperación, como suelen decir. El 28% están en riesgo de exclusión social por la bajada de salarios, según Intermon Oxfam. Para el conjunto  de la sociedad en sí. Esto va de otro palo.

*Publicado en eldiarioes

Buscando al asesino del periodismo ¿Será la tecnología?

Así lo aseguraba hace unos días un artículo muy celebrado. No se refería al periodismo, sino a la verdad… que cuenta el periodismo. Encausada pues la tecnología, muchos, periodistas incluso, se sintieron tranquilos. Tenemos ya la foto en la mesa de la responsable, desarticulada.

Pienso escribir en el regreso a la actividad de esto, siquiera tangencialmente. Pero estos días que volvemos a vivir el vuelo rasante de las encuestas igual hay que hacer un anticipo. Esos sondeos de los antaño grandes periódicos cada día más famélicos que preguntan solo sobre dos opciones: ¿Prefiere un gobierno del PP o nuevas elecciones y encima en Navidad? O que enardecidos desgajan una pieza para afirmar: El 33% de los españoles culparía al PSOE de no haber gobierno.. Pocos son para la matraca unánime y diaria de esa prensa… radio y televisión.

Tenemos pues detenidos de un lado al PSOE de Sánchez (no al de sus baronías porque hay uno, en Aragón por más señas, que declaró a Sánchez patriota que no eludirá sus responsabilidades (de facilitar el gobierno del PP, se entiende) y del otro a la tecnología como mal mayor del periodismo y la Verdad.

Hace 4 veranos -qué recuerdos, qué nostalgia- dirigí en Torres, Jaén, con Baltasar Garzón, un curso de la Universidad  que incluía reflexionar sobre la responsabilidad de la información en la crisis. Mesa de lujo con (de izquierda a derecha), Soledad Gállego-Diaz, quien esto escribe, Ignacio Escolar y Rosa María Calaf.  Lo que se dijo lejos de perder vigencia se ha agravado. Es solo un fragmento pero yo creo que de interés. Prestad atención al minuto 10,30 por cierto, en donde Calaf lee un texto sobre peligrosas tecnologías

¿Qué parte de «No nos representan» no entendieron?

pedro.conpabloyalbert

La Casta tiene claros los modelos que admite y da total importancia a las formas

Son ese sector que todo lo quiere, que todo lo sabe, que todo lo impone. El nombre es lo de menos: la casta, el establishment, los establecidos. En todo caso, esa fórmula de estratificación social compuesta de grupos caracterizados por su rigidez e inmovilismo, que tiende a separar y jerarquizar para asentar su pretendida supremacía sobre los demás. Vinculadas, cómo no, al Imperio español y a otros vecinos, las castas –salvo excepciones como en India- fueron sepultadas por la socialización y la democracia. Pero persisten, vaya sí lo hacen. Y en momentos como los que vivimos en España sacan toda su virulencia y malas artes.

La cutrez impenitente de las castas españolas les ha llevado a ensañarse, ahora, con unos titiriteros para que el mundo sepa cómo se las gastan aquí. El Financial Times –que llevó el caso a portada- y otros medios internacionales lo encuentra “desconcertante” y, desde luego, lo relacionan directamente con las gestiones para formar nuevo gobierno. A la casta se le ven las posaderas al aire apenas se dan la vuelta. El intolerable encarcelamiento durante cinco días, la libertad con medidas cautelares desorbitadas, de unos artistas por un espectáculo de marionetas ha vuelto a situar a todos los personajes y mostrarles  con su verdadera faz. Y estos sí salen del escenario: tienen en su mano poder, incluso para desgraciar la vida de cualquiera.

Han vivido siempre de espaldas a la gente. Sin mirar, ni querer enterarse ni de sus anhelos y preocupaciones, ni de sus necesidades. Políticos, periodistas, poderes económicos, la casta cerrada de la justicia que castiga con saña hasta a colegas díscolos. Y cuantos emanan de todos ellos, cuantos viven de todos ellos. El descrédito de la política no ha nacido hoy, ni esos intrusos que les soliviantan y todavía les sorprenden llegaron sin razón.

En el dorado 2007 de burbujeantes ladrillazos, el barómetro de abril del CIS contó que casi un 70% de los encuestados creía que “los gobernantes solo piensan en sus intereses”  y “no se preocupan de gente como yo”.  En diciembre de 2009 aparece la clase política destacada ya como el principal problema para el 16% de los españoles. En mayor de 2010 alcanza a casi el 20%,  un quinto de la población. En 2013 sigue subiendo hasta el 31%. La corrupción y el fraude –que en 2011 solo preocupaban al 5,5%- pasa a ser la segunda mayor inquietud de los consultados, con el 44,5%, en 2013. Y hoy ambos conceptos –los políticos y su corrupción- permanecen en altos niveles de contestación ciudadana. Al menos en sus expresiones que no todos reflejan aún en sus votos, pero que ya ha provocado cambios. La situación económica alcanzó, por supuesto, grandes niveles de inquietud, demostrando la estrecha relación entre los gestores, la gestión y la forma de llevarla a cabo.

No fue solo la crisis: no se enteraban de nada. Ni ellos, ni sus voceros. Ni siquiera el periodismo de todos los días, sin contaminar. Y lo cierto es que una parte de la sociedad española bullía. En los blogs, en el periodismo de Internet, se palpaba la angustia, el afán constructivo y los deseos de cambio. En octubre de 2010, ATTAC organizó un acto llamado ContrATTACando en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Con grandes voces informadas.  Pues bien, se triplicó el aforo, al punto que tuvo que venir el director del centro a advertir del peligro físico de tan desbordada avalancha humana. Ningún medio cubrió el acto. De ahí nació un germen que se impulsó con Indignaos de Sthepane Hessel y Reacciona, de Sampedro, Mayor Zaragoza, Ignacio Escolar y varios más. Muchos otros movimientos latían con similar espíritu. Pero en las alturas no se oían sus voces.

El 15M también les pilló por sorpresa a los establecidos. Y así siguieron, de susto en susto, hasta que otra política, otras personas, irrumpieron por las urnas en las instituciones. Podemos y las Mareas de confluencia, sí.  Y ahí nos encontramos, con un Parlamento sin mayorías que no entiende. Y con la casta, o varias de ellas, queriendo repetir los esquemas rechazados, sumidos en la cólera y la irritación. Siguen sin enterarse de nada.

No consiguen encajar en sus cabezas ni siquiera que se cuestione la forma de hacer seguida hasta ahora. La que por cierto nos ha llevado a una deuda pública de más de un billón de euros  (gracias al gran endeudamiento que ha propiciado Rajoy), a un trabajo que la neoliberal CEOE denuncia como uno de los más degradados entre sus miembros  o a niveles históricos de desigualdad. La economía mundial, al borde de un nuevo crack demuestra, igualmente, lo mal que funcionan las políticas “de siempre”.

En su zozobra, los establecidos sienten especial aversión por las formas. Cuestionan la manera de vestir, peinarse y comportarse de los que despectivamente llaman “la nueva política”, la de izquierdas claro. Se les caen los ojos de las órbitas al ver coletas en un hombre, niños en una madre, o ropa casual. No, al Congreso hay que ir a trabajar vestido como para una boda, con un corte de pelo típico de los reclutas del antiguo servicio militar, la mili, y cumpliendo todos los cánones de la cortesía más superficial, no confundir con la educación.  Vamos, lo que cualquiera se encuentra en el autobús, el metro, los mercados, las tiendas, las obras o las calles a diario.  Lugares que todos esos políticos y periodistas no pisan o no ven. La vida tiene poco que ver con los salones en los que ellos residen.

Como damas de alcurnia de un siglo o dos atrás, despellejan a los advenedizos. Llaman arrogancia e insulto a hacer propuestas con el valor de casi tantos votos como el encargado por el Rey de formar gobierno, aunque con menos escaños por la ley electoral. No han cursado la invitación con orla que mandan las reglas de urbanidad.  Demasiado tiempo repartiéndose cargos y plantas en los grandes almacenes sin mirar siquiera a los clientes. O en las salas de juntas de las empresas adulando a los jefes. O maquinando para desvalijar el dinero público –que se detrae de nuestras necesidades- y repartir prebendas o presiones  para que les vendan el producto los que pasan por ser periodistas. Llevan tanto tiempo en los cenáculos y comederos del poder que ya no conocen la realidad en la que viven la mayoría de los ciudadanos. Aún andan a ver a qué cuñado arrancan una sonrisa con el chiste rancio de la “nueva política”, con el que ellos se reconcomen.

El presidente del Gobierno en funciones y de un partido en el que se le desparraman las manzanas podridas de la corrupción, se permite decir que “ya” no se tolerará una más y tres días más tarde blinda a su Rita Barberá, la alcaldesa de una Valencia corroída, para que siga aforada

Es cierto que se desarrolla una ceremonia de la normalidad que aparentemente sostiene -con hilos- el tinglado. En ella, el presidente del Gobierno en funciones y de un partido en el que se le desparraman las manzanas podridas de la corrupción, se permite decir  que “ya” no se tolerará una más y tres días más tarde blinda a su Rita Barberá, la alcaldesa de una Valencia corroída, para que siga aforada. Rajoy empezó mintiendo, siguió mintiendo y ahí continúa. Con sus ministros imposibles poniendo velas al ángel del aparcamiento y letreros sucios a los pactos. Y que este PP es tenido en cuenta entre buena parte de los creadores de opinión y la nueva política de derechas.

Y que son de temer los pactos que miran más a la derecha ultraliberal que a la izquierda. Y los posibles incumplimientos de  promesas inaplazables como la derogación de la Ley Mordaza, propia de Estados autoritarios,y ambigüedades que tocan materias altamente sensibles como la ley de Educación y la Reforma Laboral. Y que no se puede ser al mismo tiempo día y noche, salvo en el breve tránsito –amanecer y puesta de sol- que conduce a uno de los dos estados. Y de momento, la dirección está muy marcada.

Y, sí, todavía hay personas que se dejan atemorizar  por la descarnada campaña de descrédito contra la izquierda y la alarma social que, deliberadamente, crean con ella. Es de tal calibre que ya no se le puede llamar política, no es política, es la defensa marrullera de intereses muy concretos que no son los de la gente corriente. Y hay adeptos capaces de votar corrupto, sí, con una venda en la nariz y una pinza en los ojos. Pero todos ellos se encuentran en franco retroceso, como vienen avisando desde hace ya años. Son cada vez más los ciudadanos hartos hasta la médula de la política sucia cuyas consecuencias pagan. Ven las maniobras de los cuervos oteando sus presas para repartirse el botín, para continuar repartiéndose el botín. Lo saben. No consiguen comprender que son modelos escasamente ejemplarizantes y muy pocos ya quieren parecerse a ellos.  Y que por más que aprieten el mismo tornillo no los apreciarán más. Puede que a muchos ni siquiera les importe, pero tiene consecuencias. Ya las han visto.

Pueden ser mayores y para todos. Desencantar de la política a los que habían empezado a ilusionarse, defraudarles otra vez, no será inocuo. Mal vamos, porque  hay algo que llama poderosamente la atención desde el punto de partida: ¿Qué parte del “No nos representan” no entendieron?

*Publicado en eldiario.es

La luna de miel de medios convencionales con Albert Rivera

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De El País en cabeza, otros medios, muchos medios, y distintos expertos. Albert Rivera tiene una presencia constante en televisión y en prensa. Yo ya abro con precaución el microondas porque ayer por la mañana al ir a calentar el café con leche del desayuno me salió Albert Rivera con su inconfundible sonrisa. Tan de mañana. Igual fue un espejismo, pero así lo sentí.

Ese amor que ha despertado Rivera en gentes que crean opinión está representado en un elocuente artículo del diario ahora llamado global. En él la relación adquiere caracteres de compromiso, con campanas de boda y luna de miel.

Primero publican una encuesta en la que dan un triple empate a PP, Ciudadanos y PSOE. Lo amplían con un artículo separado al que titulan Rivera sigue a la cabeza en valoración de líderes. Luego nos aclaran que  su imagen se desgasta pero eso no es obstáculo para poner en marcha el concepto Luna de Miel, que anticiparon el sábado. Pequeños desencuentros en la pasión. Y así dicen:

Aun así se consolida la certidumbre de que Albert Rivera, y con él su partido, vive una auténtica luna de miel con buena parte de la sociedad española, al margen de que le vayan a votar o no.

Rivera ha evolucionado hasta en su imagen. La mayoría se desnuda cuando quiere acceder al poder, él se ha vestido.

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Pero volvamos a lo publicado en El País. El flechazo es así. Vas asistiendo a su mirada, a sus cortes de pelo, a su discurso. A cómo evolucionan sus conceptos y, si antes rechazaba intervenir militarmente contra el terrorismo, ahora es el primero en querer meternos en esa guerra con tantas sombras. Le ves con esas ganas de colocar en una caja para guardar en el desván a los golpistas del 36 y sus 40 años de dictadura con todas sus víctimas. Mira, así ya no molestan, no hay que buscar a miles por las cunetas. Le ves en suma tan de derechas, tan ultraliberal, con ese colegueo que usa todo vendedor eficiente, tan aplicado, tan presumiblemente fiel… y te enamoras. «Nunca sabré cómo tu alma ha encendido mi noche, nunca sabré el milagro de amor que ha nacido por ti…

Y así escribe El País en La luna de miel de Rivera:

 “Rivera llega en un momento dulcísimo”, explica Luis Arroyo, sociólogo y presidente de Asesores de Comunicación Pública, que ha visto cómo el candidato de Ciudadanos se imponía al de Podemos en los dos cara a cara que han protagonizado hasta la fecha. “Luna de miel, debate ganado en Salvados a Iglesias, sin mochilas del pasado, entrenado, fresco… El peligro obvio es defraudar las grandes expectativas que hay sobre él”.

Hay quienes sí sabemos en qué viento llegó este querer… Pero nada, a ver si nos casamos o nos cansamos todos…

 

 

 

No es preciso vivir debajo de un puente para ser de izquierdas

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En un verano cuajado de noticias densas y trascendentales, la derecha española ha logrado crear una polémica con las vacaciones de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Capitaneados por Francisco Marhuenda al mando de La Razón y sus infectas mentiras habituales, se discute si una persona de izquierdas tiene derecho a disfrutar de una escapada estival de una semana, inviertiendo 600 euros –de su dinero-  en el alquiler de una casa compartida. Con 71 años y 50 años de profesión en la que ha sido una jueza de gran prestigio.

Políticos (de los oficiales y de los ejecutan esa labor en medios y dicen ser periodistas) ven normal que la anterior alcaldesa dedicase algo más de esa cantidad, en este caso por noche, en el Penha Longa Hotel Golf Resort de Portugal en viaje privado también, aunque dejara en la capital española la grave crisis del Madrid Arena con cinco jóvenes muertas por la incompetencia. Ana Botella puede porque es de derechas. Los despilfarros oficiales llegaron a llamar la atención hasta de prensa extranjera como Der Spiegel. Y, tras su relevo, vamos conociendo muchos más.

El ‘debate’  de las vacaciones de Carmena llena horas y horas de televisión. Han llegado a equiparar las vacaiones de la alcaldesa con la invitación de un empresario en duda a un par de ministros, como publicó eldiario.es,  o con las que disfruta a todo yate el privilegiado imputado Rodrigo Rato. Solo por las preferentes o por sacar a bolsa una caja quebrada –con lo que ha supuesto- parece que debería reembolsarnos algunos dineros antes de darse sus chapuzones.

El gran tema latente es que la derecha española y sus fieles becerros entienden que para ser de izquierdas hay que vivir debajo de un puente.  Con habilitarse espacio en una chabola levantada en la ribera, uno ya es un rico propietario y ha de ser de derechas para “conservar” sus pertenencias. Si has firmado un fascal de letras con un banco y habitas en la casa que aún les pertenece para lo que gusten mandar, entonces ya te has convertido en un potentado que no puede sino votar al PP o en su caso a Ciudadanos.  Partidos que cuidan amorosamente de nuestros servicios, pensiones y futuro manteniéndolos alejados de los recortes y la especulación. Ese es el conjunto de la idea que quieren inculcar. Con éxito, siquiera sea por la machacona insistencia del mensaje. De este modo excluyen de cualquier compromiso social serio a cuantos tienen los mínimos medios de subsistencia. A los gestores de estas falsas tramas les guía una clara y sucia intencionalidad política, pero la mayoría lo piensa realmente, aunque pueda parecer increíble.

Pasó desapercibida esta joya que firmó en ABC en Marzo, de 2015, del siglo XXI, Marcos Sueiro, con el expresivo título de Carolina Bescansa, la ‘oveja negra’ de una dinastía gallega y que no tiene desperdicio de principio a fin. “Carolina Bescansa -escribía dolido el autor- nació en una de las familias patricias de Santiago de Compostela. La cofundadora de Podemos es descendiente de uno de los clanes que han dado color a la vida local”.  Carolina destacaba por su inteligencia superior a la de varios de sus hermanos, dice, pero todo se truncó: “En una familia tan extensa siempre hay pequeñas decepciones, pero la menor de las Bescansa superó casi todas las expectativas”.

¿Qué hizo Carolina? Tras relatar las virtudes que adornan a su familia y las amistades que atesoran, Sueiro concluye con una reflexión que es todo un tratado del pensamiento conservador español. La irrupción de Bescansa en un partido de izquierda ha provocado un daño que abochorna a su linaje con el peor de los lamparones:  “… la fuerza de su apellido ha replegado a todos los componentes de la saga, que evitan contestar a preguntas sobre el compromiso revolucionario de su sobrina. En las reuniones entre las dinastías médicas y universitarias en la residencia Bescansa de la isla de la Toja se evitan las preguntas ‘innecesarias e incómodas’. El tiempo dirá qué lugar ocupará en la vida española y si su éxito radicará en seguir cuestionando el lugar de donde procede”.

En las reuniones entre las dinastías médicas y universitarias en la residencia Bescansa de la isla de la Toja se evitan las preguntas ‘innecesarias e incómodas’. El tiempo dirá qué lugar ocupará en la vida española y si su éxito radicará en seguir cuestionando el lugar de donde procede, señala ABC

Ser de izquierdas no es una religión, no implica sacerdocio ni voto de pobreza. Por el contrario estas condiciones sí se exigen en la religión católica a la que se apresta con fervor de boquilla, preferentemente la derecha,y basta ver el cómo lo cumplen. Los Evangelios están llenos de esa doctrina que rechaza la usura, la avaricia y el egoísmo y propicia la generosidad. En estos momentos cuentan con un Papa que parece tratar de reconducir el catolicismo a su espíritu original. La gran diferencia es que la derecha opta –como mucho- por la caridad que les hace sentir superiores, y la izquierda por la justicia. Los resultados de la justicia son más sólidos y más dignos. Se trata de hacer políticas que disminuyan las desigualdades y que brinden oportunidades a todos, no de hacer tabla rasa en la precariedad.

La derecha, según se deduce, aplaude el brutal aumento de la desigualdad social que ha propiciado el Gobierno de Rajoy  –como demuestran datos unánimes, no manipulados-.  Y todas sus secuelas.  Fiel seguidor de lo que hoy manda en Europa: el liberalismo que, como describen con profusión sus profetas televisivos, consiste en, a la manera del viejo Oeste americano, llegar, plantar la tienda, cuidarse de uno mismo y a los demás que les zurzan.  Unos lo consiguen, otros no. Los débiles sobran. Estamos viendo atestar las fronteras a las víctimas más acuciantes de esta ideología fanática. Y de los hipócritas que se lucran con el negocio de las armas, cerrando los ojos a sus consecuencias.  Y salen neofascistas de debajo de las piedras, sin rubor alguno. Tienen claro que estas personas, refugiados y emigrantes, están de más. ¿Qué hacemos con ellas? ¿Las dejamos morir? ¿Las gaseamos mejor que ya probó su eficacia? No se van a evaporar. Aumentarán, porque viene implícito en las políticas que se aplican.

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Todo esto está apoyando la derecha en la práctica, incluidos los no tan ingenuos seguidores de las consignas manipuladoras. En España con el regalo añadido de una corrupción descomunal. Si los políticos conservadores pueden gastar lo que les plazca, propio y ajeno, y robar con total impunidad, sus votantes sustentan la Ley del Gran Embudo, aparcando todo escrúpulo.  Esta gente muestra un desahogo patológico en elegir de la moral lo que les conviene.

En definitiva, se han apañado una vida de derechos, prerrogativas y hasta desmanes a imponer. Sin contrapartida alguna que sí exigen a los demás. La izquierda es la que se preocupa de molestas bagatelas como la equidad o los derechos de las personas y punto. Alguien habrá de hacerlo porque esta situación es insostenible y augura días muy negros –aún más negros-.

En su infinita ignorancia, gran parte de quienes apoyan estas políticas son como aquel gallo jactancioso del cuento que, creyendo ser invitado en la boda, acabó en la cazuela para servir de manjar en el convite.

*Publicado en eldiario@es

Periodismo: cómplice del poder o al servicio de la sociedad

Es una constante: las grandes tribulaciones que está padeciendo la sociedad remiten una y otra vez al papel de los medios que en muchas ocasiones se convierten en instrumentos de manipulación masiva, y no de información. Creo que en todos mis últimos libros o capítulos de libros he llamado la atención sobre ello.

Cuando se estudie el tenebroso periodo que estamos viviendo, se verá el papel decisivo que los medios de comunicación tuvieron en la consolidación de un sistema que cada día añade mayores injusticias y mayor corrupción de sus ejecutores, en endulzar la estafa para hacerla tragar. (ReaccionaDos 2015) Porque es cierto que la gran diferencia con otras épocas de la historia es que ahora la comunicación es global y puede lanzar mensajes idénticos como bombas expansivas.

Maruja Torres en su artículo de este jueves para eldiario.es se fija también en este hecho. Se diría que el asalto neoliberal disparó la táctica. Se lanzaron al abordaje, sin dar ni tiempo a respirar tras la caída del Muro de Berlín dado que el Consenso de Washington se promulgó el mismo mes de Noviembre de 1989.

Esto dice Maruja Torres:

He tardado en leer al joven y emblemático periodista de izquierdas británico Owen Jones, y al principio de su segundo libro, El Establishment, la casta al desnudo, cuenta por qué se produjo el éxito del thatcherismo, de qué modo trabajaron las fuerzas conservadoras para recuperar un poder que creían haber perdido a partir de una posguerra en la que se abrió mano a los derechos de las clases consideradas como inferiores. La idea de que la revolución conservadora era inevitable, y de que también lo era poner en su sitio a sindicatos y trabajadores para asegurar el bienestar del país, fue penetrando la malla social gracias al trabajo de numerosos think tank de derechas y a un montón de dinero que fue invertido en colocar en puestos clave de los organismos de manipulación de masas a jóvenes despiadados y ambiciosos. Fue una operación lenta pero brutalmente eficaz que condujo a la desregulación de los mercados y la corrupción que finalmente ha sido descubierta en todos los países que se entregaron al neoliberalismo inaugurado oficialmente por Thatcher y su compinche Reagan: incluido el nuestro. Leed el libro, si no lo habéis hecho ya, vale la pena.

Recalquemos: “un montón de dinero que fue invertido en colocar en puestos clave de los organismos de manipulación de masas a jóvenes despiadados y ambiciosos”. Y coló, cómo no iba a hacerlo.

La ejecución de Grecia como castigo ejemplar a navegantes que pretendan intentar otra cosa, una política para la ciudadanía, nos ha vuelto a mostrar a qué extremos puede llegar el poder para defender su… negocio. Se obliga a comprar armamento a Alemania, se cortan pensiones, sí o sí, y encima se les humilla con recochineo. Como no haría un animal, sino un ser de los que caminan a dos patas.

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Lo de Grecia es un escándalo. Tanto políticamente como en su tratamiento informativo. Acudo ahora a Íñigo Sáenz de Ugarte  que comienza así su, de nuevo, excelente artículo.

Primero, fueron los líderes de la eurozona en la noche del martes y a partir de ahora serán los demás los que señalen con el dedo a Grecia y a su Gobierno. No se toma una decisión de consecuencias tan dramáticas e imprevisibles como la expulsión de un país de la eurozona sin preocuparse antes de que no aparezcan tus huellas dactilares en la escena del crimen y de armar un relato en el que las culpas vayan dirigidas a la víctima.

Finalmente os remito al economista Juan Torres López que, mira por dónde no es llamado prácticamente nunca a las pizarras del espectáculo informativo. De su documentada reflexión ( La Europa totalitaria en evidencia) destaco estas ideas:

 Al pueblo heleno no le van a perdonar que haya tirado de la manta para poner en evidencia a la Europa totalitaria que con palabrería vacía gobierna en contra de lo que quiere la mayoría de los europeos.

Las autoridades europeas y los economistas que defienden las políticas que se vienen imponiendo en Europa en los últimos años se empeñan en presentar las cosas como resultado de una disyuntiva: o se hace lo que dicen ellos, o vendrá el caos. Basta oírlos día a día en los medios de comunicación, donde aparecen sin descanso.

Por un lado, se presentan ellos y sus propuestas sensatas y cargadas siempre de una lógica que a primera vista suena como indiscutible: hay que moderar los salarios y eliminar derechos laborales —aunque a esto lo llaman flexibilizar— para que se creen puestos de trabajo, hay que reducir los gastos del Estado en servicios públicos o en pensiones porque suponen una carga que no nos podemos permitir, los impuestos son innecesarios y es mejor bajarlos, hay que privatizar las empresas y servicios públicos porque los privados funcionan mejor y todo eso es todavía más imprescindible ahora porque hemos de reducir la deuda por encima de todo… En ese bando están Merkel o Rajoy y los economistas que los acompañan con su fundamentalismo ideológico para justificar estas medidas que a la postre solo están beneficiando a las grandes empresas y patrimonios. En el otro lado estamos todos los demás, los que no sabemos nada —según dicen—, los que solo vamos a traer el caos y la pobreza, los que con nuestras propuestas haremos que salgan capitales a montones, los que arruinaremos a los pensionistas y haremos que el paro se multiplique. Ahí están ahora, Syriza o Varoufakis.

Da igual que junto a estos últimos se encuentren premios Nobel de Economía como Krugman o Stiglitz y muchos más como ellos, de primera fila y de valía reconocida desde hace años en las instituciones académicas más rigurosas del mundo. Da igual que los datos demuestren sin ningún tipo de dudas lo que es evidente: que quienes dicen que no saben nada han sido los que supieron predecir lo que ocurrió, mientras que quienes han producido una crisis gigantesca, millones de desempleados, quiebras bancarias, huida de capitales, destrucción de cientos de miles de empresas, la ruina de pensionistas y de millones de familias son los que ahora se presentan como los únicos sabios capaces de solucionar los problemas que tenemos. Y da igual que las hemerotecas demuestren sin lugar a dudas que todos ellos se equivocaron, que negaron la crisis o dijeron que sería pasajera o sin importancia, y que no supieron prever lo que iba a suceder. Ahora, los que más erraron en sus predicciones se empeñan en decirnos que saben lo que hay que hacer para afrontar con éxito el futuro».

Sí, da igual. Porque siempre habrá una «noticia» o tertuliano que siembra la duda, o que entretenga lo suficiente para distraer la atención. Un político, como el nuevo portavoz del PP, que utilice una información de atracos en Grecia durante el gobierno de Samarás para decir que Syriza es un caos y que donde esté su partido no hay color. Y no se puede competir. Ni ya desde las redes sociales apenas.

Ando hablando con algunos compañeros de RTVE. Estamos preocupados por la salud de un gran realizador y la charla se va a otras inquietudes. Convenimos que nunca la televisión pública estatal ha vivido una etapa peor. Nunca. Porque durante toda su trayectoria hubo profesionales que no se conformaron. Informe Semanal nació en 1974. Vivo aún Franco. Yendo siempre un poco más allá de lo admitido por la censura. El esperpento que hoy se sigue emitiendo con el mismo nombre da idea de lo que estamos hablando.

Es cierto que ahora las empresas periodísticas, quebradas o en el borde del precipicio por sus muchos errores (empresariales y de los otros), parecen un téntaculo más del poder, de ese poder que está aprisionando a los ciudadanos ya hasta sin disimulos. También resulta evidente que en ese maravilloso mundo que nos vendieron desde Thatcher, el paro se ha agudizado. Y que comer es una necesidad perentoria, incluso para los pensionistas griegos hoy sacrificados. Este gobierno que aspira a repetir y que contará con medios de “información” que le ayuden a conseguirlo nos ha atizado hasta leyes y códigos mordaza. Pero sí se puede. Que nadie crea que no entrañaba riesgos informar en tiempos pasados. Siempre ocurre en mayor o menor medida. Es que el periodismo es, entre otras cosas, informar de lo que el poder no quiere que se sepa. Y por algo no quiere.

Se ven portadas, editoriales, titulares que sonrojan. Se escuchan y se ven auténticas barbaridades sembradas para hacer un daño devastador. Y luego hasta les quitan a algunos el plato de lentejas por el que se han vendido. Les he visto bajar la cerviz y besarles los pies  y… salir luego despedidos en un ERE. De los de una mano delante y otra detrás, los duros.

Siempre se puede ir más allá. Hay que elegir, ésa es la clave. Entre ser cómplices de un poder cuyas acciones avergüenzan a poco que se tenga un atisbo de ética, o informar verazmente como servicio a la sociedad. Todos nos jugamos mucho en ello. Otro periodismo, el periodismo en realidad, asiste a un momento brillante en Internet, eso es cierto. Los caminos existen. Y quien quiera puede saber lo que ocurre.

Pero la auténtica disyuntiva es por qué camino opta el periodista o el lector: manipular o informar. A quién sirve, a la codicia y sus trampas o a la verdad.

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Periodistas amedrentados

Cuando dejo de escribir en el blog tantos días se me amontonan los temas. Porque la realidad es una máquina que los expele sin descanso. Como cada día, hoy he empezado a repasar la prensa y a twitear lo que considero más destacado. Las portadas traían esto:

kiosko.17.abril

En la radio, en La SER aunque para mí sigue siendo la mejor, una informadora relataba con voz temblorosa desde Ejea de los Caballeros, Zaragoza, la historia de un hombre que se ha atrincherado en su casa tras disparar presuntamente a su yerno. Ha entrado la Guardia Civil y el hombre… “ha resultado fallecido”, ha dicho. La mayor parte de las noticias hablan también de “un hombre muere”… ¿De infarto?

Es una anécdota a pesar del luctuoso balance. Pero es que es así todo. También, otra periodista en estudio ha dado paso a la corresponsal en Bruselas hablando de alguna gestión de los preferentistas cuyos ahorros habían resultado atrapados “por la crisis”. No, bonita, ha sido por los bancos, por bancos concretos.  y no tenía nada que ver con la crisis.

Los telediarios de TVE echaron ayer el resto abriendo con los insultos a Rajoy de ese botarate que preside Venezuela. ¿Era la noticia más importante del día? No. Rotundo. Desdibujaron la pifia de Rodrigo Rato y completaron con anécdotas. Digan lo que digan, no basta con denunciarlo. No se puede ofrecer esa irrealidad a un millón ochocientas mil personas que siguen engullendo esos informativos. No todos, ni mucho menos, desarrollan sentido crítico para entrever motivaciones, por muy evidentes que sean.

Me cuentan que Antena 3 hizo algo similar. Luego, El Intermedio en La Sexta –del mismo grupo mediático- informó del Estado de la Nación Social, que nada tiene que ver con el que pinta Rajoy, el PP y los medios que ahora están a su servicio. Arriesgando mucho. Porque estamos viendo caer a periodistas fulminados como moscas.

En mi capítulo de ReaccionaDos detallo las servidumbres a las que los medios se han sometido por su mala cabeza en algunos casos. Sus acreedores, bancos, son ahora socios de la empresa, como sucede en PRISA. Y luego está el PP que hoy tiene la llave de subvenciones directas o a través de lo que eufemísticamente llaman “publicidad institucional”. La prensa escrita no deja de perder lectores.

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En el PP, además de sus intereses de partido, hay personas que no toleran el periodismo crítico. Con gran poder. Las víctimas son ingentes ya como digo. Y se calla. Porque al que protesta le cae también la expulsión. Y ahora escasean las posibilidades de trabajo.

Ahora bien ¿de qué sirve tragar? Por lo que estoy viendo, para autorizar a que embutan más para seguir tragando. Y las consecuencias son ayudar a mantenerse en el poder, por malas artes (no es una competencia leal), a gente que está haciendo cosas muy reprochables.

Periodismo sigue habiendo, más boyante que en los años recientes curiosamente. Tengo la suerte de poder escribir en uno de los medios que lo ejerce: el diario.es. Y hay más desde luego.

Tema esencial del día, para portada, son los pufos del antiguo prohombre Rodrigo Rato que pudo ser presidente de gobierno, porque el dedo mágico de Aznar lo barajó con Rajoy y Mayor Oreja. Su historia es impresionante. El mejor ministro de Economía de todos los tiempos -decían- pese a ser el autor material de la burbuja inmobiliaria -a medias con Aznar- con su ley de liberalización del suelo. Paso y huida de la cabeza del FMI, el pufo de Bankia, las tarjetas black y las putas, y ahora, para postre, el blanqueo fiscal propiciado por el colega Montoro.

En Público cuentan la peripecia completa, jugosa. Firman el artículo con iniciales.

El PP, nos cuenta Luz Sanchís en eldiario.es opta por la línea Rajoy: hacer como que no va con ellos. pp.rato.diaio

Ignacio Escolar anuncia en su artículo Cinco datos sobre la aministía fiscal de Montoro que nos van a cabrear. Y cabrean, sí. Y sería para que reflexionaran muy seriamente quienes apoyan a este partido.

Partido, por lo demás, al que Ruz insiste en desenmascarar en sus últimas acciones al frente del caso Gürtel, del que tan oportunamente ha sido apartado. Qué pena de país y de sociedad que tolera esto.

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Casi nos hemos olvidado -y es de ayer-  de cómo ahora nos dice el gobierno tan campante  que no se va a recuperar todo el rescate a los bancos. Como previmos y dijimos, nos va a costar muchísimo dinero (de ese que no hay para otras cosas, de ese que si se pide hay que devolver cuando eres un país como Grecia… o España y los acreedores son precisamente los bancos). El periodismo lo dio en distantes versiones.

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Hecho que contrasta notablemente con lo que nos repitieron hasta la saciedad.

La constitución del Parlamento andaluz es tema destacado del día, sin duda, que promete mucho en versiones. Ya he oído alguna -en apenas media hora- muy ofendida porque los grupos no apoyen a Susana Díaz que, por lo que se ha demostrado, calculó muy mal la jugada.

Y los 400 muertos en aguas del Mediterráneo que, al no viajar en avión alemán, ni en avión siquiera, ni proporcionar votos, no han merecido mayor atención mediática. Iñigo Sáenz de Ugarte nos explica claves que es preciso saber para entender lo que pasa. Así comienza:

Otro naufragio. Otra matanza. 400 muertos, o desaparecidos, que viene a ser lo mismo. Más tumbas en el Mediterráneo. Ese cementerio tan limpio en el que muchos europeos se bañarán despreocupados dentro de muy pocos meses. Se cumplen así las prioridades de los gobiernos de la UE. Italia clausuró el programa Mare Nostrum y la UE lo sustituyó por Tritón, un simple sistema de protección de las costas italianas con menos buques. El problema de Mare Nostrum, además de ser muy caro, es que servía para salvar vidas, vidas que acto seguido pasaban a residir en Europa. En opinión de gobiernos como el británico y el español, suponía un incentivo para intentar dar el salto. Esas vidas estaban mejor en el fondo del Mediterráneo como alimento de los peces. Ese es el incentivo que sería de utilidad.

Maruja Torres también habla del naufragio, y del sistema, y del periodismo… «de corte Corte Inglés».

¿De verdad alguien, aparte de los informadores de corte Corte Inglés, creen que se consiguió algo? No, el cinismo arranca desde la base: anda, vámonos a Barcelona, ciudad cuyas autoridades siempre mueven el rabillo para figurar en el Mediterráneo, luego hacemos una declaración y quedamos para la próxima. Vienen y se van, viajan y desviajan, desovan y paren papeleo como si no tuvieran vergüenza. Y entre tanto, en ese Mediterráneo que dicen querer proteger, oleadas de cadáveres de refugiados dejan que las olas les den el único abrazo al que se les otorga derecho. Qué lástima que los últimos 400 muertos por abandono generalizado no fueran a parar, las manos yertas por delante, a los pies de sus excelencias, como contundente rúbrica de su hipocresía.

¿Compensa secundar todo esto? ¿No informar, preterir, manipular directamente o marear con banalidades para distraer de lo esencial? ¿Por cuánto tiempo es soportable? ¿Hasta el final? Hemos visto caer a gente que tragó. Tragar no es un salvoconducto.

Terminando este artículo, veo que Infolibre trae la foto varios periódicos de tirada nacional que han cubierto su portada (como ya hicieran con el Banco de Santander en su día para ser todos iguales) con un anuncio de Coca-Cola, justo al día siguiente de que El Tribunal Supremo tumbara el ERE de la empresa. Según Cinco Días. es «para buscar un acuerdo».  La inserción no es masiva, en mi barrio están con sus portadas normales, con aquellas tan bonitas con las que comenzaba el atículo.  Igual esto es más real.

kiosko.cocacola.foto.andreasanchez

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