La necedad de los nuevos líderes de la derecha

Los nuevos liderazgos en la derecha y ultraderecha han alumbrado un preocupante modelo de político. Un ser desinhibido, cínico, mentiroso compulsivo, irresponsable, con escasas luces, profundamente inculto y conservador hasta las trancas. Tanto, que no les queda apenas espacio para un hilo de luz que ilumine las zonas oscuras. Lo alarmante es que deben responder a un prototipo de ciudadano votante que se siente identificado con ellos, capaz de creerles y subirse a su carro.

En la línea de Donald Trump que, mirando para sí al menos tiene claros sus negocios, surgen los Bolsonaro en Brasil y esta caterva de ultraderechistas europeos, españoles también, desmedidos, desaforados, encabritados, sin un gramo de complejo o pudor por lo que dicen y hacen. Tras años viendo cosas que no íbamos a creer, la realidad nos ha sobrepasado y sabemos que esto es solo la antesala de lo que está por venir, si los cuerdos no reaccionan a la amenaza.

Pablo Casado, presidente del Partido Popular, lo es porque en el tándem final de unas extrañas primarias, los compromisarios preferían al diablo antes que a Soraya Sáenz de Santamaría. Dicho sea en términos coloquiales, no textualmente satánicos. Tantos años de Gürtel y el abecedario de la corrupción llevaron al PP a esa tesitura. Casado apuntaba maneras desde el principio. Ahijado de Aznar y Aguirre, capaz de defender lo indefendible con esa expresión un punto cínica que exhibe cada vez que suelta una astracanada de entidad.

Casado carece de todo complejo, de toda prudencia. El joven líder se nos ha ido a Bruselas a «tranquilizar» a la UE ante los Presupuestos del gobierno y Unidos Podemos y a decirles que él está «preparado para gobernar». Intimó con Juncker el presidente de la Comisión, al abordarle en un pasillo para soltar que España es un “desastre” con este gobierno socialista. Y ahora va a pedir la venia porque al parecer no somos los españoles los que votamos sino las manos del mercado y del mando de la UE.

Su segundo, Teodoro García Ejea, otro brillante lumbreras, encuentra a Casado un hombre sensato. Y cree muy acertado que vaya a la capital comunitaria a informar de que «no toda España está representada por el señor Sánchez e Iglesias (sin señor) y es bueno que se sepa en Bruselas». Hasta ahora, allí no tiene ni idea de los resultados electorales en nuestro país, del gobierno actual, ni de nada. Es lo que tiene volver a ser la Reserva Espiritual de Occidente y cocer el espíritu en privado. O pensar que todos son de su condición.

«¿Qué otro país puede decir que un nuevo mundo fue descubierto por ellos?», dijo Pablo Casado provocándonos un hipo incontrolable. «La Hispanidad celebra el hito más importante de la humanidad, solo comparable a la romanización», añadió  henchido de orgullo. Mostrando esa incultura honda que caracteriza a su modelo político. Y un patrioterismo de citas de almanaque. Toda la historia de la humanidad, desde las expediciones prehistóricas a los grandes hitos del progreso, reducida al imperio español. Los latinoamericanos más benevolentes se mofaron de él: «Ahora puedo comprar carne en el supermercado en vez de ir a cazar», comentaron en El Intermedio, de la Sexta. Los historiadores serios le dicen a Casado:  «Es el relato del franquismo». Hace falta osadía para decir y para oír esto sin pestañear.

 

Casado incurre en graves irresponsabilidades. Puede darse el caso de que alguien le escuche con atención creyendo que es un líder político con aspiraciones de gobierno. Insultó a los andaluces a quienes ofertó banderas que todo lo enjugan. Casado es más de nacionalismo castellano, de Santa Inquisición y Reyes Católicos. Contó que “En Cataluña no se puede vivir en las calles sin el riesgo de que te insulten o amenacen por el idioma en el que hablas”, algo rigurosamente falso. Pero que calienta un conflicto del que, junto a Ciudadanos, busca réditos electorales, sin pensar en las víctimas que ocasiona. Políticos presos por un año ya en algunos casos bajo acusaciones cada día más cuestionadas.  Acaba de sumarse el ex presidente del Tribunal Constitucional. Pascual Sala no ve los delitos de rebelión y sedición en la causa del ‘procés’.

Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, se ha convertido en una especie de bot que repite cuatro ideas, con gesto agrio, mirando a derecha e izquierda, inmune a todo argumento que le demuestre lo erróneo de sus afirmaciones.  Que el acuerdo de presupuestos no “podemiza” la economía, no es de extrema izquierda, se llama Estado del Bienestar y lo disfrutan desde hace años varios países europeos, como explicó detalladamente el director de eldiario.es Ignacio Escolar. Que la subida de impuestos no está dirigida a “la clase media trabajadora”. Afecta a quienes ganan más de 130.000 euros. “A uno de cada doscientos contribuyentes españoles, poco más de 90.000 personas: el 0,5% del total”, escribe Escolar. Luego están los que rompen España y liquidan la democracia y Sánchez,  okupa en la Moncloa. Albert Rivera termina su discurso y vuelve a empezar,  una y otra vez.  Una y otra vez. Su colega Inés Arrimadas dice exactamente lo mismo y en el mismo tono. Algo más sobreactuada en su exposición. Como Rivera, igual te corta un lazo amarillo que te saca una bandera rojigualda de debajo del bolso. Tiene un registro algo más amplio.

Ofende la inteligencia escuchar estos eslóganes en una letanía continua. Falta mucha racionalidad, reflexión, en el contexto. Respeto por la verdad y por la dignidad del engranaje político. En este punto, no son los únicos, bien es verdad.

PP y Ciudadanos, junto a sus medios de apoyo, han creado mecanismos ya indelebles. La palabra “Venezuela”, por ejemplo, se ha incrustado en las conexiones neuronales de una serie de votantes españoles de forma que la escuchan y reaccionan con odio soltando la clave programada: Podemos. Y, encadenado, comunista, Maduro, China. ETA, a veces. Y ya no hay cabida para más. Producen vergüenza ajena. Todos ellos, sus líderes más aún, permanecen impermeables a otros códigos como Arabia Saudí, Yemen, Siria, Brasil, México, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Austria, Bulgaria, Rumanía, etc… donde elegir tienen para acabar siempre en la misma obsesión. Tan eficaz con su gente. Habrán observado que Rivera ya no nombra a la Argentina de Macri, después de visitarle y convertirle en modelo, el país se ha ido a pique, y ha tenido que pedir créditos al FMI resucitando los fantasmas del corralito.

Vox, en su paseo triunfal por el paraíso de los nostálgicos del fascismo, ha recuperado el brindis de los Tercios de Flandes: “ Que el traidor a España no encuentre perdón”, según nos cuenta un emocionado El Español de Pedro J. Ramirez.  Por este camino llegamos a Atapuerca, aunque allí encontraríamos una apuesta decidida por la evolución.

Todo esto no es un juego. Es hora de saber el peligro que entraña. No valen paños calientes, medias tintas, eufemismos, ni las falsas objetividades del dar una de cal y otra de arena. Hay razones de peso. En mayor o menor medida, mantienen un inquietante extremismo. Aunque ellos crean lo contrario.

El actor Harrison Ford lanzó un poderoso discurso en la reciente Cumbre contra el cambio climático: «¡Dejad de dar el poder a quienes no creen en la ciencia!», clamó. Lo que lleva a otras exigencias asociadas: Dejad de darle el poder a quienes no creen en la Democracia. Y en quienes no creen en la decencia ni la practican.

Nunca se puede dejar el poder en manos de necios, cínicos y déspotas.

 

*Publicado en eldiarioes 16/10/2018 – 

¿Y cómo os las apañabais los periodistas sin gabinetes de prensa?

La pregunta nos hizo soltar un respingo a algunas periodistas del auditorio. Un veterano colega presenta una novela sobre un caso policial y una compañera, algo más joven, la formula, asombrada de que se pudiera trabajar en esto sin contar con la ayuda de las oficinas que dan las noticias mascadas y a su gusto. El aludido respondió que hablando con los jueces, abogados y fiscales, con la policía, los testigos. Algo más laborioso es ese procedimiento. Era José Yoldi, uno de los grandes especialistas en Tribunales desde El País, antes de que lo echaran en aquellos EREs tan selectivos.

En los lejanos tiempos de la conquista del salvaje Oeste informativo lo hacíamos así. Buscando y elaborando la propia noticia. No quiero ni pensar cómo lo lograrían los grandes pioneros y pioneras del Siglo XIX y XX. Lo complicado que debía ser aguardar la llegada de las diligencias con las notas de prensa, mientras se descifraban las señales de humo en la lontananza.

El sarcasmo solo intenta paliar la preocupación. Hoy es un día repleto de noticias. De nuevo. Cuesta elegir la prioritaria. Y me inclino a escribir de esa base importante para todo: la información. Tenerla o no tenerla para actuar en consecuencia. No voy a hablar tanto del periodismo como de la sociedad, del derecho a la información de los ciudadanos y del deber de informarse para no lastrar el bien común.

Los signos alarmantes crecen. Cambian los medios, pero no debería hacerlo el relato de los hechos que nos afectan. Se extiende la idea de que los medios digitales están marcando la agenda informativa. Lo hablamos en una mesa redonda, junto a profesionales solventes. Nuevos medios, nuevo periodismo. No, es el mismo. El que tampoco espera que la Universidad Rey Juan Carlos envíe una nota de prensa contando el fraude –en trance de lavado- de los Másteres. O que esos partidos pringados de corrupción hagan llegar a prensa, radio y televisiones los zancochos que han hecho sus políticos en el erario. Y toda la larga lista que conocen.

Ahora también hay que investigar, comprobar, elaborar, difundir las noticias. Especialmente las que no interesa al poder que sean conocidas. De ahí, las trabas y las represalias. Como ha ocurrido en concreto en el caso del Máster de Cifuentes con Raquel Ejerique e Ignacio Escolar a quienes piden cinco años de cárcel, como no debemos cansarnos de insistir.

Un factor decisivo desde la crisis de las grandes cabeceras es la poderosa presencia del poder económico en los medios, se reiteró en la sesión precisamente. Ciertas portadas, ciertos programas causan auténticos sobresaltos. Esa tendenciosidad está provocada más por un factor económico que ideológico, mantenía Jesús Maraña de Infolibre. Por no separar la opinión de la información, por hacer pasar la opinión como noticias, añado. El periodismo no puede ser independiente con la presión de esos poderes. Ni con las dádivas de la llamada publicidad institucional, tan opaca, con la que han venido premiando o castigando líneas editoriales. Los gobiernos la emplean en teoría para comunicar a los ciudadanos lo que hacen y ofrecen. Seguro que lograrían incluso mayor eficacia con más rigor en ese gasto.

Lo preocupante es que se dan demasiadas desviaciones por asumidas. La Asociación de la Prensa de Madrid anda haciendo ahora mismo la encuesta para su Informe Anual de la Profesión periodística y cada año son más alarmantes las preguntas. En el de 2016, el 75 % de los periodistas admitía ceder a las «presiones» y el 57 % que se autocensura. Es ya un clásico en el estudio. ¿Se puede así confiar en lo que publican?  Imaginemos que se dijera lo mismo en la cadena alimentaria. Que el 75% de los procesadores confesaran que ceden si sus jefes les piden meter gato por liebre en los productos, en todas sus acepciones. Las manipulaciones informativas causan mucho más daño a veces que una gastroenteritis.

La APM preguntaba también sobre las noticias patrocinadas. Pues verá es que no son noticias. Admitamos que podría darse, remotamente, en otros productos, pero ¿en las noticias?

Han introducido preguntas sobre las tertulias, creo que no era habitual. Y tiene porqué.

Jesús Maraña y Jesús Cintora desplegaron en este coloquio argumentos de una altura que no pueden expresar en las tertulias televisivas. Las interrupciones de la otra esquina del cuadrilátero lo impiden. Porque están ahí para eso, para dar espectáculo. Yo no las veo ya. La audiencia progresista cree, sin embargo, que deben acudir a esos programas para dar el contrapunto a las voces histriónicas. “No pueden hablar ellos solos”, argumentan. Pero no están en igualdad de condiciones.  Nunca lo está la verdad y la mentira. Otra cosa es -y muy enriquecedora- la confrontación de opiniones diversas, sobre una base de verdad.

El poder de la televisión como fábrica de fama es incuestionable y decisivo. Hasta los auditorios más comprometidos socialmente se dejan subyugar por los informadores que salen en la tele. A cualquier parte que vaya, lo veo.  “Muchos de los grandes periodistas de investigación no están en las tertulias y no son famosos”, asegura el muy popular periodista Jesús Cintora. Y es así. Entre lo que vende la fama y compra la audiencia se cuelan monstruos devastadores. Salir en la tele no puede ser considerado un baremo de calidad.

Uno de los grandes cambios de la comunicación hoy es la respuesta inmediata de la audiencia, el feedback, el haber incorporado a los lectores a las noticias. Lo resaltaba Edurne Arbeloa de Cuatro. Y Cris Peñamarín del Consejo Editorial de CTXT. La charla directa aún aporta más conocimiento mutuo. Y pocos auditorios más auténticos que el  Ateneo Republicano de Vallecas, Madrid, donde estuvimos el jueves.

Piden pedagogía para que cada vez más gente se informe con rigor. Y no se trata de eso. Empiezan a sonarme mal desde el lado emisor hasta las invitaciones para cautivar a la audiencia. Y ahí está el quid de la cuestión. Lo que importa es la información y debería bastar, si es rigurosa y atractiva en su presentación dentro de ese rigor. ¿Qué está pasando para que un país con tantos problemas, con tantos asuntos por resolver se vuelque en leer estos temas?

Y gracias que no sean las proclamas de propaganda política y económica de buena parte de los medios. La peor desinformación es la que exacerba los instintos primarios con malas artes: la demagogia, una pura degeneración de la democracia que ha perdido su sentido de tanto usarla.

Hay una sociedad desvalida ante la desinformación, el espectáculo, la banalidad. A veces esas píldoras son más peligrosas que un grueso gazapo manipulador. Pero el receptor tiene su responsabilidad en la elección. Vivimos una época de buscar  auto justificación a errores de grueso calibre. Lo detallaba sin cortapisas Carlos Hernández. Y de elogio de la ignorancia, en algunos casos de apología de la ignorancia. Vivimos en un #MeToo diario de ofensas a las mujeres, a los colectivos más vulnerables, a la justicia, a la decencia, a la cordura.

Necesitamos el periodismo. Todos, los periodistas también. El escenario está cambiando mucho. Lo hará más.  Y no está en crisis como tal periodismo. Lo lastran una serie de vicios que no veo en trance de desaparecer sino de acrecentarse. En las audiencias también.

“La revolución tecnológica no ha transformado la esencia de nuestro oficio. Solo nos ha dado mejores herramientas. Algoritmos para analizar grandes bases de datos y transformar la información en conocimiento”, decía Ignacio Escolar al recoger el Premio Excelencia Gabriel García Márquez 2018. Y añadía: “El trabajo periodístico, cuando es honesto y riguroso, es un gran servicio público». Estamos de acuerdo. La objetividad matemática no existe. Toda selección tiene algo de subjetiva. Nos equivocamos como todo el mundo. Aspiramos a la honestidad. Y un gran número de ciudadanos la reconoce.

Los fuegos que arden, muchos, son más fáciles de apagar y revertir con el conocimiento, con la información.

El periodista blanco inmaculado

Son días extraños. De nuevo las matemáticas se retuercen para convencer a lectores, oyentes y televidentes que 166 diputados son más que 177. Y  que el pacto de 166 es óptimo y, por el contrario, el que reúne a una mayoría de diputados, golpista y usurpador.  Todavía más impactante es la búsqueda del periodista blanco inmaculado para cargo de responsabilidad, un espécimen de laboratorio. Y las sorprendentes clasificaciones que van colocando al osado u osada candidata en un tablero que sitúa el centro político a la altura del 8. El 5 viene a ser ya extrema izquierda. El 4 se hunde en un abismo insondable de “izquierdidad”

Durante 6 años, RTVE ha manipulado a unos niveles insostenibles… salvo en España. El PP ha hundido la televisión pública en un pozo de indignidad. Sus dirigentes no han cedido a ninguna crítica: aumentaban sus tropelías cuanta mayor era la desesperación de algunos de sus trabajadores y de espectadores críticos. El presidente estaba en los papeles de Bárcenas y lo confirmó con todo descaro, como un reto. La vida dentro de la empresa se ha convertido en un infierno según  demostraban estos datos.  Acabar con esa situación era, es, una exigencia ética. Y el Decreto Ley la única vía posible cuando el PP mantiene sus trampas y Ciudadanos le secunda. Limpiar mientras se sigue manchando no suele funcionar.

RTVE es una empresa pública, sus dueños son los españoles. De todas las ideologías. Conservadores también por supuesto, pero conservador no puede ser sinónimo de corrupto  y manipulador. Al PP no se le echa por su ideología sino por lo que ha hecho.  Nadie ha tomado RTVE, está en vías de ser rescatada por la mayoría parlamentaria que es lo que cuenta en una democracia representativa.

Pero esa trama tan bien trabada no lo tolera. El peaje que exigen pagar a cualquiera al que atribuyan una ubicación a partir de 7 en su tablero es indigno de un país democrático. Y se asume porque parece que funciona una especie de Omertá.  Se pide hasta resignación altruista. Y el nivel de los insultos va en crescendo. La parodia de las vidas de sus víctimas, parece encargada a la mujer que recreó en Ecce Homo el Cristo de Borja. Toda la trayectoria queda resumida a una caricatura grotesca. Dicen que todo el mundo sabe las bocas sucias que paren estas astracanadas, pero no es cierto, las familias lo sufren especialmente, la buena gente sin armadura también. Lo principal es que el matonismo y las Fake News son un obús cuando caminan juntos. Cada andana es ya letal, necrosa donde impacta.

Las personas de izquierdas a quienes la jauría hinca el diente sin soltar la presa han de sufrirlo en silencio, en elegancia, gajes del oficio. Aunque cada vez se degrade el conjunto del periodismo. No entra dentro de ninguna normalidad aceptar estas tácticas.  Cuando se asiste a una agresión, no se puede mirar para otro lado sin tiznarse.

Una manera de contribuir a parar esta perniciosa deriva puede ser una televisión pública rigurosa, independiente, al servicio de los ciudadanos. Que rescate el viejo lema de los medios: informar, formar y entretener, convertido en dar noticias con elementos de juicio, distraer sin embrutecer y cautivar por sus contenidos creativos. Que se olvide del llamado periodismo de declaraciones. Noticia es lo que tiene interés. Los periodistas no somos oficinas de prensa de los partidos. De ninguno. Servimos a la sociedad.

Es dramático que profesionales del periodismo consideren de “extrema izquierda” contar la verdad. Se ha convivido tanto con el servicio a un partido que igual algunos pierden la perspectiva. Un periodista serio no se puede permitir descalificar por tendencioso a diarios que sirven información, sacan exclusivas decisivas y producen cambios. No se puede permitir no leerlo, no informarse. Cuando, para mayor contraste, tienen en sus mesas de cabecera panfletos, huecos de información, de tendenciosidad máxima.

Revisen criterios. El periodista blanco inmaculado no existe. El periodismo es compromiso. Con la verdad. Con la sociedad, repito. Y en la calle, en la injusticia y el dolor, los periodistas se manchan hasta de lágrimas. En los despachos del poder no existe ese riesgo. Cuando Kapuscinski asegura que para ser periodista hay que ser buena persona, no yerra. Así que cuenten cuantos sobran en el cómputo.

La televisión generalista convive hoy con plataformas bajo demanda, la oferta se amplia y cambian las costumbres. Pero  TVE mantiene plena vigencia como servicio público.  Y exige respuestas. Su historia es la historia de nuestra vida, de la de varias generaciones, cuando fue una caja mucho menos tonta de lo que decían.  Fuerte y con credibilidad es una competencia temible. Y atacan perdiendo los papeles.

Están intentando destruir carreras y prestigios de profesionales excelentes, por el temor a perder privilegios inmerecidos y mal ganados. Las mismas personas que no han sacado ni portadas ni han esgrimido enlutadas quejas por corrupciones inconmensurables. Lo auténticamente escandalosos es que solo sean considerados partidistas los cercanos a una cierta formación o simplemente los independientes, desde claras filias y fobias partidistas. Hay más “redacciones tomadas” por varios partidos que no se citan y por intereses diversos que filiaciones en un Consejo profesional.  ¿Desde qué ideología creen que se trabaja en esas portadas, artículos y peroratas de espanto impropias del periodismo de un país desarrollado?

No son buenos los prejuicios en esta profesión, hay que mirar, tocar, sentir, saber y contar.  Y leer. Leer lo que han escrito periodistas como la copa de una secuoya antes de soltar la tinta de calamar que embadurna sus tentáculos. ¿Sabrán leer 20 líneas seguidas quienes lo hacen? A veces me lo pregunto.

El retrato del Ecce Homo borjano se rompe con la periodista argentina que atesoraba los Informe Semanal españoles mientras estudiaba en Buenos Aires en los 90 y, cuando ahora los busca en Google para repasarlos, solo le salen Indas con sus insidias. Aunque no hay que caer en ese estadio ínfimo para toparse con cargas de profundidad. Los ataques no logran empañar esos “suerte, porque tu suerte es la nuestra”, la alegría sincera, el sentir que estás en el gran grupo social de quienes te consideran como “una de los nuestros”. Que se ha articulado un mecanismo para que sea posible poder.

Esto es un tránsito. Ojalá hacia un buen término. Sin mochilas, sin ataduras.  ¿Saben que se llegó a escribir sobre el afán de gran despacho de un candidato que después se apearía tapándole la boca, si es que alguien lo vio? Bastaba mirarle a los ojos, y sobre todo leer lo que escribe. Prueben, el gran poder de la información es que rompe prejuicios. Puede que al punto de animarse a estudiar matemáticas para andar por la democracia. Para no escorar los tableros. Para ser de todos los ciudadanos. Hasta de los que odian por haber sido abandonados y usados.

Rosa María Artal es una de las  nuevas consejeras de RTVE elegidas por el Congreso el pasado 4 de julio. 

 
 

Los desafíos que se ocultan tras las banderas

En la empresa de formación de líderes de mercado apuntaron, quizás, el lema: los partidos del bipartidismo (y sus soportes) son «constitucionalistas». Gentes de orden –vienen a definirse– que no tuvieron ni el menor reparo en cambiar en tres días de agosto (2011) la Constitución del 78.  En su reforma del artículo 135, consagraron que el pago a los acreedores del Estado «gozaría de prioridad absoluta», por encima de cualquier necesidad de los ciudadanos. Los «constitucionalistas» de PSOE y PP lo firmaron sin complejos –» muy contento», Rajoy– y a Albert Rivera que andaba ya en Cataluña con sus Ciudadanos no se le oyó un ruido.

Curiosamente, la Deuda Pública española va desde entonces al galope. El Gobierno del PP la ha incrementado en niveles y ritmo de récord y ya debemos más del 100% del PIB y más de un billón de euros. A pagar, con intereses, por encima de nuestra salud, educación o pensiones, si es el caso. Esto sí que es un desafío. Y conviene recordarlo estos días en los que tanto se abusa del término para circunscribirlo a Cataluña.

Como los más 40.000 millones de euros, según ha dicho el Banco de España, más bien 48.000 con suerte, que se dan por perdidos del rescate bancario. Echen cuentas. Es ese mismo que no nos iba a costar ni un euro a los contribuyentes. Inolvidable la convicción con la que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaríaaseguraba la gran virtud de la «reestructuración bancaria», sin coste para los ciudadanos. Redondear esta jugada y seguir tan satisfechos sí que es un desafío. Como endosarnos la quiebra de las  autopistas. También sale del erario común pagar las pérdidas a las constructoras privadas, ustedes ya saben.

Y mientras la atención mediática la centraban en Cataluña, el BOE publicaba este miércoles el acuerdo comercial de material militar del Estado español con Arabia Saudí. Sin ninguna consideración a las críticas por su participación en los ataques a Yemen o a la financiación del terrorismo yihadista que se le atribuye. España ha incrementado exponencialmente la venta de armas a la cuestionada monarquía saudí. De 2013 a 2016 le ha vendido armamento por valor de 1.361,42 millones de euros. Más aún, el Gobierno decretaba en el BOE el secreto del acuerdo. Un órdago mayúsculo del que nada dicen los «Constitucionalistas del 135», ni la mayoría de los medios.

Mientras tanto, los multimillonarios se han duplicado con creces en los últimos cuatro años de la era Rajoy. 549 personas disponen de un patrimonio superior a 30 millones de euros. Ya es salir vencedor de un órdago descomunal que las víctimas de estas políticas acepten como normal el aumento de la desigualdad que les perjudica.

Menos mal que vivimos una «primavera del empleo», según la ministra Báñez, aunque la contradiga la realidad. Un milagro que cambia un empleo aceptable por cuatro precarios. A cuatro trabajadores, por tanto, que han de vivir con la cuarta parte de un salario.  O que contabiliza como contrato los de 1 semana. Se llama Reforma laboral y es la que manda a la calle a 266.362 personas en un solo día, el 31 de agosto, fin de temporada.  Ya es triunfar en los desafíos que la degradación abismal de trabajo en España cuele y que la delegada del Gobierno en la materia se permita mofarse sin atisbo de pudor.

Se puede hacer de otra manera, como Portugal, pero parece que los «Constitucionalistas del 135» no están por la labor.

Ya hablamos de la inolvidable comparecencia en el Congreso de Rajoy para responder de corrupción sin siquiera nombrarla. Y de su ostensible altanería para dejar bien claro que la oposición susceptible de echarlo por una moción de censura, no lo hará. Y de las cuevas de Alí Baba plagadas de altos cargos del PP que los utilizaron para aprovecharse hasta de sacar tajada de los colegios. Y el triturado de los ordenadores de Bárcenas, de la empresa, como dijo sin sentir mayor vergüenza democrática la vicepresidenta. Ya es desafío presentarse de esta guisa a las urnas y conseguir el gobierno por el apoyo de otros partidos.

No es la única bandera, por cierto, que se usa para tapar el saqueo de la público, la catalana acumula tras de sí la indescriptible y larga rapiña del clan Pujol y la política de comisiones por obra pública que ejecutó la derecha y obvió la izquierda. «Son nuestros ladrones», ya saben.

A todo esto ayuda la colaboración inquebrantable de algunos medios, en apuros económicos, ideológicos o profesionales. La prensa, radio y televisión en campaña de apoyo de cuanto Rajoy es y representa, junto a sus socios y colaboradores necesarios. Con una televisión pública estatal, RTVE, de auténtico bochorno y que corre el peligro de no cambiar en otro enorme desafío a la lógica.

O esta proliferación del odio ultra, las agresiones y el desequilibrio a la hora de afrontarlos. Las  mujeres están siendo atacadas como en las tribus más cerriles y, las progresistas, en medio de un clamoroso silencio.

Órdago a la grande es echar abajo desde el gobierno que no se corte la luz a usuarios sin recursos como había impuesto el nuevo Ayuntamiento de Valencia.  O rechazar obras de menor costo económico y gran aprovechamiento social como en el de Madrid, ayuntamiento que además ha disminuido la deuda. Por dinero no es. O vender viviendas sociales a fondos buitre y no recibir otra crítica mediática que al acento de una relaxing cup of coffee. O comenzar el curso escolar en la Comunidad de Madrid -y no será la única- con niños en barracones y cientos de ellos desplazados.

La sociedad española tiene ante sí grandes desafíos, sin duda. La comprensión, el diálogo, la altura de miras. Recuperar la sanidad, la educación, la cultura recortadas y preteridas. Aprender a ver, rescatar la dignidad, priorizar la decencia, dejar de engullir la corrupción y la mentira, la hipocresía. Aventar de nuestras vidas la crispación interesada, la desesperanza imbuida. Mientras, los «Constitucionalistas del 135» harían bien en enfrentar el soberano desafío de devolver los derechos mermados a la ciudadanía. Y, junto a los medios, no dar por hecha una miopía generalizada que no sabe ver tras las cortinas de humo.

Nube tóxica tras la «exclusiva» de El Periódico

La noticia es que un diario presenta un documento falseado, sin advertirlo, para poner en cuestión a la policía catalana. Afirma que recibió una información sobre el atentado de La Rambla sugiriendo que la ignoró. La noticia es que ese diario, El Periódico, hace pasar como  documento (y de la CIA norteamericana) lo que resulta ser la transcripción de una comunicación oral, según aclara el director una vez detectados sus errores de bulto. La noticia es que los Mossos afirman rotundamente en rueda de prensa inmediata: “Lo que ha publicado El Periódico es un montaje”. Y nadie lo lleva a titulares.

Lo clamoroso es que no haya una reacción masiva del periodismo, de sus profesionales, ante hechos de tal gravedad. Más aún, que, cuando la hay, sea de corporativismo ciego y selectivo. La FAPE, Federación de Asociaciones de la Prensa de España, ha tachado de «intolerables» los ataques del conseller de Interior catalán y del mayor de los Mossos contra El Periódico. Lo enormemente relevante es que los medios conviertan en noticia el contenido de lo publicado en el diario en cuestión, dándole cancha incluso cuando era visible la treta (nadie disfraza un documento por casualidad, y no cabe obviarlo). Lo reseñable es que se sucedan las entrevistas en los programas punteros de radio y televisión.

No es algo que ocurra fácilmente con exclusivas serias de otros medios. Pueden seguir el recorrido de varias de eldiario.es que tuvieron escaso eco –o ninguno- . Por ejemplo sobre los SMS de los reyes a su amigo López Madrid, dándole apoyo en una de sus imputaciones delictivas, la que le implicaba en las Tarjetas Black. Por ejemplo, en varios extremos de los Correos de Blesa, silenciados tanto los procedentes de eldiario.es como de Infolibre. Las Cloacas de Interior de Público. Los Papeles de Panamá sufrieron también profundas mutilaciones al ser servidas en grandes medios.

Para gustarles tanto las noticias, como escriben, algunos medios hacen enormes sacrificios de privación. Por tanto, el hedor que desprende la “exclusiva” de El Periódico y el tratamiento por sus colegas adquiere características de nube tóxica.

Ya saben que pasaron por alto la especie de spanglish en la que estaba redactada “The Nota”. Al final ni era la CIA, sino, dice ahora el director de El Periódico, NCTC, el Centro Nacional Antiterrorista de EEUU, y ya no es comunicación verbal sino escrita. A esta ni le dieron credibilidad Generalitat y Gobierno Central, ambos. Hemos sabido que se reciben cientos de alertas similares. Lo hemos sabido quienes leemos eldiario.es o Twitter, no la mayoría que sigue grandes medios. Esta noticia, vaya por dios, no ha merecido su atención. La verdad en estos tiempos parece un valor en quiebra.

Compaginan con total desparpajo el supuesto aviso de la CIA, o quien sea, en Mayo, con lo que llamaron “reacción improvisada de los terroristas al ver volar su arsenal de Alcanar”. Muy relevante lo que apunta Íñigo Saénz de Ugarte en este artículo y las preguntas que suscita el segundo documento publicado hoy en El Periódico:

 ¿Por qué los servicios norteamericanos envían en agosto el aviso que ya habían enviado en mayo a un organismo que también lo había recibido en mayo?”. “¿Lo pidió el CITCO que dirige el comisario José Luis Olivera, implicado en algunas de esas operaciones policiales sospechosas con marcado acento político? ¿Necesitaba alguien que apareciera la palabra «Mossos» en una reproducción del aviso de mayo?»

Nada detiene la bola, sin embargo. Crece. Este viernes portadas, editoriales, sermones de episcopados mediáticos, tertulias, siguen con la versión del director de El Periódico. Lanzando sospechas sobre la actuación de la policía autonómica catalana, sobre la lucha antiterrorista en sí, en uno de los mayores ejercicios de irresponsabilidad que quepa imaginar. ¿Deberán pedir responsabilidades los numerosos países de donde procedían las victimas mortales y los heridos? ¿En qué país ha ocurrido semejantes desparrame de intereses? ¿Cómo reaccionarán los terroristas?

Noticia es que todo esto ha tapado por completo la sesión del Congreso en la que Rajoy debería haber dado explicaciones por la financiación ilegal del partido que preside, en el contexto de la trama de corrupción Gürtel. Bochornosa comparecencia, plagada de mentiras, como detalló Ignacio Escolar. Un despliegue de altanería y desprecio de muchos de sus opositores que llegó en ocasiones a la humillación, cuyo acatamiento es preocupante noticia. Y de nuevo la prensa, radio y televisión afín al PP, cada vez más numerosa, dan cuenta en tono triunfal de la gesta conseguida por el presidente de un partido plagado de corrupción. La noticia, la muy mala noticia, es lo que está defendiendo esta prensa llevando en alzas a Rajoy.

Cómo será lo que está ocurriendo en España que otro periódico, La Vanguardia, publica en portada: «El Gobierno prepara con el TC una suspensión exprés”, en relación al referéndum de Cataluña. ¿El poder ejecutivo «prepara» con el judicial y ni merece comentarios?

La 1 de TVE cortó la emisión del Congreso cuando hablaba Pablo Iglesias en nombre de Unidos Podemos. Para conectar con la Tomatina de Buñol. Sin apenas reacción de periodistas o políticos sobre lo que es un hurto de la información para favorecer la presencia de Rajoy.  Es lo que importa más allá de las ideologías. La FAPE no se ha pronunciado sobre esto. Esa televisión pública que el Congreso prometió cambiar en tres meses, agota su plazo en poco más 20 días,  arreciando en sus manipulaciones.

Si estarán impresionados los mandos del PP en TVE por las críticas a su gestión que, tras el episodio del Congreso, han destituido a José Luis Regalado, editor de La 2 Noticias, el único informativo de la Cadena sin denuncias de censura y manipulación. Modélico, de hecho. La sociedad española precisa urgentemente recibir información accesible  como es la televisión, con ese rigor.

La ya histérica campaña, cuyo único objetivo parece desprestigiar a los Mossos, se inscribe en una guerra de poder e intereses que debería ser ajena al periodismo. En las formas, se está imponiendo en España la comunicación tosca y panfletaria del diario que pergeña Eduardo Inda. El Breitbart estadounidense que aupó a Trump. Cada vez son más medios los que caen en ese pozo de portadas grotescas, mentiras y medias verdades. Es rentable, siempre hay alguien que se cree los bulos y los defiende y amplifica.

Agobia ver en esta contienda a periodistas dilapidando el prestigio que tanto cuesta obtener. O la equidistancia, preocupante ante hechos graves y de trascendencia social. Grupos muy poderosos llevan las riendas – a tenor de lo que publican- y su peso coarta. Borra el hambre para mañana ante el pan de hoy.

En Spotlight, Oscar a la mejor película 2016, se preguntan cómo el periodismo tragó durante dos décadas  con una auténtica epidemia de pederastia en la Iglesia católica de Boston, hecho real. La repuesta a quien intentaba informar de los abusos durante tan largo tiempo era:

– ¿Y tú dónde vas a ir después de esto?

Por ese silencio cómplice, decenas de niños fueron violentados sexualmente durante años, sodomizados. Un pequeño grupo de reporteros del Boston Globe lo publicó pese a todo al final y los nombres de los responsables salieron a la luz acabando sus prácticas.

¿Hemos pensado qué consecuencias tiene lo que está ocurriendo en España?

El PP tiene la conciencia tranquila

Dice Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del PP, que tiene la conciencia tranquila, él y su partido tienen la conciencia tranquila. Ese delito del que usted me está hablando, la corrupción, es algo extensamente desconocido. Rajoy vuelve a ver manos inquisitoriales en quienes intentan indagar y atribuir responsabilidades a uno de los más grandes saqueos de las arcas públicas que ha podido darse en un país formalmente democrático. Pero, como dirían algunos de los escribidores del periodismo oficial, hay al menos dos formas de verlo.

El PP no se ha financiado ilegalmente durante décadas tal como contó su tesorero Luis Bárcenas –cuando hablaba– y confirmó con múltiples pruebas documentales la investigación judicial.  El PP no ha recibido donativos de empresarios a muchos de los cuales entregó luego obra pública. Ellos lo hacían por cariño y a quién mejor dar negocio en justa compensación.

No hubo sobres en B, ni cajas de puros llenas de billetes en B. No se cargaron los discos duros del ordenador de Bárcenas, borrándolos 35 veces, donde había aún más pruebas. Los SMS de Rajoy, presidente del Gobierno, fueron solo otra prueba de afecto. El propio Bárcenas pasó de ser un apestado a quien cargar las culpas, a un colega que defiende los intereses del PP en la Comisión investigadora del Congreso con la prepotencia que lo haría cualquiera de sus portavoces. Repartiendo culpas y responsabilidades fuera. Y callando cuanto dijo. Sopla el viento de otro lado, trayendo silencio. Nadie nunca supo nada, ni recordó, ni le constó y si alguna desviación mínima se produjo es atribuible en exclusiva a otro tesorero, Álvaro Lapuerta. Incapacitado actualmente por demencia sobrevenida. En el umbral  de los 90 años y tras haber sufrido una caída que le mantuvo en coma, es el único responsable de los deslices. Inimputable, tras una trayectoria marcada al servicio de la derecha ya desde el franquismo.

No hay Gürtel, ni Púnica, ni Lezo, ni Taula, ni Canal de Isabel II, ni el abecedario casi completo de la corrupción que ha podrido los cimientos de España los últimos años. Nadie en el PP se ha enriquecido sacando dinero hasta de los colegios, a costa de mandar a los niños a barracones prefabricados. No ha habido ni cacerías ni volquetes de putas para festejar la faena. Todo lo que usted creyó ver y sufrir no sucedió. El PP tiene la conciencia tranquila.

No se han cambiado a conveniencia jueces y fiscales, no hay trato de favor jamás. Las buenas gentes nombradas para presidir tribunales decisorios lo son por puro merecimiento. Moix no existió, Catalá es un ministro ejemplar.

España no se encuentra en la cúspide del crecimiento de la desigualdad en Europa. Los datos del aumento de la pobreza infantil no nos los creemos,  porque nosotros (ellos) nos creemos lo que queremos. Los votantes del PP tienen la conciencia tranquila. Crece el empleo con unas remuneraciones suficientes y somos las estrellas de la recuperación. Eso sólo podía hacerlo el PP que se encontró un país en bancarrota por sus Comunidades Autónomas que gestionaba en su mayoría dirigentes del PP. Y por la soga al cuello de la burbuja inmobiliaria que andan inflando otra vez. Si usted es prudente, sabrá apartarse.

Nunca hubo un Soria, ni un Wert. De Guindos se desvive por nuestros intereses económicos lo mismo que el presidente del Banco de España. El ministro de las amnistías fiscales siempre sabe lo que hace y ahí sigue. Y esa vicepresidenta que con tanto tino controla todo. Y, cuando se dice todo, es todo.

Rajoy sí existe, es el presidente que necesita España. La España de esta gente. Aunque si un día cesa, tendrán otro presidente de derechas a quien necesitar.

¿No leen ustedes los periódicos, escuchan las radios y ven las televisiones? No hay problema en el que se encuentre el PP, no digamos problema, no hay atisbo de duda, presunción de presunta posible implicación en algún indicio de principio de presunto delito, que no tenga ahí a unos servidores de la información prestos al quite. Con la conciencia muy tranquila.

Los periódicos de papel ya casi no editan portadas, editoriales, precisas columnas de opinión de los más fiables periodistas, sin un fin o dedicatoria específicos. Anegados en lágrimas o rabia además por la incomprensión que sufren.

Se notan voces molestas por ver entorpecida la labor del PP.  Que si una comisión parlamentaria, que si unas críticas por haber perdido 60.600 millones de euros de nuestro dinero en el rescate a los bancos (cosa que no pasó en otros países) o por la gestión de paraísos como el Parque Natural de Doñana que acaban entre llamas. Las urnas las carga el diablo, esto lo dicen de vez en cuando. Conllevan una pérdida de tiempo lamentable para quienes tan bien conocen lo que nos conviene. El Parlamento decididamente es un incordio.

Estos días andan abriendo (poca cosa) las cloacas de Interior, las cloacas del Estado. No terminamos de saber por qué ahora y así. En los bajos fondos se libran batallas por el poder, y producen movimientos. Las cloacas del Estado con sus dosieres, presiones, amenazas,  aparecen a nuestros ojos ahora con alguna mayor nitidez. Como una red subterránea, podrida de cavernas, que comunica emporios y palacios, búnkeres y desagües, intereses particulares y mucho dinero.

Las víctimas de este país, de sus poderes más insanos y sus cómplices, merecerían que unos cuantos de ellos se buscaran la conciencia, a ver si la han extraviado por algún sumidero. Y que ofrecieran alguna compensación. La mejor sería que depusieran las trampas y empezar a hablar de responsabilidades.

La prensa que odia Trump

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La propia familia de Trump y figuras de la Fox acaparan la escueta lista de 43 personas a las que el presidente sigue en Twitter. Fox no es prensa enemiga

La prensa está en entredicho. Una crisis mal afrontada y peor resuelta la mantiene en situación de debilidad. Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, ha decidido usar ese estado vulnerable a su favor para avanzar en unos planes realmente temibles. Pero no es el único peligro que acecha a la información y por tanto a la sociedad. La bola avanza en caída arrolladora engrosándose, con excepciones como asideros.

Donald Trump ha declarado la guerra a la prensa de su país. La llama incluso «enemiga del pueblo «. En su escalada bélica por todos los frentes, ha denegado la entrada a The New York Times, CNN y Politico, entre otros medios, a un acto en la Casa Blanca. Es el comienzo de una persecución anunciada. Pero conviene matizar. Trump carga contra la prensa que informa, la que expone sus (escandalosas) medidas, la que cuenta la verdad. Hay medios a los que el presidente adora. Son su guía, de hecho. De Breitbart News, la web de agitación ultraderechista y manipulación, procede su estratega y principal asesor: Steve Bannon. Y todo el grupo mediático Fox es faro y norte de Trump. Lejos de menospreciarles, les rinde veneración.

Pocos datos ilustran con más precisión la personalidad del actual inquilino de la Casa Blanca que el reducido grupo de personas a las que sigue en Twitter, la red de la que hace un uso casi diarreico. Su cuenta personal, anterior a su acceso a la presidencia, tiene más de 25 millones de seguidores, él se limita a seguir a 43. En ese exclusivo grupo, lo que más se repite es el apellido Trump. Allí tiene a su familia, comenzando por su hija Ivanka, y sus empresas. Están varios miembros de su equipo, no todos. Un par de estrellas, de la canción y del deporte, con el común denominador de añadir a su fama el extremismo religioso, y el resto son todos de Fox News. El resto del mundo no parece interesarle, y llama la atención semejante pobreza de fuentes y hasta de inquietudes personales en alguien con tan enorme poder de decisión.

Para quien no conozca la línea editorial de Fox, viene a ser lo que en España resume a la Caverna mediática, una mezcla de 13TV, Intereconomía, Losantos y OKdiario. Son famosos sus locutores increpando agriamente a los enemigos políticos de la derecha más reaccionaria y a los periodistas rigurosos. Véase el caso del mexicano Jorge Ramos tratado con extrema agresividad por el presentador. La objetividad no se roza ni por equivocación.

Donald Trump intenta, por lo que vamos viendo, acallar a la prensa, expulsar a los testigos de sus atropellos. Para seguir sembrando el desconcierto en esa masa que le apoya y cree sus «verdades alternativas», es decir sus mentiras. Los inexistentes sucesos de last night, la última noche, en Suecia o en Júpiter, que siembren el miedo y justifiquen ese  brutal aumento del arsenal militar que se dispone a contratar  54.000 millones de euros a detraer de las necesidades de los ciudadanos. Como se anunció, Trump avanza por las sendas del totalitarismo y ni su propio partido, el Republicano, le detiene. En ese objetivo es clave restar el derecho a la información de los ciudadanos a muchos de los cuales deja tan desvalidos como a todos con su acopio de bombas.

¿Se imaginan guiarse únicamente por Fox y Breitbart News? Trasladado a nuestro país, por todos esos cascabeles y gatos de ultraderecha mediática de agitación. La verdad es que numerosos cargos del PP acuden asiduamente a sus programas. Las investigaciones judiciales dan cuenta de que el PP financió con dinero negro a Libertad Digital, por ejemplo. No es preciso incidir en sus desbordamientos de opinión y hechos tergiversados. Son de sobra conocidos. Basta verlo. De la mañana a la noche además.

El problema aquí reside en el deslizamiento de medios, antaño más o menos fiables, hacia posiciones dudosas. Esas portadas, editoriales, artículos, programas de radio y televisión generalistas en los que se encuentra a menudo mucha más propaganda que información, por expresarlo de una forma mesurada. Pueden ir al kiosco, siquiera virtual, y cada día encontrarán ejemplos. En España el problema de la prensa es la credibilidad. Y en ambos casos pierde la sociedad destinataria.

No es el caso de los «Estados de Trump», pero la siembra de sospechas sobre la veracidad de los hechos y las creativas versiones acerca de lo que realmente sucede en España y con su Gobierno también dañan la información a la que tienen derecho las personas. En todos los medios, o en su inmensa mayoría, se pueden encontrar periodistas que siguen informando a veces con riesgo de su puesto de trabajo. La dirección de las propias empresas sabe de esa exitosa mezcla de contar medias verdades y verdades completas que regularicen todas. Y, sin duda, existen medios que no se amilanan, como éste, eldiario.es y varios otros sin duda, y entienden la importancia de una sociedad que disponga de datos que le afectan para tomar decisiones. De la información. Si con todo lo que está ocurriendo que nos tiene ahogados de escándalo contásemos solo con las portadas panfletarias o las soflamas de algunas emisoras, la impunidad sería mayor.

Para que nos entendamos de la forma más gráfica más posible. Trump justificó sus ataques a la prensa hace unos días afirmando que, «los periodistas están fuera de control». Aquí, la única queja que se ha oído del Gobierno ha sido hacia medios digitales y algunos programas de La Sexta, cadena donde no es unánime –como en la mayoría– el apoyo al PP. Con el resto de los medios están encantados. El rey lo resumió mejor que nadie en la entrega de unos premios periodísticos de ABC. En estos días convulsos de sentencias judiciales que crean alarma social y de juicios múltiples a autores de tuits afectados por la Ley Mordaza del PP, Felipe VI destacó «el papel de la prensa para la estabilidad en un año político inédito».

De ahí que resulten hasta enternecedoras las comparaciones entre los ataques reales de Trump a la prensa que informa y la que aquí se duele, henchida de autocomplaciencia, de las quejas fundamentadas a sus desvíos. En Estados Unidos ya hacen alguna autocrítica por haber primado las ganancias inmediatas a la labor de informar. Aquellos días en los que los directivos de las cadenas, como Les Moonves de CBS, decía: «Donald Trump quizás no sea bueno para los Estados Unidos pero es una bendición para CBS», lo han sentado en el despacho oval. De alguna manera la prensa se construyó la soga de la que ahora la cuelgan. Los más desaprensivos. En la campaña electoral francesa también se han apuntado, con Marine Le Pen a la cabeza, a la exitosa táctica de disparar a la prensa crítica. El trumpismo mediático, como amenaza a la democracia, está ahí.

*Publicado en eldiarioes

La propina

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Escribir una leyenda

Un enrejado metálico sustentado por torres separa la zona pública y la privada del Parque de Chamberí en Madrid. Llegarse hasta esa tela entretejida que detiene el paso, permite visualizar una historia que en el fondo es la eterna relación entre los señoritos y el pueblo llano. Eterna, en España sobre todo. Una trama de desequilibrios que se repite. Por su gestación, ni siquiera por los usuarios. No falta ni un ingrediente.

Quiso el guión que fuese por entonces hasta marquesa consorte la protagonista principal. Esperanza Aguirre, convertida en presidenta de la Comunidad de Madrid gracias al «Tamazayo» en 2004, inaugura en 2007 por primera vez –hubo más– el que dice ser un complejo deportivo y de ocio en lugar privilegiado de la capital. Ha modificado el plan de Alberto Ruíz-Gallardón –que también puso una primera piedra– para construir un parque de 120.000 metros cuadrados sobre el tercer depósito del Canal de Isabel II, ubicado en un barrio, Chamberí, con 150.000 vecinos. Aguirre le va a comer un buen pedazo para destinarlo a un Campo de Golf privado. Y, claro, entre que las pelotas se salen y cualquier persona puede entrar sin pagar, le levantan el vallado. En aquella inauguración, entre gritos a favor y en contra, Aguirre se dio unos pases de fútbol con Florentino Pérez, a la sazón presidente de la empresa constructora y un par de futbolistas famosos.

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Siempre me ha parecido una propina de parque. Los usuarios habituales se han acostumbrado sin duda, pero produce cierto impacto verles disfrutar del trozo que les quedó en los bordes, frente a ese campo casi vacío por lo general. Caminar, jugar al fútbol, subir a las instalaciones del parque infantil, o sentarse, con esa vista.

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La asociación vecinal es potente y ha luchado durante una década por tener un parque completo para el barrio, escaso de zonas verdes. El empeño dio su fruto, con la ayuda del cúmulo de irregularidades que jalonaron el proyecto de Aguirre. Hasta que la justicia lo tumba por considerarlo ilegal, en doble sentencia. Vean aquí un resumen de la peripecia.

Y de nuevo la España perenne resucita. La sentencia habla de restablecer la parcela al estado físico previo a la ilegalidad, lo que implica para los vecinos quedarse también sin la propina que les dejó el PP de Madrid a través de sus sucesivos presidentes: Aguirre y González. Y, como por milagro, irrumpe un afamado tertuliano especializado en estas labores y cuenta al vecindario que todo es culpa… de Podemos y un sector díscolo del PSOE. Ante hechos ocurridos, como siempre, mucho antes de nacer. El sector díscolo del PSOE, desde luego el de Podemos. Disculpen que no enlace su cosa para no contribuir a las visitas de la publicación.

¿Y los vecinos? Las dos actitudes del manual. De un lado los que nunca se movieron y ahora culpan a los que sí lo hicieron de quedarse sin el algo es más que nada. Niños llorosos que no van a poder jugar al fútbol llegaron en protesta por alguna parte, ancianos que tampoco van a poder bajar a pasear. Del otro, el mayoritario, un cúmulo de propuestas para mantener las instalaciones existentes y añadir nuevas en el terreno ganado. Y, sin duda, tirar el separador de tela metálica. Parece que las instituciones implicadas, Comunidad de Madrid, Ayuntamiento, Canal, tienen buena disposición al arreglo. Si no se cruzan otros intereses.

Lo llamativo es la aceptación de la propina en lugar de los derechos. El ataque al mediador. El dardo envenenado convertido en noticia, tan oportuno. De esta forma, la parábola del parque propina ayuda a ver una realidad bastante más general de lo que se cree.

Empleos, como propinas del sistema. Porque aunque es cierto que las propinas valoran servicios, a veces se convierten en versiones modernas y dulcificadas de la limosna. Con los saques que de vez en cuando da la patronal pidiendo, por ejemplo, pagar por debajo del salario mínimo a los menores de 25 años. O contando como trabajo emplearse a tiempo muy parcial. «En 2016, se firmaron 176.400 contratos de un día de duración», contaba el economista Eduardo Garzón entre otros datos igual de impactantes.

La salud y la vida incluso como propina, si nos portamos bien. En 10 años el Estado ha pagado a la sanidad privada de Madrid 1.500 millones de euros, según denuncia CATMadrid, la Coordinadora antiprivatización. La factura anual es un buen pellizco mientras se deteriora la pública niveles hasta de derrumbe físico. Y pásense por otras muchas comunidades: Andalucía, Cataluña, y la mayoría que quiera usted mirar. En junio publicaba Raúl Rejón en eldiario.es otra sustanciosa historia de enriquecimiento en la sanidad a costa de dinero público. Nada raro si tenemos en cuenta que la inversión en sanidad pública ha descendido en Madrid, desde Aguirre precisamente, un 77%, según informe de CCOO.

La luz que ilumina, la electricidad llave que calienta, cuece o conserva, es otro lujo que se entrega graciosamente a los mortales. El ministro de Energía dice que hay que «acostumbrarse» a precios de la luz más altos, en momentos en los que su cuantía ha alcanzado la alarma social.

En los medios también se huele la propina de la que debe dotarse a puestos de cierta relevancia. De otra forma no se entenderían actitudes tan dóciles al mando, o a los deseos del mando.

En política, se acuerda un salario mínimo de 800 euros y luego se firma uno de 700 como un logro. Entibiar exigencias descabalga objetivos. Devaluar los sueños los convierte en propinas. El alpiste en el comedero, frente al banquete en el que otros se atiborran con el dinero de todos.

Estamos llegando a un punto en el que hasta la democracia se está convirtiendo en una propina. Su principal característica es la discrecionalidad con la que se otorga, impredecible en su cuantía y momento. Generalmente para agradecer dadivosamente un servicio. Mucho reconocimiento deben, sin duda, a la paciencia y templanza de esta ciudadanía, pero no a base de paguitas de marqués a vasallo.

En sentido estricto, los trabajos, los servicios, requieren una compensación formal y adulta. Contractual. Y las propinas sobran. De otra forma, es lo primero que se quita. Textualmente ya. Harrods, la potente cadena de grandes almacenes británica, sorprendió a los trabajadores de sus restaurantes hace unas semanas requiriéndoles el 75% de las propinas que recibían de los clientes, según denunciaron los sindicatos. Difícilmente se puede llegar a mayor mezquindad y a mayor sumisión de los afectados. La degradación de los derechos, por necesidad en el caso de los empleos, es arma de doble filo. En esto, el primero que acepta marca tendencia. También recuperar terreno y derribar vallas. Porque hay veces que se baja tanto la cabeza que ya no se puede volver a levantarla.

*Publicado en eldiarioes

Dos años de esperanza, frustración y maniobras mediáticas

Enero de 2015. La ministra de Empleo, Fátima Báñez,  escribía a los pensionistas para venderles la gestión de gobierno del PP  y una exigua subida del 0,25% en las mensualidades. En la actual legislatura la ha mantenido pese a no contar con mayoría absoluta. Los enfermos de hepatitis C se lamentaban de su viacrucis sin la medicación que puede salvarles. Hoy, dos dirigentes de la sanidad pública gallega se enfrentan a la investigación (antigua imputación) por asesinato sin que, por cierto, los principales periódicos locales llevaran la noticia a sus portadas.

La máxima preocupación de los grandes medios españoles en aquel inicio de 2015 era Syriza. Al margen de los creativos “Desgrecia” de La Razón, El País vaticinaba a 4 columnas que la victoria de Syriza en las elecciones griegas anticipaba “un periodo de agitación en Europa”. Y acudía en el subtítulo a una opinión de calidad: Rajoy advertía que “no jugaría a la ruleta rusa con Podemos”. En realidad, ahora, el período “de agitación” en Occidente corre a cargo de la extrema derecha, obviamente fanática y demagoga, que está a punto de coronar a su máximo exponente, Donald Trump, en la primera potencia mundial: Estados Unidos.

DENTRO DE 20 AÑOS, LOS HIPÓCRITAS HABITUALES LLORARÁN SUS LÁGRIMAS DE COCODRILO POR GRECIA COMO A TORO PASADO LO HACEN POR SREBRENICA

Machacaron a la Grecia de izquierdas, igual que la había sangrado su conservador bipartidismo. Aquel  verano de 2015, la UE protagonizó uno de los episodios más deleznables que quepa imaginar para cortar las alas a Tsipras, y lo logró. Con decidida voluntad de humillar, como castigo ejemplarizante, y el presidente griego se plegó. Esos días, por cierto, marcaron el principio de la profunda deriva en la que se encuentra la propia Unión Europea cuya actitud con los refugiados sonroja a la más tibia decencia. Los están dejando morir de frío. Dentro de 20 años, los hipócritas habituales llorarán sus lágrimas de cocodrilo por Grecia como a toro pasado lo hacen por Srebrenica o por cada atropello que históricamente propiciaron o no quisieron evitar, escribí entonces, pero, al paso que vamos, serán tantos los destrozos que ya no quedará llanto.

El atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo con un balance de 12 muertos, entre ellos los principales autores de la publicación beligerante contra los integrismos religiosos, supuso el despegue de una espiral diabólica. París, otra vez, Niza, Bruselas, Estambul, Berlín, sufrieron el impacto del terrorismo. Y, como siempre, Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen y tantos otros países olvidados. La espiral que siembra el miedo con causa y el miedo irracional que otros aprovechan. La que atribuye a una colectividad de 1.500 millones de personas el salvajismo de unos pocos, lo que no hace en buena lógica con otras comunidades: la de los noruegos rubios por poner un caso. La que  termina por extender la represión a todos, sin atajar soluciones efectivas si están vinculadas a poder y lucro.

El mundo ha cambiado. Los ciudadanos holandeses, por ejemplo, despertaron el año 2015 con una nueva ley que suponía un tajo mortal al Estado del bienestar. El cuidado de ancianos y dependientes, incluso niños discapacitados, pasaba a ser una obligación exclusiva de “familiares, amigos y vecinos”. Los Países Bajos se convertían en “una sociedad participativa”, un “allá te apañes por tu cuenta”, tras haber sido uno de los paradigmas del paraíso del bienestar. Imaginemos el estado de otras sociedades mucho menos exigentes con lo que importa, como es el caso de la española. Hoy, Donald Trump es el presidente de los EEUU aplicando con urgencia un programa xenófobo, insolidario, brutal que se puede encuadrar en el fascismo.

José Ignacio Wert sacaba adelante su ley de educación y sembraba el BOE de adoctrinamiento religioso: el alumno “reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos”, dice el Boletín Oficial del Estado Español aconfesional. Hoy lo tenemos becado en París, como embajador de España ante la OCDE, en unas condiciones laborales dignas de un príncipe. Otro embajador, Federico Trillo, fue descabalgado bajo las alas de un Yak-42 que nunca debió volar, pero poco, como se hacen las cosas en la derecha española y quienes la alientan.

DA LA SENSACIÓN DE QUE TODO SIGUE IGUAL QUE SIEMPRE, O PEOR SI SE MIRA LA INCERTIDUMBRE MUNDIAL, PERO LA POLÍTICA CIUDADANA HA PUESTO UN PIE EN LAS INSTITUCIONES

La corrupción lucía vigorosa. The Times publicaba en marzo de 2015:  “La élite gobernante española acusada de robar 450 millones de euros de dinero público”. Y añadía nombres. A la Gürtel se había sumado la PÚNICA y siguieron EMARSA, GUATEQUE, POKEMON, TAULA… vinculadas al PP. Las sagas familiares cleptómanas, como los Pujol, continuaron mostrando su desvergüenza. O supimos de las tarjetas black de la quebrada Bankia –que tuvimos que rescatar– con las que se solazaron a nuestra costa miembros de los principales partidos y sindicatos. Según la investigación judicial, el nuevo Sodoma y Gomorra estuvo regido por Blesa y Rato, otros dos destacados miembros de la formación en el gobierno.

Algo más pasó: volvió a despertarse ese poder ciudadano que se repliega como un gato al menor atisbo de duda. O de los palos y multas de las leyes y códigos Mordaza con los que se guarneció el PP. En mayo de 2015, las elecciones locales traen ayuntamientos de cambio. En las principales ciudades españolas. Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, además de Coruña, Cádiz o Santiago. Son acribillados desde el minuto 1 por la prensa convencional. Contrasta con el trato dispensado a los salientes. Fuera de Madrid, incluso en Madrid, muchos ciudadanos desconocen el caso de las viviendas sociales –ocupadas, no vacías– que Ana Botella vendió a un fondo buitre.

Podemos, el partido revelación de 2014, consolidó su fuerza al lograr, en unión de las confluencias, casi el 21% de los votos y 69 diputados en las generales de diciembre de 2015. La alianza Unidos Podemos no sumó  los votos de las dos formaciones por separado en junio de 2016, aunque logró 71 escaños. Ciudadanos, “el Podemos de derechas” que pedía el poder, no respondió a las expectativas creadas por los medios, pero sirvió para apuntalar al PP. Con un PSOE protagonista de un golpe interno que aún le cruje y cuyos vencedores manifiestan sin pudor que lo mejor para España es, al parecer, lo que hizo: un gobierno del PP.

La prensa de parte jugó un papel fundamental durante este tiempo, con una descarada apuesta porque nada cambiase. Sin temor a perder las formas. El director de El País, Antonio Caño, llegó a  enviar una carta a los suscriptores que se habían dado de baja, disconformes con la línea editorial del periódico. Caño atribuyó los editoriales incendiarios y cargados de insultos contra Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE defenestrado a la brava porque se negaba a apoyar al PP,  a la “efervescencia” que se produce en algunos momentos en este tiempo en que “los ánimos están exaltados”.

LOS SUEÑOS DE JUSTICIA Y DIGNIDAD TAMPOCO SE MARCHITAN. EN ALGUNOS PERÍODOS, COMO ÉSTE, CUESTA MÁS PERO OCURRE QUE LOS DERECHOS HUMANOS NO CADUCAN. Y ES IMPERATIVO DEFENDERLOS

La prensa independiente que fluye por Internet –la independiente entre la que utiliza esa vía– ha tenido también un papel esencial. En rescatar la información, dar los datos fundamentales para estimular el pensamiento crítico, y destapar numerosos casos de corrupción. Desde las tarjetas black a los papeles de Panamá por los que grandes figuras han evadido impuestos que detraen al funcionamiento del país.  Fueron perseguidos por ello, colean aún las denuncias… por contar lo que el poder no quiere que se sepa. No está todo perdido por tanto.

Es un largo recorrido de luces y sombras. Hubo puertas que no se abrieron, y realidades no asumidas. Cerrojos que se atrancaron dejando a los más vulnerables fuera. Da la sensación de que todo sigue igual que siempre, o peor si se mira la incertidumbre mundial, pero la política ciudadana ha puesto un pie en las instituciones. Y hay una poderosa siembra de cambio aún no agostada por los temporales. La realidad se impone tozuda en su rotunda injusticia: ocho personas acumulan tanto dinero como los 3.500 millones más desfavorecidos, según informe de Oxfam. Uno  de esos nombres es el español Amancio Ortega. Nuestro país sumaba 7.000 nuevos millonarios en 2016 mientras el 30% de la población más pobre perdía otro tercio de su poder adquisitivo. Sube la electricidad y la bombona de butano y las grandes soflamas de Báñez no permiten cuadrar las cuentas.

Los cantos de recuperación de la prensa cortesana (periódicos, radios y televisiones) no pueden ocultarlo. Ni la política que colabora con esta situación, desdibujar sus intereses. La prensa independiente se lo seguirá contando. Porque los sueños de justicia y dignidad tampoco se marchitan. En algunos períodos, como éste, cuesta más pero ocurre que los derechos humanos no caducan. Y es imperativo defenderlos.

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Publicado aquí: CTXT. Orgullosos de llegar tarde a las últimas noticias

CTXT cumple dos años y escribí este recopilatorio comparado

Todos lo sabían y nadie hizo nada

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Las palizas del acoso escolar se perpetran y se ruedan muchas veces a la vista de personas que no lo impiden.

La idea se repite cada vez con mayor frecuencia. Al hacerse públicos atropellos considerables, continuados en el tiempo a menudo, comprobamos que eran de dominio público y nadie movía un dedo. La impunidad hecha norma. Lo más proclive a ese silencio cómplice son los abusos de poder y, entre ellos, los abusos sexuales. El mirar para otro lado hace un daño irreparable a las víctimas y a la convivencia social.

Uno de los ejemplos más recientes nos sitúa en la Universidad de Sevilla. Tres profesoras –de toda solvencia– denuncian los reiterados ataques que sufren por parte de Santiago Romero, prestigioso catedrático, el primero de Educación Física en nuestro país. Los han padecido desde 2006 a 2010, cuatro años. El docente ha terminado condenado a siete años de prisión tras ser hallado culpable de delitos continuados de abusos sexuales pero hubo de intervenir hasta el Instituto de la Mujer Andaluz (IAM) para que las tres profesoras fueran atendidas.

Su relato es sobrecogedor. Salvo dos, sus compañeros las evitaban, y 10 de ellos llegaron a testificar en su contra en el juicio. No les creían, dijeron, o no les querían creer. Las secuelas han sido graves. Una de ellas, con el mejor expediente académico de su promoción, ha terminado abandonando la enseñanza.

En el caso del entrenador de atletismo de la Federación española, Miguel Ángel Millán, detenido en diciembre, se ha reiterado que numerosas personas conocían sus prácticas pederastas. Y callaban. Las víctimas suelen tardar un tiempo en armarse de valor y denunciar. A Millán lo llevó a los tribunales un joven de La Laguna, Tenerife, que había padecido las agresiones durante cuatro años y desde los 14, según ha denunciado.

James Rhodes

James Rhodes

El pianista británico James Rhodes ha sido uno de los pocos capaces de mostrar con crudo realismo qué se siente cuando alguien de mucho mayor tamaño se tira sobre la víctima y le penetra a la fuerza, al punto de romperle la espalda como le ocurrió a él. Precisó hasta varias operaciones para paliar el daño. Y cómo los abusos le destrozaron la vida, y cómo la música fue la tabla que le ayudó a salir de alguna manera de la desesperación.

Los colegios han conocido o conocen de estas agresiones, en múltiples lugares. Pero las violaciones no son solo sexuales, ni el mutismo de quienes lo saben se limita a un círculo muy próximo. Los violentos ni siquiera se molestan ya en perpetrar sus ataques en la oscuridad. Las palizas del acoso escolar al diferente son grabadas en vídeo y difundidas. Y se perpetran y se ruedan a la vista de personas que no lo impiden. El silencio en estos casos es tomar partido: por los agresores.  El rector de la Universidad de Sevilla dijo que había dado al caso un tratamiento «simétrico». La simetría en estas cuestiones favorece siempre al agresor.

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Las imágenes de los refugiados, ahora entre la nieve como antes en el barro, en tiendas de campaña, en larga fila para comer algo y muriendo literalmente de frío, es otro de los grandes crímenes de nuestro tiempo que se desarrolla sin costo punible alguno. Más aún, con el aplauso de parte de la sociedad que de esta forma alienta a los políticos de ultraderecha.

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Las políticas conservadoras de toda la vida también se han impregnado de ese espíritu de cruel insolidaridad para no perder votos. Cualquier apoyo para que continúen por ese camino es colaboración en sus ultrajes. Y que nadie dude que dejar sin comida, sin luz o sin casa, sin la debida educación y atención sanitaria a seres humanos, lo son. Todo aquel que prescinda de esa relación entre el poder otorgado y sus consecuencias, ahora tan dramáticas, no hace sino engañarse y ocultarse su participación. Lo mismo que han de saber que robar –dinero o servicios– y tragar que se robe, conducen al mismo destino. Enmascararlo añade grados a la cooperación.

A diario, asistimos a tragedias de gran calado y arbitrariedades que se obvian para no significarse. Ensañamientos sin causa, completamente injustos, que se aceptan como si fuera una cornisa que cae encima y le toca al que pasa, una fatalidad. Sabemos de la voluntad de humillar hasta a niños a los que se considera de otra clase social. Y son actitudes que queman muy adentro.

Es cierto que no hay ser humano que pueda ocuparse de todo, y para eso existen cauces que afronten los atropellos. Lo último es encogerse de hombros. O pedir perdón con la boca pequeña. Siempre se puede hacer algo. Siquiera no contribuir a los escarnios de nuestros semejantes.

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Spotlight, Oscar a la mejor película en 2016

Spotlight consiguió el Oscar de 2016 a la mejor película. Narraba un caso real: la peripecia de una investigación periodística del Boston Globe para informar sobre brutales casos de pederastia en la Iglesia católica. Habían sido consentidos durante décadas. Todos los sabían y nadie hizo nada. Tratar de disuadir cualquier noticia sobre ellos, para ser más precisos. Es decir, tenían conocimiento de lo que pasaba que es lo mismo que contaba el músico Rhodes y pueden contar todos los demás. Un preboste de la ciudad, aun así, le dice al periodista que se empecina en seguir adelante:

—»¿Y tú dónde vas a ir después de esto?».

Esa es la clave por la que tantas cosas se callan.

Forzados, abandonados, sufriendo, con dolores y daños que puede evitar la denuncia, la justicia, la solidaridad de nuestros semejantes. Es estúpido creer que hay islas donde preservarse de esta deriva de egoísmos y tinieblas. Ni siquiera los tiranos están a salvo. Nadie lo está. Y es conveniente saberlo en los tiempos que corren y que emprenden veloz carrera de barbarie.

Nunca se ha gritado más, diciendo menos. Nunca ha sido tan estruendoso el silencio. El silencio está siendo devastador. Es lo que se escucha tras los sentimientos y los cuerpos rotos. En el miedo y la cobardía. Tras el frío y la injusticia. Tras el altavoz apagado de las conciencias.

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