La hoja del olmo no es perfecta

 

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La hoja del olmo no es perfecta. Por fortuna. La búsqueda de la perfección a cualquier coste ha sido fuente de no pocas tragedias según se deduce de la lectura del libro de Javier López Facal. Coautor del mítico Reacciona, si se me permite calificarlo así, López Facal es un prodigio de saberes que  hilvana con brillantez e ironía. Un regalo estimulante y más necesario de lo que la mayoría de la gente piensa. Una explosión de cultura, de inquietudes y preguntas,  que entra por los sentidos con enorme facilidad y que resulta un antídoto para, por ejemplo, esas inmundicias que saltan por las pantallas en horas de máxima audiencia.

La búsqueda de la perfección ha tenido dos escenarios en los que se ha cebado inmisericorde: la religión y la política. Así partimos del antiguo Egipto para ver el día en el que la milenaria religión politeísta pasa a ser regida por un solo dios. Los distintos dioses gozaban de épocas de especial fama –lo que resultaba muy rentable a sus sacerdotes- aunque desde hacía siglos Amón era el favorito, el principal. Sin embargo, había ido prosperando otro: Atón. El faraón Amenofis IV decide encumbrarlo –y de paso restar poder al sector mundano de Amón-. Hasta se cambia el nombre para pasar a llamarse Ajenatón. Ya puestos, termina asumiendo toda la representación divina en la tierra. Y haciéndose un descomunal obelisco.

Ajenatón fue un tipo peculiar. El marido de la adorada Nefertitis que tuvo la mala fortuna de perecer antes que su esposo. El faraón entonces elevó al rango de “Gran esposa real” a una de sus hijas. Supongo le daría silla en el equivalente al despacho oval de la época como hacen ahora sus similares.

El experimento del dios único fracasó. Ajenatón no le dotó de imagen. Algo muy etéreo, como un rayo de luz nada más. Lo que quitó trabajo a los escultores y pintores y, sobre todo, le restó popularidad en el pueblo. Alguien sin rostro resulta muy poco cercano. Y no era el único problema. Cuenta Javier López Facal que los egipcios estaban acostumbrados a pedir la intercesión de los dioses según sus necesidades cotidianas. Se sentían así protegidos. Pero “¿Cómo iba uno a molestar nada menos que a Atón para que le ayudase a encontrar algún objeto perdido o a conseguir el amor de una persona deseada? nadie entre nosotros recurriría en casos semejantes por ejemplo al Espíritu Santo pero si a figuras más cercanas como a san Antonio de Padua o a san Cucufato”.

Muerto Ajenatón, la religión egipcia volvió a su cauce, pero la semilla del monoteísmo estaba sembrada. Y germinó en particular en el pueblo judío que había sido también politeísta. El dios único dio paso a la ortodoxia, la ortodoxia a la herejía, y está a unas rafias importantes a los infractores. Por los métodos más expeditivos. El ortodoxo entiende que la ejecución, con sadismo o sin él, resulta muy efectiva para el mantenimiento de sus postulados.

López Facal sitúa el precedente del concepto “ortodoxia” en el “concilio” de Jerusalén del año 49. Debatían si el Cristianismo debía predicarse solo a los circuncidados o podían ser invitados también los gentiles, tema que enfrentaba a las distintas tendencias. San Pablo zanjó el debate en la Epístola a los Gálatas repartiendo simplemente la clientela entre todos. Fue san Ireneo, obispo de Lyon, el que definió, en el año 189, la “ortodoxia”, como las ideas que él mismo y los suyos compartían. Sus rivales teológicos pasaron a ser herejes.

Seguramente es «herejía» simplificar, como lo hago, el delicioso relato de Javier López Facal, su portentosa y documentada erudición. Entiendo que pretende por encima de todo mostrar la génesis de las ideas y costumbres que nos trajeron hasta aquí. Y lo lleva a cabo sin sacralizaciones reverenciales, esa pura racionalización que conduce a observar con ironía ciertos pilares de la historia. Por eso, quizás me he atrevido a usar este tono.

Los miles de asesinados por motivos religiosos son casi una anécdota al lado de  los que cayeron abatidos por fanatismos políticos. Y aquí sí entramos en el drama que las ortodoxias y sus castigos causan a los que no piensan como quienes tienen el poder y las armas. Nacionalismos excluyentes, imperialismos, la elevadísima capacidad de “imponer una ortodoxia incuestionable y de perseguir a los discrepantes”. El recorrido que Javier hace por la historia de los conflictos del Siglo XX arroja millones de muertos. Guerras civiles, religiosas, de intereses siempre.

López Facal analiza en profundidad el fascismo y el racismo como su germen, concepto que no aparece hasta el siglo XX, aunque se practicara. Esos afanes por afirmar la superioridad de unos sobre otros en razón de su nacimiento. Desconocía yo -y lo cito como anécdota, instructiva sin embargo-  la existencia de la teoría de la “Raza de Bronce”. La aventuró el filósofo mexicano José Vasconcelos (1882/1959). Pensó englobaría a los hablantes de español y portugués de América y  estaría llamada a facilitar la aparición final de la “raza cósmica”. El español y el portugués, lo primero. Hagamos al portugués y al español grandes otra vez. Y así siempre.

Lo peor es cuando estas cabezas se aposentan en grandes centro de poder como está ocurriendo ahora.

Ya ven, todo por buscar la perfección, o la simetría –como prefiere llamarla López Facal-, algo que no tiene la hoja del olmo. No, no es perfecta. Es hermosa.

Publicado por Clave Intelectual, en el libro tienen cabida otras imperfecciones. El número pi y otros desconciertos. La regulación de las emociones estéticas. La analogía y anomalía en el lenguaje. En capítulos que tengo pendientes de leer y que sin duda despertarán sensaciones e ideas como ha ocurrido con el grueso del texto.

 

PD. Algo más quiero reseñar. Javier López Facal se ha jubilado y noto escribe más a gusto aún que de habitual. Es profesor emérito del Centro Superior de Investigaciones Científicas, de los que puede dar alguna clase, si quiere. Acudí a la presentación del libro en una de las grandes aulas del CSIC y allí encontré a numerosos científicos como él, algunos coetáneos. Compartiendo los pormenores del libro y cuanto sugería como en una charla abierta. Llenos de vida e ilusiones, de conocimiento, de libertad. Añadiré en la completa irreverencia de este artículo que, al día siguiente, fui a un concierto de The CredenBeat en la Sala Galileo, Madrid, en la que tantas veces rodé cierres del telediario. Un grupo de personas que, a edad tardía, cumple sus sueños de siempre, un Tributo a su grupo favorito, y el de muchos otros: Creedence Clearwater Revival. Y que nos hizo bailar hasta la emoción.

Hay una edad tercera, o cuarta, o quinta, que no se retira. Que no se deja. A la que le resbalan los convencionalismos, los clichés, las etiquetas, los controles. En definitiva, la perfección, la ortodoxia… Y oxigena sentirlo así.

 

Mis libros para tiempos en los que no se lee

… “¡un Despertar! Esa palabra canta, retumba, inunda mi mente como un golpe de gong. No es algo religioso, es vital. Consiste en ser consciente de la realidad”.

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José Luis Sampedro nos dejó “La vida perenne” y acudo a éste, su último libro recién publicado, cuando preciso algo así como sosiego e inspiración. Este 23 de Abril he vuelto a levantarme con el profundo ruido de la corrupción y la desvergüenza que entra por cada ventana que abras al exterior –la radio, las webs de información, menos en algunas televisiones manipuladas-. No, hoy, no todavía.

… pero esa palabra se puede convertir en ruido, en ruido para adormecer, confundir, engañar, persuadir con falsedades o encadenar con creencias”…

Es la filosofía perenne, la reflexión constante, lo que realmente fundamenta una vida personal sólida. “…Seguir oyéndole y seguir aprendiendo con él la difícil asignatura del arte de vivir, esa que nunca se llega a aprobar, pero cuyo aprendizaje es imprescindible para nuestro autodesarrollo”, explica Olga Lucas, su viuda, en el prólogo.

Cada libro que comento en ese artículo merecería cuando menos un largo texto en exclusiva y puede que sea una herejía mezclarlos. Pero en realidad las ideas se fusionan igual en nuestro cerebro y sobre todo el oficio de bombero apagafuegos de esta realidad que nos impone la política española me ha hecho aparcarlos demasiado tiempo sin hacer siquiera una mención. Con lo que necesito escribir “de otra cosa”. No es fácil. Casi oigo lanzar los improperios habituales de las personas decentes al ver la cadena de atropellos diarios.

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Sí, y de esto también hay que hablar. Y escribir.  Los autores de Reacciona volvimos a embarcarnos en “ReaccionaDos”. Sin Sampedro. Con Javier Gállego, Crudo. Buscando razones y salidas a la sinrazón de estos momentos que amenaza con perpetuarse. Zana lo retituló: “El libro que no quieren que leas”. Y hoy Àngels Martínez Castells rescata esa idea y parte de su capítulo. Es excelente.

“Javier Bardem ganó en el 2008 el Oscar al mejor actor de reparto por No Country for Old Men de los hermanos Coen. Fue el primer actor español en conseguir el galardón y lo certificó Price Watherhouse, una de las cuatro mayores empresas auditoras y consultoras del mundo. Desde hace décadas, las celebrities que pisan la alfombra roja saben que gracias a PwC nadie manipula los votos de los miembros de la Academia. Cuando en el 2014 se cumplieron los 80 años de su notariado, la publicidad no pudo ser mejor. Recorrió el mundo la fotografía de Bob Moritz, socio senior de PwC, entregando a Michelle Obama el sobre con el nombre de la ganadora al Oscar a la Mejor Película.

A los presidentes de la PwC les encanta aparecer sonrientes, en público, con la primera dama del mundo o las estrellas de Hollywood, pero utilizan mucho más sigilo a la hora de asesorar a los gobiernos sobre cómo cumplir los requisitos del FMI e implementar la gobernanza de la mano y a gusto de las grandes firmas multinacionales. De forma mucho más discreta, frecuentan Ministerios y Consejerías impartiendo la doctrina neoliberal de la globalización que va minando, con los derechos humanos, los servicios públicos.

La mercantilización de la confianza y el negocio de la precariedad

 Lamentablemente, no todos los encargos a quienes trafican con la confianza del mundo son tan glamurosos e inocuos como actuar de fedatario en la ceremonia de los Oscar. Por ejemplo, el informe “Fatal Fashion” de SOMO denuncia las pésimas condiciones de trabajo de fábricas textiles proveedoras de importantes cadenas de moda occidentales, y acusa a consultoras “independientes” de que, tras numerosas y recientes auditorías y controles, fueran incapaces de detectar las graves deficiencias de seguridad y la precariedad de las estructuras. Tampoco supieron ver las salidas de emergencia bloqueadas en la Ali Enterprises en Karachi o en la Fashions Tazreen Limited de Dacca. Cuando se incendiaron estas fábricas textiles en Bangladesh y Pakistán en el año 2012, murieron 400 trabajadoras. Sin embargo, la Ali Enterprises había recibido el certificado SA8000 sólo tres semanas antes del incendio.”

Si quieres seguir leyendo, házlo aquí. Y mucho más en el libro, con el resto de los autores que, ya digo, subimos a una embarcación con la idea de que no zozobrara, ni ella, ni el país y el mundo al que se dirige.

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Uno de los autores de ReaccionaDos, el juez Baltasar Garzón (que Juez es aunque no le dejen ejercer) andaba escribiendo su propio libro, El Fango, una historia de 40 años de corrupción en España. Una enciclopedia de los casos más sonados con toda la documentación y la reflexión subsiguiente. Todo por hacer y no se planificó bien. El hilo conductor de este período ha sido la impunidad, decía Baltasar en la presentación. Así estamos, sus consecuencias se palpan. Hay que limpiar el fango y acabar con la impunidad. Nos va la vida democrática en ello.

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Esta “Tangerina” de Javier Valenzuela me mira todos los días desde el lomo del sofá donde tengo la pila de libros en espera. No es sitio, sí, lo sé. Pero así los tengo más presentes. Qué curioso, la acción se desarrolla en Tánger, que fue la ciudad que también llenó de color y modernidad a José Luis Sampedro niño. Que ganas de ir allí, al Tánger literario, con el brillantísimo Javier.

Dicen que esta insolencia es fruto de la desesperación: las gaviotas ya no encuentran los peces que necesitan en las esquilmadas aguas del Estrecho, se han convertido en aves carroñeras urbanas. A varios kilómetros del mar, disputan a las ratas y los gatos la basura de los humanos”.

Sé que Tangerina está llena de glamour pero hay veces que de las páginas de un libro salta la idea que precisas para entender la realidad. Tienen esa facultad.

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José Yoldi. Como Javier Valenzuela, otro de los grandes periodistas expulsados de EL País, hoy consagrado a otros menesteres diferentes a los que lanzaron y consolidaron el diario. En este caso, y en otro momento vital, me bebí su libro como “un Millenium”. “El enigma Kungsholm”. Y no es para menos que te salta un shock ya en el capítulo 2. Lo peor es que se trata de una historia real a la que apenas se dio notoriedad –voluntariamente- en los días en los que ocurrió. En la que se entrevén nombres reales entre los personajes. Esta España nuestra. Necesitamos huir en las palabras, para tomar fuerza quizás y volver a pronunciarlas.

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Una gran periodista Ana I. Bernal con poco suerte en el arte de cobrar por lo que se publica en prensa y que no por ello se desanima. Ha publicado «Herramientas digitales para periodistas», muchas herramientas de otro tipo precisan gran numero de ellos. Hablan muy bien de él, lo que pasa es que yo en estas cosas ando no en tartana pero en utilitario sí. Ana es muy rigurosa, seguro que el libro es muy útil.

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Voluntariosa como pocas, Fani Grande. Su blog, El Fémur de Eva, pasó a libro. Y ha tenido muy buena acogida, se vende en estos tiempos en los que apenas se lee. Es una literatura que se ve. Posee Fani una mirada muy tangible, como cuando se grapa el hígado, para ver de soportar lo que estamos viviendo. Apasionada por la ciencia –como todo curioso impenitente- busca explicaciones que salen de la investigación para hacerlas más palpables, más claras. Y se documenta con rigor de lo que dice. De los muchos hijos literarios de Fani me quedo con “los polumbis”, unos organismos transparentes unicelulares y polivalentes, increíblemente resistentes e ingobernables, nacidos a  millones “para iluminar a La Humanidad y protegerla de La Estupidez, que es el MAL con mayúsculas”. Y con su descubrimiento de las labores sedantes de cocinar un puerro hasta en su cabellera. Y con saber decir NO, tarea que me aplico en aprender, no sin esfuerzo.

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Tengo otro libro pendiente: «STRA-K-AS, historia de una infamia». Su autor es David Otero. Stradivarius en las redes sociales. Y esa calidad y sensibilidad tiene. David escribe contra el tiempo, con el que está librando singular batalla. Profusa y apasionadamente. Contra el olvido.

Sampedro tendrá algo que apuntar a esto, sí. Lo hacía.

«… has de ser aniquilado para abrirte a la Realidad. Morir para vivir; «házte grano de molino», enseña Rumi».

Ha sido saludable pasar este rato de escritura con ellos, con mis amigos, empecinados en comunicar sus ideas y sentimientos, la belleza, en las páginas de un libro. Más aún, en tiempos en los que no se lee.  Mirad las portadas, son peldaños que nos suben hacia nosotros mismos. Que no los rompa el ruido.

Una potente motosierra suena en la calle. Podan. Decía mi hijo ayer «con lo sencillo que era antes el zig-zag de la cizalla».

«Nuestra Época es, entre otras cosas, la Época del Ruido, ruido físico, ruido mental y ruido del deseo… y no es extraño que todos los recursos de nuestra casi milagrosa hayan sido lanzados al general asalto contra el silencio«, busco y encuentro en «La vida perenne» de José Luis Sampedro.

Pero hay silencios que deben romperse. Ya toca volver a mirar qué anda haciendo la gentuza. Con más argumentos y fuerza.

… “¡un Despertar! Esa palabra canta, retumba, inunda mi mente como un golpe de gong. No es algo religioso, es vital. Consiste en ser consciente de la realidad”.

Para matar el ruido, abrir las palabras  y brindar por la vida.

Reaccionados, el libro que no quieren que leas

Hoy firma Zana, J.Carlos Lorenzana, a quien no pudo sino mostrar mi agradecimiento, y sobre todo mi admiración por su constante lucha por los derechos desde un puesto tan inhóspito como la minería. Gran perspicacia en el título, sí da la sensación de la alfombra de la que hablaba José Luis Sampedro en el primer Reacciona quiere también tapar las ideas recogidas en este libro. Salvo excepciones, claro está, el silencio sobre él es notable e incluso se está dando el caso de una entrevista realizada hace más de un mes que no ha salido publicada. Igual es que todavía no ha tenido tiempo la periodista de elaborarla y la vemos cualquier día. Estuvimos una hora con ella Federico Mayor Zaragoza y yo.

Adelante, Zana, muchas gracias.

 

Ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante (G. Orwell)

En estos tiempos  convulsos, de saqueo continuo y ya indisimulado, como si todos los días fuesen uno más en ese “otoño permanente de los saqueos”, como nos recuerda Rosa María Artal, era, es, necesario, un libro como Reaccionados.

1reaccionadosQuizás su mayor virtud sea que está escrito en un lenguaje, y con un código, llano, claro, preciso y conciso, con sabor a Pueblo y con la intención de “tejer un tapiz”,  así lo denomina Federico Mayor Zaragoza, que culmine en una Federación de pueblos que tenga alguna posibilidad de tener una mañana distinto. Un mañana distinto donde instaurar un nuevo  modelo social, con dos pilares básicos, la igualdad y la libertad, que se entrelacen, que se concatenen entre sí. Un mañana distinto al que, para tener alguna posibilidad de llegar, hay que empezar por cambiar el concepto mercantilista de la Educación.

Pero es imposible construir ningún futuro diferente si, la Justicia, uno de los derechos básicos adquiridos con mayor esfuerzo, está siendo demolida desde dentro. No hay sociedad que pueda considerarse tal si su “Consejo del Poder Judicial, su Tribunal Constitucional y su Tribunal Supremo, están  en entredicho”, como muy bien apunta Baltasar Garzón. La Justicia debe ser imparcial y objetiva, debe estar libre de coacciones y “no puede ser moneda de cambio para garantizar impunidades”. Es sencillo de entender que si la justicia cae, no va a haber posibilidad alguna de limpieza, ni de combatir la corrupción, el egoísmo y la miseria moral que, en jugada perfecta, son causa, y a la vez efecto, de la crisis.

La crisis, y más concretamente las decisiones tomadas para salir de ella, están siendo aprovechadas para “salvaguardar los privilegios de quienes la han provocado”. Los mismos que nos hablan de que aquellos “brotes verdes” están, ya, dando frutos. Pero, como apunta Juan Torres López, lo que parece más cercano y probable es una nueva recesión en Europa. Ante los demoledores datos estadísticos, ya no hay justificación alguna para mantener el “austericidio”, basado en los recortes, que ha generado, entre otras cuestiones, que la demanda sea más débil, la deuda haya subido un 21%, o que haya aumentado, espectacularmente, la desigualdad.1angels-martinez-castells-marchanegra

“En el lado oscuro de la globalización”, así titula su capítulo Ángels Martínez Castells, (por quien, es sabido, tengo debilidad, por sus creencias y su impagable pedagogía). Con esa naturalidad que nos hace entendible lo que sucede en las grandes, y oscuras,  esferas, Ángels  nos alerta sobre las doctrinas que, de manera sigilosa, imponen las empresas auditoras y consultoras, (que ya no están bajo sospecha de servir al capitalismo, porque, esto, se ha confirmado), doctrinas todas ellas dirigidas a cumplir los requisitos del FMI.

“Cuando nos enteramos de las condiciones laborales y de vida, de l@s trabajadores del textil en Asia, el mundo miró hacia atrás horrorizado y se dio cuenta de lo poco que había avanzado desde el incendio, de 1911, el que dio lugar al Día internacional de la mujer…, pero no hizo nada”. Esta quietud y el incremento de cinismo de los saqueadores,  públicos y privados, es la mayor alarma…, y parece que, aquellos a los que una vez nos convencieron de que éramos Clase media,  no la queremos oír.

Acierta Ignacio Escolar  cuando nos denomina “menguante clase media”, cuando cuantifica que la caída del PIB, en un 6%, ha repercutido mucho más negativamente en todos nosotros. “La crisis ha golpeado la economía y esta ha devuelto el puñetazo a la sociedad con una potencia aún  mayor”, se podrá explicar en más palabras lo que ha significado esta crisis, que en realidad es un problema de distribución y de concentración de poder, pero no se podrá hacer mejor que con esta frase.

Nos han convencido de que no hay lucha de clases, de que es absurdo, incluso, tener conciencia de clase, y nos han convencido también de que, este mundo es el único posible y sin alternativa.  Con su propaganda, cargada de falsedades, han conseguido que hasta el incremento de la desigualdad y el aumento real y manifiesto de la pobreza, pasen desapercibidos. Y que si esto llegase a ser cierto, en absoluto es culpa de un sistema basado en la  avaricia y el egoísmo, nos han  convencido,  también, que  es porque  hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Ése es el poder de su propaganda.

Propaganda difundida, de manera continua y diversa, por sus medios de información, o, como dice Rosa María Artal (otra de mis debilidades reconocida), por el sucedáneo del periodismo.

1artalHan convertido en una tendencia, y así lo solicitamos y  defendemos, que deseemos “ver, a través de intermediarios”, que sean estos quienes nos muestren el mundo que queremos ver, no el  real, si no aquel que se parezca más al mundo propio deseado, aunque sea falso. “Cuando se estudie este periodo, se verá el papel que los medios han tenido en la consolidación de las injusticias y de la corrupción”, se verá que no son ni independientes, ni imparciales, que son, y muy activos, actores de primera línea pagados, en la mayoría de los casos, con el eufemismo de la publicidad institucional.  A los medios tradicionales (conservadores) también  les ha “arrasado esta plaga”, ya no es necesario informarse en ellos, afortunadamente estamos en la era digital donde, en algunos medios independientes, y a través de Twitter, (y, de momento), se “cuenta lo que no interesa al poder”. Y, ahí, en ese no control de la información nace su miedo.

Sí preocupantes son los recortes en derechos y libertades, tanto o más, aunque a primera vista no lo apreciemos, es “la poda en el árbol de la Ciencia”, una poda hecha por el PP con  motosierra, como nos explican Carlos Martínez (que fue vecino durante años de Ciñera y cuya Casa de la Cultura, mediante una moción de I.U, lleva su nombre), y Javier López Facal, profesores de investigación del CSIC, Esta política de los recortes en I+D, (no olvidemos que este apartado depende, desde Rajoy, de Economía), esta política  de la especulación y del beneficio rápido, “alejadas de la generación del conocimiento y de la innovación” pasarán factura a la sociedad española.

“España está secando un prometedor árbol de la ciencia, que ya estaba empezando a dar frutos”, esto solo es posible porque, gracias a estas políticas erróneas, la fórmula completa es I+D=0.

“El día que el PP ganó las elecciones se produjo, culturalmente hablando, la tormenta perfecta”. Rajoy ya tenía la oportunidad de vengarse de quienes bajo el lema No a la guerra, les situaron, a él y al PP de Aznar, en el centro de las matanzas, hoy sabemos fehacientemente que basadas en mentiras, de Iraq. Si en I+D no hay feeling porque los rendimientos económicos no suelen ser rentables, en el corto plazo, con la cultura y la educación, no iba a ser menos. El PP sigue pensando, como expone Javier Pérez Albéniz, que “invertir en cultura y educación, es tirar el dinero, algo irracional y por tanto implanteable”. Para ellos, para el PP, es muy buena noticia que, en España, cada “vez se vea más televisión y se lea menos”. Saben del poder de convicción que la tele tiene, y también saben que, siendo ellos los que deciden qué  se emite, y con qué intensidad, podrán seguir saqueando sin miedo. Para el PP la cultura es algo1avisoabominable, porque es “el tamiz que nos ayuda a separar el grano de la inmundicia”, nos ayuda a distinguir la verdad de las mentiras y, esto, reconocerles como mentirosos,  es algo que, como en el pasado, puede hacerles perder las elecciones y, a nosotros,  sacarnos de la pobreza.

Aún nos extraña utilizar la palabra pobre, como si esta situación siguiese siendo una exclusividad de países lejanos. Y, sin embargo, hoy, ser pobre aquí, en palabras de Lourdes Lucía,  “ya no es sólo un problema para la persona que sufre la miseria, también se ve obligada a dar las gracias por serlo y a pedir perdón por quejarse”.

Gracias a su propaganda y sus coacciones juridocopoliciales “las víctimas se han convertido en culpables”. Pero por mucho que mientan, por mucho que intimiden, hay una fractura social, la hay, y cada vez va a ser más difícil, para aquellas personas que hayan caído en la exclusión, salir del pozo. Cambiar las cosas “no es fácil,  nunca lo ha sido, pero hay momentos en la historia en los que, por  razones muy diversas el cambio es posible”.

Y llegamos al final, o como dice Javier Gallego, Crudo, “ha llegado la hora”. La hora  de hacer política por y para las personas. La hora de desechar el bipartidismo, con todas sus ramificaciones. La hora de despertar, ya que dormíamos. La hora de que tomemos “conciencia de que la política la hacemos entre todos, cada día”, de pasar de “la protesta a la propuesta”, porque eso siempre ha dado más, mejores y más  duraderos frutos.

Es la hora de que leas este libro, Reaccionados,  el libro que no quieren que leas, el libro en el que encontrarás casi todo lo que aquí, en este escrito has leído, y mucho más, mucho, mucho más. Te aseguro que no te defraudará.

*Todos los entrecomillados son citas textuales que aparecen en el libro.

Zana.

El texto original está aquí. 

ReaccionaDos, en la senda de Reacciona

En Abril de 2011 se publicó Reacciona, el que sería el libro español de ensayo más vendido de aquel año con 6 ediciones y cerca de 100 mil ejemplares. Una ola de indignación empezaba a recorrer numerosos países. El ex diplomático francés Stéphane Hessel  comenzaba a hacer historia con su libro “Indignez vous”, prologado en España por nuestro gran humanista José Luis Sampedro. Ambos participaron también en Reacciona, invirtiendo los papeles.  En el acto de presentación de Reacciona en Madrid unos jóvenes pidieron subir al escenario del Círculo de Bellas Artes para anunciar una gran manifestación que se preparaba para poco después: el 15 de Mayo de 2011. Estaba naciendo el 15M.

Así se inicia el prólogo de ReaccionaDos, que llega a las librerías este jueves 19 de Febrero. Hemos vuelto. No, por desgracia, Sampedro ni Héssel, pero sí todos los demás. Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, el juez Baltasar Garzón, los economistas Juan Torres López y Àngels Martínez  Castells (especialista también en salud pública), los científicos Carlos Martínez (ex presidente del CSIC) y Javier López Facal, Lourdes Lucía, cofundadora de ATTAC España. Los periodistas Ignacio Escolar, Javier Pérez de Albéniz, yo misma, Rosa María Artal. Y nos hemos traído a Javier Gállego Crudo para que pusiera el epílogo. Y todos llenos de propuestas y de ideas. Con ganas de hacer algo, de seguir haciendo algo.

“NUNCA SE VIO MAYOR DESTROZO EN MENOS TIEMPO” título ese prólogo. Unos pocos datos como ejemplo. El paro juvenil había alcanzado en España, según contaba el periodista Ignacio Escolar en Reacciona, el 40,06%, hoy, poco más de tres años después, está en el 53%. La tasa de pobreza infantil se situaba en un insostenible 17,2%, algunas estadísticas la cifran ahora en torno al 33%. Los dueños de las empresas que cotizan en el IBEX son, en cambio, un 67% más ricas desde que gobierna Rajoy. La deuda pública ha aumentado en 265.000 millones de euros, hasta alcanzar 1 billón de euros y un récord histórico.

Recortes, privatizaciones con los jugosos bocados de la sanidad,  o de tal desvergüenza que se ha llegado a vender y desahuciar (en Madrid) pisos de protección oficial porque las autoridades los vendieron a Fondos Buitre. Para llegar a la paradoja de contar con menos prestaciones que en 2011 pagando muchos más impuesto. Mientras, se ha rescatado con dinero público a los bancos, y a los concesionarios de autopistas. Los despilfarros y prebendas de muchos políticos suponen un serio agravio comparativo que ha disparado el divorcio entre política y sociedad. En corrupción salimos casi a escándalo diario.

El deterioro en derechos y libertades es de tal profundidad que cuesta creerlo. Ley Mordaza, Reforma del Código Penal,  retroceso en los avances logrados por las mujeres. De protestar por las ruedas de prensa sin preguntas, se pasó a la comparecencia del Presidente del Gobierno a través de un plasma. Y como gran condena, fondo y diseño de futuro:  el  brutal aumento de la desigualdad en el que la España de Rajoy figura en los puestos estelares. ¿Recuperación? ¿Para quién? ¿Desaparecerán la pobreza y la desigualdad cuando regrese el crecimiento? ¿Escapará el capital, si subimos los impuestos? ¿Cabe alguna esperanza de mejora para el común de la sociedad? ¿Tenemos un proyecto de país para confiar en el futuro?

Y, sin embargo,  ReaccionaDos vuelve a ser, es más aún que el primero, el libro que busca la reflexión, los argumentos, sosiego y afán constructivo. Esa base para tomar impulso.

Es cierto que el cambio ha sido dramático, pero tuvo una doble vertiente. Porque también creció un Poder Ciudadano que –tome la forma que tome- permite vislumbrar esperanzas de cambio. Porque lo saben, lo combaten con fruición en cuanto descuellan cabezas. Y asímismo una red de periodismo digital que permite conocer las noticias que no interesan al poder. También al mediático.

Estamos ante una encrucijada. Podemos seguir por el mismo camino en el que tantos se van quedando atrás o, como proponemos, buscar vías que permitan reducir las desigualdades, rescatar a las personas, regenerar el sistema y salvar de la quema a la Cultura, la Educación, la Ciencia, la Justicia y la Sanidad. La Democracia. Muchos siguen la senda de la resignación, pero cada vez son más, somos más, quienes no queremos aguantarnos. La gente se ha cansado de perder siempre y ha decidido que puede ganar. Muchos han resuelto que ha llegado la hora.

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José Luis Sampedro en Alhama de Aragón

La obra y la enorme personalidad de José Luis Sampedro han vuelto a Alhama de Aragón, Zaragoza, y para quedarse. Acaba de ser inaugurada allí una exposición permanente sobre él. Está ubicada en la que llaman la Casa Palacio que ha restaurado la Diputación de Zaragoza y lo primero que llama la atención es lo perfectamente imbricada que está la muestra con su entorno. En armonía, con la discreción que caracterizaba a Sampedro, y con su notable presencia. Estremece esta foto a la entrada, tan real.

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Todas sus facetas están reflejadas: escritor, humanista, profesor, economista, luchador por las libertades, ser humano maravilloso.

José María Castejón, alcalde de Alhama de Aragón y Olga Lucas, viuda de José Luis Sampedro

José María Castejón, alcalde de Alhama de Aragón y Olga Lucas, viuda de José Luis Sampedro

El alcalde, José María Castejón, del PAR, insistió en la inauguración en que este foco cultural para el pueblo no les había costado ni un euro a los vecinos. Y es muy de agradecer este homenaje, porque es la primera exposición o museo que se le dedica. La Diputación -dijo el alcalde- corría con el gasto de adecuación y todo lo demás -la selección y montaje- lo llevaba el esfuerzo de Olga Lucas, la viuda de Sampedro. Alguna vez se le quebró la voz a ella por las emociones revividas. La sonrisa frente al lago de aguas cálidas y medicinales que les llevó a ambos allí varios años y terminó por unirles hasta el final.

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Y es que Alhama de Aragón era para José Luis Sampedro su Pórtico aragonés. Allí, en Soria primero y en Aragón después,  recaló desde Tánger en enorme choque cultural (como contaba en Sala de Espera) para estudiar bachillerato. Hasta el certificado de sus estudios está expedido en un Instituto de Zaragoza.

Foto: Juan José Mardones (con una cámara mejor que la mía :) o más pericia)

Foto: Juan José Mardones (con una cámara mejor que la mía 🙂 o más pericia)

Y luego las aguas, por salud, año tras año. Durante cuarenta.Y un libro unido vigorosamente a Alhama: El río que nos lleva. Si bien habla del Ato Tajo,  fue desde allí donde surgió la inspiración y el trabajo. Y un día que aparece Olga para vivir y escribir.

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Llamaba la atención a José Luis la mezcla de mundos entre el pueblo aragonés, hoy de 1.225 habitantes, donde ya casi ni para el tren, con el que acudía y acude al balneario (por cierto uno de los más hermosos de España). De igual manera, hay muchas formas de acercarse a lo que la exposición presenta. Para unos será conocer mejor a Sampedro, conocerle incluso, otros podrán estudiar su obra en los paneles que incluyen su forma de trabajar, sus anotaciones, sus ideas en propia letra.

Foto: Juan José Mardones

Foto: Juan José Mardones

Un grupo de teatro escenificó fragmentos del libro «El río que nos lleva» en la calle, en la plaza. Una imagen “Muy Sampedro”.

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Porque… viendo  fotos de su vida reparé en ésta, de niño, con su familia. En el Aragón cerrado, quizás en nuestra prima hermana Soria. En los eternos lutos de la época.

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Es la misma persona que vivió 96 años (hasta el 8 de abril de 2013), absolutamente lúcido. Al día de cuanto sucedía –aunque prefiriera seguir escribiendo a mano en lugar de en ordenador-. Luchando por un mundo mejor con las armas infalibles y peligrosas (para el poder autoritario) de las ideas. Más aún, con un compromiso social tan profundo que sirvió de guía a jóvenes (y mayores) insatisfechos con la situación que vivimos y de cuya gestación avisó.

sillón

El sillón vacío en habitaciones plenas. Y el lago inamovible que nos hace sentir su ausencia, pero también la vida que se renueva. Los peces que necesitan la ilusión de un niño, más que el pan, para comer.  El Nonno que se fue en paz en La Sonrisa Etrusca vive en nuestros recuerdos.

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En Alhama de Aragón, Zaragoza, Casa Palacio, El viaje a la libertad, exposición permanente sobre José Luis Sampedro.

Bajando a la basura borradores de libros

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Cuando los papeles se la comen a una, lo prudente es operar con la frialdad de un cirujano. La mayor parte de lo que tiremos no vamos a usarlo jamás, pero alguna cosa jugosa he encontrado en ese repaso a bulto del que alguna noticia se desparrama en el momento justo que vas a meterla en la bolsa de la basura. Y solo por eso se acumula más de lo que cabe. ¿Solo? Igual merece la pena.

12 libros llevo escritos, sola o en colaboración. Más un par que no han sido publicados. Solo los borradores ocupan buena parte de un armario. Así que, preparado para bajarlo al contenedor de reciclaje, acabo de incluir dos versiones de mi último trabajo: Salmones contra Percebes. Sin piedad alguna.

Fueron varios meses de todas las horas. Terminas, imprimes, encuadernas con una espiral baratita, lees, corriges. Terminas, vuelves a imprimir, encuadernar, leer, corregir. Publicado en Abril aún se ve en alguna librería lo que es bien raro, después de “tanto tiempo”. Pero nada que ver con lo que “se lleva”.

escritor

Son dos borradores. Uno ha caído donde explico la psicología de los percebes y los salmones. Los primeros inspirados en Mariano Rajoy y su PP que, pillada silla, no se sueltan ni con tempestades. Los salmones somos los que vamos remontando el río y la corriente y dándonos contra los obstáculos.

El otro cuadernillo quedó abierto donde hablo del espíritu gregario de los percebes. Si es que como la piña nada. ¿Quiere ser Usted independiente y encima se queja?

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Lo que será la pasión por escribir y comunicar que me pasa por la cabeza dejarlos al lado del contenedor, no dentro. Por si alguien se los topa de casualidad y tiene, por curiosidad, la tentación de leerlo. Con sus correcciones y todo. Pero creo que Ana Botella, la alcaldesa de Madrid ha dispuesto brigadas de inspección de basuras y pone unas multas tremendas si encuentra un desperdicio fuera de su sitio. No me puedo arriesgar. ¡Fuera sentimentalismos! ¡A la basura! ¡A su cajita! Las cajitas son tan, tan, percebes…

Vengo a hablar de mi libro

Estamos en época de ver a diversos personajes –cotizados en el ámbito de las declaraciones– ir a los medios a «hablar de su libro». Se acerca la Navidad y, por tanto, el tiempo de las presumibles ventas para regalos. Un saco bien dispar el «hablar de nuestro libro». Cuando la semana pasada comenté la aparición de uno de eldiario.es en el que participo, un comentario me afeó mi conducta: «estás publicitando un libro». En ese momento pensé que si vendiera cocaína, armas, o globos inflados de mentiras que dañan gravemente a muchas personas, tendría mejor consideración social que si oso informar sobre un libro. Por tomar parte en él tan solo, escribirlo completo es todavía más punible y ya procuro cortarme cuanto puedo. Me atengo a las evidencias, y al doble rasero empleado. Escuchar las decisivas revelaciones de Aznar, Zapatero o algún novelista de bestsellers que se aviene a dar entrevistas como excepción copa titulares, aunque vayan a «hablar de su libro».

Vamos a ser claros: en España apenas nadie vive de la literatura –y hablo de literatura, no de palabras escritas en formato libro–.  José Sanclemente escribió hace tiempo un revelador artículodonde explicaba las penurias que ha de arrostrar quien se atreve a volcar sus ideas en un texto publicable. Ahora las cosas todavía han empeorado más. «Por la crisis», ya se sabe. El caso es que, si el autor es «famoso», cobra un anticipo sustancial, y ahí suele quedar todo. A menos interés mediático, menos anticipo o nada de anticipo. De las ventas se lleva como mucho un 10%… antes de impuestos. Como para comprarse una participación en FCC.

Y, sin embargo, muchas personas se sienten impelidas a volcar en palabras sus ideas y darles forma. Una sociedad –una parte de ella– que hace gala de su incultura y, con grandes dosis de mezquindad, no lo valora. Lo castiga. Salvo… que el autor salga en la tele. O sea susceptible de salir en la tele. O de llenar titulares con mayor o menor afán de distracción.

Andaba yo en esas disquisiciones cuando –casi por casualidad, puede que por intuición– he estado releyendo y redescubriendo espacios recónditos de José Luis Sampedro. Y he constatado que, a través de las páginas escritas, se puede seguir emanando sabiduría, serenidad, criterio, aunque el autor no esté ya en el mundo de los vivos. En Escribir es vivir –en colaboración con Olga Lucas– explica por qué escribía: para vivir. «Descubrirme a mí mismo para descubrir a otros y para encontrarnos todos, para vivir más», argumentaba. Compara al escritor con una vaca. En un pasaje delicioso, cuenta cómo es la que todo lo ve, lo absorbe y lo rumia, digiriéndolo varias veces. «El escritor auténtico escribe con su carne, su sangre, su médula, lo mismo que la araña teje su tela con su propio cuerpo». Es decir, como Aznar o Zapatero recreando la versión de su vida una vez al año en alguno de los casos, ¿no?

La idea clave que, sin embargo, Sampedro ha tenido a bien dejarme para este momento ha sido la que, a preguntas de un periodista, comienza relatando el consejo que el mítico bailarín Nureyev dio a quien quisiera dedicarse al ballet: «Que si puede, lo deje», contestó el artista. «De lo que se deduce –concluye Sampedro– que para Nureyev la única razón seria para dedicarse al ballet erano poder evitarlo«. Es decir, su caso. «Para mí, escribir no es un trabajo; es una necesidad vital. Escribir es un esfuerzo, un esfuerzo tremendo», resumía definiendo exactamente lo que es… la vocación.

José Luis Sampedro escribió Octubre, Octubre durante 19 años. En pocos de sus libros invirtió menos de 4. Y mientras escribía –levantándose a las 4 de la madrugada para ello–, estudió una carrera, trabajó en un banco, ganó oposiciones a cátedra, dio clases, organizó seminarios, estimuló la conciencia de sus alumnos, se casó, tuvo una hija, un nieto. Y sin publicar durante décadas. Es que… no podía evitarlo. No importaba qué fuera a pasar luego con aquellas páginas que tanto habían costado. Y enviudó. Y se casó de nuevo. Y siguió escribiendo irremisiblemente.

A muchos escritores y periodistas vocacionales nos sucede lo mismo: no podemos evitar contar lo que hemos descubierto. Por el medio que sea. Ambas actividades, si son profundas y verdaderas, se asemejan a la pasión amorosa. A la auténtica también, a la que lleva a decir con absoluta determinación: yo lo hago aunque después se hunda el mundo. Y así ocurre o debería ocurrir con las profesiones de servicio público, política incluida.

El desprecio de la cultura, de las ideas, de lo que importa, inmolado lo fundamental en el altar ultraortodoxo del lucro, termina por descomponer a la propia sociedad. Tantas confusiones sobre el valor y los valores no son inocuas. Así que, aquí seguimos. Pasando como importante cualquier transacción de dinero o poder. O como autobombo, la satisfacción de una necesidad que se cree puede servir a alguien más. Nos lo tenemos bien merecido… por no poder evitarlo.

Lo maravilloso es que, en todos los órdenes de la vida, en todos nuestros empeños, esa grandiosa trampa –creer en lo que se hace al punto de que entregarse a ello nos resulte irremediable– es la que termina por acudir a levantarnos cuando cunde el desánimo. En lo que para cada uno sean sus 4 de la madrugada.

*Publicado en eldiario.es

Las colas, lugar de máxima identificación de percebes y salmones

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Percebes y salmones se diferencian hasta en los aspectos más intrascendentes de la vida. Aquí tenemos un ejemplo. Llegada del tren a la estación. Ésta es Atocha, en Madrid. Hay dos escaleras para salir. Una cerca, la primera que encuentras. Está abarrotada. La segunda, a la derecha, un poco más allá, permite caminar sin agobios por el andén y subir también holgado. Esta escena se repite una y otra vez, en todos los viajes.

E igual sucede con las partidas. En los accesos a las estaciones de tren o en los aeropuertos que, muchas veces, terminan por habilitar una segunda mesa de recepción de billetes. En la fila larga están los percebes, en la corta los salmones. Estos miran primero si se han dispuesto dos, y se dirige adonde menos personas haya. Las colas es un lugar de máxima identificación de percebes gregarios: siempre van a donde van los demás. Por la ley del mínimo esfuerzo. Porque les gusta estar en piña.

Evidentemente el espíritu salmón hace todo lo contrario. Utiliza los recursos disponibles. Por eficacia y porque detesta el hacinamiento.

Estas actitudes opuestas se reflejan como cabe deducir en cuestiones fundamentales para la colectividad. Con resultados dramáticos en tiempos como los que vivimos. El percebe no mueve un dedo por su inactiva, espera que los problemas se resuelvan solos y, si no lo hacen y vienen mal dadas, “aguanta”, se sacrifica. El salmón hace de su vida una lucha por resolver los escollos y llegar a la meta que se ha propuesto.

Todo esto y mucho más es el espíritu de mi libro Salmones contra Percebes. Si no lo has leído, si no lo has recomendado, ya tardas.

El percebe pertenece a la categoría de los idénticos, la que construye la gran masa humana. Casi indistinguible de sus congéneres, intercambiable, buscando cobijo a la sombra de los poderosos sin molestar, huyendo de heroísmos. El percebe carece de aristas definitorias. Su perfil no rompe las monotonías. No suele construir. Nadie hablará de ellos cuando hayan muerto, porque tampoco se habla demasiado de cada uno de ellos mientras viven. El salmón, en cambio, pertenece a los iguales. A los que levantan la cabeza y aguantan la mirada. A los que dejaron de ser súbditos por méritos propios y viven con pasión su calidad ciudadana. A los que huyen de las invisibilidades y protagonizan la historia.

Más allá de Salmones y Percebes

CARLOS CÉSAR ALVÁREZ, ha publicado en su blog este precioso regalo con las impresiones que le ha causado mi libro. Muy agradecida.  Era lo que yo buscaba, que creciera en sugerencias.

Salmones contra percebes

El último libro de Rosa María Artal.

salmones percebes

Rosa María Artal
Salmones contra percebes
Ediciones Temas de Hoy, 2013
224 págs. 10,90 €

En su último libro Rosa María Artal incide de nuevo en la crisis, como ya hiciera en La energía liberada y en el volumen colectivo Reacciona. Pero en esta ocasión, en lugar de la metáfora geológica del libro anterior, analiza la situación desde dos puntos de vista diferentes, opuestos pero complementarios: el del percebe y el del salmón.

El percebe es un crustáceo que vive agarrado a las rocas, viendo pasar el mundo frente a él e implicándose lo menos posible.

“La mayoría de los políticos actuales utilizan claramente la estrategia del percebe: aferrarse al puesto como prioridad absoluta de sus objetivos, relegando -que no descartando- el servicio público que es su razón de ser. Pongamos el caso, entre miles, de un hombre que estudia derecho, hace oposiciones a registrador de la propiedad, entra en política, no destaca, pero, paso a paso, alcanza lugares prominentes de los que ni los más graves errores consiguen arrancarle.”

No obstante, algunos políticos son capaces de mudar de apariencia de percebe a salmón y viceversa, según les convenga.

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Viejo percebe decepcionado por su incapacidad para mutar en salmón

El salmón, al contrario que el percebe, es un animal viajero y su característica principal es nadar contra la corriente, remontando los ríos y venciendo los obstáculos que surgen a su paso.

“La mirada amplia -que ha contemplado miles de millas-, frente al corto espacio que pueden ver los percebes desde su empecinado asentamiento en la seguridad. La asunción de riesgos, la libertad, el emprendimiento constante.”

Rosa María Artal nos cuenta la historia de cómo hemos llegado hasta aquí, desde el día en que la caída de la “presa” de Berlín provocó inundaciones que cambiarían para siempre el panorama político mundial, teniendo presente la óptica de las dos especies estudiadas, sin olvidar a otras como los tiburones siempre al acecho de la presa o la masa de krill que termina siendo alimento de los depredadores. A los que yo añadiría pulpos, con múltiples tentáculos extendiéndose para pillar lo que puedan; serpientes de mar, enroscadas en el fondo esperando para atacar; y un buen número de besugos y merluzas que nadan despistados entre dos aguas, ajenos a lo que les rodea.

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EL GRAN PERCEBE TE VIGILA

El libro pone de relieve eternos conflictos como los que se producen entre seguridad y libertad o individualismo y colectividad, conflictos que son también interiores a cada persona, ya que no existen seres humanos totalmente percebes o salmones, sino que todos participan de las características de uno u otro en mayor o menor medida. Es el equilibrio entre el Yin y el Yang presentado con la metáfora de animales marinos.

“Siempre ha sido así, siempre ha habido ricos y pobres, siempre ha habido privilegios” (un percebe)

Mucho han cambiado las cosas en España desde los lejanos tiempos en que un salmón como Don Quijote era capaz de arrastrar en sus aventuras a un percebe como Sancho. Hoy por el contrario, son los percebes quienes llevan la voz cantante, mientras los salmones tienen -para preocupación de los ecologistas- cada día más dificultades para remontar las corrientes. La conclusión de la autora es que debería ser al contrario: en estos tiempos de crisis, las soluciones tienen que estar en la innovación, la ruptura con lo establecido, la exploración de nuevos caminos; es decir, deberían ser los salmones quienes tomaran el timón de la sociedad.

La autora plantea una estrategia para invertir la situación, incitando a pensar, animando a cuestionar, haciendo apología de la curiosidad. Dado que un percebe nunca haría tales planteamientos, que le obligarían a abandonar su confortable roca, Rosa María Artal aquí se descubre a sí misma como una intrépida y espléndida salmónida. De hecho, es muy improbable que un percebe hubiera escrito un libro como este.

Entrevista con Rosa María Artal y primer capítulo del libro en eldiario.es.

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La permuta inevitable: Valencia por Dinamarca, Madrid por Suecia

Ahora que estamos viendo cómo hasta a Suecia ha llegado la peste neoliberal con sus consecuencias, traigo este relato que escribí hace varios años, para que comprobemos que todo es susceptible de empeorar.  Lo de España apuntaba fuertes síntomas que se han cumplido… con creces. Para Suecia no esperábamos esta degradación. Se repondrán. Hay allí una sólida base cívica. Y desde luego siempre existen soluciones imaginativas. Tanto como esta permuta que yo proponía. O cualquier otra. 

Cuando la crisis económica resquebrajó a los países más débiles, cuando la administración de justicia se colapsó en España por los juicios de corrupción, hubo que tomar decisiones drásticas e imaginativas. La primera llegó al extremo de aprobar en el Parlamento –debatiendo una masiva iniciativa legislativa popular-, que el gobierno elevó a ley, la permuta de Valencia por Dinamarca y de Madrid por Suecia. Se trataba de una experiencia piloto a extender a otras comunidades, a todo el país en realidad, atacando de entrada lo más urgente. Como es lógico, los territorios no se trasladaron por barco, piedra a piedra, campo de golf a campo de golf, gota a gota, el cambió se limitó a la población de todas las demarcaciones implicadas. Intensas labores diplomáticas lograron convencer a los nórdicos para que cambiasen su residencia. Se alegó su condición de temporal, y aceptaron para disfrutar una temporada del cálido sol del Sur de Europa. Se lo plantearon casi como unas vacaciones.

A pesar de sus ardorosas protestas, los implicados se vieron conminados a la mudanza. Aunque, lógicamente- les fueron explicadas las circunstancias, positivas y negativas, por las que se verían afectados. Era un trabajo muy serio, esencialmente necesario. Y fueron estudiados algunos casos para que pudieran permanecer en sus comunidades. Se habían establecido unos cupos por los cuales parte de los residentes habituales no cambiaran de domicilio y actuarán de guía de los recién llegados: compartirían experiencias y harían más fácil el tránsito. En minoría, naturalmente. Alguien planteó cuántas manzanas podridas terminan por arruinar un cesto. La experiencia dice que basta con una. Pero, dado lo acuciante de la situación, se confió en la suerte.

Gran parte de los valencianos se fueron a regañadientes a su nuevo destino, básicamente los que habían sustentado el sistema que hizo tomar al resto de los españoles la decisión de trasladarles, siquiera fuera por su bien, a modo de terapia y por una temporada de duración a evaluar. Otros lo aceptaron de buen grado, comprendiendo la bondad de la iniciativa y con un halo de esperanza. Y hubo un decisivo sector de entusiastas de la idea que se ofrecieron a llevar maletas, ayudar a los ancianos a subir a los transportes, dar de comer a los bebés, cambiarles los pañales, y a cuanta ayuda se les pidiera.

Casi cinco millones de valencianos, en consecuencia, llegaron por tierra, mar y aire –que de todas formas se accede- a Dinamarca. Encontraron fácil alojamiento para todos, dado que los oriundos del lugar eran prácticamente los mismos en número. La primera grata sorpresa –además de unas campiñas verdes y floridas- fue que disponían de casi el doble del territorio, 43.000 Kms2 cuadrados, frente a sus 23.000 y que, por tanto, iban a vivir mucho más holgados. Les tranquilizó también ver que compartían un pasado histórico de solera y que les bañaba el mar, como a ellos durante su vida anterior. Claro que allí se toparon con el Mar del Norte y el Báltico de temperaturas gélidas, y era poner el pie y congelarlo. Pero los lugareños les comentaron que el frío curte –no sé si está probado- y respiraron más tranquilos. Un gozo fue descubrir que contaban con más de 400 islas, la mayor parte despobladas. Es decir, inmensos terrenos para construir y especular, ahora que el litoral valenciano se había saturado de ladrillo. Avisados, los daneses residentes advirtieron severamente que de torre por aquí, rascacielos por allá, urbanizaciones y urbanizaciones, nada: habrían de acostumbrarse, a residir en un paisaje armónico, con un urbanismo elegante y bien diseñado. Muchos valencianos callaron antes de confesar que no sabían de qué les estaban hablando.

-¿Urbanismo elegante y bien diseñado? ¿Tú sabes qué es eso?- preguntó uno a otro compañero.

-Manías europeas, ya les cambiaremos.

Lo cierto fue que más pronto que tarde comenzaron a agradecer la armonía que les rodeaba, llegando incluso a atemperar algunos comportamientos. Complacencia superlativa representó encontrase con sueldos medios de 3.250 euros, los más alto de la UE y con pocas diferencias sociales.

-Oye, que voy 7 horas a trabajar 5 días y me llevo el triple que en Valencia, esto sí está bien.

-Los precios son algo más caros- opuso uno.

-Ya, pero apenas, diría que un 10% más. Pero con estos dinerales que ganamos ¿qué importa?- rebatió el más animado.

-¿Y los impuestos? ¿Qué me dices de los impuestos? Hasta el 50%, el 60% he oído que pagan. Espero que ya no estemos aquí cuando lleguen las declaraciones de la renta.

-Calla, calla, que eso solo es para los millonarios, para los que en España pagan como máximo el 45% y después de la subida, que antes aún era menos.

-Vale ¿y aquí te dan gratis las gafas y las consultas del dentista con extracciones y todo? Escuché que en algunos países de Europa sí- se animó el segundo.

-No sé, chico, ya nos enteraremos. Pero sé que aquí el Estado gasta en los ciudadanos el 30% del PIB, mientras España sigue estando a la cola de Europa con un 21%. En algo se tiene que notar la diferencia.

-Te envidio ¡cómo has estudiado los pormenores! Te vas a adaptar muy bien.

En definitiva, los valencianos admitieron que, en el aspecto económico, el trueque les era rentable.

En Dinamarca no había paella, como mucho servían arroz hervido, y como lujo con verduras. Aunque tenían unos langostinos aceptables, servidos ¡horror! en pan y con mantequilla. Pero ¡coño! no entendían el español. Todos hablaban inglés, en cambio. Y allá se fueron los valencianos a las escuelas de idiomas que debían multiplicar aulas, profesores y horarios para enseñar la lengua. Algún conflicto laboral hubo por ello en los centros, pero se explicó a los profesores la extrema necesidad de la medida y, solidarios, se aplicaron a la labor. Los valencianos pudieron presumir de que poseían una educación bilingüe desde niños y sabían que ayuda al aprendizaje de idiomas. Dominarían el inglés antes, mucho antes que los madrileños.

-Por esto de que mis hijos estudien “Educación para la ciudadanía” y en castellano que se la dan, ¡no paso!, por ahí si que no- clamó uno de los más recalcitrantes.

-Oye, que aquí no protesta por ello ningún partido, ni las iglesias ni nadie. Igual es por algo- le replicaron.

Convinieron los valencianos que trabajar de 9 a 4 resultaba muy cómodo, disponían de casi toda la tarde libre. Volvieron a conocer a su familia, renacieron muchas parejas. Podían ir también a exposiciones y conciertos. Tras la cena.

-Esto de cenar tan pronto no puedo, la verdad. Pero ¡qué vas a hacer si a las 12 de la mañana te tienes que contentar con un bocadillito! No sabe vivir esta gente. ¡Ay!, donde estén nuestras comidas de 3 horas, con aperitivos, dos platos, postre, café y pacharán.

Pronto descubrieron también que Dinamarca es el segundo país más pacífico del mundo, el primero a veces. Y que su capital, Copenhague, está considerada como la mejor ciudad para vivir, en algunas clasificaciones y que fue declarada “Ciudad cultural mundial”, la tercera, tras Londres y París.

-¿Y eso por qué es?

-Valoran su vida cultural, posibilidades de transporte, su grado de delincuencia (que apenas tienen como has visto), la arquitectura, los bienes públicos y el diseño.

-Mira, todo eso está muy bien. A mí me está gustando este lugar. Y que tienen tiendas por todos los lados igual que en España. Y esos lugares tan turísticos donde vamos todos juntos.

-Caras, muy caras, recuerda- apostillaban siempre los más negativos.

-Y el Tívoli ¡qué cosa más bonita!

-Total, un parque de atracciones, es mucho más moderno nuestra Terra Mítica. Y, francamente, tanta bulla con la sirenita y es una miniatura.

-Eso, sí, pero ¿y el río? Esas terrazas tan acogedoras. Y mira, mi chica, que no encontraba trabajo en España, ha entrado de camarera en una de esas terrazas, y ¡no te lo vas a creer! se lleva 2.300 euros al mes, más propinas, por jornadas de 37 horas semanales.

-Sí, todo eso está muy bien. Pero ¿y el clima?

Los valencianos habían arribado a Dinamarca en verano y disfrutaron de unas temperaturas deliciosas, templadas, nulos agobios y sofocos, ni calores húmedos ni nada que se le parezca, pero, llegado el invierno, desde luego, se pelaron de frío.  ¡Y el sol! nada de la maravillosa luz Mediterránea. En los meses crudos ni lo veían, y en verano no se escondía en todo el día el muy ladino.

-Pero eso con unas buenas persianas, puede paliarse- objetaban los más integrados.

Con todo, lo más positivo, lo que debió inclinar a una mayoría social española a promover la ley, se centraba en la calificación de Dinamarca, alternando con Suecia, como el país menos corrupto del mundo, según numerosos estudios y estadísticas. Y que la sociedad tiene arraigados una serie de valores democráticos que defienden a ultranza: la igualdad, la libertad de expresión y los derechos humanos, el respeto a las personas –a los animales incluso-, la solidaridad y la responsabilidad hacia la comunidad, tanto en la vida social como en la familiar. Todo eso les habían dicho al despedirles en aeropuertos, puertos y carreteras.

-Como si en Valencia, en España, no tuviéramos esa conciencia ciudadana, ese rechazo a la corrupción- se quejaban muy ofendidos algunos valencianos.

-No, lo habéis interpretado mal, no es un insulto. Lo único que ocurre es que aquí  es norma de vida profundamente interiorizada por la sociedad- le explicó a un grupo un taxista de Copenhague.

Los madrileños vivieron similares experiencias al llegar a Suecia.

Prácticamente los mismos valores y circunstancias –algo más de gasto social incluso- compartía su nuevo hogar con Dinamarca. Algunos lloraron mucho los primeros días añorando el casticismo, los atascos, los toros, pero otros viajaron a Estocolmo, Lund, Malmö o donde les tocara, francamente contentos y esperanzados. Estos sabían que Madrid tenía remedio, que tan solo había que pulir algunos matices. Y también se aprestaron, como algún sector de los valencianos, en proporcionar cuanto apoyo fuese preciso para la consecución de la tarea. Se habían sentido ¡tan impotentes! Tan hartos ¡tan inmensamente hartos!

En el caso de los madrileños la sensación de amplitud y deshago aún fue mayor. Casi seis millones de ciudadanos disponían de cerca de 500.000 Km² de territorio. Los dirigentes políticos abrieron los ojos con tal desmesura que a punto estuvieron de perder las córneas precipitadas al suelo por la ardiente codicia. Su felicidad no tenía límites al contemplar –no llegaron a perder sus globos oculares- las posibilidades de inversión privada y pública que ofrecía tan inmenso terreno. Ahora bien, al igual que los políticos valencianos, se vieron obligados a vivir con mucha más austeridad y, especialmente, con mayor control, incluso ciudadano. Cualquiera tenía acceso a sus declaraciones de impuestos. Y sus derroches o enriquecimientos súbitos, comenzaron a importar a la sociedad.

Los nuevos madrileños-suecos se encontraron con los mismos gélidos mares que sus nuevos vecinos valencianos-daneses, pero los recibieron mucho mejor:

-Playa al fin y al cabo, lo único que le falta a Madrid para ser maravillosa- saludaron alborozados los más positivos.

Una comisión sueca rebajó su optimismo al advertidles:

-Aquí tendréis que hacer un esfuerzo por mantener las calles limpias, asfaltadas y con las señales de tráfico bien pintadas. Y disponer y rotular en condiciones todas las vías. Cuando vengan las visitas no queremos presentar las ciudades como tenéis vosotros la capital de España.

Se les pusieron también serias cortapisas a los proyectos de desmanes urbanísticos, y a horadar las ciudades con túneles. Les advirtieron que entre sus prioridades no se encontraba trasladarse a gran velocidad por sus calles y carreteras. Y eso cuando ya alguien de la alcaldía de Madrid miraba con auténtica avidez esas vías de medio pelo con tantas posibilidades de obra.

En compensación, descubrieron que Suecia había hecho una altísima inversión en innovación y tecnología, tanto en el sector privado como público, y que poseía una auténtica pasión por el cuidado del medio ambiente. Abría de igual modo posibilidades de negocio, y algo más aceptados por la progresía protestota española.

Aseguraron, más adelante ante otro de los retos, que en Madrid, en la capital y en toda la comunidad, ya estaban acostumbrados a acoger con cariño y respeto a los emigrantes –salvo excepciones-, cuando les contaron que aquello era norma en su país de acogida. Les explicaron que ellos convivían con la emigración sin problemas –excepto salvedades crecientes-  desde los años 70.

-Aquí recibimos a buena parte de los arrojados por las dictaduras latinoamericanas, en aquella época- se les comentó- De hecho, de ahí nace el interés tiene por el idioma español que se estudia incluso en las Universidades.

La obligatoriedad de aprender inglés, por tanto, para relacionarse en toda la zona, con noruegos, fineses, holandeses, también, y con los suecos que permanecieran en su país como guías, se mantenía, pero los madrileños se lo podían tomar con algo más de calma, dado que el español también les funcionaría en algunos casos.

Los dirigentes madrileños se preocuparon cuando vieron que en Suecia prima la educación pública, les produjo una gran inquietud. Más de un temblor sacudió a las más altas instancias. No sabían cómo afrontarlo. Quizás imbuyendo a Suecia de su pasión por las gestiones privadas, argumentándolo tan bien como hacían en España, al punto que fuera igualmente aceptado sin rechazo. Pero ese aspecto pronto pareció subsanable. El cambio de mentalidad ayudaría a solventar el problema en pocos meses.

En cuanto a los suecos trasladados a Madrid, el mayor inconveniente residía en que, eran casi 9 millones –menos los que se quedaron de instructores- y dos millones y medio más de la población habitual de la comunidad iban a notarse mucho. Tuvieron que instalarse en un territorio mucho más pequeño que el suyo. Y lo hicieron. Se veía algunos tan apretados que apenas podían ya “hacerse los suecos”. Pero son gente austera y sufrida, que usan muebles de IKEA y que viajan mucho con lo que una parte estaría siempre ausente.

Con sueldos similares a los daneses, los suecos daban auténticos saltos de alegría por poder disfrutar –sin descabalar sus cuentas corrientes- de las tapas, las cañas, y los chupitos. De los calamares fritos y la paella. Del flamenco y el trasnoche. De los monumentos y museos que acreditan a Madrid. De los parques y paseos. Los suecos vinieron de muy buen grado a la capital de España. Lo mismo que los daneses a Valencia, poblando las playas todo el día y haciendo un uso exhaustivo de los chiringuitos. Echaban en falta, eso sí, los programas informativos y culturales de sus televisiones. Pero encontraron los mismos concursos y bazofias que empezaban a inundar también sus propias programaciones. Jamás llegaron a entender, sin embargo, aquella basura –así la calificaban- conocida como “prensa rosa”.  Se abstuvieron de mirarla y, en consecuencia, bajó a tal punto la audiencia y la recaudación, que terminó por quedar en un apartado residual.

A los malintencionados que pensaron -con la llegada de valencianos y madrileños a Escandinavia- en grandes bloques de ladrillo y especulación, supresión de las leyes y los servicios sociales de sus países de acogida, destrozos irreparables de las administraciones públicas, malversaciones, chanchullos, amiguismo, pérdidas lamentables de tiempo, chapuzas, enredos y jaranas, el tiempo –poco tiempo- les quitó la razón.

Con un puente entre Dinamarca y Suecia, que en 15 minutos te sitúa en el otro país, valencianos y madrileños compartían apasionadamente las nuevas experiencias.

-Nosotros ya respetamos el tráfico y nos desplazamos por lo general en bicicleta que es muy sano. Y más barato.

-Pues nosotros ya no “ayudamos” a la mujer en casa el día que nos parece. Hemos entendido que los hijos y las tareas del hogar son responsabilidad de toda la familia. Casi a partes casi iguales.

En menos de un año, los españoles regresaron hablando en tono mesurado, pidiendo las cosas por favor y dando las gracias, ni uno solo le decía al camarero: “Oye, pónme unos vinos”, sino “por favor, podría servirme unos vinos. Gracias”. Pensaban en los demás, todos, hasta los dirigentes que no insultaban, ni calumniaban, ni gritaban a sus adversarios políticos. Todo el país se contagió del nuevo talante de tan grandes y decisivas comunidades. Cambió la sociedad, la televisión, el periodismo, el gusto por la cultura. Nunca más se apoyó la corrupción pública.

¿Cómo era posible? Se descubrió que el aire o el agua nórdicos eran los que formaban los criterios y que una vez adquiridos ya no desaparecen. En realidad, no podía ser otra cosa.

Por eso, los nórdicos tampoco cambiaron en España. Ganaron, eso sí, en espontaneidad. Aprendieron, también, el gran arte de la improvisación y a relajar la obsesión por la responsabilidad y el trabajo bien hecho.  Los escandinavos –sobre todo los suecos, algo más parcos en gastos aún que los daneses-, y asimilaron hasta ponerlo en práctica, en efecto, el disfrute de algunos placeres de la vida a los que parecían renunciar –y sin endeudarse (jamás) como nosotros-. Ambas partes, se instruyeron la una a la otra para obtener una media aceptable. Ni racanería, ni derroche.

Por si acaso y para prevenir recaídas, como vacuna de recuerdo, hay siempre disponible en las tiendas españolas agua nórdica embotellada y aire comprimido escandinavo en preciosos –y muy baratos- frascos herméticos de IKEA.

*Hablando de literatura. Esta semana inicio algunas presentaciones de mi libro. Os iré avisando. La primera en Zaragoza.

Invitación Salmones contra percebes - CDL Zaragoza (29 may)

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