Cada día más cerca de declarar la corrupción «bien de interés cultural»

La Fiscalía Anticorrupción ha decidido no recurrir la sentencia absolutoria de cohecho pasivo (soborno) a Camps y Costa. Argumenta que la ley del jurado le deja pocos resquicios. Es la primera medida que toma el nuevo fiscal del Estado nombrado por el PP, Eduardo Torres Dulce.

 De esta forma, el mismo hecho por el que se declararon culpables los otros dos imputados por recibir regalos de la tramaa cambio de favores , Campos y Betoret, queda impune en el caso de Camps y Costa.

Camps da gracias a La Macarena. La hermandad recibió un millón de euros de subvención de la rescatada CAM por orden de Camps

  Tras escuchar también a José Ignacio Wert, ministro de educación y alguna cosa más, hablando de apoyar con fervor y dinero público la fiesta de los toros, citando además argumentos que suponen un nuevo récord en su vertiginosa cadena de errores, estimo que cada vez estamos más cerca del premonitorio artículo que publiqué en El País hace más de un año:

LA CORRUPCIÓN ¿BIEN DE INTERÉS CULTURAL?

España fortalece sus tradiciones. A su vanguardia, el PP libra denodada batalla para que los toros sean declarados bien de interés cultural, patrimonio protegido por la UNESCO y anticonstitucional su prohibición. En consecuencia, ampara la fiesta en algunas de las comunidades que gobierna. Y no está solo, políticos de otros partidos y sectores de la cultura lo secundan.

En tales circunstancias, tal vez tenga sentido esta modesta proposición: ¿y si nos planteamos consagrar la corrupción como «bien de interés cultural»? ¿No les parece a ustedes lamentable que españoles de bien sean detenidos y hasta encausados basándose tan solo en indicios y pruebas? Piénsenlo, declarar la corrupción bien de interés cultural, también de interés turístico y hasta patrimonio nacional a proteger, no tendría sino ventajas. Se pueden esgrimir sólidos argumentos que fundamenten la propuesta.

La tradición, en primer lugar. Desde El Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, sabemos que la corrupción es una de nuestras más arraigadas costumbres. Nobles y villanos, reyes y presidentes, han saqueado las arcas públicas y privadas durante centurias. España puede acreditar una gran tradición en esta práctica, y es sabido que nuestro país tiene un amor por sus tradiciones sin parangón. La corrupción es, pues, «un signo identitario del pueblo español».

Nacidos para la gloria. Los corruptos, como los toros de lidia y como los toreros, gozan de una vida singular, muy superior a la de sus congéneres. Reciben un trato exquisito. Y, a diferencia de los astados que mueren ensangrentados y de los diestros que pueden salir malparados, nuestros corruptos a gran escala suelen salir casi indemnes de las cogidas. Para ello existen expertos y caros abogados prestos al quite, el reglamento con sus lagunas y humana aplicación, la cuadrilla en apoyo solidario, la afición que les admira. De hecho, muchos españoles llevan un corrupto dentro, tanto o más que un torero.

Valores estéticos. La corrupción española también es una mezcla de danza, arte y virilidad. A lomos de coches de lujo y embutidos en trabillas italianas, oro y gualda perpetuos, presuntos corruptos bailan ante nuestros ojos, marcando sus soberanos genitales. Sus capoteos mediáticos nos embelesan, nos turban.

La trascendencia. Contemplar la corrupción sirve para descargar colectivamente sentimientos positivos y negativos que relajan el espíritu. Y en esa lucha, casi religiosa, entre el bien y el mal, vemos -irritados algunos, complacientes otros- el triunfo del mal y aprendemos la realidad de la vida.

Así que, una vez declarada la corrupción de interés cultural, turístico y patriótico, habría que aplicarse en su explotación económica. Convertir España en un gran parque temático y registrar la franquicia para exportarla a tantos países que nos siguen los pasos daría trabajo a incontables guías que llevarían a los turistas a contemplar los ladrillos del litoral que han edificado millonarias fortunas particulares, el cemento que embellece el interior, los campos de golf allí donde de natural no hay agua, los vertederos de basuras y escombros por doquier, un castillo con subvenciones fantasma, la noria de los eventos con comisiones dudosas, la montaña rusa del blanqueo de dinero negro o las administraciones de lotería donde se compran boletos premiados para eludir impuestos. Además de las infraestructuras necesarias -que reactivarían el sector de la construcción-, se crearía una industria del souvenir: talonarios, sobres bajo mano, material de espionaje, camisetas, jarras y llaveros con la efigie de las estrellas de la corrupción.

Apuntemos también la posibilidad de levantar escuelas y universidades de corrupción con todas sus materias específicas (cohecho, prevaricación, soborno, tráfico de influencias, fraude fiscal, oratoria demagógica). Y academias o seminarios para quienes solo desean aprender los mecanismos de la «economía sumergida», como cobrar facturas sin IVA y otras menudencias que detraen para el bien común casi el 25% de los ingresos del Estado.

Si consiguiéramos que hasta fuera protegida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, la corrupción española homologaría a los grandes malversadores y especuladores mundiales. Agradecidos, dejarían de atacarnos.

Así que supongo que estarán de acuerdo en que se impone subvencionar -más aún- a los artistas de nuestra corrupción, no dejar que la fiesta muera. Sin apoyos, estos bravos ejemplares desaparecerían. España sería otra: honesta, responsable, culta. Irreconocible, en una palabra.

Cierto es que casi todos los organismos internacionales han constatado la correlación entre corrupción y deterioro de la democracia, y han llamado a atajar lo que, dicen, no puede contemplarse en ningún caso como comportamientos individuales desviados, sino como putrefacción del ordenamiento social. A gran o pequeña escala, afirman esos organismos, se roba el dinero de todos. Incluso aquí hay enemigos de tradición tan acrisolada. «La corrupción es incompatible con la democracia, hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema», afirma Carlos Jiménez Villarejo, nuestro primer fiscal anticorrupción. Pero ¿a quién le importan todas estas jeremiadas?

En Las ciudades invisibles, Ítalo Calvino habla de un «infierno de los vivos» y sus dos formas de afrontarlo. Una, «volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo»; la otra, «buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio». En esas está España: ¿parque temático u honestidad? No me discutirán que hay razones poderosas para optar por lo primero.

El PP avisa

En cuestiones éticas y delictiva corrupción:

  El PP negocia con Camps que acepte pagar la multa por el cohecho impropio (es decir, soborno, hablando en plata) y así se libra de verlo sentado en el banquillo durante la campaña electoral. Valencia tendría así un presidente oficialmente culpable, corrupto y mentiroso, pero los votantes del PP no lo verían en directo mientras meditaban qué papeleta introducir en la urna. Genial Javier Pradera cuando escribe –sin haberse servido aún el desenlace que cocina el PP-: “Y Esteban González Pons, que anunció hace cinco meses su propósito de “poner las dos manos sobre el fuego” por Francisco Camps, correría el peligro de ser ingresado en la unidad de grandes quemados de algún hospital”.

Aceptado el cohecho, el Juez en buena lógica seguirá investigando las consecuencias de ese pago en trajes: los miles de millones que se llevó del erario público la trama Gürtel. Pero el problema puede esperar porque la memoria del votante conservador es corta.

En política económica:

Rajoy ha declarado que prevé un primer año en el poder con huelgas y protestas por su ‘plan de choque’.

«Las medidas serán duras y tendremos problemas con mucha gente, pero entenderán que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Los españoles lo entenderán», dice un dirigente del partido. Es decir, que convencerán a personas sin criterio de lo que se resume en: “Han vivido por encima de nuestras posibilidades”. Ellos, la inmensa cuadrilla de políticos y poderes financieros que nos exprimen. Fernando Berlín da más detalles del programa oculto del PP que, encima, ha contado solo a corresponsales extranjeros.

Eso sí, conociendo a nuestros clásicos lo presumible es que las protestas se zanjen «con autoridad», no estas «melindres» que ha empleado el PSOE con los indignados.

 Modelos:

David Cameron es el de Rajoy según contó con arrobo. El que cuadriplicó las tasas universitarias para que solo estudien los ricos, el que ha conducido a Gran Bretaña a récords impensables de paro, el que ha reducido la excelente calidad de vida de los ingleses.

… Aquél que se llevó de íntimo colaborador a un periodista del sensacionalista News of the World y está enfangado en el escándalo de las escuchas.

Un modelo «excelente» que en efecto tiene grandes réplicas en España, cuando Cospedal ficha a Nacho Villa de la COPE para dirigir la TV de Castilla-La Mancha, o mantiene ciertas líneas editoriales en las de otras autonomías. No sólo atañe al PP este problema, la concomitancia de periodismo y política en España es preocupante. Lo mismo que el poder de cierta prensa, tan amarilla como los tabloides británicos.

La envidiable diferencia es que la democracia británica está interrogando, con agudeza extrema, a los autores de los delitos y del envilecimiento del sistema en el Parlamento.

Mucho más que unos ingenuos regalos

Francisco Camps se sentará en el banquillo acusado de un delito de cohecho. Está acusado de haber recibido prendas de vestir de la trama Gürtel. El Juez instructor considera –y conviene recordarlo porque algún medio lo olvidó en la información inicial- que «El propósito de los trajes era ganarse, con el agasajo, el favor de los obsequiados«.

   De regentar una agencia de viajes, Francisco Correa -el «presunto» cabecilla de la trama corrupta- pasó a mantener una treintena de casas ó 22 automóviles y 2 barcos. En esta “Biografía no autorizada de Correa”, Álvaro Llorca en el desaparecido Soitu, daba cuenta de algunos extremos: según el auto, “Correa daba instrucciones para realizar dádivas a funcionarios públicos, con el fin de obtener un provecho económico para él y el grupo que dirige o para conseguir la paralización de procedimientos sancionadores que afectan a su patrimonio».  Al ser una información publicada cuando se destapó el caso –la memoria es indispensable en el periodismo-, resulta en extremo interesante ver los problemas del Juez Baltasar Garzón por haber iniciado su instrucción. Hoy el magistrado está suspendido.

 Lucía Méndez, una excelente periodista, contaba la historia de “El hombre que quería vivir como los pijos y a quien la diosa fortuna le hizo instalar su negocio cerca de la sede  nacional del PP en la calle Génova de Madrid. De esta forma Correa “se hizo un hueco en el partido a base de ofertar viajes a precios de saldo”. Después llegarían los contratos.

  Cada cuál puede sacar sus conclusiones sobre si los trajes fueron un ingenuo regalo. Por más que la corrupción pública –y como demuestra el sumario de Gürtel en la comunidad valenciana la hubo y en cantidades astronómicas- sea dinero que se roba al resto de los ciudadanos y, además, desde las instancias que menos deberían osar hacerlo, las que nos representan, en las que hemos depositado nuestra confianza: los gestores políticos. “La corrupción es incompatible con la democracia y, por tanto, aquella hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema”, afirma Carlos Jiménez Villarejo, nuestro primer fiscal anticorrupción, en un documentado estudio en el que, entre otros, cita este párrafo de la obra “Corruzione e Democracia”, de dos auténticos expertos, el politólogo Yves Mény y la socióloga Donatella Della Porta: «la corrupción pone en peligro los valores mismos del sistema: la democracia es herida en el corazón; la corrupción sustituye el interés público por el privado, mina los fundamentos del Estado de Derecho, niega los principios de igualdad y de transparencia favoreciendo el acceso privilegiado y secreto de ciertos agentes a los recursos públicos«.

  Lo que reviste caracteres de extrema gravedad es que el PP, además, reitere que las urnas avalan a Camps. La portavoz de la Generalitat valenciana se ha apresurado a esgrimir ese argumento siguiendo la tónica de muchas otras declaraciones, incluidas las del propio Rajoy que se ha pronunciado varias veces en ese sentido. O la recién elegida alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, a pesar de estar imputada en otro chanchullo. Castedo dijo en su toma de posesión: ‘lo que las urnas han dicho no puede modificarse en otros lugares’.

 Alguien habrá de hacer ver al PP que los votos no bastan –sino todo lo contrario- para lavar delitos (de una “presunción” que hiede). No en un país democrático. Tajante y radicalmente es así: no en democracia. Las mayorías no están por encima de la Ley, como la aquiescencia de la grada no legitimaba el asesinato de los gladiadores en el circo romano. Y hacer llegar ese mensaje a todos los votantes de todos los presuntos corruptos.  No dejo de preguntarme también –e incluso me respondo altamente incómoda- qué hemos hecho mal al formar e informar a una sociedad con esa tolerancia y apoyo a la corrupción. El daño nos lo hacen a todos, a la democracia tan herida en estos tiempos por otros ataques. Que a nadie le extrañe el profundo hartazgo de la ciudadanía. Estamos absolutamente saturados de tanta inmundicia y no vamos a consentirla más.

¿Está capacitado Rajoy para ser presidente de un país democrático?

 

 

Al final, el juicio clave para un político es el de los ciudadanos en las urnas.

 

Así ha respondido Rajoy a TV3 al ser preguntado por el caso Camps, según recoge ABC. El presidente valenciano, imputado por cohecho impropio en el sumario del Caso Gürtel, habrá de comparecer en audiencia preliminar, al rechazar el juez instructor, José Flors, sus alegaciones. Esto le sitúa al borde del banquillo.

Mariano Rajoy ha asegurado en la misma entrevista que el juicio oral «no cambia nada» y que mantiene su respaldo y apoyo a Camps, para que vuelva a optar a la Presidencia de la Comunidad.  Ha sido a continuación cuando ha aludido a que  «el juicio clave» es el de «los ciudadanos» en las urnas.

 ¿Qué hacemos pues con la Justicia? ¿Sobra? ¿Basta el plebiscito popular para lavar, secar y planchar cualquier conducta delictiva dado de que está por encima de lo que sentencien los magistrados?  Pasa de ser una boutade electoral. Tal como lo dice -lo he escuchado en la Cadena SER, aunque no figura el audio- realmente parece creer que, como ocurría en tiempos de Franco que ganaba sus «consultas» con la aprobación de un 99% de los votantes, todo se legitima por «aclamación». «Todo el mundo» (demócrata) sabe que no es así.

Mayoría absoluta (presente y futura)

Fallas. Valencia. 2011

Nueva propuesta de permuta

A grandes males, grandes remedios. Ando profundizando en la serie de medidas radicales para erradicar problemas. A la propuesta revolucionaria de permutar Valencia por Dinamarca y Madrid por Suecia, añado nuevas proposiones de cambios.

Exposición de motivos:

Camps ya es candidato a la presidencia de la Comunidad Valenciana. Lo pidió en todos los tonos, y Rajoy I El Resoluto, ha terminado por ceder. A quienes mientan la presunción de inocencia consagrada en todas las Constituciones democráticas, habría que preguntarles si creen que ha sido ésa la razón para la designación de Camps. Porque ni aún en la más recalcitrante derecha presumo tamaña ingenuidad. El señor de las trabillas ejerce un sospechoso poder sobre el líder del PP que escamaría a cualquiera. Pero la ciudadanía valenciana se dispone a premiar a su Presidente encausado, otorgándole más votos aún de los que tiene y le han permitido hacer y deshacer a su antojo en su feudo.

Por el contrario:

En Alemania –según nos cuenta  Ignacio de la Torre–    un financiero corrupto ha terminado por suicidarse ante el rechazo social a su conducta.

“La empresa alemana para la que trabajaba había pagado sobornos generalizados para la obtención de contratos. Él había satisfecho muchos de estos pagos, pero había pedido y obtenido retrocesiones de dichos pagos. Cuando el escándalo salió a la luz cayó la cúpula de la compañía. Él pasó por la cárcel, aunque poco tiempo. Al salir, acudió a jugar al golf a su club de toda la vida. Terminó su último hoyo, y entró a comer en la cafetería social. Al verle, los presentes se pusieron en pie y abandonaron el recinto, dejándole solo. Él acabó su comida. Volvió a su casa. Se suicidó”.

Los ciudadanos alemanes tienen muy claro a quiénes le encienden la luz roja.

 No es el único caso. Chorizos los hay en todas partes, especialmente punibles entre la casta política. La sociedad británica montó en cólera y exigió responsabilidades (que se arbitraron), al conocer los chanchullos de sus diputados. La Ministra francesa de Exteriores, anda en serios apuros para permanecer en el cargo debido a unas sospechosas vacaciones en Túnez. La opinión pública se lo exige.

Argumentos:

La UE moribunda no es Europa. A Europa se la ama, a pesar de Bruselas. Por el civismo de sus ciudadanos. Habremos de aprenderlo.

Proposición:

   Traer a los europeos transpirenáicos a España. Diseminarnos a todos nosotros por Europa. Nada de lo que nos está ocurriendo sucedería si la sociedad no quisiera. A los males generales que asolan a esta generación enferma, España suma… unas tragaderas con la corrupción que nos engullen a la población entera. No todos son iguales, no todos lo hacen, si lo hacen todos, es porque nosotros lo permitimos.

 De momento, yo me pido Berlín.

Camps y el sexo

    Francisco Camps –como decíamos ayer- ha retirado, temporalmente, la educación sexual de los institutos. Ya avanzó que quería «rediseñar su contenido«. Ahora vemos que la medida coincide con una petición del Arzobispado de Valencia que, de hecho, pondrá a disposición de los colegios concertados y privados durante este curso, un texto alternativo. El arzobispado ha declarado que se están  «ultimando los detalles» de este programa contrario a la masturbación, los anticonceptivos, el aborto o el inicio de las relaciones sexuales antes del matrimonio. Evidentemente todos los miembros del Arzobispado –supuestamente célibes- son auténticos expertos en el tema.

   Siempre me ha desconcertado la obsesión por reprimir el sexo del ultraconservadurismo. Una –a pesar de todo- amiga quiere enviar a Bibiana Aído a la cárcel por haber entrado en las procelosas aguas de lo innombrable. Tras más de 30 años de democracia, la educación sexual sigue siendo un tabú en los colegios españoles, tanto públicos como privados, según se ha denunciado reiteradamente. Depende, en gran parte, del signo del  centro, en algunos es una quimera. El peso de la Iglesia se deja notar y, hasta en la educación pública existe una mentalidad conservadora latente que sigue considerando el sexo algo a esconder. De esta forma, buena parte de los niños españoles continúan informándose a través de amigos y con los medios de comunicación. Los ardorosos adolescentes valencianos –casi todos lo son a esa edad- se toparán ahora con la sotana que les dice que no forniquen y, si lo hacen, sin preservativo para traer muchos votantes al mundo, aunque luego se mueran de hambre.

   Es asombrosa la permisividad con el resto de los llamados mandamientos de la ley de dios. La reiterada malversación de fondos públicos se trata como pecadillos veniales, amarse es un delito mortal, si no cuenta con la bendición de algún célibe sacerdote.

   Entre todas las disquisiciones que se disparan acerca del papel de un dios en la creación del mundo –frente a los racionales hallazgos de la ciencia-, lo más incomprensible es que ese Ser –distinto en cada religión- se haya molestado en ordenar con quién y cómo debe uno meterse en la cama.

   Paradójica también la obsesión de los dirigentes valencianos, de tan «dudosa» sexualidad, por imponer el hombre-mujer y bajo sacramento en las relaciones sexuales.

   El desarrollo científico, tecnológico, cultural, no ha ido parejo en absoluto con el progreso humano. Si nuestros antepasados prehistóricos se zurraban con garrotes y piedras, ahora lo hacemos igual, solo que con sofisticadas bombas. No sólo es necesaria la formación sexual -para sacar mucho más provecho de ella y no cometer errores evitables-, se hace indispensable educar en los afectos, terreno en el que no se ha avanzado nada en milenios. Amarse con emoción, a la luz del día, sin oscuras sotanas que nos oculten. Al fin y al cabo, es uno de los pocos placeres que todavía no cotiza en bolsa.

Me voy a pescar

Hace años que me gusta una canción de Chris Rea llamada “Gone fishing”. “Me voy a pescar. Nada de lo que yo haga marcará una diferencia. Así que me voy a pescar. Y me voy hoy. Sé que suena raro, porque no sé ni media palabra acerca de pescar, pero de todos modos, ya me estoy yendo a pescar”. Es lo que viene a decir, en traducción muy resumida.

Por fin amanece esta mañana nublado y con temperatura respirable, aunque parece que no durará mucho a lo largo del día. Sí mañana. Mañana, dicen los expertos, llega un anticipo del otoño. Y, sin embargo, el gris es un color muy suyo que influye según te pille al abrir los ojos al día y contemplar la realidad.

El Tea Party, el ala ultraderechista del Partido Republicano estadounidense, triunfa en las primarias para las elecciones de este año. Y una analfabeta retrógrada como Sarah Palin, demagoga e inconsecuente entre lo que dice y lo que hace, se consolida como gran líder. ¡Es tan parecida a nuestras cospedales y aguirres!

Mi amigo Jan me escribe contándome aterrado que en Suecia ha nacido un nuevo partido: El SD, Swedish Democratic Party. Procedente de una minoritaria formación abiertamente fascista, dicen ahora que han abandonado esa ideología. “Sólo” son racistas, xenófobos y anticomunistas. Los sondeos les auguran un 5% de los votos. Con ello, deduce mi amigo -profesor de Ciencias Políticas- Suecia va a ser ingobernable, porque ni el bloque conservador ni el de izquierdas obtienen mayoría. Y, según él, no pactarán con este partido de ultraderecha. Por otro lado primo hermano del danés Danske Folkeparti. Tenemos buena a la idílica Escandivania.

La única diferencia alentadora que veo es que las televisiones, privadas incluidas, han rechazado emitir su propaganda electoral. «O emigrantes, o cuidado a nuestros mayores, tú eliges«.

La política es una elección”, aseguran en su eslogan los neofascistas suecos. Sí lo es. A veces. Ahora se están marcando bien las diferencias en todo el mundo. Entre el centro-derecha y la extrema-derecha bien es verdad. Y luego viene todo lo que viene, ya sabéis.

En casa, Camps les ha puesto a sus chicos la película «Invictus» para animar el nuevo curso. Mandela, la concordia y la lucha, profanados por la turbia mano del maniquí bronceado con trabilla italiana, presuntamente costeada con dinero público. Por cierto, esa «poca entidad» de lo robado  -presuntamente, repito-,  que no mueve acciones en el PP, me vendría de perlas para pagar unas facturas que llegan por estas fechas. Al menos, deberían devolverme mi parte de lo mangado tanto de entidad como de poca entidad.

No sé cuántas cosas veo claras esta mañana. Bien pensado bastantes y necesarias. Así que me voy a pescar. Lo mejor es que yo sí sé pescar. Desde pequeña. La paciente, tediosa, solitaria y callada espera a la orilla del río-inigualable oportunidad de pensar-, a la lucha con una esquiva trucha que se esconde por las piedras de los ríos de montaña y que abordas vadeando el cauce con el agua hasta la rodilla. Una vez más es el camino, no la meta. De hecho no me gustan las truchas, ni pez alguno de río. Pero, sí, me voy a pescar.

Restaurar la democracia

Tengo un dilema. O dos. Uno lo refleja Elrich en su viñeta de El País. El otro… sí, lo analizaré en partes.

Aznar quiere “restaurar” la democracia. Sin demasiado eco mediático, el ex presidente español, dijo hace unos días «Debemos restaurar el verdadero sentido de la democracia y sus límites. “El poder político ha traspasado todos los límites razonables y ha invadido terrenos que no deben ser de su competencia, porque no es asunto suyo iluminar verdades sino generar y gestionar consensos como instrumento de la paz social”. “Está pendiente una tarea liberal para devolver al poder político a su lugar y para que la vida pública se apoye en un liberalismo de raíz ética cristiana». «Que el Estado sea sólo eso y no haga de escuela, familia o iglesia”.

Hablaba desde la tribuna de FAES, esa organización que subvencionan los poderes públicos. El dinero de todos sirve para que este individuo que rigió los destinos de España durante 8 años y alma del futuro gobierno del PP, si no su presidente salvador, se cuestione la democracia. A precio de oro (para su bolsillo privado), Aznar dicta su doctrina en importantes foros neoliberales de todo el mundo. No es inocuo lo que dice. Puede hacerlo porque alcanzó su estatus a través de unas elecciones democráticas. ¿Sin restaurar?

Me entero ahora, lo confieso, que Caja Sur pertenece a la iglesia católica. Los órganos de gobierno de las cajas los elije –que yo sepa- el poder político autonómico. Lo que sí es cierto es que, para salvar los platos rotos de su mala gestión, se le va a inyectar más de 500 millones de dinero público. Javier Arenas dice que la culpa es…. de Zapatero.

Camps –que no deja de reír ni bajo el agua- dice que Valencia merece “una medalla mundial interplanetaria”, mundial e interplanetaria a un tiempo. A su lado, Rita se despeña en carcajadas. Van a revalidar y aumentar su mayoría absoluta en la desquiciada comunidad valenciana. No es para menos.

Rajoy entretanto no estaba ni delante, ni detrás, ni al lado, ni encima, ni debajo de Camps, tal como prometió: comió caracoles en Lleida.  Por lo menos, sonreía. Es el de atrás, el de las gafas. En la Lleida del estatuto impugnado, se le veía feliz. ¡Menos mal!

   La Razón ha hecho una encuesta, con su empresa de consulting y todo. El 23 % de los espaloles querrían ver como debate estrella, uno a celebrar entre Zapatero… y Belén Esteban. El 23%.

Vivimos uno de los momentos más graves de la Historia. Los “mercados” –con sede en Wall Street, el Pº de la Castellana y grandes arterias internacionales- ha dado un golpe de Estado, imponiendo sus normas al poder político. Al que elegimos los ciudadanos, al que entregamos en impuestos el fruto de nuestro trabajo y nuestros ahorros. Una cuadrilla de desaprensivos lo succionan, pero no se conforman: quieren más. Incluso –hablando con dinero y público y beneficios –muy altos- privados, pretenden “restaurar” la democracia por completo (aprovechando los resortes de la misma si salen elegidos). Este golpe de mano, esta dictadura, tiene también poderosos ingredientes de involución ideológica. Como todas realmente.

Y todo ello ante la estupefacción de unos y la ignorancia supina de una gran mayoría. Hasta una amiga, buena periodista, se entretiene en la maraña de ramas del rábano que le sirven los medios conservadores que escucha para culpar de todo “sólo” a Zapatero. La información está ahí para todo el mundo, pero no, mejor lo remedia, lo aclara, un debate entre el presidente y Belén Esteban.

Y aquí viene mi dilema que trato de aclarar. Buena solución no tiene, lo sé.

   Si España no fuera una monarquía, el presidente electo de la República, sería José María Aznar, con toda seguridad. El que tomaría el dinero público para cumplir los deseos del capital (aún más que Zapatero, que ya es decir) y duele pensar esto a una republicana.

El festín que se están dando los políticos con las Cajas de Ahorros, ruboriza. La “renovación” de Caja Madrid fue un ejemplo: se repartieron el cortijo tan a gusto. Y ya vemos lo que ocurre con las que tienen problemas: nuestro dinero para salvarlas, y escuchando maldades demagógicas.

Y Camps y Rita muertos de risa.

Tengo un grave conflicto, sí. Igual también yo creo que hay que “restaurar” la democracia. Hace unos días, Piezas decía aquí –en un ejercicio sano de querer entender- que, si hay que suprimir el Estado y que cada uno se las apañe como pueda, partamos al menos de la igualdad de oportunidades (dado que los que más tienen se han aprovechado del resto y, digo yo, así lo mandará la «ética cristiana liberal», que viene a ser lo mismo que la «medalla mundial interplanetaria»). Hacemos un saco con todo el dinero y propiedades que existen actualmente en el mundo, y lo repartimos equitativamente entre los 6 mil millones de ciudadanos que lo habitamos. A partir de ahí que cada uno gestione su parte como quiera. Pero aprovecharse del dinero de todos para fines particulares, pues no, esto no.

Por mi parte, solicito una medida complementaria: inyectar educación e información en toda la ciudadanía. En vena. En sesiones intensivas. Toreros ensartados, fútbol y programas del “corazón” en los recreos. El resto del tiempo a hincar los codos. Periodistas incluidos. Clases de recuperación extra para el 23% de los ciudadanos que lee y vota en La Razón, o en su empresa de encuestas. Enérgica y firme terapia psicológica añadida a los votantes del PP en la comunidad valenciana.

Y, si es lo que queremos, a partir de ahí, pistoletazo de salida y barra libre para todos. Pero que todos paguemos la ignorancia y/o la desvergüenza de un sector va a ser que no me parece democrático. Ya anticipé que era un dilema.

Actualización:

   Aznar sigue en su gira neoliberal y de desprestigio de España: «El problema es la falta de credibilidad, porque más responsabilidad en esta crisis es la responsabilidad del gobierno (español)”, ha dicho -así de mal expresado- en la CNN.  Aquí la grabación de la entrevista completa. Una mezquindad más de este gran «patriota».  ¿Y si recuperásemos las empresas públicas que él vendió (a sus amigos)? ¿Y si algún periodista le preguntara por su responsabilidad en el incremento de la burbuja inmobiliaria, causa determinante de nuestra crisis? ¿Vendría Bush a España a desprestigiar a Obama y decir que no se puede confiar en EEUU?

  Enrique Meneses lo comenta en su blog.

Se reabre el caso Camps

El Supremo reabre la causa contra Camps para que pueda ser juzgado en Valencia por el regalo de sus trajes. ¿En Valencia que lo desestimó? El Supremo ordena la apertura de juicio oral y con jurado popular.  (Evidentemente en Valencia el jurado… será popular).

Pero a la vez, Varela pisa al acelerador para abrir juicio oral a Garzón.

En el mismo día.