Arrasa Merkel, muere… el liberalismo

Merkel ha logrado un triunfo histórico en Alemania. Roza la mayoría absoluta en su tercer mandato. Es evidente que más del 40% de los electores (de unos 45 millones de personas) están encantados con ella. El resto no, al menos quienes han votado otras opciones. Acrecentadas profundamente las desigualdades sociales, los beneficiarios de este nuevo sistema lo defienden por encima de todo.

Tan sonoro es el éxito del partido de Merkel (democristiano) como sonoro el batacazo de sus hasta ahora socios: los liberales, los liberales de verdad, que se quedan fuera del Parlamento por primera vez desde 1945. Esto viene a demostrar que si muy resentida ha quedado la presunta socialdemocracia con este cambio de paradigma al que llaman crisis, quien realmente se ha ido al cuerno es el liberalismo. El auténtico.

Como tantas otras veces las ideologías extremas se disfrazan mostrando solo la patita de cordero, en este caso centrista. A estas alturas de la historia, sin embargo, ya no nos engañan. No a todos, no a quienes sabemos de sus resortes mediáticos de propaganda. La crisis financiera provocada por los poderes… financieros, no lo olvidemos, ha llevado al poder a ultraconservadores que nada tienen que ver con el liberalismo. De dejar hacer nada, son profundamente intervencionistas. Austeridad, subidas de impuestos, imposiciones de todo tipo, no es liberalismo. La aceptación de que una casta aristocrática impone sus leyes a una población diezmada en sus derechos, es directamente feudalismo. Y además viene cargado –quizás como su predecesor- de ultraconservadurismo ideológico. El ejemplo español no puede ser más evidente.

“Merkel ha impuesto un modelo, que tiene sus raíces en la Agenda 2010 del socialdemócrata Schröder, con el que la mayoría de sus compatriotas conviven con tranquilidad. La economía goza de un alto nivel de empleo que se obtiene gracias a la existencia de puestos de trabajo a tiempo parcial o de muy baja remuneración. Uno de cada cinco trabajadores tiene uno de los conocidos como ‘minijobs’. El número de autónomos aumentó en un 40% en la primera década del siglo. Uno de cada tres autónomos tiene muy bajos ingresos. Más de la mitad de ellos emplean sólo a una persona: ellos mismos. En muchos casos, no son gente que prospera. Sólo sobreviven”, explica Iñigo Sáenz de Ugarte.

“La crisis europea sigue siendo dura en el norte (Holanda acaba de aprobar duros recortes) y sobre todo en el castigado sur, pero Alemania está viviendo una crisis muy benigna. No está en recesión. Su paro está en mínimos de las dos últimas décadas. Apenas ha hecho reformas desde la época del socialdemócrata Schröder. Y a pesar de la crisis de deuda europea, o precisamente por ella, Berlín se ha ahorrado miles de millones en intereses. Mientras toda Europa aplica a rajatabla recortes y reformas, Merkel se ha presentado a la reelección con un programa de 30.000 millones para gasto social y apoyo a las familias, apropiándose propuestas de los Verdes (el cierre de centrales nucleares) y socialdemócratas (salario mínimo, freno a los alquileres en grandes ciudades), ha suprimido el copago y se ha resistido —hasta ahora— a cualquier fórmula que obligue al contribuyente alemán a rascarse el bolsillo para pagar la crisis del euro. El debate electoral se ha centrado en las revelaciones sobre el espionaje de EE UU, la subida de los precios energéticos y los servicios a la infancia. Apenas nada más. Ni rastro de políticas de recorte, ni rastro del camino de espinas que provocó que otros Gobiernos cayeran, uno tras otro, desde aquella moción de censura a Topolanek en primavera de 2009”, informa en este caso Claudi Pérez.

Lo peor es que le sirva para concluir: “Alemania llegó a la crisis con los deberes hechos. Hizo todo eso hace 10 años, aunque en condiciones muy diferentes: con todos los demás países subidos a una ola de crecimiento y deuda”. Sí, amigo, enormemente diferente era aquello. Basta leer lo que él mismo escribe para apreciarlo.

La austeridad que Merkel impone sobre todo a sus vecinos y clientes, funciona para lo que funciona. Está claro que tiene contenta a la soldada que le apoya, a los que sacan réditos de esta injusta situación. Por lo demás, Merkel ha prometido que no habrá  eurobonos que acabarían con la situación de privilegio de sus bancos y harían más Europa, más igual y menos súbdita de Alemania. Sus votantes saben, porque también lo ha dicho, que a los países del Sur nos perpetrarán muchas más reformas para pagar… sus facturas. Los correligionarios españoles de Merkel –políticos y medios- están encantados también. Los demás, debemos echarnos a temblar. Nadie parece alarmarse en cambio de los brotes de fascismo que ya se están produciendo -de nuevo- a consecuencia de estas dramáticamente injustas políticas. Vamos ,que el asesinato del liberalismo es -quién nos lo iba a decir- para llorarlo. Fueron ellos quienes en una situación bien similar, sacaron las guillotinas y cambiaron el rumbo de la historia.

elrich.merkel

1990, la revolución de la banca española

En 1990, hace 20 años, los bancos españoles iniciaron una revolución con las llamadas “supercuentas”. En realidad lo hizo el Santander, el peor situado entre los grandes, y hoy –casualmente– el primero de ellos. Un avispado gestor, José Ángel Sánchez Asiaín, había sacudido poco antes los cimientos de los chicos de Neguri, desde la otra orilla, propiciando –a costa de su carrera- la fusión entre el Banco de Bilbao y el Vizcaya. Fue un pionero de las fusiones –con la mejor intención pienso- que en EEUU lograrían cambios legislativos hasta llegar al vía crucis que nos han hecho –y nos hacen- padecer.

Los bancos españoles en 1990 llevaban 5 años con cifras récord de ganancias –hasta del 47% más que el ejercicio anterior-, lo que nos sorprendía a algunos con un gobierno socialista –el de Felipe González-.

Este reportaje me parece muy revelador –es el tramo final-. Las condiciones en las que operaban los bancos españoles en relación con el resto de los europeos (ley del embudo). El desmadre español de las sucursales bancarias. Ya os recordé que España ha venido siendo el país con más oficinas de este tipo ¡del mundo! El del endeudamiento privado. La elevada cuantía con la que nos prestaban el dinero (hubo épocas en las que llegaron al 27%, como se ve en el minuto 5,42), comparados con Europa. O la aparición de rostros que luego serían decisivos. Y, quizás, sobre todo, lo poco que nadie recuerda ya aquella «revolución histórica» que, probablemente, sí lo fue de otra manera.

Recién derribado el Muro de Berlín apenas nadie cuestionaba las bondades del liberalismo y, tanto los consumidores, como yo misma en la conclusión, nos creímos -con patética ingenuidad- que la banca renunciaba a parte de sus ingentes ganancias para modernizarse y dar mejor servicio a la sociedad. Remuneraban las cuentas hasta con el 14% de interés ¿dónde, por ejemplo, se encuentra esa rentabilidad segura ahora?

 

Neofeudalismo

  Escribí esta entrada al poco tiempo de empezar el blog. En marzo de 2009, antes de la nueva crisis que hoy nos sacude: la bursatil, la provocada por los «mercados». La viñeta de Fontdevila me la ha recordado. La dejo tal cual, no ha perdido vigencia. Eso es lo malo, lo mucho que se podía haber hecho para evitar la situación actual hace un año largo y durante un año largo.

Esto decía:

Vivimos tiempos tan confusos que ya no sabemos qué sistema político y económico es el hegemónico. Nos cansamos de despotricar contra el liberalismo como causa de nuestros males actuales -también pasados y futuros- y no advertimos el cambio de régimen que se ha producido ante nuestros ojos. “El liberalismo -copio- es un sistema filosófico, económico y de acción política, que promueve las libertades civiles y el máximo límite al poder coactivo de los gobiernos sobre las personas; se opone a cualquier forma de despotismo y es la doctrina en la que se fundamentan el gobierno representativo y la democracia parlamentaria”. Prima el individualismo, la libertad, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, y el respeto a la propiedad privada como fuente de desarrollo individual, y como derecho inalterable que debe ser salvaguardado por la ley y protegido por el Estado. Es evidente que no es lo que está sucediendo ahora, los gestores de la crisis no están siendo obligados a asumir responsabilidades y la ley del embudo es norma en el trato a unos ciudadanos y otros, apenas protege el Estado, los Estados, los derechos de los ciudadanos de a pie frente a los desmanes de los poderosos, más aún, les obliga a pagar los errores y atropellos de éstos.

Los viejos liberales afrontaban las consecuencias de sus negocios. Si les salían bien, atesoraban múltiples ganancias que, por supuesto, no repartían. Pero, si fracasaban, apechugaban con sus pérdidas, se iban a la bancarrota. Ahora socializamos las pérdidas, pero no los beneficios, luego tampoco es socialismo o socialdemocracia. Sencillamente, hemos vuelto al feudalismo. Es decir, la organización social, política y económica basada en el feudo que predominó en la Europa occidental entre los siglos IX y XV.

Se trataba de propiedades de terrenos cultivados principalmente por siervos (ciudadanos libres), parte de cuya producción debía ser entregada en concepto de “censo” (arriendo) al amo de las tierras -”por la gracia de Dios”-, en la mayoría de los casos un pequeño noble (señor) nominalmente leal a un rey.

Gran papel de la Iglesia Católica en el invento. Durante los concilios de Charroux y de Puy consagra a los prelados y señores como jefes sociales y sanciona con graves penas la desobediencia de estas normas. Los señores, a partir de ese momento, “reciben el poder de Dios” y deben procurar la paz entre ellos, pacto que deben renovar generación tras generación. En los países desarrollados, el peso decisorio de la Iglesia Católica, es, hoy, escaso, pero en España -daño añadido- es una losa de varios quintales. (Actualizo: en este último año se ha producido también, aquí, un renacimiento del involucionismo ideológico -caso Garzón, Krahe, etecé-).

Estamos ante la falsa creencia de que tomamos decisiones al votar, pero el orden social se decide en consejos de administración privados con la connivencia de los gobiernos y de otros poderes -hoy, también los potentes medios de comunicación-. Como en la Edad Media, si el señor, los señores, emprenden una campaña, y fracasan, se paga con los impuestos de los nuevos siervos, o se les recorta la paga en nuestro caso. El señor nunca pierde. Al igual que en las Cruzadas, los señores van con sus estandartes -ahora sus logos- a conquistar nuevos mercados y nuevas fuentes de financiación -catequizar infieles era la excusa-, sufragados por la plebe y, de nuevo, sin repartir beneficios. Lo que es peor, ahora les bordamos sus logos entusiasmados, consumiendo cuanto nos mandan.

Los nuevos siervos seguiremos pagando, ajustando un agujero más cada vez los cinturones. (Como véis, actualizo, ya está pasando con los recortes anunciados y los que se avecinan).

 Traigo de nuevo la frase premonitoria de Josep Stiglitz, Premio Nobel de Economía, sobre las medidas que se estaban -y están- adoptando “es como poner transfusiones a alguien con hemorragia interna”. Lo único es que, como en el feudalismo, quien lucha y se desangra es el ciudadano. Nos van a hacer vivir una espantosa agonía, hasta que se convenzan de que, por este camino, no vamos a ninguna parte. Y, digo yo, algo tendremos que decir ¿no?

 Pues sí, por este camino sí vamos a alguna parte, digo hoy. A la que nos mandan, a la que mandan a nuestros gobiernos, los «mercados» y su portavoz, el FMI.  Negativa, terrible, para el común de la sociedad. Lo estamos viviendo. ¿Dónde nos veremos dentro de un año más? Ah, con los neofeudales en el poder en España (gobierno central, comunidades autónomas, muchos ayuntamientos).

Por cierto, nadie o casi nadie cuenta con la terapia que los franceses aplicaron a feudalismo, tiranía y despotismo. Terrible. Y fue precisamente la -entonces- nueva burguesía liberal. ¡Qué cosas!

Cólera y desencanto

 Un artículo mío, hoy, en Público. De nuevo afloran sentimientos ante la situación que vivimos, pero con la esperanza de que -racionalmente- podamos reconvertirlos:

La búsqueda egoísta –y extrema– del bien individual como motor de progreso y democracia ha revelado fallos insostenibles, materializados en un profundo desequilibrio social que cada crisis acrecienta. O en el aplastante poder decisorio de una cúpula que no ha sido elegida por los ciudadanos. Estalló como revolución burguesa y con la libertad, la igualdad y la fraternidad por banderas. Contribuyó a alumbrar el laicismo que organiza la sociedad independientemente de las confesiones religiosas. ¿Qué queda hoy del viejo liberalismo?

  Los problemas de España, los de Grecia, los de Europa, los de la sociedad mundial, se libran en pisos sin ventanas de un edificio inestable que resta perspectiva al ciudadano anónimo para enjuiciar la situación. Aun así, puede ver y palpar, si quiere, desde un desigual reparto de nutrientes y severas dietas económicas, a la más arbitraria atribución de responsabilidades por la crisis. Y tampoco se equilibra el sistema. Ese que nos lleva a engullir, como natural, que más de 4.000 millones de personas –la mayoría de la población–, malvivan o incluso mueran literalmente de pobreza.

El “sistema” obliga a tomar medidas al poder político y la democracia no parece disponer de capacidad para atajar sus abusos. En febrero, una cena en Nueva York reunió a los gestores de los mayores fondos de inversión de alto riesgo, los hedge funds –espoleta de la crisis–. Les congregaba urdir un plan para depreciar el euro. Por primera vez, que recordemos, los comensales hicieron declaraciones públicas: “Esta es una oportunidad para ganar mucho dinero”, aseguró a Wall Street Journal Hans Hufschmid, antiguo ejecutivo de Salomon Brothers y actual directivo de GlobeOp Financial Services. Y… la moneda europea ha bajado su cotización frente a la norteamericana.

Jacques Juliard, periodista e intelectual francés, advertía entonces, en Le Nouvel Observateur, sobre las consecuencias de un naufragio del euro: “Cascada de quiebras comerciales e industriales, desbordamiento del paro, ascenso de regímenes populistas o dictatoriales”. Concluyendo: “La factura de la crisis de 1929 fue la II Guerra Mundial. Aprisionada entre Al Qaeda y Goldman Sachs, dos amenazas diferentes pero complementarias, la democracia tiene el deber de poner los medios para defenderse”.

El “sistema” suele saldar las recuperaciones de sus más graves tropiezos con la merma paulatina del empleo, el poder adquisitivo y los derechos sociales en los países desarrollados, e incrementado las ganancias de las empresas que sobreviven en este cruel Monopoly jugado en escenarios reales. Hay un dinero privado que no entiende de obligaciones fiscales o patriotismo, si encuentra mano de obra barata (tercermundista o local), u osadas fuentes de especulación e influencia.

Los ciudadanos comienzan a sufrir un drástico ajuste –que afecta a sus vidas– por la crisis que no provocaron. Los españoles ya perdimos un 4% del poder adquisitivo de nuestros precarios sueldos en la década 1997/2007 –la del milagro económico–, según datos de la OCDE. Hoy, el descenso nos sitúa cuatro puntos por debajo de la media comunitaria que incluye a los mal pagados países del Este, en estadísticas de la Comisión Europea. Y, ni aun así, somos ya competitivos. Ni asalariados, ni autónomos. Basta pasear por uno de los innumerables centros comerciales para leer en las etiquetas: fabricado en Marruecos, en Bulgaria, en India. La variable china, con su inmenso mercado de trabajo, introduce un elemento nuevo en esta crisis. Cualquier empresario sabe que puede pagar 50 o 60 euros al mes en lugar de 600 o 1.000 en España.

Seguir la senda que nos ha llevado al desastre parecería la decisión más errónea. Pero no sólo persistimos en ella, sino que brindamos la más amplia colaboración. Los grandes autores de ciencia ficción anticipatoria no osaron imaginar una sociedad de individuos entregado al consumismo voraz, encandilados con su botín, pero arriesgando su propio dinero y su estabilidad. Más dependientes y vulnerables, por ello, que los epsilones de Huxley con todas sus necesidades materiales cubiertas. ¿Quién induce tal ceguera? Otra neolengua, como la que ideó Orwell, logra ya anular el pensamiento crítico, el gozo de pensar y decidir. Y, paradójicamente, en aras de una libertad quimérica.

Desencanto, pesimismo, desconfianza, cólera, peligrosos gérmenes de potencial violencia indiscriminada crecen, sin embargo, en la sociedad. No era el objetivo al delegar nuestra soberanía. Abandonado por los políticos a quienes entregó su mandato, el ciudadano (mentalmente adulto) sabría qué hacer: vaciar la casa, airearla, limpiarla a fondo, pintarla, planificar una nueva ordenación que erradique los agujeros por los que escapa el dinero y la capacidad de gestión. Y, desinfectando cada objeto, volvería a colocar lo necesario para vivir adecuadamente. Todos.

Más democracia y devolver al individuo la fe en sí mismo y en la búsqueda del bien común, recuperando su papel y su dignidad, se perfilan como caminos positivos. En periodismohumano.com, Sam Daley-Harris, premio Nobel de la Paz, aportaba estrategias básicas: “Dejar de pensar que no hay soluciones. Dejar de pensar que no importa lo que hagamos. Dejar de pensar que puede que haya soluciones, pero que no dependen de mí. Dejar de actuar en solitario. Buscar a otros, buscar un grupo”. Una sociedad global y más intercomunicada que nunca posee el poder de regenerar a cualquier poder.

Exorcismo musical

Sonia me ha recordado que existe Barbra Streisand. Y a estas horas –a cualquier hora- la música da un cierto calambre en el corazón. Para exorcizarlo, en aquel programa de RNE con José Antonio Rodríguez y Concha Villalba del que os he hablado varias veces -en una sección-, analizábamos el contenido real de las canciones que nos afectan hasta doler. Hay muchísimas, cada uno tiene las suyas, además.

“Y sin embargo te quiero” es el cénit del desgarro, probablemente. Racial y española, la han cantado todos (hasta Sabina). Se lo avisaron mil veces y no quiso poner atención. Tragó lo indecible la mujer, sin un reproche, preguntando como una dulce geisha ¿me quieres? Cuando él llegaba a su capricho, tras esperarle hasta muy tarde… y “de estar con unas y otras”. “No debía de quererte… y sin embargo te quiero”. Y la lógica suele funcionar, si avisaba algún indicio habría del desarrollo predecible, pero todos sabemos que el amor es ciego, aunque imagino que hasta cierto punto. La cosa termina con un niño sin apellidos. Y con la enamorada cantándole a la criatura hasta las claras del día (dado que olvida las nanas): “que se me salten los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen si te falto alguna vez”. ¡A un bebé en la cuna! Así hemos salido como hemos salido.

El caso es que ayer, en el coche, zapeé por las emisoras de forma aleatoria y encontré a un caballero latinoamericano que me hizo quedarme. Contaba muy compungido una historia con este comienzo: “Hoy me voy a acostar con otra”. Él quería a una señora pero se disponía a copular con una diferente, tratando de culpabilizar a la primera de tamaña desgracia. Iba a pensar en la amada en cada segundo del refocile pero ni en sueños se planteaba prescindir del evento. Lo peor es que se le veía destrozado. Es que parecía que le hubieran obligado y que su destino le condujera a un funeral en lugar de a un buen sarao entre las sábanas. Me dio que pensar. ¿Este hombre estaba a lo que estaba? Porque muchas veces la raíz de los fracasos se encuentra en la falta de concentración. no gustar del trabajo bien hecho. Porque digo yo que no sería una excusa.

Volviendo a Barbra. You don´t bring me flowers any more. Tú ya no me traes flores, ya no me cantas canciones de amor cuando entras por la puerta al final del día. (Entraba cantando canciones de amor por la puerta, atentos). Y no podía esperar para amarla –eso dice-. Odiaba separarse de ella. Odiar, no lamentar. Pues bien, toda la vida entendí que Neil Diamond –que era su pareja- decía: “It´s good for you”. Es bueno para ti. Y me decía: otro con un eufemismo que suele revestirse de diversas formas verbales: no te merezco (esto es verdad), tienes derecho a ser feliz (pero no conmigo). Esa parte se la calla, aunque la señora no vea otra posibilidad de felicidad en ese momento que ese hombre en concreto. Pero acabo de percibir –gracias a la recomendación de Sonia sobre Barbra  que me ha conducido inexorablemente a repasar lo más florido de la cantante- que ¡faltaba un When! Y el asunto cambia diamentralmente. “Cuando es bueno para ti, vale, si soy yo la cosa cambia”. Y ella insiste una y otra vez con que no le trae flores, no le trae flores –la importancia de los pequeños detalles-. El episodio acaba en ruptura. “Mira lo que voy a aprender es a decir adiós, y tú deberías hacer lo mismo”, concluye la mujer, marcando una sensible diferencia con la que aún debe estar diciendo “Y sin embargo te quiero” a sus nietos, si es que el hijo hizo carrera de su vida con semejante infancia. La letra por cierto es de Truman Capote. Y el despido lo dicta Barbra, con mucha educación, con gran elegancia. Ahora lo escucharéis. Por cierto, el tipo parecía legal, salvo que no le llevaba flores ya, eso sí. Nada que ver con el tarambana patrio.

Antes os explico este post. Llevo no ya un día sino varios viendo a ver si soy tocada por la fe liberal y pienso yo que será más fácil si no me meto donde no me llaman. La fe viene cuando ella quiere, es consustancial a su ser, pero hay que echarle una manita. Creo que ser liberal ofrece enormes ventajas en el mundo actual. Ahí tenéis a Rick Costa rehabilitado en funciones y sueldo. O esta ventajosa oferta de trabajo: La CEOE propone un nuevo contrato precario para jóvenes, sin que a sus impulsores se les caigan los palos del sombrajo. Sobre todo, aquí están, se ven, se sienten,  los votantes ávidos de amar a los neoliberales. ¿A quién no le gusta que le quieran?

You don´t bring me flowers…

Actualización 3/3/2010

El hartazgo de los griegos

 Los ciudadanos griegos están muy hartos. Con una poderosa historia que nos ha marcado a todos, sigue siendo el país al que las estadísticas siempre sitúan “a la cola de la antigua UE” (ingresó antes que nosotros, en 1981). Cuando hablamos de sueldos precarios, de gasto social, siempre hemos de añadir respecto a España “salvo Portugal y Grecia”. Los tres países sufrimos largas dictaduras fascistas que frenaron  el progreso que estaba experimentando Europa. Los tres tienen ahora gobiernos socialistas (como me apuntó, excluyendo el resto de las coincidencias, aquel economista aficionado que llevaba el volante de un taxi). Hoy una huelga general ha paralizado Grecia Y el Gobierno griego acusa a la UE de doble moral y a Italia, Francia y Bélgica de falsear también sus estadísticas. Interesante. Se rebelan ciudadanos y Gobierno.

 En España. Francisco Camps declara una cuenta con 900 euros y la mitad de un piso de 110.000. Gana 80.000 euros anuales como Presidente de la Generalitat, más pluses y dietas. El sastre que le hizo los famosos trajes, declaró que le había tomado medidas en el Hotel Ritz de Madrid donde se alojaba (y que entonces no tenía las habitaciones de oferta como ahora “por la crisis”). A sus síndromes debe añadir el de “cenicienta” y necesitar acudir a un palacio cuando uno sale de un hogar modesto, casi un chamizo dados los precios de la vivienda en Valencia. Ahora bien, la habitación en el lujoso hotel la pagan los impuestos de los ciudadanos, no su tarjeta de crédito personal. El portavoz del PP en Las Corts, ve «normal» que declare tan exiguo saldo en la cuenta corriente, porque «cuanto más tiempo lleva uno al servicio de los ciudadanos más dinero pierde«.  En Valencia no hay huelga general, ni de votos.

   Pero llega un día en el que los sufridos ciudadanos se hartan. A los griegos, la dictadura del “mercado” les podría hasta echar de la UE. Y nosotros tenemos las barbas en remojo, por muchas que sean las diferencias estructurales. La receta liberal la marcan en la práctica (además de parcialmente el ejecutivo socialista) tipos como Camps, como Aguirre. Es que la intentan obligar a poner en práctica al Gobierno griego. Hay que aprender de los ejemplos. Lo malo es que en España el hartazgo se manifiesta de una forma extremadamente drástica. Porque según estamos viendo –post anteriores y comentarios- fascistas y golpistas envalentonados por las encuestas están saliendo, sin pudor, del armario, llamando a los temibles «salvadores de la Patria». Pero también ocurre, también lo vemos, que un sector cada vez más amplio de la sociedad está llegando al límite de su paciencia. Será instructivo ver cómo acaban los griegos su batalla.

La ultraderecha quiere poder

Nunca tuvieron muchos complejos, pero ahora parecen haberlos perdido todos, alentados por la ya experimentadas reacciones de la sociedad a una gran crisis económica. La extrema derecha quiere poder y empieza a verlo viable por métodos «aparentemente» inscritos en la democracia.

Le une el odio al «aparato» del Estado, una oposición radical al presidente, y una presunta defensa de los supuestos valores tradicionales. Salen de una profunda depresión (la sociedad parecía ir por otros derroteros), pero se han llenado de nueva energía que presagia «el triunfo de esta contrarrevolución«. A viejas y nuevas figuras de la política, se han incorporado a la misión demagogos periodistas con gran audiencia. Algunos lemas que les alientan: «la resistencia a los recaudadores de impuestos», «cómo salvar la libertad amenazada», «la guerra a la inmigración ilegal»…

En fin… estoy hablando de EEUU. Este fin de semana los ultras se reúnen en Washington en una conferencia que pretende imponer el control sobre el Partido Republicano y decidir la suerte de las próximas elecciones. El objetivo de esta conferencia es el de convertir lo que hasta ahora es un movimiento disperso en una fuerza cohesionada capaz de conseguir el poder. A sus miembros que ya lo ostentan en distintos Estados se les llama a seguir las consignas. El artículo lo firma Antonio Caño en El País.

Una diferencia significativa: la amenaza a su proyecto ideológico les viene a los ultras estadounidenses “de las élites culturales, los medios de comunicación, Hollywood, los inmigrantes y las influencias extranjeras”. Seguramente porque piensan que pueden crear opinión en una sociedad adormecida, mal informada y que no sabe distinguir, por ello, a los causantes de su situación. Una muy sensible diferencia.

El que avisa no es traidor. Ved este montaje que encuentro vía www.escolar.net o, más exactamente en el twitter @iescolar Hitler y el Cabañal, por Gong Duruo

Haití como una bofetada (pasajera, eso sí)

No entiendo por qué los muertos de las Torres Gemelas eran transparentes, al punto de no distinguir más que cascotes de piedra en las imágenes, y se nos bombardea con los cadáveres de haitianos amontonados como despojos de ganado. Semidesnudos en muchas ocasiones. Es un mayor aldabonazo a las conciencias, sin duda –lo que se ve, existe-, pero la vida humana tiene su dignidad –blanca o negra, rica o pobre- y, sobre todo, es que para la mayoría esto no deja de ser más que un suceso que engullirá la actualidad para pasar a otra página en pocos días. A mí desde luego se me pone un nudo en el estómago –doloroso, desestabilizado- ver esas imágenes.

Un comentario de este blog –que no deja de ser un sentimiento bastante generalizado-, aunque previamente argumentado, concluía: “El problema es cuando ese bienestar que compartimos (no tengo problemas porque se ayude a un Rumano, a un Marroquí o un Subsahariano) sirve como efecto llamada y no dejan de venir. ¿Hasta dónde puede llegar nuestro sistema social? ¿Se puede controlar mejor a las personas que delinquen y que no aportan a la sociedad? Y más preguntas de esta índole…Yo creo que es un debate a hacer o por lo menos fenómenos a seguir”.

No me voy a cansar de repetir preguntas basadas en datos ¿Cómo puede ser justo un sistema social en el que más de mil millones de personas mueren literalmente de hambre y tres mil millones apenas tienen qué llevarse a la boca? ¿Cómo puede sostenerse un sistema en el que, por tanto, la mayoría de la población lo pasa tan mal? ¿Por qué un terremoto de 7,1 grados en San Francisco (1989) dejó unos pocos muertos, algunas casas y un puente derruido (que reconstruyeron inmediatamente) y uno de 7,3 en Haiti siembra las calles de cadáveres? ¿Por qué en el propio Haití quien dispone de medios de pago –como ha dicho el telediario- recibe sepultura, y el resto va a ser recogido con palas y, junto a las piedras, tirado a un vertedero? ¿Es extraño que algunos jóvenes haitianos salgan con machetes a asaltar la ayuda humanitaria para poder comer? Millón y medio se han quedado… sin “hogar”. ¿Por qué abrir los ojos a la vida en un país determinado da derecho de propiedad sobre él, al punto de decidir quién lo habita y quién no? ¿Qué criterio adjudica al «extranjero» la comisión de delincuencia en la España de los 400 mil ladrones (¿4 millones quizás?) autóctonos de cuello blanco?

Sé la respuesta: es que el liberalismo ensalza la libertad, en este sistema todos somos libres. Menos unos cuantos millones que no disponen de esa oportunidad. La suma de egoísmos –eso es el liberalismo- no puede hacer funcionar el mundo de una manera justa, y, como no puede, no lo hace.

Obama está enviando ayuda y 10.000 soldados para imponer el orden en el caos y después para abordar la reconstrucción. Loable iniciativa. Lástima que, en el pasado, EEUU interviniera también para restablecer en el cargo al dictador Duvalier. De aquellos polvos, estos lodos. Ahora habrá que “tutelarles” por largo tiempo.

Pues nada, ya hablan de deportes en el telediario, y todos los periódicos traen páginas con muy diversos temas. Como los blogs, como este blog. Y es viernes, y tenemos cena rica. Los muertos haitianos siguen en la calle mientras tanto.

Hoy, en el Puente de Piedra: el hombre de las orejas

Cada 30 de Diciembre, aguardaba a que mi padre me contara la historia que me había fascinado desde la primera vez que me la relató: “Hoy es el día en el que si vas al Puente de Piedra con una camisa mojada, verás pasar a un hombre que tiene tantas orejas como días el año”. El 31 se podía asistir al tránsito del “hombre de las narices”, tantas como el año. La propuesta era sumamente sugerente, y aún no sé cómo en mi osada curiosidad no me arriesgué a empapar una camisa y arrostrar el frío y el cierzo de Zaragoza en Diciembre para contemplar aquellos singulares fenómenos. Lo cierto es que un hálito de sensatez se imponía: la condición era suicida y habría de esperar contingencias mejores.

Hoy se aguardan 17º de temperatura en Zaragoza y lluvia. 24º en Murcia, o 20º en Bilbao. Apenas entrañaría riesgo de pulmonía buscar al hombre de las orejas, y al hombre de las narices en unas horas. Muere el planeta saqueado, mientras encarcelan a sus defensores, y nuestros dirigentes se lavan las manos tras los banquetes de las cumbres internacionales.

Rechazo los balances de simple efeméride, pero no los que nos sitúan ante realidades sostenidas. 2009 ha registrado un aumento del número de periodistas asesinados, perseguidos o censurados (en este caso más en Internet, el medio que no existe para un juez de Madrid). También ha crecido el de despedidos y prejubilados. No eran ésos que vemos gritar en los debates, ni los que sacan los trapos sucios de los famosos de cuarto pelo y que han ensuciado el prestigio de la profesión. Eran algunos de los muchos que aún pueden contar lo que pasa, si se les presta oídos y ojos.

En Internet, o en una esquina del periódico que fundó se puede ver también, este resumen de “El año de la crisis” de Ignacio Escolar: “Fueron doce meses tan terribles, tan dramáticos, que las grandes fortunas españolas se volvieron un 27% más ricas. El patrimonio empresarial de Amancio Ortega creció un 37%; el de Emilio Botín, un 71%; el de Esther Koplowitz, un 24%… El déficit se multiplicó por cinco, el PIB perdió un 3,6% y el paro alcanzó el 18%. Pero que la miseria no avinagre el champán, que el 2009 tampoco ha sido para tanto, que la bolsa ha subido un 30% y ayer alcanzó su máximo anual. Desde lo alto de los 12.000 puntos piramidales del Ibex 35, doce meses de mierda nos contemplan. La crisis es así, asimétrica. Relativa. Los pobres son más pobres, los ricos son más ricos y el capitalismo nunca cambia, que la vida sigue igual”.

Un anciano sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, nos da todas las claves también en reservados reductos de la Red, o de esos pintorescos lugares donde además de best Sellers venden libros: “Del capitalismo como «sistema parásito». Así comienza a argumentarlo.

“Tal como el reciente «tsunami financiero» demostró a millones de personas que creían en los mercados capitalistas y en la banca capitalista como métodos evidentes para la resolución exitosa de problemas, el capitalismo se especializa en la creación de problemas, no en su resolución.

Al igual que los sistemas de los números naturales del famoso teorema de Kurt Gödel, el capitalismo no puede ser al mismo tiempo coherente y completo. Si es coherente con sus propios principios, surgen problemas que no puede abordar; y si trata de resolverlos, no puede hacerlo sin caer en la falta de coherencia con sus propias premisas. Mucho antes de que Gödel escribiera su teorema, Rosa Luxemburgo publicó su estudio sobre la «acumulación capitalista» en el que sugería que el capitalismo no puede sobrevivir sin economías «no capitalistas»; puede proceder según sus principios siempre cuando haya «territorios vírgenes» abiertos a la expansión y la explotación, si bien cuando los conquista con fines de explotación, el capitalismo los priva de su virginidad precapitalista y de esa forma agota las reservas que lo nutren. En buena medida es como una serpiente que se devora la cola: en un primer momento la comida abunda, pero pronto se hace cada vez más difícil de tragar, y poco después no queda nada que comer ni tampoco quien lo coma…”

No sé cómo recordará la Historia este tiempo, necesariamente finito, que nos ha tocado vivir. Lo peor es que si, tomando ese vertiginoso tren habilitado, me fuera hoy al Puente de Piedra de Zaragoza, quizás comprobara que ya no acude el hombre de las orejas, porque carece de ellas o las tiene taponadas. Pero aún es una tentación desplazarme. Tal vez… el año próximo… una vez más. Salvo que quieras venir conmigo, que vayamos todos a gritar serenos sobre el Ebro, para reabrir conductos auditivos que trasladan ideas al cerebro.

(A David, a quien también fascinaba la historia que le contaba su abuelo).

(He encontrado siete entradas al  blog traducido al alemán . A mi «xenofilia» le ha encantado).

Balance del 27 de Diciembre de 2009

Mirar atrás –aunque sólo sea un año- únicamente tendría sentido para entender que los problemas que vivimos tienen raíces y no son un esqueje plantado en una tierra de la que no puede alimentarse para crecer sano.

Hoy, siguen ocurriendo cosas que interesan. En España estamos en crisis, con una juventud –que se extiende a mitad de la treintena- en paro, y con la mitad de los mayores de 50 años sin empleo o prejubilados. El resto, hipotecados de por vida. Salvo excepciones notables, claro está.

El sistema mundial hizo aguas hace dos años y medio, y los brotes verdes anunciados se sedimentan casi igual que el esqueje, en este caso en tierra podrida. Indispensable reportaje de Joaquín Estefanía en El País, con todos los porqués y contradicciones. ¿Se avisó? Desde luego que sí, pero no se abrieron los oídos. Se advierte también ahora -muy poco, eso sí, no vayamos a inquietarnos- de que transfusionar dinero a un enfermo con hemorragias descontroladas, sólo prolonga la agonía, y el mensaje se diluye en la equidistancia de las opiniones discutibles. Siempre hay alguien que dice lo contrario y es creído, aunque no tenga razón. Hay a quien «le gusta más» esa versión.

Aquí se añadía, ya sabemos, la burbuja inmobiliaria, la corrupción intolerable, la inexistencia de un tejido sólido. Males estructurales que no nacieron ayer. Pero igualmente nos perdemos en las declaraciones interesadas de líderes políticos, zanahorias agitadas en los ojos de los desinformados, mientras con la mano escondida se hurga en el cajón abierto del poder. Los Gürtell que no importan –o no lo suficiente- a la ciudadanía, la deriva de un gobierno autoderrotado, hojas del rábano que no comemos los votantes.

Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, se encuentra hoy incomunicado en una cárcel de la supuestamente civilizada Dinamarca, por entrar en la cumbre de los inoperantes con un pancarta que decía: “Los políticos hablan, los líderes actúan”. Y no debe ser tema de confrontación política, porque allí sigue recordado por unos pocos. Subirán las temperaturas, en España sobre todo las nocturnas, nos coceremos, y no vendrá nadie a hervir en la cazuela entre cemento. El clima airado arrojará lluvias y tornados intempestivos, como ya está haciendo. Y saldrán los pagados por intereses cortos y privados –pero sustantivos- a decirnos que eso es mentira, y que el CO –que no el CO2- se come. Juan López de Uralde se atrevió a irrumpir en la recepción que gastaba dinero a espuertas, con putas gratis a la salida ¡pues a la cárcel!

Siguen secuestrados los cooperantes catalanes, de ese millar de españoles que andan por el mundo intentando resolver problemas acuciantes. Son insultados incluso –llamados «gorrones» por expertos en gorronería-, mientras casi hay un cisma nacional por los marineros de un barco privado de beneficios privados. Todos ellos han sido retenidos por desesperados de las injusticias que nunca se resuelven.

  Un juez sentencia a periodistas de la Cadena SER a cárcel e inhabilitación profesional, por informar verazmente de afiliaciones fraudulentas y masivas en el PP de Madrid, vinculadas al nunca aclarado -¿por qué?- “tamayazo” que cambió el signo político en la comunidad. Además, han osado publicarlo en Internet que no es un medio de comunicación tradicional ¡vaya por dios! Si, como parece por lógica, la sentencia es revocada en instancias superiores ¿pagará este ideologizado juez por su decisión?

“Tengo 6 hijos en mi tierra y llevo 4 años sin verlos”, dice una emigrante anclada en Barajas, porque la línea del Presidente de los empresarios españoles la ha dejado en tierra. Ya hemos pagado con más de 6 millones de euros, el viaje navideño de otros que con su billete en mano se quedaron sin vuelo. El liberalismo acepta que el Estado -al que combate- intervenga para pagar los platos rotos empresariales, otro colega afirma sin rubor que “Díaz Ferrán lo está haciendo realmente bien” y Javier Arenas esta vez no opina.

Un niño rico de la desigual Nigeria, la de la riqueza inmensa tan mal repartida, la que lapida mujeres, sale de su piso de lujo en Londres –donde estudia ingeniería- y pretende volar un avión en cielo estadounidense. Su padre, banquero, ya había advertido a las autoridades sobre la deriva integrista de su hijo. Extremaremos el miedo y la incomodidad de volar en aras de la imposible seguridad perfecta y ahí quedará todo.

Pero Obama ha conseguido ver aprobada su reforma sanitaria, lo que otros presidentes norteamericanos intentaron durante años, sin éxito. Entretanto, la española cae en picado y cruzo los dedos para que sus consecuencias no sean irremediables. Repartimos su gestión entre los 17 gobiernos –España tiene 18 gobiernos, no uno, más la UE-. Y algunos decidieron hacer negocio con nuestra salud. También con ella.

Las grandes marcas de moda de lujo, están deslocalizando –ese precioso eufemismo-; ahora les cosen los trajes en el tercer mundo de obreros explotados. El sistema se supera a sí mismo ante la indiferencia o desconcierto general. Y Austria abre tienda para perros de dueños pijos. Con collares de cristal de Swarovski y demás menudencias. Lo he escuchado en la SER donde Monserrat Domínguez andaba toda la mañana pensando en ir a abrir la espita del gas. Y no encuentro la referencia de la publicación.

Yo había pensado en irme a calmar los ánimos nadando en agua calentita, pero la zona esta tomada por los defensores de “La sagrada familia”, con 40 obispos y nuestro europarlamentario Mayor Oreja en cabeza. Y con el Papa interviniendo por vídeoconferencia. Imprescindible este recordatorio histórico de tamaña falacia de Jesús Encinar (la familia «tradicional» surgió a mediados del siglo XX). Pero sigamos persiguiendo zanahorias disuasorias, hojas de rábano, que si metemos en la cárcel a las mujeres que siempre han abortado, y dejamos que los homosexuales se encamen con quien quieran –siempre que no los veamos-, el mundo se arregla en un pis pas. Por cierto, los obispos protestantes se manifiestan por otros problemas ¿por qué será? ¿Veremos a Mayor Oreja pidiendo la libertad de López de Uralde, la de los cooperantes, protestando por el fiasco de Díaz Ferrán?

Creo que voy a ver de intentar llegar en coche al spa –la combinación de metro es pésima-, me sentará bien. Espero. Igual hasta me cambia el chip y se disuelven en agua mi preocupaciones.

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