Preocupante euforia por los escaños de Vox

Asistimos a una reacción inquietante por los resultados electorales en Andalucía: los 12 escaños de Vox parecen ya una mayoría simple de gobierno estatal, a completar con las derechas de PP y Ciudadanos radicalizadas. Partiendo de análisis parciales que minimizan u obvian elementos decisivos, empeñados en extrapolar a toda España lo ocurrido en los comicios andaluces. Con Vox hasta en el agua que sale por el grifo, es imprescindible racionalizar las especulaciones. Tarea ímproba en este maremágnum de voces en torre de babel. La formación ultraderechista filofascista –que lo es por más que la laven  – ha subido en votos sin duda.  Y en Andalucía. En todo lo demás abundan las teorías incompletas.

El factor fundamental para el resultado electoral andaluz ha sido la abstención. Relegar en las consideraciones que más del 41% de los electores no acudió a votar es dejar el análisis radicalmente incompleto. 400.000 votos ultras es un elevado número, 2.600.000 abstencionistas mucho mayor. Quienes faltaron a las urnas fueron votantes de izquierdas, englobando ahí a Susana Díaz lo cual es cuestionable.

Susana Díaz, además de su propia gestión, del cansancio por un gobierno del mismo partido durante 36, añadía haber sido la candidata que perdió frente a Pedro Sánchez. La que orquestó –entre otros– la defenestración del entonces secretario general en una cacería bochornosa y encima salió derrotada. ¿Cómo se puede obviar esto en los análisis?

Unidos Podemos –aun teniendo en Teresa Rodríguez una candidata con el aire de  la formación – pagó sin duda las marcas locales que desdibujan a UP nacional. Los evidentes cruces de protagonismos. Así parece sentirlo el electorado.

Es evidente que esta izquierda no responde en este momento a lo que piden los andaluces. Y por eso se quedaron en casa sus seguidores. En casa o en la calle. No en los colegios electorales para votar a otros.

Lo que ocurre en Catalunya también explica los resultados, pero no debe en modo alguno transferir culpas a lo que hacen los andaluces con su voto. Para el electorado de derechas que, según ha demostrado, prefiere esa imagen de la unidad española –tan folclórica y hueca en la campaña, a caballo y en vaca – a resolver sus problemas reales. Igual es que no los tienen.

Conocido el escrutinio, los 12 escaños de Vox parecen un triunfo colosal. Cuando lo es relativo. El PP, habiendo perdido votos, se ve reforzado en sus estrategias ultras. Y, en unión de Ciudadanos, que ha perdido toda etiqueta centrista, se diría están a punto de formar gobierno en Madrid. Y no es así.

Un poco de calma y de racionalidad. Una cosa es el interés informativo indudable y otra ponernos Vox en vena cada vez que se abre casi la totalidad de los medios informativos. Y los lavados y perfumados. Es tan abrumadora la reacción que hace saltar las alarmas. Como añorada agua de mayo ha caído ese éxito. Lo más granado del establishment reaccionario –presuntos progres incluidos – nos dicen el eslogan clásico del maltratador: algo habremos hecho. Ahí tienen al académico Arturo Pérez Reverte, escritor «con agallas» según proclama. «Somos nosotros quienes extraemos al lobo por nuestra propia estupidez», dice textualmente. Cuando el grave problema español es que ha alimentado a la bestia franquista fascista criada en la impunidad.

Este lunes se cumplían 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nacida de una enorme congoja y de un intenso deseo de que la barbarie fascista no se repitiera más. Díganme qué tiene que ver Vox y las versiones de sus colegas de la derecha, con estos principios irrenunciables. Los ataca con virulencia. Atiendan a lo que les están vendiendo por noticia, porque en muchos son caramelos envenenados.

Y la manipuladora asimilación con Podemos. Así, miles de franquistas se sienten justificados. No, la ultraderecha no es democrática, la ideología que defiende Podemos sí. Todo el arco ideológico lo es -aunque no nos gusten algunas opciones-, salvo el fascismo que se sale de todas. Y acaban de meterlo en las instituciones.

Los resultados electorales en Andalucía no son extrapolables al resto de España y para diferentes comicios. No todavía. Aunque se nota cómo se está dibujando la táctica de la profecía autocumplida. Por frivolidad, por vender audiencias e intereses, o con objetivos desestabilizadores y de control de mayor alcance y peligro. Vox son los fachas de moda. Buena gente para políticos y periodistas afines. Su temerario programa electoral no pasa de cuatro niñerías para esta gente.

Y ya tenemos un nuevo elemento de controversia… y banalización. Catalunya perenne desplazando todo lo demás. Vía eslovena, con unos Balcanes crujidos de siglos de enfrentamiento, de heridas incurables que afectan casi a cada familia, con crímenes de lesa humanidad de por medio, no es comparable a Catalunya. La vía escocesa que pide Torrent, presidente del Parlament, se encuentra con el escollo de gobiernos que no son como el de Cameron, paradójicamente, ni como una Reina Isabel II británica que se mostró exquisitamente neutral en el referéndum.

La reacción “centrista” del gobierno Sánchez no es la solución si es lo que se busca. Torra no es el más diplomático de los presidentes, como Borrell no es el más diplomático de los diplomáticos en funciones de tales. Grandes tragedias ocurrieron en España sin movilizar efectivos de control de la envergadura prevista. Enviar de nuevo piolines a Catalunya se inscribe en la estrategia de aplacar a la ultraderecha crecida con pozales de carnaza que la alimenta.

Ya cuesta repetir lo que precisamos para ahuyentar el peligro. La inacción o las actuaciones equivocadas no dejan de agrandarlo. Desde la política sí pueden, con acciones efectivas, siquiera cumpliendo lo que se prometió. Desde el periodismo independiente también, brindando información veraz y sin cargas externas.

El problema es un ultracapitalismo que resuelve sus crisis con más abusos y que está dejando una Europa en demolición. Tendría que primar la negociación, no el enfrentamiento. Solo el diálogo puede salvarnos del futuro que viene por sí mismo o prefabricado.

Algo fuera de la lógica está ocurriendo. Con los pies firmemente apoyados en el suelo, no pierdan el horizonte.

 
 

Rajoy, un presidente normal para un electorado normal

Mariano Rajoy ha vuelto a sacar del fondo de armario el concepto “normal” que nunca le ha fallado hasta ahora entre sus votantes normales. Gentes toda ellas con un “sentido común”: el de la normalidad de la derecha española. Común, normal, frecuente, ordinario,  general, universal. Como el Barón de Claret, ministro Portavoz, o la Condesa consorte de Murillo, Esperanza Aguirre por su casa, a la que le acercan los pies a los juzgados para responder de alguna de las tramas de corrupción de su partido. Lo normal, en el PP.

Sin irnos tan lejos, García Albiol, defenestrado en Catalunya, encuentra que no está a la altura del cargo quien suena para la presidencia de la Generalitat: Elsa Artadi, Doctora en Ciencias Económicas por la Universidad de Harvard. “Esta señora no ha demostrado nada”, dice el líder popular. Para precisar a su jefe, Mariano Rajoy, que urge a buscar un presidente “normal”, porque, en caso de que no le parezca normal a él, mantendrá el 155. Lo normal en una democracia.

En España ya llevamos dos legislaturas con un  presidente normal llamado Mariano Rajoy. Más los previos de toda su carrera política con hilillos de plastilina y una catástrofe ecológica incluidos. En su mandato ha recortado hasta en medicamentos de uso común como antiácidos –por mano de la Señora del Confeti Ana Mato- porque una ciudadanía con ardor de estómago conoce mejor el valor de lo normal. Aquel medicamentazo del que tan poco se habla tenía ese único objetivo: fastidiar porque de ahorro, nada de nada. La normalidad de Rajoy y sus lugartenientes en las CCAA se llevó ciencia, cultura, educación, sanidad, ayuda a la dependencia, a la lucha contra la violencia de género. Lo normal. En el PP.

Lo mejor es que todavía queda bastante de dónde tirar. Un consejo de ministros el de este viernes destinado a dar satisfacción a los sentimientos de su electorado normal. A esta gente le gusta la Cadena Perpetua –que esto es la Prisión Permanente Revisable- y extendida a más delitos. Aunque no sirva como disuasión – lo argumenta Ignacio Escolar al detalle– la venganza satisface a un determinado tipo de personas normales versión PP. España tiene una larga tradición en los placeres de este tipo. El desollamiento de infieles en los gloriosamente normales tiempos de la Inquisición parece que fue muy reconfortante. Por cierto, como siga en vigor el delito de blasfemia en esta normal democracia española del Siglo XXI, podríamos volver a reeditarlo. Ni siquiera es constitucional ahora, como explica Joaquín Urías, ex magistrado del TC.  Pero si la quiere la gente normal del PP está todo dicho. O la lapidación que también descarga muchas tensiones en los que arrojan la piedra.

Las pensiones están sentenciadas. El saqueo de la Hucha de reserva, tan ideológico, es solo un síntoma pese a su magnitud.  El gobierno ha decretado medidas nada inocentes este viernes. Un plan de estímulo para fondos de inversión, tal cual, a los que reducirá comisiones para apoyar a bancos y usuarios con la capacidad económica de suscribirlos. Los nuevos pensionistas-si llegan a serlo- cobrarán cada vez menos. Hasta el 30% según algunos cálculos. Por eso el presidente normal del gobierno ha dicho que vaya pensando el personal en hacerse un plan privado sí o sí. Lo reiteran a menudo en todas las voces, pero ahora ya lo presentan como inevitable. En EEUU ya van por los  79 años para seguir subsistiendo trabajando en minijobs.

Lo “normal” es hacerse un plan de pensiones. Solo que la inmensa mayoría de los ciudadanos no puede afrontar ese gasto.  Únicamente  el 25,7% lo hacían en 2013, al inicio de la precarización más brutal, según el libro de dos economistas solventes: Juan Torres y Vicenç Navarro. Y no va a mejor. A 3,90 euros están pagando la hora en España, contaba Laura Olías en eldiario.es, ahorre usted así para el plan de pensiones y para el resto de los gastos. En aumento, con las privatizaciones y copagos. Los votantes normales del PP -pensionistas, el grueso de su electorado- se niegan a ver las evidencias, al parecer, o algo les compensa.

Vayan ahorrando también para la educación de sus hijos y nietos. Lo normal en los nuevos tiempos. Cifuentes acaba de  regalar suelo público para un colegio en el que habrá que pagar.  Es la tónica. Y el normal apoyo a la ideología de la desigualdad. La Comunidad de Madrid se sitúa en cabeza de Europa, solo por detrás de la Hungría de ultraderecha oficial , en segregación de escolares. Los ricos con los ricos, los pobres con los pobres. Con ayuda de dinero público en muchos casos. Y gracias. Ahorre para el futuro, lo anuncia el Presidente normal.

Rajoy, Sáenz de Santamaría, Báñez, De Guindos, Cospedal, Zoido, Casado, Hernando, son la normalidad del PP que valoran sus votantes. Y Cañete, Camps, Wert, Mato, Soria, Celia Villalobos, viviendo aún de las rentas en mayor o menor grado. Los mejores, será, de esa derecha española tan normal.

Los votantes del PP son capaces de tragar y apoyar una corrupción que salpica con su mugre en cada nueva declaración de sus propios autores. Avalan la educación clasista aunque procedan de capas con escasos recursos y se lo pongan más difícil a los suyos. Se da ese nivel. Sustentan la precarización y privatización de la sanidad. Ni con la salud cejan en su cruzada. Engullen sin problemas las mentiras flagrantes, el uso partidista de la justicia. El borrado y machaco de los ordenadores de Bárcenas y que la Fiscalía diga que no es delito en contra del criterio de jueces. Son personales normales, tan normales como Rajoy.

Se diría que al electorado del PP con un buen palo al que se desvíe de su normalidad y unos cuantos whatsapps de escarnio para enviar a las amistades ya les compensa. Convierten en asunto nacional cualquier estupidez. Aunque, entretanto, se dejen saquear y propicien el saqueo de todos. La educación en valores ha fallado ostensiblemente en España bastante más que la gramatical, que también.

Lo anormal -tras décadas de mayor o menor progreso- es salir como la gente del PP. Pero no desviemos la atención de lo esencial. Un votante puede equivocarse –al punto de creer que es normal lo que hace el partido al que entregaron su confianza-, pero los auténticos responsables de este escarnio son otros. Son los políticos y medios que secundan la profunda anormalidad en la que vivimos. Aquellos, entre los periodistas, que ofrecen una visión distorsionada e interesada de la realidad. El PP que calla y otorga desde todos los puestos de poder y quienes se auparon en las elecciones prometiendo que nunca apoyarían un gobierno de Rajoy. En este caso, Pedro Sánchez y Albert Rivera. No solo lo mantienen en La Moncloa sino a todas las leyes regresivas que uno o los dos anunciaron revocar. Los que siguen subiendo y bajando en los sondeos ante una ciudadanía desconcertada que ve desmoronarse sus pilares sin saber cómo afrontarlo.

 

*Publicado en eldiarioes 9/02/2018 – 

2017: el año en el que cayeron las caretas

2016 fue el año que no vinieron venir como se cansaron de señalar porque cuesta ver desde los cenáculos del poder. A pie de calle, más cerca, se apreciaba mucho más la realidad. 2017 ha sido el que ha visto caer todas las caretas y algunos velos. Los años no son sino convencionalismos, periodos de tiempo, pero sirven para evaluar la marcha. Tras ir repitiendo elecciones y algún golpe de mano interno al efecto, 2017 se estrenó con Mariano Rajoy sin salir de la Moncloa. Al gusto del poder establecido. Unos partidos presuntamente de oposición iban a controlarle, nos dijeron, pero lo cierto es que Rajoy ha hecho, desecho y parado cuanto ha querido. Como si dispusiera de mayoría absoluta de nuevo. Hasta más legitimado por el consenso que le aportan quienes terminaron siendo sus socios. Una gran coalición de facto, a la derecha y a lo suyo. Es un primer dato significativo del año que termina.

A partir de ahí, el gran hecho distintivo de 2017 ha sido la caída de múltiples caretas. Algunas se habían ensamblado prácticamente con el rostro pero sus dueños las han despegado con soltura. Catalunya con todos sus avatares ha sido el catalizador para saber que hay personas capaces de defender un territorio por encima de las necesidades de una sociedad. Y vale tanto o más para el nacionalismo español que para el catalán. Esa fue la gran revelación, no el que salieran tantos mucho españoles o independentistas irrevocables, sino sus prioridades excluyentes.

Ha sido el año del “A por ellos”, a un alto coste. El campo de batalla quedó sembrado de heridos y de caudillos en pie más o menos averiados, pero ya todos sabemos dónde estamos, quién es quién. Un paisaje desolador que no deja de tener ese aspecto positivo,  al lado de tanta hipocresía congénita.

2017 nos trajo la revitalización milagrosa de Ciudadanos. Las uvas del 2016 les tenían prácticamente evaporados, al desdecirse de cuanto prometieron para apoyar a Rajoy y no ser esenciales en su investidura. Al PP le bastaba la abstención de aquel PSOE  de la gestora. Parece que hubieran pasado siglos y apenas son doce meses. La reina en el Sur -nominalmente socialista- fue derrotada por el Pedro Sánchez del No es No que también aparcó sus promesas de hacer dimitir a Rajoy y terminó de constitucionalista del 155 y del 135 ante “el desafío secesionista” ese del que hablábamos.

Con un PP tocado por la pésima gestión catalana, el premio de la lotería le ha correspondido a Ciudadanos. Aupados por las banderas de la unidad, sin haber cambiado ni un punto de su programa ultraliberal. Su líder en Catalunya, Inés Arrimadas, con un papel bien estructurado, gusta más que el del jefe nacional, el presidente Albert Rivera. La gran inversión de los medios concertados, los bancos, el dinero en sí, en Arrimadas, salió rentable y el pastel está en alto a la espera de saber si es suflé o masa sólida. El soberanismo catalán no está descabezado en absoluto y si algunos piensan que reivindicaciones seculares se agostan a palos es que andan muy perdidos.

A Unidos Podemos les ha afectado la otra campaña simultánea, la de derribo ejercida contra ellos, diaria, y sus propios errores. Se nota cansancio que resta la frescura que les llevó al éxito. En un país con tanta zancadilla a las izquierdas, con el nivel de exigencia de sus votantes, se precisa doble entusiasmo y doble imaginación. Los tuvo y seguirán ahí, se supone. Los ciudadanos de izquierda genérica tienen mucho qué decir, al PSC ya se lo han dicho.

Todo dependerá pues de las prioridades de la ciudadanía. Este año, altamente exaltada, también ha aventado las caretas para -en un gran número- expresar que prefiere banderas y territorio a sus propias necesidades vitales. Carencias e injusticias han desaparecido prácticamente de la agenda, solo se habla de Catalunya. Una sociedad madura, una democracia tan madura como nos contaba el Rey que tenemos, revisaría qué quiere para su vida y la de los suyos. Los más civilizados, incluirán lo que viene en llamarse el bien común. El Pacto Social, si atendemos a Rousseau, que lo tenemos hecho una pena.

Y es que cada día sale un pufo de corrupción, casi todos en el entorno del Partido Popular, que se los echa a la espalda con admirable soltura. Cuenta con la inestimable ayuda de buen número de medios, bien es verdad. En RTVE les hacen un lavado y planchado de exposición cada vez que lo necesitan. 2017 ha sido además el año de los robos de expedientes y pruebas, de casos que afectan al PP. El de Madrid sobre todo. Y no pasa nada.

Ya somos el país más desigual de Europa, hemos vencido en aquella batalla por ese liderazgo que nos disputábamos con alguna de las más famélicas repúblicas de la Europa oriental.  Vuelve a subir la luz y el gas, mientras las pensiones pierden ya poder adquisitivo. Baja, a la par, la base de cotización para que los nuevos beneficiarios vayan cobrado cada vez menos. Aprueban, con banda de música y fuegos artificiales, un incremento del salario mínimo –indigno aun así de la cuarta economía de la Eurozona- y meten Rajoy y Bañez una cuña que no nos contaron, Para llegar a los ingresos prometidos hasta 2020 se ha de dar una conjunción cósmica. Los contratos de trabajo son cada vez más cortos y más provisionales. Balance del año: temporales el 90,1%, el  25,8% de duración menor a una semana. Pero la mayoría solo se mueve al compás de las banderas ondeantes.

El partido de los recortes no dejó de usar la tijera en lo social.  Desde 2011, por ejemplo, ha recortado 3.000 millones de euros a la ayuda a la dependencia. 320.000 personas aguardan ahora en lista de espera. En 2016, 46.000 murieron sin recibirla.  La España ultraliberal, dirigida a que cada uno se apañe como pueda, pague lo que pague de impuestos, es lo que tiene. Y esperen si prosperan de verdad los políticos de diseño, de esos que se compran en nada un chalet de un millón de euros, en el exclusivo Pozuelo de Alarcón, Madrid. Idealista, uno de los mejores portales del sector, nos aclara que allí viven “personalidades como Cristiano Ronaldo o Borja Thyssen».

En los finales de año se hace balance de fallecidos. Quisiera recordar a Rafael Luque, un trabajador que este verano se dejó la vida asfaltando la carretera A-406 a pleno sol -hasta a 45º- en Morón de la Frontera. Al anciano de 82 años al que, en primavera, se dejaron olvidado, muerto, en un banco del jardín de una residencia de Alcorcón, Madrid. Las quejas por la falta de medios en estos centros son continuas.  Y a la mujer que  acaba de morir, sola, en el Hospital de Úbeda tras estar aparcada en urgencias 12 horas sin que nadie la atendiera. Se llamaba Aurelia, tenía 64 años, y venía de otra residencia. Estas imágenes ilustran mejor que varios tratados el maltrato al empleo, a la sanidad y a los servicios públicos en general que ejerce el PP, con ayuda de sus socios. Y aún se propone bajar más el presupuesto para «gasto» social. Pero las banderas siguen en los balcones solo para exigir la unidad de España.

La vida de los desfavorecidos cada vez vale menos. 2017 ha avanzado en el egoísmo y menosprecio general por las personas que se arriesgan a huir del horror y acaban muchas veces en la barbarie desoladora. Un año  especialmente dramático que ha llenado campos, playas y mares de Aylanes abandonados y abusados. La indiferencia social a estas tragedias, la deshumanización manifiesta es otra de las características de 2017. La banalidad adormecedora como vía de eludir la realidad.  Y, a su calor, crece la ultraderecha que llega a los gobiernos. Crece en España, en medio de una tolerancia preocupante. Este viernes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no ha sido capaz de llamar dictadura al «régimen no democrático» que precedió «a la democracia», según ha preferido denominarlo con su repetición cacofónica y todo.

A finales de 2016 empezamos a conocer un concepto llamado posverdad –las mentiras de toda la vida, aceptadas-. Se implantaría con la elección de Donald Trump y se iría generalizando con las Fake news. Se ha instalado la inseguridad acerca de lo que es cierto y no lo es, para ganancia de pescadores. Capitalismo 3.0dijimos, más que bots rusos. A oídos taponados.

Miles de personas abarrotan Washington para una marcha por los derechos de las mujeres que puede ser histórica.
Miles de personas abarrotan Washington para una marcha por los derechos de las mujeres histórica. EFE

Los medios generalistas siguen su despeñe en credibilidad y aceptación. No saben siquiera que ya no son competitivos en los quioscos. De no ser tan dañina su labor, produciría hasta lástima ver su temor a los gigantes que pueblan las Redes, llenas de ejércitos de tuiteros. Al final, siempre son molinos.

Empezamos con la posverdad y acabamos con la memez conservadora de Tabarnia que viene con cuerda para rato.  Y el tedio anunciado de repetición hasta el infinito, difusión en tertulias, artículos, whatsapp. Ya no se puede ignorar, coincido con Carlos Hernández. Lo peor es que son los tabarnios los que mandan, los que han acrecentado su hegemonía en este 2017. Y, de ahí, que haya sido este el peor año para la libertad de expresión en España desde Franco. Preludio de días mucho peores si no variamos el rumbo.  Es el año del apogeo de la mordaza en nuestro país. El que ha instaurado el delito de odio, pensado para la protección de minorías o personas oprimidas ahora es otro instrumento del poder. Para despedir el año el Ministro del Interior avisa que será delito de terrorismo retuitear tweets, solo darle al RT, que quepan en el cajón de sastre que le dispusieron en el Pacto antiterrorista.

Tuvimos cruentos atentados en Catalunya. 15 muertos, entre ellos dos niños, y más de 130 heridos de distintos países. El mundo lloró con nosotros y nuestro desconsuelo. Pero, en pocos días, la marea de solidaridad fue ocultada por las banderas de guerra del “a por ellos”. Y el símbolo de la heroicidad de aquellos días amargos, el Mayor Trapero de los Mossos, fue destituido, degradado, y aún le buscan cómo meterlo en la cárcel.

Año terrible 2017, salvo porque, además de las caretas, cayeron algunos velos. Sobre la impunidad del machismo social y del machismo asesino. Millones de mujeres salieron a protestar recién llegado a la Casa Blanca Donald Trump.  Una inyección de coraje, del «Basta ya» inundó el corazón de los EEUU. 2017 ha registrado el fin del silencio sobre el acoso machista. Actrices de Hollywood fueron revelando las vejaciones y represalias de las que habían sido objeto, algunas durante años. Y grandes nombres del cine quedaron al descubierto como depredadores sexuales. Apenas empiezan a pagar sus ataques.

Y fueron emergiendo las víctimas en muchos otros países a contar sus historias, a denunciar las agresiones. En España también. El número de mujeres asesinadas por la violencia machista ha crecido pero ha de ser la última vez.  Si hay una esperanza  es que la mujer ha tomado conciencia del problema. Muchas han cambiado de actitud. Como nunca. «Feminismo» es la palabra del año. En eldiarioes el vídeo “ A mí también” de denuncia del machismo es el más visto del año.

2017 nos deja una herencia visceral y ultraconservadora que tapó la boca a todos los agravios que como sociedad padecemos. Un futuro preocupante, en consecuencia. Mucho. Habrá que recuperar al menos la racionalidad. Por supervivencia. Contamos con personas que lo saben y lo quieren, por supuesto. Hay un momento en el que ya no se puede más y salen fuerzas hasta de donde no se sabe existían.

A por… un año sensato y constructivo ¿Se apuntan?

La cultura según Susana Díaz

El Museo de Málaga, un viaje en el tiempo desde el Paleolítico al siglo XX
Imagen de archivo: Susana Díaz, en un acto en el El Museo de Málaga. EFE

La campaña de primarias del PSOE ha contado con una invitada no prevista, no a ese punto: la propuesta cultural de Susana Díaz. El formidable equipo que la apoya –en el partido y en los medios– no ha dicho ni media palabra, lo que añade alarma. Ese ingrediente fundamental está ahí. Con todas sus evidencias. Hay que leerlo para creerlo.

La «propuesta de futuro» en cultura de la aspirante a la Secretaría General del PSOE consta de 5 breves párrafos, en los que se centra en… la economía. Al punto que no cesa de hablar de turistas, en realidad. El desarrollo económico que propugna con –una lejana percha en la cultura– viene vinculado fundamentalmente al turismo. Y por un curioso razonamiento: «La mayor creación de clases medias se está produciendo en Asia. Asia tiene excelentes playas por lo que los turistas asiáticos que vienen a España y Europa buscan cultura». La redacción es de este cariz de principio a fin. Digna de un ejercicio de «vuelta al cole» tras el verano, en Primaria.

Susana Díaz además hace suya la Marca España, seña de identidad del PP. Quiere mejorarla. El resto de las actividades culturales están en la tarea, «haciendo más atractivo (en singular en el texto) la llegada de turistas y nutren de contenidos la estancia de los turistas». Ese espíritu monetarista se reflejaba en otra de sus propuestas: dar créditos a los jóvenes para estudiar en la universidad o establecerse como autónomos. A devolver. Como en Estados Unidos donde existen amplias referencias de la práctica: el drama de universitarios obligados a dedicar su vida a una actividad que, vocacional o no, les permita pagar sus deudas.

Propuesta de cultura del programa de Susana Díaz
Propuesta de cultura del programa de Susana Díaz

Pedro Sánchez desarrolla, con mucha mayor amplitud ( dos páginas), sus propuestas culturales. Alguien se tomó la molestia en el equipo de hacer un programa. El concepto básico plantea «la cultura, como eje del país, derecho fundamental y motor de desarrollo». Para el candidato, «la educación es la clave del futuro». Propugna extender las becas y bajar las tasas universitarias.

Patxi López habla de la cultura en tres breves apartados para afirmar que «la cultura es ante todo un derecho de los ciudadanos y sin creación cultural no hay cultura». Añade que «la igualdad en el acceso a la cultura es y debe ser una seña de identidad de la política de los socialistas». No detalla.

Es cierto que el mal de Susana Díaz está muy extendido en la política y la sociedad: la cultura no importa, es algo accesorio en el mejor de los casos. Pero ella alcanza un diagnóstico de máxima gravedad.  Y tiene todo el aparato y  los medios entregados al sistema detrás. Se afianza la idea de que solo es eficiente el beneficio económico. El exministro (de Cultura) José Ignacio Wert era otro entusiasta de la tendencia. Rajoy, sin duda. El PP arrasó hasta la Filosofía –que estructura el pensamiento–, extremo que ahora parece querer enmendar someramente.

Y ocurre al revés, un pueblo sin cultura se queda inerme para afrontar los retos de la vida. Es como un nacer sin referencias, sin contar con la experiencia y reflexiones de otros, con la creatividad que nos diferencia de otras especies animales. Privarse de segmentos imprescindibles de la belleza. Una aspiración humana innata de todos los pueblos, ir a más, desarrollarse, expresarse. Desde las cavernas prehistóricas lo hicieron cuando la supervivencia era más ardua. Ahora se afanan en igualar en la burricie.

Con consecuencias. Una sociedad vulnerable que traga todos los cuentos, bulos, manipulaciones, contra su propio bienestar incluso. Desde algunos que afectan a su salud a cuestiones trascendentales que implican su futuro y el de la colectividad.

Más aún, hay un nuevo «elitismo»: el de quienes desde la ignorancia promueven la ignorancia, y reivindican la falta de criterio como un valor. Los disidentes son perseguidos. No se le ocurra a usted mentar en España la palabra intelectual. No es como en otras épocas por falta de oportunidades. El desconocimiento carece de justificación en un país y un tiempo en los que se ha tenido y se tiene acceso a la cultura y la educación. Los medios existen.

Se está imponiendo el reinado de quienes sienten una aversión insuperable por el saber y la cultura. Volcados en sucedáneos de folclore y pachanga, contemplan la literatura de calidad, el arte o la música culta como una purga a engullir. De verse obligados a padecer alguna muestra, la sienten como una colonoscopia. A veces se llevan sorpresas: «Pues esto de la cultura no es tan rollo como me habían dicho», comentó una concejala del sector al salir de un concierto de órgano en una catedral románica. Pertenecía al gremio de quienes fabrican la Marca España.

Cuando alguien de esa hornada llega al poder es un arma de destrucción masiva. Ahí tenemos a Donald Trump en la Casa Blanca para que consolide el elogio de la estulticia. Su universo estético anda entre oros y oropeles y citas de películas. La última de Una rubia muy legal: «Hay que aprovechar la oportunidad de ser un extraño». Y ante un periodista de The Economist se atribuyó la autoría de una frase que tiene casi un siglo a sus espaldas.

España es de los pocos países en los que desde tiempo atrás se presume de la ignorancia. En el fondo, es origen fundamental de nuestros problemas. Ha sido un país pródigo en dirigentes de manifiesta mediocridad cuando no tarugos de marca. Marca España, naturalmente.

Francia por el contrario estima que la cultura es un signo de identidad de su país y un bien a proteger. De sus políticos se destaca que leen filosofía –como Macron–, o escriben novelas como el nuevo primer ministro, Édouard Philippe . Aquí nos cuentan las preferencias deportivas de los candidatos. Todavía debe tener Francia sin penalizar con IVA su industria cultural como hizo el PP desde que llegó al poder. Los países nórdicos también la protegen. Portugal, esquilmado hasta hace poco, salvó los libros de su descomunal IVA.

«La cultura es la mejor revolución. Seguramente por eso a los Gobiernos mediocres y dictatoriales les espanta la posibilidad de un pueblo educado, culto, con preparación, con criterio», «hemos aceptado sin reservas que los líderes políticos transmitan ignorancia», escribía el periodista Javier Pérez de Albeniz en Reacciona (Aguilar, 2011) en uno de los mejores diagnósticos que he leído. Ha ido a peor. A la incultura manifiesta se une una nula curiosidad intelectual. Al punto de presentar una propuesta «cultural» como la de Susana Díaz.

Las clases medias crecen en Asia. Asia tiene excelentes playas. Los turistas asiáticos que vienen a España y Europa buscan cultura. Con estos políticos, el futuro se presenta como un erial.

El Efecto Susana, el Efecto Patxi y la verdad tozuda

Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez, antes del debate de primarias del PSOE.
Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez, antes del debate de primarias del PSOE. MARTA JARA.

Cada vez que se da un hecho político de cierta trascendencia en España asistimos a una cascada de opiniones literal. Más que clarificar se diría que empujan en una dirección, arrollan y anegan. Lunes, 15M de la nueva era, los tres candidatos a la Secretaría General del PSOE se enfrentan buscando el apoyo de la mayoría. Leyendo entre líneas, oyendo entre ruidos, parece claro que –en la confrontación– Susana Díaz no ha respondido a lo esperado. A lo esperado por quienes la promueven. De ahí que hayan pasado a ensalzar la figura de Patxi López que para algo estaba allí. Pedro Sánchez es, de nuevo, el enemigo a abatir.

Por supuesto que la presidenta andaluza recibe múltiples parabienes, con el vasco en la recámara por si acaso. Pesos pesados mediáticos mantienen que Díaz fue la ganadora del debate, con esa salvedad. Siempre nos quedará Patxi. El diario El País entra en la desesperación prodigando artículos y editoriales con idéntico mensaje. Saca a sus espadachines toreros para llamar poco menos que llorica a Sánchez, retuerce posverdades.

El culmen llega con el editorial Pasado frente a futuro, que otorga a Sánchez el pasado y el futuro a los otros candidatos. Según el diario de PRISA, «tanto Susana Díaz como Patxi López pusieron en evidencia la inconsistencia de las tesis sostenidas por Pedro Sánchez». Para ellos quedó demostrado, demostrado, que la abstención del PSOE que hizo posible el Gobierno de Rajoy fue obligada por los malos resultados electorales. Tal como dijo Susana Díaz. Demostrado con la prueba del algodón. Más aún,»tanto Susana Díaz como Patxi López demostraron querer mirar hacia delante e incluso poder trabajar juntos el día después», concluye. Sí, ahí está el quid: trabajar juntos.

De repente, muchos descubren a Patxi López, un peso pesado del PSOE, sin duda. Presidente del Congreso en la breve legislatura con Pedro Sánchez que luego votaría abstención. Porque son directrices del partido aunque no las comparta. El que fue lendakari con el PP. El que lideró, según contaba Ignacio Escolar, la revuelta que empujó el paso atrás de Carme Chacón en favor de Rubalcaba. Es el espíritu del PSOE, dicen con lágrimas en los ojos desde Victoria Prego a Iñaki Gabilondo y muchos otros. Con una puesta en escena de colega, moderado y conciliador, ha sido visto como la solución. Sobre todo para alejar a Sánchez.

Fue López quien más dijo saber lo que estaba ocurriendo en el socialismo europeo para, paradójicamente, reclamar seguir en lo mismo. El otro futuro, Susana Díaz, apuesta por hacer reformas manteniéndose en el 100% PSOE de toda la vida que dice representar. Algo no cuadra en la línea argumental.

Los alemanes daban, casi al mismo tiempo, otra prueba palmaria de hacia dónde va la socialdemocracia que colabora con la derecha. Y los «efectos» que se inflan hasta creerlos ciertos y se pinchan en contacto con la realidad. El «efecto Schultz» llegaba a una vergonzante derrota en  Renania del Norte-Westfalia. Es el Estado alemán con mayor población, donde ha gobernado –con una breve interrupción– durante los últimos 50 años. El SPD bajó 8 puntos, mientras subía 6 el partido de Angela Merkel y entraba… la ultraderecha. Es otro efecto de las políticas actuales.

Meses atrás ocurrió en Holanda con el partido de Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo. Y en Francia el socialismo ha entrado en barrena con Manuel Valls. No se ha privado ni de certificar que «ha muerto», tras contribuir a ello desde el gobierno hasta hace poco. Su peregrinaje para obtener un puesto en las filas de Macron tiene a los franceses atónitos.

Lo que ocurre con el socialismo europeo es esto. La única vía positiva, y muy positiva, la ofrece António Costa en Portugal, presidiendo un gobierno de coalición de izquierdas, cuyos integrantes apuestan por salir del caos precedente y por el bienestar de los ciudadanos. Hiere escuchar voces en el PSOE pensando en beneficios diferentes, a modo de acusación. Sánchez beneficia a Podemos, dice Elena Valenciano –y otros–, pasando por alto con cuanta abundancia la abstención del PSOE «beneficia» al PP. Y apoya sus desmanes, que no es punto intrascendente.

España siempre parece ser una excepción. Un país donde gobierna un partido enfangado en corrupción, donde la Fiscalía es un agravio permanente, y medios potentes hacen política y más, sin el menor pudor. Pero, Europa, el mundo incluso, demuestran que por este camino no hay salida. Pedro Sánchez, su equipo, aportan al menos un cambio de tendencia, aún con algunos hándicaps de su líder. Giros de opinión o de estrategia y errores pasados producen menos intranquilidad que algunas certezas de sus contrincantes.

Hay que señalar que no quedó demostrado en absoluto que fueran los malos resultados electorales quienes motivaron la abstención del PSOE dirigido por la Gestora. No hay relación causa-efecto. El PSOE que realmente perdió apoyos, 4,3 millones de votos, fue el de Rubalcaba que sigue sentando cátedra. No dejaba de ser la tendencia europea ya, con un PASOK griego hundido, y por las mismas causas. Es cuestionable también ese «pasado de división y rencor» atribuido a cuatro columnas, que de estar más vivo y presente entra en la sala a morder también a los candidatos. Y ese «aferrarse a la abstención», que sus detractores mediáticos afean a Sánchez, es actualidad plena y sigue dando su fruto: el PP está en el Gobierno ahora mismo.

Susana Díaz acusó a Sánchez de haber perdido apoyos en el partido, de ser él mismo su principal problema. «Hasta a Felipe González engañaste», dijo. No es que el expresidente goce de su momento de mayor prestigio precisamente. Antonio Hernando, otro que dejó en la estacada a Sánchez, tampoco. Pasó del no es no al sí es sí y todo lo que haga falta, sin pestañear. Como otros tantos. Amores que matan, desamores que depuran y revitalizan.

Nunca se ha visto un debate político más sincero. Susana Díaz y Pedro Sánchez se tiraron a la yugular del contrario, con verdades y mentiras no repartidas por igual. Patxi López cumplía su papel con más retranca de la que muchos de mis colegas vieron. El partido socialista ha llegado a un estado lamentable. El PSOE que el viento se llevó, se lo llevó; lo echaron. Y, como decía el cantor, el tiempo que va pasando como la vida no vuelve más.

En la excepción española, columnistas sólidos siguen contemplando a pesar de todo al PSOE como alternativa de gobierno porque «Podemos ha tocado techo». Entierros prematuros al margen, lo único cierto hoy por hoy es que ni uno ni otro cuentan con la posibilidad de formar gobierno como no sea con un acuerdo como en Portugal. Con Susana y Patxi no sucederá, con Pedro no se sabe, pero es más factible.

Quienes tumbaron a Pedro Sánchez de la Secretaría General con las armas que todos vimos difícilmente consentirán readmitirlo en el mando. España se juega pues mantener un futuro con el PP, con este PP que abochorna. Un gran apoyo trabaja para que nada cambie: buena parte de la prensa. Contra el tiempo y la realidad.

*Quisiera acabar con un recuerdo a otro periodista asesinado en México: Javier Valdez Cárdenas. Otro más. Su muerte, acribillado a tiros, ha causado hondo dolor en su país tan acostumbrado a estos desmanes que apenas se difunden, ni reciben condenas internacionales. En su Twitter había colgado un artículo escrito apenas 5 horas antes de salir la noticia de su muerte. Numerosos periodistas como él, arriesgan su vida –algunos la pierden– por informar incluso en localidades pequeñas. No cambian el mundo, aspiran a que sus conciudadanos sepan la verdad que les atañe. La verdad, no la posverdad. Merece la pena que recordemos que estos periodistas, este periodismo existe, frente a tantos individuos que denigran nuestra profesión a diario, incluso desde atalayas que no merecen. A los ciudadanos les cabe elegir. Para elegir con cordura, hace falta saber.

El gobierno de Rajoy y quienes nos escriben la historia

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Sánchez, defenestrado, denuncia presiones. Rajoy es presidente del gobierno gracias al PSOE.

El 20 de septiembre prácticamente todos los informativos españoles se volcaron en contar un intercambio de tweets entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, los principales dirigentes de Podemos. La mayoría, como la televisión pública estatal, TVE, abrieron con ellos su telediario o lo llevaron a sus portadas. Consideraron de trascendental importancia que dos líderes políticos mantuvieran públicamente una divergencia de estrategias en una red social en apenas media docena de frases.

El tratamiento mediático contrasta con el dispensado a la entrevista que, el domingo Jordi Évole realizó en su programa Salvados (La Sexta) a Pedro Sánchez, el exsecretario general del PSOE defenestrado por una mayoría del Comité Federal. La primera, tras entregar su acta de diputado. Sus declaraciones fueron de gran envergadura: acusó a los poderes financieros y al Grupo Prisa de haberle presionado para evitar un gobierno alternativo y para mantener a Rajoy. Los medios convencionales han optado por el ninguneo o por realzar la crítica del nuevo PSOE que se muestra indignadísimo con Sánchez Castejón. El País ha esperado hasta la noche del martes para lanzar su esperado editorial contra Sánchez.  Aquel «insensato sin escrúpulos» -que llegó a soliviantar a numerosos suscriptores- ha pasado a ser alguien con « completa ausencia de cultura democrática», a quien acusan de «querer torcer o manipular sus posiciones editoriales», como se hace «en los regímenes autoritarios».  Así se escribe la historia que se ha desarrollado ante nuestros ojos. 

La noticia que brindó Sánchez en la entrevista es de apertura, que a nadie le quepa duda. La presión de poderes que no se presentan a las elecciones para alterar su resultado, que Sánchez atribuye a nombres concretos, es de parar las rotativas y de activar la maquinaria de la Justicia. Aunque los sobradamente informados digan displicentes que es un secreto a voces, nada tiene de anécdota. Por primera vez un dirigente del PSOE –exdirigente cuando habla– denuncia injerencias de los poderes económicos y mediáticos.  Lo cierto es que el PSOE actual ha hecho exactamente lo que denuncia Sánchez que le pidieron a él: evitar un gobierno progresista y sentar de nuevo a Rajoy en la Moncloa. Y que Rajoy es el presidente de nuevo gracias a la abstención del PSOE resulta incuestionable. Está ahí. Por 4 años si se cumplen los plazos. Quienes mandan actualmente en el PSOE deberían preguntarse por qué sólo se comprenden entre ellos, y la derecha y los medios afines.

Ahora toca desactivar la grave denuncia del exsecretario general del PSOE y se multiplican los medios. Los errores de Sánchez no justificarían el hecho, por mucho que se empeñen. No son admisibles las presiones, sea quien sea el afectado. Ni se puede asumir como normal y sabido. Si fuera tan fácil denunciar coacciones ¿por qué han callado tantos? ¿Qué nos dicen los resultados? Que Rajoy es presidente del Gobierno, tras una estentórea cabriola en el PSOE. ¿Y los métodos? Quedan para la memoria declaraciones varias y editoriales como puñales desde que Sánchez empezó a desmandarse del mandato del Comité Federal en diciembre tras las primeras elecciones: Podemos y nacionalistas no. Al punto de ver al director de El País Antonio Caño enviando cartas a los subscriptores dados de baja por disconformidad con la línea editorial y que él atribuyó a su propia vehemencia. En el último editorial, han pasado a una fogosa virulencia.

Cuando este lunes Mariano Rajoy juró su cargo algún medio resaltó el alivio experimentado entre los presentes por haber concluido la larga interinidad. Todo eran parabienes. Se pasaba de dar la noticia de cualquiera de los múltiples latrocinios de miembros del PP en su paso por los tribunales a especular con las listas de ministrables. A otra cosa mariposa y aquí no ha pasado nada. Cuando ha pasado y mucho. Y lo que ha de llegar.

Rajoy ha vuelto a subir a los altares por sus supuestas habilidades personales.  Los medios ensalzan al gallego resistente que, sin hacer nada, sigue en el Gobierno mientras decaen sus oponentes. A veces bastan movimientos mínimos para que otros sacudan el dedo y el puño. A estas alturas no es ya que se aferre a la roca y «resista», es cómo ha establecido las redes para que el engranaje funcione por sí solo. Esto también forma parte de la estrategia del percebe, que resultó premonitoria. Y de partidos y organizaciones volcadas en sus propios intereses sin reparar en métodos.

No es legendaria la resistencia de Rajoy. Lo realmente legendario, por comparación, son las ayudas de las que ha dispuesto. De pasar a la historia. A la real, no a la que cuentan sus hagiógrafos. Quién nos iba a decir que, pese a tantas alabanzas a su gestión, a la benevolencia con la que han sido tratados sus desmanes, Rajoy se quedaría sin mayoría para gobernar y surgiría al final la oportuna abstención del PSOE por el  chapucero método que se ha producido. Qué gran casualidad, ni al percebe le llegaba con más atino la comida a la boca.

¿Quién puede enfrentarse a esa poderosa maquinaria?

¿Qué está pasando en España para que el sinuoso Luis María Ansón publique una columna en El Mundo insinuando que el CNI tiene informes inculpatorios sobre Pablo Iglesias y que no se harán públicos si el líder de Podemos «se integra en el sistema»? ¿Son inculpatorios o es una coacción? ¿Es cierto o cosecha de Ansón a la que El Mundo da cancha?

La entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez fue récord de audiencia superando incluso a banalidades de gran tirón con las que competía: tres millones y medio de personas lo vieron. Un 20% del share. Pero cada uno de esos telediarios que versionan a placer los hechos, cuenta con una media de dos millones y actúan a diario. El 70% de los ciudadanos dice informarse por televisión y es ahí donde reside el filón más amplio y sutil de influencia.

Durante muchos años la manipulación radicaba en contar solo una versión de los hechos, la que convenía al poder. Luego se pasó a dos para confrontar  puntos de vista, aparentemente. Le llamaban objetividad. El PP inventó el “Modelo Arenas”, que consistía en poner detrás de Zapatero al dirigente andaluz a rebatir cualquier cosa que el socialista dijera y quedar con la última palabra. La técnica de la manipulación se ha perfeccionado ahora con las tertulias. Aún con diferentes matices y nivel de daños, llenan la programación de la mañana a la noche.

Esas pantallas partidas en las que ves a un periodista a un lado y a un agitador vendiendo lo que siempre vende, o disparando contra lo que siempre dispara.  Para ver si consigue cambios de opinión ante noticias que afectan gravemente a la audiencia. Así se desactiva en lo posible, en lo que cada uno se deja, la conciencia crítica. La realidad interpretada por televisión, prensa y radio. Guionizada y dramatizada.

No ocurre únicamente en España, por supuesto, aunque aquí se añada la proverbial tolerancia de una parte de la sociedad a la corrupción. La periodista Soledad Gallego-Díaz escribía hace semanas de la política posverdad, sobre las mentiras impunes de los políticos. Concepto de moda, nacido en EEUU y que ha sido tomado desde distintos ángulos. Algo llamaba poderosamente la atención y no se ha destacado: “ The New York Times ha renunciado al famoso principio periodístico de dar dos versiones enfrentadas y equivalentes. Por primera vez, el diario tituló el otro día en primera página que Trump era un mentiroso”. El periodismo auténtico ha de empezar a contar quién miente, basándose en hechos y evidencias.

Quienes nos escriben la historia hablando de responsabilidad, seriedad, estabilidad, éxito, sistema… quienes eximen y cargan culpas y desdibujan la verdad, quienes señalan lo accesorio para provocar ofensa y reacción y atenúan lo verdaderamente importante verán el día el que a muchos millones más de los ya lo hacen, les dará por cotejar sus relatos con la verdad que viven. Aviados vamos en caso contrario.

*Publicado en eldiario.es

*Actualización.

Hoy le ha tocado a Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado. La desproporción se ha convertido en arma. Al punto de la portada de ABC. Todo forma parte del mismo paquete. La causa ya es accesoria y quien compra esto compra el pack completo. Aviados vamos si los ciudadanos no empiezan de una vez a usar brújula.

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El acto del 29 de Octubre

Por supuesto que nadie ha entrado en el Congreso de los Diputados como cuenta el imaginario popular que hizo el General Pavía el 3 de enero 1874 para acabar, de facto, con la I República española sin cumplirse ni un año desde su promulgación. En realidad Pavía exigió el desalojo de la Cámara por medio de una nota y, ante la negativa de los diputados, fueron soldados y guardias civiles a sus órdenes quienes disolvieron el Congreso. Pavía alteró el orden constitucional pero ni siquiera admitió haber dado un golpe de Estado, propuso que aquello pasara a la historia como «el acto del 3 de enero».

Por supuesto que no se puede llamar golpe de Estado, como hacen algunos, a la serie de hechos que han desembocado en que este 29 de octubre Mariano Rajoy, el líder del partido más corrupto de la democracia, haya revalidado su cargo como presidente del gobierno español. Los diputados han sido elegidos mediante sufragio universal y votan o se abstienen de lo que creen conveniente para el fin que se proponen. En este caso dar al candidato del PP la mayoría simple para gobernar. Para no repetir por tercera vez las elecciones, añaden quienes lo han hecho posible.

El problema son los hechos que jalonan el proceso. Muy preocupantes. Crucial ha sido el golpe de mano producido dentro del PSOE, una jugada clave en fondo y forma para el desarrollo de los acontecimientos. Parte de la intención de descabalgar al secretario general Pedro Sánchez, partidario del No a Rajoy y constituir un nuevo poder. Y cuenta con la serie de reuniones bajo mano inscritas en los manuales de la conspiración. O la inenarrable sesión para tomar el mando, a costa de perder fuerza en el partido. Así, cinco millones y medio de personas que dieron su voto a la formación para que NO gobernara Mariano Rajoy han hecho posible que siga en La Moncloa.

«No podemos abstenernos porque sería un fraude y una traición a nuestros 5 millones y votantes, que han depositado su confianza en nosotros, no lo vamos a hacer por lealtad a la palabra dada, no es no», repetía sin descanso Antonio Hernando, portavoz del PSOE. La persona que escenifica el giro del partido, quien llena las hemerotecas con declaraciones grabadas defendiendo todo lo contrario de lo que ahora dice. Su exposición en la tribuna del Congreso fue un estriptis  descarnado como pocas veces se han visto.

El otro Hernando, Rafael, portavoz del PP, compareció para dejar clara la situación: la batalla es frontal y con armas ocultas en el calcetín si es preciso. Con su habitual actitud tabernaria llegó a usar un informe falso que ningún juez ha admitido para acusar a su rival político, Pablo Iglesias, de venderse a dictadores. Como en una tertulia, como ésas en las que personajes de su calado expanden dossiers de clara intencionalidad difamatoria. Olvidando, por otro lado, todo cuanto de hipocresías se esconde por amadas dictaduras del mundo.

La presidenta que Rajoy ha colocado en el Congreso como tercera autoridad del Estado se está revelando como una profunda disfunción. Su incapacidad para el cargo, para el solo hecho de dirigir sesiones, es manifiesta. Y, sobre todo, parece actuar al servicio de los intereses de su partido. Negarle la palabra a Pablo Iglesias, calumniado por Hernando, fue uno de los hechos más graves que se ha producido en mucho tiempo.  Y marca la legislatura. No va a ser limpia.

Hay un fuerte choque ideológico, de personalidad incluso, entre los dos bloques fundamentales que van a formar este Parlamento. De un lado los que se llaman a sí mismos constitucionalistas –aunque un par de ellos no tuvieron empacho en modificar el decisivo artículo 135 de la Carta Magna – y del otro la izquierda de Unidos Podemos.

El bipartidismo –y su añadido con la formación de Albert Rivera– no entiende las formas de los recién llegados. Cada palabra, cada tono, cada gesto, les indigna. Es otro lenguaje, más de la calle, de la vida real. Sin contar, desde luego, que el contenido de las denuncias de Unidos Podemos –con drásticas verdades– puede resultarles muy irritante. Hablar de «potenciales delincuentes» cuando en ese mismo hemiciclo estuvo sentado hasta hace nada Gómez de la Serna, por citar solo alguno, no es ningún disparate. Pero, sobre todo, se nota la incompatibilidad absoluta de lo que cada bloque representa. Y, por los indicios, el que presta apoyo a Rajoy estaría mucho más cómodo sin los que parece considerar advenedizos. Estaban muy tranquilos antes de que la sociedad se indignara con sus políticas.

Rajoy afirma ya que no permitirá la derogación de sus leyes estrella. No tiene ninguna necesidad de hacerlo, vista la debilidad en la que el PSOE se ha situado y la escasa fuerza de Ciudadanos. Y hay leyes muy lesivas para los intereses de la ciudadanía. Mientras se desarrollaba el debate de resultados ciertos, se conoció la fecha del juicio contra el profesor Jorge Vestringe (68 años), para el que la Fiscalía pide una durísima pena por participar en una manifestación republicana y presuntamente agredir a un policía. Tres años y medio de cárcel. Son las consecuencias de las leyes y códigos Mordaza con los que se pertrechó el PP.

La mezcla de política sucia y autoritarismo es letal. Viene una legislatura bronca, en la que las fuerzas de gobierno apuestan por defender su posición sin reparar en métodos, por lo que ya se ve.

Y hay un factor concluyente a añadir: la prensa generalista, los medios generalistas. De nuevo portadas fuera del eje de la información, fotos editoriales y artículos sesgados. Varios medios destacan en titulares las falsas acusaciones de Rafael Hernando contra Podemos sin añadir precisión alguna. Se lleva a la consideración de noticia las declaraciones de políticos en sus ataques a adversarios, es decir, se da cancha a la propaganda. No es fácil encontrar la queja por la actuación de Ana Pastor al frente del Congreso, que sí trae eldiario.es. Rajoy cuenta con grandes soportes. Y así va a ser cada día hasta… no sé sabe hasta cuándo y cómo.

La demonización de las protestas es otra de las piezas fundamentales de este nuevo orden. La atribución de culpas también. Concepción Dancausa, la que fuera presidenta de la Asamblea del «Tamayazo», dice que los organizadores de la manifestación Rodea el Congreso, prevista para la sesión final de la investidura de Rajoy «trabajan para Podemos». Sin pruebas. Sale gratis. Rentable, en realidad.

El 10 de marzo de 2007, Rajoy salía a la calle para protestar contra la política antiterrorista del Gobierno del PSOE.  Era la decimotercera vez que el PP se manifestaba para rechazar leyes o actuaciones del Ejecutivo nacido en 2004. Varias de ellas, junto a la Conferencia Episcopal. Todas en contra del PSOE que hoy facilita su Gobierno. En su discurso final, Rajoy dijo: «Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aquí, lo que habéis hecho, lo que habéis sentido. Que os vean en pie, con la cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser españoles que no se resignan». Y tras el mensaje mesiánico, la democracia siguió su curso tal como estaba.

Es el mismo Rajoy, otro PSOE, nuevas fuerzas que les han hecho atrincherarse, en lugar de abrirse a la realidad de una sociedad que ha cambiado lo quieran ver o no. Pero la travesía augura fuertes tempestades. Y una guerra desigual. Y víctimas.

La idea de Pavía de poner una etiqueta con la fecha sin más a aquello que hizo, no es mala en tiempos difíciles. Prudente y aséptica. Podemos pues concluir que «el acto del 29 de Octubre» marca un tiempo plagado de peligrosas turbulencias.

*Publicado en eldiarioes

El golpe en el PSOE retumba en toda España

Lo publiqué hace unos días en eldiarioes, estaba claro. Este domingo se ha dado un paso más y en una semana tenemos a Rajoy de presidente del gobierno de nuevo.

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La operación está a punto de concluir. Con esa quemazón de los lazos que nos atan y atan fuerte en España. La investidura de Rajoy como presidente del gobierno, gracias al PSOE salido del alucinante motín del 1 de octubre, tiene mucha más envergadura aún de la que parece. El cambio de rumbo supone avalar a un partido anegado por la corrupción y condenar a la sociedad a unas políticas que el PSOE rechazaba. Así lo hicieron creer a sus votantes y no votantes.

Volverá a gobernar Rajoy. A ese fin se montó la defenestración de Pedro Sánchez. No hay alternativa, dicen, se trata de ir a terceras elecciones o abstenerse en favor del PP. No hay alternativa, desde luego, para una posición férreamente conservadora y aposentada que es la que se ha hecho con los mandos del PSOE. Y no por el método más airoso.

Nunca existió la posibilidad de un gobierno progresista. Por más que se llenen la boca de exculpaciones e inculpaciones numerosos miembros del PSOE. No lo hubieran consentido, como se ha visto ahora. Probablemente Pedro Sánchez intentó al suscribir el acuerdo con Albert Rivera distraer y apaciguar a quienes preferían pactar con el PP o con el diablo antes que con Podemos. Pensó, quizás, que Pablo Iglesias se sumaría con una abstención con tal de echar a Rajoy, no a lo que representa. Sánchez, además, parecía sintonizar con Rivera. Pero Ciudadanos tenía una labor que anunció reiteradamente: el pacto había de ser con el PP, jamás con Podemos, ni luego con Unidos Podemos.

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Felipe González también avisó. El expresidente tomó de alguna manera las riendas pocos días después de las primeras elecciones del 20D. Como ahora son múltiples las portavocías mediáticas de «la gran coalición»; en enero lo contó La Razón. Había que buscar a las viejas glorias para que frenarán a Sánchez no fuera a ser que se desmandara. Y parece ser que Sánchez sí pensó en serio al final en un gobierno progresista porque era su única salida. Susana Díaz lo quería fuera, en cualquier circunstancia.

El País se convirtió en este periodo en un órgano de presión y tutelaje del candidato y del propio PSOE. Ya se dice, con acierto, que deberá estudiarse lo que un periódico ha llegado a hacer con un partido político. Se marcaron las pautas, se alabó y se censuró. Se llegó a insultar a Pedro Sánchez y reiteradamente. En el cúmulo de improperios se le acusó de tener «un partido secuestrado», o aquel terrible «insensato sin escrúpulos» que señaló su derrocamiento. Ningún saqueador de las arcas públicas ha recibido ese trato. Hubo también un sobrecogedor final de editorial del 4 de septiembre: « Hay que evitar la repetición de elecciones a cualquier precio«.

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Y el miércoles 28 de septiembre Felipe González acude a la Cadena SER y se duele de haber sido engañado por Pedro Sánchez. Le dijo que se iba a abstener y no lo hizo. Y hay que abstenerse, no lo puede dejar más claro. Por la tarde le presentan a Pedro Sánchez 17 dimisiones en la Ejecutiva. El sábado, solo 4 días después, en una bochornosa sesión, Sánchez pierde ante los amotinados. La triunfadora es Susana Díaz, quien ha decidido por fin dar el salto a Madrid. El presidente asturiano Javier Fernández es colocado al frente de una Gestora con sobradas atribuciones.

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La maniobra se ha desarrollado ante nuestros ojos. Con menor pudor cuanto más colaba la osadía. Puede ser lícito que, de existir una mayoría en los órganos de decisión, se cambie a la persona que ocupe la Secretaría General sin cumplir los plazos y procedimientos. Pero no es eso lo que ha ocurrido, o no en la forma. Sánchez fue nombrado en primarias y le echa el Comité Federal, tras la declaración de guerra de la Ejecutiva. Lo hemos visto todos. El método para desbancar a Sánchez fue impresentable. El golpe de un sargento chusquero como lo calificó el socialista Josep Borrell. Ahora, el golpe en sí ha quedado en un segundo plano informativo. Y es clave en la historia.

La Fiesta del 12 de Octubre brindó múltiples pistas. La jefa -sin coronar aún- fue la estrella. Y hubo movimientos a amplias bandas. Sonrisas, parabienes, celos, algún crujido de sapos saltando en el estómago. Un cierto tufo a conchabeo en las cumbres. Susana Díaz deja el trabajo duro a otros –dicen que es su especialidad– y, ante el requerimiento de declaraciones, afirma: «Ya os cansaréis de oírme». Da por hecha su ascensión. ¿Adónde? ¿A la Presidencia del gobierno? Mucho tiene que llover para eso. O no, visto lo visto. O sí, visto lo visto.

Varias voces en el PSOE, escasas, son conscientes de lo ocurrido. De su gravedad también. Pero el conocido como Susanato, o Sultanato, agrupa –con la presidenta andaluza y su círculo de apoyo–, a barones territoriales de su mismo corte: se asemejan mucho a la figura del cacique español que conoce bien el sustento de redes clientelares.

Los estamos viendo pronunciarse y defender la inevitabilidad de un gobierno de Rajoy. Las declaraciones tras la reunión de este martes, con sus acatamientos y excusas, producen sonrojo y casi dolor ajenos. El presidente de la Gestora insiste en que «abstenerse no es apoyar» y que «la democracia directa no está en la cultura del PSOE». Varios barones se pronuncian en el mismo sentido. El portavoz de la Gestora, Mario Jiménez, declaró que « investir a Rajoy servirá para ‘sanar el daño’ que hizo el PP».  Y hay quien ya se consuela con la oposición tan constructiva que va a hacer el PSOE que igual consigue comisiones de investigación.

La división en el PSOE apunta indicios de ser traumática, y ocasionar la ruptura y separación de algunas federaciones como el PSC y la pérdida de figuras fundamentales. O puede que incluso también se diluya. Los objetivos de los amotinados son inapelables. En realidad solo necesitan brindarle a Rajoy, a lo que representa en el Sistema, 11 abstenciones, un «Tamayazo» amplio.

Esta crisis fue largamente preparada y, sin embargo, se ejecutó con torpeza extrema. Como en un ataque de urgencia o de soberbia que se precipitara eludiendo los cauces previstos. El «nuevo» PSOE ha quedado en tal situación de debilidad que no puede ni exigir contrapartidas a su apoyo. Corre el riesgo de que Rajoy les convoque elecciones y les mande al pozo del que no les salvarán las complacientes encuestas. La faena trae a la memoria la Ley de Clark, formulada, en su despido, por un científico de la NASA: «La incompetencia suficientemente avanzada es indistinguible de la mala voluntad».

Todo está pasando ante nuestros ojos para quienes quieran verlo. Gracias a los procesos por corrupción que se están desarrollando, hasta los menos informados pueden ver el montaje de hilos entrelazados y se van afinando algunas de las figuras que los mueven. Podemos intuir más. Es la punta del iceberg. Algunas nunca las conoceremos. Ni tampoco los papeles de quienes gestionan la difusa urdimbre que mueve más de lo que muchos creen nuestras vidas. Los países menos o nada corruptos se libran de esta lacra.

Facilitar el gobierno a este PP es escandaloso, sin atenuantes. No solo por la corrupción, con ser letal e intolerable; son las políticas para la desigualdad, el aumento de la pobreza de todos los días, la demagogia impenitente, las trampas sonrojantes, o el peligroso autoritarismo que ha caracterizado el gobierno del PP con sus Leyes y Códigos Mordaza en vigor. Apoyarlo es sustentar todo esto. Y su continuidad. Rajoy no ha brindado ni una concesión a sus socios. Teatrillos habrá con el juego de minorías pero lo fundamental está atado.

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Dicen que durará poco la legislatura pero, mientras no haya una conciencia ciudadana responsable, el entramado opera a sus anchas. Y si han sido capaces de hundir al PSOE para que nada cambie, ¿qué más cabe esperar de este tiempo que se avecina?

*Publicado en eldiarioes

La Ley de la Selva

Doce adolescentes, de entre 12 y 14 años, propinan una descomunal paliza a una niña de 8, compañera de colegio, según el relato de la agredida y de testigos. Doce adolescentes se habrían dirigido así –probablemente a la voz de uno, dos o tres líderes– a secundar una agresión de extrema crueldad sobre una criatura a la que ya han derribado al suelo. Y la patean y crujen a golpes. Sin que nadie mueva un dedo por ella. Hay que ponerse en la mente de todas y cada una de estas alimañas para hacerse idea de la escena.

La pequeña vuelve a clase. Pasará más de una hora allí sentada. También es necesario situarse en su lugar, su dolor y sentimientos. Cuando la madre la recoge han de ir al hospital. El parte médico refleja múltiples daños: el más grave, desplazamiento del hígado. Parece ser que no es un riñón como se dijo en principio, sino el hígado, órgano esencial para la vida. No añade ni quita grados a la salvajada.

Los datos afirman que se ha producido un sensible incremento de los casos debullying en los colegios, y que muchas víctimas no lo cuentan en casa. Temen, probablemente, mayores represalias. Los agredidos son preferentemente niños que por cualquier circunstancia –peso, procedencia– son diferentes al conjunto. La tribu, insegura, ordena la homogeneidad.

Y ahora, en la ceremonia habitual, toca aumentar o restar importancia al caso, eludir o incrementar responsabilidades, responder al puño de hierro con más mano dura, llenar horas de palabrería de consumo, si es el caso.  Son muchos los casos de hecho.

Los adolescentes son espectadores de violencia en las pantallas, argumentan en descargo. Como siempre. Y a los 12, 13 y 14 años, incluso a los 5 si se apura, se sabe que patear entre doce a un ser humano notablemente menor que cada uno de ellos produce efectos desastrosos. Para eso lo hacen. Sin apenas motivo. Para desahogar el odio y el miedo. Lo que no es atenuante alguno.

Estos 12 bárbaros opositan a maltratar en grupo de mayores y subir sus fechorías a la Red. Javier Gállego, Crudo, se refería a estos asaltos en manada, de los que todos somos responsables. Unos más que otros, sin duda.

No es la violencia que se contempla en las pantallas, ficticia o real, el mayor problema. Es la violencia como sistema, la violencia estructural que se está imponiendo en nuestras vidas. El ver triunfar el matonismo con todas sus trampas y zancadillas. Apoyado. La justicia cuando actúa de parte. El desprecio y perversidad con los débiles, como en los grupos menos evolucionados. Termina dejando una raza de cafres.

Cuántas heridas han causado ya las políticas para la desigualdad y las consecuencias que acarrean. España lidera esa brecha en Europa. Reiteradamente. En particular desde que gobierna el PP. Con alarmantes cifras de pobreza infantil o desprotección social. Cuántas secuelas deja y dejará la pobreza inducida. Cuántos niños, jóvenes, adultos y ancianos apaleados contabilizamos desde todos los flancos de la injusticia. Menos mal que ya se puede pedir un Jet privado como quien llama a un taxi con una APP estupenda.

La ley de la selva empieza a definir nuestro mundo de nuevo, reeditando la historia de la barbarie. El Reino Unido, que aprobó un Brexit entre la ira y el desconocimiento, empieza a pensar –ahora– cómo ponerlo en práctica con temibles sesgos de xenofobia. La raza Brexit se afirma por boca de su presidenta Theresa May cuando muestra cierta comprensión a las agresiones a inmigrantesporque quitan el trabajo a los locales, en pura demagogia de la peor especie. Pensando en elaborar listas hasta de escolares extranjeros, los inmigrantes se convierten en moneda de cambio para la negociación de una salida ventajosa de la UE.

May declara que solo admitirán en el país «a los mejores». Hitler no lo hubiera dicho mejor. Y es la avanzadilla insolente de lo que está ocurriendo en Europa. La vida de miles de refugiados es ya para muchos, para los dirigentes en la práctica, calderilla.

¿Violencia en las pantallas o en la vida? A poco que descuidemos su protección emocional, nos encontramos con el hígado destrozado por la bilis de ver al partido más corrupto de la reciente historia de España a punto de volver a formar gobierno. Podría estar listo antes de que acabe el mes. Apoyado por un obsceno golpe en las filas del PSOE cuyos extremos dejan con la boca abierta y sapos en el estómago. Y por ese devenir de periodistas y medios cómplices. No llegan a ocultar noticias de intolerables atropellos desde el buen periodismo, sin embargo. La Cátedra de Corrupción que tenía instalada el PP, según El Mundo, se suma con sus cutres «powepoint» a este continuo sinsentido.

No es para espíritus sensibles ver los panegíricos que montan al «hombre tranquilo» designado por Susana Díaz –otra incomprendida, leo– como gestor con mando en plaza. Y produce un absoluto empacho de inmundicia oír a Javier Fernández, tan respetuoso con la corrupción del PP,  nuevas alusiones a la cal viva –ahora arrojada sobre Podemos–, que este PSOE haría mejor en guardar si realmente fuera prudente.

La ley de la selva pero más puerca y rastrera. No se sale inmune de su ponzoñoso follaje.

La pobre niña brutalmente apaleada en un colegio de Mallorca ha de apechugar con sus dolores, sus secuelas, y las que en el carácter deja la atroz injusticia. Ojalá encuentre caminos de salida y crecimiento. Los energúmenos que se ensañaron, presuntamente, con ella enfrentarán su papel en la paliza, liderazgo para el mal, servilismo cómplice y dañino. Guardan dentro serias lesiones en el ser de humanidad. No es una chiquillada.

Faltan los que miran. Los que miran y callan. Los que miran y golpean, con manos y pies o con su silencio.

*Publicado en eldiarioes

El triunfo de la España sucia

 

Amanece con el campo sembrado de cadáveres. Los sublevados se han retirado momentáneamente del escenario y solo la prensa amiga permanece enarbolando la cabeza del derrotado en una pica. Cronistas varios dan su versión de los hechos. Demasiados, somos demasiados tal vez. Numerosos mercaderes se mezclan en la confusión para vender sus productos. Hay quien aplaude, quien come palomitas aún, o pizzas, quien elige culpables en la oferta para aminorar dolor o responsabilidad. La gente sensata está sobrecogida ante lo que la España sucia es capaz de hacer.

La historia de las hostilidades empezó mucho antes pero se desencadena en las navidades del año pasado. El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, siempre tan ocurrente, decide fijar elecciones para el 20 de Diciembre a ver si con los villancicos ya sonando, se le anticipa el premio de la lotería que no viene asegurado. Pero no, después de tanto esfuerzo, de encuestas como espoletas, los abusos pasan factura. No demasiada, pero sí la suficiente como para que los votos no le permitan seguir en la Moncloa sin apoyos.

Rajoy le dice al Rey que no se presenta a la investidura, que para perder ni se molesta. Pero Pedro Sánchez, el líder del PSOE, la segunda fuerza más votada casi con el mismo porcentaje que Podemos, se anima a intentarlo. Está muy condicionado –siempre lo estuvo- por la derecha de su partido, o si se quiere, por los más acomodados. Firma un pacto sorprendente (o no) con Ciudadanos que no le aporta los escaños necesarios.

A Pablo Iglesias se le ha ocurrido abreviar trámites y le ha ofrecido formar gobierno. El único error en mi opinión: hacerlo en rueda de prensa y no al propio interesado. Los dioses del PSOE montan en cólera ante la osadía. Temen sin embargo que el secretario general caiga en tentaciones inconvenientes. Y una de las portavocías del Poder, el periódico La Razón, avanza en portada, que Felipe González va a tomar las riendas: “reunirá a la vieja guardia antes del Comité Federal para frenar a Sánchez”. Es 24 de enero.

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El País apoya por la retaguardia en su encantador intento de impulsar a Albert Rivera. El político más valorado, dice, aunque cada vez se desinfle más en las urnas.

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Muchos avatares después, muchos fracasos, muchos llantos y rabias; unas segundas elecciones en Junio, una investidura de Rajoy fracasada por la firmeza de Sánchez en el No a un gobierno corrupto, múltiples editoriales cuajados de insultos, un hartazgo notable en el electorado, llega la hora de la verdad. Los cuatro días del asalto. Largamente meditado y ensayado. Ahora nos dicen que hasta el gobierno lo sabía.

A estas alturas ya casi nadie ignora el pistoletazo final de Felipe González el miércoles en la Cadena SER. E inmediatamente las dimisiones, el desembarco del PSOE andaluz en Madrid con la enviada de la jefa, Susana Díaz, que en insólita escena se proclama “única autoridad”, sin que ni el tío Tato de Rajoy le haga el menor caso. Un patético recorrido que ha dejado boquiabierta a la ciudadanía.

Y el sábado, 1 de Octubre, el día en el que (1923) Fernando VII abolió todas las leyes progresistas del Trienio Liberal y reinstauró la Inquisición, el día que las mujeres obtuvieron el voto en 1931, el que Franco fue proclamado Jefe de Estado, los ejércitos y las libertades en el 36 tras el golpe de Julio o el día en el que se aprobó, en 2004, el matrimonio homosexual, se desencadena la batalla definitiva en Ferraz.  De nuevo una guerra televisada, radiada, escrita y comentada, manipulada, protestada. Con lloros, gritos, desconcierto, mala vid. Y por encima de todo, un puro bochorno, una vergüenza para un país europeo del Siglo XXI.

Sánchez pierde la votación para hacer un Congreso y dimite. El País le dedica una portada, una edición, desde el rencor y la revancha. No cabe más, ni la caverna mediática oficial llega a tanto. Todos los partidos socialdemócratas europeos pierden apoyos. El descenso no se inició con Pedro Sánchez, lo hizo con Rubalcaba. En las últimas municipales, el PSOE de Sánchez duplicó las alcaldías. Pero todo eso da igual. Lo importante es que gobierne Rajoy, que gobierne el PP y nada cambie.

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Se hace cargo de la gestora el presidente de Asturias, Javier Fernández, un señor que se declaró en campaña “español por los cuatro costados” y al que aterra cualquier posibilidad de referéndum en Cataluña. Cualquier persona informada, bien informada, sabe cuánto porcentaje hay de teatrillo en eso del “España se rompe”. Para los negocios y trapicheos no se rompe ni en broma.

Y gana Susana Díaz y sus autoridades (Verónica, autoridad única, o Micaela, la presidenta de fidelidades mutantes). Y el extremeño Fernández Vara, y el manchego García Page, y el aragonés Lambán, y el asturiano, claro. Y también Rubalcaba, y Felipe González y  Cebrián. Y los resentidos.

Y pierden Pérez Tapias, y Miquel Iceta, y Josep Borrell, y Odón Elorza, y advierte y se duele en serio Javier Solana. Comparen resultados.

Ni Pedro Sánchez es el frasco de las esencias socialistas, ni el PSOE ya un partido imprescindible. Al paso que va puede volverse irrelevante de hecho. Si los planes no cambian, tendremos gobierno de Rajoy que se permite desde el primer minuto exigir contrapartidas por su abstención al partido quebrado. Y gracias que no le convoque terceras elecciones y lo deje en la cuneta. Cambios ni uno: a peor. Con más fuerza por el aval. El PP se aprovecha. La prensa pestilente dice que es Podemos e Izquierda Unida quienes lo hacen. Que no se apartan a una esquina a esperar que el PSOE se recomponga, si puede.

El tiempo, el progreso y la realidad caminan en su contra. La realidad sobre todo. De lo sucedido, del viacrucis que queda por recorrer a los ciudadanos, lo peor es que por encima de los vencedores aparentes –con problemático futuro- el gran triunfo ha sido el de la España sucia.

*Publicado en ctxt.es