Ese molesto trámite llamado democracia

Lo sabían EEUU y la Unión Europea. Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, 33 años, se iba a plantar en la calle y autoproclamarse presidente de Venezuela. La Administración Trump le mostró su apoyo en pocos minutos. Lo sabía de primera manera. Se confirma el rumor de que Guaidó viajó hace un mes a EEUU, Colombia y Brasil para, en secreto,  informar o acordar la operación.  La eufemísticamente llamada Comunidad Internacional reparte juego.Nicolás Maduro, te tocó, esta vez sí, parecen decir.  Tras algunos ajustes,España dice que plantea a la UE reconocer a Guaidó como presidente venezolano si Maduro no convoca elecciones inmediatas. La prensa toma partido. Se llega a escribir que « Maduro se atrinchera en el poder con el apoyo de la cúpula militar«. Muchos parecen no recordar que -mal o bien- Maduro es el presidente electo de Venezuela y que lo normal en estos casos es que la «cúpula» militar, como todo ejército, esté bajo las órdenes del poder político. De momento se mantiene. Total, los golpistas -autoproclamados, si lo prefieren- «solo» se están saltando los trámites democráticos.

La derecha española se desnuda al límite y se echa a la calle a exigir el apoyo a Guaidó bajo las más desaforadas amenazas. La derecha del PP de Pablo Casado –con su corte de hooligans– y los Ciudadanos de Albert Rivera. Vox también. Y Aznar y Felipe González como si les fuera la vida en ello. Y con el apoyo mediático de costumbre todos ellos. Lo más terrible, sobrecogedor, de la máxima preocupación, es que los líderes de la derecha parecen considerar la democracia como un trámite, incómodo y prescindible. Y hace temer que de llegar al poder se quitarán de un plumazo las opciones políticas que no coincidan con la suya. Concretamente, Casado y Rivera ilegalizarían partidos independentistas. Lo han dicho. Corruptos, no, por supuesto. El gravísimo problema ahora es ese.

Imaginemos que Casado o Rivera se autoproclaman presidentes del Gobierno español. No es imposible: ambos consideran a Pedro Sánchez un okupa, dado que solo saben sumar escaños por la derecha. Saltándose trámites democráticos puede ocurrir.

Sin duda, la Venezuela de Maduro es un caos, pero denostar su Gobierno no implica aplaudir un golpe de Estado o un despoje a la brava, elijan si las definiciones precisas asustan. Por más que se haya impuesto el maniqueísmo primario, no es así. Por si las dudas, ni he simpatizado nunca con Maduro, ni lo hice con Hugo Chávez y así lo he manifestado en diversas ocasiones. Ahora bien, con la democracia, sí. De hecho, la defiendo con total decisión.

Venezuela es el ejemplo máximo de una gran hipocresía. Los intereses de quienes se manifiestan sobre esta cuestión son tan ostensibles que se ven las gruesas cuerdas que mueven los gestos. Se puede afirmar que sin petróleo un país está a salvo de ser perseguido por los desmanes de sus dirigentes. Y con petróleo -ubicado en manos generosas y precisos objetivos también, como en el caso de Arabia Saudí. La petromonarquía es uno de los países donde más se vulneran los derechos humanos, al punto de llegar a descuartizar a un periodista crítico. Y si es por la persecución de opositores, allí los ejecutan sin más miramientos.  Pero en ese tema se mira para otro lado.

A quien toca perseguir es a Nicolás Maduro. Cuántas oportunidades de negocio ha tronchado. No todas, pero más de las soportables para algunos. La Venezuela actual es hija de décadas de despropósitos y abusos. Como cualquier persona informada, conozco los detalles de la larga trayectoria que, ante nuestros ojos, llevó a Venezuela a esta situación.

Felipe González sabe mucho de amistades presidenciales venezolanas y de su dureza con las protestas. Tal como él mismo escribió, viajó a Españaen el avión presidencial de Carlos Andrés Pérez, el del «caracazo» que ocasionó decenas de muertos en su represión. Caracazo y algo más: fue expulsado de la presidencia, juzgado y condenado por malversación de fondos y se exilió a Estados Unidos. La historia de Venezuela es trágica y no lleva trazas de cambiar. Abrir la puerta hasta la cocina a EEUU, con todo su historial de injerencia en los países latinoamericanos, y además con Trump, debería avergonzar a quienes aplauden la hazaña de Guaidó. Sobrecoge ver a dirigentes españoles obviando semejante detalle, pero es que la democracia, insisto, se ha convertido en un trámite molesto.

Toda persona honesta debería preguntarse por qué Venezuela atrae tanta atención y no otros países en similares circunstancias. Este mismo viernes, la ONU publicó un informe sobre la crisis humanitaria de América Latina. «En los países centroamericanos ya hay más de 80 millones de personas que viven en pobreza extrema y donde la violencia es una constante. El Salvador y Guatemala exhiben las tasas de homicidios más altas del mundo». A esto se suma el uso «desproporcionado e innecesario» de las fuerzas de seguridad para silenciar la disidencia de manifestantes, críticos o periodistas, según la ONU.

En otro informe de hace un mes, la ONU aseguraba que América Latina y El Caribe sigue siendo «la región más violenta del mundo para las mujeres, con la tasa más alta de violencia no conyugal y la segunda tasa más alta de violencia conyugal».  Y que la situación de los Derechos Humanos en la zona es crítica.

El caso de Honduras

Si hay miles de venezolanos huyendo de su país, también hay miles de hondureños huyendo del suyo. Un caso interesante. En 2009 el Gobierno hondureño también fue depuesto por el presidente del Congreso. Ahora EEUU mantiene una base militar allí y lo considera un «socio preferente». Lo que no quita para que Trump haya dicho textualmente: «Enviamos a Honduras cientos de millones de dólares y nos envían caravanas». Con Honduras, Guatemala y El Salvador también se llevan lo suyo del presidente estadounidense. Es el trato humillante que espera a los protectorados de facto, salvo a sus élites.

Grandes negocios, menos democracia

No es solo Venezuela, Venezuela es la que tiene petróleo. Y muchos negocios con españoles, no con España. Y unos líderes hoy opositores que también hacen suculentas operaciones en nuestro país. La familia de Henrique Capriles opera en el Complejo Canalejas -un empeño personal de Ana Botella como alcadesa-,  el edificio del ático vendido por 10 millones de euros. También está detrás de varios complejos de viviendas de lujo de Madrid, copio y pego.

Los Casado, Rivera, González o Aznar -y sus predicadores en general- solo hablan de Venezuela y con un agresividad que augura días muy negros en nuestro propio país. Todo vale. A los jóvenes pupilos ya los vemos. Los expresidentes se manifiestan con claridad:  Felipe Gonzáles puso de ejemplo al Pinochet de las carnicerías humanas frente a Venezuela. ¿Cómo puede ser considerada objetiva su opinión? Aznar nunca ha creído en la democracia.  En un artículo -que publicó precisamente su entonces oponente Felipe González-  llegó a culpar a los chilenos de «las desventuras» que se hubieran evitado de «haber cumplido con su deber» de no votar a la izquierda de Allende. Pablo Casado lo ha rescatado como ideólogo del actual PP.

En esas están ahora. Con EEUU al que le vuelven a encargar ser «gendarme del mundo». Con Bolsonaro en Brasil, que está usando ya la democracia que le llevo al poder para destruirla. El hijo de Bolsonaro contrató a la madre y a la mujer del sospechoso del asesinato de la concejala Marielle Franco. De su mismo partido, Jean Wyllys, el primer congresista abiertamente homosexual de Brasil dimite y abandona el país por amenazas de muerte. Y ante esto y mucho más los hipócritas de la derecha española no gritan fuera de sí en la calle, callan. La mayoría calla, bien es verdad.

Porque lo que nos jugamos es la democracia. Pensábamos que era un valor incuestionable, pero no lo es. Suprimirla en los trámites como un engorro implica otro orden político. Cuesta entender que no se den cuenta. Hay ya millones de seres en nuestro propio país que prefieren la razón de la violencia del más fuerte, olvidando a los vulnerable, olvidando la razón de la solidaridad, olvidando la razón.

Con la ejecución de Grecia empezó todo

El Eurogrupo con sus más destacados miembros: el alemán Schäubel y el holandés Dijsselbloem que ha revalidado su presidencia

Hierve España en su política de osadías y descalabros, pero muchas veces es necesario mirar el contexto, un contexto amplio, para entender el nudo. La imposición de la austeridad y el tratamiento que la UE aplicó a la Grecia está en el inicio de una debacle que resquebraja a la propia Europa y que la ha llenado de fascismos. Aire ultra para paliar, también al otro lado del Atlántico, los errores y abusos del capitalismo que llamaron crisis y sembrar una respuesta visceral y errática en la sociedad pueril.

El gobierno de Tsipras acaba de ganar una moción de confianza tras la ruptura del pacto de gobierno con sus socios de ANEL, formación nacionalista y conservadora. Una cuestión de semántica territorial, el nombre de Macedonia, la había provocado. Los mandos de la UE han decidido echarle una mano y reconocer que con Grecia se pasaron tres pueblos. Jean-Claude Juncker ha dicho: “ No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos”. Y ya está.

Grecia, un síntoma entre otros, sin duda. Ocurrió ante nuestros ojos y se hizo lo posible por desviar la mirada. Año 2015. Grecia está sumida en la bancarrota a la que le han llevado los gobiernos conservadores (Nueva Democracia) y socialdemócratas (PASOK). Pagan además haber amañado las cuentas para entrar en la Comunidad Europea. Goldman Sachs realiza la tarea. Su antiguo vicepresidente Mario Draghi está en 2015 a cargo del BCE, el Banco Central Europeo.

Grecia transita por la senda del calvario. Ha tenido que pedir un rescate, le han clavado un presidente tecnócrata, Papademos, para que lo cumpla sin fisuras. Tras intensas presiones, coacciones,  para que los griegos no voten a la izquierda moderada, a Syriza, los ciudadanos optan por ese gobierno progresista. Grecia apenas representa el 2% del PIB de la UE, pero hicieron creer que por ese agujero se desaguaba Europa.

Al presidente electo, Alexis Tsipras, se le ocurre convocar un referéndum para que los griegos decidan sobre las draconianas medidas que impone la Troika –el organismo formado por UE, BCE y FMI-. El resultado es NO, no las quieren así, y se desencadena lo que fue un auténtico ensañamiento. Lo capitanea el ministro alemán de finanzas Schäuble y el entonces jefe del Eurogrupo, el holandés Dijsselbloem,  el mismo que solía mostrar su desprecio por los países del Sur.

A la Grecia de Tsipras, ni agua. Es un aviso a navegantes, en España está en alza Podemos y hay que cortar las tentaciones progresistas. Hay que hundir a Grecia, para salvar a España, llegó a decirse. Ante la indiferencia general, Alemania ejecutó su venganza con la aquiescencia del resto de los mandatarios de la UE y castigó a Grecia con dureza inaudita. Los titulares de la prensa española contaban que Tsipras “desafiaba a Europa al querer paliar la crisis humanitaria”, textualmente. La había a niveles de tragedia.

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La tensa relación de Varoufakis con el Eurogrupo

Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas de Syriza, se niega a rebajar ( más ) la vida de los griegos, y dimite. Tsipras acata. Siempre esa bicefalia. Bajo intensas presiones. El Eurogrupo “redobla sus amenazas a Grecia por no aceptar más recortes”, informábamos. Varoufakis explicaba sin cesar que el 90% del rescate europeo fue a parar a entidades financieras, no al Estado ni a los ciudadanos griegos.

Hubo bastantes personas que se quitaron la vida por desesperación. La sociedad registró un empobrecimiento insostenible. Llegaban noticias de que no eran libres ni de comprar aspirinas para la sanidad pública, sin permiso de la Troika. Las órdenes eran las clásicas: recortar pensiones y vender o malvender cuanto quedara de valor en infraestructuras y servicios. Tuvieron que deshacerse hasta de territorio rentable: islas. Venía a ser como en la Edad Media a los vencidos en las Cruzadas.

Fue un festín. A modo de ejemplo vimos que una empresa alemana compró en los primeros días de oferta los aeropuertos de las islas turísticas de Corfú, Mikonos y Santorini. El  adjudicatario, el grupo  Fraport (Aeropuerto de Fráncfort),  tiene como accionista principal al estado de Hesse y a la ciudad francfortesa. Entretanto, en Europa se facilitaban rescates multimillonarios a los bancos con dinero público y ninguna condición.

Juncker no han sido el primero en contar  cómo el poder masacró a Grecia, a los griegos. Un informe interno del FMI confesó en 2018 quesacrificó a Grecia por presiones políticas para proteger a los bancos –principalmente franceses y alemanes- expuestos a la deuda griega. Draghi, precisamente Draghi, remató desde el BCE con medidas de apoyo al euro, extremadamente generosas con la España de Rajoy, y no dando ni un euro, ni uno, a Grecia por alguna argucia legal. A los países que abren la puerta a los fascismos la UE no les aplica estas medidas, ni de lejos. Importa lo que importa. Y ese contexto es decisivo para cuanto ha ocurrido y ocurre ahora.

Grecia era el corazón herido de una Europa muerta, lo escribimos entonces. La Unión Europea optó por el suicidio vía ajusticiamiento de Grecia.  Hoy la UE se desangra por el Brexit. Se puebla de ultraderecha en Polonia, Hungria, y varios otros países. Alemania registra la salida de Merkel –fustigada por la derecha, además-. La izquierda y hasta el centro están en mínimos en Francia e Italia.  Solo Portugal resiste íntegra. España, con gobierno del PSOE, también, aunque acosado por las presiones de la derecha y ultraderecha política y mediática. Y financiera y judicial podría añadirse. Por los desvaríos de los caciques territoriales. Por el enquistado y muy viciado y muy utilizado y pésimamente abordado contencioso con Catalunya. O por el desmembramiento de Podemos, roto en las ansias de poder y el abrazo a los pragmatismos que gustan a los bien situados.

Los movimientos políticos, quizás todo en la vida, avisa y hay que saberlo ver. Y afrontarlo. De frente, con más razón que pasión. De poco sirve llorar después.

*Publicado en eldiarioes 18/01/2019

Lo siento mucho, no lo volveré a hacer. O sí

Diez años después del estallido formal de la crisis financiera internacional nos encontramos con otra aún más preocupante, si cabía. El FMI confiesa –ellos dicen alerta – una deuda global récord, un 60% mayor que en 2007 en los movimientos previos que precedieron al derrumbe financiero. Son 182 billones de dólares, 156 veces el PIB español, y creciendo vigoroso al ritmo de 18 billones de dólares desde la primavera.

Una sociedad aturdida y crispada atiende los cantos de sirena de quienes causaron la crisis y borran su memoria, reforzados ahora por una deriva ultraderechista que recorta libertades y democracia como absurda panacea. Diez años después de la llamada crisis hay más desigualdad, más precariedad en los más débiles, y la sombra del fascismo empieza a nublar el cielo por su tamaño.

Atribuye el FMI la causa central al proteccionismo estadounidense que aboca a una guerra comercial. Los más perjudicados son la UE y los países emergentes. Solo que olvida decir que Trump es hijo de sus salidas a la crisis de 2008 y que la UE sufre las secuelas del errático tratamiento que aplicaron. Mejor dicho, errático no, sabían perfectamente lo que hacían.

Grecia es el símbolo y la víctima. Tenemos un país al que los gobiernos conservadores y socialistas, de Nueva Democracia y PASOK, han dejado en bancarrota. La quiebra se produce con el gobierno de ND y tras falsear las cuentas en su día para entrar en el Euro con ayuda de Goldman Sachs. La empresa que empleó a Mario Dragui, el que ya es presidente del BCE, y forma la Troika, con el FMI, y el Consejo Europeo, los jefes de gobierno de la UE.

En un informe interno de hace algún tiempo,  el FMI reconocía que sacrificó a Grecia por presiones políticas para proteger a los bancos –principalmente franceses y alemanes – expuestos a la deuda griega. Estamos en 2010 cuando la tragedia empieza. Ocurrió en directo ante nuestros ojos y lo contamos, pero las presiones seguían desviando la atención. Fue la época en la que se echaban presidentes para poner empleados del poder financiero. El tiempo en el que se coaccionó a Grecia para que no eligiera un gobierno progresista. Cuando les hicieron comerse el «No» a un referéndum de consulta sobre las crueles condiciones del rescate.

Para entonces los gobiernos que, asustados, por el castillo de naipes  caído tras Lehman Brothers, habían prometido “refundar el capitalismo” se empleaban a fondo en refundar a los ciudadanos y que pagásemos sus facturas. Para entonces ya había habido un 15M  en España y una indignación extendida por muchos países. Para entonces ya había surgido Podemos y entrado en el Parlamento Europeo y amenazado la burbuja bipartidista. Los grandes medios luchaban en las filas del poder.

Prensa española de la época
Prensa española de la época

La Troika quería un castigo ejemplar. Grecia solo representaba el 2% del PIB de la UE pero nos hicieron creer que por ese agujero se iba Europa. No aceptaron las condiciones negociadoras del nuevo gobierno griego. Iñigo Sáenz de Ugarte hizo un trabajo ejemplar en donde se muestra hasta  cómo iban tachando con bolígrafo las propuestas griegas.  De ahí que salieran tan risueños de estas reuniones.

El Eurogrupo se ensañó con Grecia. Varoufakis, ministro de finanzas se fue, Tsipras acató. El FMI y el resto de la Troika convirtieron a Grecia en un protectorado que debía consultar hasta si compraba aspirinas.  Se atacó con prioridad lo que da lucro a la rapiña: las pensiones, la sanidad, los inmuebles, infraestructuras y bienes públicos. Y llega el dinero, y lo primero es pagar a la UE, y después a los bancos, siempre los bancos. Y no queda apenas nada para la gente.

El Eurogrupo con sus más destacados miembros: el alemán Schäubel y el holandés Dijsselbloem que ha revalidado su presidencia
El Eurogrupo con sus más destacados miembros: el alemán Schäubel y el holandés Dijsselbloem

Y casi no se han hecho las primeras anotaciones, de entra y sale,  en las cuentas del Estado cuando se aplican las exigencias de los rescates. Comienzan de inmediato las privatizaciones de los aeropuertos  –requeridas como condición del Eurogrupo – y los adquiere, oh, gran casualidad, el grupo alemán Fraport. Entre ellos los de las islas turísticas de Corfú, Mikonos o Santorini. El grupo  Fraport (Aeropuerto de Fráncfort),  tiene como accionista principal al estado de Hesse. Es solo un ejemplo de la subasta, despiece y liquidación de Grecia. No es la primera vez que se cambia deuda por territorio, pero cada vez chirría más en un siglo XXI.  El paisaje del hambre y la miseria se acrecentó . Los periodistas, grandes periodistas, Joaquín Estefanía y Ana Cañil, contaban en la presentación de su libro sobre la crisis griega que los amigos respondían de esta forma a la ritual pregunta de viaje: ¿Qué os llevamos? Y era comida y productos de primera necesidad.

Y va y dice el FMI algo así como “Lo siento mucho, no volverá a ocurrir”. O ni eso. Y lo grave es que volverá a ocurrir mientras la ciudadanía no reaccione. Que se diría estamos en puertas de que pase otra vez.

Porque volvemos a empezar. Nos alertan. Otra “crisis” de la Deuda. Mayor. Un 60% más. Es tan apetitosamente lucrativa. Tras Grecia cayeron también Irlanda y Portugal. Y se dio un ultimátum a España. Hasta  Obama llamó a Zapatero para que fuera buen chico y metiera la tijera. Rajoy, exultante, se alegraba de que España estuviera en el corredor de las crucifixiones culpando a Zapatero. Es un eterno Déjà vu. Elegido por mayoría absoluta, aplicaría una especie de rescate en diferido, gran parte del cual se ha dado por irrecuperable.

En agosto de 2011, cuando los mercados “castigan” sin cesar a Europa, nos encontramos con una brutal elevación de sus primas. Los bonos griegos se disparaban a 1.256 puntos con un rendimiento que llegaría al 18,50%. Ni en el casino. Los irlandeses y los portugueses alcanzan ya casi los 900 puntos, aportando ganancias del 11%. Los de España, con un 400, rentan un  6%.

La inconsciencia y la ignorancia compran. En la Italia de Salvini que detiene alcaldes progresistas. En la Europa que está reventando sus Constituciones. En la España que conspira desde la podredumbre de sus cloacas.

Polluelos piadores incasables de las falsas bondades de este capitalismo de Casino buscan clientela para las urnas. ¿No añoran ustedes al PP como dice Pablo Casado? ¿No sueñan con un gobierno presidido por Albert Rivera? ¿Y por el mentor de ambos el gallo guerrero que vende libros y su sistema? ¿Y con una bandera o dos que tapen todo?

De lo que no pueden albergar la mínima duda es de esta máxima que dicta la experiencia: esa deuda monumental de 182 billones de dólares que sube como un suflé nos la harán pagar a los ciudadanos. En dinero o en especie. Hasta en democracia. Y algunos se seguirán riendo.

 

Su España les gusta… ¿Y la europea?

A ellos, les gusta su España. Lástima que se la vengan a arruinar unos cuantos seres erráticos y descarriados. Les atarán corto. Ya lo hacen. Ha habido tropiezos. Nada que no puedan reconducir los medios concertados, tan expertos en el arte del “afinar” que, a menudo, se pasan produciendo más de un ecce homo. Puigdemont se marchó a Bruselas antes de ser conducido a la cárcel como varios miembros de su gobierno. Se pulió más aún la orden de búsqueda y captura con algunos trazos añadidos y, cuando se vio que la Justicia belga iba a darles un disgusto, se retiró la petición.  Entraron en la nueva “figura” jurídica acuñada por Gonzalo Boye: el no prófugo. Si cruza la frontera, el cesado President catalán será detenido pero podría asentarse en Perpignan: España no le persigue en el extranjero. Para redondear el descrédito, el ministro Catalá pidió a Bruselas cambiar las euroórdenes. Le dijeron que no. Y al “corte” comunitario lo cubrió un tupido velo.

 Pedro J. Ramírez, desde el ala ultramontana, el furor y la mano dura, se duele de que España haya hecho el ridículo internacional. Al sector de los permanentemente establecidos podía ponerle voz Ignasi Guardans, antiguo miembro de Convergencia: “Los Jueces belgas ya no tendrán la opción de opinar sobre un Código Penal y una sociedad política que ignoran. Acabó el show. O vuelve solo, o ahí se queda. Aplausos, Juez Llarena”. Tiene un punto: La justicia, universal, depende de “la sociedad política” a no ignorar. Rajoy y su amplia y bien seleccionada corte se aplauden de continuo porque cuanto hacen, lo hacen bien. Y los intelectuales tipo Pérez Reverte en lanzamiento de libro dicen que les da asco todo. Todo lo que no sean ellos. A ellos, en conjunto, les gusta su España. Ellos se gustan.

Se habla de Golpe de Estado. De varios. El españolismo feroz ve Golpe de Estado en Cataluña. Puigdemont y los independentistas hablan de Golpe de Estado hacia Catalunya. Algunos parámetros muy serios se han alterado en toda España a cuenta del conflicto catalán, ¿cómo se le llamaría? Bulle una tunda de Golpes sin sentido. O con demasiada intención.

Su problema es que fuera saben lo que pasa en España. Y obran en consecuencia. En el reparto de cargos internacional no nos cae ni uno. El último gran nombramiento fue el  de Rodrigo Rato como Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ya nos vale. Como para repetir. Dejó plantado el despacho justo antes de desencadenarse “la” crisis. Las críticas a su gestión fueron lacerantes desde dentro del propio organismo. Luego se descubrieron varios presuntos pasteles de corrupción en terreno patrio que aún no ha sentenciado la justicia. Tan rápida para unos asuntos, tan lenta para otros.

Mientras, acaba de ser elegido un portugués como Presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, un prestigioso economista, ex ministro, crítico con la austeridad. Un puesto que De Guindos no consiguió en pugna con  Dijsselbloem.  Portugués es el Secretario General de la ONU Antonio Guterrés. Y el vicepresidencia del BCE, Vítor Constâncio. Otro puesto al que aspira nuestro actual ministro de Economía.  No  son distinciones formales, influye en las políticas. Nunca hemos tenido tan poca representación internacional en puestos claves como con el gobierno de Rajoy. El último miembro español en el BCE fue González Páramo y acabó en 2012. En su día, España tuvo altos cargos comunitarios como Javier Solana, Josep Borrel, Almunia, o Enrique Barón, todos ellos del PSOE. Loyola de Palacio del PP, también. Ahora nos limitamos a Arias Cañete que, llegado con todo su bagaje que incluía hasta machismo de solera, no obtuvo otra cosa que una comisaría. Arías Cañete en Acción por el Clima y Energía -decisiva pero escasamente valorada- es toda la representación para la cuarta economía de la Eurozona. 

En Europa, en el mundo, saben lo que pasa en España. No es posible ignorar la corrupción que suelta a diario su chapapote por distintos puntos del país. Y ya se revuelven hasta jueces que denuncian presiones. Son conscientes del autoritarismo desplegado por el PP y que no deja de dar señales de alarma. De este martes, la imputación por injurias al rey y a España por una pitada colectiva en un partido de fútbol.

Conocen la gestión que se ha hecho del conflicto catalán que debió abordarse con soluciones políticas. Las cargas policiales contra ciudadanos indefensos que pretendían votar en Catalunya el 1 de octubre fueron más reveladoras que decenas de artículos con argumentos. Lo saben desde Estocolmo a Wisconsin. Le pueden poner aquí todas las cintas de colores que quieran, es así. Diarios influyentes de la prensa internacional consideran que la justicia española no es independiente. Vuelve a ser imprescindible buscar información en el exterior menos contaminada que la local de los grandes medios. Es lo que hace de continuo el periodista Fernando Berlín. No se pierdan su resumen:  La mano que mece la cuna judicial.  Unas elecciones con líderes encarcelados son muy poco presentables en criterios estrictos, y aquí vamos por ampliar la jugada con más implicados. ¿No saben? Los independentistas hacían planes para lograr la independencia.

Europa sin embargo apoya a Rajoy, comentan muchos. Sí, estos tinglados funcionan por sus utilidad, siempre hay gente que se aprovecha dentro y fuera del país. Lo tildas de asunto interno y termina por colar todo. Déjenme que les muestre un ejemplo gráfico. Varios países europeos cuentan ya con gobiernos de ultraderecha. Tras Hungría, Polonia entró en ese bloque. La UE empezó mostrando su “honda preocupación” por la deriva autoritaria de Varsovia. Ya saben que Bruselas lo primero que hace es  “mostrar su honda preocupación”. Así llegamos al día que “ advierten”. Pasan a la fase de los proyectos: “ La UE estudia suspender el derecho de voto de Polonia”. Sigue la de los apremios:  “ La UE concede un mes a Polonia para rectificar su reformas judiciales”. Para no precipitarse, se prolongan los plazos: “La UE concede tres meses a Polonia para rectificar su reformas judiciales”. Este viernes,  Polonia aprobó esas reformas.

El problema no es, a pesar de todo, cómo nos ven fuera. España tiene la costumbre de vivir de espaldas al mundo. La dictadura de Franco fue la última en cerrar fronteras por décadas. Siempre encuentran un contubernio para explicarlo. El judeo-masónico a estas alturas ya no colaría, funciona mejor el maquillaje y la ocultación. El problema es la realidad interior.  Una España pringada de corrupción y graves desajustes subsiguientes. Con un presidente que cada día suelta o hace un despropósito. Dice que quienes borraron los ordenadores de Bárcenas 35 veces hicieron “lo habitual” y les felicita. Se coge un  spot de Marca España y se lo apropia para la campaña. Es su cortijo. Su España les gusta.  A sus socios parece que también.

Rajoy y su PP están en el gobierno porque le apoyan Ciudadanos y la abstención del PSOE. El problema es lo que nos ocurre a los españoles bajo esta administración, por muchos que sean los paripés electorales. El problema son los medios concertados que atribuyen culpas al “enemigo” que minimizan para su bando con la ley del embudo. En corrupción. En sanidad y suma y sigue. El problema es una parte de la sociedad que se mueve por impulsos viscerales, capaz de reeditar las Cruzadas hasta con vencedores y vencidos. Una sociedad que deja pasar en cambio graves desajustes.

No es inocuo. Lo pagamos. Cuando un país se hunde con estas premisas tiene consecuencias. La España del PP y socios no presenta otro modelo productivo que depreciar la vida de los ciudadanos a quienes les toca el lado oscuro. No hay otro modelo de desarrollo y de futuro. El sálvese quien pueda como lema. Y esperen a su relevo Ciudadanos, si ocurre. Ya están condenadas hasta las pensiones que formatean suelos electorales productivos. Nos están quitando todo. Cuando su España no les guste, ya no habrá remedio.

Ha tomado la delantera una vez más la España que desprecia cuanto ignora, la que presume de lo que carece, la que tiene nueve cabezas embistiendo de cada diez como nos advertían voces sabias desde los confines de la Historia. Porque no toda nos manda a la Covadonga de la Reconquista. En tiempos de sociedades muy polarizadas, con una permisividad aterradora a la irracionalidad, sigue habiendo otra España por construir.

2017, verano sobre un polvorín

Desde hace 6 años, el rito del verano se inicia en España con una comparecencia de Mariano Rajoy que evidencia lo desolador de nuestro destino. Presente, al menos. El presidente del gobierno se ha permitido volver a dar un concierto de autoalabanzas extremas a su gestión. Ninguna autocrítica, ningún dato comprometido. Un insulto a las víctimas de sus políticas, un recordatorio a quienes, como Ciudadanos, el PNV, CC, NC -o el PSOE con su abstención- consiguen que Rajoy se enorgullezca de manejarse tan bien “en circunstancias poco habituales”.

Leía un discurso a los asistentes a la rueda de prensa: “Señoras y señores”, reiteraba Rajoy en su mitin para informadores. Ni un requerimiento de aclaración al Viva Yo entonando por el presidente se le ha pedido. La abrumadora mayoría de las preguntas han sido en torno a Catalunya que debe ser el primer problema con el que se enfrentan los periodistas de toda España al despertarse. Apenas se ha abordado lo que realmente afecta a los ciudadanos cada día. Y cuando sí se le ha planteado la corrupción del PP, Rajoy ha utilizado la táctica de no nombrar lo que no quiere. La peor noticia es que nuestros problemas no se limitan a Rajoy.

El cuento del lobo nos enseñó, de niños, que no basta con cerrar los ojos para que la amenaza se evapore. El verano de 2017 nos sitúa en uno de los escenarios más complicados desde hace décadas. Vivimos en un polvorín que se ha ido armando por múltiples decisiones erráticas. Y no mejorará por inhibirse.

En EEUU tenemos a un presidente, Donald Trump, literalmente desatado. Alimentando una crisis con Rusia que los turbios contactos familiares se han encargado de acrecentar. Como los césares locos de Roma, sus caprichos y fobias personales están afectando gravemente la imagen de la presidencia. Ahora le ha tocado al Fiscal General y no hay más que ver sus caras. El nuevo favorito de Trump, Anthony Scaramucci,  se estrenó en el cargo llamando al jefe de Gabinete del presidente “ jodido paranoico esquizofrénico” y dijo de Bannon, cuyas acciones suben y bajan ante el financiero llegado a político: “Yo no intento mamármela como él”. Pocas horas después, Trump cesaba, por medio de Twitter, a su jefe de gabinete, Rince Priebus.

Más peligroso aún, si cabe, es que Trump pretende arrogarse el poder de perdonar delitos, incluso a él mismo y sus colaboradores. Un gravísimo atentado a la democracia, un total desatino como nos contaba la profesora Verónica del Carpio, que está pasando desapercibido en la frivolidad reinante.

Habrá que ver si la sensatez logra parar la deriva emprendida por Trump. De momento, el Senado ha tumbado de nuevo su ley para anular la reforma sanitaria de Obama y dejar sin seguro médico a 20 millones de personas. El senador McCain acudió a votar NO a la propuesta de Trump, desde el hospital y con una grave enfermedad. Pero los McCain no abundan.

A los focos habituales de preocupación, se unen otros. En Europa, Hungría y Polonia han ungido con el mando directamente a la ultraderecha. Bruselas critica en particular la reforma que lleva a cabo el partido Ley y Justicia, en el gobierno de Varsovia, que le aleja de la democracia. Masivas manifestaciones rechazan en la calle las medidas, pero como todo gobierno autoritario el de Polonia arguye que otros se quedan en casa. El presidente del país ha tumbado una parte de la ley cuestionada. La jefa del gobierno dice que no lo acatará. La mala noticia es cuánto se parece esa reforma antidemocrática a lo que rige en España de facto en la justicia. Elisa Beni, como es habitual,  dio cumplido detalle en este diario. 

Aquí al lado hemos de contar también a Turquía. Miles de encarcelados, torturados algunos, con la excusa del golpe a Erdogan, atestiguan la feroz purga que está llevando a cabo el presidente. Ya no se para ni ante organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional o Avaaz, ni ante periodistas. A pesar de todo esto, la Turquía de Erdogan insiste en entrar en la UE para cobrar el favor de recibir a refugiados que le sobran a Europa. Bruselas ha expresado a Turquía su “reproche”, tal cual,  reproche, por sus preocupantes tendencias. Acaba de confirmar que le mantiene el estatus de país candidato.

  En Francia, el presidente Macron no para tampoco con sus reformas. En la típica “una de cal y otra de arena” que en modo alguno compensa las medidas de involución. Va a distinguir entre migrantes económicos y refugiados, acogiendo únicamente a estos últimos. A ese fin se propone establecer controles de registro y selección, hot spots, en países africanos, comenzando por Libia. Su popularidad ha caído en picado, a niveles de récord. Solo Chirac sufrió ese despeñe en 3 meses. Lo peor es que también se ha apuntado a reformas de la justicia que suscitan intensas críticas. Sus detractores aseguran que recortan libertades.

Preocupadas por la idea del periodismo que compartimos, Olga Rodríguez y yo solemos comentar la importancia de la información internacional tan menospreciada en nuestro país, de lo que sucede fuera. Permite hasta explicar la deriva involucionista de la España del PP que recibe la ola mundial sin haberse movido apenas de ella. Se avecinan tiempos muy duros y es preferible saberlo y tomar alguna medida.

   En España tenemos a Rajoy, con su mitin-rueda de prensa fin de curso. Cuando aún está caliente la insolencia que desplegó en su declaración en la Audiencia Nacional. Sus mentiras o afirmaciones falsas, no admisibles penalmente en un testigo. La insólita actuación del presidente del Tribunal. Dónde sentaron a Rajoy para remarcar sus privilegios y abofetear con ellos al común de los ciudadanos. Y finalmente el cortejo mediático a su persona que se ha permitido hasta burlarse de la justicia y de los defensores de ella. En ABC y La Razón fue un aquelarre pero el resto de las antaño grandes cabeceras estuvo en un nivel muy próximo.

Con esta prensa -esa prensa, hay otra- no está garantizado el derecho a la información. Con esa prensa, radio y televisión apuntada a similares labores. Una prensa que se desangra a diario perdiendo lectores e ingresos pero que parece preferir su tarea de propaganda política mientras dure. El PP ha llegado al nivel de esperpento al comparar su gestión del paro con la llegada del hombre a la luna y la caída del Muro de Berlín, y su corifeo no ha dicho ni media palabra. Imaginen si lo hubieran hecho otros. El paro, la realidad también es otra. Sus voceros merecerían uno de esos contratos de una hora que se computan como empleo. La posverdad de los Trump tiene poco que envidiar al PP de Rajoy, sin un McCain que nos consuele.

 Toca que nos cuenten que mucha gente se va en viaje de vacaciones, olvidando que no toda puede. Pero no es un verano más. Cuecen distintos conflictos, pugnan intereses ciegos, la verdad y la justicia cada vez importan menos y han caído muchas caretas que mal disimulaban la complicidad en temible descaro. Toca, como alternativa inmediata, descanso si se puede para tomar fuerzas,  sentidos alerta, no dar cabida a estupideces varias y separar lo esencial de lo urgente como prioridad absoluta.

 

Un país al que llamaremos H

rajoy.soraya.aplausos

Hay un país en el que viven numerosos políticos y periodistas consolidados, incluso jóvenes aspirantes a entrar en el paraíso de sus mayores. En ese país la economía funciona y crece como hierba en campo fértil. Sus gestores se sienten muy orgullosos de su obra y se dan parabienes de continuo. Aseguran que cualquier cambio de rumbo supondría un experimento condenado al fracaso, un disparate. Siempre cuentan con periodistas que aplauden sus políticas y rebaten hasta el mareo de la audiencia los datos que contradicen la euforia. Y con medios que les contratan al efecto.

Es un país en el que ha aumentado la pobreza, con especial incidencia en la infantil. Un exhaustivo informe de la OCDE señala al empleo precario, la temporalidad y los sueldos bajos como causantes. Es decir, los efectos buscados por la Reforma Laboral que así troceaba y repartía los puestos de trabajo que no se llevó la crisis, aquello, esto, nunca atribuible como culpa a los ciudadanos. Son vidas de personas que no quitan el sueño a los altos mandos del clan, los ven como simples anotaciones contables. De hecho, otra noticia alerta del grave costo de la depresión en la Unión Europea: 92.000 millones al año. No de la brutal extensión de la traumatizante enfermedad, sino de lo que cuesta a las arcas de sus empleadores. Pero esos dramas ocurren fuera del ámbito de felicidad que rodea a los que mandan.

Porque ese país, el suyo, es sin lugar a dudas un Estado de Derecho donde el imperio de la Ley se cumple a rajatabla. Sin excepciones. Todos son iguales ante los sagrados mandamientos que de la forma más ecuánime se promulgan, gracias a la iniciativa del Gobierno, con la aprobación de las Cortes legislativas y el riguroso cumplimiento de los tribunales de justicia, algunos nombrados por el propio Gobierno o sus socios. Su único objetivo: lograr el bien común y el respeto a todos y cada uno de los ciudadanos, sin discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Lo de una vivienda digna para todos, sanidad y educación sin restricciones y algunos otros derechos se ha dejado un poco de lado porque cuesta dinero y hay otras prioridades a atender: sea rescatar bancos o autopistas que, con su buen hacer, terminan sosteniendo a la nación o a los que saben qué hacer con ella. Sea dar subvenciones, publicidad institucional, o meter la mano en la caja si la carne es débil y la cara muy dura. Ellos se organizan. Es de sentido común. La mayor parte de la sociedad lo entiende porque vivimos tan bien y nos compramos tantos aparatos electrónicos en cuanto aparecen en el mercado que compensa carencias, como las que cuenta la OCDE. De algunos de hecho, no de todos. Así que tampoco es mayor problema.

Una democracia consolidada en definitiva, que se respeta con pulcritud desde los más altos estamentos del Estado. Escrupulosamente sensibles al menor deseo de los ciudadanos, incluso cuando se expresa en críticas.

Tal es la armonía que los partidos que saben de esto, de su democracia, y los periodistas y medios de su círculo no tienen más remedio que plantar cara a quien llega en sus quejas al punto de querer cambiar algo. Se cogen las noticias, editoriales y lo que haga falta y se ataca y se venera, estratégicamente, para mantener el tinglado. Es ley de vida, el mal menor, siempre certero, hagamos el Sistema grande otra vez, faltaría más.

En ese país muchas personas siguen sin poder encender la luz o el fuego para cocer lo poco que brinda su despensa. A los niños los tienen masificados en el colegio, sin clases de apoyo, pagando algunos la maldad parental de insistir en llevarlos a la enseñanza pública. Algunas personas han ido suspendiendo sus tratamientos de enfermedades graves, cardíacas, desde que impusieron el copago para ahorrar. En vidas. Pero no los ven, estos se ven poco en los altos despachos y en las redacciones de élite.

En ese país se está deteniendo, encarcelando, llevando a juicio y condenando a muchas personas por protestar. O por sacar las urnas a la calle y preguntar. O por escribir tuits y cantar textos inconvenientes, o hacer teatro con marionetas. Son malos, escoria del sistema. Sí, algunos le llaman Sistema a esto.

Tampoco se trata de ser exhaustivos. No vaya a ser que no alcancemos el Nirvana, lugar en el que por lo visto se disfruta de gran confort. Claro que, en ese país, una anciana se planta ante el nigeriano emigrante que pide a la puerta del supermercado y le cuenta, pues lo normal, sus enfermedades. Y otra se va a la peluquería del chino, de esas que han puesto tantas y que peina estupendamente por 7 euros, y enebra monólogo:

— Pues yo trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión, sabe usted.

— ….

— Oiga, le digo que si sabe usted qué era el Instituto Nacional de Previsión.

— Sí, le responde el peluquero, en una de las pocas palabras que conoce en nuestro idioma.

— Estaba en Conde de Peñalver. ¿Sabe usted dónde está Conde de Peñalver?

— Sí.

Y no le saca de ahí. Espitas de soledades y frustraciones. Siempre mejor que el anciano que aporrea el techo del coche que le ha cedido el turno en el paso de cebra, porque algo no fue de su gusto. O el joven sentado en el metro en un tintineo constante de piernas, pies y dientes. No pertenecen al club de los satisfechos aunque quizás votan para mantenerlos.

Ese país que vuelve a apalizar homosexuales porque es vital saber con quién se mete cada uno en la cama y prohibir y condenar. Ese país que sigue matando y cada vez más a las mujeres. Con saña, por derecho autoconcedido del ancestral machismo.  Ese país que lucha por volver tanto al pasado que hasta obliga a cambiar la Plaza de la Igualdad por su antiguo nombre de Divisiones azules de apoyos nazis y por ende franquistas. Ese país en el que la ultraderecha ya vuelve a respirar fuerte en clima amigo.

Ese país está en Europa, en la Unión Europea, que aprueba normas, hace reuniones, muchas reuniones, emite comunicados, insta a diferentes cosas. Y deja que la alcaldesa de Calais, Francia, del partido de Los Republicanos, el de Sarkozy y Fillon, en un estado gobernado por los socialistas de Hollande, condene, a muerte quizás, a miles de personas, dado que ha prohibido bajo sanción que nadie lleve comida a los refugiados. Como ese otro país, Hungría, que cobra 1.200 euros a los refugiados para cambiar de un campo de concentración miserable a otro algo menos miserable. Ese continente, que les deja vagar solos, sin atención, sin protección, que les deja morir solos, que les empuja a morir. Y que nos tiene en vilo no vaya a ser que nos coloque en Holanda a otro fascista.

Pues a esto le llaman Sistema, como digo. El país en el que viven los aposentados y la mayoría desconoce. O Casta o Trama, según las versiones, que es algo que enfada mucho a los que disfrutan del Sistema precisamente, y les lanza a escribir fieros artículo, de esos cargados de «presuntos» y «según ellos».

Igual a ese país hay que llamarlo H. Mudo, sin función, a lo sumo marco para el suspiro, para el lamento. Ése que a base de aspirar en quejido da forma a la jota, la más rotunda de las letras.

*Publicado en eldiarioes

El escandaloso silencio de las buenas personas

Vivimos tiempos de tinieblas y crueldad, como cada vez que la codicia encuentra vía para expandirse. Ni el hambre, ni la guerra y su destrucción detuvo a sus actores definitivamente, cuando ven oportunidad se rearman y actúan sin importar qué dejan a su paso. La tormenta lleva mucho tiempo gestándose y ya ha descargado muerte y barbarie por doquier. Avisar no ha servido de mucho porque millones de víctimas siguen prestas a colaborar con los verdugos. Una de las principales causas es la que planteó Martin Luther King y recogía José Luis Sampedro: «No nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas». De las buenas, o no tan buenas. Porque lo cierto es que, a todos los niveles, vivimos un profundo deterioro de la condición humana. Se percibe desde los detalles intrascendentes a los de mayor calado.

Aylan no fue el final, fue el principio. De la impunidad. De la deshumanización. Aquel cuerpecito del niño sirio ahogado en la playa pudo ser el símbolo que marcaba un giro en el rumbo. Fue a peor. Ha habido miles de Aylan abatidos en todos los campos de la justicia. El drama de los refugiados lejos de solucionarse se ha apartado de la actualidad. De repente en un suelto de una página perdida vemos que han aparecido otros 41 ahogados en otra arena. Que el mar se traga vidas sin alterar ni un segundo el discurrir cotidiano. Especialmente de quienes tienen poder para solucionar o estancar los problemas.

 La UE en concreto entregó los refugiados errantes, previo pago, a la Turquía de Erdogan. Por eso mira para otro lado ante el flagrante triturado de los Derechos Humanos que allí se está perpetrando. Lo último ha sido el cierre de más de un centenar de medios informativos. Tras detener a periodistas, jueces y fiscales, profesores, funcionarios, militares, miembros de ONGs. Amnistía Internacional dice que se está torturando y violando en las cárceles. Y no hay plenos parlamentarios, editoriales, artículos, pronunciamientos, notas siquiera, evidenciando una vez más la inmensa hipocresía en la que se mueve esta sociedad.

Enfebrecidos dirigentes, con el apoyo de unos medios al servicio del mismo plan, buscan yihadismos en brutales matanzas. Sin mirar en el pozo de la injusticia y la desesperación que alimentan sus políticas. ¿Cree alguien que por este camino vamos a algún puerto seguro? ¿No ven de verdad lo que está pasando?

Esa mezcla de egoísmo, idiocia e ira que se ha adueñado de la sociedad tiene como candidato a ocupar la silla de la Casa Blanca con todos sus botones de poder a un energúmeno del calibre de Donald Trump. En Europa, el húngaro Viktor Orbán saluda su posible llegada con alborozo, según declaró. Esa ultraderecha que se ha colado en los Parlamentos está de nuevo vigorosa, como sucedió en los años 30 del siglo XX. Y a pocos parece importarles. La historia no viene por capítulos de fácil consumo.

La evidencia está demostrando que a millones de personas no les incomoda la corrupción o la tiranía, la pérdida de la democracia, los ataques a los derechos humanos. Les basta enchufarse el soma de distintas distracciones. Obviando lo que siembran con esa actitud.

El espectáculo de la formación de gobierno en España se inscribe en los mismos parámetros. En un país serio el PP de Rajoy no estaría en la disyuntiva de formar gobierno, sin depurarse a fondo. El PP en sí, con todas las aquiescencias de sus miembros. No sería un planteamiento, no sería de partida una opción electoral para votantes laxos. Y ahí anda con sus apoyos.  Este jueves nos brindaba un nuevo sainete con la aceptación o no de ir a la investidura. Sembrando la admiración al parecer cuando es bien fácil seguir su táctica: hay que aferrarse al cargo, contar con asideros bien precisos en espacios fundamentales, no ser demasiado exigente con los escrúpulos y trabajarse exclusivamente la piña: la Estrategia del Percebe como escribí en los primeros días de eldiario.es. La urgencia de los editoriales mediáticos dolidos de perder unos euros en la demora de lo que llaman indefinición, volverá a ayudarle.

Las noticias diarias del saqueo al que miembros del PP nos han sometido, las arbitrariedades continuas, las escuchas, el espionaje y publicación de comunicaciones privadas,  la fabricación de pruebas falsas entre Interior con la colaboración de algunos difusores de bulos, lo que no quiere ver la Fiscalía nombrada por el Gobierno. ¿Alguien cree seriamente que todo esto es inocuo y no tiene consecuencias?

La vergüenza de unos medios al servicio del poder con ejemplos que sonrojan cada día y cada hora parecen ser un objeto de consumo más. ¿De qué brillante gestión económica nos hablan con cifras récord de deuda, déficit, desigualdad y…  desfachatez? Hay un grupo, nutrido, de pobrecitos ciudadanos que están muy cansados para pensar y además tienen miedo de perder… su remo en la barca de la inmundicia. «Todos son iguales», según aseguran. No deja de resultar llamativo que en el opaco pozo de la economía sumergida del servicio doméstico solo haya encontrado el «periodismo de investigación» un fallo en Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos. Solo en él. Toda selección implica intenciones. Aquejado de una minusvalía física que no merma la voluntad de su carácter, el tiempo informativo dedicado al «caso Echequique» como ya se le llama es todo un símbolo de la sociedad en la que nos movemos. La que se deja mover por unos hilos que le maniatan sin oponer resistencia. Incapaz de elegir sus batallas o distinguir a sus enemigos.

O con decidida voluntad de participar en cacerías, con fundamento o sin él. Un excelente trabajo de la periodista Myrian Redondo detalla la propaganda política encubierta de la comunicación nacional e internacional, con el uso de Bots y trolsen las redes sociales. Se puede seguir el rastro de cómo actúan. Su objetivo: la desinformación. Idéntica a la de los presuntos debates a los que concurren, para distraer, mercenarios del mismo ejército aunque con carné de prensa. En la escala ínfima de la cruzada, ahí están en Twitter, cobrando o no, auténticas plagas de ratas rabiosas con el odio irracional como guía. En esos rastros de sordidez que deja su bilis, se aprecia la misma irracionalidad que está llevando a este mundo a la deriva. A la Europa que se desintegra sobre todo. A una España que apuesta por perpetuar sus más graves errores.

Hablar de esto en el tránsito “vacacional” entre Julio y Agosto es casi inútil. Cualquier día si se mira, a la vista de los resultados. Aunque la realidad se impone. Y con ella los locos, fanáticos, asesinos de bomba y cuchillo en ristre o mando en firma. Los encarcelados, violados y torturados en cárceles en la puerta de Europa, sufragada y contratada por la UE para arrinconar responsabilidades. Los que nunca pensaron verse nadando literalmente para buscarse la vida y encontrarse nuevas barreras. Las personas y las familias que a diario arroja este sistema corrupto al arcén de la pobreza.

¿Cuánto tiempo más van a estar creyendo que bastará seguir cerrando los ojos para que no les llegue? ¿Cuánto tiempo más van a continuar tantas buenas personas arruinando la vida al resto?

*Publicado en eldiario.es

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Gracias, Pastora Gallardo por este montaje gráfico.

El triunfo del terror y del cinismo

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Bélgica no es el único eslabón débil de Europa en la lucha contra el ISIS:

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El 87% de los atentados de organizaciones islamistas fueron en países de mayoría musulmana

Casi nueve de cada diez atentados perpetrados por organizaciones terroristas de corte islamista entre 2000 y 2014 se produjeron en países de mayoría musulmana

Más de 72.000 personas murieron en estos atentados, 63.000 en países donde el Islam es la religión mayoritaria.

roto.atentados.armas

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rivera.atentados.podemos

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guardans.gerardotece

VIÑETA.ALEX.CUARTOPODERTERRORISMO

jrmora.terrorismo.bola

tintin.pis.love

*Gracias a todos los autores que buscan la verdad. Gracias a los políticos que no intentan pescar en este espantoso río del terror y el cinismo.

Ahogados en el mar de la banalidad

Se nos están llenando los parlamentos europeos de neonazis, mientras la UE que dijo nacer para combatir los estragos de la dañina ideología muere a manos de sus dirigentes. En EEUU, un perturbado de ultraderecha avanza hacia la Casa Blanca y sus mandos decisivos, por votación popular. España también arroja los monstruos creados por la sinrazón y la podredumbre ética incrustados en el cuerpo del Estado. Las aguas de la codicia arrastran a miles de seres humanos desamparados, hundidos en el barro de nadie y de todos, mientras solo unos pocos voluntarios les prestan ayuda sin manos ni medios suficientes. Cada uno de estos temas merece atención informativa preferente pero hemos de dedicarnos a la urgencia de las inundaciones que nos cuela la banalidad. Achicando mugre, se nos va el tiempo y el norte.

Falla el método. Hay que detenerse y reflexionar, ir al origen, a la raíz de donde todo parte. Analizar el decisivo papel de la sociedad del espectáculo como caldo de cultivo. Utilizar esos minutos preciosos que se nos llevan los reclamos, para establecer las coordenadas en las que nos encontramos y ver lo que realmente nos afecta. Y partir de ahí fijar la trayectoria y la meta. Dilapidemos el tiempo en pensar.

Una banda de seres inanes puebla el escenario político y mediático. Mezclada con algunas cabezas de peso que pueden terminar siendo engullidas. La desfachatez intelectual lo llama el sociólogo Ignacio Sánchez-Cuenca. Harto, como tantos otros, no duda en situar el foco sobre ídolos de pandereta cuyas sentencias sientan cátedra en esta sociedad aturdida. Pero basta apagar el ruido y mirar el circo completo de la superficialidad que nos invade: a los payasos y equilibristas, la orquesta, las casetas de tiro al blanco, a pelota o dardo, según los gustos. Allí, el personal dispone de muñecos, ninots, espantajos, para desahogarse un rato y ganar una piruleta mientras le roban la cartera.

Atruena escuchar a políticos que acusan a otros de sus propios errores, con una desfachatez que corta el aliento. A vacuos comentaristas empecinados en alimentar la ceremonia de la confusión, con salida a los intereses que representan. Encuestas reiteradamente inverosímiles. El embudo, siempre el embudo, como guía de trato ideológico. Es imposible rebatir o centrar cada estupidez o dardo envenenado lanzado para enmarañar más la madeja. Identificar los pies que cojean y marcan el paso torcido. Y, mientras, pasa la vida y no dejan de aumentar las graves sombras que se ciernen sobre nosotros.

  No nos engañemos, no hace falta que nos expliquen en un minuto la Física cuántica. Tenemos tiempo suficiente para prestar atención incluso unos cuantos segundos más, si el tema lo merece. Es prioritario. El picado  de imágenes e ideas, el no permitir apenas esbozar un argumento completo, no teje hilos sino impresiones. En momentos tan críticos necesitamos más reflexión que nunca. No extender las caras de la insoportable levedad.

Hace justo una década, se cumplía el 50 aniversario de TVE. Uno de los programas de éxito era 59 segundos. Un formato letal. Los intervinientes tenían que apretar sus argumentos en ese tiempo -inferior a un minuto como símbolo- porque en caso de no hacerlo les bajaban el micrófono. Y les dejaban hablando a la nada. Esto ha llegado ya al Parlamento. Sucedió varias veces en los debates de investidura.

Todo tiene un principio. Cuando el tiempo de la información se supedita a la venta, a lo que capta seguidores, marca una dirección precisa. Los políticos se fueron acostumbrando a pronunciar frases lapidarias –y cortas, sobre todo muy cortas- para que las incluyeran los telediarios o las titularan radios y periódicos. Los asesores han hecho de esto una industria. Y, como la rueda pide cada día más, retuerce los contenidos.

Hemos ido alcanzado estas cotas a través de un proceso. Hace diez años ya me lo explicaba así Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública, para un reportaje sobre el aniversario de RTVE: “La televisión ha contribuido a un proceso de debilitamiento de las ideologías porque ha impedido el discurso ideológico. Es un discurso de píldoras, sintético, rápido. Y ha formateado a todo el resto de la sociedad a su manera”.

El fenómeno ha crecido exponencialmente y lleva visos de sepultarnos. Twitter, un instrumento de enorme valor, lo acentúa con sus 140 caracteres si se desvirtúa su sentido. Imprescindible en alertas y agilidad, es puerta y no fin. Un titular no es una noticia, pinchar y leer hasta el final no hernia. Pero a este ritmo que llevamos, la memoria se pierde y los más graves atropellos son objeto de consumo de un día que apenas se recuerdan unas semanas después. Y exige volver a repetir para volver a repetir, mientras asuntos esenciales quedan en la cuneta.

¿Se cansa Usted de oír, ver y leer? ¿Tiene prisa por pasar a otra cosa? ¿Para qué, para atender a otro festejo igual de apresurado ¿Para entender por qué a sus hijos les espera un futuro caótico le sirve un careo entre varios fantoches y alguien que parece decir algo coherente antes de que le interrumpan?  ¿Si le detectaran un cáncer le gustaría que le explicaran estado y tratamiento en 59 segundos?

Se nos llena Europa de ultraderecha electa. Bruselas asesta cada poco un golpe más a la UE moribunda, ahora mismo le está dando una puñalada de crueldad, tiranía e injusticia. Pasean su desgracia los refugiados como alertas dolientes que no se escuchan. Estados Unidos apuesta por el suicidio de la razón. Estamos en manos de un gobierno que aprueba incluso hipotecas a 60 años vista y que se niega a dar cuentas. Contemplando las altas esferas españolas, toda la merdeperfumada, dan ganas resetear el país y volver a construirlo con otro sistema operativo. Hace tiempo ya. Solamente va a peor como cabía esperar por la inacción. Todo termina diluido en la prisa y la falta de análisis. No hay espacio suficiente para informar sobre lo fundamental, la futilidad marca la agenda como arma de distracción. El mar de la banalidad nos ahoga. Que cada cual saque su periscopio, vea y reflexione con él, porque va a haber muchas víctimas.

*Publicado en eldiario.es

Los que han dejado incapacitado a un joven emigrante

emigrante,discapacitado

Se llama Diara Mamadou y tiene 21 años. Este  joven, nacido en Mali, se encaramó una mañana de Noviembre a la valla de Melilla para cruzar a España y Europa. La valla cedió –dicen que por el peso de otros compañeros o el viento- y Diara cayó desde una altura de 6 metros. Sobre él se precipitaron 3 personas más. Estuvo en coma, en la UCI, dos meses internado. Recuperó bastante movilidad, pero se ha quedado con secuelas psíquicas y también físicas que le imposibilitan ocuparse de sí mismo.  El gobierno español ha tenido la deferencia de trasladarlo a la península y depositarlo en algún centro en el que siga llevando su vida más o menos vegetal. Seguro que con profesionales competentes que intentarán ayudarle a superar parte de sus secuelas. Pero nadie le devolverá la vida que tenía, los sueños que le empujaron a arriesgarse a superar las trabas que le oponían. Esa mano que trepó, llena de coraje, y que hoy puede que no sepa contar a su dueño que tiene cinco dedos.

UN CENTENAR DE INMIGRANTES PERMANECEN ENCARAMADOS EN LA VALLA DE MELILLA

He buscado su nombre en Google a ver si me daban algún dato más.  Pero solo remiten a otro joven de nombre muy similar: Mahamadou Diarra. Este es un futbolista de éxito. Una valla es lo que a veces separa un destino de otro.

Y hay culpables. La culpa es de quien levanta las vallas y las mantiene. De quien autoriza desde despachos de Bruselas las “devoluciones en caliente”, prohibidas hasta hace poco por ser contrarias a las Derechos Humanos. Pasó el tiempo de denunciar lo gravísimo que era. La culpa es de quienes cierran fronteras. De quienes propician la desigualdad social. De los que incendian albergues, de los políticos que jalean a estos fanáticos racistas afirmando que están defendiendo la patria del invasor como haría el más riguroso nazi. De todos los que callan. De cuantos votan para que todo esto siga tal cual está, que es decir en el mismo camino de degradación. Los accidentes no existen como tales cuando se entra en semejante madeja, son el resultado lógico. Y va tocando a unos o a otros en diferentes formas.

Leo esta mañana a cronistas de la corte alabando las hazañas del devenido en excelso negociador del PSOE. Que igual utiliza la técnica del escorpión transportado por la rana. O que igual se estrella, sin que los aduladores hagan otra cosa que cambiar el sujeto de sus glosas. La pertinaz elevación a los altares de la política de mercado de otro eficaz vendedor del sistema. La parafernalia de los autobombos. Inmensas hipocresías. La hemorragia de inmundicia que arroja el PP. El reparto de culpas al que siempre se la echan, no vaya a ser que cambie el vertedero por algo más aseado, algo, tampoco lancemos cohetes. Becerros siguiendo la campana en el sentido que otros decidan marcar el camino.  Y sigo mirando a Diara en su silla, inmóvil e incapacitado como todo el que quiera, parece ser, echar luz, coherencia, siquiera dignidad a este emplasto.

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