Peligros globales en ascenso

«Le diré que no siempre los gobiernos pueden hacer, en determinadas circunstancias, todo aquello que desde fuera parece que se puede hacer». Era el histórico 12 de Mayo de 2010, con un hemiciclo casi desierto ya, cuando José Luis Rodríguez Zapatero contestaba así a los partidos minoritarios. La troika –Comisión Europea, BCE y FMI- y hasta Obama le habían conminado a hacer recortes en la Era de la austeridad. El panorama no ha cambiado… a mejor.

El gobierno progresista español ha aprobado este martes las llamadas Tasa Google y Tasa Tobin –impuestos a determinados servicios digitales y a algunas transacciones financieras- aunque no entrarán en vigor hasta final de año. Se trata de buscar fondos que no pasen por la tijera a la sociedad del bienestar como se ha venido haciendo. Y a los Estados Unidos de Trump no le gusta, como tantas otras medidas no gustaron a sus antecesores y movieron en embajadas, según supimos hasta por WikiLeaks. Ni a EEUU ni a los países que detentan más poder, ni a aquellos para quienes gobiernan, ni a la derecha española sin ir más lejos, que también tiene muy claras sus prioridades. Puestos, ni a la derecha de los demócratas estadounidenses que andan mirando cómo desactivan a Bernie Sanders por ser demasiado progresista.

El problema se ha incrementado. Donald Trump no es un presidente republicano al uso, parece más bien el Director Gerente de EEUU S.A., incluso de Trump S.A. Su director de ventas y gestiones, también conocido como Secretario de Estado, Mike Pompeo, anda advirtiendo a los países europeos que utilizan telecomunicaciones Huawei que eso «podría dañar sus relaciones con Estados Unidos«, según CNN. Insistió más bien. En diciembre había hecho la misma «advertencia» en Portugal. Las relaciones dañadas con EEUU suelen implicar sanciones y aranceles. Y la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China nos está haciendo asistir a nuevos e inquietantes capítulos.

Trump S.A. no se para ahí. También pone en el punto de mira a las misiones médicas cubanas que operan en más de 60 países, y no precisamente los más favorecidos. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, desde los años 60 han sido enviados a más de 160 países no menos de 600.000 cubanos como médicos, enfermeros y técnicos sanitarios. Una veintena de misiones trabajan en países que no pagan nada a cambio, pero el resto de naciones entrega un dinero al Gobierno cubano a cambio de los servicios médicos,informa eldiario.es. Lo que prima para Trump S.A. es presionar al gobierno cubano. La salud ajena le importa poco. Ni de sus propios ciudadanos, ni de aquellos que castiga con la terrible arma de las minas antipersonas que ha vuelto a autorizar.

No es la habitual dicotomía ideológica, es el dominio económico… si alguna vez fue otra cosa, bien es verdad. Ése que con fuerte tintes de fanatismos varios –religioso y de lucha contra el conocimiento- ya se encuentra el Brasil de Bolsonaro con medidas que alcanzan la categoría de espeluznantes para la razón. No anda lejos la Bolivia hoy golpista. El Salvador nos sorprendió con un presidente que lleva al ejército al Congreso porque le rechazaban que pidiera un crédito y que entretanto reza en trance en la tribuna. Falta la Venezuela que quieren para Guaidó.

¿En serio alguien es capaz de creer que la Venezuela de Nicolás Maduro supone algún peligro para nadie y menos aún para España? Pues así ocurre y más desde que el PP descubrió que Venezuela «da cohesión» al partido. Y en ello insisten, reprobando al ministro Ábalos, poniendo demandas junto a Cs y Vox. Si la mayoría de los adeptos a ese descomunal globo lo pensaran dos veces se avergonzarían de su falta de juicio. ¿Por qué y para qué iba a ser modelo Venezuela de España siendo dos países tan diferentes en sus estructuras?

Más aún, cualquiera de los mandatarios de los países citados, desde Trump a Bolsonaro, merecería las prohibiciones que implantó la UE a los dirigentes venezolanos, tanto o más. Añadan el México de los feminicidios, con 10 mujeres asesinadas por día; ahora ya hasta niñas, y la mayoría previa tortura. Y la prueba del algodón de la hipocresía internacional se centra en el país con un príncipe acosado por intensas sospechas de descuartizar periodistas críticos con el que se fotografian altos mandatarios sin oír ni una queja de la oposición ni prácticamente de nadie. Produce vergüenza ajena.

Recapitulemos, las Tasas Google y Tobin no gustan ni a EEUU ni a los países que detentan más poder. Presiones también por la guerra tecnológica. Vivimos tiempos de intereses indisimulados. Económicos y de poder. Abrumadoramente controlados y espiados los ciudadanos, como cobayas involuntarios. En el paraíso fiscal de Suiza acaban de descubrir que «en ese casino se juega» desde hace décadas. Desde antes de los Huawei, los Samsumg y todos los demás. La aterradora variable es quienes están gestionando este nuevo escenario. Dirigentes sin escrúpulos, con escaso o nulo respeto por los Derechos Humanos y lo más temible si cabe: sin demasiadas luces. Apoyados a menudo por el voto de ciudadanos con unas tragaderas intelectuales de niveles infrahumanos.

Y manejados por personajes mucho más inteligentes que sus jefes. No se pierden el nuevo Reino Unido, ya influencia externa, pero influencia al fin. Como en los viejos reinos el presidente Boris Johnson tiene una mano derecha, con los mismos pocos escrúpulos, en Dominic Cummings. Uno de los grandes artífices del Brexit. El que definió la técnica empleada como un hackeo del sistema político, según mostraba el documental «Brexit: La guerra incivil», producido para la Plataforma de televisión HBO. «Muestra una capacidad alarmante para enfocarse en un objetivo con la exclusión de notar o preocuparse por cualquier daño colateral. Las emociones figuran principalmente como formas de distracción irracional», cuentan en este extenso e interesantísimo análisis de The Guardian. Ya han obligado a dimitir a un asesor que se pasó de la raya: cuestiona la inteligencia de los negros, dice que el deporte femenino parece paralímpico y defiende la eugenesia para seleccionar bebés inteligentes. Numerosas críticas sitúan al temible Cummings como presidente en la sombra, dado el carácter de Johnson. Otro Bannon como en Trump, aquí cerca. ¿Qué puede salir mal? ¿Seguro que el peligro es Venezuela?

Como en España, otros países viven la distracción de las zanahorias desinformativas que gusten poner en servicio. Venezuela, aquí, y los políticos como Casado dando lecciones desde posiciones que hacen lo contrario de lo que predican. Arrimadas permanentemente impulsada por los medios en el mismo discurso. La supina torpeza de Martínez Almeida borrando el poema «Para la libertad» de Miguel Hernández del Memorial de la Almudena. Y los otros, socios y cómplices, infiltrados como un virus ultra por la actualidad. Y la derecha del PSOE alineada con esa deriva, como los demócratas norteamericanos de su cuerda. Y las dimensionadas disidencias en el antiguo núcleo de Podemos. Y los medios con sus objetivos más políticos que informativos en muchos casos, más económicos por ser precisos.

Y en este clima gobernar. Y para los ciudadanos. Con algunas cesiones que asustan. Ya lo dijo Zapatero: no siempre se puede hacer «todo aquello que desde fuera parece que se puede hacer». Hemos perdido unos años preciosos por inacción y grandes distracciones. La situación es peor. No, en España, si el gobierno puede echar andar de una forma efectiva con presupuestos aprobados, vendrá al menos una estabilidad y unas acciones que pueden callar mucha propaganda. Se ven primeros pasos firmes con la subida del SMI y las pensiones o al anular, por ejemplo, el despido por bajas médicas que implantó el PP.

El problema es ese mar de fondo que ha vuelto a crecer en degeneración. Los ciudadanos han de ser más responsables que nunca: un mundo dirigido por personas con escasa inteligencia y todavía menos escrúpulos es peligroso para todos. Venga esa amenaza de fuera o de adentro. La única cohesión admisible para el bien común es la razón, y mucho mejor acompañada de decencia. Indispensablemente, diría.

 

*Publicado en Eldiarioes

Apología del franquismo y apología de la estupidez

Anuncia el Gobierno su intención de tipificar como delito la apología del franquismo y la reacción nos muestra a qué niveles está infiltrado en la médula del cuerpo social español. Quizás no tanto en la ciudadanía como en sus estamentos esenciales, incluyendo medios y líderes de opinión. Y ocurre así, sin duda, por la impunidad de la que siempre ha gozado esta ideología tan fascista como la que asoló Alemania o Italia y que aquí desencadenó una guerra civil, una dictadura de 40 años más otros tantos de esa desgarradora comprensión.

España lo constata cada vez que el franquismo sociológico sufre el más ligero roce. Ha arraigado hasta en quienes muestran una decidida permisividad en aras de la libertad de expresión, según dicen. Qué gran labor educacional se ha venido haciendo. Porque los análisis en favor de dejar tranquilo al franquismo muestran lagunas de peso, nada raro por otra parte: siempre se dijo que si estrujas conveniente los datos terminan confesando lo que quieras.

Lo he buscado varias veces y no he encontrado un país que sufriera tan terrible lacra en sus cimientos y no exigiera ninguna responsabilidad —recordemos que aquí incluye provocar una guerra civil—. Argentina lo intentó con las leyes de Punto Final pero terminaron siendo derogadas y juzgados algunos responsables de crímenes de las dictaduras. Portugal, quizás. Los principales jerarcas se libraron. Aunque no tiene metido en sus genes la defensa de ideologías fascistas.

España, sí. Tan larga y potente presencia del franquismo impregnó la educación, las costumbres, los criterios. Y así nos vemos ahora con el renacer de la derecha extrema y con unos librepensadores de diseño que ven normal lo que no lo es, con un sector de la sociedad que les incluye aquejado de una preocupante falta de criterio. El franquismo persistente no solo dejó tirados en las cunetas a los muertos de segunda, hasta se mofó de ellos y los sigue manipulando. Prendió mucho más allá de los hechos denunciados, entró en el alma de una parte de España con la intensidad con la que otros lo rechazan, bien es verdad.

Lo peor hoy es la herencia mental. «Estamos hablando de luchar contra la idea de que una nación, una raza (sic), un género o una especie tiene el derecho de dominar sobre otra y hacerlo sin consecuencias», y tomo las palabras del actor norteamericano Joaquim Phoenix al recibir el Oscar por su papel de Joker. Porque la ideología es la misma, y pervive, y se extiende, ante la ceguera nada inocente hasta de opinadores. Es igual, solo que aquí se configura más botijera y cutre si cabe.

Y está en la comprensión con las desigualdades, con los privilegios, con el machismo. Con las pautas que inclinan a no rebelarse ante la injusticia, y a tener miedo. La mujer fue convertida en un ser débil mental precisado de la tutela de un varón y caló de tal forma que la ultraderecha actual dice añorar el presunto paraíso en el que las mujeres se dedicaban solo a los hijos, gozaban todos de tres meses de vacaciones y de pisos baratos y todo tipo de comodidades. ¿Dónde estaba esta gente que no se enteró de lo que sucedía? ¿No vio siquiera películas que lograron pasar la censura como el Plácido de Berlanga? De ahí que un ideólogo de la derecha diga —en una tertulia, cómo no— que 10 mujeres asesinadas por sus parejas en un mes es «una casualidad estadística». Casualidad que no se da con los hombres, por poner el caso.

Estamos viendo defender la libertad de expresión a algunos que genéticamente la rechazan y la impiden cuanto pueden. Vuelven a salir los estereotipos de motivaciones ideológicas que cargan —ideológicamente— contra enemigos políticos, con virulencia que se pertrecha de mentiras o medias verdades para sustentarse.

La apología del fascismo recibe la condena del Tribunal Internacional de Derechos Humanos. Porque contra ellos atenta. No metan en la cazuela otros ingredientes que distraen. Alemania persiguió y prohibió el nazismo porque lo sufrió en sus carnes y lo mandó a herir las carnes de los europeos, por la tibieza de quienes no los vieron venir. No mezclen. España lo que sufrió fue el franquismo y esas secuelas que continúan. No sumen peras y manzanas con ETA, con el comunismo o con cualquier otra cosa. Lo que sufrió España fue un golpe de Estado fascista, una guerra, una larga dictadura ha dejado terribles secuelas en los criterios y una herencia ética pavorosa.

Difícilmente la derecha en el gobierno condenaría la apología del franquismo, no insulten nuestra inteligencia. Recuerden, por favor, casi por piedad, el diferente trato que ha tenido con lo que quieren homologar. Aquellos titiriteros encarcelados de forma sumarísima, sin acabar casi de desmontar el escenario, por sacar un cartel que decía ‘Gora Alka-ETA’ como una parodia crítica, al ser considerado enaltecimiento del terrorismo. En España hay quien mira con la suciedad de su retina. Por contra, ataques de la ultraderecha como el perpetrado contra un acto en la librería Blanquerna en Madrid siguen en un limbo que al parecer no implica ingreso en cárcel. Y es que el franquismo impregna, no solo una parte de la justicia, sino las costumbres.

Tipificar como delito la apología del franquismo llega simplemente tarde, pero algo hará para quitarnos al menos esa sensación de impunidad insoportable. Hasta de ver cómo se permite y hasta subvenciona su protección. La del franquismo, que se dice pronto. Lo deben. Llega tarde, pero es un principio. En el trabajo para erradicar el franquismo y la «comprensión» que despierta. Desde luego la labor empieza en los colegios. Se ha evitado enseñar nuestra historia, nunca hay tiempo, dicen, no la conocen. De ahí quizás que personas adultas evalúen aquella etapa y ésta con tal frivolidad.

Enseñar nuestra historia. Y a pensar, a razonar, a separar lo importante de lo accesorio, a fomentar el espíritu crítico que se hace preguntas y cuestiona respuestas hasta llegar a conclusiones personales honestas con uno mismo. En los colegios, en los hogares, en los medios. Ésa fue y es la peor herencia del franquismo y la más difícil de erradicar: que fomenta la apología de la estupidez y la ignorancia.

 

La España ultra vuelve a estallar en Colón

 Los cimientos  podridos de España vuelven a crujir. Los que nunca se resolvieron porque siempre se tapan.  La derecha española pretende estallar este domingo en la Plaza de Colón de Madrid. Haciendo lo que mejor sabe hacer: bombardear cualquier camino que no pase por su uso y abuso del poder.  Es una de las patas de este conflicto eterno de la España infecta. El principal pero no el único. No es nuevo, siglos llevan clamando los progresistas españoles por una regeneración que no llega y que, por enquistada, cada vez nos hunde más.

La excusa esta vez es Catalunya. La figura de un “relator”, mediador, para ver de solucionar el conflicto. A lo largo de los tiempos ha habido muchas otras polémicas:  ETA, la educación, los derechos de la mujer, el aborto, el matrimonio gay, hasta al divorcio se opusieron. Algunas las rescata el alocado presidente que se ha buscado el PP. Hace falta ser miserable para vincular aborto y pensiones, como han hecho Casado y su ejecutiva diabólica. El quid es otro.

 La derecha española no sabe hablar. La derecha española no quiere hablar. La derecha española no quiere resolver conflictos, quiere el poder. A cualquier precio. Y Pablo Casado lo está demostrando.  Ahora, con la ayuda de las otras dos alas similares que se fueron desgajando: Ciudadanos y Vox. Los tres indistinguibles en la ultraderecha. Y con un potente ejercito mediático que redobló su fuerza –no sin subvenciones de dinero público en eufemísticas entregas- durante el mandato de Rajoy.

   Todas las corrupciones que han sangrado a la sociedad española palidecen ante esa bandera grande y una, roja y gualda, que lo tapa todo. Vuelan los sobres, las facturas falsas, el saqueo de lo publico en especie y contante y sonante, pero lo importante es el “a por ellos” “a por los catalanes”. Hasta su añorado Rajoy se dopó con facturas falsas y todo tipo de trampas en falso para salir elegido en 2011, según la UCO. El nuevo  gobierno andaluz sitúa entre sus primeras medidas dar un buen tajo a la sanidad pública. La cultura la ha entregado a VOX como en un mal chiste provocador. Pero todo estará bien empleado si España no se rompe, su concepto de España, y así enardecen a sus descamisados de dignidad. Pero parece que solo una bandera –bien usada en manipulación- les arrastra.

   El complejo tema, del que tanto se ha hablado, podría resumirse en dos errores de base.  Las fuerzas políticas españolas todavía no han entendido que el principal  objetivo de las catalanas es Cataluña. Por mucho que parezca hasta una redundancia, no lo entienden. Lo mismo que los independentistas catalanes no calibraron con qué España se batían, lo cual es el origen de los descalabros sufridos pasados y presentes. Y ahí siguen. Se ha roto el diálogo, dicen, con su relator y todo. La derecha, ya salivando, mantiene por supuesto la manifestación del domingo.

  Por lo demás, todos los gobiernos han negociado en temas de calado. Todos han tenido mediadores y relatores o como les quieran llamar. Lo que no han tenido, tanto al menos, es un ataque tan feroz, antidemocrático y… desmemoriado. Así que los periodistas que patinan en la pista helada de la equidistancia deberían contemplar el paisaje completo.

   El añorado Mariano Rajoy y su PP entero pusieron la proa a  Rodriguez Zapatero desde el mismo 14 de Marzo de 2004 cuando ganó las elecciones. Consideraron su gobierno ilegítimo. Igual que los muchachos y muchachas de Casado y Rivera al de Pedro Sánchez.

Rajoy llamó a Zapatero acomplejado, agitador, ambiguo, antojadizo, aprendiz de brujo, bobo solemne, chisgarabís, cobarde, débil, frívolo, grotesco, hooligan, impreciso, imprudente, incapaz, inconsecuente, indigno, inestable, inexperto, insensato, insolvente, irresponsable, maniobrero, manipulador, mentiroso, oscuro, perdedor complacido, radical, rastrero, sectario, taimado, traidor, turbio, veleidoso y zafio. Casado ha incorporado al acerbo “felón” que suena a vasallaje si es que tamaño inculto sabe su significado.

   Rajoy, los obispos y la ultraderecha, entonces menos visible, le montaron al gobierno Zapatero una docena de manifestaciones, le frieron a preguntas en el Congreso sobre la política antiterrorista, para dificultar su trabajo.  215 de una tacada, un 19 de abril ya del mismo 2004, basadas en la Teoría de la Conspiración inventada por El Mundo. Llenaron la Plaza de Colón de Madrid varias veces, con banderas y autobuses pagados -¿con el dinero de todos?-. Casado también invita, costeando el viaje a quien quiera venir a Madrid. Dinero no les falta.

  La lucha antiterrorista del PSOE dio frutos, pese a las algaradas del PP para evitarla. ETA está acabada. Pero en marzo de 2007, cuando los atentados son ya una excepción, el PP llega al paroxismo con su acoso y derribo a Zapatero.  La víspera de los atentados del 11M,  y sin que el hecho sea siquiera mencionado, el PP reúne en Madrid  a más de 2.500.000 personas, según ellos. Ha fletado 760 autobuses.  Entre vivas a España y el uso del himno de todos, Rajoy se clava un exaltado e inquietante discurso:  “En ese espíritu, convoco solemnemente a todos los españoles, a los que les importe España, a poner fin a esta situación”. Oigan aquí el tono.Las víctimas de las que hablan son de ETA, nada del 11M y añade el rosario de falacias habitual, el que esgrime el PP hoy.  Casado no es sino un alumno, altamente iletrado, de sus predecesores. Al que se le hunde el PP en expectativas de voto.

No se rían, en aquella manifestación cantaron a coro “la Estaca” de Lluis Llach.

  También se mencionó aquellos días el término  “Alta traición” en los medios adictos. El escritor Juan Manuel de Prada en ABC tituló así su columna para concluir: “llamemos a las cosas por su nombre: esto es alta traición. Cabría preguntarse si un gobierno que humilla el honor de un Estado no merece algún tipo de castigo. En épocas menos confusas esta pregunta habría obtenido una respuesta inmediata y severísima”. ¿Hay quien dé más? Sí Casado, Rivera y VOX. Y  sus medios.

  Lo lamentable es la presión del ala derecha del PSOE indistinguible de esta ultraderecha activa. Los reinos de taifas de las comunidades que no aprenden y que llevan el anticatalanismo pegado en las vísceras. Y los prebostes de un pasado que ha radiografiado sus miserias. Alfonso Guerra, ídolo de la derecha y ultraderecha. Y Felipe González, el que habló alarmado del  clima prebélico instalado en la España en 2007 desde la soleada Acacapulco.   Es un invento de los políticos para hacer una política desapegada de la ciudadanía, y empieza a calar en la sociedad, decía. Hoy enciende cerillas también contra Sánchez. Doce años dan para mucho.

   Los medios españoles parecen haber olvidado todo esto, y presentan la manifestación de este sábado en Colón como la hecatombe. En cierto modo lo es pero por el montaje que engloba a quienes buscan echar al gobierno a la fuerza, lo que tiene un nombre bien claro. Toda la ultraderecha, incluidos fascistas y neonazis organizados que también se apuntan.  PP y Ciudadanos rechazan, en un comunicado, la presencia de grupos que no defiendan «los valores democráticos y de convivencia» en su manifestación precisamente en contra del diálogo con Catalunya. A cuya autonomía, además, ellos quieren aplastar.

 Cuando algunos periodistas hablan del malestar creado por Sánchez y sus gestiones, como justificándolo,  aumenta la dimensión del problema programado para estallar el domingo. ABC  volcados en campaña para derribar al gobierno.  Y la COPE. Les oí casualmente el jueves. Llamando a acudir a la manifestación ultra del domingo en el programa de Carlos Herrera. Esperaban, dijeron, que acudan a Colón PP Ciudadanos y Vox “y toda la gente razonable”. Subvencionamos a la Iglesia Católica para que aliente el golpismo. Muy generosamente.

  Si la ruptura del diálogo con la Generalitat es una cesión a la derecha del gobierno central, supone un error. La bestia ultra se crecerá. La única salida frente a su ofensiva es justo la contraria. Pedro Sánchez y el PSOE que le queda, Unidos Podemos y toda la izquierda, deberían solucionar los problemas estructurales de España. Si a la mínima le montan este tinglado, será mejor ir a por todas. Y no hay quien construya nada en ese estercolero fangoso.

Moncloa anuncia que Pedro Sánchez visitará en breve la tumba de Antonio Machado en Coilluore, Francia, adonde le llevó el exilio de la España franquista. El mejor tributo sería luchar por aquellos españoles que él veía, los eternamente olvidados.  A veces imagino a Machado, volviendo a decir : “Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza”. Lo escribió hace más de un siglo. Y no hay uno, sino muchos españoles así.  Ocultos tras ese manto de caspa fétida que parece impregnarlo todo. E inmensamente hartos.

 
 

 

De «la clase obrera» a «la gente»

Pablo Casado inicia gira por 50 plazas para tratar de recuperar el electorado perdido que se le ha escapado hacia Vox. Cincuenta actuaciones del Club del Esperpento en el que ha convertido sus comparecencias y que la actual concepción del periodismo de declaraciones recogerá tal como entren, una por una. Sobrepasa toda medida lo que el presidente del PP es capaz de decir sin atemperar su sonrisa y lo que son capaces de escuchar y aún aplaudir sus seguidores. Es como un ciclón de exabruptos sin base o con base remota que es la esencia de las medias verdades, mentiras completas. Lo peor es que este es el lenguaje de la nueva comunicación política, del gancho electoral en una sociedad que ha alterado radicalmente su escala de valores.

Seamos todo lo crudos que se precisa hoy para hablar claro. La “lucha de la clase obrera” ya solo conmueve a algunos nostálgicos. La mayoría, incluso afectados por la desigualdad, piensan en sí mismos como clase media. La clase media es la gran conquista de la propaganda. Taxistas y autónomos se ven más como empresarios que como trabajadores por grande que sea su precariedad. Y, en lo alto de la escala, los ricos de solemnidad se sienten satisfechos con las políticas que tanto les han favorecido y no miran atrás. Ahí tienen a los millonarios andaluces, ojo derecho del nuevo gobierno trifascito, votado en las urnas por personas de toda condición.

De hecho “la clase obrera” ha pasado a ser “la gente”, eufemismo polisémico de amplio espectro en el que sin duda se siente especialmente cómoda la clase media, precisamente. Real o asimilada. Está en las más variadas bocas.  La clase media de Ciudadanos, por ejemplo, es la que cobra 130.000 euros al año, pero seguro que son escuchados entre quienes cobran cinco o seis veces menos: e l salario medio fue de 23.000 euro anuales en 2018.  Brutos. Las mujeres 5.800 euros menos. Eso sí, “la gente” está de moda y la política en horas bajas. La modernez huye de ella como de la peste. Salir en televisión prima. Ejercer una profesión de relumbre y aparecer con frecuencia en “la tele”, constituyen pluses para ser candidato. Los conoce la gente.  Finalmente, hay que distinguir entre “la gente” y “esta gente”,  ya ha ido por delante que gente es una palabra polisémica.

Por encima de todo, especialmente en la derecha, lo que de verdad vende es el espectáculo. Las declaraciones histriónicas, mentir con soltura o sin ella. Mentir, insultar, herir. Tirarse al cuadrilátero, dar golpes bajos, pisar el cuello del oponente, como ha enseñado la televisión de los Inda y los panfletos de los Rojo, Marhuenda y Bieito. Es la escuela de Trump, capaz de mentir sin pestañear tantas veces le parezca. Detectar sus mentiras es un trabajo a tiempo completo, desde que asumió la presencia se le han registrado 7.645 «afirmaciones falsas o engañosas».

A Pablo Casado se le ve como un político presa de la desesperación. Rivera y todos los portavoces de esa derecha de tres patas que nos está poseyendo andan en similar tesitura, pero Casado parece poseído. Como si su cabeza fuera un sonajero. Nuestro compañero  Isaac Rosa llegaba a sorprenderse con él. “ Dice Casado que Sánchez pronunció “tirano” “muy rápido”, para que no se le entendiese, y «sin convicción». Hablaba de Pedro Sánchez, Maduro y Venezuela. El renacido mantra para ver si dan el golpe de gracia a la que se quiere autovoladura de Podemos. No hablaba de la inmensa hipocresía de la comunidad internacional, ciega para todo atropello que no contenga petróleo del que aprovecharse.

Por supuesto que hay personas responsables, con espíritu crítico y que prioriza los valores que fundamentan la convivencia y el progreso. Pero se corre el riesgo de verlos subsumidos por las nuevas corrientes.

La técnica para que cuelen las mentiras no es difícil de detectar. Lo esencial es aprender a contrarrestarlas. Las realidades paralelas, así llamadas por Trump para mentir desde el principio, precisan de una derecha política y una derecha mediática a su servicios, ambas sin escrúpulos. Y de uno tipo de ciudadano que ha dejado de serlo para convertirse en espectador hasta de su vida. En EEUU  estudiaron el ejemplo de los  jóvenes católicos que se burlaron de un venerable nativo de la tierra americana.  De gamberros desconsiderados han pasado a ser héroes de los sectores más conservadores.  Durante varios días no dejaron de aparecer en programas de televisión.

Aquí como allí,  ese mismo tipo de espectador se cree, porque quiere hacerlo, estadísticas falsas y aseveraciones que nada tienen que ver con la realidad. Y tiene consecuencias. Muy graves. Y por muchos años.  Nos dicen que  la ciencia está perdiendo la batalla contra los intereses políticos y ecomómicos de la Administración Trump.  Males evitables ya no lo serán o sufrirán retrocesos. En España han entregado la sanidad pública a gestores privados. Y mientras decae el sistema público por los recortes, se dispara la facturación de las cinco multinacionales que acaparan el negocio de la salud en España. Es el relleno de los caramelos que se reparten durante el espectáculo. La corrupción española ha podrido el esqueleto del Estado y ahí sigue esa derecha hasta con perspectivas de ganar como ha hecho en Andalucía ya.

Dicen que la izquierda necesita pedagogía. Y una se imagina a esos ciudadanos a los que aluden como niños indefensos a los que hay que advertir: No metas los dedos en el enchufe porque te puedes electrocutar. Lo cual es cierto, no hablar por hablar. La izquierda precisa hacer pedagogía, a la derecha le basta con mentir.

La mentira es un magma incontrolable, un pantano de arenas movedizas. Sobre esa base construyen muchos ahora sus vidas. Cuando las necesidades diarias son reales. Al paso que vamos un día nos venderán oxígeno en botella, olvido en pastillas. Ahora mismo, bastaría abrir los ojos y ver. La racionalidad todavía es un producto de libre acceso.

 

Publicado en eldiario.es 1/02/2019 – 

Ese molesto trámite llamado democracia

Lo sabían EEUU y la Unión Europea. Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, 33 años, se iba a plantar en la calle y autoproclamarse presidente de Venezuela. La Administración Trump le mostró su apoyo en pocos minutos. Lo sabía de primera manera. Se confirma el rumor de que Guaidó viajó hace un mes a EEUU, Colombia y Brasil para, en secreto,  informar o acordar la operación.  La eufemísticamente llamada Comunidad Internacional reparte juego.Nicolás Maduro, te tocó, esta vez sí, parecen decir.  Tras algunos ajustes,España dice que plantea a la UE reconocer a Guaidó como presidente venezolano si Maduro no convoca elecciones inmediatas. La prensa toma partido. Se llega a escribir que « Maduro se atrinchera en el poder con el apoyo de la cúpula militar«. Muchos parecen no recordar que -mal o bien- Maduro es el presidente electo de Venezuela y que lo normal en estos casos es que la «cúpula» militar, como todo ejército, esté bajo las órdenes del poder político. De momento se mantiene. Total, los golpistas -autoproclamados, si lo prefieren- «solo» se están saltando los trámites democráticos.

La derecha española se desnuda al límite y se echa a la calle a exigir el apoyo a Guaidó bajo las más desaforadas amenazas. La derecha del PP de Pablo Casado –con su corte de hooligans– y los Ciudadanos de Albert Rivera. Vox también. Y Aznar y Felipe González como si les fuera la vida en ello. Y con el apoyo mediático de costumbre todos ellos. Lo más terrible, sobrecogedor, de la máxima preocupación, es que los líderes de la derecha parecen considerar la democracia como un trámite, incómodo y prescindible. Y hace temer que de llegar al poder se quitarán de un plumazo las opciones políticas que no coincidan con la suya. Concretamente, Casado y Rivera ilegalizarían partidos independentistas. Lo han dicho. Corruptos, no, por supuesto. El gravísimo problema ahora es ese.

Imaginemos que Casado o Rivera se autoproclaman presidentes del Gobierno español. No es imposible: ambos consideran a Pedro Sánchez un okupa, dado que solo saben sumar escaños por la derecha. Saltándose trámites democráticos puede ocurrir.

Sin duda, la Venezuela de Maduro es un caos, pero denostar su Gobierno no implica aplaudir un golpe de Estado o un despoje a la brava, elijan si las definiciones precisas asustan. Por más que se haya impuesto el maniqueísmo primario, no es así. Por si las dudas, ni he simpatizado nunca con Maduro, ni lo hice con Hugo Chávez y así lo he manifestado en diversas ocasiones. Ahora bien, con la democracia, sí. De hecho, la defiendo con total decisión.

Venezuela es el ejemplo máximo de una gran hipocresía. Los intereses de quienes se manifiestan sobre esta cuestión son tan ostensibles que se ven las gruesas cuerdas que mueven los gestos. Se puede afirmar que sin petróleo un país está a salvo de ser perseguido por los desmanes de sus dirigentes. Y con petróleo -ubicado en manos generosas y precisos objetivos también, como en el caso de Arabia Saudí. La petromonarquía es uno de los países donde más se vulneran los derechos humanos, al punto de llegar a descuartizar a un periodista crítico. Y si es por la persecución de opositores, allí los ejecutan sin más miramientos.  Pero en ese tema se mira para otro lado.

A quien toca perseguir es a Nicolás Maduro. Cuántas oportunidades de negocio ha tronchado. No todas, pero más de las soportables para algunos. La Venezuela actual es hija de décadas de despropósitos y abusos. Como cualquier persona informada, conozco los detalles de la larga trayectoria que, ante nuestros ojos, llevó a Venezuela a esta situación.

Felipe González sabe mucho de amistades presidenciales venezolanas y de su dureza con las protestas. Tal como él mismo escribió, viajó a Españaen el avión presidencial de Carlos Andrés Pérez, el del «caracazo» que ocasionó decenas de muertos en su represión. Caracazo y algo más: fue expulsado de la presidencia, juzgado y condenado por malversación de fondos y se exilió a Estados Unidos. La historia de Venezuela es trágica y no lleva trazas de cambiar. Abrir la puerta hasta la cocina a EEUU, con todo su historial de injerencia en los países latinoamericanos, y además con Trump, debería avergonzar a quienes aplauden la hazaña de Guaidó. Sobrecoge ver a dirigentes españoles obviando semejante detalle, pero es que la democracia, insisto, se ha convertido en un trámite molesto.

Toda persona honesta debería preguntarse por qué Venezuela atrae tanta atención y no otros países en similares circunstancias. Este mismo viernes, la ONU publicó un informe sobre la crisis humanitaria de América Latina. «En los países centroamericanos ya hay más de 80 millones de personas que viven en pobreza extrema y donde la violencia es una constante. El Salvador y Guatemala exhiben las tasas de homicidios más altas del mundo». A esto se suma el uso «desproporcionado e innecesario» de las fuerzas de seguridad para silenciar la disidencia de manifestantes, críticos o periodistas, según la ONU.

En otro informe de hace un mes, la ONU aseguraba que América Latina y El Caribe sigue siendo «la región más violenta del mundo para las mujeres, con la tasa más alta de violencia no conyugal y la segunda tasa más alta de violencia conyugal».  Y que la situación de los Derechos Humanos en la zona es crítica.

El caso de Honduras

Si hay miles de venezolanos huyendo de su país, también hay miles de hondureños huyendo del suyo. Un caso interesante. En 2009 el Gobierno hondureño también fue depuesto por el presidente del Congreso. Ahora EEUU mantiene una base militar allí y lo considera un «socio preferente». Lo que no quita para que Trump haya dicho textualmente: «Enviamos a Honduras cientos de millones de dólares y nos envían caravanas». Con Honduras, Guatemala y El Salvador también se llevan lo suyo del presidente estadounidense. Es el trato humillante que espera a los protectorados de facto, salvo a sus élites.

Grandes negocios, menos democracia

No es solo Venezuela, Venezuela es la que tiene petróleo. Y muchos negocios con españoles, no con España. Y unos líderes hoy opositores que también hacen suculentas operaciones en nuestro país. La familia de Henrique Capriles opera en el Complejo Canalejas -un empeño personal de Ana Botella como alcadesa-,  el edificio del ático vendido por 10 millones de euros. También está detrás de varios complejos de viviendas de lujo de Madrid, copio y pego.

Los Casado, Rivera, González o Aznar -y sus predicadores en general- solo hablan de Venezuela y con un agresividad que augura días muy negros en nuestro propio país. Todo vale. A los jóvenes pupilos ya los vemos. Los expresidentes se manifiestan con claridad:  Felipe Gonzáles puso de ejemplo al Pinochet de las carnicerías humanas frente a Venezuela. ¿Cómo puede ser considerada objetiva su opinión? Aznar nunca ha creído en la democracia.  En un artículo -que publicó precisamente su entonces oponente Felipe González-  llegó a culpar a los chilenos de «las desventuras» que se hubieran evitado de «haber cumplido con su deber» de no votar a la izquierda de Allende. Pablo Casado lo ha rescatado como ideólogo del actual PP.

En esas están ahora. Con EEUU al que le vuelven a encargar ser «gendarme del mundo». Con Bolsonaro en Brasil, que está usando ya la democracia que le llevo al poder para destruirla. El hijo de Bolsonaro contrató a la madre y a la mujer del sospechoso del asesinato de la concejala Marielle Franco. De su mismo partido, Jean Wyllys, el primer congresista abiertamente homosexual de Brasil dimite y abandona el país por amenazas de muerte. Y ante esto y mucho más los hipócritas de la derecha española no gritan fuera de sí en la calle, callan. La mayoría calla, bien es verdad.

Porque lo que nos jugamos es la democracia. Pensábamos que era un valor incuestionable, pero no lo es. Suprimirla en los trámites como un engorro implica otro orden político. Cuesta entender que no se den cuenta. Hay ya millones de seres en nuestro propio país que prefieren la razón de la violencia del más fuerte, olvidando a los vulnerable, olvidando la razón de la solidaridad, olvidando la razón.

Con la ejecución de Grecia empezó todo

El Eurogrupo con sus más destacados miembros: el alemán Schäubel y el holandés Dijsselbloem que ha revalidado su presidencia

Hierve España en su política de osadías y descalabros, pero muchas veces es necesario mirar el contexto, un contexto amplio, para entender el nudo. La imposición de la austeridad y el tratamiento que la UE aplicó a la Grecia está en el inicio de una debacle que resquebraja a la propia Europa y que la ha llenado de fascismos. Aire ultra para paliar, también al otro lado del Atlántico, los errores y abusos del capitalismo que llamaron crisis y sembrar una respuesta visceral y errática en la sociedad pueril.

El gobierno de Tsipras acaba de ganar una moción de confianza tras la ruptura del pacto de gobierno con sus socios de ANEL, formación nacionalista y conservadora. Una cuestión de semántica territorial, el nombre de Macedonia, la había provocado. Los mandos de la UE han decidido echarle una mano y reconocer que con Grecia se pasaron tres pueblos. Jean-Claude Juncker ha dicho: “ No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos”. Y ya está.

Grecia, un síntoma entre otros, sin duda. Ocurrió ante nuestros ojos y se hizo lo posible por desviar la mirada. Año 2015. Grecia está sumida en la bancarrota a la que le han llevado los gobiernos conservadores (Nueva Democracia) y socialdemócratas (PASOK). Pagan además haber amañado las cuentas para entrar en la Comunidad Europea. Goldman Sachs realiza la tarea. Su antiguo vicepresidente Mario Draghi está en 2015 a cargo del BCE, el Banco Central Europeo.

Grecia transita por la senda del calvario. Ha tenido que pedir un rescate, le han clavado un presidente tecnócrata, Papademos, para que lo cumpla sin fisuras. Tras intensas presiones, coacciones,  para que los griegos no voten a la izquierda moderada, a Syriza, los ciudadanos optan por ese gobierno progresista. Grecia apenas representa el 2% del PIB de la UE, pero hicieron creer que por ese agujero se desaguaba Europa.

Al presidente electo, Alexis Tsipras, se le ocurre convocar un referéndum para que los griegos decidan sobre las draconianas medidas que impone la Troika –el organismo formado por UE, BCE y FMI-. El resultado es NO, no las quieren así, y se desencadena lo que fue un auténtico ensañamiento. Lo capitanea el ministro alemán de finanzas Schäuble y el entonces jefe del Eurogrupo, el holandés Dijsselbloem,  el mismo que solía mostrar su desprecio por los países del Sur.

A la Grecia de Tsipras, ni agua. Es un aviso a navegantes, en España está en alza Podemos y hay que cortar las tentaciones progresistas. Hay que hundir a Grecia, para salvar a España, llegó a decirse. Ante la indiferencia general, Alemania ejecutó su venganza con la aquiescencia del resto de los mandatarios de la UE y castigó a Grecia con dureza inaudita. Los titulares de la prensa española contaban que Tsipras “desafiaba a Europa al querer paliar la crisis humanitaria”, textualmente. La había a niveles de tragedia.

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La tensa relación de Varoufakis con el Eurogrupo

Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas de Syriza, se niega a rebajar ( más ) la vida de los griegos, y dimite. Tsipras acata. Siempre esa bicefalia. Bajo intensas presiones. El Eurogrupo “redobla sus amenazas a Grecia por no aceptar más recortes”, informábamos. Varoufakis explicaba sin cesar que el 90% del rescate europeo fue a parar a entidades financieras, no al Estado ni a los ciudadanos griegos.

Hubo bastantes personas que se quitaron la vida por desesperación. La sociedad registró un empobrecimiento insostenible. Llegaban noticias de que no eran libres ni de comprar aspirinas para la sanidad pública, sin permiso de la Troika. Las órdenes eran las clásicas: recortar pensiones y vender o malvender cuanto quedara de valor en infraestructuras y servicios. Tuvieron que deshacerse hasta de territorio rentable: islas. Venía a ser como en la Edad Media a los vencidos en las Cruzadas.

Fue un festín. A modo de ejemplo vimos que una empresa alemana compró en los primeros días de oferta los aeropuertos de las islas turísticas de Corfú, Mikonos y Santorini. El  adjudicatario, el grupo  Fraport (Aeropuerto de Fráncfort),  tiene como accionista principal al estado de Hesse y a la ciudad francfortesa. Entretanto, en Europa se facilitaban rescates multimillonarios a los bancos con dinero público y ninguna condición.

Juncker no han sido el primero en contar  cómo el poder masacró a Grecia, a los griegos. Un informe interno del FMI confesó en 2018 quesacrificó a Grecia por presiones políticas para proteger a los bancos –principalmente franceses y alemanes- expuestos a la deuda griega. Draghi, precisamente Draghi, remató desde el BCE con medidas de apoyo al euro, extremadamente generosas con la España de Rajoy, y no dando ni un euro, ni uno, a Grecia por alguna argucia legal. A los países que abren la puerta a los fascismos la UE no les aplica estas medidas, ni de lejos. Importa lo que importa. Y ese contexto es decisivo para cuanto ha ocurrido y ocurre ahora.

Grecia era el corazón herido de una Europa muerta, lo escribimos entonces. La Unión Europea optó por el suicidio vía ajusticiamiento de Grecia.  Hoy la UE se desangra por el Brexit. Se puebla de ultraderecha en Polonia, Hungria, y varios otros países. Alemania registra la salida de Merkel –fustigada por la derecha, además-. La izquierda y hasta el centro están en mínimos en Francia e Italia.  Solo Portugal resiste íntegra. España, con gobierno del PSOE, también, aunque acosado por las presiones de la derecha y ultraderecha política y mediática. Y financiera y judicial podría añadirse. Por los desvaríos de los caciques territoriales. Por el enquistado y muy viciado y muy utilizado y pésimamente abordado contencioso con Catalunya. O por el desmembramiento de Podemos, roto en las ansias de poder y el abrazo a los pragmatismos que gustan a los bien situados.

Los movimientos políticos, quizás todo en la vida, avisa y hay que saberlo ver. Y afrontarlo. De frente, con más razón que pasión. De poco sirve llorar después.

*Publicado en eldiarioes 18/01/2019

La inmoralidad de la derecha española

Vox no «ha colado» nada al PP bajo una apariencia u otra, como nos cuentan en las lavadoras mediáticas. Era una maniobra bien visible por chapucera. Las proclamas y autoexculpaciones de la otra pata del acuerdo, Ciudadanos, producen vergüenza ajena. Formar parte de un gobierno con apoyo de la ultraderecha y pretender desvincularse de ese hecho no lo tragarían los niños de primaria. Personas adultas, sí. Y ese es uno de los problemas.

La raíz se encuentra en la inmoralidad de la derecha española, sus dirigentes en particular, puesta una vez más de manifiesto. No será de todos sus miembros, por supuesto, pero es uno de sus signos de identidad. Y lo más grave: va en aumento. Estamos oyendo y viendo cosas en las negociaciones del gobierno andaluz que espantarían hasta al Roy Batty de Blade Runner. No dejan de ser los herederos de los señoritos que retrataron magistralmente Delibes y Camus en Los Santos Inocentes, aunque ahora juegan a un cierto despiste para seguir burlándose de las víctimas. La falta de escrúpulos que está mostrando está derecha ha alcanzado cotas insospechadas, incluso para su estirpe.

Según el manual de la manipulación de masas, Vox presenta un delirante catálogo de propuestas, que luego «modera» la habilidad de Pablo Casado, mientras Rivera hace mohines. En la práctica, Andalucía va a tener un gobierno de ultraderecha. Con una política fiscal que favorece a las rentas altas. Entregando la sanidad y la educación a la iniciativa privada, conservadora, hasta con segregación de sexos pagada con dinero público. Toreros y cazadores a proteger porque los ven muy necesitados, mientras se abandona y combate a las mujeres, los homosexuales  y los emigrantes. El resumen de Ignacio Escolar describe la letra pequeña del acuerdo.

Que nadie se equivoque: las mujeres siguen siendo objetivo de la barbarie ultraderechista, aunque lo enmascaren someramente. Les sale del alma. Y los emigrantes pobres tanto o más. El pacto innoble del gobierno andaluz provocará que no vayan al médico, contempla hasta delaciones, les sitúa ante la espada y la pared. ¿Qué honestidad y valores se atreven a invocar los firmantes y apoyos ciudadanos de este acuerdo?   A la inhumanidad del hecho se añade la torpeza que representa extender las dolencias al conjunto de la población

El sonrojante espectáculo nos trae a los críticos del PP recogiendo velas y felicitando a los ganadores de las sillas de poder andaluzas. A un homosexual casado, Javier Maroto, feliz de ese gobierno que se apoya en quienes se oponen a lo que él mismo representa. Las mujeres del PP tragando machismo, salvo Ana Pastor, la presidenta del Congreso. Ciudadanos presumiendo del logro, mientras quiere hace como que discute con las posiciones más extremas de su bloque. Sí, sí, el gobierno andaluz va a ser «centrista y reformista y sin concesiones ni acuerdos con Vox», como  dice uno de sus primo europeos y retuitea Albert Rivera.  Y a ver si cuela lanzando fango propio desde la máquina de acusar. Cuánta indecencia estamos viendo.

¿Y las personas que les apoyan?  Altas dosis de corrupción, robo sin eufemismos, daño a los más débiles, crueldad, injusticia, se pasan por alto en aras de una falsa moralidad y buenas costumbres. Qué elipsis hacen los católicos de la pederastia y ocultación que impregna esta institución. Cuánta hipocresía, cuánta complicidad.

La lavadora a toda potencia limpia estos atropellos, mientras tizna con el desagüe a la competencia. Qué miserable impudicia en los textos, programas y voces que emiten odio y mentira desde los medios. La realidad es que esta derecha es, insisto, la peor desde la dictadura, recogiendo el eficaz trabajo de sus mentores Aznar y Rajoy. Los hechos lo demuestran, los hechos.

Parón en la economía

Vienen tiempos de recesión económica de nuevo. No paran de avisar.  El capitalismo feroz tiene estas salidas cuando no resuelve sus disfunciones (en el eufemístico caso de que quieran hacerlo). De momento, este jueves se anunciaron más de 4.000 despidos en grandes empresas como Vodafone, Caixabank, Alcoa o Ford. A medios de comunicación –no diré información- como La Razón, llegan bajas y recortes. El Mundo va a optimizar no sé qué.

  En estos casos el ciudadano desinformado, timorato y proclive al pensamiento conservador, se agarra a la derecha. A difundir bulos contra la izquierda, desconociendo al parecer lo que la derecha trifásica, el trifachito (define Gerardo Tecé), prepara en pensiones, por ejemplo. Un casi irse a silbar a la vía. O a alentar que Murcia, con sus carencias y desajustes, elija como prioridad tener la bandera más grande de España. Marcha atrás sin frenos. Al punto equivocado.

El lejano mundo de hace poco

En casa solemos comenzar el año viendo una película que abra horizontes. Amélie, estrenada en 2001, en esta ocasión. Se podía palpar la lejanía, en solo 18 años, de un tiempo de fotomatones y cabinas de teléfono que tejen historias personales. De gnomos viajeros para alentar a la vida. Los vecinos que pintan eternamente un cuadro que mejore los trazos de la realidad. Las vecinas que esperan una carta y llega. De fijarse en el moscón capaz de batir las alas 14.000 veces por minuto. De sentir gusto al oír cómo revientan las burbujas de un plástico de embalaje.

De disgustarse al oír la frase «bendito sea el fruto de tu vientre». Y máxime cuando ya ha desaparecido hasta el vientre de la frase de la criada subrogada. Y “prestigiosas revistas francesas”  cuentan que la actriz  Marion Cotillard se pone bolsas de hielo en la entrepierna para bajar la temperatura de esos genitales de mujer en los que anidan todos los males.

¿No era esto, verdad?

Cualquier tiempo pasado no fue mejor, ni debería serlo, pero éste nos ha embarcado en una vida frívola, materialista y deshumanizada, en mermas y desfachatez.  La nostalgia solo cabe para  lo no vivido en cada momento presente. Esta infame derecha española se reinventa recrudeciendo sus lacras, mientras una parte sustancial de la sociedad no sabe salir del estandarte, el cepillo bendecido para meter la mano y la conciencia clausurada.

La involución marca la pauta informativa

Salvini expulsa a un vendedor ambulante.

Cada día trae una lluvia de sobresaltos informativos que se diluyen como las piedras en los círculos del agua. Solo quedarán unos pocos en la relevancia: los más polémicos, los más entretenidos, los más útiles a determinados intereses. La agenda de la actualidad está más clara de día en día. La involución ha colado en el sumario los temas que más le favorecen. Peor aún si cabe que sus fake news, es cómo marcan lo que hay que ver y discutir, los fogonazos que tapan el resto, lo que crea y fideliza ideología

De repente, todos hablando de hombres maltratados, denuncias falsas de malvadas mujeres, niños asesinados “por sus mamaítas”, ocultaciones premeditadas de las estadísticas públicas. Desaprensivos cum laude las difunden a propósito. Con éxito. Todos hablando de esa irrealidad. Flagrantes mentiras que caen por su peso.  Se aportan datos serios que las rebaten pero da igual, las cabezas que las creen y propagan son impermeables a la verdad. Como  todo, ha sido estudiado.  Los hechos no cambian lo que “creen” los adictos.

Constituyen un temible ejército que se nutre del mismo viejo oscurantismo medieval sustentado en la ignorancia, en los bajos instintos del mal pensar. El amplificado éxito de sus correligionarios les ha proporcionado confianza en sí mismos. Se oyen y se leen estos días comentarios de personas que evidencian problemas mentales notorios al punto de llegar a mostrar temor por las mujeres, por ejemplo. El machismo congénito que nubla la razón viene atizando desde tribunas de más entidad. Y luego todo se discute, sin cesar, dando vueltas y más vueltas, hasta engordar bolas mayúsculas.

 Fuera de las noticias destacadas, se van cociendo movimientos muy a tener en cuenta. La “Academia del Occidente judeo-cristiano” que pretende crear Steve Bannon en Europa sigue su andadura. A cuentagotas se ha ido hablando de ella –The Times en septiembre y varios otros medios-  El vicepresidente italiano, el fascista Matteo Salvini, les  ha cedido el monasterio de los Trisulti, en Collepardo, un pueblo de apenas mil habitantes en los Apeninos. De origen cartujo, ahora cisterciense, fue construido en 1204. La protesta vecinal ya ha llegado a las calles de la localidad. Preguntan, y con razón, de dónde sale tanto dinero para montar ese centro.

Es una pista a seguir. El dinero. Los centros ideológicos de la ultraderecha ultraconservadora tienen a manera de sucursales en los medios de comunicación –no diré informativos- de países estratégicos. Con relación entre sí o por coincidencia de objetivos. 400.000 votos andaluces a un partido de extrema derecha plena han llenado las programaciones de televisiones y radios y las portadas de los diarios. A toda hora. Se crea la necesidad, la avidez de ellos. Ningún país democrático llevaría a sus pantallas a la Fundación de un  dictador, que por otro lado ni siquiera existiría, ni a los defensores de la Manada del salvajismo machista, ni a tantos que sonrojan. Y ahí están, discutiendo a voces las bondades de unos y otros. La involución, la audiencia, los ingresos que proporcionan, marcan las prioridades informativas.

Ya apenas importan la agenda social. Los desahucios que permanecen, el trabajo precario, los 600.000 niños que no han tenido juguetes estas navidades por ejemplo. Solo el programa de la ultraderecha, presuntamente debatido en las tripas de los que tragan los anzuelos lanzados con profusión.

Sin empacho alguno, la derecha española más aterradora desde la dictadura es llamada en los periódicos centro-derecha. Y sus delirantes propuestas acaparan un desmesurado porcentaje de la atención mediática en los informativos generalistas. Dados a conocer y lavados, el camino está hecho. De esta forma, se llegan a ver imágenes como la de Salvini en Italia adorado por la multitud que pasa de largo ante el agravio a un vendedor ambulante.  Pocas imágenes más reveladoras de lo que está ocurriendo. 

   Bannon, Salvini, Orban, Le Pen, Abascal y Casado si se tercia  y el resto de la ultraderecha europea se están organizando, es cierto. El tenebroso Bolsonaro abre las puertas de Brasil a las bases norteamericanas y a unos niveles de regresión increíbles.  El primer objetivo de todos ellos, de todo el movimiento,  es acabar con los derechos –ni siquiera plenos- logrados por las mujeres.

Para distanciarse del apelativo “fascistas”,  hablan de occidente judeo-cristiano, la doctrina que ha castrado a millones de seres, imbuyendo complejos de culpa. De tasa o peaje de dolor por la felicidad terrena. No guardan relación alguna racionalmente, pero son útiles porque atan, paralizan.

Bannon trabajó primero con Donald Trump. El avanzado de la corriente. Trump no es una casualidad. Es el prototipo. El propio Bannon tampoco aparece porque sí. ¿De dónde sale tanto dinero preguntan los italianos de  Collepardo que se temen ver llegar a la flor y nata del fascismo mundial?

Es cierto que ya nos pueden manipular hasta el cerebro –dentro de unos cauces-. Aunque más que los bots rusos -situados en la cima del ranking de los peligros-, está todo el entramado que explicaba en un artículo magistral hace más de un año, aquí, Marta Peirano.  El nuevo mercado del marketing digital ha contaminado el debate político en todo el mundo. Mercenario, Capitalismo 3.0. Nada más, y nada menos, decíamos. Dinero que piensa en dinero.

Y aun así, el mundo se mueve. Y mucho. Al menos  3,5 millones de mujeres indiasse unieron el día 2 en una cadena humana que cubría 620 kms. para pedir igualdad en un fenómeno nunca conocido antes allí. Y no lo verán en los medios y programas de masas.

La Hungría de Orban hace aguas por pura lógica. No se puede criminalizar a los emigrantes y sacar el trabajo que realizaban.  La llamada allí “Ley de esclavos” para los húngaros está levantando ampollas. Por ella, las empresas pueden demandar a sus empleados hasta  400 horas extra al año a pagar en diferido en hasta 3 años.  Miles de húngaros salen a  protestar ¿Lo han visto en alguna tertulia? ¿En las portadas de la  prensa? Será interesante ver qué ocurre en Andalucía con el gobierno de derecha -caso de que llegue a formarse con el apoyo y las exigencias de VOX-. Porque serían clavado ideológicamente al húngaro.

EE.UU. elige a número récord de mujeres para Congreso, con un 22 % de escaños
EE.UU. elige a número récord de mujeres para Congreso, con un 22 % de escaños EFE

Pero quizás es en Estados Unidos donde los movimientos están siendo todavía más notables. Trump ha perdido el control del Congreso, en las elecciones de medio mandato. Las marchas de cientos de miles de mujeres que renegaron de su presidencia desde el primer día, las protestas que cristalizarían en las denuncias de agresiones sexuales de la violencia machista han desembocado en un récord de mujeres congresistas: 102 de 435, cuando antes eran casi testimoniales. Nancy Pelosi, la sólida demócrata que fue la primera mujer en presidir la cámara de Representantes en 2007 vuelve al puesto. No lo tendrán fácil los republicanos.  Son datos que aporta Angels Martínez Castells citando a personas, mujeres, que remiten a otra agenda. La hay.  “Como escribía la periodista Jill Abramson a The Guardian, «Washington ha dejado de ser de Trump». Y lo demostraba Deb Haaland de Nuevo México abrazo a Sharice Davids de Kansas, de la nación Ho-Chunk. Ellas dos son las primeras mujeres indígenas americanas que tienen escaño”, en esa larga e insólita lista de congresistas, llena de diversidad, de realidad. EEUU ya cambia.

Porque existe otra agenda informativa, otras prioridades, otras realidades a destacar antes de lo que nos presentan como una condena irremisible a la ultraderecha.  No podemos abrir espacios de conocimiento en los cerebros cerrados e impermeables pero tampoco ser condescendientes con el daño que infieren al conjunto de la sociedad. Y sí podemos desconectar de los mensajes capciosos que pasan por ser noticias y circunscribirse a la información.  Completa, sin lagunas y apartados. Si la actitud fuera masiva, algunas cosas cambiarían.

Por salud democrática, por salud mental, hay que desconectar de la basura.

2018, no digan que no avisó

2018 ha sido un año de confirmar pesadillas y alumbrar certezas más esperanzadoras. Un año decisivo que nos sitúa en una encrucijada en la que todo puede ser y dejar de ser. Los hechos destacados nos sitúan ante un cambio de gobierno en España, fuertes convulsiones políticas o la entrada de la ultraderecha en el Parlamento andaluz. Pero otra historia debajo nos recorre sembrando el camino de frutos y de malas hierbas, dispuestos a coexistir o destruirse. Un 2018 determinante que nos lleva a un 2019 todavía más trascendente.

Sobrevuelan en este final de año los Santos Inocentes más que ningún otro. Los de Miguel Delibes y Mario Camus. Los del señorito Iván y la milana bonita. Andalucía ha dado entrada en sus instituciones a la ultraderecha, a un Vox que manda y ya nada volverá a ser igual. Culpables sin inocencia, víctimas sin culpa.  Se avisó. Se avisó tanto. Las democracias otorgadas pueden desvanecerse de la noche a la mañana, recordábamos este 15 de mayo. Múltiples y muy claros síntomas apuntan a un camino que conduce al fascismo. La versión siglo XXI. Y a una creciente campaña para su normalización, decíamos.

El periodismo. El periodismo son antecedentes. Y gritan cada día mostrando los trazos que se van tejiendo. Uno descubre, otro lava.

Pedro Sánchez, redivivo secretario general del PSOE, se decide a presentar una moción de censura contra Rajoy. Y se convierte en presidente del gobierno en Junio. Expulsar al PP de la Moncloa era una exigencia ética. Es una organización que ha parasitado el país con ayuda de una red de apoyos mediáticos, jurídicos y empresariales apenas invisible. Y ha infectado a la sociedad que lo contempla sin gran inquietud. Todos saben lo que han hecho. Pero enseguida dejan de saberlo porque la tupida maquinaria disuelve la memoria.

Cristina Cifuentes dimitió como presidenta la Comunidad de Madrid
Cristina Cifuentes dimitió como presidenta la Comunidad de Madrid

El periodismo. El periodismo ha desenmascarado antes a Cristina Cifuentes y su máster imposible.  Se ve obligada a dimitir como presidenta de la Comunidad de Madrid en una de esas patéticas agonías que protagonizan algunos políticos empecinados en no ver ni su realidad. Siguiendo el protocolo PP, el protocolo España, la llenan de aplausos en Sevilla. Cospedal dice: «hay que defender lo nuestro y a los nuestros». Por serlo. Ella también caerá. Como su encarnizada rival, Soraya Sáenz de Santamaría, cuyo poder omnímodo y férreo se deshace como un terrón de azúcar con la salida de Rajoy. Las cloacas del Estado meten mano. Villarejo, los sicarios mediáticos. Y el periodismo que descubrió el pastel del Máster se ve enjuiciado por revelación de secretos a los periodistas Raquel Ejerique e Ignacio Escolar de eldiario.es. El mundo al revés.

La justicia.  Los tiras y aflojas, los tiros y yerros con el procés. El poder judicial político. El Tribunal Supremo que se enmienda a sí mismo en favor de los bancos en otra decisión históricamente bochornosa. Exime al comprador del impuesto de las hipotecas, se lo asigna al banco, y se desdice. El Supremo cotiza en Bolsa. La Justicia. España. A cuentagotas nos da un respiro. Ana Botella y siete cargos de su Gobierno, condenados a pagar 25 millones por vender pisos públicos con rebajas a fondos buitre. Por la tenacidad de sus denunciantes sin duda. La gente lo hizo.

El PP elige a Pablo Casado como su presidente. También tiene un historial académico de epatar. Su máster termina aderezado de un «posgrado en Harvard» que resulta ser un curso de cuatro días en Aravaca, Madrid, y con otro de la misma universidad y uno más de Georgetown. Tres en un solo verano, 2008. El caso Cifuentes, descubierto por eldiario.es, ha sido mucho más que una investigación periodística concreta, ha destapado un entramado de privilegios y trampas en titulaciones universitarias. Para marcar élite, casta. Y sin esfuerzo. Casado dice que no pasará nada. Él sabe. No pasa. Con él. Y ahí lo tenemos. Soltando por su boca y la de su equipo barbaridades del quince como huesos de aceituna. Y sus seguidores olvidan corrupciones y mentiras. No me digan que ellos mismos no avisaron. Décadas. Solo en la Comunitat valenciana, los años de  vino y rosas, de despilfarro y corrupción han acumulado una deuda de 46.000 millones de euros. Es impagable, el esfuerzo presupuestario solo puede llegar a abonar intereses.  Deberían estar bajo una mesa abochornados, pero sigue presumiendo.

En paralelo, tenemos a un político, con aspiraciones a presidir el gobierno, amado por medios y encuestas como nadie fue amado jamás. Solo ve españoles allá por donde camina. Muy precisos: ni rojos, ni azules; ni viejos, ni jóvenes; ni trabajadores, ni rentistas. Albert Rivera ha reeditado el discurso del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Lo lanzó en un acto que tuvo su momento culminante con Marta Sánchez y su versión del himno de España. No me digan que no avisaron.

PP y Ciudadanos forman gobierno en Andalucía, apoyados por Vox, sin pinza democrática en la nariz. Prensa, radio y televisión lavan y lavan. Ya les llaman centro derecha.

Miembros del gobierno de Pedro Sánchez, PSOE. EFE, Chema Moya
Miembros del gobierno de Pedro Sánchez, PSOE. EFE, Chema Moya

Gobierno de Sánchez. Espectacular entrada con un equipo de ministras en minoría y gentes sobradamente preparadas. Por algunas zonas van haciendo aguas con ayuda de la presión, discriminada, de la prensa conservadora. Pero lo cierto es que sigue vigente la ley Mordaza, el dictador Franco en su Mausoleo, la reforma laboral del PP, el rechazo a la Ley de Justicia Universal. Lo más contundente y efectivo, la subida del salario mínimo a 900 euros, o mejor dicho el cambio de tendencia para recuperar poder adquisitivo. No es suficiente pero supone un avance, absolutamente necesario. Lo propuso Unidos Podemos, una formación que pierde algo de gas, dicen medios, encuestas. Con la colaboración de la misma prensa, sin duda, y por sí misma. En momentos críticos como estos, se precisa algo más que medidas de gobierno parciales. Destacable la labor mediadora de Pablo Iglesias. Y el electorado que no abandona.

Se diría que los dirigentes, también del centro-izquierda, van entendiendo las reglas del juego. Quién mueve los hilos y para qué. Difícil remontar. Algunos lo hacen. Francia se echa en la calla en amarillo, como la Catalunya insumisa que, con independencia o no, prefiere no bajar la cabeza. Los a por ellos y los resentidos rabian. Mientras es más visible su poder, el que siempre han tenido.

Inmigrantes sudamericanos inspeccionados en EEUU
Inmigrantes sudamericanos inspeccionados en EEUU

Volvimos a ver en 2018 niños desolados entre uniformes que les arrancan de las manos de sus padres. En la América grande de Donald Trump no caben. La violación de las leyes internacionales que ya ni respetan la prioridad de las vidas en peligro en los mares de la escapada migratoria. La UE que mira para otro lado, los ciudadanos que miran para otro lado.

En los trazas de la realidad, la foto del rey emérito Juan Carlos I con el príncipe heredero saudí -vinculado al descuartizamiento del periodista crítico Jamal Khashoggi-  que se disuelve como tantas otras cosas de la institución. Los fastos para recibir a Xi Jinping, el presidente del país del dinero y el destrozo de los derechos humanos. El declive de la UE, comandado formalmente por un presidente beodo como metáfora de sí misma y por los intereses nacionales de sus miembros. La mujer de 65 años que se suicidó en Madrid cuando iba a ser desahuciada de su casa. De todos los que fueron echados de sus casas, y de cuantos resistieron.

El dolor convertido en espectáculo, una vez más. El niño Gabriel. La indescriptible desolación de los padres. Las cámaras, las conexiones, la catedral de Almería con pantallas gigantes en la explanada.  La maestra que corría hacía un reluciente infinito y cuya vida plena fue segada por un sátiro. Las decenas de asesinadas y maltratadas que se olvidan. A las que combate el machismo feroz manipulando a favor del fascismo.

Manifestación en Pamplona por la sentencia a La Manada. EFE/Villar López
Manifestación en Pamplona por la sentencia a La Manada. EFE/Villar López

Las mujeres. Fue un mazazo, no por esperado, menos traumático e indignante.  La Audiencia de Navarra dictó sentencia contra “la manada” exonerando a sus miembros del delito de violación.  Los detalles enervan.  Y se agravan con la interpretación de los magistrados. No se resistió. Se juzgaba a la víctima,  al parecer, a la mujer vejada, a la mujer. La sentencia dio la vuelta al mundo para nuestro escarnio, para una nueva evidencia de lo que es España hoy. The Washington Post, The Guardian o The New York Times destacaron que dos miembros de ‘la manada’ pertenecen a «cuerpos militares». En España esto cuenta.   Mucho. De igual modo que se pena con cárcel un rap, y se dan por sobreseídas  las denuncias presentadas contra agresiones de la extrema derecha. El cerco en Zaragoza a 400 dirigentes de izquierda sin ir más lejos. No me digan que no avisaron.

El 8 de Marzo las mujeres salimos a la calle y hasta los oportunistas se tiñeron de violeta. Tampoco se habían enterado, pero la realidad se plantó en sus narices. Las mujeres españolas han parado el mundo, decía la prensa internacional. No lo activamos, lo revivimos. Y allí nos hemos quedado, organizadas, con distintos cometidos en turnos. Las periodistas tuvimos una atalaya privilegiada. Vimos crecer desde una reunión de apenas 50 mujeres de nuestra profesión a más de 7.000 firmantes de un manifiesto y a un grupo de Telegram que resultó ser una portentosa lección de realidad. Y comprobamos que lo mismo sucedía en multitud de sectores profesionales y casi en cada esquina y cada casa de España.  Culmen del hartazgo. Un potentísimo mensaje  de rabia mezclado con la alegría de la reafirmación. El futuro ya lo estamos haciendo. Y es imparable. Avisamos, seguimos avisando.

“La prensa está al servicio de los gobernados, no de los gobernantes”, afirmaba en su auto el Supremo estadounidense al enjuiciar el falso Informe McNamara (1971) que nos contó en enero de 2018  The Post, los papeles del Pentágono, de  Steven Spielberg.  Periodistas de medio mundo  nos emocionamos. Y, como en la película, nos dijimos: Cómo nos gustaba esto.  Nos gusta, a pesar de todo. Y ver a miles de ciudadanos estadounidenses a las puertas del Tribunal Supremo luchar por su derecho a la información y por la libertad de expresión. Puestos a volver atrás, a desandar el camino, mejor sería regresar a la reivindicación de los derechos. En lugar de aprestarse a destruirlos como se está haciendo ahora.  Con mayor impunidad. Con crecidas complicidades.

Nos jugamos la democracia. Y la memoria y la dignidad. Las tenemos. Milanas bonitas en vuelo, libres, a preservar.

La verdad, víctima prioritaria de la ultraderecha

La irrupción de Vox en las instituciones y la exaltación de la derecha más extrema que vivimos están produciendo un daño colateral de aciagas consecuencias: la destrucción de la verdad. Es la consagración de una realidad vencida por las creencias. El bulo intencionado termina por imponerse como hecho auténtico. La disuasión del pensamiento crítico, del pensamiento, alcanza ya niveles históricos. Los ultras registran un espectacular momento de euforia en el que se ven llenos de poder.

Han sido 12 escaños, elegidos por 400.000 andaluces en una España que cuenta con 46 millones de personas. Y aunque muchos más salen de los armarios por distintos rincones no llegan a infectar a toda la sociedad. Todavía al menos, por mucha que sea su promoción mediática. Venden por nuevos o remozados, por extremos, por convenientes a los intereses de ciertas élites. Pero su éxito se puede desinflar y existe la posibilidad de una reacción democrática contundente en las urnas.

La verdad está quedando seriamente dañada. En un fenómeno más o menos global, lo que permite excusarlo como mal de muchos. Muy desestabilizador. Si faltan las bases sólidas que la realidad aporta, todas las decisiones y proyectos se ven afectados. El acierto será una casualidad remota surcada de errores. Una auténtica indefensión que trasladan al conjunto de la sociedad.

Abascal y sus Vox mienten como una ametralladora de repetición.  Y sin el menor escrúpulo. Acusan al Estado de  ocultar datos de hombres asesinados por sus parejas y de supuestas masivas denuncias falsas de maltrato. Y el machismo de raza, el cerebro cabestro, lo engulle sin rechistar. Abascal asegura que “las mujeres asesinadas en España han sido, mayoritariamente, a manos de extranjeros». Es mentira. El 70% de los autores son nacidos en España. Ana Requena y Marina Estévez contrarrestan con hechos  aquí varios bulos disparados por Vox.

Vox ha venido a hacer realidad los deseos de quien la obvia. Y el PP y Ciudadanos se apuntan. Las tres derechas, herederas del funesto y siniestro José María Aznar, quedan en entredicho cada vez que se les confronta con lo que realmente sucede es  aspectos muy vinculados a la ideología. Una investigación internacional desmiente los mensajes de PP, Ciudadanos y Vox sobre inmigración y sobre el uso de los sistemas sanitarios. Pero quienes les siguen ciegamente, si es que llegan a enterarse, no lo creerán. Se lo mandarán por guasap de la mañana a la noche y crecerá la bola. Y cuando caiga un bulo, la emprenderán con otro.

Añadan a unos cuantos gallos y gallinas sin cabeza diciendo insensateces. A una Begoña Villacís de Ciudadanos, por ejemplo, empeñada en que la alcaldesa Manuela Carmena pone medidas para reducir la contaminación solo por fastidiar, ignorando los alarmantes informes de alerta internacionales. Hay gente que se rige por lo que «le parece», no por lo que es. Cada vez más. Sobrevivir en su caso va a ser un auténtico milagro con estos peregrinos criterios.

Pablo Casado y su equipo añaden un patrioterismo sin pies que atribuye a España poco menos que la conquista del espacio. Han dicho que los ancestros de su PP descubrieron un nuevo mundo. Y no lo conquistaron sino que lo incorporaron a su excelencia. Querían extender España nada más, su espíritu supremo. Como Hitler su Alemania. Escucharles es un permanente sonrojo.  Rivera se ha atascado en l os rojos y azules, guerracivilismo,  separatismo  y en la permanente permeabilidad a los discursos de éxito en la derecha.  Quizás por eso se ha “lanzado” a Vox.

Los ultras españoles se encuentran al nivel intelectual y cultural de sus homólogos internacionales. De Trump a Bolsonaro la especie crece. El magnate llegado a la Casa Blanca ha convertido su administración en el reino de las mentiras.  El nuevo gobierno brasileño anda modificando los libros de historia, para quitar de ellos cuanto tienda a “desmontar los valores tradicionales de nuestra sociedad, en lo que respecta a la preservación de la vida, la familia, la religión, en suma, del patriotismo». A ese fin quiere suprimir que existieran Marx, el Che y la dictadura brasileña. Historia al gusto.  Como Polonia hizo con su papel en el holocausto judío perpetrado por los nazis. Aprobaron en Febrero una ley que prohíbe vincular al país con esos crímenes. Aprobaron una ley que obliga a falsear la historia. También. Grandes sugerencias para la derecha española tan ducha a esa tarea.

Y aún tienen más ejemplos inspiradores. En Kaliningrado, ciudad rusa que fuera la capital de la antigua Prusia Oriental (alemana), una campaña de descrédito ha logrado que su aeropuerto no sea rebautizado con el nombre del filósofo Immanuel Kant, su hijo más ilustre internacionalmente. Los argumentos de peso corrieron a cargo de Igor Mujametshin, jefe del Estado mayor de la flota del Báltico ruso que se ubica allí, según informa El País. El militar consideró a Kant un traidor a su patria por haber buscado una cátedra fuera. Y remató con un argumento inapelable: “Escribió unos libros incomprensibles que nadie de los que están aquí ha leído ni leerá nunca”. Entre los nacionalistas españoles de su cuerda seguramente encontrará expertos en Kant que podrían instruirle.

Acabamos de conocer que España invierte en ciencia menos de la mitad que la media de Europa. Un ligero aumento actual no palia el enorme destrozo anterior con Rajoy. En cambio, China ha disparado la inversión para convertirse en líder mundial.  Javier López Facal y Carlos Martínez ya documentaron en Reacciona (Aguilar, 2011) que “los países son ricos porque investigan, no investigan porque ya son ricos”.

Quizás para saberlo hay que pensar. Y no es lo que más se lleva en estos tiempos. El gobierno ha eliminado de su reforma educativa que  Filosofía vuelva a estudiarse en la ESO pese a haberlo pactarlo en el Congreso. Precisamente Kant expresó una idea que nos encaja en este hoy a la perfección. Se la oí al filósofo Carlos Fernández de Liria. Su maestro sin aeropuerto dijo que hay algo que logra hacer que “los hombres se nieguen a perder, por amor a la vida, aquello que hace a la vida digna de ser vivida”.  Piensen a ver qué es, y si lo hay en el surtido que nos ofrecen. Y si no es esencial buscarlo.