El hombre que susurraba a las vacas y otros prototipos del PP

Moreno apuesta por una Andalucía «sin cordones sanitarios» a la derecha. Aunque incorpore a las decisiones de calado a Vox, la ultraderecha declarada, que se financió con fondos de una oposición iraní, con pasado y presente tenebroso. El MeK, en sus siglas en inglés, es descrito «como una organización similar a una secta, responsable de graves violaciones de derechos humanos y caracterizada por el culto a la personalidad de su líder, Masud Rayaví», escribe Íñigo Sáenz de Ugarte. El grupo, considerado terrorista, fue salvado de la definición por la campana del dinero, hace menos de una década, e inspira grave preocupación, salvo a los dispuestos a lavarlo todo.

Una contundente respuesta de las mujeres se enfrenta a los tiempos oscuros que se avecinan. Miles de personas se manifiestan en las capitales andaluzas, en Madrid, en un centenar de ciudades, afirmando que «no habrá un paso atrás», como ya se intenta dar. El movimiento #MeToo del Parlamento Europeo llama a la misma resistencia ante «la guerra de Vox contra las mujeres». Aunque la tarea es ingente. No solo en Andalucía. La llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP está promocionando a una generación de bocazas ultraconservadores, a su imagen y semejanza, que forjan un temible futuro, si esta tendencia se mantiene. Gentes que se muestran con pocos escrúpulos, capaces de vender lo que cualquier ser humano consideraría del máximo valor, por una silla de poder. Es necesario expresar esta realidad en toda su crudeza porque peligra la propia sociedad que conocemos.

A la verborrea desbocada de Casado, se van sumando quienes buscan hacer méritos ante él, como jefe máximo. Dolors Monserrat, sin duda, o el inefable Teodoro García Egea, pero sobre todo el gran fichaje sorpresa para Madrid: Isabel Díaz Ayuso. Como Casado, se ha apuntado a los monólogos del desvarío. No olvidemos tampoco a Ruth Beitia, candidata por Cantabria, quien en su alegato inequívocamente machista cometió algún desliz, y fuera de ello se expresa con esta soltura. A estas alturas cabe pensar en cómo se estarán sintiendo las personas sensatas del propio PP y que no prefieran vender sus halagos para conservar el porvenir, como ya hemos visto estos días.

Las sospechas se van confirmando. El actual presidente de Madrid, Ángel Garrido, un clásico señor de derechas, muestra su apoyo a los candidatos, pero su entorno habla del agravio sufrido. Especialmente, al verse relegado por un perfil como el de Díaz Ayuso: sin experiencia de gestión y con tan escasa entidad. ¿Y cómo habría ocurrido esto? «El vídeo con declaraciones a La Sexta se ha convertido en viral y le ha hecho ganar puntos», explicaron en una jugosa tertulia de la Cadena SER Madrid. Se trataba de una entrevista en la que soltó un discurso machista radical. Resumió todo el paquete en pocas palabras: hay un feminismo exacerbado que criminaliza a los hombres y ha imperado una dictadura feminista. Gravísima irresponsabilidad de caer tales mentiras en cabezas yermas, como está ocurriendo. Ha tenido 3 millones de visualizaciones, dicen. Y para la nueva política ultra es lo que cuenta. ¿Visualización igual a voto?

Sin duda, en Ciudadanos también se ha buscado en la cantera de tertulianos lenguaraces, inanes, y capaces de decir sin pestañear cualquier mentira conveniente. Y Vox es la sublimación del concepto. Pero ¿hemos reparado en lo que implica esto como sociedad?

Los simpatizantes -se ven ya adhesiones entusiastas- parecen querer que su ídolo triunfe en una pelea en el barro a dentelladas y tirones de pelo sin pensar en lo que realmente puede ser su trabajo ejecutivo. Estas personas, de salir elegidas, están destinadas a gestionar la sanidad, la educación, los servicios básicos, el transporte, la dependencia, a cuidar de «nuestros» niños y de «nuestros» mayores, como gustan decir. Esta cuadrilla de seres inestables, sin complejos de conciencia ¿son las idóneas para esta labor? ¿Están siquiera capacitadas para ella? La vida no es un programa de televisión.

El ejemplo práctico lo tenemos en EEUU con Donald Trump, el personaje prefabricado por las cadenas comerciales para captar a un público votante muy determinado. Bannon, o quienes le emplean, lo fabricó como presidente. Y ahora se ha venido para Europa a trabajar. Quienes dirigen ese cotarro -que va más allá de los Casado o los Rivera o los Abascal- saben lo que hacen. Al menos, que hay público para ellos. Y que son el pasaporte para el poder.

El viejo liberalismo ya no existe. Ya no busca personas sanas, informadas y felices. No necesitan que cooperen en la consecución de los objetivos. Se les fuerza con violencia o con miedo. Y sobre todo, con la sobreinformación que engulle mucho de lo esencial y con la banalidad que distrae.  Estamos perdidos como esta mancha se extienda más.

Hay gente que cree que la tierra es plana, que rechaza las vacunas, que piensa que el agua azucarada cura. Gente convencida de que la mujer es una amenaza para el hombre, que se esconden estadísticas con aviesos fines. Que borra las asesinadas por la violencia machista que ya se ha llevado, presuntamente, a 4 mujeres en 15 días de enero. Hay gente que cree en Vox, y en este PP desbocado, y en quienes se amarran a cualquier atropello para medrar.

Hay gente que dice que a Andalucía ha llegado un cambio esplendoroso.

Y no nos podemos quedar callados.

 

 

Expulsar al PP del gobierno es una exigencia ética

Lo terrible de este país es que se dude de la ineludible necesidad de deponer al gobierno del PP.  O se obstaculice. Ya es inaudito en una sociedad democrática que Rajoy no haya dimitido y convocado elecciones. Pero, dado el comportamiento continuado del Partido Popular, es la actitud esperable. No ha habido ningún error. Lo alarmante, por tanto, es que no sea  un clamor, político, mediático, ciudadano y de todas las instancias, que el PP no puede seguir en Moncloa.

Nos encontramos ante una organización que ha parasitado el país. Con una red, apenas invisible, de apoyos mediáticos y empresariales. Incluso ha infectado a la sociedad que la aguanta como normal. Todos saben lo que han hecho.  Saben de la Caja B del PP, acreditada en la sentencia de la Gürtel, y cómo han usado ese entramado con los principales condenados. Corrupción desde hace casi 30 años. Y, lo juzgado, es solo una primera parte de Gürtel, queda ese abecedario de casos que desde Púnica a Lezo ha saqueado el erario público. Cómo será que ha sido condenado a tres años y medio de cárcel un ex vicepresidente autonómico, de Castilla León, y ha pasado hasta desapercibido.

Sonroja ver salir a toda la cuadrilla de notables con esa cadena de mentiras, blanqueo de la corrupción y ataques a Pedro Sánchez que les ha presentado una moción de censura.  Cospedal, con su potente ministerio de Defensa tras ella, acusa al líder del PSOE,  de ser “Enemigo del Estado de Derecho”.  Un Estado de Derecho en el que la número 2 del PP ha llegado hasta a rechazar la sentencia de la Gürtel y descalificar a los jueces.  La vieja y chirriante táctica que no hace sino confirmar la urgencia de echar al PP del gobierno.

En todos los tonos, han ido destacando que con la moción peligra la estabilidad de España. Es decir, que la estabilidad de España es la corrupción. Insultante y doloroso si se tiene un mínimo de decencia. Dastis, ministro de Exteriores, dice que “quién esté libre de pecado –pecado- que tire la primera piedra”. Desde el PSOE, el expresidente extremeño Rodríguez Ibarra declara que «le importa más el independentismo que lo que haya robado el PP».  Esa laxitud moral es causa de no pocas deficiencias en España.

Nada hay  que desestabilice más que la corrupción y, con ella, la falta de escrúpulos con la que se acepta. Han salido ministros, portavoces. Individuos que son considerados personalidades y reciben tratamiento de excelentísimo en muchos casos. Esta España de la que nos obligan a enorgullecernos, bajo patriotismos de banderas  y no por valores esenciales,  arrastra una indecencia secular en sus élites.

Es tremendo el silencio  sobre la corrupción del PP de intelectuales, organizaciones varias, la privilegiada jerarquía católica de quien se espera salvaguarde como mínimo la moralidad. Del jefe del Estado que tan presto y decisivo fue en octubre para la dura reacción contra el referéndum del 1-O en Catalunya. Dado que entonces se pronunció, no se entiende que no lo haga ahora.

La moción de censura es de resultado incierto. Podría salir, digan lo que digan. Con el voto de los nacionalistas, sin duda. Como ha hecho, cuando le ha convenido, el PP. Conservando los acuerdos que les dio Rajoy  al PNV (los iban a tener igual si siguiera el PP). Unidos Podemos y Compromís suman 71 diputados y dan apoyo sin condiciones.

En principio el apoyo del PSOE lo tiene también, aunque con las reticencias habituales de barones, baronesa y vieja guardia.  A los independentistas, ni agua, vienen a decir, cuando necesitarían sus votos. Las conversaciones iban marchando, a salvo de torpedos que pueden ser lanzados en cualquier momento, como éste de Borrell.

El obstáculo fundamental para la moción del PSOE está en Ciudadanos -que marca la agenda política con 32 diputados y… las encuestas-. No quiere que Sánchez sea presidente, quiere elecciones que supone le harían ganar o conseguir más escaños.

El Ibex ha irrumpido sin tapujos a su favor y al del partido de la Caja B. Plantea un pacto de estabilidad Rivera-PP de 12 meses antes de ir a elecciones. Un directivo dijo: «Esto no puede seguir así».  ¿La corrupción? En absoluto. En «la economía» que va tan bien. Para ellos. La presunta recuperación económica es tan sesgada, que un informe del Banco de España certifica  el constante aumento de la desigualdad y el  enriquecimiento desproporcionado de las grandes fortunas con “la crisis”. A costa del resto de la población, por supuesto.

Sí, echar a Rajoy es una exigencia ética y nada justifica demorarlo.  El resultado de una moción de censura, de toda decisión democrática, está en las mayorías. Si gana Sánchez y forma gobierno será un resultado impecablemente democrático. Y no lo es descalificar a diputados elegidos por millones de personas como hacenAlbert Rivera y varios miembros de Ciudadanos y del PP.

Un gobierno sin Rajoy de inmediato

Tenemos los políticos que tenemos, insisto una vez más. No son esperables milagros, no existen. Pero hay grados. Imaginen, por un momento, que el sábado, ya no es presidente del gobierno Mariano Rajoy, con cuanto implica. Ya no toca sufrir las filípicas de Soraya de Santamaría y sus maniobras orquestales en la oscuridad. Ya no se ocupa de la Defensa María Dolores de Cospedal.  Ni adoctrina niños en valores castrenses,  junto al portavoz y ministro de Educación, Méndez de Vigo y ambos pueden cantar con el ya ex ministro de Interior, Zoido, y el ex de Justicia, Rafael Catalá, El novio de la muerte en la intimidad.

El sábado puede no ser Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro. Ni Fátima Báñez tener a su cargo el empleo, el paro y las reformas laborales. No representarnos fuera de España, Dastis. Que el portavoz Rafael Hernado se guarde sus coces para repartir desde su escaño. Que no se ocupe de agricultura, pesca, alimentación y medio ambiente, García Tejerina, si alguna vez lo hizo. Ni de la sanidad, Dolors Monserrat.  El sábado o poco después todo ello, cuando establece el reglamento el relevo.

La semana próxima RTVE puede tener un presidente que devuelva la libertad de expresión y el derecho a la información. Piensen en cuántos organismos podrían ser renovados para cumplir el servicio a los ciudadanos. Cuánta labor se puede hacer por recuperar los derechos y aventar las mordazas.

No hacen falta prodigios. La política, la sociedad, están muy tocadas por  la degradación.  Cualquier persona preparada, honesta, consciente de su papel como servidor público, es mejor que quienes han secundado esta larga etapa de ignominia.

¿Ocurrirá así? No es fácil, aunque no imposible. Es posible, aunque hay muchos dispuestos a impedirlo. Pero ¿a qué es hermoso el sueño posible de que llega el fin de la pesadilla? Porque implicaría el comienzo de otra etapa, con dificultades sin duda, para construir sobre terreno más limpio, al menos.

El acto del 29 de Octubre

Por supuesto que nadie ha entrado en el Congreso de los Diputados como cuenta el imaginario popular que hizo el General Pavía el 3 de enero 1874 para acabar, de facto, con la I República española sin cumplirse ni un año desde su promulgación. En realidad Pavía exigió el desalojo de la Cámara por medio de una nota y, ante la negativa de los diputados, fueron soldados y guardias civiles a sus órdenes quienes disolvieron el Congreso. Pavía alteró el orden constitucional pero ni siquiera admitió haber dado un golpe de Estado, propuso que aquello pasara a la historia como «el acto del 3 de enero».

Por supuesto que no se puede llamar golpe de Estado, como hacen algunos, a la serie de hechos que han desembocado en que este 29 de octubre Mariano Rajoy, el líder del partido más corrupto de la democracia, haya revalidado su cargo como presidente del gobierno español. Los diputados han sido elegidos mediante sufragio universal y votan o se abstienen de lo que creen conveniente para el fin que se proponen. En este caso dar al candidato del PP la mayoría simple para gobernar. Para no repetir por tercera vez las elecciones, añaden quienes lo han hecho posible.

El problema son los hechos que jalonan el proceso. Muy preocupantes. Crucial ha sido el golpe de mano producido dentro del PSOE, una jugada clave en fondo y forma para el desarrollo de los acontecimientos. Parte de la intención de descabalgar al secretario general Pedro Sánchez, partidario del No a Rajoy y constituir un nuevo poder. Y cuenta con la serie de reuniones bajo mano inscritas en los manuales de la conspiración. O la inenarrable sesión para tomar el mando, a costa de perder fuerza en el partido. Así, cinco millones y medio de personas que dieron su voto a la formación para que NO gobernara Mariano Rajoy han hecho posible que siga en La Moncloa.

«No podemos abstenernos porque sería un fraude y una traición a nuestros 5 millones y votantes, que han depositado su confianza en nosotros, no lo vamos a hacer por lealtad a la palabra dada, no es no», repetía sin descanso Antonio Hernando, portavoz del PSOE. La persona que escenifica el giro del partido, quien llena las hemerotecas con declaraciones grabadas defendiendo todo lo contrario de lo que ahora dice. Su exposición en la tribuna del Congreso fue un estriptis  descarnado como pocas veces se han visto.

El otro Hernando, Rafael, portavoz del PP, compareció para dejar clara la situación: la batalla es frontal y con armas ocultas en el calcetín si es preciso. Con su habitual actitud tabernaria llegó a usar un informe falso que ningún juez ha admitido para acusar a su rival político, Pablo Iglesias, de venderse a dictadores. Como en una tertulia, como ésas en las que personajes de su calado expanden dossiers de clara intencionalidad difamatoria. Olvidando, por otro lado, todo cuanto de hipocresías se esconde por amadas dictaduras del mundo.

La presidenta que Rajoy ha colocado en el Congreso como tercera autoridad del Estado se está revelando como una profunda disfunción. Su incapacidad para el cargo, para el solo hecho de dirigir sesiones, es manifiesta. Y, sobre todo, parece actuar al servicio de los intereses de su partido. Negarle la palabra a Pablo Iglesias, calumniado por Hernando, fue uno de los hechos más graves que se ha producido en mucho tiempo.  Y marca la legislatura. No va a ser limpia.

Hay un fuerte choque ideológico, de personalidad incluso, entre los dos bloques fundamentales que van a formar este Parlamento. De un lado los que se llaman a sí mismos constitucionalistas –aunque un par de ellos no tuvieron empacho en modificar el decisivo artículo 135 de la Carta Magna – y del otro la izquierda de Unidos Podemos.

El bipartidismo –y su añadido con la formación de Albert Rivera– no entiende las formas de los recién llegados. Cada palabra, cada tono, cada gesto, les indigna. Es otro lenguaje, más de la calle, de la vida real. Sin contar, desde luego, que el contenido de las denuncias de Unidos Podemos –con drásticas verdades– puede resultarles muy irritante. Hablar de «potenciales delincuentes» cuando en ese mismo hemiciclo estuvo sentado hasta hace nada Gómez de la Serna, por citar solo alguno, no es ningún disparate. Pero, sobre todo, se nota la incompatibilidad absoluta de lo que cada bloque representa. Y, por los indicios, el que presta apoyo a Rajoy estaría mucho más cómodo sin los que parece considerar advenedizos. Estaban muy tranquilos antes de que la sociedad se indignara con sus políticas.

Rajoy afirma ya que no permitirá la derogación de sus leyes estrella. No tiene ninguna necesidad de hacerlo, vista la debilidad en la que el PSOE se ha situado y la escasa fuerza de Ciudadanos. Y hay leyes muy lesivas para los intereses de la ciudadanía. Mientras se desarrollaba el debate de resultados ciertos, se conoció la fecha del juicio contra el profesor Jorge Vestringe (68 años), para el que la Fiscalía pide una durísima pena por participar en una manifestación republicana y presuntamente agredir a un policía. Tres años y medio de cárcel. Son las consecuencias de las leyes y códigos Mordaza con los que se pertrechó el PP.

La mezcla de política sucia y autoritarismo es letal. Viene una legislatura bronca, en la que las fuerzas de gobierno apuestan por defender su posición sin reparar en métodos, por lo que ya se ve.

Y hay un factor concluyente a añadir: la prensa generalista, los medios generalistas. De nuevo portadas fuera del eje de la información, fotos editoriales y artículos sesgados. Varios medios destacan en titulares las falsas acusaciones de Rafael Hernando contra Podemos sin añadir precisión alguna. Se lleva a la consideración de noticia las declaraciones de políticos en sus ataques a adversarios, es decir, se da cancha a la propaganda. No es fácil encontrar la queja por la actuación de Ana Pastor al frente del Congreso, que sí trae eldiario.es. Rajoy cuenta con grandes soportes. Y así va a ser cada día hasta… no sé sabe hasta cuándo y cómo.

La demonización de las protestas es otra de las piezas fundamentales de este nuevo orden. La atribución de culpas también. Concepción Dancausa, la que fuera presidenta de la Asamblea del «Tamayazo», dice que los organizadores de la manifestación Rodea el Congreso, prevista para la sesión final de la investidura de Rajoy «trabajan para Podemos». Sin pruebas. Sale gratis. Rentable, en realidad.

El 10 de marzo de 2007, Rajoy salía a la calle para protestar contra la política antiterrorista del Gobierno del PSOE.  Era la decimotercera vez que el PP se manifestaba para rechazar leyes o actuaciones del Ejecutivo nacido en 2004. Varias de ellas, junto a la Conferencia Episcopal. Todas en contra del PSOE que hoy facilita su Gobierno. En su discurso final, Rajoy dijo: «Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aquí, lo que habéis hecho, lo que habéis sentido. Que os vean en pie, con la cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser españoles que no se resignan». Y tras el mensaje mesiánico, la democracia siguió su curso tal como estaba.

Es el mismo Rajoy, otro PSOE, nuevas fuerzas que les han hecho atrincherarse, en lugar de abrirse a la realidad de una sociedad que ha cambiado lo quieran ver o no. Pero la travesía augura fuertes tempestades. Y una guerra desigual. Y víctimas.

La idea de Pavía de poner una etiqueta con la fecha sin más a aquello que hizo, no es mala en tiempos difíciles. Prudente y aséptica. Podemos pues concluir que «el acto del 29 de Octubre» marca un tiempo plagado de peligrosas turbulencias.

*Publicado en eldiarioes

El PSOE no parece calibrar a qué condena a la sociedad española

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Javier Fernández, presidente de la Gestora del PSOE

Puede que, sin el golpe que derribó a Pedro Sánchez,  no habríamos captado en toda su dimensión lo que escondía el PSOE. Pero se han abierto en canal para mostrar una realidad preocupante en el partido que pasaba por ser el lado progresista del bipartidismo. No es que no diera señales de deterioro desde hace tiempo -de ahí la pérdida de votos-, sin embargo, muchos nos negábamos a considerar la existencia del PPSOE, que PP y PSOE fueran exactamente lo mismo.

Y no hace ni un mes descerrajaron con dinamita la caja de los truenos y nos sorprendieron dejando al desnudo un grave quebranto. Con una degradación de tal calibre que admite pocas reparaciones, al menos con sus actuales protagonistas. Todo el proceso aboca a la misma conclusión. En el PSOE se ha impuesto el virus de la  mediocridad, el que extrae las «posibilidades más ruines», como escribía Francisco Ayala acerca de la repercusión de las tiranías.

El expresidente Felipe González, metido en negocios de alto capitalismo y baja exigencia social, que coge las riendas y el silbato para desencadenar el derrocamiento del secretario general, Pedro Sánchez. De la mano de su amigo, Cebrián, factótum de emporios mediáticos venidos a menos y afectado de la misma soberbia que el colega. Se trata de llevar al poder a Susana Díaz, la presidenta andaluza y a su corte de fieles, más proclives a sus intereses.

Y el golpe triunfa, pero no en forma de paseo triunfal como esperaban: todo lo contrario. En los restos de la carnicería se lee bastante más que en los posos del café. Son análisis clínicos, casi una autopsia. Todas las miserias que se achacaban a la política esclerótica sobre la camilla, demostrando la razón que pide su relevo. Porque su daño, nos afecta a todos. Se descabalga un partido que concurrió a las elecciones como centro izquierda y su ruina sirve para cimentar al PP.

Ahí andan los barones más responsables pidiendo abstenerse un poco solo en lugar de un mucho para quedar dignamente. Olvidando que el nuevo mando ex

ige el pringue de todos.  Y que al final la abstención es como el embarazo, o sí o no. Rajoy será presidente gracias al PSOE. Ése es el hecho.

Primera ofuscación de una serie en la que vemos a prominentes líderes del PSOE mirar de tal forma por sus intereses, con tal impudicia, que se diría que no son conscientes de cuanto está viendo toda España.  Añaden al «abstenerse no es apoyar», el evidenciar su rechazo frontal a las políticas de Rajoy  votando no en la primera ronda para luego darle el Gobierno con su abstención, o el júbilo por la situación en la que quedan: «Ahora sí van a poder hacer oposición», ahora sí que Rajoy se va a enterar, «lo van a crujir vivo».

El presidente de Aragón, Javier Lambán, –que gobierna con apoyos– no se corta al evidenciar la máxima aspiración para el PSOE en estos momentos. « El PSOE liderará la oposición y que ninguna otra fuerza piense que lo va a poder hacer«. Lo mismo que Fernández, el presidente de la Gestora. Difícil entender ese conformismo y que encima presuman de él.

Porque hay quienes sí se creen una parte de su historia. No toda, evidentemente. Están regresando casi con furia a las antiguas tácticas que han destruido la confianza de los ciudadanos en la política. Un cinismo similar al que despliega el PP de continuo. Echando culpas a otros –a Podemos– empecinados en ocultar todas las evidencias, mirando para otro lado, a su ombligo, a su silla.

Los dinosaurios en pleno apogeo mediático para mayor gloria de las audiencias. Corcuera insultando a la diputada por su partido Margarita Robles con el tópico machista de la peluquería. El ministro de la patada en la puerta a una jueza. Como él, Rodríguez Ibarra persiguiendo catalanes y rojos. Desde el PSOE andaluz, uno de sus portavoces da mensaje cuartelario: Yo obedecería las órdenes del partido.  De hecho crece la idea de echar al Grupo Mixto a quienes voten que no. José Blanco, ascendido de nuevo a los altares, les dice que ahí tienen la puerta. Llevaban intención de no abstenerse entre 18 y 22 de los 85 diputados. Más debilidad para el PSOE de Susana Díaz, que va a concentrar las esencias de una inequívoca derecha nacionalista española y  de la política al servicio del aparato.

Soraya Rodríguez, exportavoz del PSOE en el Congreso, aportó, sin quererlo, las claves que les ocupan y preocupan. Ha pedido a quien está en contra de abstenerse que no falten al respeto para explicar sus razones. Está hablando a los suyos, sin pensar en los millones de personas a los que faltan al respeto al posibilitar un Gobierno de Rajoy. En particular, a quienes votaron sus promesas de cambio. Ésas de las que hoy se desdicen sin la más leve preocupación.

Un partido juzgado por corrupción al que solo apoyaban sus fieles poco escrupulosos con este asunto, emprende nueva legislatura. Con sus recortes, su autoritarismo, la manipulación de los medios públicos, con todo lo que ha convertido a España en uno de los exponentes de la mayor desigualdad y una pocilga ética en estamentos fundamentales. Dar el Gobierno a Rajoy –que no tiene mayoría por si se olvida– es un escándalo. Rajoy no es el mal menor, como tampoco lo es este PSOE. Son males superlativos.

Da la impresión de que el PSOE no es consciente del daño que se ha hecho a sí mismo y a la ciudadanía. Hoy más que nunca, el bipartidismo evidencia la carcoma que le corroe. El PSOE se lleva la peor parte al quedar subsumido al PP por la caótica ascensión del Susanato. ¿De verdad no se han enterado que van a comerse sus promesas y que están al albur del PP por su torpe maniobra?

La decadencia, cuando apura sus fases, acaba en descomposición y colapso. Ojalá estén a la altura quienes priman ocuparse de las personas, convidadas de piedra en esta guerra de intereses personales y mala política. La travesía va a ser dura.

*Publicado en eldiarioes

El escandaloso silencio de las buenas personas

Vivimos tiempos de tinieblas y crueldad, como cada vez que la codicia encuentra vía para expandirse. Ni el hambre, ni la guerra y su destrucción detuvo a sus actores definitivamente, cuando ven oportunidad se rearman y actúan sin importar qué dejan a su paso. La tormenta lleva mucho tiempo gestándose y ya ha descargado muerte y barbarie por doquier. Avisar no ha servido de mucho porque millones de víctimas siguen prestas a colaborar con los verdugos. Una de las principales causas es la que planteó Martin Luther King y recogía José Luis Sampedro: «No nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas». De las buenas, o no tan buenas. Porque lo cierto es que, a todos los niveles, vivimos un profundo deterioro de la condición humana. Se percibe desde los detalles intrascendentes a los de mayor calado.

Aylan no fue el final, fue el principio. De la impunidad. De la deshumanización. Aquel cuerpecito del niño sirio ahogado en la playa pudo ser el símbolo que marcaba un giro en el rumbo. Fue a peor. Ha habido miles de Aylan abatidos en todos los campos de la justicia. El drama de los refugiados lejos de solucionarse se ha apartado de la actualidad. De repente en un suelto de una página perdida vemos que han aparecido otros 41 ahogados en otra arena. Que el mar se traga vidas sin alterar ni un segundo el discurrir cotidiano. Especialmente de quienes tienen poder para solucionar o estancar los problemas.

 La UE en concreto entregó los refugiados errantes, previo pago, a la Turquía de Erdogan. Por eso mira para otro lado ante el flagrante triturado de los Derechos Humanos que allí se está perpetrando. Lo último ha sido el cierre de más de un centenar de medios informativos. Tras detener a periodistas, jueces y fiscales, profesores, funcionarios, militares, miembros de ONGs. Amnistía Internacional dice que se está torturando y violando en las cárceles. Y no hay plenos parlamentarios, editoriales, artículos, pronunciamientos, notas siquiera, evidenciando una vez más la inmensa hipocresía en la que se mueve esta sociedad.

Enfebrecidos dirigentes, con el apoyo de unos medios al servicio del mismo plan, buscan yihadismos en brutales matanzas. Sin mirar en el pozo de la injusticia y la desesperación que alimentan sus políticas. ¿Cree alguien que por este camino vamos a algún puerto seguro? ¿No ven de verdad lo que está pasando?

Esa mezcla de egoísmo, idiocia e ira que se ha adueñado de la sociedad tiene como candidato a ocupar la silla de la Casa Blanca con todos sus botones de poder a un energúmeno del calibre de Donald Trump. En Europa, el húngaro Viktor Orbán saluda su posible llegada con alborozo, según declaró. Esa ultraderecha que se ha colado en los Parlamentos está de nuevo vigorosa, como sucedió en los años 30 del siglo XX. Y a pocos parece importarles. La historia no viene por capítulos de fácil consumo.

La evidencia está demostrando que a millones de personas no les incomoda la corrupción o la tiranía, la pérdida de la democracia, los ataques a los derechos humanos. Les basta enchufarse el soma de distintas distracciones. Obviando lo que siembran con esa actitud.

El espectáculo de la formación de gobierno en España se inscribe en los mismos parámetros. En un país serio el PP de Rajoy no estaría en la disyuntiva de formar gobierno, sin depurarse a fondo. El PP en sí, con todas las aquiescencias de sus miembros. No sería un planteamiento, no sería de partida una opción electoral para votantes laxos. Y ahí anda con sus apoyos.  Este jueves nos brindaba un nuevo sainete con la aceptación o no de ir a la investidura. Sembrando la admiración al parecer cuando es bien fácil seguir su táctica: hay que aferrarse al cargo, contar con asideros bien precisos en espacios fundamentales, no ser demasiado exigente con los escrúpulos y trabajarse exclusivamente la piña: la Estrategia del Percebe como escribí en los primeros días de eldiario.es. La urgencia de los editoriales mediáticos dolidos de perder unos euros en la demora de lo que llaman indefinición, volverá a ayudarle.

Las noticias diarias del saqueo al que miembros del PP nos han sometido, las arbitrariedades continuas, las escuchas, el espionaje y publicación de comunicaciones privadas,  la fabricación de pruebas falsas entre Interior con la colaboración de algunos difusores de bulos, lo que no quiere ver la Fiscalía nombrada por el Gobierno. ¿Alguien cree seriamente que todo esto es inocuo y no tiene consecuencias?

La vergüenza de unos medios al servicio del poder con ejemplos que sonrojan cada día y cada hora parecen ser un objeto de consumo más. ¿De qué brillante gestión económica nos hablan con cifras récord de deuda, déficit, desigualdad y…  desfachatez? Hay un grupo, nutrido, de pobrecitos ciudadanos que están muy cansados para pensar y además tienen miedo de perder… su remo en la barca de la inmundicia. «Todos son iguales», según aseguran. No deja de resultar llamativo que en el opaco pozo de la economía sumergida del servicio doméstico solo haya encontrado el «periodismo de investigación» un fallo en Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos. Solo en él. Toda selección implica intenciones. Aquejado de una minusvalía física que no merma la voluntad de su carácter, el tiempo informativo dedicado al «caso Echequique» como ya se le llama es todo un símbolo de la sociedad en la que nos movemos. La que se deja mover por unos hilos que le maniatan sin oponer resistencia. Incapaz de elegir sus batallas o distinguir a sus enemigos.

O con decidida voluntad de participar en cacerías, con fundamento o sin él. Un excelente trabajo de la periodista Myrian Redondo detalla la propaganda política encubierta de la comunicación nacional e internacional, con el uso de Bots y trolsen las redes sociales. Se puede seguir el rastro de cómo actúan. Su objetivo: la desinformación. Idéntica a la de los presuntos debates a los que concurren, para distraer, mercenarios del mismo ejército aunque con carné de prensa. En la escala ínfima de la cruzada, ahí están en Twitter, cobrando o no, auténticas plagas de ratas rabiosas con el odio irracional como guía. En esos rastros de sordidez que deja su bilis, se aprecia la misma irracionalidad que está llevando a este mundo a la deriva. A la Europa que se desintegra sobre todo. A una España que apuesta por perpetuar sus más graves errores.

Hablar de esto en el tránsito “vacacional” entre Julio y Agosto es casi inútil. Cualquier día si se mira, a la vista de los resultados. Aunque la realidad se impone. Y con ella los locos, fanáticos, asesinos de bomba y cuchillo en ristre o mando en firma. Los encarcelados, violados y torturados en cárceles en la puerta de Europa, sufragada y contratada por la UE para arrinconar responsabilidades. Los que nunca pensaron verse nadando literalmente para buscarse la vida y encontrarse nuevas barreras. Las personas y las familias que a diario arroja este sistema corrupto al arcén de la pobreza.

¿Cuánto tiempo más van a estar creyendo que bastará seguir cerrando los ojos para que no les llegue? ¿Cuánto tiempo más van a continuar tantas buenas personas arruinando la vida al resto?

*Publicado en eldiario.es

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Gracias, Pastora Gallardo por este montaje gráfico.

¿Hablamos?

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Muchas voces, políticos implicados incluso, dicen: hablen ustedes, la voluntad de los electores ha sido que dialoguen y se entiendan. La idea de base no la comparto en absoluto: cada cual votó a quien creía que iba a defender mejor sus intereses o los de la colectividad. Y evidenció lo complejo y variopinto de la sociedad española. Cada uno pensó y sigue pensando que es su candidato quien debe prevalecer. No en el caso de Rajoy pero ésa es otra historia. Lo cierto es que probablemente sí hemos perdido como colectivo la capacidad de dialogar y que el hecho se sitúa como uno de los mayores problemas actuales. Raíz de muchos otros. No solo de nuestra sociedad.

Muchos experimentamos ya la sensación de hablar en el vacío o para un grupo de afines que, ni juntos, somos suficientes para hacernos oír. De calar la información, de reflexionar todos sobre lo que ocurre ¿estarían las cosas como están en España? La corrupción teñida ya de tintes mafiosos, emulando al Chicago de los años 30, con estamentos esenciales del Estado chantajeados o captados por la trama. Añadamos los manejos mediáticos. O, como Unión Europea, la barbarie perpetrada contra los refugiados y el crecimiento exponencial de la ultraderecha o fascismo. Cuesta creer que tantos padres se jueguen hasta el futuro de sus hijos, el suyo. O que la sociedad soporte lo intolerable. Quizás es que se producen demasiados soliloquios cruzados que no van a ninguna parte.

Una conversación tiene un mecanismo simple: hablar y escuchar, escuchar y hablar. Contenidos, por supuesto. Pero en España ha arraigado la técnica del tertuliano que consiste en monólogos sucesivos con cruces de acusaciones y preferentemente a voz en grito. Para ser precisos, se dan argumentos serios aunque a menudo quedan sepultados por la táctica del experto en grescas. Se limita a no dejar hablar al otro, interrumpirle, hasta agotarle para quedar con la última palabra y que permanezca su mensaje. Los espectadores se sientan, solos en muchos casos, a mirar, oír y, como mucho, volcar en las redes sociales críticas y opiniones. Pero sobre todo odios y amores como en los partidos de fútbol.

La técnica del tertuliano ha llegado a la calle, a la vida cotidiana. Es ya frecuente que incluso cuando te preguntan datos que necesitan saber en la más trivial de las conversaciones, sigan hablando sin dar espacio a la respuesta. No hay forma de meter baza y, al protestar, se opone la muletilla: Es que no me dejas hablar. Empieza a ser una tendencia. En lugar de escuchar, se aguarda con  impaciencia a que el otro acabe “su rollo” para intervenir. La atención hacia el interlocutor se apaga porque toca en breve soltar el discurso propio. Estudios norteamericanos (como suele suceder) señalan que nunca hemos estado tan polarizados. Tan aferrados a nuestros criterios y tan impermeables a ideas ajenas. Salvo las que, servidas profusamente por los medios como gotas malayas, coinciden con nuestros prejuicios. Incluso subconscientes.

En España ha arraigado la técnica del tertuliano que consiste en monólogos sucesivos con cruces de acusaciones y preferentemente a voz en grito

Estos vicios son los que numerosos políticos significativos –incluidos los que participan en tertulias bajo el eufemismo de periodista– han llevado a la máxima expresión. En público y en privado defienden sus intereses, sin oír al otro más que para contradecirle o anularle con el argumentario que traen de casa. Cuando esos intereses son tan distintos –basta ver sus hechos- no es fácil el acuerdo. Ni para formar gobierno, ni para gobernar. Lo hemos visto en la agónica post campaña.

No allanan el camino los exabruptos, las premisas previas, las mochilas -con piedras, cuchillos, cuentas y créditos pendientes-. Se han dicho cosas, en contenido y en tono, que más parecían la provocación para un duelo al amanecer que ganas de buscar acuerdos. Enmascarando algunos las intenciones reales de forma tan burda que solo los adictos no veían el truco. Por este camino no llegaremos a la meta que los ciudadanos precisan. Repugna tanta trampa. La política ha de ser otra cosa. Conversar, debatir, exponer la verdad al menos. El arte de la dialéctica no incluye mentir como rufianes. No, disparar porquería hasta que todo quede embadurnado. Deberían asumir a estas alturas que el descrédito de la política -que no deja de aumentar- viene de empecinarse en estos vicios. Y que siguen cavando su propia fosa.

Las voces de alarma remiten como fondo de la incomunicación a la soledad. Paradójica. Y es la que más debe preocuparnos. A la que crece de forma alarmante y se está imponiendo en esta sociedad que parece la más acompañada que haya existido. La que anda con un terminal en la mano para dar cuenta de  cualquier eventualidad. La que cruza absorta los semáforos en rojo gesticulando mientras parlotea en alta voz como si no pudiera hacer una cosa detrás de otra entregando a cada una dedicación completa. Al tecleo que se impone con comunicadores remotos mientras se está compartiendo mesa con alguien de carne y hueso que asiste en obligada ausencia. A Twitter en el que siempre hay alguien que lee y responde, pero que jamás sustituye al hablar y saber cómo está, cómo mira, qué siente, cuando escucha y habla. ¿Conversamos? No. Conversar es algo distinto.

“Si tu boca está abierta no estás aprendiendo” es frase certera que se atribuye a Buda. La escuché en una deliciosa charla de TED de la periodista de la Radio Pública norteamericana Celeste Headlee sobre la pérdida de la conversación. Y las reglas para recuperarla. La básica es escuchar al otro, tener interés por el interlocutor: “ Cada persona que llegues a encontrar sabrá algo que tú no conoces.Sal, háblale a la gente, escucha. Con la mente abierta para sorprenderte”.

Y es cierto, aunque, con el tiempo o la saturación por la futilidad aplastante, nos volvemos más selectivos y prestamos atención solo a quienes tengan algo qué decir. Algo. Serio, alegre, denso, jocoso, ingenioso, trivial, estimulante, emocionante, inquietante, enternecedor, apasionado. Algo. Se está más entrenado para ver en pocos síntomas si damos a la tecla mental de la desconexión. Pero, sin duda, los hallazgos existen cuando se aparcan los prejuicios y se camina con apertura de miras. Con tal universo de seres humanos, de ideas, de sensaciones alrededor, resulta estúpido perder el tiempo.

Hay demasiados invitados en esas mesas de las que se esperaba un gobierno. No aguardemos utópicos idealismos en quien solo aspira a llenarse la cartera o llenar la de las élites a las que realmente representa. Si la gente fuera capaz de repensar sus vidas y sus actitudes, algún cambio se lograría. Escuchar cuando oímos. Aislar el ruido. Reflexionar sobre cómo, por no conversar en el estricto sentido de la palabra, estamos dejando pasar y pudrirse asuntos esenciales. Encontrar interlocutores con quienes dialogar, aprender, e ilusionarse de nuevo. Hacer un curso conjunto para sacar castañas del fuego. Buscar otras vías que nos liberan de esta nociva e inmensamente aburrida, tediosa, repetitiva, falsa, desfasada, hueca, mediocre jaula de grillos. E ir al grano.

¿Hablamos? ¿En serio? Merece la pena. Tenemos un gobierno que elegir, volviendo a las urnas con gran probabilidad.

*Publicado en eldiarioes

En España solo puede gobernar la derecha o la crispación

En España solo puede gobernar la derecha -y asimilados que no pongan en peligro el sistema de injusticias- o la crispación. O tienen el poder, crispando, o irritan desde la oposición. Es así desde hace siglos, pero la estrategia se ha perfeccionado y especializado desde que Rajoy encabeza el PP. Más aún, a raíz de ganar las elecciones en 2011 en un ambiente social que cuestionaba hondamente las políticas tradicionales, se añadieron factores decisivos al plan.

El PP de Rajoy no ha dado una sola puntada sin hilo de su madeja. Se ha pertrechado de un entramado jurídico que penaliza cuanto no sea la sumisión a sus postulados. Ha blindado también sus dañinas reformas para que resulte muy arduo desmontarlas. Y, por el grifo de las subvenciones o el temor común a los cambios, ha sumado en su lucha a un número notable de medios y periodistas, dispuestos a dejarse la piel por mantener el régimen de privilegios. O a mirar para otro lado que opera similares resultados. Factores que convierten este período en peligroso como pocos en la historia reciente y que influyen como una losa en el gobierno en gestación.

Rajoy se hace cargo del PP perdiendo las elecciones de 2004 por su gestión manipuladora de los terribles atentados del 11M –lo dijo hasta la prensa internacional-. Desde el día siguiente a ese 14 de Marzo, comenzó la campaña contra José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE arguyendo que su triunfo era poco menos que ilícito. Con sus panfletos de cabecera como ABC o La Razón, con El Mundo de Pedro J. Ramírez intoxicando de forma miserable, el resto de los medios no participaban básicamente del juego. RTVE recuperó una calidad solo conocida en tiempos de Fernando Castedo, Gabilondo, Azcona, Sotillos, Pedro Macía o Luís Mariñas, entre otros.

Si Rajoy llamó “ruiz” –ruin- al candidato socialista, Pedro Sánchez, en el debate para las elecciones de diciembre de 2015, a Zapatero en sus dos legislaturas le cayó una lluvia inhumana de improperios y acciones. Como ahora a las víctimas favoritas de la nueva cruzada. A este paso alguien puede acabar en la hoguera. De momento, quienes llevan más números son Carmena, Zapata y Rita Maestre. Entonces, no fue ‘solo’ que Rajoy acusara al presidente socialista de servirse de los muertos, es la lista de calificativos que le dedicó durante su mandato. Recopilé en su día algunos:

Acomplejado, agitador, ambiguo, antojadizo, aprendiz de brujo, bobo solemne, chisgarabís, cobarde, débil, frívolo, grotesco, hooligan, impreciso, imprudente, incapaz, inconsecuente, indigno, inestable, inexperto, insensato, insolvente, irresponsable, maniobrero, manipulador, mentiroso, oscuro, perdedor complacido, radical, rastrero, sectario, taimado, traidor, turbio, veleidoso y zafio.

El proceso del 11M e, invariablemente, ETA, fueron una vez más armas de manipulación y uso partidista en manos del PP y sus medios. La política antiterrorista del PSOE  terminaría dando frutos pero aquellos días, años, se escucharon y se vieron posiciones tan radicales que sembraron el temor en una buena parte de los ciudadanos. Muchos no tienen memoria, volvamos a constatarlo. Igual hacen ahora. Con cuanto se les pone por delante. El presunto chantaje al que cedía Zapatero, llevó a pedir Cirujanos de Hierro, es decir, hasta golpes de Estado en algún medio. Ocho veces, al menos, salió el PP a la calle para protestar por la política antiterrorista del Gobierno, y no menos de 13 para rechazar leyes del ejecutivo, muchas veces de la mano de los Obispos que hoy disponen de su propia cadena de intoxicación.

Cuesta creer que miembros del PSOE hayan contado con el PP en aras de lo que llaman estabilidad (presunta). Y es porque ahora el enemigo ha cambiado: ahora es Podemos y las mareas y confluencias. Hijos de todos los desmanes anteriores, como no debemos cansarnos de atestiguar. Y los golpes y cuchilladas les dan de todos los lados. Confusiones nada inocentes como la que pretende equiparar los escraches, tan medidos c omo explicaba en eldiario.es Stéphane M. Grueso @fanetin, con el acoso violento de miembros de la Seguridad municipal, por tanto del Estado, a un superior. Ministros, periodistas, editoriales, unidos con un Fernández Díaz que dice: “El tiempo coloca a cada uno en su lugar”.  ¿Lo entenderían mejor si el ejército se plantara en la Moncloa por una protesta laboral?

Es la última hazaña de este tiempo, convertido en distinto e inquietante por las leyes y códigos mordaza del PP. En el que, a diario, vemos llevar al juzgado y a la cárcel opiniones u obras de ficción, como sucede ahora mismo en Turquía, China o las autocracias árabes. En estas últimas también es delito agraviar los sentimientos religiosos. Los jueces progresistas han expresado su alarma por el “abuso de detenciones” y de “privación de libertad” como instrumento. En los que la Seguridad del Estado -es decir, de los ciudadanos, no de los poderes atrincherados al margen de los resultados de las urnas- están en manos de un Ministro en funciones que piensa, declara y actúa de forma muy preocupante. O la Justicia en las de otro ministro que no desaprovecha ocasión para hacer campaña a favor de su partido como si trabajara las masas en el mismo plato.

Sembradores masivos de cizaña ‘alertan’ de falta de respeto y agresiones a la convivencia. Patéticamente alterados porque reciben críticas en Twitter. Crispación hay, pletórica: la propagan a diario desde la política y los medios. Mientras la corrupción ya nos está llegando a las vías respiratorias, las arbitrariedades y las dobles varas de medir hieren la vista, nos insultan las desigualdades que ha propiciado su precioso sistema. Ese que, por cierto, les peta otra vez porque las religiones económicas no funcionan en la práctica más que para el selecto grupo de sus beneficiarios.

Nos levantamos cada mañana con nuevos exabruptos, añadidos insultos a la inteligencia y a la más elemental dignidad. Con mentiras o tibiezas. Nos echan al día con el hígado revuelto. Es su modus operandi. Herencia de sus ancestros. Hoy, sumando fuerzas en la labor.

Y la gente lo nota aunque quiera evadirse. A la mayoría nos han devaluado las condiciones de vida, las económicas y todas las demás. Por eso algunos –malnacidos- descargan su malestar contra sus mujeres, los homosexuales, los emigrantes, aquellos a quienes consideran más débiles o diferentes. Por eso se consumen en gran cantidad drogas, ansiolíticos y antidepresivos.

No es posible que políticos decentes no entiendan que así no podemos seguir. Ni un día más. Ni una hora más, si fuera posible. Mientras el PP se rearma en nuevos cinismos, para lavarse la cara. El daño causado es tan grande que llevará mucho tiempo repararlo. Por lo menos habrá que intentarlo, habrá que empezar. No es la única opción, pero obliga a elegir.

El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo.

La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio”.

(Las ciudades invisibles. Italo Calvino)

 *Publicado en eldiario.es

La insólita detención de Rodrigo Rato

No, no es que no hubiera indicios desde hace tiempo de actuaciones irregulares de Rodrigo Rato, todo lo contrario; pero la forma en la que se llevó a cabo este jueves la detención temporal del exvicepresidente del gobierno popular se sale de lo común. No tiene precedentes siquiera. Los síntomas de circo se detectaban desde la primera mirada al caso. La foto confirma la expectación de la grada con el personal inmortalizando el momento con sus móviles.

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Eldiario.es confirma que la detención se llevó a cabo a instancias del gobierno y a través de agentes de Vigilancia Aduanera, sin haber informado a la Fiscalía Anticorrupción que se enteró por la prensa de la película. Montoro optó por la Fiscalía provincial de Madrid para judicializar el caso.  Las cámaras llegaron una hora antes que los investigadores. Numerosos miembros del PP desde el propio ministro de Hacienda al de Justicia salieron a decir que su partido es “implacable” contra la corrupción y que rige para todos el imperio de la ley.  De ello da prueba, por ejemplo, la negativa de Hacienda a facilitar información para el Caso Gúrtel al juez Ruz. Lo que a uno de sus órganos de propaganda, mal llamado periódico, La Razón, le llevó a firmar esta portada:

La Razón. 4 de Marzo de 2015

Pero el PP pudo este jueves ofrecer esta imagen a sus electores y al mundo. La detención pública, con forzado de cabeza incluido del poderoso hombre al que ellos encumbraron. Para luego –y acusado de varios delitos- soltarle y dejarle ir a dormir a casa.

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De todos los titulares que he leído, éste es el que más me sobrecoge. Pensemos que es solo una frase desafortunada. Porque permisos gubernamentales a la justicia en un Estado de Derecho, no suena nada bien.

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Las hazañas de Rodrigo Rato, el vicepresidente y mejor ministro de Economía que tuvo España según el PP, el que accedió al más alto cargo internacional obtenido por un español –la presidencia del FMI-, uno de los presidentes del pufo Bankia (que el gobierno nos ha obligado a pagar a los ciudadanos), sin duda tiene mucho que contar a la Justicia. Pero las formas apestan.

Dicen miembros del partido,este viernes, que la detención perjudica al PP. Poco remedio había a las hazañas de su compañero con varias querellas en marcha e investigación judicial por los cauces reglamentarios. Esto ha sido una salida desesperada, de pata de banco, propia del PP. Quienes apoyan con sus votos estas actitudes no deben llamarse a engaño de cuando sucede y sucederá, ni tampoco de su propia responsabilidad en que ocurra.

Los miembros del Partido Popular piensan que siguen viviendo en el cortijo en el que sus antepasados tenían convertida a España. Puertas afuera nada importaba. Hoy toda la prensa internacional trae el caso dada la relevancia de Rato, persona que –a instancias del PP y el apoyo de Zapatero- dirigió un organismo decisivo en el mundo.

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¿Cómo saldrá el PP de esta chapuza, de esta sucia maniobra electoral? Es de imaginar que como siempre: echando culpas fuera y mirando para otro lado.

La reacción del dinosaurio herido

Cuesta creer que no llegue  ni a dos semanas el tiempo transcurrido desde la celebración de las elecciones europeas. Se saldaron con un resultado adverso para el bipartidismo en la UE y en España, y la irrupción notable de otras opciones (ultraderecha en Europa y una agrupación ciudadana progresista, Podemos, en España) como hitos más significativos.

¿Y qué ha hecho el dinosaurio herido? Mover ficha para mantenerse. En el continente la primera estrategia ha corrido a cargo del BCE.  Mario Dragui ha visto llegada la hora de promover estímulos a la economía, 6 años después de cuando el staff del que él forma parte (fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa) debió haberlo hecho, y cuando ya se nos ha infectado el Parlamento Europeo de fascistas. Ese dinero que suelta el poder neoliberal, las medidas que dice adopta el Consejo de Ministros en España, serán administradas por el gobierno de un partido tan tiznado de corrupción que ya lo confirma hasta el juez. En las mejores manos está la pasta.

Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde el soplo de esperanza que trajeron las elecciones, solo el 25 de Mayo. El tinglado, el dinosaurio, reaccionó con prontitud y contundencia. La abdicación del rey Juan Carlos resulta cuando menos extraña. La justifica en la necesidad de una nueva generación “decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. Y lo primero que dice su sucesor, su hijo Felipe, es que su reinado va a ser “de continuidad” y que la nueva etapa ya la inició su padre (hace 39 años).

La familia real está cumpliendo el papel para el que se ha preparado: perpetuarse de padres a hijos en la jefatura del Estado. Lo más desolador -al punto de brindarnos espectáculos auténticamente bochornosos- ha sido la reacción del resto de los poderes. Hay dos que sobresalen entre todos: el PSOE de Rubalcaba y su equipo (y su militancia que apenas pía) y la prensa oficial.

Al PP le falta poco para besar en la boca al líder de la presunta oposición (más presuntamente aún) socialista. Ya le llama Rajoy, Don Alfredo (lo escuché en El Intermedio). Se ha plegado a todo, ni libertad de voto da a los diputados de ese partido. No sé con qué espera ser recompensado por tan gran servicio a la derecha, a una política que consagra el expolio de la sociedad y por el hundimiento de un PSOE que tenía más de un siglo de historia.

Y luego está la prensa. Compitiendo a ver quién da más jabón a la monarquía. Ocultado datos esenciales para la información ciudadana.

De este modo, ese aire fresco que brotaba tras las elecciones, ha sido sepultado por 4 capas de merengue monárquico y 8 de betún y estiércol. Ya no ha faltado como símbolo la censura de la portada de la revista satírica El Jueves, y la dimisión del bloque principal de sus dibujantes, de lo que no dicen ni palabra la mayor parte de los medios oficiales. Lo que se dice una prensa libre y crítica, vamos.

¿Y qué hacemos? Cada día es un compañero periodista de los que más valoro –a otros realmente los desprecio- quien muestra su preocupación, su dolor incluso, su asco, por lo que nos está sucediendo. Hoy, sobresale, Isaac Rosa, en su “Los primeros trofeos de Felipe VI”. Así empieza, debéis leerlo entero:

“Pensábamos que la abdicación era inoportuna y precipitada, y que dañaría la institución. Pero la sensación tras solo cinco días es que la onda expansiva se está llevando por delante a otros, no a la corona, que más bien se ha venido arriba.

No sé si son daños colaterales, o buena puntería, pero quizás el rey Felipe VI tenga que ampliar el pabellón de caza nada más llegar a palacio, para que le quepan los trofeos y cabezas que ya está cobrándose casi sin mover un dedo. Y si no, veamos algunos efectos inmediatos de la operación sucesoria.

Para empezar, la maniobra ha desbaratado la agenda política: nos ha cambiado el paso, pues ya no estamos debatiendo en el mismo punto que estábamos el pasado domingo, tras las europeas. El régimen ha recuperado la iniciativa, pues ahora es dueño del calendario, marca los tiempos y los próximos pasos, y nosotros vamos a remolque. Estábamos pidiendo un proceso constituyente desde abajo, y veremos si al final no nos acaban dando proceso constituyente, pero desde arriba.

La abdicación ha supuesto también un cierre de filas mediático y político. En cuanto a lo primero, los grandes medios rivalizan en quién dobla más el espinazo. Desaparecen de la cobertura informativa las muchas sombras del reinado de Juan Carlos, se esconde el debate sobre la forma de Estado, se cargan las tintas más ridículas en la promoción del nuevo rey y señora, y se genera un estado de ánimo colectivo de fuerte carga emotiva, que prepara el terreno para que volvamos a gritarle “¡guapo!” al nuevo rey cuando lo veamos pasar.

Mal empezamos el nuevo reinado. No aprendemos la lección: después de que décadas de blindaje, censura y adulación hacia el rey dejasen como resultado un rey (y familia) que se sentía impune porque se sabía a salvo del ojo público, los primeros pasos del nuevo rey van acompañados del mismo blindaje, censura y adulación”.

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Ya se ve gente “comprando” el discurso remozado de reyes y princesitas. Se ven incluso impelidos a hacer proselitismo. Todo va bien en el peor de los mundos.

Solo espero que cuando se acabe el pastel de la entronización que no probarán, contemplen su realidad y evalúen la complicidad de algunos políticos y la prensa corrupta. Y sientan un poco de clemencia por su dignidad.

Inmigrantes muertos: carnaval de contradicciones

Elaborado para twitter por @arma_pollo y publicado tras verificar todos los datos

Elaborado para twitter por @arma_pollo y publicado tras verificar todos los datos

Nadie ha sido destituido por esto y el gobierno descarta dimisiones. Apoyan de forma explícita la actuación y la gestión del hecho, por tanto, desde la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al propio encargado de la Guardia Civil. Naturalmente el presidente Mariano Rajoy que tampoco ha hecho gesto alguno. Y parece que también secundan la secuencia de principio a fin los votantes que aún sostienen al PP, dado que no sabemos que hayan pedido responsabilidades.

Con dos cadáveres más aparecidos este sábado en playas españolas, ya son 15 los muertos.

 

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