Resulta casi inverosímil que una mujer pueda suprimir el gran avance que han supuesto los centros para mujeres maltratadas, vigentes desde hace décadas ya. Resultaría inverosímil, mejor dicho, de no ser porque la mujer machista y misógina dirigente en el franquismo (tipo Pilar Primo de Rivera) ya nos dio sobrados ejemplos de esa actitud desalmada. Hipócrita hasta la náusea.
Considerada eterna menor de edad, privada de la capacidad de abrir una cuenta bancaria o viajar al extranjero si no era autorizada por un varón –padre o marido-, la mujer española que empezaba a descollar antes del fatídico golpe de Estado y dictadura franquista se vio reducida a la nada. Las proclamas de la época le aconsejaban aguardar “como un pincel” al marido, prepararle sus platos favoritos, no mostrar jamás signos de cansancio y acceder siempre al “derecho marital”, “emitiendo un leve sonido de aprobación”. En caso de no comportarse así la esposa se arriesgaba a que su dueño y señor buscara satisfacciones fuera del lecho conyugal, lo que sin duda alguna sería culpa de ella. Si le pegaba, había de sufrirlo en silencio.
Cuarenta años de ser reprimidas y educadas así. Y, sin embargo, la mayor revolución que se dio en España en el Siglo XX, a partir de los setenta, fue la de la mujer. Y sola en gran medida: los derechos de la mujer siempre han sido “cosa de mujeres”. Cuando la democracia llegó, los parlamentos cuajados de hombres, no nos brindaron demasiadas oportunidades, pero luchamos por ellas, y las conseguimos.
Esa terrible herencia de la dictadura, la falta secular de una auténtica educación, hace que todavía algunos hombres maltraten –hasta la muerte en muchos casos- a sus mujeres a las que consideran su legítima posesión. La democracia ha ayudado a las víctimas. Sobre todo los últimos gobiernos socialistas.
Entretanto, la mujer conservadora –dura, inapelable- pare y sigue a lo suyo dejando a los hijos con las chachas. Como toda la vida. O busca, si es agraciada y puede, matrimonios “ventajosos”. Con un hombre que gane mil millones de euros al año, aunque sea veinte años mayor que ella. Un marido, al que previamente se enchufa en una Caja de Ahorros que deja un agujero de 9 mil millones de euros. El sexo de sufrido gemido o la cana al aire son alternativas.
Cospedal ha cancelado –para ahorrar- los convenios con las casas de acogida a mujeres maltratadas. Mientras, por ejemplo, paga sueldos millonarios a quien le canta sus grandezas.