Este es un hombre que apostó un millón al negro y salió…


Y salió rojo. En los años ochenta este anuncio inauguraba el uso del hombre como reclamo sexual y publicitario. Maruja Torres llegó a escribir una columna en nombre de todas las asombradas del mundo. Hasta entonces sólo la mujer era utilizada como imagen para vender lo que fuera. Durante mucho tiempo, antes y después, se observó que aunque se tratase de promocionar lavadoras –uno de los artefactos correspondientes al acervo femenino por la gracia de Dios, menos mal que algo ha cambiado- la mujer contaba su experiencia con el jabón y la ropa, pero la sabia voz que daba el consejo en off, era masculina. También sigue ocurriendo en gran medida.

Por eso este holandés nos dejó perplejas. La sociedad empezaba a igualar… a la baja (en lo que sería ya un despeñe imparable), nada de hombres y mujeres dando útiles instrucciones, sino cuerpos (de unos y otras) como señuelo. Ni que decir tiene que media humanidad femenina se enamoró de este señor, a pesar de lo poco serio y cauto que se presentaba, que no daba una en el clavo. A quién se le ocurre apostar todo el dinero en el casino, con un 50% de posibilidades de perderlo. No tenía tampoco buenos contactos con asesores financieros, porque vender todas las acciones la víspera de que subieran, indica una gran falta de previsión. Ambas situaciones muestran un comportamiento alocado. Amén de ser un manirroto: 6.000 euros a una ficha ¡qué locura! Por todo ello, probablemente, le dejó la mujer de sus sueños, quien ¡para colmo! le fue infiel con su mejor amigo. Doble pérdida. Pero salir de tan elegante casino y bien vestido –aunque desaliñado por el dolor-, auguraba una previsible recuperación económica. Era guapo hasta decir basta, ni metrosexual, ni macho-Axel. ¡Y se le veía tan desvalido y, a pesar de ello, conservando su sonrisa encantadora! El colmo de la filigrana era que necesitaba “algo en qué confiar” ¡Qué bonito! El anuncio inaugural de la utilización del hombre, lo presentaba vulnerable, tierno y sensible y, a pesar del arraigado modelo del varón protector, una legión de mujeres quiso ser la única que le consolara.

Dicen los publicistas que ellos no innovan sino que siguen a la sociedad. Apenas se había enterado –la sociedad- de que una mayor emancipación femenina alteraba los roles tradicionales y su forma de relacionarse, desorientando un tanto al hombre. No a todos, porque nadie conoce a todos de todos los grupos, pero sí de una mayoría suficiente como para sustentar teorías. Al eterno desencuentro se le añadían factores desestabilizadores, en busca de estabilidad, mucho mejor.

Alfonsina Storni le escribió a un “Hombre pequeñito” antes de beberse por él medio océano muriendo claro está en el intento, lo que es una gran paradoja. Gioconda Belli se quejó de la ceguera de otro, aunque para concluir en el más hermoso alegato feminista que he leído, el que solo entiende de mutua necesidad y cooperación. Complicadas las relaciones humanas, la desazón gozosa solo merece la pena si se sacia, si no se convierte en un molesto incordio.

El hombre del casino no era perfecto, en absoluto, pero sí tiernamente humano. Y ¡cómo nos gusto! Un feo irresistible, fuera de todo tiempo y lugar para el encuentro real, fue también para mí Yves Montand. Como le contó Janis Joplin a Leonard Cohen en el Chelsea Hotel, a veces se hacen excepciones. Antonio Gasset, un genio, le despidió a su muerte en todos sus matices. Tampoco Yves era perfecto, casi extremo en defectos y virtudes. Es tan difícil apostar al negro y ganar…que casi parece mejor meter los ahorros a plazo fijo en un banco.

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8 comentarios

  1. Enhorabuena, Rosa María, por la entrada, que es deliciosa; no me extraña que abra la página de inicio de es.WordPress.com 🙂

  2. Igualados por abajo, como consumidores para perseguir el cuerpo-bikini y la tableta de chocolate. Otra entrada fantástica.

    Rosa, querría preguntarte tu opinión acerca del asunto de los gitanos en Francia. Sobre todo ahora que algunos están teniendo la genial idea de importar el problema con su particular manera de entender las cosas: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/01/espana/1283343555.html

    Saludos

  3. rosa maría artal

     /  2 septiembre 2010

    Sin duda, tracio, es el mecanismo tradicional de la involución: el racismo y otras anifestaciones. Lo peor es pensar cómo acabó esto en anteriores ocasiones.
    Por otro lado, a Sarkozy le ha caído la popularidad, y espera recuperarla así, ése es todo el problema.
    Una canallada.

  4. @Chamartin4ever

     /  2 septiembre 2010

    Ya hubiera querido ser ese tipo de frágil apariencia y alma fuerte, tan sereno en la adversidad, que hacía buena la afirmación de Pessoa acerca de que sólo los débiles quieren hacer responsable de su suerte a sus propios actos en lugar de al destino… ¡Qué bien construyen los arquetipos (a veces) los publicistas!

    Descendiendo al ámbito de la realidad, me gustaría poder estar seguro desde luego de haber llegado a ser uno de los hombres que como fantasmas subyacen en tu evocadora entrada, actores de reparto en una película protagonizada por mujeres, lo mismo que en el precioso poema de ese enlace que nos regalas y se ha ganado la estrella de favorito.

    Junto a este modesto punto de vista desde el otro sexo, una vez más gracias.

    Ah!, efectivamente: Gasset un genio.

  5. Víctor

     /  2 septiembre 2010

    Pienso que tienen razón los publicistas. Captan las tendencias latentes en la sociedad y las aprovechan para manipular los deseos de sus públicos. A veces de forma genial, como este anuncio que todavía recuerdo, pese a tantos años. Magistralmente, con unas imágenes muy estudiadas y una alocución de penas 25 segundos, nos retrataban toda una actitud ante la vida(Al final, lo más idiota era su necesidad de confiar en un coche tan cutre, pero ya no importaba, nos había ganado). Pero ese modelo existía., basta recordar que entre las figuras más atractivas del momento estaba Woody Allen o el encantamiento que producían personajes como Serge Geingsbourg (que envidia me ha dado siempre este tipo). Ahora, como indicas, en tiempos hipersuperficiales, de culto al cuerpo, de metrosexualismo vacío, parecen ridículos estos modelos basados en la inteligencia o la sensibilidad. Quizás vuelvan a ponerse de moda. Es lo bueno que tiene la publicidad, la capacidad de absorberlo todo y convertirse en un auténtico barómetro de los valores dominantes. Pero sólo de estos. Nunca reflejará la sociedad viva que late por debajo de estos valores. Ese es el error, considerar que toda la realidad es lo que existe en la publicidad.
    Qué grande es Gasset. Es un drama y una gran pérdida para todos lo que ha callado el maldito ERE de TVE. Un lujo inadmisible de estupendos técnicos, periodistas, expulsados de la televisión de todos.

  6. Juan Carlos

     /  2 septiembre 2010

    Entendí el spot de una manera muy diferente. El hombre que bajaba las escaleras era una mezcla perfecta de hedonismo y estoicismo: nada o muy poco valen las cosas materiales ni algunos aspectos de las vida tienen la trascendencia que le damos. ¿Qué más da perder un millón en la ruleta o en la Bolsa? Sobre todo si no se tienen responsabilidades con terceros y, al mismo tiempo, se cuenta con la suficiente seguridad en volver a recuperar otro tanto en el momento que se lo propusiera. ¿Quién perdía realmente la mujer que dejó a un hombre tan sabio, tan seguro y con tantas posibilidades o él que seguía imperturbable su camino? ¿No es machismo a la enésima potencia atribuir casi en exclusiva al escéptico y bello macho la posibiidad de ganar dinero tanto y tantas veces como quisiera? No hay que olvidar de que si el tipo gustó a las mujeres, ni te cuento lo que les moló a los recién salidos de ICADE, Empresariales, etc. que por entonces comenzaban a currar y ya suspiraban por un 16 válvulas, un abrigo gris marengon un poco por debajo de la rodilla, descuidado aspecto físico en fin de semana, como si todo ello junto fuera el I Ching de sus vidas, que les depararia aventuras urbanas, dinero rápido y sexo en cantidad.
    Eran los años de Nueve Semanas y media (¿os acordáis cuál era el curro del protagonista y de su aspecto físico y de cómo vestía?), de la Hoguera de las Vanidades, de la emergencia de los yuppies (que convirtieron a este tipo en su icono), del dinero fácil que se podía despilfarrar a toda velocidad, del «en España se puede hacer uno rico a toda velocidad» (o algo así) dicho por el ministro socialista Solchaga. Entre tanto tonto desmontaron una ética del trabajo y la responsabilidad que ya no se pudo recuperar y así nos ha ido hasta hoy. Los que hoy bajan la escalera ya saben que las posibilidades de volver a subirla son muy escasas.

  7. Para mi este modelo de Golf precisamente se convirtió en el primer se convirtió en el primer castillo de canterville con ruedas de la gran serie de castillos que nos vino más tarde, por aquello que se decía que siempre tenía un fantasma dentro.

    (aunque ya me gustaría a mi que estos tuvieran de humano la mitad de lo que tenía aquel)

    En cualquier caso no sé hasta qué punto significó el inicio de la producción en masa de un producto que te hacía diferente al resto (por contradictorio que pueda parecer). Ahora, ya, TODOS somos EXCEPCIONALES burgueses. Queda atrás el fordismo funcional, mecánico, para dar lugar a su propio hijo post-fordista, espectáculo. Generación de imagenes a partir de reflejos de otros reflejos como se genera dinero, sin generar nada, de la propia especulación-espectáculo. Imágenes en las que mirarnos. Producción en masa de producción diferenciadora, producción de producción imposible, irreal, espectacular, alienada y alienante.

    Este anuncio que como producto vende un estilo de vida, postra, impostura, una pose, no tiene desperdicio alguno.

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