Ser consideradas la costilla de Adán nos hizo mucho daño. No tuvimos oficialmente alma hasta el Concilio de Trento en 1545, según algunos autores. Y se descubrió antes América que la existencia del clítoris. La maternidad como flaqueza y no como grandiosa contribución a la perpetuación de la especie, late en el fondo dando causa a esta realidad.
Mientras millones de mujeres continúan siendo ciudadanas de segunda, o de tercera, o ni siquiera ciudadanas, las privilegiadas del mundo desarrollado asistimos a un implacable resurgimiento del “neomachismo”. Todo se reviste de “neo” en estos tiempos. Y ya es de uso común el término “feminazi” para calificar a quien ose siquiera poner de relieve la oleada que nos sacude.
El portavoz adjunto del PP en la Asamblea de Madrid Juan Soler considera que Trinidad Jiménez, es una “candidata floja” para la región, ya que le falta “fondo y cuajo madrileño” y su acento la hace “más apta para Dos Hermanas o Velez-Málaga“. Al margen del sectarismo regional ¿Lo diría igual si hablara de un hombre?
Bibiana Aído produce urticaria sólo con mentar su nombre, incluso en los sectores autodenominados de (extremo) centro y apolítico. Nadie da un euro por su ministerio y cada medida suya se critica con virulencia, ella misma como persona es vapuleada de forma implacable. Es la “feminazi” perfecta. No tardará en llegar el día en el que invalidar a Bibiana Aído sea condición indispensable para obtener la ciudadanía española. Nuestro país aún no ha llevado la igualdad, el respeto y la justicia al corazón de los hogares.
No corren mejores tiempos en la otra orilla del océano. La derecha mas retrógrada del mundo –junto a la española- ha lanzado una “divertida” campaña en Minnesota en la que presume de que las políticas republicanas “están más buenas” y son “más calientes” que las demócratas. Ante las quejas, los republicanos aseguran que es lamentable que falte el sentido del humor.
La mujer como objeto. La falacia continuada. El tópico que hace mito. La mujer como florero.