Me gustaría que no tuviera que haber un “día de” la mujer. Los “días de” son un mal síntoma. Prefería que todos los días fueran de la mujer. Y del hombre. Desearía fervientemente que no sólo habláramos de los problemas de la mujer, las mujeres. Algunos hombres se están apuntando el empeño, lo que también es una señal (buena).
Y sin embargo, 1975 lo dedicó la ONU a la mujer y en aquella España convulsa se notó, fue como si nos diera alas. Sólo el 2,1% –yo a examinarme porque trabajaba en otra cosa-. Parecía que las españolas no teníamos derecho… ni a la esperanza, porque así lo consagró aquel infecto caudillo y quienes le apoyaban.
Echar la vista atrás permite contemplar tal camino de logros que excede lo que sería lógico explicar con el trabajo de una generación, de dos quizás. Y aún queda mucho por hacer. Queda incluso en países como los nórdicos donde ni se plantea -al menos- la discriminación laboral, o el acceso a derechos civiles. Más allá, el mundo que maltrata a las personas, maltrata infinitamente más a las mujeres.
Pitágoras (580-500 a.C.) Filósofo griego.»Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer».
Aristóteles (384-322 a.C) Filósofo Griego. «La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades».
Santo Tomás de Aquino (1.225-1274) Teólogo y filósofo italiano: “El padre deber ser más amado que la madre, pues él es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es sólo el principio pasivo”.
Honore de Balzac (1799-1.850) Escritor francés: “Emancipar a las mujeres, es corromperlas”.
¿Para qué seguir? Por fortuna, ya estamos corrompidas en el sentido que anunciaba Balzac. ¿Tan difícil es de entender que hay ejemplares de la especie altos y bajos, rubios y morenos, gordos y delgados, guapos y feos, listos y tontos, blancos, negros o amarillos, heterosexuales u homosexuales, mujeres y hombres, y que todos son seres humanos?
Hay varias cosas que me resulta bastante difícil perdonar a José Luís Rodríguez Zapatero, pero que ha luchado por situarnos en el lugar que nos corresponde como seres humanos -y que ha obtenido logros-, hay que admitirlo. Muchas europeas envidian hoy las leyes progresistas españolas de igualdad. Las que el PP rechazó con sus votos. Cuando veo a la joven esposa de un milmillonario maduro pedir la desaparición del Ministerio –y anunciar que lo suprimirán cuando como parece inexorable llegue su partido al poder-, me parece que quiere condenarnos a la más vieja historia de medrar que se la admitía a una mujer: abrirse de piernas al dinero, con contrato matrimonial o no. O a conformarse. O a luchar de forma individualizada. Esos ministerios, esas políticas de igualdad, fueron las que consiguieron avances en países donde las mujeres nos aventajan en derechos.
En este complejo mundo los paquetes a elegir vienen completos y cerrados. Incluso se agitan intereses en su interior que transforman, como en las reacciones químicas, los elementos. Cada cual selecciona el que le parece. La mayoría decide con cuál habremos de manejarnos.
El “día de” la mujer me entristece. Pese a la satisfacción por el trabajo –bien- hecho. Pero aún sigue siendo necesario que haya leyes y «días de».
Y, a día de hoy, a día de varios años atrás, me apunto a la “Nueva tesis feminista” de Gioconda Belli:
NUEVA TESIS FEMINISTA
¿Cómo decirte
Hombre
que no te necesito?
No puedo cantar a la liberación femenina
si no te canto
y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
No me gusta la gente que se engaña
diciendo que el amor no es necesario
-«témeles, yo le tiemblo»
Hay tanto nuevo que aprender,
hermosos cavernícolas que rescatar,
nuevas maneras de amar que aún no hemos inventado.
A nombre propio declaro
que me gusta saberme mujer
frente a un hombre que se sabe hombre,
que sé de ciencia cierta
que el amor
es mejor que las multi-vitaminas,
que la pareja humana
es el principio inevitable de la vida,
que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
lo amo
con todas sus debilidades
y me gusta compartir con su terquedad
todo este ancho mundo
donde ambos nos somos imprescindibles.
No quiero que me acusen de mujer tradicional
pero pueden acusarme
tantas como cuantas veces quieran
de mujer.
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