La alcaldesa repudiada y el Antiguo Régimen en la trinchera

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González Pons, Carlos Fabra, Mariano Rajoy, Rita Barberá y Javier Arenas- PPCV

Probablemente Rita Barberá nunca entendió que su forma de gestión política fuera punible. En su concepción del poder local –y se apreciaba de forma nítida en sus declaraciones- era normal recibir regalos lujosos, confundir la caja del dinero de todos con la del partido o la personal, saltarse convencionalismos –es decir, reglas y trámites-. Una alcaldesa típica del antiguo régimen.  De amiguismos, nepotismos y conchabeos; de cortijo, en una palabra. Alma del PP valenciano que ya ha sido calificado como uno de los especímenes más corruptos que se conocen en Europa. A expensas siempre de dilucidad ese título con los populares de la Comunidad de Madrid.

Se le agradecen las grandes obras, muchas de ellas inútiles y un agujero negro para el erario, y hasta hemos oído lamentar que no consiguiera hundir El Cabanyal por la oposición ciudadana. Colegios en barracones, con frío, entre tanto. La sanidad que para qué vamos a contar si es el cénit del deterioro en toda España, más o menos. Y aquel accidente terrible del Metro, del recorte y la desatención, que terminó casi cubierto por las alfombras extendidas para recibir al Papa. Una institución, adorada por los suyos, influyente en el PP nacional que ayudó a crear, mano poderosa para decidir líderes.

Hasta que el emplasto estalla. Y se evaporan los días de vino y rosas, coches y veleros, fiestas y fiestas. Y llegan los juicios, y pierde la alcaldía lo que la sume en la desolación: aquél qué hostia, qué hostia lleno de incredulidad.  Y aún habría de llegarle el viacrucis habitual al que el PP, como organización, somete a quienes son cazados por la justicia. La negación, la expulsión, el vacío. Del todo, al nada. Patética una de sus últimas apariciones llamando a sus compañeros –aunque la hubieran expulsado del partido- para ir a comer, cuando antes se pegaban por estar con ella. La caída en desgracia de la política sucia es lo más despiadado a lo que se puede asistir.

Si alguien dice que con Rita Barberá se acaba una forma de hacer política, se equivoca. La reacción a la muerte de esta destacada dirigente española, nos demuestra que la piña se mantiene firme defendiendo posiciones. Hemos visto a la eterna derecha echando culpas fuera con absoluta desfachatez. Y, lo más preocupante, tal acopio de conservadurismo e hipocresía en las élites varias que chirría: no se corresponde a la composición de la sociedad española. De momento, se trabaja en ello intensamente.

Han despuntado numerosos Padres Priores y Madres Superioras ordenando modales, y cuchicheando sobre actitudes y formas en una especie de corrala de vecindad. Políticos de presunto diferente signo y periodistas, también. Cuando el dolor es sincero no se pasa lista de afligidos. Se llora y punto. Como está haciendo la familia de Rita Barberá que no quiere ver hipócritas y aprovechados en el entierro, y, por si acaso, va a celebrar las honras fúnebres en la intimidad.

Se ha dado la misma importancia a la muerte de Rita Barberá que al hecho de que Unidos Podemos se haya salido del hemiciclo para no dedicarle un minuto de silencio. Tampoco hubiera costado tanto quedarse, aunque la verdad es que los ritos sobran cuando la población sufre tantas disfunciones.

Prebostes del PP andan perdiendo los papeles para arengar fidelidades en el mundo de la posverdad.  Muy antiguo régimen también, apelando a privilegios adquiridos, a intromisiones de la justicia, al no sabe usted con quién está hablando. Aunque sea con el tamiz de las “nuevas” tecnologías como Celia Villalobos que directamente afirma que a Barberá la ha matado la prensa, partidos políticos y Twitter.  El portavoz Rafael Hernando dando clases de educación y modales. Como suena, sin un gramo de pudor. Varios populares como el ex presidente del Congreso, Jesús Posada, hablando de cacería organizada. El ministro de Justicia, de Justicia, Rafael Catalá, cargando sobre otras conciencias el daño que a Barberá le han hecho las críticas que él, ministro de Justicia, de Justicia, ve injustificadas. Antiguo régimen de libro. Las esenciales fueron de los jueces, y más que críticas, fundamentos. Los desayunos de TVE contando que Barberá había declarado en el Supremo por mil pesetas que se troceaban en dos de 500 para, según decían, lavar dinero negro. Una minucia. Como los bolsos o los trajes del otro. Muere de un infarto Ritá Barbera ¿por el acoso de medios de comunicación y políticos populistas?  titulan en Diario Balear. El master en hipocresía corresponde a El País que titula “Barberá, un “referente del PP” para ‘El País’ en castellano y “vinculada a la corrupción” en su edición en inglés.

El coro de voceros oficiosos del sector mediático, en fin, obsesionados con el no minuto de silencio de Unidos Podemos. Alguien ha dicho, con razón, que si la crítica y aún más la calumnia matasen, no quedaría nadie en pie de Podemos. Los puñales cercanos duelen mucho más y Rita Barberá conoció bien de cerca los que desenvainan los suyos.

Ahí están todos. Dando lecciones. Mandando callar que parece ser la labor que entiende fundamental la presidenta del Congreso Ana Pastor. Mandando llorar también. Aquí permanecen, en el intento de formatear a la sociedad, a toda la sociedad, a su modelo de ritos, disimulos, trampas y privilegios. El antiguo régimen se atrinchera, como si nada hubiera cambiado.

*Publicado en ctxt.es

 

¿En qué piensan los votantes del PP?

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Rajoy paseando con el imputado Baltar, presidente del PP de Orense,  en Avión.

Las encuestas preelectorales, aun con sus abrumadores errores de bulto en los más recientes comicios, siguen dando un notable porcentaje de votos al PP. En Galicia, una tercera mayoría absoluta. Cuesta entenderlo incluso con la apasionada contribución a la causa de gran parte de la prensa convencional. Esa fidelidad, dadas las circunstancias que concurren, siembra en numerosos ciudadanos reacciones que van desde estupefacción, alarma, irritación y escándalo a resignación y desencanto. Son muchos años, siglos incluso, bajo la égida de la derecha para sorprendernos. Y no la más presentable derecha. Hace trampas muy gruesas, visibles aunque se pongan gafas de cemento.

Como en la exitosa película protagonizada por Mel Gibson y Helen Hunt ¿En qué piensan las mujeres? Un accidente, muy grave, un atropello traumático del calibre de haber soportado el gobierno del PP en España cinco años ya y en numerosas comunidades autónomas más tiempo, nos permite hacernos una idea de cómo es su votante en la actualidad. Ni siquiera precisamos poderes extraordinarios: nos lo cuentan a diario sus protagonistas, en privado y en los medios a través de distintas portavocías. Lo peor es que hay más visceralidad que argumentos y éstos adolecen de abultadas lagunas.

A Rajoy, el fiasco de Soria para el Banco Mundial le ha supuesto un importante traspié, pero no lo suficiente para acomplejarle. Ni a él ni a sus seguidores, al parecer. Iniciamos semana con su apoyo expreso a Rita Barberá al nombrarla vocal en dos importantes comisiones del Senado: Constitucional y Economía. Encausada por el Supremo por blanqueo de capitales del PP de Valencia, la poderosa dirigente popular se bajó del tren que la conducía a Madrid y se dio la vuelta, mientras el PP le mantenía sus puestos en la Cámara Alta. Este miércoles protagonizarían todos ellos su dimisión parcial y con fórceps. Solo el PP, no el escaño. Supimos además que la mayor empresa de Sanidad Privada hace su agosto con nuestra sanidad pública, en especial la de Madrid. Y nos enteramos de que un comisario que ha prestado grandes servicios al ministro Fernández Díaz ficha por Prosegur, otra empresa privada gigante en este caso de la Seguridad. Es quien fue acusado de presionar a los investigadores del Caso Gürtel o de montajes contra Pablo Iglesias y Podemos.

El martes nos trajo también a Bárcenas retirando su denuncia contra el PP por el borrado de sus ordenadores. A Jaume Matas intentando pactar con la Justicia, según El Mundo, para no ir a la cárcel a cambio de contar la corrupción del PP, sus sobres y amaños. Un informe secreto de Agricultura que duplica el saqueo de Acuamed. Al denunciante de De la Serna contando a Moragas, jefe de Gabinete de Rajoy, sus comisiones en Argelia y Panamá, meses atrás. Rajoy lo incluyó en las listas del 20D sabiéndolo. Cada día así. Y a la espera de nuevos capítulos.

Apenas caben mayores abusos a la población y ahí siguen resistiendo varios millones de votantes del PP. Un periódico muestra la foto de niños entrando en barracones escolares en Murcia, y enseguida hay quien opone que en Andalucía hay 317 colegios así. El consabido consuelo del mal de muchos. Se está encontrando comprensión incluso para la medida que los gobiernos conservadores del Reino Unido quieren imponer: el Sistema Público de Salud retrasaría las operaciones de fumadores y obesos. La gente que «no se cuida» ha de ser castigada. Las afecciones de enfermos «culpables» han de pagarse al margen, por lo privado. No se expresa ni una queja a quienes hacen negocio con nuestra salud y «ahorran» en atendernos. A unos y a otros.

Precisamente, desde Londres avisan que su Sistema público de Salud. NHS, está dando los estertores. Es difícil sobrevivir a un cuarto de siglo de desangrarlo con las políticas ultraliberales que inició Thatcher y continuaron otros colegas Tories y los laboristas de Tercera Vía, los precursores de eso tan moderno que llaman socioliberalismo. Los británicos siguen votando esas medidas que les agreden, sin relacionarlas con el candidato que les gusta. En España, también ocurre el fenómeno. Tú rompes una botella llena y se derrama el líquido, pero para los fanáticos son fenómenos independientes.

Aquí, hay gente convencida de que Mariano Rajoy no es corrupto o de que la economía la gestiona mejor la derecha –la economía de todos, se entiende–.  Hay quien cree que Ciudadanos es de centro, incluso que es una «fuerza del cambio».  Multitudes son ya los convencidos de que Pedro Sánchez tiene la culpa de que no haya gobierno, como antes les persuadieron de que el díscolo era Pablo Iglesias. O quien piensa que es informar el objetivo de los programas en los que se sienta un Noble con pocas luces, periodistas faltones, machistas o que, dedicados a intoxicar, se inventan directamente las noticias. O utilizan métodos fuera de la deontología profesional  para obtener sus pistas.

Hay personas capaces de mirar para otro lado cuando nos asegura el gobierno que no van a rescatar al sistema bancario, sino que le ayudan por nuestro bien. Y luego les entregan del dinero de todos 51.303 millones de euros, aseguran que el Estado recuperará todo, y al final apenas pillamos la pedrea del 5% (2.686 millones) del premio que siempre se llevan los mismos, y alguna promesa de que podría ser algunos millones más, ni de lejos todo. Asisten impertérritos a la venta de nuestro patrimonio o al destrozo de paraísos naturales como está ocurriendo ya en Doñana.

No necesitamos poderes para saber en qué piensan. Todos hemos vivido experiencias en las que escuchamos atónitos cómo vuelven las realidades del revés y aseguran, por ejemplo, que sin el PP ya no tendríamos sanidad pública o pensiones. Sin reflexionar en el proceso que ha ido canibalizando el Estado del Bienestar, mientras engordan las cuentas de los beneficiarios de ese destrozo. Cuál es el futuro que cabe esperar a tenor de la trayectoria. Llegan a declarar en televisión que los hijos han tenido que emigrar, que están tristes por no verlos, pero que seguirán votando al PP, «a ver si lo arregla». Hasta el aumento de la mortalidad he escuchado defender «por lo bien que el PP trata a los ancianos» y alguna vez se tienen que morir. Ante los datos responden con firmeza que no se los creen, sin más. No ven manipulación sino serenidad en las tertulias de RTVE que se lleva a toda la Caverna junta a opinar. «No discuten, dejan hablar», dicen. Claro, están todos de acuerdo.

Les parece muy bonito y muy español, torturar y matar animales para divertirse, se divierten de hecho con el sufrimiento de un ser vivo, cuando esos atavismos fueron abandonados hace siglos por otros pueblos que los practicaban. Llegan al punto de votar al PP porque, «a pesar de todo», defiende los valores religiosos, cuando en conciencia apenas respeta ninguno, como no sea el de formas y decorados. Es imposible que no sepan que poca caridad cristiana tiene quien roba a sus semejantes en abuso de poder, o daña con sus recortes a tantos seres humanos.

Hay muchas personas –algunos millones de hecho– que aceptan las imposiciones, los errores, y hasta las traiciones, de su grupo político –y no solo en el PP– porque estiman más importante la fidelidad. O que no gane otro. Sobre todo eso. Las hay incluso que saltan con furia como si fueran abejas a quienes acaban de destruirles el panal contra un político del que solo saben que no les cae bien. O del que les han dicho una serie de aspectos que temen y que no se han molestado en consultar o reflexionar. Que perdonan los hechos y penalizan los supuestos. Hay incluso quien muerde la mano de quienes les quieren ayudar.

Muchos de ellos piensan que, en este país, «católico y decente», con solo unas pocas trampas que «se han hecho toda la vida» y «todos hacen», nos convertimos todos en emprendedores mil millonarios como Amancio Ortega. Y nuestros hijos y nietos –castigados con una ley de educación retrógrada–, sabrán jugar al fútbol y «nos sacarán de pobres». Y, como seres cuidadosos y obedientes, las empresas que se lucran con nuestra salud, no nos castigarán. O nos tocará la lotería porque en ella residen nuestros sueños, como dice el anuncio pergeñado por la Administración del PP.

¿En qué piensan los votantes del PP? En ellos mismos de una forma extrema, desde luego. Categóricamente no en la justicia social o el bien común, ni en limpiar esta pocilga y reconstruir lo dañado como sí hacen otros. Una cosa es votar derecha y otra al PP. El PP no es solo un partido conservador, aun siendo  de derechas en alto grado. Son sus anomalías las que convierten su sostén, tal como está, en un problema.

Seguir apoyando a este PP, corrupto y agotado, supone degradar la vida de muchas personas, dificultar sus aspiraciones, convertir sus sueños en pesadillas. Muchos de sus votantes las padecen también y lo saben. Pasará factura. Tanto daño no puede ser inocuo. Se ha roto el Compromiso Social en asuntos fundamentales y lo lógico es que tenga consecuencias. Una juventud, muy vapuleada, que ya no lee sus periódicos, ni ve a sus oráculos en sus televisiones, y pasa de sus ritos, tomará las riendas consciente de que se les ha perjudicado mucho.

Harán bien todos en ir pensando que las cosas han cambiado, o van a cambiar. «Todo esto no es gratis, todo esto acabará creándole problemas», decía este lunes Rajoy a voz en grito desde las pantallas de las televisiones en su permanente presión hacia el líder del PSOE Pedro Sánchez para que le dé el gobierno. Aplíquese el consejo. Los jóvenes no piensan precisamente en su PP. Muchas personas de todas las edades no piensan en su PP sino para dolerse. De hecho, en un Parlamento fragmentado, la mayoría de los españoles no quieren a su PP.

*Publicado en @eldiarioes

Restaurar la democracia

Tengo un dilema. O dos. Uno lo refleja Elrich en su viñeta de El País. El otro… sí, lo analizaré en partes.

Aznar quiere “restaurar” la democracia. Sin demasiado eco mediático, el ex presidente español, dijo hace unos días «Debemos restaurar el verdadero sentido de la democracia y sus límites. “El poder político ha traspasado todos los límites razonables y ha invadido terrenos que no deben ser de su competencia, porque no es asunto suyo iluminar verdades sino generar y gestionar consensos como instrumento de la paz social”. “Está pendiente una tarea liberal para devolver al poder político a su lugar y para que la vida pública se apoye en un liberalismo de raíz ética cristiana». «Que el Estado sea sólo eso y no haga de escuela, familia o iglesia”.

Hablaba desde la tribuna de FAES, esa organización que subvencionan los poderes públicos. El dinero de todos sirve para que este individuo que rigió los destinos de España durante 8 años y alma del futuro gobierno del PP, si no su presidente salvador, se cuestione la democracia. A precio de oro (para su bolsillo privado), Aznar dicta su doctrina en importantes foros neoliberales de todo el mundo. No es inocuo lo que dice. Puede hacerlo porque alcanzó su estatus a través de unas elecciones democráticas. ¿Sin restaurar?

Me entero ahora, lo confieso, que Caja Sur pertenece a la iglesia católica. Los órganos de gobierno de las cajas los elije –que yo sepa- el poder político autonómico. Lo que sí es cierto es que, para salvar los platos rotos de su mala gestión, se le va a inyectar más de 500 millones de dinero público. Javier Arenas dice que la culpa es…. de Zapatero.

Camps –que no deja de reír ni bajo el agua- dice que Valencia merece “una medalla mundial interplanetaria”, mundial e interplanetaria a un tiempo. A su lado, Rita se despeña en carcajadas. Van a revalidar y aumentar su mayoría absoluta en la desquiciada comunidad valenciana. No es para menos.

Rajoy entretanto no estaba ni delante, ni detrás, ni al lado, ni encima, ni debajo de Camps, tal como prometió: comió caracoles en Lleida.  Por lo menos, sonreía. Es el de atrás, el de las gafas. En la Lleida del estatuto impugnado, se le veía feliz. ¡Menos mal!

   La Razón ha hecho una encuesta, con su empresa de consulting y todo. El 23 % de los espaloles querrían ver como debate estrella, uno a celebrar entre Zapatero… y Belén Esteban. El 23%.

Vivimos uno de los momentos más graves de la Historia. Los “mercados” –con sede en Wall Street, el Pº de la Castellana y grandes arterias internacionales- ha dado un golpe de Estado, imponiendo sus normas al poder político. Al que elegimos los ciudadanos, al que entregamos en impuestos el fruto de nuestro trabajo y nuestros ahorros. Una cuadrilla de desaprensivos lo succionan, pero no se conforman: quieren más. Incluso –hablando con dinero y público y beneficios –muy altos- privados, pretenden “restaurar” la democracia por completo (aprovechando los resortes de la misma si salen elegidos). Este golpe de mano, esta dictadura, tiene también poderosos ingredientes de involución ideológica. Como todas realmente.

Y todo ello ante la estupefacción de unos y la ignorancia supina de una gran mayoría. Hasta una amiga, buena periodista, se entretiene en la maraña de ramas del rábano que le sirven los medios conservadores que escucha para culpar de todo “sólo” a Zapatero. La información está ahí para todo el mundo, pero no, mejor lo remedia, lo aclara, un debate entre el presidente y Belén Esteban.

Y aquí viene mi dilema que trato de aclarar. Buena solución no tiene, lo sé.

   Si España no fuera una monarquía, el presidente electo de la República, sería José María Aznar, con toda seguridad. El que tomaría el dinero público para cumplir los deseos del capital (aún más que Zapatero, que ya es decir) y duele pensar esto a una republicana.

El festín que se están dando los políticos con las Cajas de Ahorros, ruboriza. La “renovación” de Caja Madrid fue un ejemplo: se repartieron el cortijo tan a gusto. Y ya vemos lo que ocurre con las que tienen problemas: nuestro dinero para salvarlas, y escuchando maldades demagógicas.

Y Camps y Rita muertos de risa.

Tengo un grave conflicto, sí. Igual también yo creo que hay que “restaurar” la democracia. Hace unos días, Piezas decía aquí –en un ejercicio sano de querer entender- que, si hay que suprimir el Estado y que cada uno se las apañe como pueda, partamos al menos de la igualdad de oportunidades (dado que los que más tienen se han aprovechado del resto y, digo yo, así lo mandará la «ética cristiana liberal», que viene a ser lo mismo que la «medalla mundial interplanetaria»). Hacemos un saco con todo el dinero y propiedades que existen actualmente en el mundo, y lo repartimos equitativamente entre los 6 mil millones de ciudadanos que lo habitamos. A partir de ahí que cada uno gestione su parte como quiera. Pero aprovecharse del dinero de todos para fines particulares, pues no, esto no.

Por mi parte, solicito una medida complementaria: inyectar educación e información en toda la ciudadanía. En vena. En sesiones intensivas. Toreros ensartados, fútbol y programas del “corazón” en los recreos. El resto del tiempo a hincar los codos. Periodistas incluidos. Clases de recuperación extra para el 23% de los ciudadanos que lee y vota en La Razón, o en su empresa de encuestas. Enérgica y firme terapia psicológica añadida a los votantes del PP en la comunidad valenciana.

Y, si es lo que queremos, a partir de ahí, pistoletazo de salida y barra libre para todos. Pero que todos paguemos la ignorancia y/o la desvergüenza de un sector va a ser que no me parece democrático. Ya anticipé que era un dilema.

Actualización:

   Aznar sigue en su gira neoliberal y de desprestigio de España: «El problema es la falta de credibilidad, porque más responsabilidad en esta crisis es la responsabilidad del gobierno (español)”, ha dicho -así de mal expresado- en la CNN.  Aquí la grabación de la entrevista completa. Una mezquindad más de este gran «patriota».  ¿Y si recuperásemos las empresas públicas que él vendió (a sus amigos)? ¿Y si algún periodista le preguntara por su responsabilidad en el incremento de la burbuja inmobiliaria, causa determinante de nuestra crisis? ¿Vendría Bush a España a desprestigiar a Obama y decir que no se puede confiar en EEUU?

  Enrique Meneses lo comenta en su blog.

Sus señorías se toman el día libre

 Lo cuenta Público. Este es el aspecto que presentaba el Congreso de los Diputados esta mañana. Como Zapatero se encuentra en la Cumbre de la UE-América Andina, tampoco acudió Rajoy, ni su plana mayor, ni otros ministros que quienes tenían que hablar del ajuste económico y alguna cosa más: Manuel Chaves, Carme Chacón, José Blanco, Ángel Gabilondo y Miguel Sebastián.

    Han acudido 70 de los 169 parlamentarios del PSOE, 58 de los 153 del PP, y, eso sí, los portavoces de los grupos minoritarios y los del mixto.  José Bono también dejó a la vicepresidenta del Congreso que se enfrentará a esa sesión «menor». Tanto menospreciar a Zapatero y si él no va se produce una desbandada.

  Dado que en el parlamentarismo español rige la disciplina de partido, aún han ido muchos. Años llevo diciendo –y escribiendo- que sobran prácticamente todos los diputados y senadores. Aun hoy eran demasiados. Una mesita bien apañada, un representante por partido, un solo sueldo por cabeza (dietas, despachos, luz, agua), y a ahorrar con efectividad. ¿O no?

Más sobre la casta política. Rita Barberá ha dicho: «Si aceptar regalos es cohecho, vamos todos en fila al Supremo». Aceptar regalos… y luego conceder obras, contratos y prebendas a los generosos «obsequiantes».  De cualquier forma, parece que se cree, se creen quizás, con derecho y mérito para ser agasajados con diversos presentes. ¿En razón de qué? Cada bolso de Louis Vuitton que ella misma recibió representa 6 mensualidades de pensión mínima. De Camps… mejor no hablamos.

Heroicidad y miedo, a propósito del Cabanyal

Cuando en conversaciones triviales con desconocidos alguien se queja de cualquier cosa y concluye ¿y qué se puede hacer? Yo respondo visceralmente: la revolución. Ni advierto que me repito, lo digo sin pensar. Les hace mucha gracia. Pero el otro día, la cobradora de una gasolinera me respondió: ¿y qué nos pasaría? El miedo detiene muchas iniciativas. No soy partidaria en absoluto de la violencia, la rechazo con toda firmeza, pero hay formas de rebelarse pacíficas, sin restar presión, puede que incrementándola.

Solo que el mundo no funciona así y el primero en dar la cara, sufre en efecto toda la represión, recibe todas las tortas, para entendernos. De ahí nace la figura del «Héroe«, la punta de lanza en solitario. O casi. El Cabanyal, barrio marinero de Valencia, lleva casi una década luchando contra el proyecto municipal de derribar sus casas para prolongar la avenida Blasco Ibáñez y llegar cómodamente a la playa en coche, con olor a limpio y a nuevo. El problema es que allí residen seres humanos que no quieren ver sus hogares hechos añicos. Son muchos los que aseguran, no únicamente los vecinos, que el Ayuntamiento no ha cuidado el barrio, no ha invertido dinero en él y se ha degradado inflando bolsas de marginalidad. Los pobres sobran a Rita Barberá y Francisco Camps, –los dos están empeñados en el proyecto y ataviados de Vuitton y Milano con trabillas italianas, es comprensible-. Es mejor arrasar el contorno que rehabilitarlo -aunque lleve un siglo en pie-, y, sobre todo, hacer una avenida como dios manda.

La batalla por ambas partes es épica. El Cabanyal fue declarado por un gobierno anterior del PSOE Bien de interés cultural. Recursos y decretos se cruzan. En este momento el litigio está así:

En diciembre el Ministerio de Cultura paraliza con una orden el plan de la prolongación, y la Generalitat responde con un decreto ley. El gobierno recurre el decreto ante el Tribunal Constitucional y la Generalitat valenciana convirte su decreto en ley. Esto fue el martes de esta semana. Hoy el Consejo de Estado ha declarado inconstitucionales algunos apartados del decreto valenciano. ¿Me seguís? La historia con el detalle de todos los pasos aquí.

El caso es que Rita Barberá, con su ley a la brava y aprovechando que se desvelaba el sumario de la Gürtel, mandó al Cabanyal la piqueta y comenzó a derribar casas. Y siguió ayer. El enfrentamiento se saldó de esta forma:

O así, en la versión de la televisión autonómica valenciana:

Resulta que Canal 9 gastó 11 millones de euros en la visita del Papa en 2006 que iba a reunir a los que entienden por familia la católica. En un contrato a una empresa bajo sospecha en la trama Gürtel. Ese día me encontraba yo en Valencia. Había ido para hacer un reportaje de Informe Semanal sobre el accidente en el metro que causó la muerte de 43 personas –entre ellas el conductor- y heridas a 47. Un abultado balance mortal que no suele ocurrir en el primer mundo.

Las cajas negras del metro revelan que el tren iba a 80 kms. por hora, el doble de lo permitido. Que el maquinista tardó 42 segundos en llegar desde Plaza de España a la curva de Jesús, y que desaceleró dos veces al final. Esa maniobra evita justo la detección del llamado “hombre muerto”, mecanismo del que sí dispone el tren. ¿Por qué actuó así? Su autopsia no ha mostrado ni restos de alcohol o drogas, ni desvanecimiento previo o infarto.

Un maquinista de otro convoy nos enseña con la plasticidad de la imagen esto:

  «Nosotros en la línea 3 disponemos del sistema “ATP” que me regula en todo momento a la velocidad que puedo circular. Ahora mismo puedo circular a 70 y en las curvas me limita a 50. Ahora vais a ver como entro en una curva que me va a limitar a 30 y a mi me es imposible entrar a mas velocidad del que me limita la curva y me limita el sistema». Y, desde luego, el tren se ralentizaba, y no podía pasar de 30. El equipo de Informe Semanal estábamos en la cabina.

La 1, la del accidente, carecía de ese sistema. Los trabajadores pedían medidas de seguridad a la empresa precisamente para la linea 1 y acababan de levantar la convocatoria de huelga en los días de visita del Papa que habían convocado para reclamarlas. Comisiones parlamentarias y juicios determinaron que había sido un accidente, sin otra responsabilidad.

Por supuesto, aquel 3 de Julio, las flores de las coronas para los muertos fueron rápidamente apartadas para colocar las de la visita papal. Aquel día convivían en una ciudad dos sentimientos tan opuestos –dolor y alegría, el negro y el blanco- que hacían daño.

 Así que ¿la revolución, la heroicidad, o mirar para otro lado? ¿Y si la punta de lanza fuera una mole de ideas?

Ah, desde hoy en Madrid adoramos al toro, desde hoy es Bien de interés cultural. Como el Cabanyal.

La ministra de sanidad ha creado una epidemia de miedo dice Rita Barberá

«No tiene ningún derecho a crear una epidemia de miedo con la salud de los españoles y eso es de dimisión», ha dicho Rita Barberá alcadesa de Valencia.

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