El gobierno decidirá quién está enfermo para trabajar y quién no

Las ministras Ana Mato y Fátima Báñez acompañadas de otros miembros del gobierno del PP

Las ministras Ana Mato y Fátima Báñez acompañadas de otros miembros del gobierno del PP

Dos portentosos cerebros como son los de las Ministras Fátima Báñez y Ana Mato decidirán quiénes están lo suficientemente enfermos como para no ir a trabajar y quienes no. Dotadas ambas también de una especial sensibilidad hacia los afligidos –como lo demuestra por ejemplo la retirada de la tarjeta sanitaria a seres humanos perpetrada por Mato- ya no serán los médicos sino unas tablas del BOE las que marcarán la duración de la baja laboral.

Según lainformacion.com, “el Gobierno prepara un Real Decreto sobre incapacidad temporal que incorpora tablas con la duración media de las bajas por enfermedad en función del diagnóstico, la ocupación y la edad del trabajador, con el objetivo de luchar contra el absentismo laboral injustificado y ahorrar dinero al sistema”. Ahorraremos, permitidme el inciso, para pagar a los bancos intereses de la deuda pública que Rajoy ha hecho crecer como nadie en más de un siglo. O para pagarles sobresueldos en A, que en B ya se los apañan ellos.

Como ya dejaron intuir desde su llegada al poder, el PP se dispone a dar un poder casi omnímodo a las Mutuas. Su subida en el escalafón será aprobada por el gobierno en Julio, y en el Real Decreto –que sancionará ya Felipe VI, mira por dónde- figurará la tabla de enfermedades y tiempos pergeñada por Báñez y Mato. Personas ambas que no han trabajado en su vida, por cierto, a excepción Mato de unas tutorías en la UNED. Y con un criterio de toda solvencia las dos, igualmente. Báñez encomienda a una virgen el trabajo de su departamento, el empleo, y Mato, a la sazón responsable de sanidad, recomienda el uso de tisanas para algunas dolencias.

Es decir, con unas cuantas avemarías y una tila después de cada comida, uno deberá ir a trabajar aunque sea mediomuerto. Y si no, a la calle, a la tumba, y sitio para otro.

Al margen de todas las bromas macabras que podamos inventar, la osadía de este gobierno de caja B -impune por el momento hasta políticamente-, no tiene límites.

 

Jornada de reflexión

roto.cerilla

Cómplices del daño a la salud y de la corrupción

Comer o medicarse. Algunos pacientes españoles –como sucede en Grecia o Portugal – están  dejando de medicarse porque no pueden costearse el re-pago farmacéutico. Incluso con patologías graves como el infarto de miocardio. Lo ha denunciado un cardiólogo del Hospital Universitario de Salamanca, el doctor Maximiliano Diego. Un paciente suyo ha sufrido un segundo infarto porque no pudo pagarse el tratamiento que le prescribieron tras sufrir el primero.

El paciente –cuenta la Cadena SER-  tuvo un infarto hace un año, le pusieron un ‘stend’, un pequeño muelle en el corazón, y salió del hospital sano, pero con un cóctel de medicamentos que debía tomar obligatoriamente y del que tenía que pagar el 40% del precio, unos 100 euros al mes. El enfermo está en paro y sobrevive con 400 euros de subsidio.

Añadiría que carece de sobresueldos como la vicepresidenta del gobierno y el resto de la cúpula del PP. En su “puta vida” los ha cobrado este señor, ni nadie por un mismo trabajo. 400 euros de subsidio ahora, mientras le duren. No puede distraer 100 para la medicación. Como él muchos otros pacientes, según cuentan bastante afectados profesionales de la sanidad pública en España.

Insistiré una vez más en que todos los recortes no han servido para nada (hacia la sociedad, se entiende, algunos sí se benefician). Nadie ha endeudado a España más que Rajoy que tiene la deuda pública cerca del 100% del PIB cuando la cogió en el 68,5%.

Mientras tanto, varios juzgados han encontrado fundados indicios de pagos con dinero negro en el PP en cinco comunidades autónomas: Valencia, Baleares, Galicia, Castilla-La Mancha y La Rioja, tal y como afirmó Bárcenas. Se sumarían a la gran caja B del PP nacional. Allí donde investiga la justicia encuentra esa mugre.

Depositar una papeleta en la urna tiene consecuencias como es lógico. Se avalan actuaciones políticas. En el caso de las delictivas o desalmadas, se actúa de cómplice.  La corrupción que nos rodea requeriría que para votar se exigiera, además del DNI, un certificado de ética, siquiera de decencia.

urna

 

 

¿Cuántos botones estamos dispuestos a apretar?

desenchufado

El español era hasta hace muy poco el quinto sistema de salud más eficiente del mundo, pero las noticias sobre su profundo deterioro son cada día más alarmantes. Sobre todo se aprecia un profundo cambio de concepción: hay que guiarse por criterios de rentabilidad y no todos los ciudadanos merecen el gasto de curarles. Lo incomprensible sigue siendo por qué lo acepta la sociedad.

Fuentes médicas alertan de instrucciones en el Hospital de Toledo para no ingresar a los mayores de 80 años, dos ancianos murieron en pasillos en ese mismo centro en diciembre. Crecen las denuncias por el aumento de las listas de espera, por el traslado de enfermos a la sanidad privada, por la privatización encubierta. Hasta por trampas como la de ofrecer el adelanto de una operación pagando más de 9.000 euros. Podrán marear los datos pero uno elige los que presentan mayor verosimilitud y proceden de fuente fiable y rechaza la propaganda. Desde el poder están hundiendo la sanidad pública.

Los profesionales libran una dura batalla. Saldada con éxito espectacular en Madrid al lograr detener la privatización de 6 hospitales. La maquinaria arrasadora continúa, sin embargo. Al punto de que algunos médicos, metidos a gestores, se están dejando influir en toda España por la política del recorte. Ya afinan presupuestos y deciden que los tratamientos caros no se pueden malgastar en ciertos pacientes. Ya dicen que no llegan los recursos para proporcionar a todos lo que precisan. Parece que no se preguntan qué viene después, qué vida les espera.

Se empieza con los ancianos y débiles, se sigue por los malos pacientes que no tienen un estilo sano de vida frente a los buenos que se cuidan, se pasa a distinguir entre enfermedades caras y baratas, y se continúa –se está llegando ya- con los pobres, con los que no pueden pagar y repagar. El neoliberalismo ha abierto una especie de cámara de gas para las víctimas del sistema. Los sanos y ricos –clase que consideran superior- se libran de ella.

De alguna manera, la mayor parte de la sociedad está aceptando que la tijera ha venido para quedarse y anda “ahorrando”. Sin preguntarse qué ha cambiado en realidad a partir de aquél día que nos contaron que una financiera norteamericana, Lehman Brothers, quebraba. Desde una comunidad de vecinos a lo vital como es la salud, todos recortando gastos… o inversiones en los seres humanos. El gasto se pierde, la inversión en salud o educación por ejemplo es una ganancia de presente y futuro.

¿Crisis? Esto es un plan perfectamente diseñado para que unos pocos se enriquezcan obscenamente a costa de la mayoría de la población. En eso y nada más se basa el sistema. A eso y nada más se encaminan todas las reformas y se entregan nuestros derechos. Los recortes en prestaciones esenciales se van a pagar esa deuda pública, por ejemplo, que Mariano Rajoy ha aumentado del 68.5% al 94% en un tiempo récord. Nadie en la historia logró semejante récord, y ahí está él y están sus voceros diciendo que España va como un tiro.

La gente sabe y siente que su vida ha empeorado y mucho. Descerebrados que atribuyan a Zapatero esta bancarrota, posterior incluso en dos años a su gestión, ya van quedando pocos. Y así  llegamos una y otra vez al mismo punto: ¿por qué se acepta? ¿Por qué se acepta si nos va la vida en ello?

Habrá que recurrir a la psicología, más allá de todos los condicionantes que nos marcan históricamente.  A aquel experimento revelador de Stanley Milgram, publicado en 1963, en los tiempos en los que indagar en estos comportamientos importaba. Un estudio con voluntarios en los que el maestro –que es en realidad el sujeto analizado- llega a infligir insoportables dolores alalumno que yerra. Escuchando sus gritos, alguno quiere parar, pero le ordenan que siga y continúa apretando el botón de las descargas eléctricas. El 65% de los participantes llegaron a aplicar 450 voltios a sus víctimas aunque se sintieran incómodos al hacerlo, aunque los vieran fingiendo –eran actores- estertores. Ni uno solo de los convocados exigió detener el estudio. La autoridad le mandaba seguir. Y lo hacía. Como lo habían hecho los alemanes ante el nazismo.

Y como explicación complementaria alguna variante de la indefensión aprendida, aquellos perros que otro psicólogo, Martin Seligman, demostró incapaces de saltar una pequeña valla que les libraba de descargas eléctricas arbitrarias.  La pasividad, el sentimiento de impotencia, subjetivo,  ante los atropellos que uno cree no puede cambiar. Esas personas que aceptan cuanto castigo tengan a bien inferirles como está ocurriendo ahora. También aprietan botones de dolor y muerte. No solo para sí mismos, para otros.

Todo el que hoy se inhibe está dejando sin cama a los mayores que acuden al hospital de Toledo, está dejando morir a ancianos en los pasillos, prolongando las listas de espera, matando a los que vayan quedando fuera del círculo de los buenos pacientes para el neoliberalismo. O los buenos estudiantes dóciles. O los niños de buena familia. O los corruptos cum laude autores del diseño.

¿Dónde para esta deriva? ¿Cuántos botones más estamos dispuestos a apretar?

*Publicado en eldiario.es

Y añadiría este estudio que acaba de salir publicado. 

La mitad de los españoles cree que sus condiciones laborales en prestaciones sociales, servicio médico y vacaciones empeorarán en el futuro. Que «habrá que trabajar más horas, ganando lo mismo».

El 57,1% de los entrevistados tiene problemas para hacer frente al pago de las cuotas de la tarjeta de crédito y a la devolución de otros préstamos no hipotecarios. El  80,6% reconoce problemas para el pago de facturas y compromisos similares y un 76,4% sufre porque no se considera independiente financieramente. Las dosis de estrés que revela el estudio de una compañía aseguradora, Genworth,  son muy notables, pero…

La #mareablanca vence al PP de Madrid

La marea blanca ha vencido a los cuervos negros empecinados en privatizar 6 hospitales públicos de Madrid. Tras múltiples maniobras para que la justicia decidiera a favor del gobierno del PP en la Comunidad, ha visto cómo el Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazaba su recurso. Ignacio González renuncia a seguir con el proceso de privatización que ya estaba incluso adjudicado y dimite el Consejero de Sanidad Fernández-Lasquetty.

Ha sido la #mareablanca, profesionales de la sanidad que desde el primer momento hicieron huelga y salieron a la calle a defender la salud de todos. También presentaron denuncias. Acudo a la información de eldiario.es y a la parte en la que resume la peripecia legal:

“La Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid (AFEM) contrató un bufete de abogados para tramitar la oposición en los juzgados. 50 diputados regionales del Partido Socialista de Madrid presentaron un recurso similar al de los médicos, pero los jueces entendieron que no estaban «legitimados». Esa medida también está recurrida. También medio centenar de senadores del PSOE presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de Medidas Fiscales y Administrativas de la Comunidad de Madrid, que permitía abrir el proceso administrativo de privatización. El TC lo admitió a trámite el 23 de abril de 2013, pero esto no conllevaba medidas cautelares porque sólo surten efecto inmediato cuando el que presenta el recurso es el Gobierno central (como en el caso del euro por receta, cuya reclamación por parte de Mariano Rajoy paralizó la tasa en Madrid y Cataluña).

Estas causas fueron derivadas a la supersala para que las resolvieran en conjunto 50 jueces del Tribunal Superior de Justicia, pero una vez reunidos decidieron devolver las causas a las respectivas salas a las que habían sido asignadas.

Además de esta batalla en el Tribunal Superior de Justicia, el Juzgado de Instrucción Nº 4 de Madrid tiene abierta una causa por la querella presentada por la AFEM contra un proceso anterior de privatización de centros sanitarios similar al actual (aunque de menor escala) y por el que están imputados los exconsejeros de Sanidad Manuel Lamela y Juan José Güemes, así como la actual viceconsejera, Patricia Flores, y el director de Atención Especializada, Antonio Bargueño”.

Tengo amigos en la #mareablanca, enfermeras, médicos, auxiliares. Perdieron dinero, han estado saliendo a la calle sin descanso, lloviendo y con sol abrasador. Con coraje y viendo también flaquear las fuerzas cuando no se veían resultados. Han vencido. Esta batalla. La lucha es dura. Pero se puede ganar, acabar con la irracionalidad y los despropósitos que se han adueñado de este país. Las mayorías, por muy absolutas que sean, no autorizan a todo timo de desmanes.

Escribí acerca de las fanfarronadas de Lasquetty. “No habrá marcha atrás en las reformas”, decía. Pero fue casi al comienzo, en Diciembre de 2012 cuando se mostró especialmente gracioso.

Me preguntaba aquél día en qué altar cree encontrarse, de qué pasta está hecho y de qué orla supone estar ungido un individuo que se mofa de la lucha de los profesionales de la medicina de Madrid, siendo él responsable de la sanidad pública de la Comunidad. Miles de ciudadanos, sanitarios y usuarios, “abrazaron” simbólicamente los hospitales para defenderlos de los planes privatizadores del equipo de Ignacio González. Pues bien, Lasquetty comentó jocosamente que le parece “muy bien” la protesta porque supone “una demostración de afecto” a los centros y a quienes trabajan en ellos. Ahora, se lo ha comido con patatas.

Personas como él –aquí reflejaba su trayectoria también– nunca se quedan en la calle. Hasta ahora. Todo puede cambiar. Lo que sí es cierto es que es llegada la hora de devolverle el abrazo a la #mareablanca con todo nuestro cariño y agradecimiento.

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Wyoming: Wert es un mentiroso compulsivo

Lo ha encontrado Àngels Martínez Castells que lo incluye en este artículo de imprescindible lectura.

Los recortes en sanidad matan

Se llamaba Soledad Torrico. Nacida en Bolivia hace 42 años, residía en Valencia con su marido y una hija. Murió, el 20 de Febrero, tras acudir 5 veces a centros de salud y urgencias de hospitales por lo que comenzó siendo un cuatro de tos y terminó impidiéndole respirar.  La Fiscalía Provincial de Valencia ha abierto diligencias ante la denuncia del marido y de varias asociaciones que protegen derechos humanos para determinar si hubo negligencia médica.

Por el relato de la odisea sufrida, lo que parece sí hay es… negligencia política. O esa consideración ideológica de los seres humanos como “clientes” y no como “enfermos” y de la salud como un objeto de especulación más, que ha impuesto el PP. A Soledad, como inmigrante sin cotizar a la seguridad social, le habían quitado la tarjeta sanitaria a causa de la Ley Mato del PP. En su periplo, le dijeron que la que llevaba “no tenía validez”. En la denuncia que ahora investiga la Fiscalía, se cita cómo le advirtieron que “si volvía otra vez a los servicios de urgencias, le cobrarían”, cuando ya los esputos contenían sangre.

Los profesionales de la sanidad pública en España están haciendo una enorme labor frente a las dificultades. Muchos atienden aunque “lo tengan prohibido”, pero la ley vigente es la que es y siempre habrá quien quiera aplicarla. Para eso se dictan. El neoliberalismo imperante niega el derecho esencial a la salud a quien no la pague de una forma u otra. Advirtamos –aunque sea obvio- que los “ilegales” cotizan en el país de residencia en impuestos y gastan en servicios.

La sanidad pública que teníamos en España, una de las mejores del mundo, la está destruyendo el PP. Partido que además se obstina –con un empecinamiento que debería dar que pensar- en privatizarla para los “legales” también. Luego vemos las puertas giratorias de sus dirigentes que, sin el menor empacho –como sucede en Madrid- cambian su puesto político en el PP por asesorar o trabajar en la empresa privada a la que dieron negocio.

En Castilla-La Mancha ¡cómo no! retiran el servicio de oxígeno domiciliario a quienes “lo usan poco”, para “ahorrar”. Si les da el ataque de asma y no llegan al hospital… más ahorro. Un “cliente” menos. Han recibido ya la carta en la que se les advierte.

Sobresueldos, confetis para las fiestas de los niños presuntamente regaladas por la Gürtel, investigada por la mayor trama de corrupción que ha conocido este país. O casas solariegas millonarias, abultados sueldos, puestos para el marido,  y mucha caradura, en las gestoras y gestores de estas políticas.  Mientras, la familia de Soledad la llora. Y los inmigrantes que no encuentran trabajo en España no pueden acudir al médico porque “no tienen papeles”.  Los recortes matan. A quienes los sufren. Sin causar ni un gesto entre quienes los perpetran. Lo que más precisamos hoy es ahorrar en inmundicia.

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