La elevada autoestima de los «constitucionalistas»

Día de trajes nuevos, sonrisas recién estrenadas y viejas retrancas en la sede del Congreso de los Diputados. Celebran 41 años de la Constitución de 1978 que puso fin, formalmente, a la extensa e intensa dictadura franquista. Es el día de las críticas y los tópicos, de los elogios y los vacíos. Una Constitución no debería servir solo para llenarse la boca sino como norma de obligados cumplimientos. Dudo que haya una en el mundo entero que lo haga. Hay algunos textos henchidos de ideales. Incluyen hasta la búsqueda de la felicidad. Nuestros compañeros de historia, los portugueses, apelaron en la suya (1976), tras la correspondiente dictadura, a bases de dignidad en el empeño de construir «una sociedad libre, justa y solidaria».

Nuestra Constitución fue mucho más sobria. Invocó justicia, libertad y seguridad, le dio la forma de monarquía parlamentaria con el candidato a la jefatura del Estado que había designado el propio Franco y fue escrita solo por hombres, como solía pasar en aquellos tiempos. Sin duda, además, fue redactada bajo la presión de los vencedores de la guerra civil, la que habían desatado y de la que salieron por completo impunes. Pero, asombrosamente, al calor de los tiempos, al calor de las inmensas ganas de democracia que muchos españoles tenían, resultó un texto con medidas sociales mucho más progresistas de lo que ahora se incluirían. Desde hace años, desde la hegemonía, abusos y crisis del capitalismo la tendencia va a rebajar derechos. La involución es un hecho que en algunos países intenta revertir tímidamente el centro izquierda. Léase el Reino Unido, Portugal, España; hasta la socialdemocracia alemana se está poniendo las pilas para que no termine de engullirle la ola.

Recordaba este 6 de diciembre en las redes algunas ideas del periodista Ignacio Escolar, todavía sin nacer eldiario.es, en uno de los libros colectivos que escribimos: «Si la Europa arruinada de la posguerra fue capaz de construir el Estado del bienestar, ¿por qué la Europa próspera del siglo XXI va a ser incapaz de mantenerlo?» Y la constatación de que la redistribución de la riqueza que propugna la Constitución ya en 2012 parecía propia de peligrosos antisistema. Y la bola siguió creciendo y hoy nos vemos como nos vemos, con alguna esperanza que hay que trabajarse «para que pueda ser», dicho sea remedando a Labordeta.

Ahora bien, de las peores trágalas del momento actual es escuchar que son «constitucionalistas» gentes que solo creen en menos de media docena de sus artículos. A saber: el 2, que afirma la «indisoluble unidad de la Patria», los que se refieren a las fuerzas del orden para mantenerla, el 155 para coartar la libertad de los catalanes independentistas o no, y el 135, que fue el único que se modificó en este periodo –a salvo de una pequeña corrección en otro momento–. Para cortar derechos ya. En 2010, cuando, tras el derrumbe financiero, nos hicieron pagar sus platos rotos a los ciudadanos. Con aval constitucional, se estableció la prioridad del pago a los acreedores sobre cualquier necesidad de los ciudadanos. ¿Y no saben? Sí saben, la deuda, ya con Mariano Rajoy al frente del Gobierno, se disparó a niveles de récord histórico.

Mariano Rajoy es un gran «constitucionalista». Ha vuelto dando lecciones y ha sido muy aplaudido por los desmemoriados. Aquí, en las nuevas evaluaciones del rescate bancario (66.577 millones de euros) que les dieron casi a fondo perdido encontrarán unos cuantos pilares más de los «constitucionalistas».

El PP está lleno de ellos. De estos, del 2 y el 155 y el garrote, y del 135. De Argentina se vino su portavoz, Cayetana Alvárez de Toledo, que rezuma democracia en cada una de sus intervenciones. Y en Madrid nos plantaron a Martínez Almeida en el Ayuntamiento y a Díaz Ayuso en la Comunidad. Muy elogiada por medios como TVE en sus telediarios, por haber tosido a la ultraderechista Monasterio antes de no firmar, al igual que ella, una declaración de condena al lanzamiento de una granada contra el centro de menores migrantes de la calle Hortaleza en Madrid. De no firmarla.

Begoña Villacís e Inés Arrimadas van de airosas «constitucionalistas» por el escaso recorrido de la representación política en la que ha quedado su partido, Ciudadanos. Desde esa convicción patriótica, los votos reales no cuentan, se pisa fuerte y ya está. Se es «constitucionalista» de palo y recortes y no se hable más.

Se ha llegado a la osadía de llamar «constitucionalistas» a los miembros del partido ultraderechista Vox. Una formación que arrasa con numerosos preceptos constitucionales, partiendo de los que explicitan que no se admite «discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». Hoy, su líder, Santiago Abascal, según nos cuentan, no ha estado en la recepción del Congreso porque se ha ido «a defender la Constitución» en una manifestación en Barcelona. Ahí los tienen, un ultra «constitucionalista». Claro que quiere reformarla para suprimir las autonomías. Hoy en Barcelona han exhibido una pancarta pidiendo la derogación de la Ley de Violencia de Género. Su España y su «constitucionalismo» son así.

Pablo Casado en cambio no quiere ni tocar la Constitución. El precedente de su partido, Alianza Popular, votó en contra aquel 1978, pasados 40 años ya les gusta. Las constituciones se reforman para la convivencia, no para desecarlas como Vox. La Primera Enmienda de la norteamericana fue en 1791, a los 4 años de promulgarse.

Lo realmente espectacular es la elevada autoestima de la que alardean gran parte de quienes se autodenominan «constitucionalistas». Con la soberbia que caracteriza esa sensación irreal de superioridad, creen que todos desprecian como ellos a cualquiera que valore el potencial perfeccionamiento o cambios en la Constitución. Incluso el texto completo con tanta literatura accesoria.

Gentes como Aznar y la mayoría de los citados se sienten elegidos por la gloria de lo que llaman ser «constitucionalistas» sin defender los valores que la norma básica incluye. De su aprecio por la Constitución, de su lucha por lograrlos, quedarían fuera más de un centenar de artículos de los 169 que tiene, siendo generosos con ese cómputo. Esperanza Aguirre, por ejemplo, cree que el PP debe hacer un esfuerzo, para evitar que «el Gobierno caiga en manos de independentistas y comunistas bolivarianos». Ellos son mucho mejores.

Unidos a ese coro político, numerosos periodistas y medios de este camino perdido defienden ese peculiar «constitucionalismo». Todo cuanto quede al margen de este estereotipo les parece condenable. Con ese plantel y su historial, pasado hasta por los tribunales, el hoy presidente del PP acusa a Pedro Sánchez de haber elegido «a los enemigos de la Constitución». De lo que todos ellos interpretan es su Constitución, la que se deja fuera un buen número de derechos y servicios que afectan a la vida diaria de los ciudadanos.

Y así nos vemos con un Pablo Iglesias, consciente de que de nuevo van a por él y todos ellos, abrazado al Mal Menor y proclamando hasta la buena salud de la monarquía. Mucho parece pesar el rey que solo reina, sin gobernar, según dicen. El legítimo pragmatismo de lo que se puede hacer desde un gobierno progresista y el peligro de lo que, sin él, nos vendría encima, quizás no debería aparcar, al menos, los desajustes mostrados por esa institución.

Singular España y variopinta sociedad que celebra este puente, luchando por el clima, de vacaciones o abarrotando a niveles de colapso las tiendas, el símbolo de un descomunal contrasentido. La Constitución española y la Inmaculada Concepción de la Virgen elevada a fiesta nacional. No es de extrañar que los «constitucionalistas» del séptimo día se hagan notar tanto.

 

 

*Publicado en eldiarioes 

La raza de los pobres autóctonos (Crónica agosteña)

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Ando de pausa, pero la viñeta de Manel Fontdevila en eldiario.es me retintinea. Las jerarquías se afanan en España en aprobar presupuestos que no se sabe aún quién gestionará pero suponen una oportudidad de oro para que el PP haga campaña electoral en Agosto. Y vea si constriñe a su modo al ejecutivo que salga de las urnas en Diciembre, parece que será en Diciembre porque la Congregación de Notables así lo ha decidido. Los palmeros mediáticos del PP (que son cada día más porque hay prebendas que repartir) escriben análisis de poner los pelos de punta.

«Las cuentas públicas se ven beneficiadas por la recuperación, la caída del paro y la reducción de los intereses de la deuda»,  escribe  El País sin firma. Me fío bastante más de la información de Belén Carreño, por ejemplo. Austeridad. Que no falte. Con un capítulo para pagar intereses de la deuda que Rajoy ha disparado a la estratosfera y que otros colegas obvian para decir en cambio que «cae» el costo de lo que debemos.

Como muestra de por dónde camina la realidad: El presupuesto de sanidad recupera un 3,6% tras haber perdido un 34% en 2014. En esto el PP es experto. Lo viene haciendo en los distintos ministerios.

En estos días, Albert Rivera, el líder del  Cambio Sensato, ha declarado que va a proponer un pacto PP, PSOE y Ciudadanos para regenerar España. Lo previsto. Lo anticipé por cierto en Febrero. Cuando buscaron en la despensa a ver qué partido de repeinados de derechas tenían para entre todos anular a Podemos o las candidaturas ciudadanas.

Mal pinta. Son demasiados a apoyar que nada cambie. Diría que incluso puede ir a peor. Tres partidos y gran parte de los medios de comunicación y la docilidad española ¿Hay quien dé más?

Otro juez, el de la Púnica, ha dicho que el asunto le huele a financiación ilegal del PP. Otro más. Financiación ilegal para añadir a las atrocidades que se conocen – hasta por grabaciones – que habrían perpetrado los Púnicos, con Granados a la cabeza.  A Wert lo tenemos enviado a París con un puestazo de embajador ante la OCDE  que incluye piso en una zona de ensueño, coche oficial, servicio y hasta 11 asistentes. Y el sueldo: 10.000 euros mensuales.Y el de su nueva esposa que es la causa del apaño que le han hecho al peor ministro del Gobierno -y mira que era difícil llevarse el galardón-. Ella ya está allí y también con una magnífica remuneración. Reagrupación familiar, qué sensibilidad.

Pues bien, esto es lo que quieren mantener. Reformado. Es decir, que también se apunten a la fiesta los Ciudadanos Sensatos.

La viñeta de Fontdevila. Es así. Se me parte el alma al ver llegar emigrantes y refugiados políticos y ver el trato que reciben de la Europa que los expolió. En cabeza Gran Bretaña, y hay pruebas sobradas de ello, al menos en los museos. Se llevaron mucho más: los recursos. Pues bien, Cameron, el presidente británico, ha pertrechado una ley por la que son reos de cárcel los patronos que alojen a emigrantes sin papeles. Han de sacarlos a la calle. También anuncia que les echará los perros a los que quieren llegar a sus costas por la via francesa del puerto de Calais. Yo creo que esto se parece mucho al nazismo.

Aquí han salido los «no racistas pero…» habituales. A todos ellos, a los culos gordos de tanto sentarse en la poltrona y los beneficios de todo tipo y a los «no racistas» que ven un «problema complejo» en la emigración, les iría mejor que a ellos por justicia el tratamiento que aplica Cameron sin ir más lejos. Porque en esta terrible Europa las cosas van más bien por ahí. El problema complejo es el crecimiento del fascismo y la insolidaridad.

La cretinez también. Esos empleos tan jaleados les daría yo a todos los miembros del gobierno y sus palmeros.

Fontdevila lo expresa con claridad: a los pobres extranjeros ni agua, palos, muerte -es muerte lo que implican algunas medidas-, a los nuestros, a los asalariados, precariedad y limosna. Igual Wert tiene algo que echarles. O cualqueira de ellos.  De momento, nos cargan con demasiadas mentiras. Tragarlas y aplaudir es propio de «La raza de los pobres idiotas».

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Mis libros para tiempos en los que no se lee

… “¡un Despertar! Esa palabra canta, retumba, inunda mi mente como un golpe de gong. No es algo religioso, es vital. Consiste en ser consciente de la realidad”.

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José Luis Sampedro nos dejó “La vida perenne” y acudo a éste, su último libro recién publicado, cuando preciso algo así como sosiego e inspiración. Este 23 de Abril he vuelto a levantarme con el profundo ruido de la corrupción y la desvergüenza que entra por cada ventana que abras al exterior –la radio, las webs de información, menos en algunas televisiones manipuladas-. No, hoy, no todavía.

… pero esa palabra se puede convertir en ruido, en ruido para adormecer, confundir, engañar, persuadir con falsedades o encadenar con creencias”…

Es la filosofía perenne, la reflexión constante, lo que realmente fundamenta una vida personal sólida. “…Seguir oyéndole y seguir aprendiendo con él la difícil asignatura del arte de vivir, esa que nunca se llega a aprobar, pero cuyo aprendizaje es imprescindible para nuestro autodesarrollo”, explica Olga Lucas, su viuda, en el prólogo.

Cada libro que comento en ese artículo merecería cuando menos un largo texto en exclusiva y puede que sea una herejía mezclarlos. Pero en realidad las ideas se fusionan igual en nuestro cerebro y sobre todo el oficio de bombero apagafuegos de esta realidad que nos impone la política española me ha hecho aparcarlos demasiado tiempo sin hacer siquiera una mención. Con lo que necesito escribir “de otra cosa”. No es fácil. Casi oigo lanzar los improperios habituales de las personas decentes al ver la cadena de atropellos diarios.

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Sí, y de esto también hay que hablar. Y escribir.  Los autores de Reacciona volvimos a embarcarnos en “ReaccionaDos”. Sin Sampedro. Con Javier Gállego, Crudo. Buscando razones y salidas a la sinrazón de estos momentos que amenaza con perpetuarse. Zana lo retituló: “El libro que no quieren que leas”. Y hoy Àngels Martínez Castells rescata esa idea y parte de su capítulo. Es excelente.

“Javier Bardem ganó en el 2008 el Oscar al mejor actor de reparto por No Country for Old Men de los hermanos Coen. Fue el primer actor español en conseguir el galardón y lo certificó Price Watherhouse, una de las cuatro mayores empresas auditoras y consultoras del mundo. Desde hace décadas, las celebrities que pisan la alfombra roja saben que gracias a PwC nadie manipula los votos de los miembros de la Academia. Cuando en el 2014 se cumplieron los 80 años de su notariado, la publicidad no pudo ser mejor. Recorrió el mundo la fotografía de Bob Moritz, socio senior de PwC, entregando a Michelle Obama el sobre con el nombre de la ganadora al Oscar a la Mejor Película.

A los presidentes de la PwC les encanta aparecer sonrientes, en público, con la primera dama del mundo o las estrellas de Hollywood, pero utilizan mucho más sigilo a la hora de asesorar a los gobiernos sobre cómo cumplir los requisitos del FMI e implementar la gobernanza de la mano y a gusto de las grandes firmas multinacionales. De forma mucho más discreta, frecuentan Ministerios y Consejerías impartiendo la doctrina neoliberal de la globalización que va minando, con los derechos humanos, los servicios públicos.

La mercantilización de la confianza y el negocio de la precariedad

 Lamentablemente, no todos los encargos a quienes trafican con la confianza del mundo son tan glamurosos e inocuos como actuar de fedatario en la ceremonia de los Oscar. Por ejemplo, el informe “Fatal Fashion” de SOMO denuncia las pésimas condiciones de trabajo de fábricas textiles proveedoras de importantes cadenas de moda occidentales, y acusa a consultoras “independientes” de que, tras numerosas y recientes auditorías y controles, fueran incapaces de detectar las graves deficiencias de seguridad y la precariedad de las estructuras. Tampoco supieron ver las salidas de emergencia bloqueadas en la Ali Enterprises en Karachi o en la Fashions Tazreen Limited de Dacca. Cuando se incendiaron estas fábricas textiles en Bangladesh y Pakistán en el año 2012, murieron 400 trabajadoras. Sin embargo, la Ali Enterprises había recibido el certificado SA8000 sólo tres semanas antes del incendio.”

Si quieres seguir leyendo, házlo aquí. Y mucho más en el libro, con el resto de los autores que, ya digo, subimos a una embarcación con la idea de que no zozobrara, ni ella, ni el país y el mundo al que se dirige.

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Uno de los autores de ReaccionaDos, el juez Baltasar Garzón (que Juez es aunque no le dejen ejercer) andaba escribiendo su propio libro, El Fango, una historia de 40 años de corrupción en España. Una enciclopedia de los casos más sonados con toda la documentación y la reflexión subsiguiente. Todo por hacer y no se planificó bien. El hilo conductor de este período ha sido la impunidad, decía Baltasar en la presentación. Así estamos, sus consecuencias se palpan. Hay que limpiar el fango y acabar con la impunidad. Nos va la vida democrática en ello.

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Esta “Tangerina” de Javier Valenzuela me mira todos los días desde el lomo del sofá donde tengo la pila de libros en espera. No es sitio, sí, lo sé. Pero así los tengo más presentes. Qué curioso, la acción se desarrolla en Tánger, que fue la ciudad que también llenó de color y modernidad a José Luis Sampedro niño. Que ganas de ir allí, al Tánger literario, con el brillantísimo Javier.

Dicen que esta insolencia es fruto de la desesperación: las gaviotas ya no encuentran los peces que necesitan en las esquilmadas aguas del Estrecho, se han convertido en aves carroñeras urbanas. A varios kilómetros del mar, disputan a las ratas y los gatos la basura de los humanos”.

Sé que Tangerina está llena de glamour pero hay veces que de las páginas de un libro salta la idea que precisas para entender la realidad. Tienen esa facultad.

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José Yoldi. Como Javier Valenzuela, otro de los grandes periodistas expulsados de EL País, hoy consagrado a otros menesteres diferentes a los que lanzaron y consolidaron el diario. En este caso, y en otro momento vital, me bebí su libro como “un Millenium”. “El enigma Kungsholm”. Y no es para menos que te salta un shock ya en el capítulo 2. Lo peor es que se trata de una historia real a la que apenas se dio notoriedad –voluntariamente- en los días en los que ocurrió. En la que se entrevén nombres reales entre los personajes. Esta España nuestra. Necesitamos huir en las palabras, para tomar fuerza quizás y volver a pronunciarlas.

anais.bernal

Una gran periodista Ana I. Bernal con poco suerte en el arte de cobrar por lo que se publica en prensa y que no por ello se desanima. Ha publicado «Herramientas digitales para periodistas», muchas herramientas de otro tipo precisan gran numero de ellos. Hablan muy bien de él, lo que pasa es que yo en estas cosas ando no en tartana pero en utilitario sí. Ana es muy rigurosa, seguro que el libro es muy útil.

femur.fani

Voluntariosa como pocas, Fani Grande. Su blog, El Fémur de Eva, pasó a libro. Y ha tenido muy buena acogida, se vende en estos tiempos en los que apenas se lee. Es una literatura que se ve. Posee Fani una mirada muy tangible, como cuando se grapa el hígado, para ver de soportar lo que estamos viviendo. Apasionada por la ciencia –como todo curioso impenitente- busca explicaciones que salen de la investigación para hacerlas más palpables, más claras. Y se documenta con rigor de lo que dice. De los muchos hijos literarios de Fani me quedo con “los polumbis”, unos organismos transparentes unicelulares y polivalentes, increíblemente resistentes e ingobernables, nacidos a  millones “para iluminar a La Humanidad y protegerla de La Estupidez, que es el MAL con mayúsculas”. Y con su descubrimiento de las labores sedantes de cocinar un puerro hasta en su cabellera. Y con saber decir NO, tarea que me aplico en aprender, no sin esfuerzo.

stradivarius.libro

Tengo otro libro pendiente: «STRA-K-AS, historia de una infamia». Su autor es David Otero. Stradivarius en las redes sociales. Y esa calidad y sensibilidad tiene. David escribe contra el tiempo, con el que está librando singular batalla. Profusa y apasionadamente. Contra el olvido.

Sampedro tendrá algo que apuntar a esto, sí. Lo hacía.

«… has de ser aniquilado para abrirte a la Realidad. Morir para vivir; «házte grano de molino», enseña Rumi».

Ha sido saludable pasar este rato de escritura con ellos, con mis amigos, empecinados en comunicar sus ideas y sentimientos, la belleza, en las páginas de un libro. Más aún, en tiempos en los que no se lee.  Mirad las portadas, son peldaños que nos suben hacia nosotros mismos. Que no los rompa el ruido.

Una potente motosierra suena en la calle. Podan. Decía mi hijo ayer «con lo sencillo que era antes el zig-zag de la cizalla».

«Nuestra Época es, entre otras cosas, la Época del Ruido, ruido físico, ruido mental y ruido del deseo… y no es extraño que todos los recursos de nuestra casi milagrosa hayan sido lanzados al general asalto contra el silencio«, busco y encuentro en «La vida perenne» de José Luis Sampedro.

Pero hay silencios que deben romperse. Ya toca volver a mirar qué anda haciendo la gentuza. Con más argumentos y fuerza.

… “¡un Despertar! Esa palabra canta, retumba, inunda mi mente como un golpe de gong. No es algo religioso, es vital. Consiste en ser consciente de la realidad”.

Para matar el ruido, abrir las palabras  y brindar por la vida.

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