La Sala de espera de José Luis Sampedro

 

sala de espera

La sala de espera de José Luis Sampedro tuvo mucha lucidez, adaptación progresiva a las circunstancias, serenidad, mucho cariño y mucho amor. El viaje se había iniciado transcurridos 17 años del siglo XX. Como un río, el río José Luis. Un cauce que tardó varias décadas en encontrar al río Olga. Llegarían a desembocar, ambos, en el MUSA de ironías y complicidades partiendo de realidades tan opuestas que configuran una apasionante historia, testigo de la España y el mundo que les tocó vivir, que nos tocó vivir.

Así, con los ríos, comienza “Sala de espera”, el libro póstumo de José Luis Sampedro, que su viuda, Olga Lucas, ha recopilado con gran respeto por los escritos que dejó su marido. Se inicia con el nacimiento y primeros pasos del río José Luis. El trazado inicial también del río Olga. Ambos los escribieron por su cuenta como un juego. Y apenas nos dejan entrar sino en ese primer estadio que sin embargo es el que diseña las vidas.

La infancia en un Tánger cosmopolita –al que llega la familia por el destino de su padre médico militar- marca decisivamente a José Luis Sampedro. Sus recuerdos evidencian ya su carácter observador y reflexivo, la pasión por los hallazgos. El primero, cuando un niño “escarba el suelo con un palito y saca puñados de tierra, apilándolos al lado”. A José Luis le habían dicho que la tierra es mala, tiene bichos y no se toca. Quedó encantado.

Creciendo se topa con la fascinante historia de su amistad con la niña Odette como en una novela que pidiera nuevos episodios. Como en el diseño de la felicidad.

Lejos de ensoñaciones, José Luis Sampedro es enviado por sus padres a estudiar a un paisaje y una sociedad absolutamente distintos. Como aragonesa, el contraste que relata de Aragón y de Soria, con Tánger, me ha parecido de una rotundidad demoledora. Especialmente clarificadora. De los pasajes más hermosos y precisos que he leído en mi vida. Porque en aquella tierra árida y dura, inapelable, Sampedro encontró “Un mundo antiguo, sólido y compacto sin dudas ni ambigüedades, donde cada cual y cada cosa tenía su sentido y su misión, inquebrantables so pena de sacrilegio”. Un periodo que él recordaba como el paso “de la internacionalidad permisiva a la Edad Media, prácticamente”. Sampedro se esforzó, sin embargo, en comprender ese mundo e incluso extraer sus valores. Aragón volvió a cruzarse en su camino para el encuentro con Olga en el balneario de Alhama. Los sabores fueron mucho más dulces.

El río Olga, Olga Lucas, “nace a orillas del Garona, más tarde es desviado al Elba, luego al Danubio y de ahí al Turia antes de llegar al Jalón para desembocar en el MUSA”. Un periplo involuntario de los que hacen crecer y sufrir. Los daños del exilio perennes en su vida. Olga sería el aclamado niño de La vida es bella de Roberto Benigni, pero el real, cuando descubre la verdad a través de los engaños dulcificadores: a su padre se lo han llevado contra su voluntad y ella se ha dado cuenta. Le enseñará a desentrañar mentiras. Dentro de lo que se puede.

Una niñez y juventud trabajosas, de penurias y esfuerzos, guiada por su valerosa madre, plena de ejemplos edificantes. Una muñeca redentora que conserva y que solo tras leer el libro me ha mostrado. El padre ausente y añorado. Unos ojos despiertos para descubrirlo todo. Y, sí, un día, varias décadas más tarde, el nuevo río, suma de dos personalidades muy especiales, José Luis y Olga, “extraordinariamente limpio, plácido y navegable”. Un proyecto común también, el que ella sabe y debe continuar.

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Fotografías, sus textos manuscritos, un libro cuidado con esmero, de una notable belleza estética, cuya segunda parte son las últimas reflexiones de José Luis Sampedro. En su sala de espera a la que llega “para -explica- concentrarme a gusto en mi permanente afán: hacerme quien soy”.

Y así reflexiona sobre la especie humana, la reivindicación del cuerpo como el todo, la descreencia en el alma. Sobre la palabra, el lenguaje como final de un largo y difícil proceso creador. Están sus reflexiones y ejemplos acerca de la barbarie que acaba por servir de impulsora de nuevas formas. La alerta a esos dirigentes –de oídos sordos- “que no advierten cómo el rumbo de la nave que pilotan la lleva a una dársena de desguace”. “Allí no se hundirá bajo las olas, pero sí la ocuparán otros timoneles y será completamente reconstruida”, dice.

Los últimos textos, los últimos estadios, le llevan a la reivindicación de la relatividad, no sin ironía. Aunque proclame firmezas absolutas. Las escandalosas conductas de los que callan.

Hubo mar y paz en su sala de espera. La inteligencia y brillantez de siempre sin merma alguna. Muchos cuidados. Amor intenso. Felicidad. Lección de vida. El río de sus ideas sigue fluyendo en miles de páginas escritas. Quizás para propiciar muchos otros puntos de partida.

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7 comentarios

  1. Patricio

     /  4 mayo 2014

    Patricio.
    Estoy leyendo el libro……
    ¿Por qué hay tan pocas personas como este SEÑOR con mayúsculas , íntegras, educadas y cívicas en este País?.
    La mediocridad , el ladroneo , la envidia y la mala leche nos está llevando al conformismo y al pasotismo.
    Yo siempre que puedo en las conversaciones de la vida cotidiana pongo como ejemplo a José Luis San Pedro,
    La» sonrisa etrusca» ha sido uno de los libros que más me ha gustado en estos últimos años .
    Es un placer leer sus libros.
    Los de economía también

  2. Reblogueó esto en frangaticapastor.

  3. Una entrañable semblanza. El cariño y el respeto, se desliza sin pausa en cada línea.

  4. francisco gomez

     /  6 mayo 2014

    Si se puede
    y SE DEBE

    Frase del gran Sampedro

    Saludos Paco

  5. Isabel Allende, ponía en voca de unos de los personajes de su novela «La casa de los espíritus», que «La muerte no existe. La gente sólo se muere realmente cuando se la olvida».

    Y su huella, la de José Luís, está ahí, para propiciar que otros recojan el testigo, pues no en vano, «…el río de sus ideas sigue fluyendo en miles de páginas escritas…»

    Saludos.

  6. Joaquín Barceló

     /  6 mayo 2014

    Compraré este libro La Sala de Espera de José Luís Sampedro. Creo haber tenido noticia de este libro hace tiempo, de que se estaba esperando su publicación. Perdona RMA de que aproveche este espacio para comentar tu artículo en El diario sobre las amebas. Lo hago aquí porque no he aprendido a entrar en este diario para hacer mi comentario. ¡¡Que bueno!! Para mi forma de ser y la historia de mi vida, es como dar en una diana, es un tema que desde niño viví con pasión, perdí hasta amigos por oposición a lo que consideraba un opio que dejaba a la gente como verdaderos amebas, como unos autómatas que el régimen de la dictadura utilizaba para adormecer toda reacción y pensamiento crítico a tantas injusticias. Y, con pesar, observo que seguimos en las mismas. Yo acepto que se pueda tener una afición a un deporte, pero en el momento que se conviertan en amebas y sea lo más importante en sus vidas, no lo acepto. Fíjate hasta donde se puede llegar. Conozco a una señora que tiene a sus cuatro hijos en el paro, sus únicos ingresos son los que ella consigue trabajando de limpiadora en casas particulares. Hace unos días me comenta, esta señora, «hoy mis cuatro hijos están en el futbol porque son unos forofos del…» Para mí, inadmisible. Este es solo un caso, pero hoy España esta lleno de estos amebas. Voy a contar otro ejemplo sangrante ocurrido hace unos años a mi mujer y a mi: Un ratero le da un tirón a mi mujer para quitarle el bolso y en el forcejeo entre ambos y el tironero caemos mi mujer y yo al suelo. A mi mujer se le rompieron dos costillas, y aquí viene lo importante del caso; era en el momento que una masa de gente iba directos al campo de futbol para un encuentro futbolístico: NADIE SE DETUVO A SOCORRERNOS, los dos en el suelo y el bolso en poder del tironero que sacó una enorme navaja y como pudimos nos levantamos, llamé al 162 y vino una ambulancia que nos trasladó al hospital. Denuncié el caso en el diario El País, que lo publicó con el título de «falta de civismo». Yo le había puesto el título de «antes el futbol». No desmayo: SE PUEDE Y SE DEBE. Un abrazo.

  1. La Sala de espera de José Luis Sampedro ...
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