Vengo a hablar de mi libro

Estamos en época de ver a diversos personajes –cotizados en el ámbito de las declaraciones– ir a los medios a «hablar de su libro». Se acerca la Navidad y, por tanto, el tiempo de las presumibles ventas para regalos. Un saco bien dispar el «hablar de nuestro libro». Cuando la semana pasada comenté la aparición de uno de eldiario.es en el que participo, un comentario me afeó mi conducta: «estás publicitando un libro». En ese momento pensé que si vendiera cocaína, armas, o globos inflados de mentiras que dañan gravemente a muchas personas, tendría mejor consideración social que si oso informar sobre un libro. Por tomar parte en él tan solo, escribirlo completo es todavía más punible y ya procuro cortarme cuanto puedo. Me atengo a las evidencias, y al doble rasero empleado. Escuchar las decisivas revelaciones de Aznar, Zapatero o algún novelista de bestsellers que se aviene a dar entrevistas como excepción copa titulares, aunque vayan a «hablar de su libro».

Vamos a ser claros: en España apenas nadie vive de la literatura –y hablo de literatura, no de palabras escritas en formato libro–.  José Sanclemente escribió hace tiempo un revelador artículodonde explicaba las penurias que ha de arrostrar quien se atreve a volcar sus ideas en un texto publicable. Ahora las cosas todavía han empeorado más. «Por la crisis», ya se sabe. El caso es que, si el autor es «famoso», cobra un anticipo sustancial, y ahí suele quedar todo. A menos interés mediático, menos anticipo o nada de anticipo. De las ventas se lleva como mucho un 10%… antes de impuestos. Como para comprarse una participación en FCC.

Y, sin embargo, muchas personas se sienten impelidas a volcar en palabras sus ideas y darles forma. Una sociedad –una parte de ella– que hace gala de su incultura y, con grandes dosis de mezquindad, no lo valora. Lo castiga. Salvo… que el autor salga en la tele. O sea susceptible de salir en la tele. O de llenar titulares con mayor o menor afán de distracción.

Andaba yo en esas disquisiciones cuando –casi por casualidad, puede que por intuición– he estado releyendo y redescubriendo espacios recónditos de José Luis Sampedro. Y he constatado que, a través de las páginas escritas, se puede seguir emanando sabiduría, serenidad, criterio, aunque el autor no esté ya en el mundo de los vivos. En Escribir es vivir –en colaboración con Olga Lucas– explica por qué escribía: para vivir. «Descubrirme a mí mismo para descubrir a otros y para encontrarnos todos, para vivir más», argumentaba. Compara al escritor con una vaca. En un pasaje delicioso, cuenta cómo es la que todo lo ve, lo absorbe y lo rumia, digiriéndolo varias veces. «El escritor auténtico escribe con su carne, su sangre, su médula, lo mismo que la araña teje su tela con su propio cuerpo». Es decir, como Aznar o Zapatero recreando la versión de su vida una vez al año en alguno de los casos, ¿no?

La idea clave que, sin embargo, Sampedro ha tenido a bien dejarme para este momento ha sido la que, a preguntas de un periodista, comienza relatando el consejo que el mítico bailarín Nureyev dio a quien quisiera dedicarse al ballet: «Que si puede, lo deje», contestó el artista. «De lo que se deduce –concluye Sampedro– que para Nureyev la única razón seria para dedicarse al ballet erano poder evitarlo«. Es decir, su caso. «Para mí, escribir no es un trabajo; es una necesidad vital. Escribir es un esfuerzo, un esfuerzo tremendo», resumía definiendo exactamente lo que es… la vocación.

José Luis Sampedro escribió Octubre, Octubre durante 19 años. En pocos de sus libros invirtió menos de 4. Y mientras escribía –levantándose a las 4 de la madrugada para ello–, estudió una carrera, trabajó en un banco, ganó oposiciones a cátedra, dio clases, organizó seminarios, estimuló la conciencia de sus alumnos, se casó, tuvo una hija, un nieto. Y sin publicar durante décadas. Es que… no podía evitarlo. No importaba qué fuera a pasar luego con aquellas páginas que tanto habían costado. Y enviudó. Y se casó de nuevo. Y siguió escribiendo irremisiblemente.

A muchos escritores y periodistas vocacionales nos sucede lo mismo: no podemos evitar contar lo que hemos descubierto. Por el medio que sea. Ambas actividades, si son profundas y verdaderas, se asemejan a la pasión amorosa. A la auténtica también, a la que lleva a decir con absoluta determinación: yo lo hago aunque después se hunda el mundo. Y así ocurre o debería ocurrir con las profesiones de servicio público, política incluida.

El desprecio de la cultura, de las ideas, de lo que importa, inmolado lo fundamental en el altar ultraortodoxo del lucro, termina por descomponer a la propia sociedad. Tantas confusiones sobre el valor y los valores no son inocuas. Así que, aquí seguimos. Pasando como importante cualquier transacción de dinero o poder. O como autobombo, la satisfacción de una necesidad que se cree puede servir a alguien más. Nos lo tenemos bien merecido… por no poder evitarlo.

Lo maravilloso es que, en todos los órdenes de la vida, en todos nuestros empeños, esa grandiosa trampa –creer en lo que se hace al punto de que entregarse a ello nos resulte irremediable– es la que termina por acudir a levantarnos cuando cunde el desánimo. En lo que para cada uno sean sus 4 de la madrugada.

*Publicado en eldiario.es

13 comentarios

  1. El destino como fuerza irresistible frente a la inamovilidad que provoca la ausencia de valores ciertos y tangibles (con permiso de Asimov).

    Necesitamos urgentemente recuperar no solo los valores sino también ese concepto épico del destino que tan acertadamente nos mostró Ridley Scott en «Gladiator».

  2. FRANCISCO MOLINA

     /  6 noviembre 2013

    …»la pasión amorosa». Nosotros también te queremos, Rosa, y los que no tenemos ese don, o somos tan perezosos de no intentarlo, necesitamos tus artículos como los enamorados necesitan los besos y las caricias.

  3. Qué quieres que te diga… la respuesta a ese comentario, es un ¿y qué? ¿hay algún problema?

    Este es tu blog, y digo que podrás hacer lo que te venga en gana… Y si no le gusta, pues que no mire…

    Es que últimamente, la gente está de un exquisito que da asco…

  4. Me ha parecido especialmente delicioso este artículo, desde que lo leyera recién colgado en eldiario.es Memorable la anécdota en la que Sampedro explica por qué escribía: «…para vivir. Descubrirme a mí mismo para descubrir a otros y para encontrarnos todos, para vivir más”.

    En algún sitio topé con que «Leemos para saber que no estamos sólos. Y que lo que nos acontece o pensamos, también lo piensan y le sucede a otros». Nada más cierto. Quizás por eso la pasión de escribir. Para descubrirnos a nosotros mismos y para descubrir y ser descubierto por los otros.

    Gracias por escribirlo, Rosa. Un placer.

  5. Patricio

     /  6 noviembre 2013

    Patricio. Un buen libro es un amigo del alma que nos lleva siempre a estar bien con uno mismo y a disfrutar de la vida con los demás.
    ¡¡¡¡GRANDE ,GRANDE, JOSE LUIS SAN PEDRO!!!!!

  6. Miguel

     /  6 noviembre 2013

    Como siempre buen y sensible artículo, Rosa María.
    Si me permites, vamos a seguir siendo claros…¡ En España es difícil vivir…. de la literatura y de todo!..:-)..excepto para los que se dedican a lo que ya sabemos y que también sabemos quienes son.
    En cuanto al tema literario, para muestra, lo del libro que presentará mañana Aznar en Madrid, que posiblemente será un «mini-bestseller» a la española..:-))…. pues como «siempre», seguro que dirá cosas «lapidarias e interesantísimas» para sus incondicionales..¡y para el mundo!…El mundo debe saber que el genio ha parido y hablado.
    Adjunto dos frases típicas de este «genio», es decir, de este ridículo «sobrao» que he leído publicadas en un diario…dice: «Yo no tengo ninguna tentación política en este momento»…luego para redondear con esa chulería tan barata que le caracteriza terminar diciendo: «si yo quisiera desafiar a alguien, lo desafiaría. Si yo quisiera volver, volvería».
    Luego esta otra sobre el intento de golpe de Estado de 2002 contra Chavez (dejando a parte las simpatías hacia Chávez que pueda tener cada uno) dice este crack: «que si hubiera querido dar ese golpe contra él, habría triunfado y no habría continuado como presidente»
    …Si es que, el que vale, vale..:-)
    Sí, con esta fauna es con la que tenemos que bregar…
    Saludos
    PD: En el acto de presentación del libro estará Piqué, ex de exteriores y ahora capo del Círculo de Economía y…. ¡Fidalgo, el ex Secretario General de CCOO !……¡Bien!..:-)

  7. Trancos

     /  6 noviembre 2013

    Está bien, muy bien, que haya gente como Sanpedro y como tú, que no puede vivir sin escribir. Porque hay gente, como yo, que no podemos vivir sin leer. ¿Qué sería de gente como yo sin gente como vosotros?
    Te diré un secreto: hubo un tiempo en que yo quise ser escritor. Mi profe de Literatura me dijo que, para ser buen escritor, primero debería ser un buen lector. ‘Léete esto, y esto, y esto. .. » y cuando terminé, se me habían quitado las ganas de escribir: nunca podría alcanzar a la suela de los zapatos de aquellos genios. Tan sólo a versionar sus obras. Sin mejorarlas. Así que m conformé con leer. No me quejo: estás hablando con uno de los grandes lectores de la Literatura Universal 😉
    Y no te quejes: no habría gente como tú y Sanpedro (que escribe) si no hubiera gente como yo (que lee). Porque nadie es escritor hasta que alguien le lee.

  8. Pripero y como dice Nynaeve, cada uno en su blog, escribe sobre lo que quiere. Y afearle a uno lo que escribe es ir a tocar los h.
    Para los que escribir bien o mal (en mi caso lo segundo) es una necesidad, no de que te lean, sino de poner por escrito lo que te pasa por la cabeza, hacemos esfuerzos contra la pereza, contra el dejarte llevar y contra el sueño para poder explicar lo que uno siente. Si luego alguien lo lee, mejor que mejor.
    Por eso, no deje usted de darnos de que hablar.

    Salud.

  9. Gracias a vuestro esfuerzo, y a que uno va rumiando todo que lee, puedo seguir viviendo.

  10. vavagate

     /  6 noviembre 2013

    Krishnamurti también dice que “el que elige es que está confundido”. El que lo tiene claro y hace lo que siente que tiene que hacer no encuentra otra opción posible y el resultado “pa´l que le guste es bonito”.
    Un abrazo.

  11. Emotivo y precioso artículo, Rosa. Y digo emotivo porque fue emoción lo primero que sentí al leerlo en el diario; bien lo dice aquí el amigo Narbona.
    Una profunda emoción que he ido rumiando sin pretenderlo pero sin poderlo evitar. Caló en mí. Es cierto lo que tan sabiamente expresa José Luis Sampedro y que de manera excelente trasladas en tu escrito.
    Cuando se escribe de verdad, es por esa pulsión interior que nos impele a expulsarlo de nuestro interior. Y bien cierto que es un «enorme esfuerzo», el dolor de un parto.

    Lo otro, lo del ‘negro’, para que su nombre se vea incluido en el ISBN como signo de notoriedad, eso no es ni Escribir, ni Literatura y mucho menos Cultura.
    Los que así lo hacen humillan la creatividad, esa fuerza interior que lucha por plasmarse en palabras, en dibujos, colores, sonidos… que son alimento imprescindible para la sensibilidad propia y ajena.

    Siempre ha sido esta fuerza valor para las minorías. En estos momentos se intenta, incluso, destruirla. Los nuevos ‘valores’ son los de la mediocridad que desde los poderes se potencia. Es preferible no pensar, no cuestionar nada, aceptar lo que los medios nos regalan a través de un entretenimiento infantiloide. Así se nos acaba de robar una de las mejores características de ser humanos.

    Quien anida en su alma ese maravilloso ‘duende’ es una persona elegida por los dioses. Como agradecimiento no debe sino extraer de su interior ese precioso potencial y dejar que los demás podamos también gozar de él.
    Por ello, Rosa, no dejes nunca de escribir. Lo que es una necesidad para ti lo es para nosotros el leerte.

    Un saludo para todos.

  12. rosa maría artal

     /  6 noviembre 2013

    Gracias, sois más majos que ni se sabe. No estaba triste ni era una queja, sin embargo, era la forma de transmitir lo que Sampedro nos ha dejado escrito. Porque además ayuda a levantarse en cualquier decaimiento. Besos.

  13. Descubrí este blog muy poco después de abrir el mío, a principios de este año. Desde el primer momento lo situé entre los imprescindibles. He leído la mayoría de artículos desde entonces. Me gusta la forma directa cómo abordas la realidad, sin medias tintas, sin pretender quedar bien con nadie. Yo mismo procuro aplicar esa máxima en mis posts. He leído ‘Salmones contra percebes’ y lo he recomendado siempre que he tenido ocasión porque me parece un análisis excelente del fraude en el que andamos metidos, pero quizás este sea el artículo con el que más me he sentido identificado. Yo también soy periodista vocacional y siento esa necesidad vital de escribir, de expresar mis opiniones, mis estados de ánimo, de explicar historias… no puedo evitarlo. Saludos.

A %d blogueros les gusta esto: