La Constitución que certificó el fin del Estado social

Se diría que la Constitución española tiene un único artículo, el 2, cuando dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Y luego unos subordinados que lo afianzan.  La indisoluble unidad y las Fuerzas Armadas para garantizarla en el 8. El 4 para fijar los términos de la bandera y poco más. El resto del articulado hoy parece secundario.

Unas élites anquilosadas dictan doctrinas hablando incluso de “fatiga de materiales” para una Constitución que no llega ni a los 40 años de existencia, cuando hay otras varias veces centenarias. La de los Estados Unidos, promulgada en 1787, aprobó una Primera Enmienda ya en 1791 –para garantizar la libertad de expresión casualmente – y otras 9 más el mismo año. Lo que tiene la nuestra como diferencia es que no se toca, frente a otras que se adaptan y se mueven como se mueve la propia vida. Los doctos saberes de la España oficial encuentran el principal fallo de la Constitución en el título VIII: varios artículos que regulan la organización territorial. Volvemos a lo mismo, al artículo único: la indisoluble unidad de España.

Poco se habla del artículo 1 que, ordinalmente, ostentaría la máxima jerarquía: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. ¿Alguien puede mantener que España es un Estado social en lugar de un Estado al servicio de la economía, de las grandes corporaciones, y hasta especulativo?

La única vez que nuestra sacrosanta Constitución se reformó fue en el año de gloria de 2011. Al margen de un cambio de redacción mínimo en 1992. En tres días de agosto hay quien dice que en 15 minutos en realidad – se reformó el Artículo 135. Entre PSOE y PP, entre el entonces presidente Zapatero y el que ganaría las elecciones aquel 20 de noviembre: Mariano Rajoy.  En el epígrafe 3 dice:

 Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la ley de emisión”.

Prioridad absoluta del pago a unos créditos que suscriben los gobernantes sin posibilidad de enmienda. Rajoy ha llevado la deuda a su récord histórico, por cierto. Más de 1 billón de euros y en torno al 100% del PIB. Con la reforma del 135  se maquinó el fin del Estado social. Ya venía avisando, sin duda, y los gobiernos de Rajoy le dieron el remate. Es lo que ocurre cuando las leyes son interpretadas bajo un Estado de derechas, y con grandes dosis de corrupción, que tiende al autoritarismo para proteger sus felonías.

El 135 entró en colisión con varios artículos. No se cumplían y quedaron en papel mojado, con aval. El derecho a una vivienda digna y adecuada. Con un desarrollo que da casi ternura leer, sujetando la indignación. Estipula que “ Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho»   (…)  regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.  Lo mismo ocurre con el deber y el derecho al trabajo dignamente remunerado. O con el pago de impuestos.  Arsenio Escolar adelantó el análisis, ayer, reseñando algunos incumplimientos flagrantes de la Constitución. Con las dramáticas consecuencias que han tenido.

Una Constitución que, como Carta Magna y máxima, debería garantizar lo que dice garantiza y no ser tan selectiva en sus prioridades, según quien manda o influye. Hoy nos encontramos con la salud privatizada aceleradamente, el empleo que no cubre las necesidades básicas a muchas personas por su precariedad. Y a la baja: empiezan a sobrar hasta camareros.  La hostelería está destruyendo empleos a un ritmo desconocido. Cuando no hay dinero, no se consume aunque cante maravillas la propaganda. Las pensiones en el centro de la diana ya sin disimulo. Martillean a diario –ahora diagnosticados por la OCDE – con que España paga a demasiadas personas que les da por vivir mucho tiempo y una cantidad mayor en porcentaje que otros países. De unos sueldos inferiores históricamente. Pero, eso, como tantas otras cosas no se cuenta.

Defiende Rajoy “el gran proyecto que es España” y que “algunos” no quieren ver, secundado y jaleado por sus medios concertados, por sus socios, cuando no hay sino mirar la realidad. España, de tanto no ser ya un Estado social, se ha vuelto un Estado de economía especulativa.

Noticia del día. Baleares anuncia las guarderías del futuro: 1,5 metros cuadrados por niño y sin luz natural obligatoria. Ofrecen solo servicio de custodia, no educativo. La Rioja y Murcia tienen normativas parecidas. Almacenes de niños pobres. Quizás se arme algún revuelo y se retrase su implantación, pero es a lo que vamos. Su hijo puede ser uno de ellos, su nieto. Ciudadanos de primera y de segunda desde la cuna. Las guarderías públicas de 0 a 3 años son eterna promesa electoral, permanentemente incumplida.

¿Se han fijado en la cantidad de niños que van tosiendo por los lugares públicos? Un médico comentaba hace unos días en Radio Madrid, de la SER, que uno de cada diez niños acude a clase con la merienda y un inhalador broncodilatador en la mochila. Los niños son muy sensibles, sí, pero no a ese punto. La contaminación y lo que llaman “pobreza energética” está haciendo estragos en la salud de niños y adultos.

Carne de cañón para un mundo que ya publica sin sonrojo,  normaliza, el comercio de órganos. La venta, por dinero en consecuencia. Y avanza cuánto se paga por un riñón o un corazón. El mundo del sálvese quien pueda, literalmente.  Y que se configura como el modelo ultraliberal del futuro. Cuesta creer que haya tantos millones de seres cegados por la bandera del artículo único. Pero los hay, dispuestos a despeñarse por un acantilado si es preciso.

“La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Todos. Lo dice el artículo 1, también. Sería exigible un voto responsable por el bien común. Derechos, libertades, criterio, andan en precario.

Se acercan unas elecciones en Catalunya con candidatos encarcelados o fuera de España. Con la Junta Electoral prohibiendo el color amarillo y ordenando retirar carteles con las palabras Libertad y Democracia, escritas en catalán naturalmente.  Con Cospedal, número 2 del PP,  declarando con su desparpajo habitual: “hemos convocado elecciones para que ganen los constitucionalistas”. Su líder en Catalunya lanza una campaña política al grito de “A por ellos”. Refuerzos más jóvenes pero tanto o más conservadores cantan a dos voces el eslogan del mercado: “el Procés se va acabar”. Como criados con el anuncio de Wipp Express de los 90. Un olor a búsqueda de poder, sin más, se extiende por múltiples rincones del tablero político.

¿Fatiga de materiales en la Constitución? Cansancio de una esclerotizada élite que apaga todo pulso de imaginación y de empuje. Las crónicas de la jornada festiva nos hablarán de los destacados asistentes, de los corrillos sin cámaras. Tampoco esta vez hablarán de nosotros.  Sí de lo que “nos hemos dado”, y nada de lo que nos han quitado. Algo cambiaría si las cruzadas nacionales y los artículos 155 para los incumplidores se dedicaran al artículo 1 de la Constitución, a «los valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».

¿Son más tontos los españoles que los alemanes?

El sábado muchos llenamos el depósito de gasolina. Y nos encendimos –no literalmente aún- al comprobar que habíamos alcanzado un nuevo récord en su precio: 1,52 euros el litro de 95 octanos. Nuestro amigo Manuel, un ingeniero de telecomunicaciones español que trabaja en Alemania, la había pagado a 1,54 en un surtidor al lado de su casa en Munich. Nunca la diferencia ha sido tan escasa, dijo.

 Manuel gastaba la mitad de su sueldo en el alquiler de su piso en Madrid, en Alemania la tercera parte. Los sueldos allí vienen a duplicar los españoles, pero en absoluto se da esa proporción en costearse los servicios fundamentales. En Madrid pagaba 650 euros de alquiler, comunidad incluida, en el barrio (popular) de La Elipa. 50 m² con uso y disfrute de un patio de luces. En Munich son 750 euros, por 72 m², con balcón, y en una zona próxima al centro. Munich es una de las ciudades más caras de Alemania, más que la capital, Berlín.

 Entre agua caliente y calefacción, Manuel invierte al año unos 600 euros y en luz 320. 28 euros x 12 meses. La tarifa es fija y se basa en estimación a principios de año que se ajusta después si se ha gastado algo más o algo menos. Las continuas subidas y el abrumador IVA han situado estos recibos en España en la estratosfera. En Madrid es normal tener que desembolsar 240 euros de gas y 200 de luz (por dos meses) e incluso cantidades superiores. Desde Extremadura y Almería llegaron referencias: 70 euros mensuales solo por la luz. Recordemos que Bruselas aún pide más subidas y más recortes para los españoles. Con los sueldos más míseros (junto a Portugal) de la UE15, anterior a la ampliación al Este.

 La Hacienda Pública alemana ingresa más dinero en impuestos, pero son más progresivos. Quien gana, paga, aunque compensa en el cómputo. Pagar más por ganar mucho más, siempre sale a cuenta. Las capas medias españolas ya cotizan casi lo mismo que sus equivalentes allí, sin las mismas contraprestaciones. Ni mucho menos. Alemania dedica el 30,7% del PIB a este fin. España venía invirtiendo el 20,7% pero Zapatero lo fue subiendo hasta alcanzar el 25,7% en 2010. Entonces llegaron las recetas neoliberales y comenzó a bajar. No hay datos oficiales aún del destrozo causado por el PP en estos apartados, pero todos sus recortes (los miles de millones succionados) han ido encaminados precisamente a disminuir lo que el Estado redistribuye entre sus ciudadanos en políticas sociales.

 El llamado eufemísticamente “gasto” social –para que duela- se dedica, por ejemplo, a los subsidios por desempleo, a la sanidad (donde invertíamos 2 puntos menos que la media comunitaria con excelentes resultados de eficiencia). Y a otros apartados que, por cierto, resultan paradójicos. Quien nos diría en este país tan amante de “la familia” que se presupuesta en medidas para su protección (maternidad y paternidad, o guarderías, por ejemplo) un 6% mientras la media europea era del 8%.  Habrá que ver en que subsuelo ha quedado ahora tras el –inacabado- ciclón PP. La familia digo, no  “la famiglia” que está boyante como sabemos. O la vivienda y exclusión social al que dábamos un 1,8% frente al 3,6% comunitario.

 Los ejemplos son múltiples y vienen de lejos. Tanto en Alemania y otros muchos países –a favor de los ciudadanos- como en España -en contra-. Durante años nosotros pagamos las tarifas más caras de la UE en telefonía móvil o en las eléctricas. Las bancarias sin duda. Con el acceso a la vivienda más costoso a pesar de que la base de los tipos de interés viene marcada “de Europa”. Muchos lo avisamos pero los españoles seguían viviendo en el limbo. Distraídos con los globitos que gusten poner ante sus ojos. Hay gente que se pelea por la unidad de España -mentar Cataluña es echarles un gato a los ojos-  o por el “y tú más”. Simplifican con aquello de la  “herencia” del PSOE al que ven causante de todos los males del averno. Con ellos también camparon a sus anchas los poderes fácticos –y nada lo excusa- pero ahora asistimos a una aceleración sin precedentes. Y, sobre todo, hay gente, mucha gente, que pasa sus días siguiendo tan solo el rastro de “la pelota” o viendo cómo se zambullen, cantan o se pelean los famosos. O cómo discuten periodistas en los debates de entretenimiento con propagandistas ideológicos que osan también llamarse “periodistas” haciendo saltar en sus tumbas a todos los que han muerto por ejercer dignamente esta profesión.

  Se paga muy caro no vivir en un país civilizado. Lo peor es que la factura de unos pocos o unos muchos la abonamos todos. Nos contaba Carmela Negrete en este diario que Alemania está poniendo coto a las ayudas a los que llegan de fuera con problemas. La austeridad también ha invadido a la propia Alemania, dado que de hecho la marca para toda la UE como fin último la “religión” de su canciller Angela Merkel. Era ese dinero del gasto social del que hablábamos. Por ahí se empieza a cortar siempre en las políticas neoliberales, hasta que no quede un resquicio, hasta que sea lógico ver morir a alguien porque no puede pagarse su sanidad. Las empresas mercantiles funcionan buscando rendimientos, atajando el déficit a costa de lo que sea, de los ciudadanos que la sostienen con sus impuestos incluso. Y en eso ha convertido esta chusma impune los países.

 Pero, no nos engañemos, con la colaboración entusiasta de los ciudadanos.  ¿A que a los votantes descerebrados también les gustaría pagar, como Manuel, 600 euros por calefacción y agua caliente y 320 de electricidad al año? Es que a votar se acude leído. Un respeto por ellos, no dejan de oponerme ¿por los que fastidian a todos? Asombroso.

 No, los alemanes no son más listos que los españoles. Tampoco los habitantes del resto de la Europa civilizada que gozan de similar respeto –éste sí- de sus gobernantes y desde hace años. ¿Por qué? Porque se hacen merecedores de él. Únicamente son… más ciudadanos.  Conscientes de sus derechos y obligaciones por tanto, buscando el bien común. Y desde luego no se dejan engañar con patrañas antológicas como sucede aquí ¿Tiene remedio? Complicado, siglos de mala educación nos lastran. Y, por este camino, solo nos espera la profundización del esquilme y  la estafa. España necesita un urgente master en ciudadanía.

*Publicado en eldiario.es donde puedes seguir leyéndo los comentarios por ejemplo…

A por el Estado del Bienestar

Paso a paso y sin pausa se está desmantelando el Estado del Bienestar que tanto nos costó conseguir. España –que aún permanece casi seis puntos por debajo de la media europea en “gasto” social- no conoció jamás las prestaciones de las que muchos de nuestros vecinos disfrutan. Los países nórdicos a la cabeza, Alemania o Francia invierten –incluso con gobiernos conservadores- mucho más en sus ciudadanos. Es decir, revierten en ellos los impuestos que les cobran. Del aire no vienen los dineros.

Las comunidades abren un debate sobre el copago, las del PP naturalmente, avanzan los titulares abriendo paso a lo que ha de llegar. Copago en sanidad y educación, ha dicho el Presidente de Murcia.

“Los defensores del copago argumentan que, cobrando una cantidad simbólica por estos servicios, se reduciría su demanda porque la gente no abusaría de ellos. Tal vez sea así en la Sanidad, aunque no creo que compense: pocos van al médico por gusto, ese pago simbólico –por pequeño que sea– no supondrá lo mismo para todos y nos arriesgamos a que algunos enfermos mueran por ahorrar tres pesetas. Sin embargo, ¿quién “abusa” de la Educación? ¿Qué clase de copago reduciría la demanda en los colegios sin provocar graves problemas de exclusión social?” escribe al respecto Ignacio Escolar.

Nos están vendiendo lo nuestro ante nuestra indiferencia. ¿De quién es el dinero público? Reacciona contiene todo un capítulo dedicado a ello. Porque lo asombroso es que asistamos al expolio tan contentos e incluso utilizando los mismos “argumentos” que nos inoculan. “Es que va mucha gente al médico”. Pocas ganas dan de hacerlo por capricho, al menos en la cada vez más masificada e impersonal sanidad de Madrid, gestionada ya por empresas privada en busca del lucro y privado, el suyo. En cuanto a la educación, la mala calidad de la española es la causa fundamental de que se carezca de información y criterio siquiera para saber y no oponerse a estos atropellos. ¿Copago para la educación? en vena y gratis habría que inyectarla.

Y, ya os digo, estamos -hoy como siempre- a la cola de Europa en inversión social (es más adecuado llamarlo así). Del eterno furgón de cola, ya se han bajado los viejos compañeros: Grecia y Portugal. Por detrás de España sólo quedan seis países del Este (Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania) y Luxemburgo. Hasta ahora, hasta hace un tiempo en realidad, la sanidad española podía presumir de eficacia pese a disponer de menos fondos que otros países. Pero también se quiere acabar con eso. La apisonadora neoliberal camina imparable. ¿Es imparable?

El hartazgo de los griegos

 Los ciudadanos griegos están muy hartos. Con una poderosa historia que nos ha marcado a todos, sigue siendo el país al que las estadísticas siempre sitúan “a la cola de la antigua UE” (ingresó antes que nosotros, en 1981). Cuando hablamos de sueldos precarios, de gasto social, siempre hemos de añadir respecto a España “salvo Portugal y Grecia”. Los tres países sufrimos largas dictaduras fascistas que frenaron  el progreso que estaba experimentando Europa. Los tres tienen ahora gobiernos socialistas (como me apuntó, excluyendo el resto de las coincidencias, aquel economista aficionado que llevaba el volante de un taxi). Hoy una huelga general ha paralizado Grecia Y el Gobierno griego acusa a la UE de doble moral y a Italia, Francia y Bélgica de falsear también sus estadísticas. Interesante. Se rebelan ciudadanos y Gobierno.

 En España. Francisco Camps declara una cuenta con 900 euros y la mitad de un piso de 110.000. Gana 80.000 euros anuales como Presidente de la Generalitat, más pluses y dietas. El sastre que le hizo los famosos trajes, declaró que le había tomado medidas en el Hotel Ritz de Madrid donde se alojaba (y que entonces no tenía las habitaciones de oferta como ahora “por la crisis”). A sus síndromes debe añadir el de “cenicienta” y necesitar acudir a un palacio cuando uno sale de un hogar modesto, casi un chamizo dados los precios de la vivienda en Valencia. Ahora bien, la habitación en el lujoso hotel la pagan los impuestos de los ciudadanos, no su tarjeta de crédito personal. El portavoz del PP en Las Corts, ve «normal» que declare tan exiguo saldo en la cuenta corriente, porque «cuanto más tiempo lleva uno al servicio de los ciudadanos más dinero pierde«.  En Valencia no hay huelga general, ni de votos.

   Pero llega un día en el que los sufridos ciudadanos se hartan. A los griegos, la dictadura del “mercado” les podría hasta echar de la UE. Y nosotros tenemos las barbas en remojo, por muchas que sean las diferencias estructurales. La receta liberal la marcan en la práctica (además de parcialmente el ejecutivo socialista) tipos como Camps, como Aguirre. Es que la intentan obligar a poner en práctica al Gobierno griego. Hay que aprender de los ejemplos. Lo malo es que en España el hartazgo se manifiesta de una forma extremadamente drástica. Porque según estamos viendo –post anteriores y comentarios- fascistas y golpistas envalentonados por las encuestas están saliendo, sin pudor, del armario, llamando a los temibles «salvadores de la Patria». Pero también ocurre, también lo vemos, que un sector cada vez más amplio de la sociedad está llegando al límite de su paciencia. Será instructivo ver cómo acaban los griegos su batalla.

Permuto Valencia por Dinamarca y Madrid por Suecia

Fiel a mi idea de que la mejor forma de aprendizaje es el contacto directo y ponerse en el lugar del otro, hace tiempo que vengo pensando en una solución revolucionaria para arreglar algunos de nuestros problemas y, colateralmente, solucionar otros ajenos. Se trata de un experimento por el que se permutaría Valencia por Dinamarca y Madrid por Suecia. Atiendo a las cuestiones más urgentes. De resultar positiva la prueba podríamos estudiar nuevos intercambios.

La Comunidad Valenciana cuentan casi con el mismo número de habitantes que Dinamarca: unos 5 millones de personas. El primer aspecto positivo sería que en Dinamarca los valencianos se encontrarían mucho más holgados, dispondrían de casi el doble de territorio, 43.000 Kms. cuadrados, frente a 23.000. Un pasado histórico de solera les es común, y a ambos les baña el mar. Claro que allí son el Mar del Norte y el Báltico de temperaturas gélidas, pero dicen –no sé si está probado- que el frío curte. Más de 400 islas, la mayor parte despobladas, inmensos terrenos para construir y especular, ahora que el litoral valenciano está saturado de ladrillo. Tendrían que acostumbrarse, eso sí, a residir en un paisaje armónico, con un urbanismo elegante y bien diseñado.

copenhague

Los valencianos cobrarían allí 3.250 euros (ése es su salario medio, el más alto de la UE y con pocas diferencias sociales). Pagarían también precios algo más elevados, aunque no más de un 10% de los que tenemos en España. E impuestos superiores al 50%, el 60% para los millonarios, (En España la media es 34% y 42% para los más ricos). A cambio dispondrían de grandes medidas sociales, porque allí el Estado gasta en los ciudadanos el 30% del PIB, mientras nuestro país sigue estando a la cola de Europa con un 21%. Yo creo que en el aspecto económico rentaría el trueque a los valencianos.

Deberían aprender todos inglés, en Europa no puede uno moverse sin este idioma.  «Educación para la ciudadanía», sin objeciones y en el idioma propio. Y otros horarios. Entrar a trabajar a las 9 y terminar a las 4 por ejemplo, con un bocadillito en medio, sin dos platos, postre, café y pacharán.

Pero también compensa todo esto:

Dinamarca es el segundo país más pacífico del mundo según Global Peace Index en 2008. Su capital, Copenhague, está considerada por la revista Monocle como la mejor ciudad para vivir en su Top 20 Most Livable Cities Chart. Asimismo, está clasificada como una GaWC Ciudad cultural mundial, siendo tercera en Europa occidental, sólo sobrepasada por Londres y París.

En cuanto al clima, en verano se quitarían de agobios, y en invierno, desde luego, se pelarían de frío. Y el sol, nada de la maravillosa luz Mediterránea, en invierno apenas lo ven y en verano no se esconde, el muy ladino, casi en todo el día. Pero eso con unas buenas persianas, puede paliarse.

Son algo menos tacaños que los suecos, aunque tampoco dilapidan el dinero. Ambas partes -españoles y nórdicos- pueden aprender para obtener una media aceptable. Porque podíamos dejar algún danés allí para hacer más fácil el tránsito.

Con todo, lo más positivo, lo que me inclina a proponer esta permuta es que Dinamarca fue el país menos corrupto del mundo en el año 2008 según Corruption Perceptions Index. Y, además, que la sociedad tiene arraigados una serie de valores democráticos que defienden a ultranza: la igualdad, la libertad de expresión y los derechos humanos, el respeto al ser humano, la solidaridad y la responsabilidad hacia la comunidad, tanto en la vida social como en la familiar. Ya sé que en Valencia, en España, también, pero allí es norma de vida profundamente interiorizada por la sociedad. Insisto que estoy hablando de un primer estadio de las permutas.

Prácticamente los mismos valores y circunstancias –algo más de gasto social incluso- comparte la vecina Suecia. Con 9 millones de habitantes –que no sé cómo meteríamos en Madrid-, nos brindarían un inmenso territorio de 449.964 Km², en el que tanto Esperanza Aguirre como Alberto Ruiz Gallardón serían realmente felices por las posibilidades de inversión que ofrece. Ahora bien, ambos, Camps y Rita Barberá también, se verían obligados a vivir con mucha mayor austeridad y, especialmente, con mayor control incluso ciudadano. Cualquiera tendría acceso a su declaración de impuestos.

    Los nuevos madrileños nórdicos dispondríamos de los mismos gélidos mares que nuestros nuevos vecinos valencianos, pero playa al fin y al cabo, lo único que le falta a Madrid para ser maravillosa. Habría que hacer, desde luego, un esfuerzo por manter las calles limpias, asfaltadas y con las señales de tráfico bien pintadas. Cuando vinieran las visitas no podríamos tener las ciudades como está nuestra capital.

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Altísima inversión en innovación y tecnología, tanto en el sector privado como público, y auténtica pasión por el cuidado del medio ambiente. A acoger con cariño y respeto a los emigrantes –salvo excepciones- ya estamos acostumbrados en Madrid, pero la experiencia sueca nos serviría porque ellos llevan haciéndolo desde los años 70. Allí fueron buena parte de los arrojados por las dictaduras latinoamericanas. De hecho, es uno de los países que más interés tiene por el idioma español que se estudia incluso en las Universidades. Un problema que veo es que en Suecia prima la educación pública, pero ese aspecto es subsanable. En seis meses, pienso que algo cambiaría la mentalidad. Porque digo yo que será el aire o el agua lo que forma los criterios. No puede ser otra cosa.

Y lo mejor: un puente entre Dinamarca y Suecia, que en 15 minutos te sitúa en el otro país. Valencianos y madrileños podríamos compartir las nuevas experiencias. Por ejemplo, la de respetar el tráfico y desplazarse en bicicleta que es tan sano. Y tan barato. O que, en lugar de «ayudar»  a su mujer en casa el día que les viene bien, tienen que afrontar a partes casi iguales el cuidado de los hijos y las tareas del hogar.

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Esto es un primer esbozo del proyecto de permuta. Y ya es demasiado extenso, podemos profundizar en la idea. Al mismo tiempo, prestaríamos a los nórdicos en España espontaneidad, el gran arte de la improvisación y un saber vivir –aunque sea endeudándose en nuestro caso-. Aprenden rápido. Un año a prueba. Eso es todo. Me quedo pensando y mirando el mar Báltico.

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Quince razones para acudir a votar

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 1) Nuestros sueldos son un 25% inferiores a la media después de la ampliación al Este. De la Europa de los Quince sólo superamos a Grecia y Portugal. Excepto los ejecutivos, que son los quintos mejor remunerados de la UE.

2) Trabajamos 2 horas mensuales más. Y disfrutamos 3 días menos de vacaciones anuales. A la cabeza, Francia con 38 días por año. Y sin puentes zanahoria.

3) Nuestra productividad, eso sí, es un 15% inferior. Los descabellados horarios –abrir por la tarde cuando otros cierran- pueden influir, además de la falta de planificación, en un país con sobreabundancia de puestos directivos.

4) Los impuestos se sitúan en la media de la tabla, pero –a pesar del considerable aumento de los gobiernos Zapatero- invertimos siete puntos menos en gasto social que la media.

5) Ocupamos uno de los primeros lugares… en fracaso escolar.

6) El 60% de los españoles no recicla la basura. Media UE 41%.

7) Sólo el 36% de los españoles conoce otra lengua distinta de la materna. Por debajo, únicamente  los británicos que justo hablan inglés, el segundo idioma del resto. La media europea está en el 56%.

8 ) Pagamos las tarifas más caras de ADSL y telefonía móvil.

9) La rentabilidad de los fondos de pensiones en España es un tercio de  la de Suecia.

10) El 31% de los jubilados españoles roza el umbral de la pobreza, debido a sus bajas pensiones. Ahí sólo nos “supera” Chipre.

11) La vivienda se ha abaratado en el Reino Unido el triple que en España, después de los pinchazos de sus burbujas inmobiliarias.

12) En toda Europa se estudia sin problemas “Educación para la ciudadanía” y son legales la píldora postcoital y el aborto en diferentes plazos. Salvo en Malta que lo prohíbe y en Irlanda que sólo se admite cuando existe riesgo de muerte para la madre.

13) Europa no tolera la corrupción de sus políticos. El último ejemplo: Gran Bretaña.

14) A pesar del actual ascenso de la extrema derecha en la UE, Alemania pena con cárcel la apología de su dictadura nazi y se esfuerza en borrar todos sus vestigios. Y Francia condena a su Le Pen por minimizar el nazismo.

15) En Europa, el terrorismo es asunto de Estado, ningún partido lo utiliza políticamente.

¿No sería deseable, por tanto, ser REALMENTE europeos?

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