Una ola de dignidad recorre el mundo

Humores varios me recorren hoy. En mi caso, el cansancio intenso suele inclinar la balanza al pesimismo. Para quien quiera pisar una realidad, enlazo –sin más- el vídeo que recoge la bochornosa actitud de una tal Maite Huerta, la candidata del Partido Popular de L’Alfàs del Pi (Alicante), cuando trata de impedir que una discapacitada (y extranjera) vote. Hay unas cuantas cosas más en la actualidad de este tenor.

Pero una ola de dignidad recorre el mundo -mal que les pese a apoltronados varios-  y es lo que prefiero destacar. Mi impagable amigo Paco Altemir (de ATTAC), me envía la reacción del director de orquesta Ricardo Mutti ante lo que a tantos en realidad nos está ocurriendo. Sucedió hace ya un par de meses, pero se está difundiendo más ahora, seguramente porque empieza ya a haber muchas más personas que no se callan.

 Celebrando el 150 aniversario de la creación de Italia como tal, en la Ópera de Roma, con Berlusconi en el palco de honor, mientras caían notas anónimas de protesta a la platea, se pronunció más o menos de esta forma:

« Ya no tengo 30 años, y habiendo vivido mi vida como un italiano que ha viajado extensamente por todo el mundo, me avergüenzo de lo que está sucediendo en mi país. Así que acepto su solicitud de interpretar de nuevo «Va Pensiero». Esto no es sólo por un sentimiento patriótico, sino porque esta noche, cuando yo dirigía el coro cantando » Oh, mi país, hermoso y perdido» , pensé que si nosotros continuamos así, vamos a matar la cultura que ha construido la historia de Italia . En este caso, nosotros, nuestro país será realmente » hermoso y perdido . »

«Va pensiero», el coro de los esclavos de Nabucco, es una canción emblemática en Italia. Aunque se refiere a Babilona, para ellos está unida a la reunificación de su país en lucha contra la opresión de los Habsburgo. La ópera, de Verdi, fue escrita justo en aquella época, 1840, y simboliza la búsqueda de la libertad de las personas.

Avanti Ricardo Mutti, coro… y espectadores, a los que el director italiano invita a unirse para cantar «juntos»…

La revolución árabe y las redes sociales

Vivo expectante y emocionada la rebelión que se gesta en el mundo árabe. Por muchas razones. Una de ellas, por cuánto se parece a la que derribó el Muro de Berlín hace poco más de 20 años a la que tuve el privilegio de asistir en directo. Para cuando Alemania del Este, la RDA, cayó, ya lo habían hecho gran parte de sus vecinos: una llama prendió en un reguero sembrado por todo el suelo de influencia soviética, en el corazón de sus ciudadanos sobre todo. Igual está sucediendo en el Magreb primero, en Egipto ahora. Túnez ya ha expulsado a su dictador, mientras hierve Egipto, y se mueven Argelia, Yemen, Jordania…

Todos los muros los derriba el ansia de libertad. Y de justicia. Y de dignidad. Y, también, el hambre o la penuria y la riqueza mal repartida, tan relacionada con los anteriores conceptos. Se está dando una importancia desmesurada a “las redes sociales” en la revuelta árabe. Como os he comentado alguna vez, me encuentro a caballo de dos mundos que quieren hacerse antagónicos sin serlo: “creadores versus internautas”, decía hace nada la ministra de cultura. Como si los “creadores” se comunicaran por señales de humo, escribieran en papiro o elaboraran música con latas. Frente a ellos, los herederos de Luis Candelas, van a ver cómo les chupan la sangre porque todo lo quieren gratis. O se unen en la indignación sorteando censuras. Es muy peligroso esto de las “nuevas” tecnologías. Hay mucha gente, intelectuales incluidos, gobernantes -que es lo que peor- que no entienden Internet, y, como no lo entienden, le tienen miedo. Y temen perder el control. Y extienden su miedo para atemorizar a la población, con el único deseo de no perder su poder.

Cuando cayó el comunismo no había ni móviles, ni casi teléfonos fijos en aquellos países sojuzgados. Pero igual se enteraron sus ciudadanos de qué les pasaba y qué querían hacer. Porque, insisto, hay un deseo irrenunciable cuya carencia se hace insoportable: la libertad. Y con ella, repito, justicia y equidad, dignidad. Y hay, también, otra sensibilidad humana inscrita en los genes que busca comunicarse con los otros, especialmente cuando sufre y ansía, cuando ve una salida.

¿Qué las redes sociales han mejorado la comunicación? Vaya si lo han hecho, de forma portentosa. Por eso quieren coartarlas desde el poder. Menudo riesgo los ciudadanos unidos y hablando entre sí. Pero solo es un instrumento. Empleado por realidades diversas.

En una impagable conferencia que dieron Ramón Lobo, la presidenta de la Casa árabe de Madrid y Javier Valenzuela, para presentar el libro de este último, Javier dijo que las dictaduras se derriban en la calle, con sangre y con muertos –y bien lo están sabiendo tunecinos y egipcios-, no haciéndose “amigo” de tal o cual iniciativa en una página de Facebook. Ahora bien, para comunicarse y unir voluntades es fantástico.

Es la sociedad en Red la que está logrando encontrar resquicios al sistema del atado y bien atado. Wikileaks es un ejemplo. Ciudadanos asiduos de este blog, sin ir más lejos, están intentando también detener la ejecución del embargo de la casa de José Luis Burgos en huelga de hambre contra el Banco de Santander. Sorteando el entramado oficial.

Hace 20 años intuí que tan podrido estaba el Muro de Berlín por su fachada oriental como por la occidental. Acribillado por los mercados neoliberales y todos sus sostenes, ese otro cerco que nos aprisiona engrosó su basura en dos décadas hasta apestar desde lejos, y muestra hoy la inmundicia de sus cimientos. Llegará también el día en el que sus víctimas reaccionarán. Es nuestra hora. Con redes sociales o con tambores de montaña a montaña. Es que, normalmente, los humanos con dignidad la reivindican, más pronto o más tarde.

Cólera y desencanto

 Un artículo mío, hoy, en Público. De nuevo afloran sentimientos ante la situación que vivimos, pero con la esperanza de que -racionalmente- podamos reconvertirlos:

La búsqueda egoísta –y extrema– del bien individual como motor de progreso y democracia ha revelado fallos insostenibles, materializados en un profundo desequilibrio social que cada crisis acrecienta. O en el aplastante poder decisorio de una cúpula que no ha sido elegida por los ciudadanos. Estalló como revolución burguesa y con la libertad, la igualdad y la fraternidad por banderas. Contribuyó a alumbrar el laicismo que organiza la sociedad independientemente de las confesiones religiosas. ¿Qué queda hoy del viejo liberalismo?

  Los problemas de España, los de Grecia, los de Europa, los de la sociedad mundial, se libran en pisos sin ventanas de un edificio inestable que resta perspectiva al ciudadano anónimo para enjuiciar la situación. Aun así, puede ver y palpar, si quiere, desde un desigual reparto de nutrientes y severas dietas económicas, a la más arbitraria atribución de responsabilidades por la crisis. Y tampoco se equilibra el sistema. Ese que nos lleva a engullir, como natural, que más de 4.000 millones de personas –la mayoría de la población–, malvivan o incluso mueran literalmente de pobreza.

El “sistema” obliga a tomar medidas al poder político y la democracia no parece disponer de capacidad para atajar sus abusos. En febrero, una cena en Nueva York reunió a los gestores de los mayores fondos de inversión de alto riesgo, los hedge funds –espoleta de la crisis–. Les congregaba urdir un plan para depreciar el euro. Por primera vez, que recordemos, los comensales hicieron declaraciones públicas: “Esta es una oportunidad para ganar mucho dinero”, aseguró a Wall Street Journal Hans Hufschmid, antiguo ejecutivo de Salomon Brothers y actual directivo de GlobeOp Financial Services. Y… la moneda europea ha bajado su cotización frente a la norteamericana.

Jacques Juliard, periodista e intelectual francés, advertía entonces, en Le Nouvel Observateur, sobre las consecuencias de un naufragio del euro: “Cascada de quiebras comerciales e industriales, desbordamiento del paro, ascenso de regímenes populistas o dictatoriales”. Concluyendo: “La factura de la crisis de 1929 fue la II Guerra Mundial. Aprisionada entre Al Qaeda y Goldman Sachs, dos amenazas diferentes pero complementarias, la democracia tiene el deber de poner los medios para defenderse”.

El “sistema” suele saldar las recuperaciones de sus más graves tropiezos con la merma paulatina del empleo, el poder adquisitivo y los derechos sociales en los países desarrollados, e incrementado las ganancias de las empresas que sobreviven en este cruel Monopoly jugado en escenarios reales. Hay un dinero privado que no entiende de obligaciones fiscales o patriotismo, si encuentra mano de obra barata (tercermundista o local), u osadas fuentes de especulación e influencia.

Los ciudadanos comienzan a sufrir un drástico ajuste –que afecta a sus vidas– por la crisis que no provocaron. Los españoles ya perdimos un 4% del poder adquisitivo de nuestros precarios sueldos en la década 1997/2007 –la del milagro económico–, según datos de la OCDE. Hoy, el descenso nos sitúa cuatro puntos por debajo de la media comunitaria que incluye a los mal pagados países del Este, en estadísticas de la Comisión Europea. Y, ni aun así, somos ya competitivos. Ni asalariados, ni autónomos. Basta pasear por uno de los innumerables centros comerciales para leer en las etiquetas: fabricado en Marruecos, en Bulgaria, en India. La variable china, con su inmenso mercado de trabajo, introduce un elemento nuevo en esta crisis. Cualquier empresario sabe que puede pagar 50 o 60 euros al mes en lugar de 600 o 1.000 en España.

Seguir la senda que nos ha llevado al desastre parecería la decisión más errónea. Pero no sólo persistimos en ella, sino que brindamos la más amplia colaboración. Los grandes autores de ciencia ficción anticipatoria no osaron imaginar una sociedad de individuos entregado al consumismo voraz, encandilados con su botín, pero arriesgando su propio dinero y su estabilidad. Más dependientes y vulnerables, por ello, que los epsilones de Huxley con todas sus necesidades materiales cubiertas. ¿Quién induce tal ceguera? Otra neolengua, como la que ideó Orwell, logra ya anular el pensamiento crítico, el gozo de pensar y decidir. Y, paradójicamente, en aras de una libertad quimérica.

Desencanto, pesimismo, desconfianza, cólera, peligrosos gérmenes de potencial violencia indiscriminada crecen, sin embargo, en la sociedad. No era el objetivo al delegar nuestra soberanía. Abandonado por los políticos a quienes entregó su mandato, el ciudadano (mentalmente adulto) sabría qué hacer: vaciar la casa, airearla, limpiarla a fondo, pintarla, planificar una nueva ordenación que erradique los agujeros por los que escapa el dinero y la capacidad de gestión. Y, desinfectando cada objeto, volvería a colocar lo necesario para vivir adecuadamente. Todos.

Más democracia y devolver al individuo la fe en sí mismo y en la búsqueda del bien común, recuperando su papel y su dignidad, se perfilan como caminos positivos. En periodismohumano.com, Sam Daley-Harris, premio Nobel de la Paz, aportaba estrategias básicas: “Dejar de pensar que no hay soluciones. Dejar de pensar que no importa lo que hagamos. Dejar de pensar que puede que haya soluciones, pero que no dependen de mí. Dejar de actuar en solitario. Buscar a otros, buscar un grupo”. Una sociedad global y más intercomunicada que nunca posee el poder de regenerar a cualquier poder.

Más democracia

El cirujano de hierro, como otras entradas del blog, ha suscitado un enconado debate en los comentarios, aunque –también como es habitual- templado y, en mi opinión, enriquecedor. Una evidencia diáfana: no nos gusta “el sistema”. Con mayor o menor fortuna, la mayoría lo expresamos así, en un continuo cuestionamiento de cada postulado que es lo que caracteriza el pensamiento crítico. Ése que con tanto ahínco se combate porque es el que puede lograr cambios.

Es cierto que la sociedad tiende al maniqueísmo en todos los niveles, rojos y azules, buenos y malos. La constatación de la realidad se convierte en ataque que procede del bando contrario, todo es subjetivo. Y no es cierto: ahí están cada día los abrumadores datos del desastre –y no sólo del desastre-. Lo peor es que la crítica al sistema de los ingenuos, de los independientes, de los seres libres, es utilizada a menudo por los medios organizados para arrimar el ascua a su sardina. Hay quien quiere, desde luego, desestabilizar el sistema para hacerse con su control y utiliza a los descontentos. Estimo que muchos aquí lo que pretendemos es mejorarlo, estimulando con la constatación de los errores su solución.

Un preso político cubano, Orlando Zapata, ha muerto en una cárcel de La Habana, tras 85 días en huelga de hambre. Fue capturado en 2003 en una redada que condenó a 75 opositores a largas penas. Nos cuentan periodistas de toda solvencia que Orlando, de 42 años y raza negra, ni siquiera pertenecía a ese grupo, era un espíritu libre que se rebeló contra las injusticias. La diplomacia no ha logrado nada para esa aberración dictatorial que encarcela las ideas y Orlando Zapata ha fallecido el mismo día en el que el meritorio Lula llegaba a Cuba, en apoyo al régimen.

China, la dictadura comunista/capitalista, es el sistema al que mira de reojo el neoliberalismo para lograr mayores beneficios económicos. Las autoridades chinas sojuzgan a más de mil millones de personas. El país ostenta el record de ejecuciones del mundo con más del 80% del total. Pero también hay rebeldías que, de momento, se siguen castigando con la  muerte.

Le sigue en el ranking precisamente Irán, otro país que ha saldado con pena capital las protestas a sus elecciones fraudulentas. Y el poder económico no osa meterse ni con China ni con Irán.

Y sin embargo desde democracias establecidas tenemos todo el derecho a quejarnos de cómo funcionan. Estamos en el mismo barco y no clonados. El Muro de Berlín me enseñó que nada ni nadie puede enclaustrar eternamente la libertad, y la historia de la Humanidad que tampoco se puede mantener sine die la injusticia. “Ningún imperio ha pervivido, decía mi querido José Luís Sampedro, las revoluciones las hacen los pequeños”. Llegan los hachazos de la eterna Edad Media, es verdad, pero la humanidad termina por ir hacia delante. Al menos, por desbordar los controles.

Vivimos momento críticos, en mi opinión y en la de muchos de vosotros, sobre todo por esa sociedad autocautiva que no reacciona. Pero por primera vez estamos comunicados, somos «Ciudadanos en Red”. Por eso los poderes se empeñan con tanto ahínco en cercenar la vía de Internet. Los españoles ya dedican más horas a Internet que a la controlada (para el sistema) televisión. Lo grabamos el otro día para “1001 medios” con Enrique Meneses. El maestro recordaba el baldío intento de encerrar en las manos la arena del desierto en la que, pese a todo, tantos se han empeñado.

Más democracia. Es la única solución posible. La real, la de la participación ciudadana, la del control social de unos políticos que parecen haber olvidado de donde vienen, por qué y para qué. Y confianza en nuestra fuerza, que no nos autoderrote el desánimo por la tarea pendiente. Centrados en el fondo, no en la hojarasca con la que, continuamente, pretenden distraernos.

Todos los ministerios reunidos para elaborar leyes Sinde

      Visto el increíble éxito de crítica, medios, equidistancia y público, de la Ley Sinde, los distintos ministerios del gobierno, se encuentran reunidos para elaborar nuevas normas legales siguiendo el mismo brillante modelo.

    Bibiana Aído, apura las horas -con una gran ronda de cafés- en el Ministerio de Igualdad, para crear de inmediato una Comisión. Todos los acusados de maltrato a la mujer, dispondrán de 4 días desde la formulación de la denuncia, para presentar alegaciones. Si no les da tiempo –que no les dará-, o se da cualquier otra circunstancia de las tantas que se producen en España en cuestión de Justicia y gobernanza, el maltratador será encarcelado y quedará a la espera de juicio durante el tiempo habitual (años).

   De igual modo, todos los acusados de machismo, serán encerrados y apartados de la vida social, hasta que se vea la causa. Media España en chirona.

   Pérez Rubalcaba y Caamaño no duermen esta noche, ni dormirán en unas cuantas. Cuatro días después de que alguien sea sospecho de corrupcíon ¡A la cárcel! Ladrones de todo pelaje, violadores, pederastas, narcotraficantes ¡todos entre rejas a los 4 días de ser mentados! Aquí entran políticos y jueces arbitrarios y prevaricadores… todos apartados de sus cargos, y encerrados, hasta que demuestren si había motivo o no.

   Los periodistas que conspiran, manipulan, incluso los que no informan –porque atentan contra el derecho fundamental de la sociedad a la información- ¡a la trena!, o clausurados e inhabilitados.

   Y, sobre todo, quienes tengan aspecto de terrorista. La Comisión de Interior –en este caso- patrullará las calles para decidir, según su particular saber y entender, quienes tienen mala pinta y merecen ser considerados culpables, a la espera de que demuestren su inocencia. En España, como en China habrá que demostrar la inocencia, nada de que la justicia pruebe su culpabilidad.

  Quienes atentan contra el medio ambiente… ¡ahí está Elena Espinosa formando su Comisión cediendo horas al sueño!

  Celestino Corbacho medita su Comisión, que sea presentable, digna, homologable, para paralizar a todos aquellos empresarios que están destruyendo empleo y no creándolo. A los Bancos que no facilitan créditos. Se halla reunido con la Ministra de Economía. Ambos toman decisiones conjuntas, en unión de la Vicepresidenta. La primera, inhabilitar a las dos vicepresidentas, y al tercer vicepresidente porque ni sabe que Comisión formaría. Y también a los ministros que no están formando su Comisión y su ley, salvo a José Blanco que para eso lo aprueba el PP. En cuanto llegue el PP al gobierno, por cierto, se autoinhabilitarán ellos solos.

   Enterado de las intenciones de sus colegas, Manuel Chaves ha corrido al Ministerio/vicepresidencia de política territorial y afina varias comisiones: para descartar de la escena pública a vascos y catalanes (cediendo a las presiones del Partido Popular) y a todos los causantes de las disfunciones que jalonan este país. Todos a la calle, o, mejor, a esperar encerrados un juicio que llegará cuando toque.

   Beatriz Corredor, tiene ya lista su Comisión para sacar fuera del mapa a los que obstruyen el acceso a una vivienda digna infringiendo el derecho que nos otorga la Constitución.

   Ángel Gabilondo, afila sus medios para poder apartar a quienes obstruyen la educación en España que tantos pesares nos cuesta. No ve la hora de lograrlo, y Sinde ha marcado el camino. Con Zapatero al mando del buque, con esa cincuentena de brillantes autores afamados en tres cuartos de mundo, remando. Secretamente se propone deportar a Sinde, porque cultura y educación están muy unidas.

  Trinidad Jiménez, mujer sensata,  sabe que, pese a lo que parezca, le ha tocado la papeleta más difícil: ha de inhabilitar –por supuesto con su  Comisión- a todos los ciegos que pilotan nuestros destinos, a todos los –entre ellos- enfermos de soberbia y autocracia.

   Queridos míos, sin Internet desde luego, pero nos vamos a quedar solos. Solos y juntos. Usaremos señales de humo para comunicarnos que eso no es aún motivo de sanción –entra en el acervo cultural de nuestros gobernantes-. Es duro aceptar una ley como la Sinde/Zapatero/Autores de la SGAE, pero ¿y lo bien que va a marchar este país con todo lo que sobra para que funcione?

  Actualización 9/1/2010:

   Malas noticias para la Ley Sinde. Nicolás García Rivas, catedrático de derecho penal, publica en El Correo, un interesante análisis. Entresaco el nudo de la cuestión:

…»Sin embargo, el sistema explicado por el ministro parece ideado por un enemigo del Gobierno o, lo que es peor, por los asesores de las entidades gestoras de los derechos de autor.

En efecto, aunque Caamaño ha calificado reiteradamente la propiedad intelectual como derecho ‘fundamental’, lo cierto es que la descarga ilícita de contenidos protegidos afecta sólo a derechos ‘patrimoniales’ de los creadores, que carecen por completo de esa categoría. Por muchas vueltas que le dé el Gobierno, el cierre de una página ‘web’ es una medida restrictiva de derechos individuales que debe adoptarse con los criterios previstos en nuestra legislación para este tipo de asuntos.

Sin embargo, para sorpresa de cualquier jurista, el Gobierno ha decidido aplicar a estos casos el procedimiento de tutela de los derechos fundamentales, que nuestra legislación arbitra a los ciudadanos cuando un órgano administrativo lesiona sus derechos. En una pirueta jurídica de escaso recorrido (el Tribunal Constitucional lo derogará, a buen seguro), el Ejecutivo da la vuelta a la cuestión y sostiene que el propietario de los derechos de autor debe ser tutelado por el órgano judicial ante la conculcación de sus derechos (‘fundamentales’) por un particular.

La Constitución no lo permite. Por el contrario, el derecho a la libertad de expresión del propietario de la página ‘web’ sí podría protegerse mediante ese procedimiento ante una intromisión ilegítima de la Administración (por ejemplo, la Comisión de Propiedad Intelectual). Se trata, claramente, de un fraude de etiquetas».

  Los reunidos en los ministerios, aunque no suelen leer estas cosas, han sido avisados. Tras unos minutos de titubeo, han dicho al unísono (en cada sede por supuesto): «Nosotros afrontamos delitos, no defensa de intereses patrimoniales, nosotros queremos detener las disfunciones, que España marche. ¡Seguimos!-2 Y ahí continúan trabajando en sus Leyes y Comisiones.

Libertad, manoseada palabra

Es una de las palabras que contaría con los dedos de una mano como mis favoritas –con libertad, amor, justicia, esperanza y ética, quizás me salieran algunas más-. Porque las palabras están llenas de contenido. Quienes lo saben, tratan de vaciarlas, para manipular y dejar a la población sin referencias. Hace tiempo que se estudia la tergiversación semántica. Hoy coincidía en el diagnóstico Manel Fontdevila en Público.

Pues bien, en tiempos de la exaltación máxima de la «libertad«, nos van a hacer entrar en los aviones tras pasar por un escáner que nos desnuda. Las peores bombas -o las igual de mortiferas- del huidizo y casi incontrolable –al menos por estos medios- terrorismo se han colado en trenes y metros que no gozan apenas de medidas de seguridad. Se trata nada más que de aportar la sensación de ella, o de miedo –el miedo es el máximo instrumento de control social-. Y de paso favorecer a algún vendedor de los aparatos.

   Y también se hace urgente cortar los hilos de «La Red«, no vaya a ser que los ciudadanos se comuniquen entre sí y espabilen e igual lleguen a actuar.

Pues bien, Juan López de Uralde y otros tres compañeros de Greenpeace, llevan 20 días en una cárcel de la civilizada Dinamarca, tratados como perros, según afirma el afectado, por haber irrumpido en la cumbre de los inoperantes mandatarios del mundo diciendo: “Los políticos hablan, los líderes actúan”. El Gobierno español, por cierto, ha tardado 19 días -que se haya informado- en preguntar a su colega nórdico qué pasa. Y la oposición política y mediática tampoco se exaspera porque no hay un patrón privado cuyo negocio preservar, y -para los retenidos- los guardianes daneses son mucho mejores y más de fíar que los somalíes. Escarmiento ejemplar a quien se sale del tiesto enarbolando la justicia y la verdad.

Pediremos libertad para los líderes que actúan –los de Greenpeace, organización de acreditada solvencia-, frente a los políticos que callan, censuran y encarcelan.

Será de 19.00 a 20.00 horas ante la embajada y consulados daneses. En Madrid, Calle Serrano, 26 –en obras-.  En el cruce con Jorge Juan, al lado del Museo Arqueológico. Para otras poblaciones, aquí está la lista.

Cauces para la libertad de expresión

Múltiples voces alertan hoy sobre la pérdida de la libertad de expresión, en el Día Mundial que las Naciones Unidas señalaron, ya en 1993, para reivindicar la Libertad de Prensa. No estoy muy segura de que ambos conceptos sean sinónimos: expresión y prensa. La prensa sería el cauce de la expresión -como algo organizado que termina siendo empresarial- de una libertad que atañe a todos los ciudadanos.

Estoy totalmente de acuerdo, total y apasionadamente, con el principio que inspiró a la ONU: “fomentar la libertad de prensa en el mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática». Comparto también con muchos compañeros las noticias y opiniones que hoy hablan de los periodistas muertos en el ejercicio de la profesión –reales, fallecidos y enterrados, no entelequias-, de los encarcelados, de los cercenados y autocensurados, de las trabas –económicas sobre todo- que padece el periodismo actual, de la precariedad laboral, pero pienso que eso no es todo.

Porque nunca ha habido en la sociedad mayor libertad de expresión que ahora, un más intenso deseo de comunicar ideas y sentimientos por todos esos medios que consagran las pautas legales en teoría. Veamos:

Articulo 20.1.D Constitución española: Derecho a comunicar o recibir información veraz por cualquier medio de difusión. (Acotado, en el 20.4, a  derechos de otros).

En la conservadora y aún no aprobada Constitución Europea, se estipulan menos límites, sin embargo, y resalto que “no permite injerencia de autoridades publicas”, ni fronteras. También respeta “la libertad de medios de comunicación y su pluralismo”.

¿Se cumplen estos preceptos? No demasiado. Veraz y libre no es precisamente buena parte de la prensa. Y el poder siempre va con la guadaña y las vallas restringiendo y encerrando en un reducto lo que se le escapa de las manos. Pero apenas lo logra. Miles, millones, de páginas en Internet nos cuentan noticias, reflexiones, todo ciudadano puede abrir un hueco para decir lo que piensa. Y los intentos oficiales por acallarle no prosperan, ni creo que lleguen a hacerlo porque el fenómeno es imparable, por mucho que se empeñen –que lo hacen-. Si una columna es censurada, como acaba de ocurrir, Internet la publica y la difunde.

Causa y consecuencia, los medios tradicionales son hoy emporios financieros dedicados a ganar dinero como objetivo prioritario, el periodismo en ellos es secundario, podrían fabricar embutido de igual manera. Pero la libertad de expresión se escapa por todos los resquicios que deja el sistema.

En realidad estamos sobreinformados. Y muchas veces sin rigor, porque el periodismo sigue siendo una especialización, no todo el mundo puede operar a corazón abierto sin formarse, no todo el mundo puede informar a los otros, pero sí expresarse como le venga en gana. Aunque, insisto, estamos sobreinformados. Apenas se leen, en realidad, otra cosa que los titulares por tanto, casi no hay espacio en el día para tanta noticia, tanta opinión. Los medios tradicionales ofrecen media docena y repetida hasta el aburrimiento. Internet diversifica hasta la anécdota. Se precisa una brújula (o un periscopio 🙂  ) para orientarse en la gran Red.

Ése es el fenómeno a estudiar. Hay mucha más información que nunca, mayor libertad de expresión que nunca, más ganas de ella, pero ya no tiene cauces mayoritarios. Esos siguen perteneciendo a las grandes corporaciones que, por reacción y por interés, trivializan las noticias. Nunca, aunque parezca paradójico, ha estado la sociedad menos informada en realidad, menos comprometida. Justo lo que deseaba el poder.

Un ejemplo. Reparo en la noticia más leída esta mañana en El mundo. Prometedor titular: “Poesía, rendición y sentencia”. ¿Se ha vuelto loco el mundo?, me pregunto ¿ha despertado?… poesía… rendición… sentencia… ¡Hablan de fútbol!

Todo el sistema mundial está en crisis y no creo que los parches solucionen el problema. Una guerra como sucedió tras los esparadrapos que no curaron las heridas del crack del 29, una pandemia auténtica que se nos lleve a la mitad de los humanos, hoy más que nunca sería necesario el periodismo. Crítico, documentado, de investigación, movilizador, pero se escurre por los agujeros del colador, nos escapamos, sí, pero hacia el sumidero. Y apenas sólo queda la masa: el sistema tan cual es, tal como lo quieren desde arriba quienes se benefician de él.

¿Libertad de prensa? Sí, desde luego, totalmente. Pero sobre todo: libertad de expresión, que nos engloba a todos. Encauzada. ¿Quién lo hará? ¿Se puede hacer? Habría de ser con otras estructuras para no acabar en lo mismo. A situaciones nuevas, nuevos métodos. Y que la sociedad que tanto busca, profundizara, abriera los ojos y reaccionara. Lo tiene difícil, la verdad. Pero lo necesita.

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