El valor democrático del voto

Hoy es un día para pensar en el valor democrático del voto, a la vista de los comentarios suscitados por la dimisión de Francisco Camps. Y acudo a un reconocido demócrata con cuyo criterio coincido en este punto y muchos otros.

José Luis Sampedro escribe en Reacciona:

 «¿Democracia? Es verdad que el pueblo vota y eso sirve para etiquetar el sistema, falsamente, como democrático, pero la mayoría acude a las urnas o se abstiene sin la previa información objetiva y la consiguiente reflexión crítica, propia de todo verdadero ciudadano movido por el interés común. Esos votos condicionados por la presión mediática y las campañas electorales, sirven al poder dominante para dar la impresión de que se somete al veredicto de la voluntad popular expresada libremente en las urnas. En ocasiones, como se ha visto, sirven incluso para avalar la corrupción. Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento».

Únicamente apostillo que yo confío menos en la ingenuidad o mala información de algunos votantes, y me inclino a creer que quien vota corrupto -además de desinformado- tiende también a la corrupción en su propia vida.

España necesita no sólo erradicar la corrupción, sino la tolerancia a la corrupción que es, en definitiva, la que permite la primera.

¿No hay alternativa al neoliberalismo?

Antoni Domènech y Daniel Raventós, catedrático y profesor, respectivamente, de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, firman en El País una apasionante tribuna que titulan «Cuestión de alternativas». Entre otras cosas, ambos son miembros del Consejo Científico de Attac-España y redactores de la revista política SinPermiso

 «En el debate sobre el estado de la nación se repitió una vez más el viejo mantra: no hay alternativa a las suicidas políticas procíclicas de austeridad fiscal neoliberal impuestas a los pueblos y a los Parlamentos europeos por los mercados financieros internacionales y la incompetente troika del BCE, el FMI y la Comisión Europea. A despecho del afán por desmarcarse de las políticas que llevaron al PSOE a la catástrofe electoral del 22 de mayo, el nuevo candidato, Rubalcaba, no pudo menos repetir la misma cantilena: en lo fundamental, no había otra opción. ¿Es verdad?

Supongamos que lo fuera. Eso significaría, por lo pronto, que todas las revueltas y protestas sociales presentes y venideras, pacíficas o violentas, que están creciendo aceleradamente en todo el continente -acampadas, manifestaciones, huelgas generales-, estarían condenadas a estrellarse contra una pared inamovible. Y significaría que cualquier posible decisión parlamentaria contraria al dictado de la troika se estrellaría contra la misma pared.

Quedaría, a lo sumo, tratar de «explicar» al pueblo doliente, y pretendidamente ignorante, la idoneidad de esas políticas sin alternativa posible; «hacer pedagogía», como les gusta decir de consuno a tertulianos y políticos de orden, esos de los que, como diría nuestro fallecido amigo Manolo Vázquez Montalbán, nunca se sabe de dónde sacan pa tanto como destacan.

¿Qué hay que explicar? Que la política sin alternativa es ella misma, y por sí misma, y por eso mismo, una amenaza a la pervivencia de la democracia en Europa, como acaba de advertir el nada alarmista premio Nobel de Economía Amartya Sen desde las páginas del diario The Guardian el 22 de junio de 2011. Que la sola idea de una austeridad fiscal «expansiva» es una ignorante ilusión nacida de la destrucción de la teoría macroeconómica acometida por académicos a sueldo y cabilderos varios en las tres últimas décadas, ese «periodo oscuro», de olvido premeditado y banderizo de conocimientos sólidamente adquiridos por las generaciones anteriores, como han repetido hasta la saciedad otros dos premios Nobel, Paul Krugman y Joseph Stiglitz.

En suma: que la política económica «sin alternativa» no es propiamente una alternativa creíble -ni siquiera desde sus propios supuestos normativos-, sino una ofensiva en toda regla contra la soberanía y el bienestar de las poblaciones trabajadoras europeas e incluso, posiblemente, como ha advertido la ONU a propósito de Grecia, contra los derechos humanos tout court. Una ofensiva que no puede sino traer consigo ruina, dolor, desigualdad y conflictos sociales de creciente pugnacidad y consecuencias imprevisibles»….

Artículo completo en El País.

La sociedad infantilizada

Público, me publica en Dominio Público -valga- este artículo:

Ilustración Enric Jardí

Autoridades, expertos varios y medios informativos se ven en la obligación de advertirnos que conviene a la salud consumir alimentos frugales, tras habernos excedido en comidas copiosas. Del mismo modo, cada verano nos indican que, cuando hace calor, resulta beneficioso situarse en la sombra, beber líquidos o usar ropas ligeras. Diezmada la población por su empeño masivo en correr el maratón, con abrigo de plumas y gorro de lana, a las 3 de la tarde, y con 44 grados a la sombra, o por salir a la intemperie, en invierno, con una camisa mojada a las 5 de la madrugada, había que tomar medidas. Existen indicios de que se han inspirado en la baja mortalidad que registran perros, gatos y el resto de la fauna en similares circunstancias, pese a no poseer el don supremo de la palabra y el entendimiento. Dirigidos y permanentemente alarmados, desviada la atención sobre los asuntos cruciales, los humanos contribuimos de forma entusiasta a la misión de asustarnos y obedecer.

El siglo XXI parece haber alumbrado una ciudadanía que precisa tutela y motivación para afrontar el más nimio esfuerzo, salvo fiestas y gestas deportivas (ajenas a su intervención). Atados a hipotecas y créditos, al sueño del triunfo fácil, los afectados por la crisis reaccionan con pasividad inusitada a ese atropello a la lógica que ha constituido el desarrollo de la hecatombe financiera y las medidas de ajuste que decreta, en connivencia o sometimiento de los políticos. “Quienes pueden hacer que creas en absurdos pueden lograr que cometas atrocidades”, avisaba Voltaire. Incluso para uno mismo. O lo que es peor, para todo un colectivo que ha de cargar con la rémora de los bebés mentales.

José Ortega y Gasset reflexionaba hace casi un siglo sobre el nacimiento del hombre-masa, hijo del progreso técnico y tecnológico sin precedentes que se estaba registrando. El filósofo español ya veía que la sociedad no alcanzaba similar nivel de desarrollo. La búsqueda del dinero y de la “utilidad” había empobrecido lo que él llamaba la conciencia moral para producir, decía, un ser vulgar, consciente y orgulloso de su condición, exigiendo su derecho a la mediocridad sin ninguna cortapisa.

En 1913 José Ingenieros, médico, sociólogo y filósofo argentino, se había expresado en parecidos términos en El hombre mediocre. Alguien que no lucha por ideales sino que, incluso, los combate porque afectan a su estabilidad, y se vuelve “sumiso a toda rutina, prejuicios y domesticidades, para convertirse en parte de un rebaño o colectividad cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente”.

Dudo que ambos pensadores llegaran a sospechar lo que habría de venir: los terribles istmos ideológicos que sacudieron el mundo y una guerra extremadamente cruenta, de la que se salió, como reacción, con los mayores avances en el reconocimiento de los Derechos Humanos que nunca se habían dado. ¿Cómo permitimos que destruyeran la obra? Lo hicimos nosotros. Con nuestro silencio. A cambio, nos han dado el exacerbamiento del llamado libre mercado y la precariedad económica para la mayoría de la sociedad, con la merma de los logros duramente conseguidos. El enaltecimiento del yo individual que, sin embargo, quiere sentirse “como todo el mundo”, la inacción y la inmadurez colectiva con fuertes signos pueriles.

El cambio sustancial que trajo nuestra época…

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Tiempos de héroes

Se llama Bernie Sanders y es un senador independiente por Vermont en pacto electoral con el Partido Demócrata de EEUU. Tiene 69 años y es el único político que se declara allí abiertamente socialdemócrata. Pese a las enormes dificultades para sortear el bipartidismo norteamericano, Sanders mantiene en su Estado el 65% de apoyo popular.

Sanders ha estado hablando en el senado durante 8,30 horas seguidas en contra de la prolongación de las bajadas de impuestos de Bush, entre ellas las que benefician a los ricos. Las ha impulsado Obama, junto a Clinton y junto a los republicanos, unidos todos como una piña. Este viejo luchador fue el disidente. Su largo parlamento trataba de impedir la aprobación de la prórroga.

Dicen que no es un “filibusterismo” en el más estricto sentido -una técnica de obstrucción parlamentaria constitucional en ese país-, pero mucho se le parece. La web del Senado estadounidense se colapsó para oírle clamar contra el poderío de su país que sin embargo desarma a las clases medias.

Paul Krugman analiza hoy en El País lo que implica la medida impulsada por Obama: “El presidente está sentando las bases fiscales para que se dé otra situación de rehenes de aquí a un año”. Obama había tachado de “puristas” a quienes le apoyan pero se oponen a esta decisión fiscal. Con matizaciones, el premio Nobel de Economía concluye:

La cuestión es que, al mostrarse más enfadado con sus preocupados seguidores de lo que lo está con los secuestradores, Obama ya está dando muestras de debilidad y dándoles a los republicanos buenos motivos para creer que pueden conseguir otro rescate. Y se puede dar por hecho que actuarán en consecuencia”.

Tendremos que preguntarnos muy seriamente qué diablos está ocurriendo en el mundo que no nos han contado ni, aún, los papeles de wikileaks. Está rendición incondicional con la sociedad servida en bandeja a no sabemos quién, ni por qué, el hambre para hoy y la penuria para mañana. Entretanto sabemos que no todos se conforman. El 60% de la población estadounidense –ésa a la que se califica de tonta en Europa- está que trina por la claudicación de Obama a los privilegios de los ricos. Qué vamos a contar que no sepamos y suframos. Contemplamos con admiración y envidia una Constitución (todavía) en vigor que permite cosas tan hermosas como el “filibusterismo”, unas Cortes parlamentarias que permiten la disidencia, unos políticos que la ejercen.

¿Nos informan, por cierto, de todo esto los telediarios? Igual merecería le pena. Sobre todo en los que, presuntamente, son públicos (bien común) y no persiguen intereses privados. Pero, hombre, si hasta disponen de anécdota de ésas que entretienen y una película histórica para apañar una lucida pieza audiovisual.

En “Caballero sin espada”, un pardillo, léase idealista, ejerce el filibusterismo magistralmente dirigido por Frank Capra e interpretado por James Stewart. Claro que fue en 1939 que la economía estaba bien fea, dónde va a parar. Claro que también ahora hay políticos como Bernie Sanders. En EEUU. Y lo que emociona ver a esos héroes aislados que se llevan todas las tortas, con perdón, y que solo parecen triunfar en las películas.

http://www.youtube.com/watch?v=kH9_qeCwwP4

La corrupción destruye la democracia

Comencemos por repetir que el enriquecimiento de servidores públicos a costa del dinero de todos no es una práctica lícita y admisible, no es “normal”, como la perversión del lenguaje y las costumbres ha generalizado. La corrupción pública quiebra la democracia. Resoluciones de la ONU, de la UE, del Consejo de Europa y de numerosos estamentos internacionales están evidenciando esa realidad y llamando a atajarla. “La corrupción es incompatible con la democracia y, por tanto, aquella hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema”.dice Carlos Jiménez Villarejo, primer fiscal anticorrupción español.

La lectura de los periódicos esta mañana –sólo de hoy- demuestra que las tramas corruptas en España van 20 zancadas por delante de cualquier ficción literaria –en la que dolorosa y gozosamente a un tiempo me hallo-. Por más que Cospedal, la secretaria general del partido al que cada día le nacen indicios allá donde haya tocado poder diga lo contrario, es demasiada presunción de inocencia no reparar en que existen investigaciones policiales y judiciales, conversaciones grabadas, vídeos incluso, palabras textuales y bolsas con dinero corrupto contante y sonante. En muchos casos grabados por los mismos que sobornan que no se fían ni de su padre.  

Para abrir boca veamos un vídeo del soborno de un empresario a un concejal del PP de Orihuela. Investigar este tipo de cosas, atenta contra la democracia, según Cospedal. Que se produzcan no, que se investiguen y sobre todo se publiquen.

Pues señor, además de que la policía implica en Gürtel a más aforados del PP ahora en Castilla y León, o que el PP ganó la alcaldía de Orihuela gracias a Fenoll, el empresario de las basuras que tiene gorilas y chimpancés saltando por los cascotes, la declaración judicial –ante un Juez (Pedreira) como su propio nombre indica- de un ex abogado de Correa revela los pasos clásicos de la trama.

  • Amistades de envergadura para empezar: Aznar y su yerno Agag. Presuntas amistades, por supuesto, para presuntas influencias y presuntos delitos, que sin embargo dejan ganancias nada presuntas, de las que se tocan con las manos.
  • Sociedades de variopintos y vacíos nombres para operar.
  • Y una vez trincado el dinero público, de todos, a evadirlo para el propio disfrute en paraísos fiscales.

Lo cuenta en detalle al juez, Luis de Miguel que fue abogado de Correa en el exterior. Y dice El País:

“El abogado llevaba asesorando a Correa desde 1999. A raíz de un delito fiscal de uno de sus clientes, el juez Garzón ordenó en 2002 un registro en su despacho en el que aparecieron documentos comprometedores para decenas de multimillonarios españoles por evasión de ingentes cantidades de capitales al exterior. Correa era uno de ellos. Ese informe aún no está desclasificado, pero figura en el sumario”.

“Según De Miguel, tras tomar contacto con Correa y su primo empezó a crear sociedades en la Isla de Nevis y luego en otros países con opacidad fiscal. De Miguel fue administrador único de algunas de las más importantes sociedades de Correa, como Easy Concept, Inversiones Kintamani y Caroki, SL, así como de la famosa Orange Market, que en Valencia dirigía Álvaro Pérez, El Bigotes…”

¡La isla de Nevis! ¡En las Antillas! Conozco allí personalmente alguna que sólo tienen un hotel y cuatro casas para los lugareños. Concretamente, en Nevis se encuentra uno de… los 10 mejores hoteles del mundo, según Travel & Leisure. Éste. Nevis no llega a 100 km2 de extensión, con 12.000 personas por toda población. Y dispone de ese hotel y de «sociedades» para rentabilizar, entre otros, el dinero corrupto español, al parecer. ¿Dónde? ¿en los garitos de las playas?  Pedreira hace lo que está estipulado: enviar “comisiones rogatorias”. Ya han encontrado 21 millones de euros albergados por Correa en Suiza. Algunos países no están colaborando, dice el Juez. Así está organizado el asunto, sí. Si quieren colaboran, y sino no. Y si colaboran pierden negocios sustanciales.

 Que nadie se engañe. Todo esto no es “normal”, ni lícito. Ni algo para enterarse y encogerse de hombros. Es uno de los agujeros por la que se está desmoronando la democracia. Y, mientras, una encuesta de “La Razón” acerca al PP a la mayoría absoluta en intención de voto. Prueba palpable de cómo se ha deteriorado ya el sentimiento crítico y responsable de la sociedad.

Cacerolada

Al PP le ha crecido una –presunta, siempre presunta- fuente de financiación irregular: las basuras. Los datos figuran en un sumario judicial ahíto de evidencias pero es que la policía y la magistratura tienen manía al PP y España “no es ya un país democrático” por esa malsana ojeriza a los conservadores, como no deja de repetir todos los veranos Dolores de Cospedal y otros ecos programados.

 Me asombra el asombro por este hallazgo: la mierda y los desperdicios pueden dar florecientes beneficios particulares. Pablo Ordaz escribió hace cuatro años ya un magistral artículo, digno de un Pulitzer, en el que hasta el menos avisado podía ver entre en el detritus, tan surrealista que un zoológico auténtico, con sus gorilas y todo, saltaba entre la podredumbre.

“Lo hacen todos”, “abierto el cajón, convidado está el ladrón”, “yo de mayor querría ser… Fabra”. Entre todas las perversiones que han desvirtuado el lenguaje para desactivar las ideas, una de las peores es la que ha hecho pensar a los ciudadanos que la corrupción es “normal” y no tiene mayores consecuencias, que el lucro particular es lícito también robando las arcas públicas. Pues no. Todos los organismos internacionales y las voces más autorizadas afirman y demuestran con datos que “La corrupción es incompatible con la democracia y hiere gravemente a los propios fundamentos del sistema”. Así lo dice por ejemplo Carlos Jiménez Villarejo, el primer fiscal anticorrupción.

Las cuitas españolas -con recortes, precariedad y miedo-, conviven con esa estupenda Europa llamada UE que, al parecer, también “nos hemos dado”. De Europa pasamos ¿no? Yo no lo haría, también hay ahí un par de cosas alarmantes:

Nuestra querida Elena Salgado anda aprobando con sus colegas que los presupuestos nacionales sean sometidos a examen por Bruselas. La UE azul por los cuatro costados nos va a decir qué podemos y qué no podemos gastar. Así que es irrelevante a quién votemos en España. O no Que tenemos a Mayor Oreja (a quien le salen los sufragios españoles por las orejas y parte de la barba para sentar sus reales en el parlamento de Estrasburgo) y sus correligionarios, por ejemplo intentado vetar una condena a Sarkozy por su racista y demagoga expulsión de gitanos europeos. Menos mal que entre los conservadores de allende los pirineos también hay demócratas -como no podía ser de otra forma- y la reprobación a Sarkozy salió adelante. Más aún, le han dicho que cese esta peligrosa práctica.

Me ha impresionado por otro lado el dramático llamamiento hecho en su discurso de la Unión por Durao Barroso, cuya importancia, creo, no ha sido resaltada. ¿Qué ha dicho? Que Europa no pinta nada, en resumen. «O actuamos juntos o se moverán sin nosotros«. Hemos sido desplazados por otras potencias, perdiendo aquella voz de solera que poseía el viejo continente. El que decidió estrechar lazos precisamente en defensa de la democracia. Y, ya sabemos, el chico de los recados no decide.

Una España manchada en una nave europea a la deriva. Y los problemas ahí sin resolver, enmierdándose cada día más (Que fino es mi corrector de Word, no me acepta la palabra). Y unos salvadores de la patria que prueban su eficacia hundiendo cada día más el barco y las barcas.

  Y el nuevo director de lainformacion.com, Carlos Salas (en expedita sustitución de Vanessa Jiménez) diciendo ayer en un acto ante un par de centenares de periodistias digitales en su mayoría jóvenes, que cuando él empezó «los columnistas llevaban gafas y barba, despertaban un gran respeto  y no trabajaban nada«, pero ahora una pléyade de blogueros reciben múltiples visitas y poseen gran influencia… «aún sin tener ni el graduado escolar«. El director de un medio de información los admira mucho. Los chicos aplaudieron a rabiar.

¿Qué hacemos? “activ@s contra la crisis” es una plataforma cívica que agrupa… a los de siempre, vamos. Lo apoya ATTAC y eso para mí es ya una garantía. Este jueves, día 9, a las 9,30 de la mañana han convocado una cacerolada en la puerta del Congreso. Saldrán un grupito de señorías muy suyas a hacerse la foto recogiendo una carta muy bonita en contra de la reforma laboral. La utilizarán para forrar algún libro… en el mejor de los casos. Pero os puedo asegurar que, si mis jugos matinales lo permiten, voy a estar allí con la cacerola un mazo o cuchara que suene bien, y alguna corneta. Porque a veces es útil tan solo desfogarse, expulsar la rabia. Avisados estáis los que queráis venir 🙂

  Las banderas rotas sobre la mesa, para tejer nuevas, claro está. Ojalá que pudiera estar el imprescindible Labordeta en la brecha, aunque nos acompañe su fuerza. Un besico amigo. 🙂

Mi voto para Antonio Gutiérrez

 Antonio Gutiérrez, diputado del PSOE y presidente de la Comisión de Economía, también ex secretario de CCOO,  ha roto la llamada “disciplina de voto” para no secundar la aprobación de la reforma laboral. En una tribuna de El País ha explicado las razones, argumentadas y de peso. Y se han rasgado vestiduras por la sorpresa, y estamos a la espera de ver si Zapatero se enfada –que ha dicho que no- y de si es verdad que no lo hace, o, una vez más cambiará de postura. De momento, Alonso le ha dicho que respetaba su opinión pero que “se debe al grupo que lo acogió”. Pues no, se debe a los votantes que le eligieron, como sucede en numerosos países de tradición democrática. Para que todos voten igual no hace falta semejante dispendio en diputados y senadores, se fija la proporción lograda en las urnas y con que acudan menos de una docena está resuelto el asunto.

Un amigo mío, Luís Acín, diputado por Huesca del Partido Popular, votó en contra de la invasión de Irak y dejó su escaño. Manuel Cobo, número dos del Ayuntamiento de Madrid, también fue expedientado por decir lo que pensaba. Ambos me ofrecen confianza. A Antonio Gutiérrez le conozco desde que era secretario de prensa de CCOO, siempre fue brillante y coherente. Y lo sigue siendo. Le admiro por ello, por su valentía, y por lo que dice en el artículo.

Menos “partitocracia” y más listas abiertas en bien de la democracia, que los elegidos respondan ante los electores. En el desolador panorama político, mi voto hoy sería para Antonio Gutiérrez. De su artículo extraigo algunos párrafos:

“La confusión entre ganar competitividad en un mundo cambiante y acumular beneficios abundantes, con la mínima inversión y en poco tiempo, como manda la más pura tradición del capitalismo español, ha latido siempre tras las innumerables reformas laborales habidas desde antes incluso de aprobarse el Estatuto de los Trabajadores. En su reforma parcial -y brutal- de 1985 se consagraron hasta ¡16! modalidades de contratación temporal aunque las tareas a desarrollar fueran permanentes. «Los empleos temporales de hoy serán los fijos de mañana», nos espetó el presidente del Gobierno de entonces a cuantos osamos advertirle del destrozo en el mercado laboral que iba a comportar su reforma sustituyendo fijos por eventuales.

En apenas tres años pasamos de tener una tasa de temporalidad del 13% al 30% y en esa dualidad seguimos veinticinco años después. Y no porque se dejaran de hacer reformas, sino precisamente porque se han hecho muchas más al menor bache de la economía pero siempre con el mismo interés de abaratar el factor trabajo como vía principal para recomponer la tasa de beneficio. Reformas, paradójicamente, para mantener el mismo patrón de crecimiento y competitividad. Eso sí es alimentar el inmovilismo frente a la globalización.

(…)

Lo difícil es gobernar con justicia, lo fácil es hacerlo injustamente; y es comprensible que no queriendo admitir que se es injusto se utilice el eufemismo de la dureza. Duro es decirle a ciertos grupos de presión que ya no puede ni debe esperarse que el Gobierno de un país avanzado ampare y subvencione viejas formas de producir por mucho que ganen algunos con ellas a costa del empleo y del progreso industrial del país; difícil es encauzar el emplazamiento a empresarios y trabajadores para mirar de frente al futuro que hace más de un decenio que está pasando por delante de nuestras narices.

Aquí, completo, «Será más fácil despedir que flexibilizar».

Restaurar la democracia

Tengo un dilema. O dos. Uno lo refleja Elrich en su viñeta de El País. El otro… sí, lo analizaré en partes.

Aznar quiere “restaurar” la democracia. Sin demasiado eco mediático, el ex presidente español, dijo hace unos días «Debemos restaurar el verdadero sentido de la democracia y sus límites. “El poder político ha traspasado todos los límites razonables y ha invadido terrenos que no deben ser de su competencia, porque no es asunto suyo iluminar verdades sino generar y gestionar consensos como instrumento de la paz social”. “Está pendiente una tarea liberal para devolver al poder político a su lugar y para que la vida pública se apoye en un liberalismo de raíz ética cristiana». «Que el Estado sea sólo eso y no haga de escuela, familia o iglesia”.

Hablaba desde la tribuna de FAES, esa organización que subvencionan los poderes públicos. El dinero de todos sirve para que este individuo que rigió los destinos de España durante 8 años y alma del futuro gobierno del PP, si no su presidente salvador, se cuestione la democracia. A precio de oro (para su bolsillo privado), Aznar dicta su doctrina en importantes foros neoliberales de todo el mundo. No es inocuo lo que dice. Puede hacerlo porque alcanzó su estatus a través de unas elecciones democráticas. ¿Sin restaurar?

Me entero ahora, lo confieso, que Caja Sur pertenece a la iglesia católica. Los órganos de gobierno de las cajas los elije –que yo sepa- el poder político autonómico. Lo que sí es cierto es que, para salvar los platos rotos de su mala gestión, se le va a inyectar más de 500 millones de dinero público. Javier Arenas dice que la culpa es…. de Zapatero.

Camps –que no deja de reír ni bajo el agua- dice que Valencia merece “una medalla mundial interplanetaria”, mundial e interplanetaria a un tiempo. A su lado, Rita se despeña en carcajadas. Van a revalidar y aumentar su mayoría absoluta en la desquiciada comunidad valenciana. No es para menos.

Rajoy entretanto no estaba ni delante, ni detrás, ni al lado, ni encima, ni debajo de Camps, tal como prometió: comió caracoles en Lleida.  Por lo menos, sonreía. Es el de atrás, el de las gafas. En la Lleida del estatuto impugnado, se le veía feliz. ¡Menos mal!

   La Razón ha hecho una encuesta, con su empresa de consulting y todo. El 23 % de los espaloles querrían ver como debate estrella, uno a celebrar entre Zapatero… y Belén Esteban. El 23%.

Vivimos uno de los momentos más graves de la Historia. Los “mercados” –con sede en Wall Street, el Pº de la Castellana y grandes arterias internacionales- ha dado un golpe de Estado, imponiendo sus normas al poder político. Al que elegimos los ciudadanos, al que entregamos en impuestos el fruto de nuestro trabajo y nuestros ahorros. Una cuadrilla de desaprensivos lo succionan, pero no se conforman: quieren más. Incluso –hablando con dinero y público y beneficios –muy altos- privados, pretenden “restaurar” la democracia por completo (aprovechando los resortes de la misma si salen elegidos). Este golpe de mano, esta dictadura, tiene también poderosos ingredientes de involución ideológica. Como todas realmente.

Y todo ello ante la estupefacción de unos y la ignorancia supina de una gran mayoría. Hasta una amiga, buena periodista, se entretiene en la maraña de ramas del rábano que le sirven los medios conservadores que escucha para culpar de todo “sólo” a Zapatero. La información está ahí para todo el mundo, pero no, mejor lo remedia, lo aclara, un debate entre el presidente y Belén Esteban.

Y aquí viene mi dilema que trato de aclarar. Buena solución no tiene, lo sé.

   Si España no fuera una monarquía, el presidente electo de la República, sería José María Aznar, con toda seguridad. El que tomaría el dinero público para cumplir los deseos del capital (aún más que Zapatero, que ya es decir) y duele pensar esto a una republicana.

El festín que se están dando los políticos con las Cajas de Ahorros, ruboriza. La “renovación” de Caja Madrid fue un ejemplo: se repartieron el cortijo tan a gusto. Y ya vemos lo que ocurre con las que tienen problemas: nuestro dinero para salvarlas, y escuchando maldades demagógicas.

Y Camps y Rita muertos de risa.

Tengo un grave conflicto, sí. Igual también yo creo que hay que “restaurar” la democracia. Hace unos días, Piezas decía aquí –en un ejercicio sano de querer entender- que, si hay que suprimir el Estado y que cada uno se las apañe como pueda, partamos al menos de la igualdad de oportunidades (dado que los que más tienen se han aprovechado del resto y, digo yo, así lo mandará la «ética cristiana liberal», que viene a ser lo mismo que la «medalla mundial interplanetaria»). Hacemos un saco con todo el dinero y propiedades que existen actualmente en el mundo, y lo repartimos equitativamente entre los 6 mil millones de ciudadanos que lo habitamos. A partir de ahí que cada uno gestione su parte como quiera. Pero aprovecharse del dinero de todos para fines particulares, pues no, esto no.

Por mi parte, solicito una medida complementaria: inyectar educación e información en toda la ciudadanía. En vena. En sesiones intensivas. Toreros ensartados, fútbol y programas del “corazón” en los recreos. El resto del tiempo a hincar los codos. Periodistas incluidos. Clases de recuperación extra para el 23% de los ciudadanos que lee y vota en La Razón, o en su empresa de encuestas. Enérgica y firme terapia psicológica añadida a los votantes del PP en la comunidad valenciana.

Y, si es lo que queremos, a partir de ahí, pistoletazo de salida y barra libre para todos. Pero que todos paguemos la ignorancia y/o la desvergüenza de un sector va a ser que no me parece democrático. Ya anticipé que era un dilema.

Actualización:

   Aznar sigue en su gira neoliberal y de desprestigio de España: «El problema es la falta de credibilidad, porque más responsabilidad en esta crisis es la responsabilidad del gobierno (español)”, ha dicho -así de mal expresado- en la CNN.  Aquí la grabación de la entrevista completa. Una mezquindad más de este gran «patriota».  ¿Y si recuperásemos las empresas públicas que él vendió (a sus amigos)? ¿Y si algún periodista le preguntara por su responsabilidad en el incremento de la burbuja inmobiliaria, causa determinante de nuestra crisis? ¿Vendría Bush a España a desprestigiar a Obama y decir que no se puede confiar en EEUU?

  Enrique Meneses lo comenta en su blog.

Cólera y desencanto

 Un artículo mío, hoy, en Público. De nuevo afloran sentimientos ante la situación que vivimos, pero con la esperanza de que -racionalmente- podamos reconvertirlos:

La búsqueda egoísta –y extrema– del bien individual como motor de progreso y democracia ha revelado fallos insostenibles, materializados en un profundo desequilibrio social que cada crisis acrecienta. O en el aplastante poder decisorio de una cúpula que no ha sido elegida por los ciudadanos. Estalló como revolución burguesa y con la libertad, la igualdad y la fraternidad por banderas. Contribuyó a alumbrar el laicismo que organiza la sociedad independientemente de las confesiones religiosas. ¿Qué queda hoy del viejo liberalismo?

  Los problemas de España, los de Grecia, los de Europa, los de la sociedad mundial, se libran en pisos sin ventanas de un edificio inestable que resta perspectiva al ciudadano anónimo para enjuiciar la situación. Aun así, puede ver y palpar, si quiere, desde un desigual reparto de nutrientes y severas dietas económicas, a la más arbitraria atribución de responsabilidades por la crisis. Y tampoco se equilibra el sistema. Ese que nos lleva a engullir, como natural, que más de 4.000 millones de personas –la mayoría de la población–, malvivan o incluso mueran literalmente de pobreza.

El “sistema” obliga a tomar medidas al poder político y la democracia no parece disponer de capacidad para atajar sus abusos. En febrero, una cena en Nueva York reunió a los gestores de los mayores fondos de inversión de alto riesgo, los hedge funds –espoleta de la crisis–. Les congregaba urdir un plan para depreciar el euro. Por primera vez, que recordemos, los comensales hicieron declaraciones públicas: “Esta es una oportunidad para ganar mucho dinero”, aseguró a Wall Street Journal Hans Hufschmid, antiguo ejecutivo de Salomon Brothers y actual directivo de GlobeOp Financial Services. Y… la moneda europea ha bajado su cotización frente a la norteamericana.

Jacques Juliard, periodista e intelectual francés, advertía entonces, en Le Nouvel Observateur, sobre las consecuencias de un naufragio del euro: “Cascada de quiebras comerciales e industriales, desbordamiento del paro, ascenso de regímenes populistas o dictatoriales”. Concluyendo: “La factura de la crisis de 1929 fue la II Guerra Mundial. Aprisionada entre Al Qaeda y Goldman Sachs, dos amenazas diferentes pero complementarias, la democracia tiene el deber de poner los medios para defenderse”.

El “sistema” suele saldar las recuperaciones de sus más graves tropiezos con la merma paulatina del empleo, el poder adquisitivo y los derechos sociales en los países desarrollados, e incrementado las ganancias de las empresas que sobreviven en este cruel Monopoly jugado en escenarios reales. Hay un dinero privado que no entiende de obligaciones fiscales o patriotismo, si encuentra mano de obra barata (tercermundista o local), u osadas fuentes de especulación e influencia.

Los ciudadanos comienzan a sufrir un drástico ajuste –que afecta a sus vidas– por la crisis que no provocaron. Los españoles ya perdimos un 4% del poder adquisitivo de nuestros precarios sueldos en la década 1997/2007 –la del milagro económico–, según datos de la OCDE. Hoy, el descenso nos sitúa cuatro puntos por debajo de la media comunitaria que incluye a los mal pagados países del Este, en estadísticas de la Comisión Europea. Y, ni aun así, somos ya competitivos. Ni asalariados, ni autónomos. Basta pasear por uno de los innumerables centros comerciales para leer en las etiquetas: fabricado en Marruecos, en Bulgaria, en India. La variable china, con su inmenso mercado de trabajo, introduce un elemento nuevo en esta crisis. Cualquier empresario sabe que puede pagar 50 o 60 euros al mes en lugar de 600 o 1.000 en España.

Seguir la senda que nos ha llevado al desastre parecería la decisión más errónea. Pero no sólo persistimos en ella, sino que brindamos la más amplia colaboración. Los grandes autores de ciencia ficción anticipatoria no osaron imaginar una sociedad de individuos entregado al consumismo voraz, encandilados con su botín, pero arriesgando su propio dinero y su estabilidad. Más dependientes y vulnerables, por ello, que los epsilones de Huxley con todas sus necesidades materiales cubiertas. ¿Quién induce tal ceguera? Otra neolengua, como la que ideó Orwell, logra ya anular el pensamiento crítico, el gozo de pensar y decidir. Y, paradójicamente, en aras de una libertad quimérica.

Desencanto, pesimismo, desconfianza, cólera, peligrosos gérmenes de potencial violencia indiscriminada crecen, sin embargo, en la sociedad. No era el objetivo al delegar nuestra soberanía. Abandonado por los políticos a quienes entregó su mandato, el ciudadano (mentalmente adulto) sabría qué hacer: vaciar la casa, airearla, limpiarla a fondo, pintarla, planificar una nueva ordenación que erradique los agujeros por los que escapa el dinero y la capacidad de gestión. Y, desinfectando cada objeto, volvería a colocar lo necesario para vivir adecuadamente. Todos.

Más democracia y devolver al individuo la fe en sí mismo y en la búsqueda del bien común, recuperando su papel y su dignidad, se perfilan como caminos positivos. En periodismohumano.com, Sam Daley-Harris, premio Nobel de la Paz, aportaba estrategias básicas: “Dejar de pensar que no hay soluciones. Dejar de pensar que no importa lo que hagamos. Dejar de pensar que puede que haya soluciones, pero que no dependen de mí. Dejar de actuar en solitario. Buscar a otros, buscar un grupo”. Una sociedad global y más intercomunicada que nunca posee el poder de regenerar a cualquier poder.

Más democracia

El cirujano de hierro, como otras entradas del blog, ha suscitado un enconado debate en los comentarios, aunque –también como es habitual- templado y, en mi opinión, enriquecedor. Una evidencia diáfana: no nos gusta “el sistema”. Con mayor o menor fortuna, la mayoría lo expresamos así, en un continuo cuestionamiento de cada postulado que es lo que caracteriza el pensamiento crítico. Ése que con tanto ahínco se combate porque es el que puede lograr cambios.

Es cierto que la sociedad tiende al maniqueísmo en todos los niveles, rojos y azules, buenos y malos. La constatación de la realidad se convierte en ataque que procede del bando contrario, todo es subjetivo. Y no es cierto: ahí están cada día los abrumadores datos del desastre –y no sólo del desastre-. Lo peor es que la crítica al sistema de los ingenuos, de los independientes, de los seres libres, es utilizada a menudo por los medios organizados para arrimar el ascua a su sardina. Hay quien quiere, desde luego, desestabilizar el sistema para hacerse con su control y utiliza a los descontentos. Estimo que muchos aquí lo que pretendemos es mejorarlo, estimulando con la constatación de los errores su solución.

Un preso político cubano, Orlando Zapata, ha muerto en una cárcel de La Habana, tras 85 días en huelga de hambre. Fue capturado en 2003 en una redada que condenó a 75 opositores a largas penas. Nos cuentan periodistas de toda solvencia que Orlando, de 42 años y raza negra, ni siquiera pertenecía a ese grupo, era un espíritu libre que se rebeló contra las injusticias. La diplomacia no ha logrado nada para esa aberración dictatorial que encarcela las ideas y Orlando Zapata ha fallecido el mismo día en el que el meritorio Lula llegaba a Cuba, en apoyo al régimen.

China, la dictadura comunista/capitalista, es el sistema al que mira de reojo el neoliberalismo para lograr mayores beneficios económicos. Las autoridades chinas sojuzgan a más de mil millones de personas. El país ostenta el record de ejecuciones del mundo con más del 80% del total. Pero también hay rebeldías que, de momento, se siguen castigando con la  muerte.

Le sigue en el ranking precisamente Irán, otro país que ha saldado con pena capital las protestas a sus elecciones fraudulentas. Y el poder económico no osa meterse ni con China ni con Irán.

Y sin embargo desde democracias establecidas tenemos todo el derecho a quejarnos de cómo funcionan. Estamos en el mismo barco y no clonados. El Muro de Berlín me enseñó que nada ni nadie puede enclaustrar eternamente la libertad, y la historia de la Humanidad que tampoco se puede mantener sine die la injusticia. “Ningún imperio ha pervivido, decía mi querido José Luís Sampedro, las revoluciones las hacen los pequeños”. Llegan los hachazos de la eterna Edad Media, es verdad, pero la humanidad termina por ir hacia delante. Al menos, por desbordar los controles.

Vivimos momento críticos, en mi opinión y en la de muchos de vosotros, sobre todo por esa sociedad autocautiva que no reacciona. Pero por primera vez estamos comunicados, somos «Ciudadanos en Red”. Por eso los poderes se empeñan con tanto ahínco en cercenar la vía de Internet. Los españoles ya dedican más horas a Internet que a la controlada (para el sistema) televisión. Lo grabamos el otro día para “1001 medios” con Enrique Meneses. El maestro recordaba el baldío intento de encerrar en las manos la arena del desierto en la que, pese a todo, tantos se han empeñado.

Más democracia. Es la única solución posible. La real, la de la participación ciudadana, la del control social de unos políticos que parecen haber olvidado de donde vienen, por qué y para qué. Y confianza en nuestra fuerza, que no nos autoderrote el desánimo por la tarea pendiente. Centrados en el fondo, no en la hojarasca con la que, continuamente, pretenden distraernos.