La columna la firma en El País el crítico cinematográfico Carlos Boyero. El mismo periódico que hoy da certificados de radicalidad y «centralidad» y que nos lleva a diario de zozobra en zozobra a quienes un día lo admiramos como ejemplo. Al ABC lo tenemos lanzando portadas de esta guisa, en total impunidad.
Su director es opinante fijo en RTVE.
Su colega Marhuenda no sale tampoco de las tertulias de opinión.
De esta guisa vienen hoy los principales diarios escritos:
Y sin embargo la bronca de la semana es que el Ayuntamiento de Madrid ha creado una web para desmentir noticias que considera falsas, aportando pruebas que las rebatan. En privado, periodistas serios no ven objección alguna, de hecho esas páginas existen en varios países y organismos, hasta la UE dispone de una. Lo que ocurre es que públicamente se manifiestan menos. Miguel Ángel Aguilar sí, preguntaba a las Asociaciones de Periodistas su opinión sobre RTVE.
Y es que tanto la FAPE, Federación de Asociaciones de la Prensa de España, como la APM de Madrid han cargado a fondo contra «la Web de Carmena». Le ven «un halo de censura» al igual que toda la caspa que publica -no confundamos con periodismo todo lo que se publica-. Listas negras de periodistas, dicen. ¿De periodistas? pregunto yo. De mentirosos, manipuladores y partidistas igual cuadraba más. El asunto es tratado hasta haciendo gracietas por ese otro sector de la banalidad que también se ha insertado en nuestra profesión.
«El papel del periodista es ejercer ese contrapoder imprescindible en la sociedad y que garantiza a la ciudadanía el derecho a recibir información libre», declara Elsa González presidenta de la FAPE. Exacto, ese debería ser el papel aunque no parece serlo mucho últimamente sino todo lo contrario. Contrapoder dice.
¿Y el PP? El PP ha salido en tromba. Con esa gran adalid de la libertad de expresión que es Esperanza Aguirre o con sus portavoces Hernando y Casado. Esto es propio de «regímenes totalitarios», dicen. Con un par.
Como digo, son pocos los periodistas que se manifiestan públicamente -y es bien sintomático del clima que vivimos- acerca del ataque político a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid… mientras le aguante el cuerpo ante el acoso sistemático de la prensa «independiente». Que una cosa es crítica al poder -consustancial al periodismo- y otra esta locura.
Escuchaba a un periodista argumentar que la web no tiene espacio para comentarios que rebatan lo expuesto. Lo decía en una radio. Pues ahí tienes tu altavoz, en tu radio, como otros en sus periodicos y televisiones. Un total despropósito. En unos casos por simple corporativismo, en otras con bastante peor intención. Es de locos pensar que el periodismo puede publicar informaciones falsas y que haya que aguantarse. O utilizar, como decía la presidenta de la APM los mecanismos que ya existen. Sí, quizás la publicación en página impar y abajo de una nota tras meses de dilación.
Juan Tortosa se muestra enfurecido en su blog de Público y en Twitter. En particular con esas asociaciones de periodistas tan discretas criticando al poder o al periodismo manipulador. Tantas fotos y actitudes lo demuestran…
Infolibre trae hoy una jugosa información sobre La red de «periódicos fantasma» de la trama Púnica vinculada esencialmente a ayuntamientos del PP y al del PSOE de Parla (Madrid) y en el que está implicado -y en prisión- el que fuera número 2 de Aguirre y tertuliano de pro, Francisco Granados. Hay gente «trabajando» en las redes a favor de políticos.
Comunidad Valenciana, Madrid, León y Murcia, «cuando el alcalde pagaba 2.000 euros tenía derecho a un redactor» que, por entre 200 y 400 euros al mes, le manipulaba una información negativa o le creaba otras que la contrarrestaran. Pero la red tenía, según la información de Infolibre, más clientes de postín.
¿Dónde están la FAPE y la APM para comentar todo esto? Es de gran entidad, dado que se disfrazaban o se inventaban los hechos.
La verdad, lo confieso, es que he pensado otra cosa al leerlo: que poca falta hacía pagar para lavar la cara de los políticos amigos o cargarse a los enemigos, a la vista de lo que se está publicando ampliamente. Es así de triste.
También he meditado si realmente merece la pena siquiera denunciarlo. Todo seguirá igual. Mecanismos de disuasión, borrado y olvido. Hay gente ahora mismo, en festivo y en verano de ola de calor cobrando por eso. Una miseria o mucho más. Pensemos que sí, pensemos en cuando el periodismo, la información, han logrado y logran aportar datos a la sociedad para contribuir a un criterio más sólido.