Restaurar la democracia

Tengo un dilema. O dos. Uno lo refleja Elrich en su viñeta de El País. El otro… sí, lo analizaré en partes.

Aznar quiere “restaurar” la democracia. Sin demasiado eco mediático, el ex presidente español, dijo hace unos días «Debemos restaurar el verdadero sentido de la democracia y sus límites. “El poder político ha traspasado todos los límites razonables y ha invadido terrenos que no deben ser de su competencia, porque no es asunto suyo iluminar verdades sino generar y gestionar consensos como instrumento de la paz social”. “Está pendiente una tarea liberal para devolver al poder político a su lugar y para que la vida pública se apoye en un liberalismo de raíz ética cristiana». «Que el Estado sea sólo eso y no haga de escuela, familia o iglesia”.

Hablaba desde la tribuna de FAES, esa organización que subvencionan los poderes públicos. El dinero de todos sirve para que este individuo que rigió los destinos de España durante 8 años y alma del futuro gobierno del PP, si no su presidente salvador, se cuestione la democracia. A precio de oro (para su bolsillo privado), Aznar dicta su doctrina en importantes foros neoliberales de todo el mundo. No es inocuo lo que dice. Puede hacerlo porque alcanzó su estatus a través de unas elecciones democráticas. ¿Sin restaurar?

Me entero ahora, lo confieso, que Caja Sur pertenece a la iglesia católica. Los órganos de gobierno de las cajas los elije –que yo sepa- el poder político autonómico. Lo que sí es cierto es que, para salvar los platos rotos de su mala gestión, se le va a inyectar más de 500 millones de dinero público. Javier Arenas dice que la culpa es…. de Zapatero.

Camps –que no deja de reír ni bajo el agua- dice que Valencia merece “una medalla mundial interplanetaria”, mundial e interplanetaria a un tiempo. A su lado, Rita se despeña en carcajadas. Van a revalidar y aumentar su mayoría absoluta en la desquiciada comunidad valenciana. No es para menos.

Rajoy entretanto no estaba ni delante, ni detrás, ni al lado, ni encima, ni debajo de Camps, tal como prometió: comió caracoles en Lleida.  Por lo menos, sonreía. Es el de atrás, el de las gafas. En la Lleida del estatuto impugnado, se le veía feliz. ¡Menos mal!

   La Razón ha hecho una encuesta, con su empresa de consulting y todo. El 23 % de los espaloles querrían ver como debate estrella, uno a celebrar entre Zapatero… y Belén Esteban. El 23%.

Vivimos uno de los momentos más graves de la Historia. Los “mercados” –con sede en Wall Street, el Pº de la Castellana y grandes arterias internacionales- ha dado un golpe de Estado, imponiendo sus normas al poder político. Al que elegimos los ciudadanos, al que entregamos en impuestos el fruto de nuestro trabajo y nuestros ahorros. Una cuadrilla de desaprensivos lo succionan, pero no se conforman: quieren más. Incluso –hablando con dinero y público y beneficios –muy altos- privados, pretenden “restaurar” la democracia por completo (aprovechando los resortes de la misma si salen elegidos). Este golpe de mano, esta dictadura, tiene también poderosos ingredientes de involución ideológica. Como todas realmente.

Y todo ello ante la estupefacción de unos y la ignorancia supina de una gran mayoría. Hasta una amiga, buena periodista, se entretiene en la maraña de ramas del rábano que le sirven los medios conservadores que escucha para culpar de todo “sólo” a Zapatero. La información está ahí para todo el mundo, pero no, mejor lo remedia, lo aclara, un debate entre el presidente y Belén Esteban.

Y aquí viene mi dilema que trato de aclarar. Buena solución no tiene, lo sé.

   Si España no fuera una monarquía, el presidente electo de la República, sería José María Aznar, con toda seguridad. El que tomaría el dinero público para cumplir los deseos del capital (aún más que Zapatero, que ya es decir) y duele pensar esto a una republicana.

El festín que se están dando los políticos con las Cajas de Ahorros, ruboriza. La “renovación” de Caja Madrid fue un ejemplo: se repartieron el cortijo tan a gusto. Y ya vemos lo que ocurre con las que tienen problemas: nuestro dinero para salvarlas, y escuchando maldades demagógicas.

Y Camps y Rita muertos de risa.

Tengo un grave conflicto, sí. Igual también yo creo que hay que “restaurar” la democracia. Hace unos días, Piezas decía aquí –en un ejercicio sano de querer entender- que, si hay que suprimir el Estado y que cada uno se las apañe como pueda, partamos al menos de la igualdad de oportunidades (dado que los que más tienen se han aprovechado del resto y, digo yo, así lo mandará la «ética cristiana liberal», que viene a ser lo mismo que la «medalla mundial interplanetaria»). Hacemos un saco con todo el dinero y propiedades que existen actualmente en el mundo, y lo repartimos equitativamente entre los 6 mil millones de ciudadanos que lo habitamos. A partir de ahí que cada uno gestione su parte como quiera. Pero aprovecharse del dinero de todos para fines particulares, pues no, esto no.

Por mi parte, solicito una medida complementaria: inyectar educación e información en toda la ciudadanía. En vena. En sesiones intensivas. Toreros ensartados, fútbol y programas del “corazón” en los recreos. El resto del tiempo a hincar los codos. Periodistas incluidos. Clases de recuperación extra para el 23% de los ciudadanos que lee y vota en La Razón, o en su empresa de encuestas. Enérgica y firme terapia psicológica añadida a los votantes del PP en la comunidad valenciana.

Y, si es lo que queremos, a partir de ahí, pistoletazo de salida y barra libre para todos. Pero que todos paguemos la ignorancia y/o la desvergüenza de un sector va a ser que no me parece democrático. Ya anticipé que era un dilema.

Actualización:

   Aznar sigue en su gira neoliberal y de desprestigio de España: «El problema es la falta de credibilidad, porque más responsabilidad en esta crisis es la responsabilidad del gobierno (español)”, ha dicho -así de mal expresado- en la CNN.  Aquí la grabación de la entrevista completa. Una mezquindad más de este gran «patriota».  ¿Y si recuperásemos las empresas públicas que él vendió (a sus amigos)? ¿Y si algún periodista le preguntara por su responsabilidad en el incremento de la burbuja inmobiliaria, causa determinante de nuestra crisis? ¿Vendría Bush a España a desprestigiar a Obama y decir que no se puede confiar en EEUU?

  Enrique Meneses lo comenta en su blog.

El treinta por ciento

Fue un descubrimiento al recopilar exhaustiva información para mi último libro. Todas las encuestas y estudios reflejan el mismo porcentaje para respuestas teñidas de involución: el 30%. Son aquellos a quienes no les molesta salir a manifestarse al lado de banderas franquistas con aguilucho; son los que piensan que la sublevación militar del 18 de Julio de 1936 estuvo justificada, los que prohibirían que catalán y vasco ¿gallego también? fueran idiomas cooficiales en sus territorios, o cuestionan toda decisión progresista. ¿Siempre se pronuncian así lo mismos? La lógica diría que sí.

No son racistas pero tacharían del mapa europeo a Rumania. No se consideran homófobos pero preferirían apartar de la mirada colectiva a quienes eligen como opción sexual su mismo género. Rechazan ser calificados de extrema derecha, cuando todas sus actitudes apuntan en esa dirección. Hay quién para no incomodarles ha acuñado un término sarcástico: extremo centro. El 30 por ciento de la población, un elevado porcentaje.

Para uno de los post de ayer miré también los partidarios de la fiesta de los toreros -como la define El Roto-, aquí rozan el porcentaje, pero no llegan al 27%.

Ya no es fácil encontrar los enlaces y me llevaría demasiado tiempo buscar entre mis archivos en papel. Pero en el intento sí han aparecido este par de perlas:

El 30% de los españoles tiene mal aliento.

El 30% de los españoles prefieren a Calvin Klein sobre otras marcas de lujo.

El 30% de los españoles impuso sus costumbres durante 40 eternos años –algunos de ellos los viví-. Y continúan sus campañas impunes para que nada cambie. Derribando escollos sin contemplaciones. Según la vieja táctica. Ignacio Escolar, como siempre, lo cuenta muy bien.

Ese tipo de pensamiento ultramontano se venía dando de forma residual en Europa, pero la crisis económica, y el divorcio entre la clase política y la ciudadanía, han hecho aflorar peligrosas posiciones retrógradas, sobre todo en el complejo caso italiano. Holanda también se apunta. Incluso paradójicamente Rumanía.

Cuando alguien llega a decir que España es diferente y que –a mucha honra– no tenemos por qué seguir tónicas europeas, pienso en que sus sueldos duplican en muchos casos los nuestros, que varios han erradicado el mileurismo, que suelen ser más educados, más participativos y responsables con la vida social, con el bien común. Que salvo los británicos –y en menor medida franceses y alemanes- hablan idiomas para entenderse con los demás. A muchos extranjeros les divertimos, pero empiezan a cansarse.

Así lo contaba Beneker hace unos meses:

“Por favor, ¿tendría la amabilidad de darme un café?”.

Si alguno de ustedes ha visto alguna vez a un español haciendo eso en el extranjero, por favor, fílmelo con su móvil: es una especie en extinción.

Allá por donde van los españoles hablan en imperativo: “¡Eh, ponme un café!; “Dame un cruasán!”; “¡Sírveme una caña”; “Pásanos unas hamburguesas…!”.

Hablar así en España no es un delito porque es lo normal. Un país que ha perdido todas las normas del protocolo, la cortesía, la educación y la urbanidad, cree que en todo el mundo las reglas son iguales. Pero no: el resto del mundo no es así y por eso se percibe a español como si tuviera los defectos del nuevo conquistador.

Debido a esa forma de expresarse, los empresarios, ejecutivos, turistas y viajantes españoles tienen tanta mala fama en el extranjero. Caen muy mal. Además, parece que siempre “están bravos”. 

Éste sería el menos grave de los síntomas, pero muestra una realidad profunda. La culpa la tiene el 30%. Con el aliento apestando a involución, falta de escrúpulos y cinismo, aunque vistan perfumados trajes caros. Por eso hay que luchar cada día para arrebatarles territorio, para no ceder a sus chantajes y trampas. ¿Marcharse? No. España es también nuestra. Más, quizás, por lo que nos ha costado seguir viviendo en ella, a pesar de todo.

Rajoy y la inteligencia por estirpe

Mariano Rajoy ha presentado su propuesta para la educación en España. Entre sus medidas –además de disolver en porciones descafeinadas la asignatura de Educación para la Ciudadanía-, está la de acortar el tiempo de la enseñanza obligatoria. A los 15 años, un niño deberá decidir si su futuro pasa por la Universidad o por los oficios que se aprenden en la Formación Profesional. La medida va dirigida sobre todo a los “rezagados” en los estudios. Éste es un país para listos. Tan listos como un registrador de la propiedad -cuyo imaginario cultural apenas sale de el Tato y de Maricastaña y que no habla ningún idioma extranjero- que puede llegar a regir los destinos de un país. Por supuesto, afectará sólo a los estudiantes mediocres sin recursos económicos, los ricos disponen de excelentes universidades norteamericanas, británicas, de cualquier lado, donde les expendan un título, cueste lo que cueste.

Verse con un pie en la Moncloa, está lanzando a Rajoy a mostrar su auténtico pensamiento. Ya nos contó hace poco su disposición a abaratar el despido. Lo que piensa el líder del PP respecto al asunto que hoy nos ocupa lo dictó por escrito hace un cuarto de siglo. Y pienso que conviene recordarlo.

Rajoy no cree que todas las personas sean iguales y tengan la misma capacidad. Para él la desigualdad es consustancial género humano. “Faro de Vigo”, 4 de Marzo de 1983”, Rajoy firma un texto titulado “Igualdad humana y modelos de sociedad”. Y dice: “Ya en épocas remotas se afirmaba como verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre (…), era un hecho objetivo que los hijos de ‘buena estirpe’ superaban a los demás«.

Por ello, «todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de la riqueza» tienen como objetivo imponerla y son «radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre (…) y por ello, aunque se llamen modelos progresistas, constituyen un claro atentado al progreso porque contrarían y suprimen el natural instinto del hombre a desigualarse, que es lo que ha enriquecido al mundo y elevado el nivel de vida de los pueblos».

Un año más tarde, Rajoy comenta en el mismo periódico un libro «La envidia igualitaria», de un ilustre -e ilustrado- franquista, Gonzalo Fernández de la Mora. Y describe la desigualdad humana fundada en los genes de mayor o menos calidad: «El hombre es desigual biológicamente, nadie duda hoy que se heredan los caracteres físicos como la estatura, el color de la piel y también el cociente intelectual. La igualdad biológica no es pues posible. Pero tampoco lo es la igualdad social: no es posible la igualdad del poder político».

Rajoy traduce la desigualdad en la que cree, al descender al terreno práctico y echarse las manos a la cabeza porque la Declaración de la Renta impone baremos distintos: «¿Por qué, mediante la imposición progresiva, se hace pagar a unos hasta un porcentaje diez veces superior al de otros por la misma cantidad de ingresos? Para penalizar la superior capacidad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria». Es imposible, por cierto, que la cantidad percibida sea la misma. En ese caso se aplicaría el mismo porcentaje. Sospecho que los ingresos globales, los niveles de renta, sí deben ser algo distintos.

Durante siglos sólo las clases privilegiadas tuvieron acceso a la educación. Y no implicaba que fueran más listos. Poco a poco se fue consiguiendo democratizar la enseñanza para brindar oportunidades a todos. El problema es que tampoco este proyecto de Rajoy –que implica la recuperación del clasismo- afectará a sus votantes. Ellos, los españoles en general, ya se sienten superiores porque habitan una casa propiedad de un banco durante los próximos 30 años, y viajan y gastan. Los oficios son para los pobres. Aunque ganen más dinero que muchos de ellos y su labor sea esencial para la sociedad.

Un pacto por la educación es vital para la España analfabeta funcional en que la vivimos. La educación obligatoria hasta los 18. Luego continuas campañas de reciclaje de los adultos. Y como primera medida para labrar un futuro distinto: Educación para la ciudadanía obligatoria –como sucede en el resto de Europa sin problemas- extensiva a los padres que se oponen a que sus hijos la aprendan. La educación actual –y no sólo en España- asiste a una progresiva frivolización tendente a seguir infantilizando a la sociedad. Ése es el camino a abordar. No con menos años de estudio, con más.

Los artículos completos de Rajoy aquí.

Costa Rica, el país más feliz de la tierra

Situado en Centroamérica, muy cerca de los países más pobres de la tierra. Cuatro millones y medio de habitantes. De habla hispana. Tal vez la democracia más consolidada de la América que se expresa en nuestro idioma: 125 años, nunca interrumpidos por -los tan habituales en la zona- golpes de Estado. Desde 1948, y recogido en su Constitución, carece de ejército. Fue abolido. Dedicó y dedica recursos preferentes a la educación. Su Universidad realiza el 70% de las investigaciones centroamericanas. ¿Será casualidad que también sea un país longevo, con un notable desarrollo de los cuidados médicos? ¿Y será casualidad que sea un país que ha optado por el desarrollo sostenible?, se preguntaban en este blog.

Como sucede en el área, también de cuando en cuando erupciona un volcán o similares. Pero Costa Rica ocupa el primer lugar en la clasificación del índice de competitividad turística de toda Latinoamérica , y el 42 en el mundo. Su índice de desarrollo humano, es el sexto mejor de su región.

Pues eso, es el país más feliz de la tierra.

Reprimenda del Rey a los políticos

No vi otra puesta en escena realmente  innovadora en el mensaje navideño del Rey, que la dicción, entonación e, incluso, vehemencia, con la que habló y de las que no debe ser ajena la nuera, con el entusiasta apoyo del hijo. La reina colocó sin duda el belén de fondo.

Me da la impresión de que el rey sí prepara su sucesión. Por esta frase:

Urge asimismo -como vengo insistiendo desde hace tiempo- sellar -hoy mejor que mañana- un gran acuerdo nacional en materia de educación e incentivar aún más la innovación”. La remarcó de forma contundente. Algunos republicanos, con largas vivencias de la historia de España, sabemos que en el estado actual de nuestra educación, hoy sería Presidente de la República Aznar. O Rajoy. O Feijoo. O Aguirre. O Cospedal. Incluso Camps. Y, ayer o mañana, Leyre Pajín. Y dada la estructura actual de los partidos políticos, no se le ve solución a corto plazo. Un señor que lleva más de tres décadas en el trono y que se apresta a cumplir 72 años, demuestra con esta idea que está muy preocupado por esa posibilidad. Y la quiere evitar. Priorizando ¡de una vez! la educación en España.

Me alegro de coincidir con el Rey en que el mal último, pecado original de España, es la mala educación. Llegue pues ese pacto “hoy mejor que mañana”, como dice Juan Carlos.

Por lo demás, cambios sustanciales en el mensaje y en su formulación, con unas cuantas ideas bien claras:

  • “La solución de la crisis exige trabajar juntos en la misma dirección”.
  • “Es pues necesario seguir adoptando medidas, lograr acuerdos entre nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales, que permitan, por un lado, asegurar la mayor solidaridad y, por otro, acometer las reformas precisas, a fin de lograr una pronta recuperación en un clima de seguridad y confianza”.
  • “Volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen.”
  • “Sigamos trabajando para que prime la fraternidad sobre las desavenencias, la confianza sobre el recelo, el bien colectivo sobre los egoísmos particulares, y para que la honradez sea regla inexcusable de conducta.”
  • “No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos”.
  • «El porvenir al que aspiramos no llegará sólo. Tenemos que moldearlo juntos desde ahora, con profunda confianza en España y en los españoles, aplicando mucho sentido de Estado, tanto a la hora de gobernar, como de ejercer la oposición«.
  • “Tampoco podemos escatimar esfuerzos a favor de la igualdad de oportunidades, de los más pobres, vulnerables y desfavorecidos, ni en la lucha contra la exclusión y la marginación social. A favor de quienes viven problemas que a todos nos incumben, como la discapacidad, las graves enfermedades, la drogadicción, o la inaceptable violencia de género”.

Vamos, que incluso podría votar a Juan Carlos de Borbón.

Actualización 14.00

Un político a dimitir (o a ser botado, con b) Josu Erkoreka, PNV:

«El discurso en Nochebuena del Rey de este año, nos ha parecido un candoroso ejercicio de fabulación»(…) «que lo único que haga sea una apelación a la unidad y tenacidad compartidas como garantía última de que la resolución de estos problemas es posible y que la tenemos al alcance de la mano, nos parece sencillamente de un voluntarismo irreal».

Me explico. Este señor estaría dando clases de Derecho Administrativo -que es su profesión-, sin coche oficial, dietas y prebendas, de no ser porque entró en política y los ciudadanos (en listas cerradas) le votaron. Le votaron, como a todos los demás políticos, para que les representaran en las instituciones. Los desmemoriados políticos como él -buena parte de ellos-, olvida este extremo. Que se deben a la sociedad. Exclusivamente. Y que tienen que trabajar por la sociedad más ahora con problemas. Que olviden su ombliguillo egoísta y vanidoso.

  • «No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos”.
  • «el bien colectivo sobre los egoísmos particulares».

Fervientes analfabetos funcionales

He encontrado estos días muchos retazos de memoria escrita que sirven para refrescar la de uso diario. A comienzos de 2001, un estudio revelaba que los niños españoles (hasta 12 años) utilizaban un lenguaje extremadamente pobre. Sólo el 16% atesoraba un vocabulario variado y sabían lo que decían. El 70% no era capaz de redactar un texto de forma inteligible, con coherencia y cohesión y sólo 1 de cada 10 lo lograba sin incluir faltas de ortografía. Salí a la calle con un micrófono a preguntar por el significado de algunas palabras. Todos ignoraban qué significa “ferviente”.

Curtidos en los SMS, en la cultura de la imagen –que aporta riqueza mental cuando no olvida la palabra-, vemos ahora que la situación ha empeorado. Las nuevas generaciones de críos escalan puestos hacia la cola en educación, al medirnos en la esfera internacional. La inquietante novedad del último informe PISA nos hablaba de que los niños españoles han perdido capacidad de comprensión lectora. Es decir, que en el caso de que se acerquen a un libro no entienden lo que leen. Y es que todo edificio precisa de elementos y desconocer el lenguaje y las palabras priva de una construcción sólida.

Por supuesto, no son los mismos niños, el ser humano es lo que tiene, que crece. Y repuebla los campos de ignorancia tan asentada en nuestro país y por la que somos conocidos en medio mundo. Una de aquellas criaturas, por cierto, se hizo periodista. Y, otra, redactor jefe, otra editor y otra sin duda director de agencia de noticias. Y difundieron hace unos días, por todos los medios –que a su vez cuentan con todas esas personas en el proceso de publicación- y sin pestañear que un “tetrapléjico” inglés se proponía cruzar en catamarán el océano Atlántico. Pese a verle mover con soltura las manos  (en la foto, una está apoyada en el antebrazo de la silla para manejarla y la otra en el lateral del barco) y la cabeza. En realidad, es parapléjico, pero comprendo que al lado de “ferviente” eso es de nota.

Hoy, con el café matutino, la noticia de que 7 comunidades autónomas han reducido el presupuesto en educación, o lo han reducido en la pública para aumentarlo en la concertada como en el caso de Madrid. Es mucho mejor –en todos los casos- invertir en propaganda para afianzarse en el poder o aumentar sus cotas, que instruir a la ciudadanía, la sociedad es más dócil y manipulable cuando no piensa. Y no olvidemos que en esta España en la que todos los males tienen un solo culpable –Zapatero- la educación –como la sanidad o el empleo- las gestionan los gobiernos autonómicos. Esos que se salen de la foto de un proyecto común, porque los ciudadanos no unen conceptos para extraer consecuencias, y carecen además de memoria.

Ángel López García-Molins, un aragonés que desarrolló la lingüística desde la Universidad de Valencia, habla hoy en El País de lo que más le ha asombrado en su larga carrera de estudioso de la palabra: 

“La manipulación del lenguaje por quienes ocupan responsabilidades públicas. Antes no ocurría, lo de la corrupción sí. Ya hablaba de ella hace siglos Tomás Moro en Utopía y hasta Cicerón. Lo que sí que es nuevo es la desfachatez con la que los políticos utilizan el lenguaje para legitimar o disimular determinadas situaciones”.

En este país -e imbuidos de similar filosofìa- tenemos de todo lo imprescindible para afianzar la educación: Real Academia de la Lengua de campanillas, políticos de primer nivel, medios informativos como los citados en el asunto del “tetrapléjico” y otros muchos, y una sociedad motivada. Pero, vaya por dios, la mezcla no se traduce en resultados. Todas las entradas de este blog que se han inundado de comentarios, tienen el mismo signo: afianzan o combaten la involución que germina en caspa bajo nuestros pies pudriendo los cimientos. Es algo visceral y por tanto muy interiorizado, ferviente. Con la mejor intención que presumo en todos -y acredito en mí misma-, diré que me lleva un buen rato escribir lo que escribo algunos días, tratando de aquilatar las palabras y las ideas. Pero me temo que no siempre acierto. Quizás hay que ir más allá, a lo que analizan los estudios sociológicos –viejos y nuevos- sobre el origen de nuestros males estructurales en educación. Entender algo distinto de lo que se dice, abrazar las hojas del rábano sin catar su contenido y, como consecuencia de ello, ver el debate donde no se ha planteado, obviando el fondo. Pero siempre, siempre, es la ideología quien nubla la percepción. Sobre todo, la que lucha fervientemente porque nada cambie, ni mejore. Pero, ya digo, puede ser mi propia observación selectiva. Claro que si me apoyo en los hechos, en ese único 16% de niños que hace casi una década tenían un lenguaje rico y sabían lo que decían, y entendían lo que otros explicaban, no me parece tan subjetiva.

Actualización 16,30

lagamez  Un sondeo hecho entre escolares en Bergara revela que mucha gente todavía cree que Adán y Eva son personajes históricos http://bit.ly/7oBJtl

La culpa y la responsabilidad

Tomo prestado el dibujo del blog de Nephtys

Una familia que luchó denodadamente con imaginación y trabajo por salir adelante. Malos tiempos iniciales acarreando como losas las miserias del país. Un día llega un premio, un primer lujo: una enorme radio que se coloca sobre un soporte en lo alto. Su emisión llena de sonidos maravillosos la casa, más allá de las canciones tarareadas. Del aparato pende el cable para enchufarla cuando toca. Con unos 5 años, quiero oírla y conectarla por mí misma. Subo a una silla, me tambaleo… y me agarro al cable en mi caída. La radio se estrella contra el suelo y se deshace. No son tiempos de compañías de seguros en España. No habrá más dinero para reponerla. Jamás he sentido mayor sentimiento de culpa.

Atención al sentimiento de culpa leo en El País pero al repasar las noticias más leídas. Es decir, el título ha atrapado a un gran número de personas por alguna razón. Y es fácil adivinarla. El artículo es un análisis profundamente lúcido en el que todos nos reconocemos -y lo que es más importante-, reconocemos a la sociedad en la que vivimos. Dice su autor, Xavier Guix, que en “el paquete evolutivo de nuestras emociones básicas, tal como investigó Paul Ekman (miedo, tristeza, alegría, desprecio, asco, ira y sorpresa) no se encuentra para nada la culpa, tratándose entonces de una emoción secundaria o elaborada socialmente”. Aprendemos a sentirnos culpables. Y la culpa –como todos los miedos- se constituye en un poderoso elemento de control social. Suscribo lo que dice Xabier para explicarlo: “Existen códigos, pautas, normas que no se deben transgredir porque, de hacerlo, no sólo aparece el castigo, sino, peor aún, el menosprecio de los nuestros, léase que no nos quieran, que nos alejen del grupo. Y ése es el peor de los miedos humanos”.

La radio en el suelo no fue mi primera pifia infantil. Me apasionaban los descubrimientos y no siempre resultaban bien. Ya había interiorizado el sentimiento de culpa porque había experimentado las consecuencias de investigaciones anteriores fallidas. Sé, por tanto, cómo lo aprendí. Y cómo lo liberé, sustituyéndolo por la responsabilidad –que es precisamente la conclusión del artículo-. Intentar hacer las cosas bien, lo mejor posible, aceptar fallos y errores como consecuencia del proceso, asumir los hechos con todas las consecuencias. Liberación parcial, porque la educación pesa, la propia y la de los otros. Y a menudo, se buscan atribuciones de culpas ante lo inexplicable. Y hasta pueden seguir calando.

Lo que ocurre es que vengo pensando y discutiendo mucho sobre cuestiones relacionadas. Un solo ejemplo concreto: tras una conferencia, pregunté a personas visiblemente conservadoras y defensoras del libre mercado, cómo podían explicar que ese sistema era justo cuando la mayoría de la población mundial –cuatro mil millones- se muere literalmente de hambre. Cómo en el país de la católica culpa, España, existe tamaña corrupción, tal saqueo de las arcas comunes de los ciudadanos, sin visible sentimiento de contrición. La respuesta a coro me dejó anonadada: «Es la maldad humana».

Y ya está. Por supuesto, ante “maldades humanas” convertidas en delito disponemos de los instrumentos de la Ley. A usar de forma exhaustiva hasta erradicarlas. El problema reside en esa culpa educacional que ata y somete a la sociedad. En la primaria justificación de que las desviaciones se deben a un maniqueísmo moral que sólo distingue entre el bien y el mal, e incluso otorga bondad y maldad con parámetros subjetivos. En que buena parte de los transgresores –los que meten la mano en el saco o los que manipulan a la sociedad- creen lavar sus culpas en un confesionario con la penitencia de tres “avemarías”. En que siguen siendo amados y respetados -en contra de la supuesta norma natural de la culpa- porque, interiorizado el «pecado», casi nadie lanza la primera piedra. Porque quizás no es cierto que el culpable sea proscrito como dice el canon, ni respetado quien intenta obrar con coherencia y rigor en aras del bien común.

  Ley y urnas -y no confesionarios- para atajar a los delincuentes de obra y palabra. Pero sobre todo -y siempre apelando al origen- educación. Edificar seres humanos libres y responsables.

Radiografía de la lamentable sociedad española

Hace tiempo que me gusta mirar los barómetros del CIS más allá de los titulares de urgencia que ofrecen los medios. Es un estudio serio por el tamaño y selección de la muestra (edad, sexo, nivel de estudios, tamaño del municipio) y por el rigor del cuestionario. Desde luego, aportan una fuente impagable de conocimiento de nuestra sociedad.

Los españoles se declaran en su mayoría de centro, ligeramente escorado a la izquierda. Hay una razón oculta: es el lugar más alejado de los extremos, en el que nos sentimos cobijados y seguros, más arropados porque son más los que se sitúan cerca. La ciencia matemática lo ha estudiado en la llamada Campana o Curva de Gauss, y es curioso ver su representación visual: uno tira bolas sobre una tabla predeterminada, y la mayoría va al centro. Fundamento de la estadística, se aprecia que cuanto se aleja más uno de la media, menos individuos hay.

Los más conservadores, los mayores de 55 años; los menos el tramo situado entre 25 y 34, los más jóvenes vienen también más a la derecha. Y siempre los hombres se manifiestan más a la izquierda que las mujeres.

Sólo que esta consideración de sí mismos no parece concordar con las actitudes que se derivan de otras respuestas. Casi el 75% se declara católico aunque no va a la iglesia. Ateos y no creyentes algo más del 20%. Son partidarios de los controles –cámaras de videovigilancia por ejemplo- para garantizar su seguridad casi en un 70%, aunque pierdan libertad. Y sólo el 10% los rechaza precisamente porque se “pierde intimidad” y se “violan derechos”. Más del 60% es partidario de imponer «bastantes restricciones» al acceso de menores a Internet y casi el 21% de negárselo absolutamente.

Lo más ilustrativo, a mi juicio, se centra en los asuntos que más preocupan a los españoles. El paro se sitúa en las más altas cotas de nuevo con un 76,4%. Para un 48,4% son los problemas de índole económica. Asciende en vertiginosa carrera “la clase política y los partidos políticos” que representan un problema para el 12% de los españoles ¿No tienen nada que decir a esto sus componentes? Ahora bien, la corrupción y el fraude sólo inquietan a un 1,4%, con la que está cayendo. La Administración de Justicia –con lo esencial que es un buen funcionamiento para el sistema democrático-, a un 2,5%. Después de conocer que miles de expedientes se acumulan en los juzgados, en legajos y sin informática, lo que causa evidentes y trágicas consecuencias al tener a delincuentes convictos sueltos, o tener noticia de resoluciones judiciales francamente dudosas. Los problemas derivados de la juventud actual, tras haber llenado páginas y páginas de alarma, a un 1,7. Lo mismo, exactamente, que la violencia contra la mujer. La sanidad a menos del 5% y la educación no llega al 8%. 

Y atención, un mes más, un año más, los nacionalismos con lo que tantos políticos se llenan la boca son recordados por el 0,4% de los españoles, y el Estatut de Cataluña, por el 0,1%.

El barómetro de septiembre del CIS, dedica un apartado especial a la seguridad, como decía, y también a Internet. Y es muy revelador. El 42,7 % no se ha conectado nunca a la red en el último año. Un 55,8 % sí. Y un 1,5 ni siquiera sabe lo que es Internet. De los que sí usan Internet, casi el 64% lo hacen a diario, buscando fundamentalmente… información (más del 92%).

   El 47% sólo tiene estudios de primaria, es el tramo más numeroso. Estudios universitarios superiores no llega al 11%.

Es decir, de falso centro, poco instruidos, insolidarios, tolerantes a la corrupción, despreocupados de asuntos cruciales suponiendo que no afectan a su bolsillo. Incoherentes hasta con el hecho de declararse católicos mayoritamente pero sólo de nombre. Sin ver en la educación una salida a nuestros problemas. Y una inmensa brecha entre dos Españas, una ávida de información y otra que vive al dictado de la televisión y la radio. Porque ya os conté que, incluso antes de la crisis, la venta de periódicos de papel en España estaba en lo que la Unesco considera el umbral del desarrollo. 100 ejemplares cada 1.000 habitantes. 400 se vendían en Suecia y Finlandia. ¿Podrá la primera, la España comprometida e informada, arrastrar, contagiar,  a la otra?

Pero, hoy por hoy,  ¿a alguien le extraña con este panorama nuestra clase política? Está a nuestra altura. ¿No mejoraría si a nosotros nos preocuparan la corrupción y el fraude? ¿Y la justicia, el periodismo o la educación? Lo que falla es la sociedad española. Y nadie se va a ocupar de incrementar su educación y cambiar su escala de valores, si no lo hace ella.

Niños: las raíces del problema

La alarma ha saltado porque jóvenes y adolescentes de elevado estrato social se enfrentaron a la policía en Pozuelo de Alarcón, Madrid, que no les dejaba beber. Destrozaron los vehículos de los agentes, hirieron a algunos incluso de gravedad e intentaron asaltar la comisaría. Porque no les dejaban beber en la calle, insisto, y, al parecer, fueron reprimidos con cierta dureza. Nunca se les ha visto ni a ellos ni a muchos otros defendiendo causas más elevadas.

Hace ya años que quien esto escribe se inquietó por algunos datos y apreciaciones que iban llegando:

  • Un sondeo llevado a cabo por una firma comercial -en torno al año 2000- aseguraba que el 78% de los niños españoles aspiran a ser de mayores «famosos», sin vincularlo a ninguna actividad profesional. Ni bomberos, ni enfermeras, ni siquiera economistas o princesas, famosos que salen en la tele a contar intimidades y se forran.
  • 2007. Según un estudio del Instituto Aragonés de Estadística, más del 70% de los estudiantes de ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria), de 12 a 16 años, preferiría cobrar el paro a tener un empleo. El trabajo añade que esa cifra es similar a la media española.
  • Tampoco parece saludable -al contemplarlo cada Navidad- cómo los niños españoles reciben regalos hasta 3 veces, y no menos de 2, en quince días. Aunadas costumbres propias y foráneas, llega el 24 de Diciembre Papa Noel desbordante, las uvas del 31 dejan caer a veces obsequios también, pero los sagrados Reyes Magos españoles tampoco faltan con su carga de juguetes. Y en todos los casos de marca, los niños rechazan todo lo que no venga avalado por la publicidad. El bien escaso es más apreciado que la sobreabundancia que estraga.
  • Casi la mitad de los niños entre 6 y 11 años dispone de móvil, según la Encuesta de la Infancia en España 2008. ¿No es un poco excesivo?
  • Los niños españoles abusan de las grasas, pasta, y comida basura en su alimentación. Apenas comen pescado, verduras y frutas porque “no les gustan”. Y, como «no les gustan», no los comen. Casi la mitad, degustan chucherías tres veces por semana.
  • Acuden al colegio en autobús o en el coche de papá por la mañana y en el de mamá por la tarde. No andan.
  • El ocio infantil se dirige fundamentalmente a las play stations, ordenador y televisión, actividades que se realizan sentados. Algunos juegos han incorporado movimiento para paliarlo. Ha descendido la práctica del deporte. El 20% de los niños son obesos.
  • Demasiadas vacaciones, 175 días de clase mal repartidos.

Consecuencias:

  • El 16% de las clases se invierte en poner orden.
  • Han aumentado las agresiones y falta de respeto a los profesores que no tienen por qué afrontar su profesión como de riesgo. En muchos casos apoyados por los padres. También se ha incrementado el maltrato de hijos hacia sus progenitores.
  • El Informe PISA no refleja diferencias abismales entre países, España sin embargo no obtiene notas destacadas. Pero aporta algunos datos alarmantes: los niños españoles son los que más han perdido capacidad para asimilar conceptos en la lectura, que no es ninguna minucia. Siempre tenemos una nota alarmantemente baja en matemáticas. Otro estudio -de la Comunidad de Madrid- nos muestra como sus alumnos suspenden de una forma masiva en esta materia. Así lo hacen 7 de cada 10 de tercero de ESO, con una nota media de poco más de un tres y medio.
  • Casi el 40% de los jóvenes españoles mayores de 20 años ostentan un nivel de formación inferior a la Educación Secundaria Superior (Bachillerato o FP). España sólo supera en las tasas de estos titulados a Portugal y Malta. Varios Estados del antiguo bloque del Este rondan o están por encima del 90%: República Checa, Eslovaquia, Eslovenia y Polonia. En Suecia, Irlanda y Finlandia se sitúan en torno al 85%.
  • El 30% de quienes acceden a la Universidad española no termine la carrera, el doble que en el resto de Europa
  • Ahora bien, en España hacer el esfuerzo de titularse no está premiado. Es el único país de la OCDE en el que los universitarios no tienen más probabilidades de encontrar trabajo. Y uno en los que más se reduce la brecha salarial entre los jóvenes titulados y los trabajadores que carecen de estudios. Casi el doble que los españoles cobran los universitarios en Irlanda y Francia, y, hasta un 140% más, en el Reino Unido. Es decir, la formación no está valorada en España.
  • Uno de cada tres jóvenes españoles apoya la pena de muerte y el 40% de ellos no leyó ni un solo libro el año pasado.
  • Las ideas machistas persisten entre adolescentes y jóvenes.

CAUSAS:

Aunque muchas de ellas son obvias a la vista de lo relatado, añado algunas más:

  • Uno de cada cuatro niños se siente solo al llegar a casa del colegio. Sus padres no están debido, en el mejor de los casos, a los horarios laborales españoles y, siempre, a sus prioridades en la escala de valores. La falta de atención directa se suple malcriándolos.
  • Similares porcentajes en lectura, machismo e ideas retrógradas se dan entre los adultos.
  • Muchos padres al llevar y traer a sus niños del colegio, aparcan en doble fila instruyendo a sus hijos en cómo no pensar en los demás.
  • Ocupamos el primer lugar de Europa en abandono de mascotas, es decir, en abandono de responsabilidades contraidas con un ser que se considera inferior.
  • Tenemos una bien ganada fama de incívicos y faltos en el uso de formas corteses.
  • La mitad de los adultos no ha finalizado los estudios obligatorios. La media europea de personas con estudios superiores a los primarios es del 70%. 
  • España invierte en Educación casi dos puntos menos que la media de la UE.

Conclusión:

¿Se arregla el problema tratando de Vd a los profesores y poniendo tarimas?  Evidentemente no.

A quienes hablan de principios como el de autoridad y no ser “amigo” de los hijos, les recuerdo que los niños y jóvenes cuentan sus problemas a sus amigos y no a sus padres.

Se educa con la razón, el diálogo, la compañía, el juego, despertando sus sensaciones y su imaginación, y, sobre todo, con el ejemplo. Nunca un niño leerá si no ve a sus padres hacerlo. Ni sabrá comer, ni elegir. ¿Cuánto difieren sus ídolos de aquellos que tienen los adultos? Los padres enseñan también la escala de valores. Y la sociedad, los políticos y todos los estamentos de poder. Y ¿qué les estamos enseñando? Es bastante evidente. Los niños españoles son hijos de los adultos españoles. Ahí se resume el preocupante problema. Y la mano dura y la falta de principios éticos, culturales y cívicos, no deben ser ajenas.

(Para votarla si te gusta: http://meneame.net/story/ninos-las-raices-del-problema )

Pertenezco a un país… ¿Argentina? ¿México? ¿Bolivia?

Lo peor es que este vídeo de la inefable cadena C5N… está claramente plagiado de un anuncio electoral mexicano:

Y resulta que también…

El original parece -parece- estar aquí, en México, por la fecha (aunque lo dudo porque vistos el resto de los «editoriales» de este señor, no me cuadra):

Si alguien sabe si esto en realidad es un texto de un escritor inglés del siglo XVII, francés del XV, o español del XI, por favor, que nos lo cuente. Me inclino más por esta última opción dado que, para bien y para mal, estamos hablando de hijos de la madre patria. Es interesante constatar los distintos vocablos que allende el Atlántico se usan para el término «picaresca».

Lo que no quita que… pertenezcamos a un país donde…