Su reino no es de este siglo

Cada vez que se cumple otro año de razón, resulta más anacrónica la figura de un jefe del Estado instituido como rey. El discurso navideño de Felipe VI lo demostró de nuevo. Algunos de sus homólogos también difunden mensajes en estas fechas. La reina Isabel II de Inglaterra ha hablado de respeto y comprensión; de fe, familia y amistad. El presidente, electo, de la República Federal de Alemania se dirige a los ciudadanos y defiende «el diálogo y la tolerancia» frente al «ruido» de las redes sociales –ya ven– y la polarización política que se vive en otros países.

En la Corona española, como en otras, partimos de que la figura que encarna la dinastía reina pero no gobierna, según la Constitución. No gobierna, salvo cuando sí mantiene una postura decididamente política como ocurriera el 3 de octubre de 2017 sobre Catalunya. Felipe de Borbón ostenta la representación del Estado, lo habitual en su cargo. El discurso navideño es su actuación más significativa.

Como impresión personal y desde el punto de vista puramente racional, me cuesta entender a qué viene ese conjunto de consejos. En particular, las recomendaciones impregnadas de un marcado paternalismo. Y partiendo de obviedades en el diagnóstico, de un alto grado de dulcificación de los problemas y de exagerada confianza en las soluciones.

Es cierto que el rey intentó mostrarse más cercano. Siete veces nombró la palabra “convivencia”. Apeló a los acuerdos entre políticos “por muy distanciadas que estén sus ideas”. Como llamada a repetir el consenso de una Transición basada en una versión de la historia que no es la de todos. “La reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad”, suenan desmesuradas para una España que dejo completamente impune el franquismo y con él sus perversiones más dañinas como la corrupción y la tendencia al autoritarismo. Fue un paso adelante, pero no ese cúmulo de armonía ejemplar.

El grueso del discurso fue para ganarse a los jóvenes, en tarea tan marcada como previsiblemente improductiva. “ Os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral. Como idea, deseable y poco novedosa. Pero ¿cómo? ¿Cómo, en las circunstancias que vivimos bajo la tiranía del lucro por encima de todo?

Ni siquiera hace falta entrar en el recurso fácil de recordar presupuesto y patrimonio de la institución monárquica. Y preguntarse cuál sería, dado el compromiso de colaboración, su aportación directa para ayudar con efectividad a los jóvenes. ¿De qué hablamos? ¿De medidas de promoción y mejoras que llevarían a cabo los gobiernos a su propuesta? Suena difuso, intangible y hasta fuera del cargo. Aunque sí refuerza ese paternalismo de las buenas palabras sin recorrido.

Y luego está la Corte y dentro de ella el importante bastión de la prensa palaciega que escenifica una ceremonia de la irrealidad. Leerles y oírles tras el discurso produce en algunos casos vergüenza ajena. Ese crecimiento para convertirse en una figura senatorial (por las canas), ese alborozarse por conclusiones como que “la convivencia es frágil” resaltada por la mayoría. Pues sí, no hay más que ver la vida pública y las calles.

La tradición manda que los discursos de la monarquía española sean interpretados al estilo de los oráculos de Delfos en la antigua Grecia. Intuyendo y recreando los mensajes ocultos. Es cierto que de un año largo a esta parte las palabras de Felipe VI son claras. Lo que toca entonces a los cronistas es desbordarse en alabanzas. Y agarrarse a descifrar los «guiños» de la escenografía.

Un discurso real con consejos. Que  suscitan preguntas. Sabemos, por supuesto, que “es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación”. Y las jefaturas de Estado por herencia de sangre no son precisamente un ejemplo. Luego están las trayectorias de la familia. El cuñado Urdangarín, la hermana Cristina y, sin duda, el padre y rey Juan Carlos. El que, como él, está protegido por la inviolabilidad, en una figura por completo anacrónica y, sobre todo, injusta. O las tensiones en el matrimonio real de las que habla la prensa alemana y los mentideros españoles. Convendría aclarar en cuanto exceda, si fuera el caso, el ámbito de una relación conyugal. Tener a un comisario encarcelado y encausado por la elaboración de grabaciones como método de presión y el sembrado de rumores al respecto chirría con el retrato oficial.

La Corte manda mucho. Monárquicos sobrevenidos desde presuntos republicanismos que piensan -y así lo dicen- que los españoles no estamos preparados para un jefe de Estado electo. Ahondando en el problema, imaginen los discursos del rey supervisados por un Gobierno de Pablo Casado o Albert Rivera con sus soflamas incendiarias de arenga en las barricadas. En equipo con sus lugartenientes más destacados: el lanzador de huesos de aceituna y tuits sonrojantes con billetes de lotería, la jefa de la oposición en Catalunya que se comunica por cartelitos y banderas que saca del bolso prestidigitador o señalados bocazas de solera como Girauta y Hernando. Aunque, la verdad, tampoco el discurso actual, más templado, pasará a la historia.

Sin referéndum sobre la monarquía a la vista, se vive lo que toca por la mismaregla de tres racional. En los preocupantes tiempos que corren para cualquier progresista, para cualquier demócrata, sería un consuelo simplemente que el jefe del Estado llamara con contundencia a defender la democracia y la libertad. De este siglo. De estas amenazas

 

*Publicado en eldiarioes 25/12/2018 – 

¿Y si el fin no es la unidad de España?

Pablo Casado, cualificado portavoz del PP, avisó a Roger Torrent con toda claridad: «tiene dos hijos y sabe a qué se atiene».  Este ha sido uno de los más chirriantes solos de trompeta en la fanfarria que culmina la gran ópera bufa de nuestra democracia, ahora en cartel. El presidente del Parlament, en la encrucijada establecida para la investidura de Puigdemont, ha decidido aplazar la sesión. Sin ceder. Quiere una toma de posesión con garantías pero el Constitucional se ha ratificado en los requisitos impuestos. Torrent ha sido rotundo en la idea central: «Ni la vicepresidenta Soraya ni el TC decidirán quién tiene que ser el President de la Generalitat», ha dicho. La tensión es ya mucha, y por la tarde se han producido incidentes aislados en el acceso al Parlament.

Plumas, teclas y micrófonos hacían guardia desde primera hora de la mañana.  Desde hace muchos días, en realidad. Salvo a los más adictos, tienen al personal agotado. En Radio Nacional de España hablaban de «la corresponsal en Barcelona», la «corresponsal» en ese país extranjero. Un tertuliano advierte de que, como insistan con Puigdemont, «volveremos a tener que aplicar el artículo 155». Volveremos.  Como las oscuras gaviotas que nunca abandonan el nido. La idea dominante situaba este martes como un día terrible para la democracia, un día más. Y como principal problema de los españoles, Catalunya. Con una sociedad rehén, está arrastrando por el suelo el prestigio del país, oigo. El Gobierno y los partidos que sustentan al Gobierno se manifiestan en parecidos términos.

Volvamos al balcón donde anidan las oscuras gaviotas. «Tiene dos hijos y sabe a qué se atiene». La amenaza de Pablo Casado suena a problema grave. Claro que también dijo que Puigdemont podía acabar como Lluís Companys [fusilado], y no pasó nada. En los últimos días hemos asistido a una escalada insólita de la desvergüenza, como gran colofón a una obra largamente trabajada. Cada nota es de una seriedad extrema.

Tras filtraciones de la operación, El País confirma que algunos ministros, el propio Rajoy, y, desde luego, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría  llamaron a miembros del Tribunal Constitucional para «trasladarles lo grave que sería investir a Puigdemont». La separación de poderes saltaba por los aires, con ella suele ir el Estado de Derecho, y apenas nadie se inmutó. «Estamos asistiendo -de la mano del TC- al nacimiento del ‘derecho constitucional del enemigo’. La idea es que frente a quien desafía al Estado no rigen las normas estatales y cabe cualquier acción que lo frene políticamente. Aunque sea inconstitucional», escribía el profesor de la materia y antiguo letrado del TC  Joaquín Urías.

Hagamos una salvedad: el Tribunal Constitucional dejó de ser un órgano exclusivamente consultivo desde 2015, cuando el PP le otorgó con su mayoría absoluta poder sancionador, una revolución jurídica, se dijo. Casualmente, puso al frente al magistrado Pérez de los Cobos, el mismo al que quería estos días colocar en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde han de verse recursos a actuaciones del gobierno del PP, también desde Catalunya. La jueza homófoba que logró el puesto -mintiendo en el currículo- alegó que este candidato trabajaba para el Gobierno de España. Luego supimos que  el Constitucional elaboró ‘a posteriori’ los fundamentos jurídicos de la decisión sobre Puigdemont. El prestigio de España está con todo esto que da gusto verlo.

Las llamadas del Gobierno al Constitucional, lejos de provocar un clamor de indignación, han sido alabadas por quienes están siempre dispuestos a estos menesteres. Se diría que aplican el principio maquiavélico según el cual «el fin justifica los medios». El fin, aparentemente, es preservar la unidad de España. Sin atenerse a molestos requisitos legales. Sin tener en cuenta los votos obtenidos por la opción independentista en Catalunya. Para un demócrata, la propia democracia es un bien superior en sí misma. Ya no es hora de hablar cuánto se hizo mal en este camino, el fraude que supone que el PP, hoy en el Gobierno, se ponga a recoger firmas para declarar inconstitucional el Estatut aprobado por los ciudadanos. Ese que ahora añoran algunos que ayudaron a hacer crecer esta enorme madeja. Supuestamente ese es el fin, pero permítanme que lo dude.

Al mismo tiempo, y en pleno juicio Gürtel, nos salta la Fiscalía pidiendo que no se juzgue al PP en el caso de los ordenadores de Bárcenas en aplicación de la doctrina Botín. La Fiscalía no ve delito en borrar 35 veces su contenido ni en el contenido que no conoce a través de la investigación por el simple hecho de que lo han hecho desaparecer. El Ministerio Fiscal tiene entre las misiones que lo definen «promover la acción de la Justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público». Y tampoco pasa nada. No protesta la gran familia por los daños causados a la imagen de España. A la realidad de España, a su democracia.

Entretanto, el Tribunal Supremo -que también ha de decidir sobre denuncias contra el Gobierno- conoce nuevos nombramientos, entre ellos el número dos de Gallardón y un ex senador del PP.  En la línea de lo que viene siendo la tónica.

La labor que dirige Mariano Rajoy cubre un amplio espectro. Acabo de leer en eldiario.es que la nueva Ley de Contratos del Sector Público para poner coto a prácticas que facilitan la corrupción eleva del 10% al 50% los sobrecostes permitidos en contratos como los de las mordidas de Gürtel. No hay más preguntas, señoría.

El Rey Felipe VI tampoco se ha pronunciado sobre estos graves asuntos. Nos cuentan los cronistas que en Davos saludó al magnate asiático Lim Boon Heng, a quien quería conocer. Es el presidente de Temasek, uno de los fondos soberanos más grandes del mundo que opera desde Singapur y que  declaró a periodistas españoles: «Espero que Catalunya esté bajo control». Bajo control.

Este 30 de enero, en su 50 cumpleaños, Felipe de Borbón ha sido homenajeado efusivamente por los medios afines. El País nos servía la gran frase del día como estímulo para empezar la jornada:

«El Rey no se presenta a las elecciones, pero eso no quiere decir que no esté sometido al escrutinio de los ciudadanos. La Casa del Rey sondea regularmente el estado de la opinión pública».

Tranquiliza mucho. Un escrutinio de uso interno sin consecuencias. Quizás para lanzar o no los vídeos familiares con almuerzos entrañables. Eso sí es que someterse a un escrutinio, no me dirán. A la misma hora sabíamos que laAudiencia Nacional ha condenado a un hombre por llamar corrupto malparido al rey Juan Carlos en Facebook. Se le ha encontrado culpable de injurias a la Corona que pueden atentar contra la paz social.

Casi a la vez Rajoy decía que lo más sensato es proponer un candidato limpio en Catalunya. Predicando con el ejemplo. Y que «por encima de la ley no hay nada». Salvo algunas cosas. Muchas, como vemos.

Donde haya sondeos, que se quiten las urnas. No dan más que problemas a estas buenas gentes que mandan, si a los ciudadanos se les ocurre votar lo que no les gusta. Ciertamente, con el apoyo de partidos muy concretos, corresponsables por tanto. Y de millones de personas a quienes se supone que al menos conocerán la razón de sus prelaciones. En estas circunstancias, a ver qué sociedad es rehén de qué. ¿De Catalunya? ¿De Puigdemont?

Y ahora díganme: ¿de verdad creen que lo que se dilucida de forma prioritaria es la unidad de España?

 
 

González, Cebrián y la monarquía tailandesa

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Cebrián, González y García-Margallo a su llegada al foro ‘Venezuela: una reflexión sobre el presente’, en junio de este año. FLICKR CASA DE AMÉRICA

Acaba de morir el Rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, tras 70 años en el trono. Tenía 88. Se han decretado 12 meses de luto y a quien no llora adecuadamente por él  le obligan incluso a golpes y arrastrado en público escarnio ante la multitud. Desde mayo de 2014 la figura fuerte en el gobierno del país es el general Prayuth Chan-ocha, autor de un golpe de Estado contra la entonces primera ministra Yingluck Shinawatra. A partir de entonces gobierna una junta militar. El objetivo, se dijo, era incrementar el poder de la monarquía.

Al cumplirse un año del golpe, Chan-ocha reunió a la prensa local y a los corresponsales extranjeros, unos 200 periodistas, para darles un cursillo sobre cómo hacer preguntas que no le ofendieran. No nos facilitaron detalles del temario. La población también recibió directrices. Fue creado el Consejo Nacional para la Paz y el Orden destinado a lograr la felicidad de los tailandeses. Por las buenas o por las malas. El propio Chan-ocha compuso una balada titulada  «Devolviendo la felicidad a Tailandia». Más les valía cantar y dar saltos de alegría, el descontento sería castigado con los llamados “ajustes de actitud”. Numerosos críticos, académicos y prensa entre ellos habían sufrido sus rigores: arrestos y represión por esas desviaciones que no gustaban a la Junta.

Los tailandeses, por tanto, están obligados a ser felices por decreto y también a sentir enorme dolor por la muerte de su monarca. Un sinvivir.

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Chan.ocha se postra ante el Rey ahora fallecido

Indudablemente, los guardianes de las esencias de un país, una sociedad, cuanto viven y quieren, su felicidad, su tristeza, creen estar en posesión de la verdad. No hay nada como sentirse un ser excepcional para indicar, imponer si se da el caso, las conductas correctas.  La realidad a veces les contradice. De forma flagrante incluso.

Se levanta España sobrecogida a golpe de periódico, prensa y radio, porque este miércoles un grupo de 200 estudiantes, alborotadores, o lo que fuera, protestaron en la Universidad Autónoma de Madrid ante el expresidente del gobierno y del PSOE, Felipe González, y el presidente del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián. Iban a dar una conferencia y los manifestantes se lo impidieron.

Ya estamos de nuevo con portadas, editoriales, escritos desde la “efervescencia” –ahora les cuento esto-, en donde se compara la protesta de la Universidad con el 23F y, sobre todo, se culpa de la revuelta… a Podemos. Decían lo mismo que Pablo Iglesias en el Parlamento, argumentan. Hablaban de cal viva y eso no se toca, ni se desentierra. La cal viva existió y algún día este país deberá enfrentarse a ello, hay asuntos que por su desmesura se empeñan en sacar la mano de la tierra que los sepulta. De hecho, hasta José María Aznar se lo refregó a González en 2004, con lo que él tiene que callar.

Por supuesto que no es la mejor actitud obligar a suspender una conferencia. Tampoco situar en la precariedad y falta de futuro a los jóvenes –y no tan jóvenes- por las políticas que estas dos personas se empeñan en avalar en la práctica. La violencia tiene muchos caminos y matices, pero, categóricamente, no es lo mismo una protesta en una Facultad universitaria que estas portadas y artículos señalando dianas.

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Dicen que hay que atar corto a las redes sociales, ¿A la sociedad? ¿A los desacuerdos? ¿A las justas reivindicaciones de esta ominosa época? Desde los púlpitos mediáticos, nos dan clases como en Tailandia. Algunos las llevan bien aprendidas de casa.  Chirría escuchar a periodistas censurando la crítica que es consustancial a nuestra profesión. Y escandaliza este salto a la primera fila del  lavado de ofensas cuando tanto se ha callado y acallado.

El papel de Felipe González y de Cebrián en el motín dentro del PSOE es visible. Les hemos oído y leído. Son ya numerosas las voces que no dan crédito a lo que, especialmente, El País, un diario de referencia, está haciendo. Y el giro en el PSOE Supone un cambio drástico en las expectativas para un cambio de políticas. Tampoco ha sido nada airosa la forma. La maldita casualidad hizo que el mismo día de la protesta en la Autónoma, Infolibre publicara la carta que el director de El País, Antonio Caño, ha enviado a los suscriptores que se han dado de baja, disconformes con la línea editorial del periódico. Caño atribuye los editoriales incendiarios y cargados de insultos a la “efervescencia” que se produce en algunos momentos en este tiempo en que “los ánimos están exaltados”. La dirección de un medio puede perder los papeles, soltar exabruptos, pero no unos jóvenes muy enfadados y con razón.

Este jueves la prensa y en particular El País vienen sobrados de burbujas. Con espadachines varios, siempre dispuestos a salir valedores del sol que más calienta. Mientras no languidezca, que deben venir bien duras cuando Caño manda cartas para ver de salvar los muebles anegados.

En los palacios de oro no dan crédito a la osadía de los estudiantes. ¿Ha podido ocurrir algo en España más grave que una protesta contra dos personalidades tan relevantes que, además, han acreditado de tal forma su prestigio con el tiempo? ¿Gurtel y todas las corrupciones? ¿El ascenso a la troposfera de la Deuda Pública?  ¿El vaciado de la Hucha de las pensiones? ¿El incremento del número de pobres? No, desde el 23F, no ha habido nada similar a la protesta en la Autonóma contra González y Cebrián. Desde la Batalla de las Termópilas probablemente. Y hay que pronunciarse. Pasan lista de fidelidades y de “desajustes de actitud”. Se estudian castigos. De entrada, el señalamiento público arbitrario.

Jóvenes descarriados –no solo un poco, mucho- beben en las fuentes que les mandan desde Podemos. Igual que una parte del PSOE díscolo, antes oficial.  Huecas sus cabezas, se dejan dirigir por cantos de sirena con coletas. Eso dicen. En primera fila, el portavoz de la Junta, perdón, de la Gestora, que un día se ve redimiendo al PP de sus culpas y otro acusa sin pruebas.  Son las caras del Susanato, del tiempo que viene. La teoría -que la prensa conservadora y periodistas aposentados comparten- da idea de su concepto de la información y de la propaganda. Igual llega el día en el que los periodistas no complacientes con el poder nos veamos obligados a recibir clases de trato a los que mandan.

Son momentos difíciles que pagarán los de siempre, porque los de siempre así lo han organizado. Hoy no es día de ser felices por decreto. Hoy es día de llorar y rendir pleitesía a los próceres agraviados y de mandar a galeras a esos poderosos, sibilinos e inmundos seres que se introducen en mentes endebles, no cómo otros que no lo logran del todo aunque lo intenten profusamente. La felicidad ya llegará con el futuro gobierno que aglutina voluntades en pensamiento único de trono tan longevo. Ése que va a proporcionar tanto alivio a los que saben lo que nos conviene a todos.

*Publicado en ctxt.es

La reacción del dinosaurio herido

Cuesta creer que no llegue  ni a dos semanas el tiempo transcurrido desde la celebración de las elecciones europeas. Se saldaron con un resultado adverso para el bipartidismo en la UE y en España, y la irrupción notable de otras opciones (ultraderecha en Europa y una agrupación ciudadana progresista, Podemos, en España) como hitos más significativos.

¿Y qué ha hecho el dinosaurio herido? Mover ficha para mantenerse. En el continente la primera estrategia ha corrido a cargo del BCE.  Mario Dragui ha visto llegada la hora de promover estímulos a la economía, 6 años después de cuando el staff del que él forma parte (fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa) debió haberlo hecho, y cuando ya se nos ha infectado el Parlamento Europeo de fascistas. Ese dinero que suelta el poder neoliberal, las medidas que dice adopta el Consejo de Ministros en España, serán administradas por el gobierno de un partido tan tiznado de corrupción que ya lo confirma hasta el juez. En las mejores manos está la pasta.

Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde el soplo de esperanza que trajeron las elecciones, solo el 25 de Mayo. El tinglado, el dinosaurio, reaccionó con prontitud y contundencia. La abdicación del rey Juan Carlos resulta cuando menos extraña. La justifica en la necesidad de una nueva generación “decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. Y lo primero que dice su sucesor, su hijo Felipe, es que su reinado va a ser “de continuidad” y que la nueva etapa ya la inició su padre (hace 39 años).

La familia real está cumpliendo el papel para el que se ha preparado: perpetuarse de padres a hijos en la jefatura del Estado. Lo más desolador -al punto de brindarnos espectáculos auténticamente bochornosos- ha sido la reacción del resto de los poderes. Hay dos que sobresalen entre todos: el PSOE de Rubalcaba y su equipo (y su militancia que apenas pía) y la prensa oficial.

Al PP le falta poco para besar en la boca al líder de la presunta oposición (más presuntamente aún) socialista. Ya le llama Rajoy, Don Alfredo (lo escuché en El Intermedio). Se ha plegado a todo, ni libertad de voto da a los diputados de ese partido. No sé con qué espera ser recompensado por tan gran servicio a la derecha, a una política que consagra el expolio de la sociedad y por el hundimiento de un PSOE que tenía más de un siglo de historia.

Y luego está la prensa. Compitiendo a ver quién da más jabón a la monarquía. Ocultado datos esenciales para la información ciudadana.

De este modo, ese aire fresco que brotaba tras las elecciones, ha sido sepultado por 4 capas de merengue monárquico y 8 de betún y estiércol. Ya no ha faltado como símbolo la censura de la portada de la revista satírica El Jueves, y la dimisión del bloque principal de sus dibujantes, de lo que no dicen ni palabra la mayor parte de los medios oficiales. Lo que se dice una prensa libre y crítica, vamos.

¿Y qué hacemos? Cada día es un compañero periodista de los que más valoro –a otros realmente los desprecio- quien muestra su preocupación, su dolor incluso, su asco, por lo que nos está sucediendo. Hoy, sobresale, Isaac Rosa, en su “Los primeros trofeos de Felipe VI”. Así empieza, debéis leerlo entero:

“Pensábamos que la abdicación era inoportuna y precipitada, y que dañaría la institución. Pero la sensación tras solo cinco días es que la onda expansiva se está llevando por delante a otros, no a la corona, que más bien se ha venido arriba.

No sé si son daños colaterales, o buena puntería, pero quizás el rey Felipe VI tenga que ampliar el pabellón de caza nada más llegar a palacio, para que le quepan los trofeos y cabezas que ya está cobrándose casi sin mover un dedo. Y si no, veamos algunos efectos inmediatos de la operación sucesoria.

Para empezar, la maniobra ha desbaratado la agenda política: nos ha cambiado el paso, pues ya no estamos debatiendo en el mismo punto que estábamos el pasado domingo, tras las europeas. El régimen ha recuperado la iniciativa, pues ahora es dueño del calendario, marca los tiempos y los próximos pasos, y nosotros vamos a remolque. Estábamos pidiendo un proceso constituyente desde abajo, y veremos si al final no nos acaban dando proceso constituyente, pero desde arriba.

La abdicación ha supuesto también un cierre de filas mediático y político. En cuanto a lo primero, los grandes medios rivalizan en quién dobla más el espinazo. Desaparecen de la cobertura informativa las muchas sombras del reinado de Juan Carlos, se esconde el debate sobre la forma de Estado, se cargan las tintas más ridículas en la promoción del nuevo rey y señora, y se genera un estado de ánimo colectivo de fuerte carga emotiva, que prepara el terreno para que volvamos a gritarle “¡guapo!” al nuevo rey cuando lo veamos pasar.

Mal empezamos el nuevo reinado. No aprendemos la lección: después de que décadas de blindaje, censura y adulación hacia el rey dejasen como resultado un rey (y familia) que se sentía impune porque se sabía a salvo del ojo público, los primeros pasos del nuevo rey van acompañados del mismo blindaje, censura y adulación”.

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Ya se ve gente “comprando” el discurso remozado de reyes y princesitas. Se ven incluso impelidos a hacer proselitismo. Todo va bien en el peor de los mundos.

Solo espero que cuando se acabe el pastel de la entronización que no probarán, contemplen su realidad y evalúen la complicidad de algunos políticos y la prensa corrupta. Y sientan un poco de clemencia por su dignidad.

El problema es que faltan muchas abdicaciones

 Todo cuanto nace es fluido, dúctil, al principio pero luego se torna en rígido. Como ejemplo más gráfico, el cuerpo humano que se va anquilosando con los años. Hay que tener muy regado por el uso el cerebro para que no le ocurra también. No todas las personas lo consiguen. José Luis Sampedro lo logró, sin duda. Y no es el único, evidentemente. Por lo general, la vejez pierde elasticidad además de en el físico, en su mente, en el encaje de las situaciones, en el esbozo y resolución de proyectos. A ello, ha apelado el Rey Juan Carlos para abdicar en su hijo Felipe al justificarlo así: “Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”.

 La vejez. La más convencional, se impresiona, se aferra a lo que le presta seguridad, se repite a veces hasta la extenuación del contrario. Apenas han transcurrido unas horas desde el adiós del Rey a su cargo y ya estamos anestesiados de tanta historia repetida, tanta loa oficial sin fisuras, tanto debate en buena parte estéril porque se huye del que tiene trascendencia. Ganan por abultado tanteo a la información sobre asuntos cruciales que, sin duda, se precisa conocer ante un hecho histórico de estas características. Y luego vendrá el turno de su sucesor, con los mismos pasos. Es como la vida diaria de un anciano sin horizontes que se levanta, desayuna; si no le duele mucho alguna parte del cuerpo, sale a dar un paseo, y se compra la comida. Y charla con quien sea. Y repite, repite y repite, clavando mil batallitas. Para luego acostarse soñando que se despertará vivo y podrá ejercer las mismas rutinas. A ese esquema reduce sus proyectos. Una vejez que –con matices- se produce casi a cualquier edad porque hay ancianos de 40, 30 y hasta 20 años.

 El problema no es en este caso la edad provecta de las personas porque nadie es insustituible, la cosa se complica cuando el anciano decrépito es un país, una sociedad. No pueden abdicar en busca de soluciones. Nos encontramos en un periodo ampliamente descrito en la decadencia de las civilizaciones. Y es de manual. En las sociedades estratificadas, anquilosadas, hieráticas, no se mueve nada, no surgen proyectos ilusionantes. Quienes desempeñan algún tipo de poder dedican su esfuerzo a que todo siga igual. A levantarse, comer como esté establecido, dar un paseo por los canales encauzados, o distraer la espera con lo que no comprometa, con lo que aburra -al punto de desconectar- a la tercera repetición. Huyendo de estímulos para huir de riesgos.

 …O para mercarse leyes constitucionales de gran trascendencia sin consenso y por simple mayoría. O lo que es lo mismo, para dejar todo atado y que ese pueblo, al que consideran inmaduro y necesitado de instrucciones para decidir lo que quiere querer, no se desmande, no se aleje de sus planes.

 A estas alturas del periodo “abdicacional” ya no recordamos  con precisión que la familia real está inmersa en un proceso por corrupción contra Iñaki Urdangarín y la Infanta Cristina. Y que ello ha pesado notablemente en la decisión de Juan Carlos. No se trata tanto de vejez, ni de cambio generacional, sino de salvar los muebles que se pueda. Y de hacer la mudanza cuando la mayoría parlamentaria ofrece un servicio al gusto del consumidor, no vaya a ser que luego algo se estropee. Y las recientes noticias electorales no pintaban demasiado bien.

 La sociedad española en cambio sí se encuentra constreñida por tantas estructuras podridas que le atenazan. Acaba de dar muestras -precisamente, qué coincidencia- de una pujante vitalidad en algunos huecos del sistema pero se aprestan a enfundarle un traje. De nueva hechura, naturalmente. Hay que cuidar cómo lo emplea no vaya a ser que le apriete y termine por perder facultades ante la carencia de oxígeno.

  El Rey Juan Carlos se va pero se queda una forma de hacer política de antiguo régimen, agudizada por la involución impuesta por el actual gobierno. Algunos partidos, judicatura, iglesia, sindicatos, empresarios, periodismo, son sectores que presentan serias averías. Y ya el colmo es poner la televisión o la radio y ver aparecer a apolillados pontificadores que intentan formatear a la sociedad con sus criterios trasnochados. Todos ellos sí que precisan un cambio generacional, o con más propiedad, neuronal, de actitud ante la vida, no privativa de la juventud del calendario. Poco arreglaremos si no “abdican” también.

 Y así estamos. O nos libramos de los corsés, respiramos y hacemos acopio de savia nueva o vamos al asilo de países a esperar el final. En este Centro de Mayores de Madrid, los hombres juegan interminablemente a las cartas. Tras una puerta, las mujeres sentadas en idénticas mesas conversan o distribuyen monólogos. Ésa es su esperanza de vida. La nuestra se debate entre ese tipo de futuro o rejuvenecer. Un jefe de Estado por ser hijo de otro muy innovador no parece.

Centro de Mayores Comunidad de Madrid

Centro de Mayores Comunidad de Madrid

*Publicado en eldiario.es

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rey.nube

Rafa Cereceda, de Euronews, ha elaborado esta nube de las palabras más repetidas en la -presunta- entrevista al Rey efectuada por Jesús Hermida par RTVE. La publica eldiario.es. Fue una charla absolutamente prescindible en la que el periodista habló más que el entrevistado y ninguno de los dos dijo nada interesante. Una oportunidad fallida de «relanzar» la monarquía -era el propósito- en sus horas más bajas.

«Cosas» fue una de las palabras que más se pronunciaron como vemos. Sí, vimos que el Rey de los discursos tiene poco que ver con la desconocida persona que habita la Institución. Comprobamos que Juan Carlos de Borbón es ante todo… campechano. Y poco más. Conservador también. Muy alejado de la realidad como parecen estar todos los poderes.

Me tocó hacer -a regañadientes- nada menos que dos reportajes sobre el Rey en mi destino en Informe Semanal. Me dicen que los están reponiendo. Dado el rendevou con el que siempre ha de ser tratado el monarca en los medios públicos, al menos no me avergüenzo de ellos. Estaban todos los temas candentes en sus momentos respectivos. Sin cortapisas y sin jabón. Del segundo hace hoy 5 años justos. Cumplía Juan Carlos 70 años. Fue mi último reportaje en la Casa, al salir con un ERE. La nube era de lágrimas cuando, con una tarta en imagen, leí el cierre que había escrito: «Luz para los años vividos, calor para el futuro que llega a partir del próximo segundo«. El Rey en ese momento era lo de menos. Posiblemente, hoy también.

El Mensaje del Rey (escrito por los ciudadanos… o por Javier Gallego «Crudo»)

Javier Gallego

El mensaje del rey no nos representa. El mensaje de la realeza no refleja la realidad. El mensaje del soberano no expresa lo que siente el pueblo soberano. El mensaje de la Corona no explica por qué estamos hasta la coronilla. Creo que muchos estaremos de acuerdo en esto. Por eso me he permitido escribir el mensaje del rey que me gustaría oír, un mensaje del Jefe de Estado que hable del estado real de este país, el mensaje que el rey debería dar pero que nunca veremos: el mensaje del rey escrito por ciudadanos.

“En estas fechas tan señaladas, me llenan de repugnancia y pesar la mayoría de representantes de los poderes públicos y privados de este país que han sumido a los ciudadanos en la desesperanza y la desesperación mientras se llenan los bolsillos, corrompen las instituciones y engañan, maltratan y golpean a la población. Me incluyo entre esas instituciones que este año se han denigrado hasta la náusea demostrando una indiferencia atroz hacia el sufrimiento de quienes viven en este país.

No hay nada que nos pueda llenar de orgullo y satisfacción en 2012 a quienes ocupamos puestos de relevancia en las instituciones públicas. Teníamos el deber más que nunca de servir y ayudar, de proteger y dar seguridad, pero hemos nos hemos servido de aquellos a los que teníamos que ayudar y nos hemos protegido de ellos para asegurar nuestra posición de privilegio. Los altos cargos de la política, la Justicia, la empresa, la banca y la monarquía hemos despojado de derechos sociales a la sociedad, hemos saqueado la arcas de este país, hemos hundido empresas y bancos, cometido fraudes, robado dinero público, abandonado a parados y desahuciados para irnos de cacería o cazarlos a punta de hipoteca. Me llena de asco y desprecio lo que hemos hecho. Todos nosotros.

Empezaré por lo que me queda más cerca. Mi familia y yo mismo. He cometido muchos errores pero el mayor de ellos no ha sido irme a Botsuana a cazar elefantes sin dar aviso al Gobierno. Ni siquiera que fuera una caza para millonarios mientras millones de personas en este país son cazadas por recortes, paro y pobreza. Mi mayor error no es haber hecho todas estas cosas durante la crisis sino haberlas hecho mucho antes y durante años. Llevo años simbolizando el interés general y dedicándome a mi interés particular. Llevo años haciendo cuantiosos negocios privados aprovechando mi puesto de representante público y labrándome un patrimonio personal aprovechando la opacidad de mis cuentas. Yo debería ser una figura respetable pero les he faltado al respeto. Yo debería denunciar las cacerías en lugar de protagonizarlas. Mi reino debería ser de este mundo pero vivo en otro planeta.

He sido un mal ejemplo para los míos. No debería extrañarme de los negocios de mi yerno. La culpa es mía por llevarle a navegar al Bribón, que todo se pega. Hasta el nombre. Iñaki no ha hecho más que repetir lo que veía en casa de sus suegros: cómo vivir del contribuyente. Cuando se casó con mi hija no daba un duro por él y resulta que no ha hecho falta. Se ha conseguido los duros él solito. O con mi hija pese a que ella asegura que no sabía de dónde salían los millones para pagar el palacete de Pedralbes y vivir como marqueses (aunque son duques). Va a ser verdad lo que dicen sobre la inteligencia de los Borbones. Eso sería más honroso que la realidad. La realidad es que nos hemos pasado de listos y les hemos tomado a ustedes por tontos. También los pilares sobre los que se asienta el Estado: el poder político, judicial, empresarial y bancario.

Les ha tomado por tontos el Gobierno que les ha engañado en todas sus promesas electorales. Les han tomado por tontos los bancos que han traficado con sus vidas, ilusiones y ahorros hasta convertirlos en lodo. Les ha tomado por tontos la más alta representación del Poder Judicial que ha utilizado el dinero de todos para pegarse y pagarse “semanas caribeñas”. Y les ha tomado por tontos el ex presidente de la Patronal que ha arrasado empresas, ha amasado una fortuna y ha arrojado al paro a miles de trabajadores mientras predicaba esfuerzo y austeridad. Ésa es la Marca España: un gobierno mentiroso, una banca usurera, un juez corrupto y un empresario codicioso. No es una marca, es un manchurrón.

Ésos son los que viven por encima de las posibilidades de todos,  los que piden austeridad para mantener su despilfarro, los que piden sacrificios a la mayoría para evitarle esfuerzos a la minoría. Todos ellos se han asociado para subirles a ustedes los impuestos, perdonar el gran fraude fiscal, permitir el abuso y la estafa bancarios, eximir de responsabilidades a sus directivos, consentir el desahucio a manos de esos mismos bancos, indultar a policías torturadores, aporrear manifestantes, reventarles un ojo con pelotas de goma, abandonar como a perros a dependientes y a inmigrantes sin papeles, encarecer y privatizar la Sanidad, privatizar y empobrecer la Escuela, depreciar la investigación y poner precio a la Justicia, abaratar el despido y escatimarle al parado, provocar la emigración o el suicidio de nuestro capital humano. Ésos son los que han convertido a España en 2012 en el país con más desigualdad de Europa, los que les miran a ustedes y piensan: que les jodan.

A cada uno de ellos y a mí mismo en este momento me digo: por qué no te callas. Lo haré en unos segundos pero antes, en mi nombre y en el de todos los anteriormente nombrados, les pido perdón. Lo sentimos mucho. Nos hemos equivocado. No volverá a ocurrir. No volverá a ocurrir porque los que hemos cometido errores tan imperdonables deberíamos durar menos que un elefante en Botsuana.”

*Publicado en eldiario.es

El Rey pide al Apóstol Santiago que arregle la crisis

Tranquilos que esto lo arregla el Apóstol Santiago, cuya festividad se conmemora con la presencia de altas autoridades. Tanto es así que estaba el Rey, quien ha pedido al patrón que ayude a España a resolver cuanto antes la «grave crisis económica» y sus «duras consecuencias para millones de personas y de familias». Como en el viejo chiste, alguno se ha preguntado si “no había alguien más por allí” para resolver el problema -sin querer mirar a nadie en particular-, pero Juan Carlos -sagaz y realista- ha apuntado también en esta dirección:

«Señor Santiago ilumina a nuestras autoridades políticas, económicas y sociales para que sirvan con generosidad al interés general y favorezcan la cohesión y el entendimiento entre todos».

Los titulares de la ¿noticia? son del 25 de julio de 2010, no de 1643, cuando la Corona comenzó las ofrendas al Apóstol. Ni siquiera de 1210. Aquellos días en los que se discutía probablemente sobre el papiro y la viva voz del pregonero como mejor soporte de información.

Reprimenda del Rey a los políticos

No vi otra puesta en escena realmente  innovadora en el mensaje navideño del Rey, que la dicción, entonación e, incluso, vehemencia, con la que habló y de las que no debe ser ajena la nuera, con el entusiasta apoyo del hijo. La reina colocó sin duda el belén de fondo.

Me da la impresión de que el rey sí prepara su sucesión. Por esta frase:

Urge asimismo -como vengo insistiendo desde hace tiempo- sellar -hoy mejor que mañana- un gran acuerdo nacional en materia de educación e incentivar aún más la innovación”. La remarcó de forma contundente. Algunos republicanos, con largas vivencias de la historia de España, sabemos que en el estado actual de nuestra educación, hoy sería Presidente de la República Aznar. O Rajoy. O Feijoo. O Aguirre. O Cospedal. Incluso Camps. Y, ayer o mañana, Leyre Pajín. Y dada la estructura actual de los partidos políticos, no se le ve solución a corto plazo. Un señor que lleva más de tres décadas en el trono y que se apresta a cumplir 72 años, demuestra con esta idea que está muy preocupado por esa posibilidad. Y la quiere evitar. Priorizando ¡de una vez! la educación en España.

Me alegro de coincidir con el Rey en que el mal último, pecado original de España, es la mala educación. Llegue pues ese pacto “hoy mejor que mañana”, como dice Juan Carlos.

Por lo demás, cambios sustanciales en el mensaje y en su formulación, con unas cuantas ideas bien claras:

  • “La solución de la crisis exige trabajar juntos en la misma dirección”.
  • “Es pues necesario seguir adoptando medidas, lograr acuerdos entre nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales, que permitan, por un lado, asegurar la mayor solidaridad y, por otro, acometer las reformas precisas, a fin de lograr una pronta recuperación en un clima de seguridad y confianza”.
  • “Volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen.”
  • “Sigamos trabajando para que prime la fraternidad sobre las desavenencias, la confianza sobre el recelo, el bien colectivo sobre los egoísmos particulares, y para que la honradez sea regla inexcusable de conducta.”
  • “No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos”.
  • «El porvenir al que aspiramos no llegará sólo. Tenemos que moldearlo juntos desde ahora, con profunda confianza en España y en los españoles, aplicando mucho sentido de Estado, tanto a la hora de gobernar, como de ejercer la oposición«.
  • “Tampoco podemos escatimar esfuerzos a favor de la igualdad de oportunidades, de los más pobres, vulnerables y desfavorecidos, ni en la lucha contra la exclusión y la marginación social. A favor de quienes viven problemas que a todos nos incumben, como la discapacidad, las graves enfermedades, la drogadicción, o la inaceptable violencia de género”.

Vamos, que incluso podría votar a Juan Carlos de Borbón.

Actualización 14.00

Un político a dimitir (o a ser botado, con b) Josu Erkoreka, PNV:

«El discurso en Nochebuena del Rey de este año, nos ha parecido un candoroso ejercicio de fabulación»(…) «que lo único que haga sea una apelación a la unidad y tenacidad compartidas como garantía última de que la resolución de estos problemas es posible y que la tenemos al alcance de la mano, nos parece sencillamente de un voluntarismo irreal».

Me explico. Este señor estaría dando clases de Derecho Administrativo -que es su profesión-, sin coche oficial, dietas y prebendas, de no ser porque entró en política y los ciudadanos (en listas cerradas) le votaron. Le votaron, como a todos los demás políticos, para que les representaran en las instituciones. Los desmemoriados políticos como él -buena parte de ellos-, olvida este extremo. Que se deben a la sociedad. Exclusivamente. Y que tienen que trabajar por la sociedad más ahora con problemas. Que olviden su ombliguillo egoísta y vanidoso.

  • «No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos”.
  • «el bien colectivo sobre los egoísmos particulares».