Con la ejecución de Grecia empezó todo

El Eurogrupo con sus más destacados miembros: el alemán Schäubel y el holandés Dijsselbloem que ha revalidado su presidencia

Hierve España en su política de osadías y descalabros, pero muchas veces es necesario mirar el contexto, un contexto amplio, para entender el nudo. La imposición de la austeridad y el tratamiento que la UE aplicó a la Grecia está en el inicio de una debacle que resquebraja a la propia Europa y que la ha llenado de fascismos. Aire ultra para paliar, también al otro lado del Atlántico, los errores y abusos del capitalismo que llamaron crisis y sembrar una respuesta visceral y errática en la sociedad pueril.

El gobierno de Tsipras acaba de ganar una moción de confianza tras la ruptura del pacto de gobierno con sus socios de ANEL, formación nacionalista y conservadora. Una cuestión de semántica territorial, el nombre de Macedonia, la había provocado. Los mandos de la UE han decidido echarle una mano y reconocer que con Grecia se pasaron tres pueblos. Jean-Claude Juncker ha dicho: “ No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos”. Y ya está.

Grecia, un síntoma entre otros, sin duda. Ocurrió ante nuestros ojos y se hizo lo posible por desviar la mirada. Año 2015. Grecia está sumida en la bancarrota a la que le han llevado los gobiernos conservadores (Nueva Democracia) y socialdemócratas (PASOK). Pagan además haber amañado las cuentas para entrar en la Comunidad Europea. Goldman Sachs realiza la tarea. Su antiguo vicepresidente Mario Draghi está en 2015 a cargo del BCE, el Banco Central Europeo.

Grecia transita por la senda del calvario. Ha tenido que pedir un rescate, le han clavado un presidente tecnócrata, Papademos, para que lo cumpla sin fisuras. Tras intensas presiones, coacciones,  para que los griegos no voten a la izquierda moderada, a Syriza, los ciudadanos optan por ese gobierno progresista. Grecia apenas representa el 2% del PIB de la UE, pero hicieron creer que por ese agujero se desaguaba Europa.

Al presidente electo, Alexis Tsipras, se le ocurre convocar un referéndum para que los griegos decidan sobre las draconianas medidas que impone la Troika –el organismo formado por UE, BCE y FMI-. El resultado es NO, no las quieren así, y se desencadena lo que fue un auténtico ensañamiento. Lo capitanea el ministro alemán de finanzas Schäuble y el entonces jefe del Eurogrupo, el holandés Dijsselbloem,  el mismo que solía mostrar su desprecio por los países del Sur.

A la Grecia de Tsipras, ni agua. Es un aviso a navegantes, en España está en alza Podemos y hay que cortar las tentaciones progresistas. Hay que hundir a Grecia, para salvar a España, llegó a decirse. Ante la indiferencia general, Alemania ejecutó su venganza con la aquiescencia del resto de los mandatarios de la UE y castigó a Grecia con dureza inaudita. Los titulares de la prensa española contaban que Tsipras “desafiaba a Europa al querer paliar la crisis humanitaria”, textualmente. La había a niveles de tragedia.

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La tensa relación de Varoufakis con el Eurogrupo

Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas de Syriza, se niega a rebajar ( más ) la vida de los griegos, y dimite. Tsipras acata. Siempre esa bicefalia. Bajo intensas presiones. El Eurogrupo “redobla sus amenazas a Grecia por no aceptar más recortes”, informábamos. Varoufakis explicaba sin cesar que el 90% del rescate europeo fue a parar a entidades financieras, no al Estado ni a los ciudadanos griegos.

Hubo bastantes personas que se quitaron la vida por desesperación. La sociedad registró un empobrecimiento insostenible. Llegaban noticias de que no eran libres ni de comprar aspirinas para la sanidad pública, sin permiso de la Troika. Las órdenes eran las clásicas: recortar pensiones y vender o malvender cuanto quedara de valor en infraestructuras y servicios. Tuvieron que deshacerse hasta de territorio rentable: islas. Venía a ser como en la Edad Media a los vencidos en las Cruzadas.

Fue un festín. A modo de ejemplo vimos que una empresa alemana compró en los primeros días de oferta los aeropuertos de las islas turísticas de Corfú, Mikonos y Santorini. El  adjudicatario, el grupo  Fraport (Aeropuerto de Fráncfort),  tiene como accionista principal al estado de Hesse y a la ciudad francfortesa. Entretanto, en Europa se facilitaban rescates multimillonarios a los bancos con dinero público y ninguna condición.

Juncker no han sido el primero en contar  cómo el poder masacró a Grecia, a los griegos. Un informe interno del FMI confesó en 2018 quesacrificó a Grecia por presiones políticas para proteger a los bancos –principalmente franceses y alemanes- expuestos a la deuda griega. Draghi, precisamente Draghi, remató desde el BCE con medidas de apoyo al euro, extremadamente generosas con la España de Rajoy, y no dando ni un euro, ni uno, a Grecia por alguna argucia legal. A los países que abren la puerta a los fascismos la UE no les aplica estas medidas, ni de lejos. Importa lo que importa. Y ese contexto es decisivo para cuanto ha ocurrido y ocurre ahora.

Grecia era el corazón herido de una Europa muerta, lo escribimos entonces. La Unión Europea optó por el suicidio vía ajusticiamiento de Grecia.  Hoy la UE se desangra por el Brexit. Se puebla de ultraderecha en Polonia, Hungria, y varios otros países. Alemania registra la salida de Merkel –fustigada por la derecha, además-. La izquierda y hasta el centro están en mínimos en Francia e Italia.  Solo Portugal resiste íntegra. España, con gobierno del PSOE, también, aunque acosado por las presiones de la derecha y ultraderecha política y mediática. Y financiera y judicial podría añadirse. Por los desvaríos de los caciques territoriales. Por el enquistado y muy viciado y muy utilizado y pésimamente abordado contencioso con Catalunya. O por el desmembramiento de Podemos, roto en las ansias de poder y el abrazo a los pragmatismos que gustan a los bien situados.

Los movimientos políticos, quizás todo en la vida, avisa y hay que saberlo ver. Y afrontarlo. De frente, con más razón que pasión. De poco sirve llorar después.

*Publicado en eldiarioes 18/01/2019

Ni un recorte más sin acabar con las estafas financieras

Lo más granado de las «personalidades» españolas figuran en la lista Falciani. Este ex empleado  del HSBC de Ginebra relata en una entrevista para El País sus vicisitudes desde que decidió delatar a evasores fiscales. Mafia de altos vuelos para frenarle incluso con peligro de asesinato.

Ya conocemos desde hace un tiempo las abultadas cifras de ese robo al erario público en distintos países. Se cifra entre 18 y 33 billones de dólares. Y, mientras, las Haciendas pública son inflexibles con los asalariados. Olvidad una partida y veréis. O sed sujeto de la ojeriza, muchas veces probablemente ideológica, de algún empleado de la Agencia tributaria. A mí en concreto  la revisión obsesiva de todas las declaraciones no prescritas por parte de una tal Raquel -con la aquiescencia de sus jefes-, sin atender a ninguna objeción o justificación, me obligó a sacar el plan de pensiones para pagar multas e intereses de demoras que abultaban con enorme desproporción lo requerido. Trabajando desde los 13 años.  La solución era recurrir a la vía judicial lo cual es largo y muy caro.  No pudo ser. Enfocado sin pasión, se entiende mal ese celo en algunos y esa manga ancha para quien realmente saquean a manos llenas. Todos conocemos casos o los hemos vivido, y contemplando en duro agravio comparativo la impunidad dedicada a esos sujetos que gozan de todo prestigio. Ellos son quienes nos obligan con su impago a cotizar más al resto y a sufrir recortes. Al menos en la justificación de los gobiernos que dicen: “no hay dinero”. Inmensa trola, intolerable falacia.

Pero hay más. El Premio Nobel de Economía Paul Krugman nos explica hoy muy bien eso que hemos escuchado del “Error Excel”. Unos presuntamente sesudos profesores que se equivocaron en unos cálculos y así llegó “la austeridad”. ¿Puede un error en una hoja de cálculo haber destruido casi por completo la economía de Occidente?, se pregunta Krugman. Y se responde:  ¿Servirá de algo que se haya hecho caer a Reinhart y Rogoff de su pedestal? Me gustaría pensar que sí. Pero preveo que los sospechosos habituales simplemente encontrarán algún otro análisis económico cuestionable que canonizar, y la depresión no terminará nunca«.  Esto conviene que lo sepan los crédulos natos que aseguran que «un día» la crisis acabará. Como mínimo prevén una década hasta las fuentes oficiales más optimistas, los autores de la patraña, vamos. Y, por este camino, ni aún entonces. No olvidemos que ellos, los de la lista Falciani y todas las listas posibles lejos de sufrir austeridad alguna, se están forrando.

Aún lo analiza mejor que Krugman la periodista española  Soledad Gallego-Díaz:

“Nos jugamos más en los debates de economía que en cualquier otra discusión. Esta semana ha sido espectacular. Primero, nos avisan de que la “biblia” que demostraba científicamente que a partir de un 90% de déficit era imposible crecer contiene cálculos equivocados. Quienes difundieron la teoría, los profesores de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, tenían problemas para usar la hoja de cálculo de Excel (no es broma) y tendencia a desdeñar datos que no apoyaran sus premisas”, dice.

Y, tras explicar el proceso, datos de esta semana de otros grandes “expertos” en economía, concluye:

“A propósito, ¿no convendría recordar que Alemania paga el 27,14% de los 10.000 millones de euros que se prestan a Nicosia, pero que España e Italia juntas vamos a pagar un 29,81%? Es decir, ¿por qué se organiza tanto escándalo en la rica Alemania y ninguno en países empobrecidos como España? ¿Por qué Alemania se hace oír y los demás no? Quizás porque en Alemania esos 2.700 millones de euros los tiene que aprobar el Parlamento y en Italia y en España nadie sabe siquiera que estamos pagando lo que nos corresponde, (1.790 millones y 1.190 millones, respectivamente)

“La rápida corrección de los errores” nos permitirá la vuelta a la normalidad. Por el momento, la “normalidad” incluye que el 10% de los niños griegos sufran “inseguridad alimentaria” y que Amanecer Dorado siga enviando al hospital a unos seis inmigrantes diarios. El jueves, como en Novecento, un capataz disparó contra jornaleros inmigrantes que reclamaban salarios atrasados”.

Aquí también nuestro gobierno –ya claramente ultraderechista- camina a la involución implacable como en la ley del aborto. Y otras muchas. Y mientras cada día nos empobrecemos más y son mayores las ofensas a la inteligencia. Soledad da la clave: aquí mucha gente ni se entera de lo que pasa.

Al borde del precipicio

 Sé que es agorero, pero sólo pretendo aportar datos y únicamente de estos últimos días para evaluar cómo andamos. Y veo una escalada de circunstancias que conducen ¿al abismo?

Foto 2006 ¿Desde entonces caza elefantes el Rey?

El Rey Juan Carlos se va a Botsuana a cazar y matar elefantes. Y nos enteramos porque se rompe la cadera. Las críticas a su inoportuna, insolidaria y cruel práctica no cesan, mientras la familia y los medios nos cuentan lo valiente que es que no toma analgésicos y lo bien que se recupera. Añadamos el ya habitual desconcierto. Si se lo dijo al Gobierno,  si no se lo dijo…  En el PP cada uno que habla dice una cosa distinta.

Rajoy huye de los periodistas a los que deja con la palabra en la boca mientras su popularidad y su prestigio  se desmoronan.  Lo mismo que las de sus ministros.  Aún así todavía un porcentaje  notable de españoles,  el 38%, seguirían dándole su apoyo según un sondeo de Metroscopia. Deben ser los que creen a Cospedal y a todos los demás cuando dicen que todo se arreglará. O aquellos que caminan divinamente siguiendo el paso de otros en manada gregaria. Aunque  padezcan la depresión y angustia  generalizadas. Para ayudar al «optimismo»,  contamos con una oposión -todavía- mayoritaria que ya solo congrega un 23% de atención  y cuya tibia y acomodaticia respuesta le augura -de no cambiar- días peores.  Al menos de entusiasmo.  

Y entretanto crece el acoso y la desconfianza hacia la España de Rajoy. Hasta los elogios neoliberales vienen cargados de metralla. Ya es un clamor que austeridad sin crecimiento lleva a la ruina (de la sociedad, del país, no de quienes se lucran con estas políticas) y que nuestro PP es el adalid de ese suicidio social calculado.  Tanto The Wall Street Journal como The Washington Post dedican sendos editoriales a decir que la draconiana austeridad decretada por Merkel y Rajoy  conduce al fracaso.

  Mucho más cerca, el economista Albert Recio, coautor de Actúa, aseguró en la presentación de Barcelona que ese «pues ya (después de los 6 millones de parados de este 2012) se arregla a continuación» que repite el PP, así ni por milagro. Menos mal que no todos estamos únicamente deprimidos y angustiados.

  Y a todo esto… gran hito mediático y social que hace un siglo se hundiera un barco de pasajeros. En este hoy desgraciado mundo ya no sabemos si se recuerda al Titanic o a la película, estratégicamente remozada. Al precipicio ya digo. El que quiera aún puede darse la vuelta. En este caso seguir la senda resulta un tanto peligroso.     

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