Dan miedo

La imagen de furgones de la Guardia Civil, de noche, conduciendo a la cárcel a miembros de un Gobierno elegido democráticamente dio la perfecta dimensión de dónde nos encontramos. Sin juicio y sin condena, solamente por la acusación, y decretando prisión incondicional sin fianza. No por esperada, fue menos impactante. Hubo oportunidad de soluciones menos drásticas, pero se optó por la confrontación. Enseguida -y porque el periodismo funciona, la justicia tiene unas normas, y hay ciudadanos responsables-, nos enteramos de preocupantes entresijos. Quienes se molesten en buscarlos, porque los medios oficiales en general han operado en dirección contraria. Apostando por la Cruzada y ocultando información. Dura contienda por la verdad, de temibles consecuencias que ya vamos viendo.

Fue el (reprobado) fiscal general del Estado, José Manuel Maza, quién nos mostró en toda su crudeza en qué manos estamos en sus respuestas a Hora 25 de la Cadena SER. El vengativo “Más dura será la caída”, con el que tituló el archivo de la querella contra los independentistas, era la tónica mental de Maza, no un desliz. Así que fue desgranando que “bastante paciencia ha tenido el Estado de derecho”. Paciencias, en la justicia. O usó criterios morales como medio de decidir algún alivio de condena: “A lo mejor alguna cosa hubiera cambiado”.

Lo más demoledor, sin embargo, fue esta afirmación: “Los que han criticado que planteemos la rebelión deben recordar que una querella no es un escrito de acusación. No se hila tan fino. Incluye todos los posibles delitos. No afirmamos que haya rebelión sino que es posible”. Es decir, se echa a la bolsa todo lo que quepa y luego el juez decide. En armoniosa coincidencia con Maza, la de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. No así el titular del Supremo. Todo esto y más lo analiza Íñigo Sáenz de Ugarte en este imprescindible artículo.  “Lamela les está diciendo a los imputados: vais a pagar por lo que habéis hecho y por el viaje de Puigdemont a Bruselas”, escribe el subdirector de eldiario.es sobre la postura de la jueza. Venganza, por justicia.

Que se trata de un “ Derecho Penal de autor”, como lo define Ignacio Escolar, se evidencia en varios datos más.  Se ha vulnerado “el derecho al juez natural”, recogido en la Declaración de los Derechos Humanos y también en nuestra Constitución. “Es el derecho de cualquier acusado a que le juzgue el juez que le toque por ley, no el que le convenga al Gobierno o al fiscal”, explica el director de eldiario.es.  Y todavía se han detectado más irregularidades.

Frente a hechos que deberían ser del dominio público y sin contaminar con la presunta obligación de decir “algo malo del otro”, nos encontramos con una auténtica campaña visceral, no exenta de elementos más prosaicos e inconfesables como los beneficios de poder y económicos. Marhuenda, tiznada voz del PP, condena, sin juicio, en La Razón: “Prisión por rebelión”. Precisamente por la cuestionada acusación de rebelión que Maza metió en el saco con calzador, por más que se llenen de ella los medios. Se creía que la jueza no lo incluiría en la petición de búsqueda y captura para Puigdemont y sus cuatro consejeros que se encuentran fuera de España, pero finalmente ha optado por pedir para ellos todo el paquete que manejan. Rebelión, sedición, malversación de fondos públicos, todo.

La ofensiva viene de la tecla y de la pluma, de las voces y los gestos. De la más absoluta y rotunda intransigencia. Portadas como las de ABC, aunque ya indistinguibles de las restantes en papel, con esa levadura ultraderechista que les comentaba se les ha colado en el suflé a los españolistas. Un importante número de notables arenga a las masas decididas a ser muchedumbre o plaga justiciera. Sin que quepa otorgarles el mínimo atenuante dado que cada cual es dueño de sus actos. Dan miedo. Seres nacidos humanos acudiendo a insultar a estaciones de tren y aeropuertos a políticos llamados a declarar. Televisiones marcando la cuenta atrás de las comparecencias en un cronometro real expuesto en recuadro, que en definitiva marca los ingresos por audiencia exaltada. Aterra tanta sinrazón, tal inmadurez. Cómo se está imponiendo la ignorancia bruta. Linchamientos que no se depararon a delincuentes de peso, atracadores de lo público. Linchamientos virtuales, de momento.  Da pavor.

Aparecen de buena mañana en radios y televisiones como si hubieran sido motivados por el oficial de tropa para la batalla. Ofreciendo las edificantes declaraciones de políticos en campaña: mano dura y cargo, cargo y yo no fui, estoy por encima del bien y del mal y me lo permiten. No es difícil tampoco imaginar, a tenor de lo que publican, las salas de terapia de algunas redacciones distribuyendo el alivio a las obsesiones compulsivas.  Titulares y artículos delirantes. ¿Pueden imaginar al jefe de opinión de un diario que fue esencial insultando al colaborador londinense de prestigio al que censuró y expulsó? Está pasando.

La sociedad, los medios… y los políticos. Estamos llegando a niveles de desfachatez tan insultantes para la inteligencia como quejarse del ingreso en prisión de miembros del Govern depuesto, tras haber impulsado esa medida. Algunas personas muy sesudas y adultas todavía no entienden al parecer que los actos acarrean consecuencias. Pero ahí siguen, contribuyendo a la causa.

El partido conservador PPCs, bicéfalo ya, opera al unísono con García Albiol y Arrimadas, en el ala ultraderecha, ofreciendo a la implacable líder de Ciudadanos en Catalunya la presidencia de la Generalitat en un hipotético futuro de triunfos soñados. Con el PSOE y el PSC, e Iceta deslizándose por el alambre, un político valioso al que esta sin razón está quemando. Gumersindo Lafuente nos contaba los problemas de esa operación que ya fue ensayada para sofocar el nacionalismo vasco.  La inyección al independentismo que se está dando podría desbaratarles la jugada. Albiol ya ha aportado la solución: « Si ganan, otro 155«. Esto se está sustentando. Y crecen los rumores sobre ilegalizacion de partidos que ya anticipara Pablo Casado.

Dan miedo. Cuantos se dedican a perturbar la convivencia que cabe esperar en un estado democrático. Y es un bloque decisivo. Soy de quienes creen que Rajoy no es Erdogan y España no es Turquía porque no ha pasado el tiempo suficiente. El líder turco también comenzó más pausado. Las leyes mordaza, el nombramiento de tribunales muy precisos, el mantener en puestos decisivos a profesionales con tan poco crédito como Maza o Catalá y el resto de los reprobados, evidencia inclinaciones peligrosas. Y algunas se están confirmando.

Partidos y políticos que apoyan sin pudor este tinglado son altamente responsables de cuanto ocurre. Sí, el Govern depuesto cometió errores, todo pudo ser diferente y la mayoría la pifió, pero eso no justifica el alarmante retroceso en derechos y libertades que lleva camino de instalarse. Algunos jamás podrán reconducir la imagen que se han forjado. El problema es hasta dónde piensan llegar.

E igual y en nivel similar cabe situar a los medios embarcados en la misma operación de conveniencias. El Banco de España anuncia cataclismos económicos, dicen. Por el procés. La violencia de las cargas policiales que dieron la vuelta al mundo, la intervención de la autonomía catalana y el encarcelamiento de sus miembros electos no debe influir. Raro, si eran las “soluciones”.  Por no hablar del fomento de la huida de las empresas que, en efecto, va a afectar a toda España. Pero son así de inconscientes.

Y la sociedad como elemento esencial. Apoyando castigos impropios del siglo XXI por acciones políticas, mientras amparan la involución democrática, la corrupción y los recortes para su vida y la de sus hijos. La sociedad del “a por ellos”, de los insultos, del embestir y no razonar. La que ha descubierto en sus vísceras un fondo de violencia y xenofobia. Hay una ciudadanía, seguramente más numerosa y más positiva para el conjunto pero se retrae. No completamente consciente del peligro que nos acecha a todos.

 Tiene una cierta lógica, humana. Los agitadores y maniobreros dan miedo. Porque es lo que buscan. No solo miedo, preocupación, tristeza,  desconfianza, espanto… vergüenza. Nos levantamos y nos acostamos con esa losa, cuando sabemos que hay gente que sigue luchando por futuros más limpios y razonables. La pugna existe pero no es la que más se ve, y no deja de crecer. Copan el escenario. Y dan miedo, angustia, desaliento. Y, por encima de todo, francamente, dan asco.

La glorieta de los 14 políticos

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14 políticos reunidos para inaugurar una glorieta, tan pequeña que apenas caben. Ha sido en Alhendín, un municipio de casi 8.000 habitantes de la Vega de Granada. Lo cuenta –con gracia infinita- el jefe de local del Ideal, Quico Chirino:

“La que se inauguró la semana pasada en Alhendín tiene, mientras no se demuestre lo contrario, el guinness del número de cargos públicos que caben dentro de una glorieta. Hasta catorce y de distintos partidos políticos se metieron dentro de un redondel, uno detrás de otro, igual que los elefantes en el seiscientos.

Nótese también la dimensión de la señal de tráfico, que equivale a unas veinte cabezas del diputado de Turismo. Para que después digan que  no se hacen cosas a lo grande.

Ya estoy viendo la publicidad: visite nuestra rotonda, la única en el mundo con 14 políticos de diámetro”.

El País amplía citando algunos nombres de los políticos reunidos para tan magno acontecimiento: “En el acto participaron representantes de la Diputación de Granada y del Ayuntamiento de Alhendín, entre ellos el presidente de la institución provincial, Sebastián Pérez, la vicepresidenta primera (al parecer hay más de una), Luisa García Chamorro, el alcalde de Alhendín, Francisco Rodríguez, y otros miembros de las dos corporaciones, gobernadas por el Partido Popular”.  Aquí, la lista completa que ya se ha conocido.

Este país de rotondas y campos de golf acaba pues de hacer un monumento a la genuina Marca España del momento: la que interrumpe el tráfico con un escaso redondel –que se habrá llevado sin embargo lo suyo- y deja en medio un mojón. La que lleva a la plana mayor de la política local y provincial para hacerse la foto y coronarla, suponemos, con un “vino español” o/y suculenta comida. A costa del erario público también.

La España risible, sin duda, pero no olvidemos que este mismo partido, PP, se dispone a perpetrar una Reforma Local que suprimirá los servicios sociales a los más vulnerables (aunque lo llame de otra manera). Que el esperpento de Alhendín abra ojos. A poco que nos descuidemos serán más grandes que su rotonda.  En lo que hemos quedado: venga a inaugurar carreteras, autopistas, AVEs, aeropuertos, glorietas por miles y miles, y ahora nos contentamos con poco más de una maceta a la que se hacen los mismos honores que a una monumental. Eso demuestra nuestra alegría de vivir: ¡Que no decaiga la fiesta! Sobre todo para esos políticos.

Ponga Vd. la papeleta en la urna y calle para siempre

¿Mayoría absoluta? ¡Bien!, tengo un mandato claro. Para hacer, no hacer y deshacer. Vía libre hasta dentro de cuatro años. La cara de Mariano Rajoy expresaba esos sentimientos exactos aquél 20 de Noviembre cuando ganó las elecciones generales. Como él, la mayoría de los políticos creen que los votos son firmas que avalan cheques en blanco, a rellenar a placer por el destinatario. Ni siquiera hace falta cumplir lo que se prometió. Rajoy lo lleva al extremo al evitar incluso a los periodistas como si se tratara de una manada de felinos salvajes en celo y llegar a la patética parodia de “comparecer” a través de un monitor. Él está “a lo suyo”. Y lo mismo buena parte de sus colegas.

Lo suyo… no es lo nuestro. La tradicional brecha entre políticos y ciudadanos se ha agrandado. No existen cauces de comunicación efectivos y, además, ellos viven una realidad distinta al conjunto de la población gracias al poder que han adquirido, derivado… de nuestro voto. No se rozan con la plebe, sus relaciones y modo de vida están muy alejados del común de los mortales. De ser iguales y anónimos, se han convertido en privilegiados. Con las correspondientes y escasas excepciones. Por eso se atreven a decir, por ejemplo, que «pedir la dación en pago es para comprarse otro piso», como ha hecho Martínez-Pujalte. Entra en su lógica. O como Cospedal que, en lugar de elogiar a los votantes del PP asegurando que «dejan de comer antes de no pagar una hipoteca», aclara que solo llamó a los desahuciados «excluidos sociales»  a los que había que «animar» a « ganarse la vida dignamente«. Como la gente de bien, vamos. Ella, a quien tan rentable le ha sido la política.

El desprestigio de los políticos ha llegado a cotas inimaginables. Y resulta que, para bien y para mal, son los representantes de la soberanía popular que reside en el pueblo, según nuestra Constitución y todas las democráticas. Son nuestros empleados, los encargados de llevar a cabo lo que cada uno de nosotros no hace en primera persona. Y cobran por ello. Ya sabemos que hasta en eso intentan confundir diciendo -como la inefable Fátima Báñez y otros-, que la soberanía reside en el Parlamento. No es verdad. Pero ese error –nada inocente- deriva en disfunciones.

El problema es que se requiere al ciudadano para que vote cada cuatro años y punto . Esta democracia tan estupenda prevé -para quedar como tal en la foto- una serie de mecanismos de participación, sin embargo. Qué menos cuando las acciones nos afectan vitalmente. Pero en la práctica es chocar contra un muro.

Pruebe a ir de ventanilla en ventanilla o escriba a los poderes públicos. El 54% de las preguntas a la Administración solo reciben el silencio como respuesta. Así lo ha comprobado en concreto una web que las está contabilizando, como nos contaba Juan Luis Sánchez en este diario. Y cuando contestan, ni siquiera traen en todos los casos información útil.

Venga, anímese a una Iniciativa Legislativa Popular. Establecida para algunos supuestos, no pueden afectar a leyes orgánicas, ni, por ejemplo, a reformas tributarias que es tema esencial. Quite tiempo a su ocio y descanso para recoger, una a una, 500.000 firmas como mínimo. Para argumentar su petición. Para exponerla en el Congreso. Gratis. Menos mal que, desde 2006, sirve la firma electrónica. En otros países se requieren muchas menos. 50.000 en Italia y Lituania. 40.000 en Holanda. 35.000 en Portugal.

Nuestros políticos pueden aceptar las ILP… o no. Y, aún en el caso de que decidan tramitarla, no les vincula en absoluto el contenido de la propuesta, como vemos con la que pide la dación en pago y otras reformas en la política de vivienda. Ni avalada por casi 1.500.000 firmas les compromete a nada. La pueden tirar a la papelera sin inmutarse. De hecho, de todas las ILP presentadas, solo se ha aprobado una, en 1999, de un tema menor de la Ley de Propiedad Horizontal.

Hartos de recortes y arbitrariedades. De ver cómo echan de su casa a ciudadanos que suscribieron una hipoteca cuando tenían trabajo y no había aún casi 6 millones de parados, ni se había mermado de tal forma el poder adquisitivo. De asistir estupefactos a que practiquen desahucios entidades a las que se les ha entregado nuestro dinero –el dinero de nuestros impuestos-. Probemos, pues, a explicárselo a los responsables políticos cuando parece están menos agobiados: a la puerta de su casa. Sus víctimas padecen de ansiedad día y noche. Díos mío, esto es intolerable, esto es nazismo, esto exige mandar a la policía a que ponga un cordón de seguridad de 300 metros… para protegerles. Para aislarles aún más en su torre de marfil.

Bueno, que pregunten los periodistas. No, eso tampoco se puede. Monologo del político rebautizado como “rueda de prensa sin preguntas”. O lápiz de maestra de parvulario que elige dos o tres, media docena como mucho y con predominio de corifeos adictos, sin posibilidad de réplica alguna o búsqueda de precisiones. Ningún país serio tolerara esto. Y así -con otras disfunciones añadidas- se logra que la ciudadanía tampoco vea a los medios como cauce de comunicación con los políticos, como defensa de sus intereses. No a todos. A muy pocos. Se agrava el problema.

Los políticos no tienen tiempo, los pobres. Han de gobernar. O legislar –“presuntamente” porque ahora todo son decretos leyes gubernamentales-. Hacer lo contrario de lo que prometieron. Impunemente. Nos vemos en las próximas elecciones. Hasta entonces mudos. En los siguientes comicios elegirán los trozos de sus mítines que deben servir los medios como ”información”. Los niños a quienes besar en los mercados o las manos que estrechar de sus adictos que es la máxima aproximación que nos permiten la mayoría de nuestros empleados en las Cortes y el Gobierno. Y volverán a decirnos que van a establecer un d iálogo con los ciudadanos… a olvidar en el instante mismo de ocupar su silla. Cuatro años de tregua. Sin molestas interrupciones.

Entre las muchas medidas a exigir de forma conminatoria, está que, al menos, uno pueda votar a quien quiera en listas abiertas y que éste responda de sus actos, como sucede en otros países. Erradicar la “disciplina” de voto y que su infracción tenga consecuencias. Legislar que el incumplimiento flagrante del programa conlleve nuevas elecciones. O que las ILP rebajen requisitos, se conviertan en cotidianas y sean vinculantes. Como mínimo.

El Parlamento está anclado en el Siglo XIX, decía nuestro ya añorado José Luis Sampedro, lo que es ilógico en una sociedad intensamente comunicada. La separación de poderes es una entelequia. La democracia que “disfrutamos”, una parodia. No es inocuo. No pagamos impuestos –cada vez más por menos contraprestaciones- tan solo para mantener en su Olimpo a -más de uno y de ciento-  parásitos envanecidos que nos están robando nuestras vidas. Hay que bajarlos del pedestal. Ponerlos a nuestro servicio realmente, tomando las riendas de este caballo desbocado en el que se ha convertido España.

*Publicado en eldiario.es

Un salto al vacío

Los ciudadanos están desbaratando el tinglado. Pocos lo han definido mejor que el ministro García Margallo al comentar lo ocurrido en las elecciones italianas: “Es un salto al vacío”. Más prudente, incluso, que su colega alemán Schäuble que lo ve «grave, contagioso, infeccioso para Europa». Bruselas envía mensajes apremiantes, y los mercados apenas controlan su desasosiego. Los votantes están locos. Es intolerable, eligen a quién quieren o pueden, y no se corresponde con el plan trazado.

Esto ya lo han arreglado un par de veces. Propuso Papandreu  hacer un referéndum para consultar a los griegos sobre los recortes y las políticas de la Troika y lo quitaron de un plumazo. En Italia, precisamente, llegó un día en el que el corrupto Berlusconi ya no era útil, y lo sustituyeron por Mario Monti. Y van los ingratos ciudadanos ¡Y lo mandan a las catacumbas en el escrutinio! Y osan más: recuperan a Il Cavaliere mascherato (a nivel de muñeco de cera) y encumbran a un cómico “antisistema” cargado de sombras. Doble salto mortal. En un circo, desde luego.

Estábamos divinamente. Pagando una crisis que la mayoría de nosotros no ha provocado. Viendo reducidos servicios esenciales y derechos. Contemplando un gobierno -en el caso de España- al que le sale hasta por las orejas la (presunta) corrupción y la desfachatez para intentar disfrazarla. Las continuas ofensas a la ética y a la inteligencia de los ciudadanos. Hartos andamos del “y tú más”, de las pocas expectativas que ofrece buena parte de la oposición. Con el PSOE en caída libre en su interior y en sus resultados. Pero nadie se aparta del guión que se han trazado. Creen que todo sigue igual y que los ciudadanos retornarán a la “cordura” de mantener todo como dispongan.

No hay que espantarse, pues, de lo que han hecho los italianos, aunque parezca incongruente. Aquí también contamos con numerosos berlusconis. En la política nacional y en la autonómica. Algunos con trazas que se asemejan a la Camorra. No nos faltaba más que otro cómico. Prosistema –en su caso- aunque de varias décadas o centurias atrás, alardeando de añejo machismo. Y también han sido elegidos, y es posible que vuelvan a ser votados. Una sociedad educada como la nuestra o la italiana, tiene estas cosas.  O como  la griega que, en su desesperación, ha terminado optando –en parte-  por el fascismo. Se afianza de tal manera, que los conservadores de Nueva Democracia han puesto a votación tomar medidas para lograr la “pureza de raza” griega en el ejército y la policía y así arañar votos a los nazis de Amanecer Dorado. Y el PASOK aún no ha retirado su apoyo de gobierno al presidente Samaras, líder del partido que ha tenido semejante iniciativa. Los diputados socialistas se han exasperado, eso sí. ¿Hay quien dé más? Ése es el momento actual. La cumbre de ese paraíso perfecto desde el que salirse en un brinco implica “un salto al vacío”. ¿Queda muy lejos el vacío de la ciénaga donde vivimos?

Lo tenían bien planeado. Creían que pueden empobrecer a los ciudadanos hasta la extenuación con el fin de enriquecer sin freno a la minoría para la que gobiernan sin que nadie, salvo cuatro locos controlables, protestara. Ellos son la ley y el orden. Son ellos o el caos. Pero ya ni sus medios afines logran endosar la patraña. Al menos a una parte sustancial que les abofetea con los votos. Y siguen sin enterarse. La socialdemocracia europea dice por boca de Bersani en su pírrico triunfo: “la campana que ha sonado en Italia, también suena en Europa”. Sí, acompañada de una orquesta circense y de la banda sonora de El Padrino.  Son estos políticos los que han degradado la democracia, no los votantes, con la gravísima responsabilidad democrática que acarrea. Y siguen viéndose como la solución. Tal como están, no lo son. Cada vez menos. No todos, ya sabemos, pero sí un porcentaje decisivo.

¿Cómo reaccionará esta vez Merkel tras perder las elecciones italianas? Ni siquiera ha comparecido para aceptar su derrota y, por el contrario, manda hablar de «infecciones» ciudadanas sin la menor autocrítica. O la Comisión Europea que vive al pairo de lo que ella diga porque comparte su ideología y sus métodos. ¿Y los mercados? ¿Moverán enérgicamente su batuta? ¿Quitarán todos ellos otra vez al presidente italiano si no les gusta? ¿Mandarán finalmente a los tanques?

 ¿Y qué planes tienen para España? ¿Vale todo, corrupción, mentir hasta el ridículo, acallar a palos las protestas, con tal de rendir culto a la sagrada “austeridad”, eufemismo de lucro para unos pocos y dolor para la mayoría?

 Al borde del abismo están ellos sobre todo. Y la sociedad también porque todavía hay quien gira y gira en su desconcierto y arroja el voto como una bofetada… en su propia cara. Protestan por la corrupción y votan a Berlusconi. Protestan por la incongruencia y votan a Beppe Grillo. Lo que más claro tienen es que votan contra la política tradicional. Todavía muchos temen a lo desconocido: ese otro salto a una política limpia y participativa hecha para los ciudadanos. En éste creemos unos cuantos.

 *Publicado en eldiario.es

¿Nos merecemos a estos líderes?

Son líderes en distintas actividades. Los medios recogen sus palabras. Influyen, son “importantes”. Mucho más que el común de los mortales ¡dónde va a parar! Cada poco alguno de ellos, sin embargo, nos deja perplejo y desata nuestra indignación. Muchos los ven como hijos lógicos de la sociedad que les encumbra. Otros piensan que se han convertido en penosas excepciones de una ciudadanía que merece algo más de talento, ética y dignidad en las élites que le dan visibilidad. 

Cuesta creer que Gerardo Díaz Ferrán –ahora detenido por blanqueo de dinero y alzamiento de bienes- fuese elegido por lo más granado y numeroso del empresariado español para representarles. Que cuando ya atisbaban sus chanchullos y él quería alejarse del foco, no le permitieran ni dimitir para seguir regidos por él. No hacía falta ser un lince para ver por qué vericuetos se deslizaba el caballero, ni cuál era su talla (intelectual y todas las demás). Resulta extraño que una actividad que ama el emprendimiento, la apertura de cauces, pusiera en manos de Díaz Ferrán su imagen, que lo considerara, por tanto, el mejor de ellos. Claro que se comprende si miramos alrededor. A su cuñado, Arturo Fernández, por ejemplo, que escala puestos con verborrea y aspecto similar y que fue hasta consejero de Bankia, caso por el que está imputado. Otro, José Luis Feito, nos quiere mandar a Laponia (y  también es premiado con una consejería en Bankia) o, por poner el caso del ejemplar dueño de Mercadona, declara que el modelo de trabajo es el chino -sin derechos y sueldos miserables-.  

 Cualquiera puede repasar la presidencia de los grandes emporios, los consejos de administración y los “asesores” españoles y se encuentra con un personal que en muchos casos no responde a esos criterios de excelencia que dicen valorar. Ni siquiera se expresan bien, ni en su idioma, ni en otros. Menos, cuanto más alto se sitúan.

 Si pasamos a los desprestigiados políticos sucede algo similar. Es radicalmente imposible que la espuma que aflora sea la de sus mejores efectivos. Tenemos a un ministro que incendia la vida social a la manera de un tertuliano del cupo ultra. Solo que con consecuencias más graves. Empeñado en “españolizar” hasta a las nubes que pasan, retrotrae la educación a hace medio siglo y ha convertido la cultura en una mercancía. A un consejero de sanidad en Madrid, Javier Fernández-Lasquetty y Blanc, que hasta se permite mofarse de los profesionales de la sanidad pública. A la ministra del ramo, la del Jaguar gurteliano invisible en su garaje, que aconseja “remedios naturales” para ahorrar en medicamentos, mientras sin mover ni uno de sus bronceados músculos –seguro que hasta allí han llegado los rayos UVA- destroza uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. A la que dirige ese empleo que se despeña de mes en mes, mano a mano con la Virgen del Rocío. A un ministro del Interior que habla con Dios y lo cuenta. A otro que también debe hacerlo, aunque con el calvinista de los ricos a juzgar por sus decisiones en Justicia. Al de los gravámenes y regularizaciones de activos ocultos o al que cada mañana se desayuna con una sorpresa viendo que las cifras económicas no son las que él suponía y se empecina el crecimiento… negativo. A una secretaria de Estado de inmigración que atribuye al “espíritu aventurero” la dramática emigración de los jóvenes. A una líder regional, inflada de botox, que protesta con faltas de ortografía. A otra que habla con faltas… de coherencia y mucha desfachatez. A alcaldes y alcaldesas de grandes capitales que uno imaginaría de ediles de pueblos de 500 habitantes apenas tocados por el desarrollo. Por tener, tenemos hasta una diputada, Andrea Fabra, que grita exultante “que se jodan”, encantada con los recortes que nos practica su partido. A muchos otros que, como ellos, insultan la inteligencia cada vez que abren la boca. Un circo. Algo ocurre en nuestro país cuando gozamos en la cúspide de un presidente del gobierno como… Mariano Rajoy, no digo más. Y no andan muy lejos –en distintos grados- varios de sus antecesores y sus equipos.

  Los personajes populares, los que salen en la tele acaparando audiencia, están a un nivel similar. Un rosario del esperpento. Ay, esos que dicen ser “periodistas” por husmear en vidas privadas –con predilección por los fluidos sexuales- y cotillear sus hallazgos, haciéndonos soltar un respingo a quienes adoramos esta profesión. La auténtica.  

 ¿Por qué pues “disfrutamos” de estos líderes de poder y de opinión? ¿Por qué políticos preparados, con discursos coherentes, honestos -como pueden ser Gaspar Llamazares, Uxue Barkos, Ramón Jáuregui y otros diputados- no ostentan la mayoría del Parlamento? ¿Por qué personas que piensan y saben comunicarlo se quedan tantas veces fuera de los centros de decisión y de los medios? Si se acabó la época de los grandes líderes que ilusionaban ¿índica que ahora son más parecidos a la sociedad de la que emanan? ¿Es así la ciudadanía española? ¿Somos aún peores dado que estos son los “notables”?

 No todos. Es cierto que España ha venido siendo un país con una educación y una cultura inferior a la media europea. Pero eso estaba cambiando. La actual juventud española es la más preparada de la historia, el 39%  de quienes tienen entre 25 y 35 años posee un título universitario o de FP de grado superior. En este grupo sobrepasamos la media de la UE  que se sitúa en el 34%. De ahí que el gobierno se apresure a ponerle remedio igualando a la baja, a su propio nivel. Hay científicos españoles a las puertas incluso del Nobel o desarrollando avanzadas investigaciones (trabajando fuera en su mayoría). Creativos que superan las trabas impuestas aquí para triunfar internacionalmente. La gente que salió a las plazas del 15M, tan educada, innovadora, pacífica y constructiva hizo emerger otra España diferente a la del tópico. Mucho mejor. Y así se vio internacionalmente. También quieren silenciarla. Pero todo eso existe.  

 La endogamia, el paquidermismo, los manejos e intercambios de prebendas por encima de los méritos reales, la baja exigencia de la sociedad pueden ser explicaciones más plausibles al bajo nivel de nuestras “fuerzas vivas” e ídolos. El elogio de la mediocridad del que muchos quieren hacer su profesión, también. El que no se enseña a pensar en España, ya sabéis, e incluso se disuade el espíritu crítico.

 ¿Qué hemos hecho para merecer estos líderes? Callarnos. Ahí reside nuestra culpa… y nuestra condena. Permitir encumbrarse a quien carece de méritos o los tiene muy devaluados. Y así seguirá, con la economía y la democracia en caída libre, si no se producen cambios. Mucha caspa flotante en la superficie y un potencial inmenso bajo ella. Nos hace daño, mucho daño, tanto en la vida cotidiana como en nuestro prestigio internacional. Hay espumaderas que pueden apartarla a un rincón donde ni se vea ni moleste. Más aún, el ímpetu de la razón, el talento, el coraje y la dignidad. Un 6 de Diciembre es el mejor día para pensar en recomponer la soberanía popular, ésa que reside en el pueblo y en nadie más, según la Constitución.  

*Publicado en eldiario.es

El bulo como síntoma de ignorancia

El 22 de Abril de 2012 un modesto bloguero escribió una entrada  titulada “El presidente en el país de los horrores”, que comenzaba así:

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros. Se lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se engañe, por eso lo han votado tanta gente”.

“Alguien” decidió subsanar el problema de que el presidente –o cualquiera- “nunca le leyera” y adjudicó el texto a José Luis Sampedro. Multitud de publicaciones lo han reproducido incluso con la foto del querido profesor. Comentaristas y tertulianos se han hecho eco de él en diversos tonos. Cada día varias personas lo enlazan y distribuyen. Empiezo a dudar si hay alguna obra real de Sampedro -de extraordinaria brillantez- que haya alcanzado mayor difusión. Tyndaro, el autor, no sabe qué más a hacer para desmontar el bulo, pero sus quejas ya no tienen el mismo eco. La bala ya ha salido y no vuelve atrás.

Y es que el texto contiene una expresión mágica: “Hijo de puta”. Ese sector de la sociedad que solo lee titulares –como mucho- gusta de la simplificación y de las palabras “fuertes”.

Con la misma o mayor intensidad, se ha difundido que en España hay exactamente 445.568 políticos, tres o cuatro veces más que en país alguno. Y eso sirve para degradar aún más de lo que lo está la política. Un periodista, también en un blog, se ha molestado en contarlos –los bulos se disuelven como por arte de magia confrontados con la verdad-. Y resulta que son la cuarta parte. Y esto ¿cómo ha sido? Enrique Betancourt lo explica:

“Porque en el ranking figuran cargos de confianza, trabajadores del Defensor del Pueblo, sindicalistas liberados, integrantes de las patronales, empleados de las empresas públicas (como esos de Gesplan a los que se acaba de aplicar un ERE, a los que supongo hará mucha gracia el tratamiento de “políticos”, en paro por cierto), organismos de igualdad y prevención de la violencia doméstica, cámaras de comercio o investigación oceanográfica y pesquera (¿estarán los ‘políticos’ del Centro Tecnológico de Ciencias Marinas de Taliarte? ¿investigando sobre lubinas, doradas o bocinegros?).

Pero también organismos de gestión catastrales, gabinetes de prensa, cargos de designación directas en Educación y Sanidad, entidades bibliotecarias y museísticas y, asómbrense, agencias meteorológicas y entidades de transplantes y donación de órganos, así como agencias de cambio climático y reducción del gasto energético, entidades de astronomía y astrofísica (nuestro Instituto Astrofísico de Canarias debe estar lleno de políticos de todos los colores…y estrellas), protección medioambiental y actuaciones en la costa o Instituto Cervantes. Les faltó bedeles, ujieres, conserjes y personal de limpieza de ministerios y consejerías”.

Por supuesto, el presunto exceso de políticos y la cifra mágica de los 445.568, circula con tertulias mediáticas y redes sociales, llega al correo en power point o con textos en rojo y grandes admiraciones. La bola de nieve se engrosa y rueda sin control.

La sociedad con mayor acceso a la información de la historia crea y traga bulos como en las épocas del mayor oscurantismo, cuando se hurtaba la verdad.  Puede que más incluso. Hay quien pondría las manos en el fuego porque Elvis Presley vive y el hombre nunca llegó a la luna. O porque los atentados del 11M fueron obra de ETA y no del terrorismo islámico que no le venía bien al entonces gobierno del PP, y que ha dado impunes y lustrosos beneficios a El Mundo de Pedro J. Ramírez y el resto de la caverna.

Hay quien repite como el balido de un rebaño que “No hay dinero”, que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” o que “no hay otra solución que los recortes” y “todos debemos arrimar el hombro” (menos los beneficiarios del sistema neoliberal para quien trabaja el gobierno del PP). Ése es el objetivo.

El bulo puede entrar en nuestro ámbito y, por supuesto, encontrar cabida momentánea. Pero reflexionando un poco uno ve que el texto del «Hijo de puta» no puede ser de Sampedro, o que -aún en el país de la trampa y la corrupción- suena rara esa desorbitada cifra de políticos. Pero la proliferación del bulo -múltiple- es síntoma de ignorancia, de credulidad, de poca estima por uno mismo como ser racional. De sumisión. De desorientación social. Vamos a llegar a dudar de todo lo que nos cuentan. Aunque ciertamente en los tiempos que corren desde el gobierno nos dan motivos de perplejidad todos los días.

En términos generales, de desinformación. Y no se puede edificar nada sobre cimientos falsos. Nada. Los puentes se caerían si los datos sobre los que se asientan no fueran reales. Igual es la verdad de los hechos que aporta la información cierta.

Tiempos de bulos y de relativización. Todo es opinable, todo tiene matices interesados. Y de tragarse lo que decidan otros sin el menor cuestionamiento. Tiempos de no usar la cabeza.

RTVE y los políticos: de aquellos polvos, estos lodos

El Consejo de Administración de RTVE –formado por representantes de partidos políticos y sindicatos que ya es un primer error- aprobó ayer que sus componentes pudieran tener acceso a los ordenadores de los periodistas para ver qué escribían, también a la “escaleta” de los telediarios que es la composición de las noticias que van a ofrecerse en el orden en el que van a ir. Es decir a supervisar y en su caso censurar los contenidos. Protestaron los profesionales de la casa, la Federación de Asociaciones de la Prensa, pero lo realmente decisivo fue –ya véis- la reacción en Twitter de rechazo absoluto. Políticos de los partidos mayoritarios con perfil en esa Red Social, intentaron desmarcarse enseguida, Javier Arenas ha dicho en RNE que sus políticos en RTVE ¡No les representan!, Pepe Blanco que el PSOE se abstuvo porque como total no iba a ganar la votación. Un puro disparate que se va a solucionar revocando el acuerdo.

Ahora bien ¿Qué harán después del 20N cuando no haya unas elecciones que se puedan ver influidas por la oposición de la opinión pública? Resulta enternecedor ver a la audiencia tan feliz por la objetividad de la RTVE actual, aclaremos RNE es otra cosa, pero TVE sigue teniendo serios fallos estructurales en su relación con los políticos. Vamos a ver algunos puntos.

Como digo en mi capítulo de Reacciona, tras haberme criado viendo a Franco inaugurando pantanos y a todos sus ministros y altos cargos en actos de propaganda, mis ojos se anegaron de emoción al escuchar de los entonces responsables de los telediarios en la transición –y de ideologías tan distintas como Ladislao Azcona, Eduardo Sotillos, Pedro Macía y Luis Mariñas-: “el hecho es la noticia, si hay un político y, lo encuentras justificado, lo citas al final del texto.” Los políticos tenían que ganarse su aparición en televisión. La experiencia apenas duró. El sabroso caramelo se volatilizó a las puertas de la escuela del poder.

Luego llegó una dura travesía. Con la mayoría absoluta del PSOE, ni contar con el PP. María Antonia Iglesias, jefa de informativos, bajaba a las cabinas de montaje para cambiar los reportajes, por ejemplo. Entre otros muchos de ambos partidos. Algo apañaron cuando el PP inundó la redacción de periodistas contratados afines a su ideología. Es el camino más fácil. Muchos siguen ahí.

Mi personal argucia para mantener la dignidad fue por ejemplo negarme a hacer reportajes de “nacional”, de política nacional, así acabé haciendo hasta sucesos. Realmente, con Zapatero llegó la asepsia. Y, personalmente, en Informe Semanal disfruté -hasta mi salida por el ERE en 2008- de uno de los periodos de libertad más grandes de mi trayectoria.

Ahora bien –sigo copiando de Reacciona- hoy las comparecencias de los políticos son diarias. No es noticia lo que opinen –por muy jocoso o patético que a veces resulte-, lo son sus hechos. No lo es en absoluto la repetición machacona de su ideario –sabemos qué van a decir antes de que abran la boca ¿cómo va a ser eso una noticia?-. Los medios no son oficinas de prensa de los partidos en permanente campaña electoral. Pero así parecen actuar –las televisiones sobre todo- . De hecho, los políticos intervienen medidos y pesados según sus votos. Y, como no hay tiempo, la opinión se reduce al bipartidismo (al que refuerzan), cuando España es plural y, en justa lógica, tendrían que habilitar espacio para todos los partidos y colectivos sociales… en informativos eternos y tediosos ¿Sería eso periodismo? No.

La clase política representa el tercer problema para los españoles, quizás porque les vemos y oímos demasiado. ¿Sabemos de este modo lo que piensan en realidad? Escasamente. Ahí tenemos el simulacro de los debates en los que el periodista es mero controlador de tiempos y de temas pactados sin su intervención; a diferencia de lo que ocurre en otros países, donde el moderador inquiere y precisa. El periodista debe incomodar, insistir, buscando la verdad. Los políticos se han acostumbrado, asimismo, a la insólita figura de la “rueda de prensa sin preguntas”. ¿Cómo se atreven? ¡Son servidores públicos! Se deben a la sociedad. Y sus ojos, oídos y cerebro en esas comparencias son los periodistas… que se ven obligados a asistir para tomar nota sin abrir la boca.

(…)

El periodismo de declaraciones (vacías y repetitivas en su mayoría) y tertulias con el mismo espíritu, tiene un efecto devastador. Porque –no nos confundamos- la Política es imprescindible en un sistema democrático. Con tropiezos, avances y errores, la humanidad persigue disfrutarla desde los griegos, cinco siglos antes de la Era cristiana. Para dignificar el papel del ciudadano, de un ser libre sujeto a derechos y deberes. Para regular una actividad humana cuyo fin es gobernar y dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad.

Llevo desde anoche pensando en uno de esos chistes conyugales malos: en el que una mujer se entera de que su marido le engaña con una vecina y ella se aterra: “¡Qué vergüenza!, con lo mal que lo hace”. Y me pregunto ¿por qué se empeñan los políticos en imponernos su presencia diaria mostrando así sus carencias de forma tan empecinada? Mucho más inteligente dosificarse para sembrar al menos dudas.

La “mejor de la televisión de la historia” como la llaman debería… dar noticias todo el tiempo. No declaraciones propagandísticas de los partidos. Aportar datos para que esa gran mayoría que aún se informa solo por la televisión supiera qué está ocurriendo en el mundo y con su propia vida. Sin añadir esos “según ellos” cada vez que datos fundados contradicen al sistema. Y, desde luego, eso no está pasando. Pregunten a quien solo se informa por televisión. Intolerable la pretensión de cambiar noticias y escaletas como en los peores periodos de RTVE, pero de aquellos polvos (algunos bien frescos en este momento), estos lodos.

La sociedad española deprimida e irritada

El último barómetro que el CIS acaba de hacer público refleja, en mi opinión, un profundo desencanto en la ciudadanía, y, al tiempo, una seria irritación. Y me temo que es mayor el primero, el desencanto, que la rabia que al menos sería motor de cambios. Como sabéis me gusta bucear en los datos de este trabajo sociológico que, por todas las variables que maneja, ofrece mayor credibilidad que la mayoría. Acudo también a dos expertos enlazados en el blogroll. Las prisas de los titulares suelen desenfocar algo la realidad.

Fermín Bouza, catedrático de sociología-opinión pública es una de las mayores figuras en su campo. Y no ve nada claro esa diferencia de 3 puntos entre la intención de voto entres socialistas y populares. De su erudita argumentación, extraigo la fascinante figura de los movimientos brownianos. Vendría a ser que una mota de polen cae en una gota de agua. Y se organiza una auténtica revolución en la que nada es estable: “el movimiento aleatorio de estas partículas se debe a que su superficie es bombardeada incesantemente por las moléculas del fluido sometidas a una agitación térmica”, dice Wikipedia. Imaginad a la sociedad española sometida en una misma mañana –hoy- a escuchar que Rajoy es “un auténtico corredor de fondo” y que ha remansado las agitadas aguas del PP, y poco después que Esperanza Aguirre le ha plantado como a un geranio, antes de que le echara la bronca, y para hacer constar su independencia. Y que el valiente y coherente Manuel Cobo no se retracta y pone sus cargos a disposición del partido. Y que Aguirre dice que ella es una víctima y Cobo su agresor. No sé si la benevolencia extrema que se muestra con el líder popular lo situará a estas horas aún en carrera o no. Pero en breve así volverá a ser.

El otro experto es un hallazgo para mí. Wonkapistas. Haciendo un recorrido histórico nos cuenta que la preocupación de los españoles por la corrupción, el fraude, los políticos y todo lo que les rodea, está volviendo al nivel de 1994-1995, aunque sin alcanzarla. Y que esta inquietud palidece al lado del paro y los problemas económicos que está alcanzando cotas máximas, este último. Aquí está el gráfico.

corrupcion.wonka

Gráfico elaborado por wonkapistas

Y lo que yo veo es que la situación económica la ven mala o muy mala más del 57% y regular el 30% y que la cuarta parte de los españoles creen que el próximo año será peor. Que todo lo desplaza la preocupación por la estabilidad de sus cuentas corrientes. Sanidad, educación, el funcionamiento de los servicios públicos, la violencia contra la mujer, los problemas de la juventud siguen con cifras muy bajas. Hasta un 0,2% el racismo, por ejemplo. O las pensiones amenazadas, de lo que parecen no enterarse ni el 2%. Podéis bucear en todo en el enlace al CIS.

Ahora bien, la diferencia entre cómo creen que están capacitados para resolver los problemas PSOE y PP, se decanta con sólo un punto de diferencia en el caso del empleo, a favor del PP. Y 10% en la economía. Un 34% cree que el PP solucionaría la economía. En todo lo demás (14 aspectos esenciales frente a 2) al PSOE se le considera más apto, hasta llegar a un abrumador 42% y 17% en la igualdad entre mujeres y hombres. O muy similar, en las políticas sociales. Pero un sector muy numeroso -oscila en torno a la cuarta parte y hasta más del 30% en cuanto a empleo y vivienda-, piensa que ningún partido solucionará los problemas.

Ni un solo político español aprueba, aunque en estas encuestas los españoles suelen ser parcos en notas. La calificación más alta es para el ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba con un 4,77 %. José Luis Rodríguez Zapatero inspira poca o ninguna confianza a más del 72% de los españoles, y Rajoy al 80,2%. Un 25% de los españoles no votaría nunca al PP y un 11,7% al PSOE. Y un 10% a IU.

Los datos resultan demoledores a mi juicio. Desánimo, casi desolación, de una ciudadanía muy crítica con sus políticos. Si eso no les sirve de reflexión, cegados –algunos- por el poder, no sé a qué más esperan.

De cualquier forma, insisto: ¿Nadie se cuestiona el sistema?

¿Qué le ocurre al periodismo español?

Una sensación de desánimo cunde ante el comienzo del “curso” político porque se sabe absolutamente previsible. Seguiremos con las letanías sesgadas, mil veces repetidas, de buena parte de quienes tienen voz en los grandes medios informativos. Pero, en gran medida, son ellos los culpables. La vieja utopía de “salvar el mundo” con el periodismo -que nos animó a algunos ingenuos a escoger esta profesión-, se ha abandonado al punto de cambiarla por un pragmático empeño: “ayudemos a que se hunda más”.

Los periodistas aceptan ruedas de prensa sin preguntas, es decir, declaraciones unilaterales. Lo último en esa línea: Dolores De Cospedal ordenando salir a los informadores de la sala donde los políticos iban a seguir con su reunión, tras adoctrinar al personal con el monólogo que ha estimado oportuno. Su forma de echarlos recordaba a la de la dama de rancio abolengo que llama al mayordomo y dice: “Fermín, acompañe a estos señores a la puerta”. Y los periodistas se fueron. Por sí solos.

De la misma manera, aceptaron los medios en las campañas electorales que los partidos seleccionaran el “corte” a emitir, el que más les favorecía, cuando un profesional debe resaltar lo que a su juicio tiene más valor o controversia en las declaraciones. Periodistas renombrados, secundan la pantomima al ser también convidados de piedra en debates políticos, donde los partidos eligen de qué hablar y no hablar y en qué medida. Nada que ver con los que se desarrollan en países civilizados. El moderador lo es realmente: está informado, pregunta, resalta las contradicciones con los datos que posee.

Este periodismo está creando una clase política ínfima que olvida a quién se debe: la ciudadanía. No sólo eso: no serían nada sin nuestros votos.

Al mismo tiempo, las noticias se han convertido en un espectáculo, forman parte del hoy predominante sector del entretenimiento, en una profesión cuyo lema fue: informar, leer y entretener, por este orden. Un ciudadano anestesiado, sin datos, ni criterio, es mucho más vulnerable a lo que se quiera hacer con él.

Y, paradójicamente, les hacen creer lo contrario, que sí están informados, llenando las programaciones de opinión. Un estudio del Instituto Oficial de Radio y Televisión (IORTV) para el Consejo Audiovisual de Andalucía, nos hablaba de la brutal sobrecarga de opinión en la radio. Comprobad los datos en el enlace, en algunos casos llega al 76% de su programación, no bajando del 45%. El nuevo “curso” nos trae un auténtico aluvión de opinadores también en las televisiones.

La opinión no es información. Comentaristas de toda intención, actitud, formación y ética, pueblan los medios, mezclados en algún caso con vísceras, sensacionalismo, anuncios de cremas de belleza, que ofrecen por igual presentadoras recauchutadas, y empingorotadas desde el punto de la mañana, o avispados vividores hasta bien entrada la noche. Eso es espectáculo. No le llamen información.

El ser humano tiende a la “percepción selectiva”, a escuchar sólo lo que está de acuerdo con sus ideas previas, fue uno de mis grandes descubrimientos cuando estudiaba en la universidad tanto periodismo como sociología. Nada les hace cambiar de criterio. Algunos desaprensivos, disfrazados de comentaristas, exacerban esos instintos primarios de la audiencia con una demagogia que ofende a la inteligencia, e interrumpiendo y anulando el discurso de los demás. Ejemplo paradigmático es una tal Isabel Durán. Son contratados precisamente por eso y para esa misión. En algunos casos, el auditorio aplaude o pita. El circo romano redivivo.

Una elección entre dos posturas que presumimos ciertas. No. La Casa Blanca norteamericana puso en marcha con la llegada de Obama una página donde los datos reales están al alcance de cualquiera. Si los medios quisieran realmente informar, arbitrarían medidas similares, habría en cada falso debate un panel donde ver la realidad y cotejar quién tiene razón.

No interesa hacerlo. La ignorancia es más manejable que el criterio. E informar más caro que entretener. Legiones de colegas mal pagados se ven obligados a tragar las directrices de sus medios que sólo buscan el negocio por temor a perder el trabajo. Las plantillas se reducen para lograr mejor rendimiento económico. Más en época de una crisis mediática -mundial- que su incompetencia ha propiciado.

Sacrosantos medios tienen hasta errores de redacción impensables antaño. Y se ha perdido el inviolable deber de confirmar los hechos, buscar fuentes y contrastarlas antes de lanzar una noticia. Os explico. Cuando empecé a ejercer la profesión, los teletipos eran una señal simplemente, para, a partir de ahí, encontrar lo que realmente había pasado, llamando, preguntando, trabajando. Más aún, el lema del periodismo hablaba de contrastar al menos tres fuentes distintas.

Quiero acabar con un ejemplo que me ha alarmado lo indecible. Estos días os he contado el caso del supuesto fichaje de Rosa María Calaf por la tertulia de Ana Rosa Quintana en Telecinco. Aunque pongo aquí el enlace, os resumo: la cadena lanza la noticia de las nuevas incorporaciones estrella a su mesa política, son Federico Jiménez Losantos y Calaf. Se me ocurre preguntar a la interesada vía email. Me responde tal como transcribo en la entrada que refiero. Ha mostrado su notorio desinterés por participar y está asombrada de verse confirmada y resaltada por Telecinco. Más aún, le ha disgustado y, con gran elegancia, ni quiere rebatir ni seguir la polémica. La Agencia EFE que ha dado en la mañana del domingo la noticia de que Calaf sí estará, se desdice unas horas más tarde, en esta pieza antológica, que publican numerosos medios. Aquí se dice:

“Sin embargo, hoy, Calaf ha negado esta incorporación, en declaraciones a EFE, aunque no ha querido comentar más al respecto argumentando que no quiere entrar en más desmentidos, aunque ha subrayado que el miércoles ya se verá que no está en el plató”.

Pues bien, EFE no llamó a Calaf, no le hizo declaración alguna porque no la llamó. Lamento, si es el caso, perturbar a Rosa que quiere olvidar todo este asunto, pero lo ocurrido me parece de extraordinaria gravedad. No por la entidad de la noticia, sino por la forma en que ha sido elaborada. Fundada hace 70 años, es la primera agencia de noticias en español  y la cuarta del mundo. Alguien tiene que responder en EFE sobre quién obtuvo las supuestas declaraciones, cuándo y en qué formato, porque, dado que la noticia del no fichaje sólo la publicó mi blog, exactamente en las palabras textuales que escribe EFE, y la recogió http://meneame.net/story/rosa-maria-calaf-sorprendida-fichaje-ana-rosa-quintana, la sospecha de que alguien en EFE expurga un canal de noticias enviadas por los lectores para copiar blogs sin citarlos, ni contrastar las informaciones, resulta más que fundada. Lo peor es que este sistema se está generalizando. Parecería que los teléfonos y los teclados de ordenador para enviar emails producen descargas eléctricas.

La sociedad cree lo que se publica, radia y emite. Y la sociedad precisa estar informada para tener criterio responsable. El periodismo no puede seguir haciendo dejación de sus obligaciones. Y si pierde su credibilidad nos sume en el abismo.

Actualización 14,30

 No hay datos de este caso, pero EFE -a través de fuentes no oficiales- me comenta que en la Agencia se han tomado medidas muy drásticas en asuntos de plagio y que todos, incluso la propia redacción, se mantienen muy alerta a no dejar pasar esa inadmisible conducta.

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