Genuflexión

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La escena resultaría, resultaba, igual de chirriante aunque los intervinientes tuvieran similar estatura. Así se ve en todo su esplendor. El 19J se produjeron varios miles de reverencias a los nuevos reyes. Ya vimos que ellos también se inclinaban: ante la iglesia, ante Rouco Varela, más bien, que ya ni es el presidente de la Conferencia episcopal.

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Tal suerte y abundancia de torsiones lumbares se producían, al parecer, para abrir la Corona a muchos colectivos. Se supone que lo hacen por respeto, admiración, cortesía, pero este gesto también se interpreta como sumisión y acatamiento. En todo caso, la imagen en sí es una imagen que duele. Los aficionados a Juego de Tronos ya conoceréis que el jefe de El Pueblo libre dice -en circunstancias bien precarias-: «yo no me arrodillo».  Y no se arrodilla.  Ese pundonor es algo con lo que se nace.  Ángels Martínez Castells comentó el 19J en un twit: «Una monarquía «renovada» no debería tolerar reverencias, ni que nadie doble su rodilla. Si el Papa no lo acepta ¿Por qué Felipe y Letizia?».

Ay, el problema es que en este país son muchos los que doblan el espinazo. Hay poderes intocables según se puede apreciar por experiencia empírica.  Ahí tenemos al presidente del gobierno y al Fiscal General del Estado aplaudiendo la impugnación del fiscal Horrachs, es decir, la inocencia de la Infanta Cristina -sin juicio- basándose en argumentos tan sólidos legalmente como que no se enteraba de nada. Aunque… también tenemos al Juez Castro que no se ha dejado intimidar y a Jueces para la Democracia que pide amparo para él y le apoya.

Los gobiernos actuales se inclinan ante el dinero -sin mucho más que añadir. A ver si hacen efecto escoba y pillan algo. Y se agachan también ante otros a los que consideran más poderosos. Merkel en la UE. Para los «inferiores» reservan recortes y palos si protestan.

Ante los bancos, la torsión es tan intensa -precisa mucho entrenamiento- que se llega a besar los pies. Ahí tenemos el desalojo, este viernes, de una familia que había ocupado un piso vacío de Kutxabank. Pidieron les arbitraran un alquiler social pero la entidad fue inflexible. No tenían relación comercial con ellos adujeron. Nosotros tampoco tenemos relación comercial con el sector financiero español al que hemos pagado un inmenso rescate, y nos lo hemos tenido que comer. Así son las cosas de los geruflexos.

Algo se mueve en alguna parte. Izquierda Unida ha decidido encargar al joven economista Alberto Garzón la renovación de la coalición y la búsqueda de un bloque político y social . Es una buena idea en mi opinión. Se suma a Podemos. A la plataforma Guanyem que, con Ada Colau, busca otra forma de gobernar, en este caso Barcelona. Como punto de partida.

Incluso que Rubalcaba se vaya del PSOE es positivo, veremos si entre los tres candidatos no apuestan por la continuidad repeinada.  Si tenéis alguna duda sobre a quién me refiero, ved de quién es la foto que ilustra el artículo de El País.  El Mundo hace unos días también parecía tenerlo claro.

Esa familia que en la noche de este viernes no tendrá techo -bueno, provisionalmente alguien los acogerá pero seguirán sin casa- esta compuesta por la pareja y tres hijos. El más pequeño de 20 días.  Ni tres semanas lleva en el mundo este crío y ya le ofertan el sol y las estrellas como hogar.  Por él, volved arriba y echar un vistazo a las fotos.  Qué forma de organizarnos queremos para brindar un presente y un futuro a ese niño desahuciado y a todos los demás.  Los que se inclinan entre sí o el Pueblo libre. De hecho es donde reside la soberanía nacional aunque no lo parezca.

 

El sistema que quiere destruir Podemos

Nada ha concitado más unánime odio y miedo en los últimos tiempos que el triunfo electoral de Podemos. Mentes preclaras como las de los populares Floriano, Aguirre o Cifuentes han liderado los exabruptos a la formación que consiguió 5 escaños en los comicios europeos cuando ellos no lo esperaban. Las jóvenes apuestas rubalcabistas del PSOE andan en parecida zozobra, lo mismo que viejos ideólogos de la desnortada socialdemocracia española. El cabeza de lista, Pablo Iglesias, es el enemigo a abatir en las altas esferas políticas y mediáticas.  Expurgan su vida presente y pasada como lo harían fuerzas especiales conjuntas del MOSSAD, la CIA y la KGB.  Leestán adiestrando en resistencia al acoso ejercido con las peores artes de la mala calaña a niveles de la Esparta de Leónidas. Si lo supera, estará preparado para afrontar cualquier eventualidad. De momento, han decretado una pausa en su pasión acribilladora por Ada Colau, pero volverá, con seguridad. Con cualquiera que amenace su privilegiado estatus.

 Están aterrados. A estas alturas de la fiesta monárquica ya no cabe duda de que la irrupción de una candidatura ciudadana  precipitó los acontecimientos. La improvisación desplegada en el precipitado proceso de sucesión en la Jefatura del Estado indica que la decisión tan meditada les pilló con toda la ropa sucia y sin meter en la lavadora. Incluso Juan Carlos ha demostrado su acreditada campechanía al exhibir con naturalidad una expresión de rey destronado que produce hasta lástima a los corazones sensibles. Las fotos de estos días son un impagable tratado de psicología.

 Las élites extractivas tienen muy claro su objetivo: que todo siga más o menos como estaba. Deben andar en el baile que va del navajazo limpio a las serviles reverencias para situarse en la nueva Corte pero el enemigo común es uno: Podemos. Tan a fondo se han empleado en su contra, con tal profusión y altura en los ataques, que ya no debe quedar apenas nadie que no haya reparado en ellos. Y se pregunte (y se responda) a qué viene tal descarga de improperios.

 Los ciudadanos se han puesto en marcha. El 15M no fue tan baladí como quieren hacer creer. Siguieron las mareas –la histórica e inolvidable de los mineros, la blanca de la sanidad con su podio de logros, la verde de la educación-sembrando con duros sacrificios lo que ahora se recoge. Las manifestaciones contra multa y palo, el continuar hablando. Y cristaliza una candidatura electoral con Podemos, un movimiento de gente muy preparada que sabe desmontar a la apolillada caverna mediática con argumentos y serenidad. Y más de un millón de personas vota a la formación. Y renacen los círculos de trabajo, las esperanzas de una política horizontal y trasversal donde todos cuentan.

Fue la ilustre pensadora Cristina Cifuentes la que dio en la diana: Podemos “dañaría la credibilidad de España”. Y su compañero de cátedra Carlos Floriano culminó el enunciado: aprovechan el dolor de la gente utilizando falsas promesas que no se puedenaplicar. Sí, eso está feísimo, el PP jamás lo haría.

¿De qué credibilidad habla Cifuentes y en qué círculos se vería dañada? No hay duda alguna: en quienes manejan el cotarro tanto aquí como fuera. Ese 1% que ha basado su estrategia en acumular dinero y poder exprimiendo y atenazando al resto, al otro 99%. Por primera vez en la historia no ejercen ni de dueños del cortijo. La supervivencia de este cortijo o el otro les da igual, si pueden sacar provecho. Se trasladan con sus maletas y sus cuentas corrientes. Punto. Con el egoísmo como motor político. Con la ley del embudo como modelo. Con ningún escrúpulo.

 ¿Y qué sistema destruiría Podemos o cualquier política desde la ciudadanía? El que ha llevado a España a unos niveles de pobreza y exclusión social desconocidos en décadas.El que ha asolado el empleo añadiendo un millón de parados. El que en 2012, primer año de gloria del PP, redujo los salarios de los españoles como nunca antes, de forma que trabajar ya no garantiza poder costearse una vida digna. El que ha agravado la disminución del nivel de vida con recortes y repagos.  El que ha hecho crecer el hambre –se dice pronto: el hambre- en España, liderando la desigualdad en Europa. Uno de cada tres niños necesita la comida del colegio para alimentarse, y enfrentan el verano  sin saber si la tendrán. 2.226.000 niños vivían en noviembre de 2012 en el umbral de la pobreza, ahora son 2.800.000. Disfruten lo votado.

  Vibren entusiasmados con el sistema que se monta una rebaja fiscal electoralista donde las clases medias terminarán pagando las rebajas a los ricos para no variar. El que ha situado a las universidades españolas entre las más caras de Europa. El que expulsa a los jóvenes. El que penaliza la educación, la cultura, la ciencia y la investigación. ¿Y la sanidad? Los daños son ya de gran calado. No dejo de preguntarme qué ángeles de la muerte cruzaron nuestra tierra para haberla  arrasado con tal sadismo. ¿Esto es lo que hay que mantener?

 ¿Y la democracia? ¿Qué ha pasado con ella que no se puede ni disentir? ¿Qué queda de una ciudadanía representada por genuflexos? ¿Esto es lo que amenaza Podemos?

  El maravilloso sistema español a preservar podría definirse hoy perfectamente por la corrupción que envenena  el cuerpo esencial del Estado, la impunidad, la confusión de poderes y la manipulación sistemática ejercida por los privilegiados. Los ciudadanos acaban de darle una nota de 1,9 en una encuesta del INE, pero esto es lo cabal, según ellos. Pues mire, igual es preferible probar otro sistema, otros demagogos, otros sátrapas incluso. Se precisa mucha dedicación para llegar a igualar las bajezas y atropellos de incontables próceres del país.  Hay que ser muy miserable y estar muy podrido para situarse a la altura de unos cuantos que hoy dirigen el cotarro.  Ya procuraremos vigilar y defender, desde el principio que es más fácil, un cambio real.

 En cuanto a los programas de progreso  sociales y de fin de los latrocinios y mamandurrias claro que son aplicables. Solo que esta vez quienes pierden algún privilegio, alguno, son los que ahora los detentan en exclusiva, pulverizando los derechos de la mayoría. No les quitan nada suyo, les impiden seguir llevándose lo nuestro.

Cuando ya el dinero y los recortes amenazan la supervivencia hay poco que perder. Cuando uno teme el desastre que deja a sus hijos, se vence el miedo. Cuando ya el asco por tanto atropello y tanta injusticia no cabe en el estómago, se está para muy pocas bromas. Cualquier cosa es mejor que seguir tragando esta atronadora injusticia servida además con insultante pitorreo. Lo saben. Lo intuyen. Por eso están tan nerviosos.  No tengan ninguna duda, esa minoría extirpadora que se lucra a costa de los demás, no verá con buenos ojos una política destinada al bien común de la sociedad –sean quienes sean la que la lideren-, pero buena parte de la ciudadanía se sentirá tan aliviada que igual se anima y sigue el ejemplo. Es lo que les da miedo. Que se les acabe el cuento, su siniestro cuento.

*Publicado en eldiario.es

El empacho monárquico

Es como si, tras darse un auténtico atracón en la fiesta, las sobras siguieran en la nevera prestas a saltar en cuanto entreabramos la puerta. Es tal la abundancia, que se desparrama el merengue revenido sobre la pizza de anchoas seca y los chorretones de miel se deslizan por los bordes de los yogures (caducados, naturalmente). Todo está pringado. Hasta en el cajón de las lechugas se ha colado el sirope de bote. Un cierto olor a vinagre y ácido. Dios, qué empacho.

Han terminado las clases en los colegios. Un tercio de los niños españoles pasan hambre y allí tenían algo que comer. Da mala imagen mantenerlos abiertos dicen los gestores del asunto, casi todos del PP. El asunto es la educación. Y el nivel de vida consecuente con el trabajo devaluado, con los recortes y repagos que aumentan el problema. ¿Y la sanidad? ¿Qué ángeles de la muerte cruzaron nuestra tierra para haberla así arrasado? ¿Y la democracia? ¿Qué ha pasado con ella que no se puede ni disentir del autoritarismo? ¿Qué desaprensivos nos trajeron esta peste y ahora miran para otro lado?

Reina la felicidad en la casa de quienes dirigen el emplasto. Reina la hipocresía en los medios. La búsqueda de la mejor hamaca para arrimarse al sol que hoy más calienta. La irrealidad que interesadamente atesoran. Reina la contradicción inmensa. Teórica, la verdad casi siempre es una.

19j.rouco

Como una losa pesa en nuestros estómagos la tralla orgánica convertida ya en empacho. Hay gente con dolor y muerte que sufre mucho, no podemos quejarnos, pero esas toneladas de mugre con guindas de colores impiden moverse con soltura.  Cuánta tristeza nos han escupido con tanta involución. Habrá que remontar una vez más. Como el salmón. Quitándose de encima la nata ácida, el bizcocho revenido, la crema agria, nos haremos paso otra vez si acaso. A ver si nos quedan fuerzas.

Opositando a la Corte del Rey Felipe

Letizia y Felipe en su primera aparición pública  juntos

Letizia y Felipe en su primera aparición pública juntos

Es hijo de Juan Carlos de Borbón, el rey que nos trajo la democracia, y de esa discreta, hábil, leal, cultivadísima mujer que es la reina Sofía, esposa legítima del primero. Precisamente por su condición de varón e hijo de ambos, Felipe de Borbón va a ser entronizado nuevo Rey de España y, por tanto, jefe del Estado. No solo es el más preparado de la historia de España, es que además posee “una cercanía contagiosa”, según leo. La inminente reina, Letizia, también. Gracias a eso, sabrá salvar los escollos que se encuentre en su camino, porque no va a ser para ella un camino de rosas, según le anuncian con respeto y entusiasmo:  «La Princesa va a estar sometida, todavía más, a un escrutinio feroz que pondrá a prueba su capacidad de autocontrol. El juicio de valor permanente e insaciable que escudriñará e interpretará desde el vestuario al rictus, será una constante en su reinado. Su cuerpo hablará. Sus ojos, serán sus palabras; su gesto, la ortografía; su pose, la sintaxis». Qué cruz.

 La sentida loa le otorga a nuestra antigua compañera periodista alguna capacidad más que la mayoría  de quienes escriben sobre ella. Letizia es una perchala más cotizada de hecho, según leo en El País. Una “delgada mujer de 41 años, tipo de garza y piel traslúcida de puro tirante”.  ¿Cómo? ¿No será una crítica? No, no puede esperarse tal cosa de un periódico volcado súbitamente en la causa monárquica. Y, lejos de mostar algún reparo, la comentarista está entusiasmada con “la imagen de España en el mundo” que, en su opinión, representan Letizia y su vestuario. No es para menos si atendemos a la descripción de uno de ellos: “Un vestido de gasa liviana, unos decían que gris perla y otros que gris piedra, pegado a los flancos, la cintura marcada por una hilera de lentejuelas, perdón, pailletes que se desparramaban luego en listas hasta tocar el bajo”.

En La Vanguardia buscan también los mejores atuendos de Letizia (y lo que es peor, los “más divertidos” de su hija mayor de tan solo 8 años).  Iniciando la muestra con el “intelectual” de su primera aparición junto al príncipe, antes de que aparentemente cambiara sus prioridades vitales.  Todo el comentario que -en diferentes medios- suscita su papel en la ceremonia del 19 de Junio es saber qué vestido llevará.

 En ABC con una mano regalan un reloj sumergible por elegir –de nuevo- el mejor estilismo de Letizia. Con la otra, pasan a mayores al considerar la República un experimento fallido, en clara apología del golpismo y la tergiversación de la historia. Dónde va a parar con los logros de los cuarenta años de dictadura –tras el preceptivo levantamiento militar y consecuente guerra civil-.

En La Razón se inventan entrecomillados en portada que atribuyen “al entorno” de la princesa. Un nuevo fraude de periodismo al que tan acostumbrados nos tiene la publicación que dirige Marhuenda. Leer en ese medio que “el nuevo Rey tiene por delante la apasionante e histórica tarea de impulsar un nuevo periodo en la historia de España y afrontar los retos de una sociedad moderna, exigente y multiforme” da idea de la esquizofrenia que vivimos, que viven en las camarillas del poder. Sea. Para empezar a hablar, para empezar a andar, emprendan masivas abdicaciones voluntarias en los más altos estamentos del país e incluso una fumigación higiénica posterior a su abandono del cargo.

Aterrados por el aliento de la calle, harta de tanto atropello, los poderes han reaccionado en bloque para taparlo con kilos de merengue monárquico. Se ve que a la sombra de la Corte se vive mejor. Y por ello se han lanzado a la mayor campaña de marketing y publicidad que se recuerda en España desde hace muchos años, y mira que las ha habido descaradas. Impagable de hecho. Al menos con sus facturas bien a las claras. Es cierto que la apreciación de la Corona sube pero no en la proporción del despliegue político/mediático emprendido.

 Resulta extraño, de cualquier forma, esa pasión por adular a los nuevos reyes hasta producir sonrojo, vergüenza ajena, dado que –según no dejan de insistir- su papel decisorio es mínimo si no nulo. Felipe VI sancionará sin duda alguna las leyes misóginas de Gallardón o los atropellos a la salud, a la educación o cualquier cosa que el PP le lleve a la firma. Pero la España que retorna aceleradamente al caciquismo -que nunca abandonó- sabe que aquí lo que cuenta es arrimarse al sol que más calienta. Nutrir redes clientelares. Y qué más bonito y tradicional que una corte palaciega. Ahí está y estuvo la clave. Lástima que viniera un tal Locke en el siglo XVII a cuestionar el origen divino de la monarquía y que llegara esa plaga de los Estados modernos, el contrato social y la división de poderes. Y, pasado el tiempo, hasta el sufragio universal con lo cómodo que resulta que manden los hijos de alta cuna sin más requisitos.

 Cuantas más personas evidencian ser ciudadanos, más se lanzan a exaltar el paternalismo de la monarquía para vasallos. De un rey que no responde ni ante las leyes, lo que secundan como lo más natural quienes apoyan esta forma de organización del Estado.  Y que a la vez “reina, pero no gobierna”, hace pero no hace o viceversa. Nada sustancial ha cambiado, nada en absoluto en ese terreno.

 Han obrado con prontitud y pericia, pero –en su avidez- se les ha ido la mano. No hay tarta monárquica para todos y con la propaganda no se come, ni se sana, ni se aprende, ni se paga la luz y la vivienda, ni se detiene el expolio de nuestro patrimonio, derechos y libertades, ni se siembra el futuro. Porque lo saben, se emplean tan a fondo en tejer las redes que preserven sus privilegios.

*Publicado en eldiario.es

La reacción del dinosaurio herido

Cuesta creer que no llegue  ni a dos semanas el tiempo transcurrido desde la celebración de las elecciones europeas. Se saldaron con un resultado adverso para el bipartidismo en la UE y en España, y la irrupción notable de otras opciones (ultraderecha en Europa y una agrupación ciudadana progresista, Podemos, en España) como hitos más significativos.

¿Y qué ha hecho el dinosaurio herido? Mover ficha para mantenerse. En el continente la primera estrategia ha corrido a cargo del BCE.  Mario Dragui ha visto llegada la hora de promover estímulos a la economía, 6 años después de cuando el staff del que él forma parte (fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa) debió haberlo hecho, y cuando ya se nos ha infectado el Parlamento Europeo de fascistas. Ese dinero que suelta el poder neoliberal, las medidas que dice adopta el Consejo de Ministros en España, serán administradas por el gobierno de un partido tan tiznado de corrupción que ya lo confirma hasta el juez. En las mejores manos está la pasta.

Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde el soplo de esperanza que trajeron las elecciones, solo el 25 de Mayo. El tinglado, el dinosaurio, reaccionó con prontitud y contundencia. La abdicación del rey Juan Carlos resulta cuando menos extraña. La justifica en la necesidad de una nueva generación “decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. Y lo primero que dice su sucesor, su hijo Felipe, es que su reinado va a ser “de continuidad” y que la nueva etapa ya la inició su padre (hace 39 años).

La familia real está cumpliendo el papel para el que se ha preparado: perpetuarse de padres a hijos en la jefatura del Estado. Lo más desolador -al punto de brindarnos espectáculos auténticamente bochornosos- ha sido la reacción del resto de los poderes. Hay dos que sobresalen entre todos: el PSOE de Rubalcaba y su equipo (y su militancia que apenas pía) y la prensa oficial.

Al PP le falta poco para besar en la boca al líder de la presunta oposición (más presuntamente aún) socialista. Ya le llama Rajoy, Don Alfredo (lo escuché en El Intermedio). Se ha plegado a todo, ni libertad de voto da a los diputados de ese partido. No sé con qué espera ser recompensado por tan gran servicio a la derecha, a una política que consagra el expolio de la sociedad y por el hundimiento de un PSOE que tenía más de un siglo de historia.

Y luego está la prensa. Compitiendo a ver quién da más jabón a la monarquía. Ocultado datos esenciales para la información ciudadana.

De este modo, ese aire fresco que brotaba tras las elecciones, ha sido sepultado por 4 capas de merengue monárquico y 8 de betún y estiércol. Ya no ha faltado como símbolo la censura de la portada de la revista satírica El Jueves, y la dimisión del bloque principal de sus dibujantes, de lo que no dicen ni palabra la mayor parte de los medios oficiales. Lo que se dice una prensa libre y crítica, vamos.

¿Y qué hacemos? Cada día es un compañero periodista de los que más valoro –a otros realmente los desprecio- quien muestra su preocupación, su dolor incluso, su asco, por lo que nos está sucediendo. Hoy, sobresale, Isaac Rosa, en su “Los primeros trofeos de Felipe VI”. Así empieza, debéis leerlo entero:

“Pensábamos que la abdicación era inoportuna y precipitada, y que dañaría la institución. Pero la sensación tras solo cinco días es que la onda expansiva se está llevando por delante a otros, no a la corona, que más bien se ha venido arriba.

No sé si son daños colaterales, o buena puntería, pero quizás el rey Felipe VI tenga que ampliar el pabellón de caza nada más llegar a palacio, para que le quepan los trofeos y cabezas que ya está cobrándose casi sin mover un dedo. Y si no, veamos algunos efectos inmediatos de la operación sucesoria.

Para empezar, la maniobra ha desbaratado la agenda política: nos ha cambiado el paso, pues ya no estamos debatiendo en el mismo punto que estábamos el pasado domingo, tras las europeas. El régimen ha recuperado la iniciativa, pues ahora es dueño del calendario, marca los tiempos y los próximos pasos, y nosotros vamos a remolque. Estábamos pidiendo un proceso constituyente desde abajo, y veremos si al final no nos acaban dando proceso constituyente, pero desde arriba.

La abdicación ha supuesto también un cierre de filas mediático y político. En cuanto a lo primero, los grandes medios rivalizan en quién dobla más el espinazo. Desaparecen de la cobertura informativa las muchas sombras del reinado de Juan Carlos, se esconde el debate sobre la forma de Estado, se cargan las tintas más ridículas en la promoción del nuevo rey y señora, y se genera un estado de ánimo colectivo de fuerte carga emotiva, que prepara el terreno para que volvamos a gritarle “¡guapo!” al nuevo rey cuando lo veamos pasar.

Mal empezamos el nuevo reinado. No aprendemos la lección: después de que décadas de blindaje, censura y adulación hacia el rey dejasen como resultado un rey (y familia) que se sentía impune porque se sabía a salvo del ojo público, los primeros pasos del nuevo rey van acompañados del mismo blindaje, censura y adulación”.

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Ya se ve gente “comprando” el discurso remozado de reyes y princesitas. Se ven incluso impelidos a hacer proselitismo. Todo va bien en el peor de los mundos.

Solo espero que cuando se acabe el pastel de la entronización que no probarán, contemplen su realidad y evalúen la complicidad de algunos políticos y la prensa corrupta. Y sientan un poco de clemencia por su dignidad.

Rajoy, imagen y símbolo de España

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Mariano Rajoy dará la cara. A petición propia. Para aclarar dudas sobre lo que preocupa a los ciudadanos. La cadena de tópicos previsibles no oculta la verdad: Rajoy será Rajoy y volverá a esconderse. En los datos de una irreal recuperación económica. En que la corrupción es mal de muchos -de otros partidos, del rival elegido para fidelizar a su electorado-, pero la suya en concreto son insidias. Con agosticidad y alevosía –comparece el 1 de Agosto- volverá a mostrar su rostro tapado, invisible, vacío, el símbolo de la España de hoy. Porque Mariano Rajoy no es una casualidad, es la consecuencia de lo que entre todos hemos hecho de este país. Hoy y a través de mucho tiempo, siglos incluso.

Partamos de la base de que por lo general cada persona ama a su tierra de origen y considera que su país es el mejor del mundo por una exclusiva razón: porque él ha nacido allí. Egocentrismo en estado puro. Subjetividad de manual. Pero si uno sabe relacionar los datos llega un día en el que toma conciencia de la realidad y se hace una idea bastante aproximada de cómo es su país.

Pioneros desde los reinos medievales en buscar el control del poder considerado omnímodo, de una suerte de democracia, una y otra vez la caspa succionó la innovación y el progreso. Ese conservadurismo español, endogámico, ultra religioso, analfabeto de letra y ética, castrador, ladrón, tirano y manipulador. Pero siempre se le enfrentó el ansia de regeneración, aunque chocara contra el pétreo muro.

Una crisis financiera mundial, los errores locales sólidamente labrados, nos traen a hoy, cuando parece que la cloaca de nuestros cimientos haya explotado expandiendo toda su porquería. No es normal lo que nos pasa.

El partido en el poder de casi todo con sombras de corrupción -sustentadas en papeles y datos- durante más de dos décadas al menos. De “donaciones” que actúan de sobornos para conseguir contratos. De sobresueldos bajo mano y… a las claras –según su contabilidad oficial-. Un triunfo electoral basado en la mentira de un programa que se incumple casi en su totalidad, salvo en cuanto representa involución ideológica. Una manipulación sistemática. Uso desmedido de la demagogia. Presiones turbias. Una mente racional deduciría que nos encontramos ante una organización creada para lucrarse por cualquier método.

No es lógico que plantee duda alguna el que un presidente de Tribunal Constitucional no puede militar, ni haber militado, en un partido cuyos recursos y acciones de gobierno ha de juzgar. No lo es que otro del Supremo y el Poder Judicial usara dinero público para irse de vacaciones con su fornido guardaespaldas. No es en absoluto tragable que la Justicia dependa de los partidos, que no haya en la práctica separación de poderes. Hasta llegar a ver cómo el PP crea a su medida los principales órganos judiciales. Para asistir a una rebaja de condena tan sonrojante como la de Jaume Matas. A este paso, cabe pensar que el resto de los corruptos seguirán similar itinerario.

Debe inducir preguntas y responsabilidades que el Partido Popular atacara por tierra, mar y aire a todo cuánto investigaba la trama Gürtel -que tan de cerca le toca-. Destituyó la cúpula policial y la de la Agencia Tributaria en cuanto llegó al poder y, previamente, la judicial sufrió un “oportuno” descabezamiento con la inhabilitación del Juez Garzón.

Es vergonzante que el yerno del Rey de España usara su condición para una trama corrupta de altos vuelos, presunta hasta que se juzgue. Si se juzga. Y que haya quedado fuera de imputación su mujer y socia, la infanta Cristina. Y que el propio monarca nos pasee a su amiga especial mediadora en finanzas. Y que en el siglo XXI sea inviolable.

Estamos hablando de las más altas instituciones del Estado. De una corrupción endémica que ya arroja su maldad visible sobre el tejido social. Aunque no de forma troncal como en el caso del PP a juzgar por los indicios, afecta a otros partidos. A comunidades autónomas y ayuntamientos. Fosas sépticas que se extienden por prácticamente la totalidad del territorio patrio. Y al sistema financiero, y al empresariado, y a casi todo cuanto ostenta poder. Si “todos lo hacen” como dicen los adoctrinados, “todos a juicio” y “todos los culpables a la cárcel”. Implacablemente.

No es digerible que una trama mediática actúe de soporte de tanta desvergüenza. Desviando la atención de lo esencial a través de sus múltiples tentáculos para desactivar la reacción. Que engañe hablando de una inminente reactivación económica que –al parecer y es bien denigrante- lo justificaría todo. Hasta la corrupción.

Porque entretanto nuestra economía sigue cayendo –“menos”, qué bien-. Y la deuda pública crece a niveles nunca vistos. Y los ciudadanos nos hemos empobrecido hasta cambiar nuestro modo de vida. Los recortes y repagos pasan factura. Y aún así no les llega. Y saquean la hucha de las pensiones, además de especular con ella. Nada les detiene. No es lícito basar la economía de un país en la degradación de la sociedad y del mercado laboral. Y ofrecer como un éxito una cifra de creación de empleos de camarero en el mejor año del turismo debido a las crisis de Turquía y Egipto que no serán eternas. Y a que los extranjeros están huyendo del naufragio. Y anular, mientras, el progreso destruyendo la ciencia y la investigación. Es obsceno vivir como Reyes a cargo del erario público mientras se masacra a la población.

Denuncian los medios internacionales la insostenible situación de España. Hasta con mofa en el caso de The Guardian que carga contra la sociedad española no sin suma razón. Para el diario británico ni siquiera existe, en su opinión, como elemento sólido: “Nadie espera que él [Rajoy] renuncie a su trabajo en un país en el que las renuncias por cuestiones éticas son casi inexistentes”.

Mariano Rajoy es el mejor símbolo de esa España que agoniza. Un ser tan patético como él jamás hubiera llegado, ni menos aún se mantendría con todo lo que está ocurriendo, si este país tuviera un mínimo de cordura, dignidad y decencia. Ni él, ni el corifeo que le secunda. Del primero al último.

Se revuelven en sus tumbas desde Padilla, Bravo y Maldonado o Mariana Pineda, a las cenizas sin lápida de las cunetas. Joaquín Costa u Ortega y Gasset se siguen doliendo de la España nunca regenerada. Antonio Machado desde su exilio mortuorio francés continúa harto de la “España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía”, pero aún verá -en optimismo desesperado- nacer la otra: la “del cincel y de la maza”, la “España de la rabia y de la idea”. Nosotros estamos vivos. Quienes en 2011 -y fuera de siglas- alentaron el grito de un cambio, los que aún luchan por él, merecen otra cosa. Hasta la losa borreguil con la que cargamos lo necesita porque casi nadie es digno de semejante desastre. Intolerable significa que no puede admitirse más. Que se acabó, que no seguimos así. Es empezar a trabajar en serio, cueste lo que cueste. Limpiar a fondo hasta que no quede ni la sombra de una mota de inmundicia… O aceptar el vacío tiznado, sin futuro, de ese rostro que hoy simboliza la degradación absoluta de España.

*Publicado en eldiario.es

Los suecos no quieren pagar la boda de la princesa

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Los suecos se niegan a pagar el enlace de la princesa heredera, Victoria, con su novio Daniel Westling. Diversos portales acumulan firmas en contra de arbitrar un presupuesto extraordinario para el enlace real. 30.000 firmas han suscrito ya el lema «Niégate a pagar la boda de Victoria». 3.000 «No quiero pagar la boda de Victoria». Argumentan -apoyados por líderes políticos- que la asignación anual de 112 millones de coronas suecas (casi diez millones de euros) que recibe el rey Carlos XVI Gustavo, debería ser suficiente para afrontar los gastos del enlace.

 Suecia es mi tierra prometida. Con una población de 9 millones de habitantes, este organizado y discreto país, sufre la crisis económica como todos. Ha visto caer a Saab y otras marcas punteras. Y lo siente como daño propio. Pero mantiene sus grandes compromisos sociales, aun gobernando los liberales que «no son como el PP», asegura mi amigo Jan Perneval. «En Suecia el partido equivalente al PP consigue un 1% de los votos», aclara. Sus políticos saben que son representantes del pueblo y no una élite en la cúspide.  Precisamente el vivir con total normalidad y sin fastos, ocasionó que el presidente Olof Palme fuera asesinado en plena calle. O la Ministra de Exteriores Anna Lindh, cuando iba a comprar a unos grandes almacenes.

Ocupa los primeros puestos mundiales en educación, transparencia y desarrollo humano. El sueldo medio es de 2.590 euros, pagan una tasa de impuestos de hasta el 60% -las clases altas- y una casa de dos plantas, bodega y amplio jardín, cuesta 400.000 euros. Los precios de los productos básicos son similares a España, salvo los de lujo que están más gravados con impuestos.

Más de un año de baja maternal llega a sufragar el Estado. La sanidad exige un pago prudencial, pero atienden a quien carece de medios. No rechaza a los emigrantes en general -fueron los primeros en recibirlos cuando los expulsaron las dictaduras sudamericanas en los años 60/70-. Puedes dejar paquetes en el coche, sin que nadie te rompa los cristales para robarlos. Los señores sacuden a sus mujeres como en todas partes, pero llevan un riguroso control de quienes y porqué.

  En Lund, ciudad universitaria, celebran asambleas ciudadanas desde comienzos de año, entre los vecinos, políticos y profesores de la Universidad, tratando de perfeccionar en la democracia. «Hacerse el sueco» es no discutir por nada. Prefieren reconcomerse que tener un litigio. Ahora, utilizan Internet, para hacer saber a sus gobernantes el sentimiento ciudadano. Y piden de la monarquía que sufrague sus bodas como hace cada sueco.

 Son extrermadamente sobrios en sus gastos. Hace mucho frio en invierno. No hay luz en invierno. Y, en verano, es de día a las 12 de la noche y, de nuevo, a las 4 de la madrugada. Nada es perfecto.

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