Los suecos se niegan a pagar el enlace de la princesa heredera, Victoria, con su novio Daniel Westling. Diversos portales acumulan firmas en contra de arbitrar un presupuesto extraordinario para el enlace real. 30.000 firmas han suscrito ya el lema «Niégate a pagar la boda de Victoria». 3.000 «No quiero pagar la boda de Victoria». Argumentan -apoyados por líderes políticos- que la asignación anual de 112 millones de coronas suecas (casi diez millones de euros) que recibe el rey Carlos XVI Gustavo, debería ser suficiente para afrontar los gastos del enlace.
Suecia es mi tierra prometida. Con una población de 9 millones de habitantes, este organizado y discreto país, sufre la crisis económica como todos. Ha visto caer a Saab y otras marcas punteras. Y lo siente como daño propio. Pero mantiene sus grandes compromisos sociales, aun gobernando los liberales que «no son como el PP», asegura mi amigo Jan Perneval. «En Suecia el partido equivalente al PP consigue un 1% de los votos», aclara. Sus políticos saben que son representantes del pueblo y no una élite en la cúspide. Precisamente el vivir con total normalidad y sin fastos, ocasionó que el presidente Olof Palme fuera asesinado en plena calle. O la Ministra de Exteriores Anna Lindh, cuando iba a comprar a unos grandes almacenes.
Ocupa los primeros puestos mundiales en educación, transparencia y desarrollo humano. El sueldo medio es de 2.590 euros, pagan una tasa de impuestos de hasta el 60% -las clases altas- y una casa de dos plantas, bodega y amplio jardín, cuesta 400.000 euros. Los precios de los productos básicos son similares a España, salvo los de lujo que están más gravados con impuestos.
Más de un año de baja maternal llega a sufragar el Estado. La sanidad exige un pago prudencial, pero atienden a quien carece de medios. No rechaza a los emigrantes en general -fueron los primeros en recibirlos cuando los expulsaron las dictaduras sudamericanas en los años 60/70-. Puedes dejar paquetes en el coche, sin que nadie te rompa los cristales para robarlos. Los señores sacuden a sus mujeres como en todas partes, pero llevan un riguroso control de quienes y porqué.
En Lund, ciudad universitaria, celebran asambleas ciudadanas desde comienzos de año, entre los vecinos, políticos y profesores de la Universidad, tratando de perfeccionar en la democracia. «Hacerse el sueco» es no discutir por nada. Prefieren reconcomerse que tener un litigio. Ahora, utilizan Internet, para hacer saber a sus gobernantes el sentimiento ciudadano. Y piden de la monarquía que sufrague sus bodas como hace cada sueco.
Son extrermadamente sobrios en sus gastos. Hace mucho frio en invierno. No hay luz en invierno. Y, en verano, es de día a las 12 de la noche y, de nuevo, a las 4 de la madrugada. Nada es perfecto.
Alfredo Domínguez
/ 6 marzo 2009Yo estuve en Suecia, en Estocolmo concretamente, en el verano del 72 y puedo decirte que la impresión que he llevado toda mi vida es que eran de otra galaxia.
Lo que más me dejó perplejo es la sobriedad con la que se conducen por la vida y sobre todo el respeto al otro aunque fuera bajito y moreno como nosotros. Pero… mi experiencia es que eran muy poco abiertos y guardaban las distancias.
Yo siempre he pensado que era debido a su infancia religiosa (Bergman aún…)
Desde Valencia recibe un cordial saludo.
Lugar Fundamental
/ 6 marzo 2009También hay otras cosas muy tristes en Suecia, como el índice de alcoholismo: debe tener su explicación.
Pese a que en muchos casos son un modelo de ayuda al necesitado y de solidaridad internacional, recuerdo el caso de ver en la estación de tren de Estocolmo cómo la policía desalojaba expeditivamente a un viejo porque no tenía billete: le habían dicho que su hijo había muerto y cogió el primer tren que salía.
Juan
/ 6 marzo 2009¿Por qué no suprimen directamente la monarquía e instalan la República? Ya está bien de pagarle los lujos a quienes no saben todavía qué es trabajar y aún se atreven a pedir un aumento de presupuesto, sin importarles un comino que esté aumentando el paro (¿qué saben ellos de crisis?).
Marcela F.
/ 22 agosto 2009Estimados amigos suecos:
Considero que es aceptable su propuesta de no dar más dineros para la boda de la princesa, ya que hay muchos otros que necesitan de ayuda económica.
Le saluda Marcela Carolina B, desde Chile.