Madrid se cae a trozos, como símbolo de la España del PP

Ahora también se caen a trozos los balcones en Madrid. Parte de uno se precipitó este miércoles sobre una terraza en el barrio de Argüelles, hiriendo a dos jóvenes, uno de los cuales ha muerto. 28 años tenía. Es evidente que falló la inspección técnica del Ayuntamiento que, para nuestro dolor, preside Ana Botella.

El profundo deterioro que ha sufrido Madrid en los últimos años no deja de dar graves muestras. Los recortes en materias esenciales que lleva a cabo el PP, en todos los niveles de la administración, han mermado las plantillas de mantenimiento. A esto se atribuye por ejemplo la caída de árboles y ramas que igualmente ha causado varias víctimas, una de ellas también mortal.

La suciedad es otro de los síntomas de que esta ciudad, capital de España, se destruye por momentos. Hace ya un año que se suprimieron puestos de trabajo y se bajaron los sueldos. En el PP que regenta el Ayuntamiento, como la Comunidad autónoma o el gobierno, prima la rentabilidad económica (privada) de los proyectos que acomete. Ya hablamos del edificio “desaparecido” en Atocha/Retiro o de la Operación Canaletas, al lado de la Puerta del Sol. El bienestar de la gente no parece contar.

 Botella ha cambiado los parquímetros para hacerlos más complicados y… establecer tertulias en el largo proceso de sacar un ticket. Hablar de él, de sus múltiples averías, o de quién se habrá llevado comisiones, que es tema fijo, salvo en el Barrio de Salamanca y zonas «nobles». Nada sabemos de su costo y procedencia, pero aquí no se da una puntada sin hilo.

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También las marquesinas de las paradas de autobús que estaban nuevas. Las que ahora andan colocando tienen, eso sí, una particularidad: una barra en medio para que a nadie se le ocurre dormir allí… si no tiene casa. Barra antimendigos, como ya tienen valla y cuchillas anti-emigrantes o leyes anti-información.

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“Los planes presentados en la ciudad de Madrid (y en tantas otras) para los próximos años por parte del Partido Popular son una sucesión de Centros Comerciales y solares cuya financiación es tan dudosa como la de Eurovegas y cuyos beneficios, no ya sociales, económicos, son (de nuevo) tan dudosos como los del macrocasino”, escribe Guillermo Zapata en un magnífico artículo sobre el tema municipal, ante el #pucherazoPP que intenta Rajoy y del que también hemos hablado.

Una ya no sabe por dónde salir este verano en Madrid, parques y zonas verdes –tan abundantes y tan estupendas en tiempos- son un riesgo serio para la integridad física. Ahora también las calles en las que se caen trozos de balcón.

Los ascensores hay que evitarlos por si aparece en ellos un León de la Riva y Valladolid. El hombre al que acometían malos y apestosamente machistas pensamientos con los labios de Leyre Pajín, ahora tiene miedo de subir en ascensor con una mujer “por si le busca las vueltas”.

De todos modos, el simple hecho de salir siendo mujer es ya un problema, a menos que se envuelva una en una cortina, según las directrices del Ministerio del Interior.

Esta caspa revitalizada con brillantina nos viene de un gobierno que –además de su Caja B y sobresueldos- nos ha metido en una deuda pública de un billón de euros y se está puliendo la hucha de las pensiones como si fuera un helado.

Recapitulemos: si salgo sin un hombre al lado que me proteja, he de envolverme en una cortina y no caminar por lugares solitarios. Evitar los ascensores por si sale algún aborigen de Atapuerca. En Madrid resulta ya imprescindible, nivel supervivencia, no pasar por debajo de un árbol y huir de los balcones y quien sabe si tejados. En coche, hay que enfrentarse al parquímetro. En transporte público a las nuevas marquesinas. A la tardanza de hasta 25 minutos. Todos sus sindicatos están denunciando supresión de líneas y frecuencias por los recortes.

En definitiva el modelo de la España del PP. Y de esa desidia que se establece cuando la prioridad de los dirigentes no es la ciudadanía a la que representan y que termina por hundirlo todo. ¿Hay alguna duda?

Pues millones de personitas es lo que votan, de momento. Y no pretenden cambiar actitudes, sino cambiar la ley para seguir mandando de espaldas a la gente. Así que nada, sigamos viviendo peligrosamente…

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Rajoy, imagen y símbolo de España

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Mariano Rajoy dará la cara. A petición propia. Para aclarar dudas sobre lo que preocupa a los ciudadanos. La cadena de tópicos previsibles no oculta la verdad: Rajoy será Rajoy y volverá a esconderse. En los datos de una irreal recuperación económica. En que la corrupción es mal de muchos -de otros partidos, del rival elegido para fidelizar a su electorado-, pero la suya en concreto son insidias. Con agosticidad y alevosía –comparece el 1 de Agosto- volverá a mostrar su rostro tapado, invisible, vacío, el símbolo de la España de hoy. Porque Mariano Rajoy no es una casualidad, es la consecuencia de lo que entre todos hemos hecho de este país. Hoy y a través de mucho tiempo, siglos incluso.

Partamos de la base de que por lo general cada persona ama a su tierra de origen y considera que su país es el mejor del mundo por una exclusiva razón: porque él ha nacido allí. Egocentrismo en estado puro. Subjetividad de manual. Pero si uno sabe relacionar los datos llega un día en el que toma conciencia de la realidad y se hace una idea bastante aproximada de cómo es su país.

Pioneros desde los reinos medievales en buscar el control del poder considerado omnímodo, de una suerte de democracia, una y otra vez la caspa succionó la innovación y el progreso. Ese conservadurismo español, endogámico, ultra religioso, analfabeto de letra y ética, castrador, ladrón, tirano y manipulador. Pero siempre se le enfrentó el ansia de regeneración, aunque chocara contra el pétreo muro.

Una crisis financiera mundial, los errores locales sólidamente labrados, nos traen a hoy, cuando parece que la cloaca de nuestros cimientos haya explotado expandiendo toda su porquería. No es normal lo que nos pasa.

El partido en el poder de casi todo con sombras de corrupción -sustentadas en papeles y datos- durante más de dos décadas al menos. De “donaciones” que actúan de sobornos para conseguir contratos. De sobresueldos bajo mano y… a las claras –según su contabilidad oficial-. Un triunfo electoral basado en la mentira de un programa que se incumple casi en su totalidad, salvo en cuanto representa involución ideológica. Una manipulación sistemática. Uso desmedido de la demagogia. Presiones turbias. Una mente racional deduciría que nos encontramos ante una organización creada para lucrarse por cualquier método.

No es lógico que plantee duda alguna el que un presidente de Tribunal Constitucional no puede militar, ni haber militado, en un partido cuyos recursos y acciones de gobierno ha de juzgar. No lo es que otro del Supremo y el Poder Judicial usara dinero público para irse de vacaciones con su fornido guardaespaldas. No es en absoluto tragable que la Justicia dependa de los partidos, que no haya en la práctica separación de poderes. Hasta llegar a ver cómo el PP crea a su medida los principales órganos judiciales. Para asistir a una rebaja de condena tan sonrojante como la de Jaume Matas. A este paso, cabe pensar que el resto de los corruptos seguirán similar itinerario.

Debe inducir preguntas y responsabilidades que el Partido Popular atacara por tierra, mar y aire a todo cuánto investigaba la trama Gürtel -que tan de cerca le toca-. Destituyó la cúpula policial y la de la Agencia Tributaria en cuanto llegó al poder y, previamente, la judicial sufrió un “oportuno” descabezamiento con la inhabilitación del Juez Garzón.

Es vergonzante que el yerno del Rey de España usara su condición para una trama corrupta de altos vuelos, presunta hasta que se juzgue. Si se juzga. Y que haya quedado fuera de imputación su mujer y socia, la infanta Cristina. Y que el propio monarca nos pasee a su amiga especial mediadora en finanzas. Y que en el siglo XXI sea inviolable.

Estamos hablando de las más altas instituciones del Estado. De una corrupción endémica que ya arroja su maldad visible sobre el tejido social. Aunque no de forma troncal como en el caso del PP a juzgar por los indicios, afecta a otros partidos. A comunidades autónomas y ayuntamientos. Fosas sépticas que se extienden por prácticamente la totalidad del territorio patrio. Y al sistema financiero, y al empresariado, y a casi todo cuanto ostenta poder. Si “todos lo hacen” como dicen los adoctrinados, “todos a juicio” y “todos los culpables a la cárcel”. Implacablemente.

No es digerible que una trama mediática actúe de soporte de tanta desvergüenza. Desviando la atención de lo esencial a través de sus múltiples tentáculos para desactivar la reacción. Que engañe hablando de una inminente reactivación económica que –al parecer y es bien denigrante- lo justificaría todo. Hasta la corrupción.

Porque entretanto nuestra economía sigue cayendo –“menos”, qué bien-. Y la deuda pública crece a niveles nunca vistos. Y los ciudadanos nos hemos empobrecido hasta cambiar nuestro modo de vida. Los recortes y repagos pasan factura. Y aún así no les llega. Y saquean la hucha de las pensiones, además de especular con ella. Nada les detiene. No es lícito basar la economía de un país en la degradación de la sociedad y del mercado laboral. Y ofrecer como un éxito una cifra de creación de empleos de camarero en el mejor año del turismo debido a las crisis de Turquía y Egipto que no serán eternas. Y a que los extranjeros están huyendo del naufragio. Y anular, mientras, el progreso destruyendo la ciencia y la investigación. Es obsceno vivir como Reyes a cargo del erario público mientras se masacra a la población.

Denuncian los medios internacionales la insostenible situación de España. Hasta con mofa en el caso de The Guardian que carga contra la sociedad española no sin suma razón. Para el diario británico ni siquiera existe, en su opinión, como elemento sólido: “Nadie espera que él [Rajoy] renuncie a su trabajo en un país en el que las renuncias por cuestiones éticas son casi inexistentes”.

Mariano Rajoy es el mejor símbolo de esa España que agoniza. Un ser tan patético como él jamás hubiera llegado, ni menos aún se mantendría con todo lo que está ocurriendo, si este país tuviera un mínimo de cordura, dignidad y decencia. Ni él, ni el corifeo que le secunda. Del primero al último.

Se revuelven en sus tumbas desde Padilla, Bravo y Maldonado o Mariana Pineda, a las cenizas sin lápida de las cunetas. Joaquín Costa u Ortega y Gasset se siguen doliendo de la España nunca regenerada. Antonio Machado desde su exilio mortuorio francés continúa harto de la “España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía”, pero aún verá -en optimismo desesperado- nacer la otra: la “del cincel y de la maza”, la “España de la rabia y de la idea”. Nosotros estamos vivos. Quienes en 2011 -y fuera de siglas- alentaron el grito de un cambio, los que aún luchan por él, merecen otra cosa. Hasta la losa borreguil con la que cargamos lo necesita porque casi nadie es digno de semejante desastre. Intolerable significa que no puede admitirse más. Que se acabó, que no seguimos así. Es empezar a trabajar en serio, cueste lo que cueste. Limpiar a fondo hasta que no quede ni la sombra de una mota de inmundicia… O aceptar el vacío tiznado, sin futuro, de ese rostro que hoy simboliza la degradación absoluta de España.

*Publicado en eldiario.es

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