Genuflexión

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La escena resultaría, resultaba, igual de chirriante aunque los intervinientes tuvieran similar estatura. Así se ve en todo su esplendor. El 19J se produjeron varios miles de reverencias a los nuevos reyes. Ya vimos que ellos también se inclinaban: ante la iglesia, ante Rouco Varela, más bien, que ya ni es el presidente de la Conferencia episcopal.

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Tal suerte y abundancia de torsiones lumbares se producían, al parecer, para abrir la Corona a muchos colectivos. Se supone que lo hacen por respeto, admiración, cortesía, pero este gesto también se interpreta como sumisión y acatamiento. En todo caso, la imagen en sí es una imagen que duele. Los aficionados a Juego de Tronos ya conoceréis que el jefe de El Pueblo libre dice -en circunstancias bien precarias-: «yo no me arrodillo».  Y no se arrodilla.  Ese pundonor es algo con lo que se nace.  Ángels Martínez Castells comentó el 19J en un twit: «Una monarquía «renovada» no debería tolerar reverencias, ni que nadie doble su rodilla. Si el Papa no lo acepta ¿Por qué Felipe y Letizia?».

Ay, el problema es que en este país son muchos los que doblan el espinazo. Hay poderes intocables según se puede apreciar por experiencia empírica.  Ahí tenemos al presidente del gobierno y al Fiscal General del Estado aplaudiendo la impugnación del fiscal Horrachs, es decir, la inocencia de la Infanta Cristina -sin juicio- basándose en argumentos tan sólidos legalmente como que no se enteraba de nada. Aunque… también tenemos al Juez Castro que no se ha dejado intimidar y a Jueces para la Democracia que pide amparo para él y le apoya.

Los gobiernos actuales se inclinan ante el dinero -sin mucho más que añadir. A ver si hacen efecto escoba y pillan algo. Y se agachan también ante otros a los que consideran más poderosos. Merkel en la UE. Para los «inferiores» reservan recortes y palos si protestan.

Ante los bancos, la torsión es tan intensa -precisa mucho entrenamiento- que se llega a besar los pies. Ahí tenemos el desalojo, este viernes, de una familia que había ocupado un piso vacío de Kutxabank. Pidieron les arbitraran un alquiler social pero la entidad fue inflexible. No tenían relación comercial con ellos adujeron. Nosotros tampoco tenemos relación comercial con el sector financiero español al que hemos pagado un inmenso rescate, y nos lo hemos tenido que comer. Así son las cosas de los geruflexos.

Algo se mueve en alguna parte. Izquierda Unida ha decidido encargar al joven economista Alberto Garzón la renovación de la coalición y la búsqueda de un bloque político y social . Es una buena idea en mi opinión. Se suma a Podemos. A la plataforma Guanyem que, con Ada Colau, busca otra forma de gobernar, en este caso Barcelona. Como punto de partida.

Incluso que Rubalcaba se vaya del PSOE es positivo, veremos si entre los tres candidatos no apuestan por la continuidad repeinada.  Si tenéis alguna duda sobre a quién me refiero, ved de quién es la foto que ilustra el artículo de El País.  El Mundo hace unos días también parecía tenerlo claro.

Esa familia que en la noche de este viernes no tendrá techo -bueno, provisionalmente alguien los acogerá pero seguirán sin casa- esta compuesta por la pareja y tres hijos. El más pequeño de 20 días.  Ni tres semanas lleva en el mundo este crío y ya le ofertan el sol y las estrellas como hogar.  Por él, volved arriba y echar un vistazo a las fotos.  Qué forma de organizarnos queremos para brindar un presente y un futuro a ese niño desahuciado y a todos los demás.  Los que se inclinan entre sí o el Pueblo libre. De hecho es donde reside la soberanía nacional aunque no lo parezca.

 

Ada Colau y los «debates» para afianzar el sistema

colau-rojo Me cuentan y leo con detalle el episodio bochornoso que vivió este sábado el programa La sexta noche. Nada no habitual solo que esta vez se pasó de rosca. Tres infectos tertulianos utilizaron de muñeco de feria para el ping, pang, pung a Ada Colau, representante de la Plataforma de Afectados por la hipoteca. Exactamente como sucede en las cadenas de ultraderecha de la TDT Party que llevan a alguien de izquierda para freírlo.

Pero es más grave todavía lo que sucede con estos falsos debates que pasan por serios y conviene insistir hasta la saciedad como hago de vez en cuando porque gentes con poco criterio -o con afán de morbo- los confunden con programas realmente informativos, avalados por algunas figuras que (en el caso concreto de la Sexta) tiene en otros programas. La intención de estos debates -de éste y de la mayor parte de los demás- no es clarificar nada. Es ofrecer un espectáculo para ganar audiencia y vender. Cuanto más «bronco» sea el diálogo más venden, y… más afianzan el  sistema. El mismo que consigue tantas víctimas traguen la estafa que los poderes del neoliberalismo nos están perpetrando.

Alfonso Rojo es el individuo que dirige una cosa llamada Periodista Digital. Hace bien pocos días os mostré la creativa versión que hicieron de un artículo que publiqué en eldiario.es. Por supuesto sin pedir permiso y sin pagar nada por incluirlo en su medio. Precisamente me refería en algunos párrafos al peligro de los falsos debates. Este sábado le dijo a Ada Colau:  «Está usted muy gordita para el hambre que se pasa». Además del insulto, la ignorancia de las lenguas viperinas tiende a obviar que hay muchos gordos entre los pobres porque la comida barata -cerdo, tocino, pasta, etc..- tiene más grasa  e hidratos que el jamón de jabugo y las angulas.

El presentador le echó. Un ratito. Como leo pasa en el rugby. Luego regresó al plató para seguir cumpliendo su función. Eduardo Inda, de El Mundo, se animó entonces a pedir a Ada Colau que condenara a ETA. Parece una broma macabra ¿verdad? pues lo hizo.  Y nadie le echó. Y ya, en barra libre de acoso, llegó Francisco Marhuenda, director de La Razón y tertuliano permanente, y le dijo: «España ha progresado gracias a Amancio Ortega, no a gente como usted». Más detalles del espectáculo que acaparó audiencia y morbo, aquí. 

Veamos, estos peligrosos programas han convertido en objeto de «debate» (sucio) y de duda… todo. Un día  muchos de los canelos que lo ven verán morir de hambre o de  hipercolesterelomia (por comida insana) a sus hijos, y acudirá un Marhuenda, un Rojo, un Inda, a decirles que no es cierto lo que están viendo. Acudirá sobre todo un presentador a echarles un ratito, si canta mucho. Para nadie puede representar una sorpresa que estos tertulianos se comporten como lo hacen, para eso les llaman día tras día.

Porque, aclaramos por si acaso la cabeza es perezosa, este sistema permite que miles de personas pierdan sus casas , muchas veces a manos de bancos a los que se ha apoyado con dinero público. Eso es lo que defiende Ada Colau y la PAH. Es lógico que quienes se lucran con este estado de cosas  -con las bajadas de sueldos, los repagos en sanidad, el recorte del Estado del Bienestar en definitiva- defiendan como sea -incluso con bajeza infinita- lo que permite su beneficio. Existe gente de esa calaña. Por lo menos los afectados -la mayoría de la población- deberían ser conscientes de qué están apoyando.

Si La Sexta no expulsa de su nómina fija a estos desaprensivos y no vuelve a llamarlos jamás, estará evidenciando que solo busca distraer de la verdad, buscar bronca para vender y afianzar el sistema de la estafa a la sociedad. En sus manos está. Y en las de su audiencia.

Semana, año, futuro, de pasión y de dolor

El peor día era el viernes. Se diría que siempre llovía. Como hoy. Tras varios días de música sacra por banda sonora -rompiendo el habitual vocinglero clamor de los cantos de la España cañí-, el viernes al que llamaban Santo, se apretaba la cuerda para provocar el nudo en la garganta. Iba en crescendo hasta las 3 de la tarde –creo recordar- cuando se abrían los cielos según contaba algún cura o asimilado por la radio y Jesús de Nazaret en la cruz expiraba. Luto inmenso e impuesto en los corazones. Hasta que día y medio después –en rebajas de “y al tercer día despertó”- se desataba el “sábado de gloria” y acababa la angustia. Fin de los rezos, las procesiones, el llanto, las películas… sagradas.

Así se han incrustado en mi memoria las Semanas Santas de mi niñez en el franquismo. Luego llegaron las vacaciones para esos días arrinconando misas, procesiones, sacristías e inciensos, las múltiples cadenas de televisión ávidas de vender,  y la Transición aflojó la soga. Hasta hoy. El PP en el poder nos devuelve a los días más amargos de un tiempo que creímos no volver a vivir. Que los jóvenes desconocen y no imaginan hasta dónde pueden llegar.

Llueve y llueve sin cesar en esta semana de pascua –como la llaman fuera-. La crisis ha reservado las vacaciones para quienes viven de ella y el turismo se resiente de los duros palos a nuestros bolsillos. La ocupación hotelera va a batir récords a la baja. Como lo hace el comercio, por ejemplo, que ha disminuido las ventas más de un 10%, y a costa de las tiendas más pequeñas que lo han hecho en un 13%. 100 autónomos diarios se llevó febrero.

Ya no hay música sacra a todas horas. Las televisiones alternan con garbo cochambrosos espectáculos de distracción y consumo con películas de pasión católica y romanos. Con procesiones hasta la extenuación. Con oficios religiosos. Las públicas, en manos del PP, les reservan prácticamente todo su tiempo. Un gran festín de beatería. Además tenemos nuevo Papa –en vida del anterior-, muy sencillo y campechano.

Semana, año, futuro, de pasión, de dolor. La UE nos ha crucificado. A los ciudadanos. Los clavos en las manos y pies –pies sobre todo- a Chipre aceleran su producción para los países malos. Los dejados de la guía del dios de la especulación atada y bien atada. Y en España la situación económica se despeña en paro, más recesión, déficits maquillados, deuda que sube por la confianza a la baja. Campa el reino de la impunidad, con las alturas presionando –o preguntando– para tener jueces ad hoc que la consagren en al altar de esa corrupción intocada que es tradición en nuestro país. Y, mientras la gestión de la crisis -de una política económica coherente sin más- es nefasta, el talibanismo ideológico se muestra altamente eficaz.

Los desahuciados claman hartos de verse despojados. Ni una sentencia europea cambia la protección a los bancos que en sagrada escritura han de ganar piso y deudas. Nos sumamos a la indignación los desahuciados de la democracia tal como se entiende en todas partes, menos –parece- en España y en algunos otros lugares. ¿Escrache? ¿Qué me dices? ¿Molestar a los servidores públicos que nos perjudican con sus medidas? A todos. Eso es “fascistoide”, es ETA. Ada Colau, solo por dar la cara, se ha convertido –para la derecha política y mediática- en una peligrosa terrorista con un historial “delictivo” que ni Ben Laden. Gustaba a la gente su integridad, su arrojo, hay que sepultarla en la mierda. ¡A la cruz también!

Y que nadie se mueva. El ministro del Interior saca tiempo entre misas, procesiones y rezos para lanzar la orden de identificación y detención a quienes participen en escarches. Quizás porque a la sombra de la sopa boba social, otro santo ministro con él, ha venido apañando leyes que den tizno legal a lo que no parece legítimo. ¿Habrá de intervenir de nuevo Europa? ¿Cuál? ¿La de los clavos a Chipre y el que venga?

No paramos ahí. El gobierno prepara “una estrategia de apoyo a la familia tradicional”. A lo que ellos entienden por “familia tradicional” y que vieron en sueños. Han elegido como asesores a lo más granado del involucionismo. Y ya puestos vamos a ver si sacamos –piensan, deciden- «un cambio en las leyes vigentes en materia de disolución del matrimonio y divorcio» para que el ordenamiento jurídico ampare con una ley a los matrimonios que deseen que su unión «no sea disoluble a petición», es decir, un compromiso matrimonial para toda la vida”. O una Iniciativa Legislativa Popular en el Parlamento para «provocar el cambio legislativo correspondiente» con la que proteger el matrimonio de quienes así lo deseen «frente a las tentaciones divorcistas». ¿Se puede llegar a más en la regresión? Esto ya solo queda prácticamente en Arabia Saudí y colegas.

También acelera el gobierno un examen de españolidad para inmigrantes. Lo que ellos entienden por “españolidad”. Todo esto que hablamos quizás: las “tradiciones” que han abortado nuestro progreso como país y como sociedad. Lo llevarán los notarios. El cuerpo más beneficiado por las leyes del gobierno, junto a los Registradores de la Propiedad a quienes se va entregar el Registro Civil para que sea de pago y lucro privado. Éste es el cuerpo de Rajoy sin ir más lejos. Y el de uno de sus hermanos al menos.  Sin asomo de sonrojo.

Sigue lloviendo. Agua y dolor. Y vuelven a abrirse los cielos ahítos de angustia. De la sociedad del siglo XXI, de la que siente y piensa (la otra es cómplice del juego, muchas veces por estupidez). Intensos relámpagos de rabia.  Provocada. Como si se quisiera desatar la gran tormenta. Rayos devastadores. Más devastadores aún. Pasión humana. De padecimiento y de fuerza también. Real. Tan lejos de estampas milenarias. Una inmensa tempestad se está gestando. Con miles y miles de meteoros fulminantes que,  si en la presión descargan,  la barbarie que se nos impone no podría detener.  No habría así fuerzas represoras para tantos Ada Colau.  Semana, año, futuro, de júbilo.

 

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