Estas son las palabras que sobresalen en la declaración de la infanta Cristina de Borbón en su declaración ante el Juez Castro. Señoría y No lo sé en cabeza. Marido. Lo desconozco. No lo recuerdo. 579 veces dijo «no lo sé» o «no lo recuerdo». Se ha hecho pública la declaración completa y se ratifica va en línea de lo ya avanzado.
La nube de Internet destaca lo más repetido. En el margen derecho de este blog vemos Actualidad, Sociedad, Política, Economía, Periodismo. El imaginario de la séptima persona en la línea de sucesión al trono, en cambio, es así de escueto y de mujer que deja todo en manos del marido. O ésa la difícil línea de defensa cuando no hay mucho que explicar a la vista de las evidencias. O ambas cosas.
Curiosidades para un nuevo día dramático. En el que cruje Ucrania, diseminando cadáveres por el suelo y las habituales hondas preocupaciones de la UE y de la llamada «esfera internacional», sin mover efectivamente un dedo. Se suceden los agravios a la sociedad española, como si estuvieran haciendo una competición a ver quién lo hace más grave y cuánto aguantan las víctimas. Nadie ha sido apartado de su cargo por la tragedia de Ceuta, y ya el paso de página de la actualidad es vertiginoso.
Ay, quién pudiera vivir en la nube del «no lo sé». Es difícil, la vida se desangra abajo y cuesta mirar para otro lado. Vivir en cualquier nube o atrapar el instante en el que se fijó en radiantes colores como muleta de la realidad.
En España ganar unas elecciones equivale a haber sido agraciado con el premio Gordo de la lotería. Y de tal cuantía que se benefician familiares, amigos e incluso alguno que pasaba por allí poniendo buena cara al líder. Nada que ver con el servicio público que se presuponía a la profesión de político. El voto mayoritario implica contar a plena disposición con el cuerno de la abundancia. En dinero y en especie.
La práctica se da en diferentes grados y no es exclusiva de España. El peligro reside cuando se hace con el mando un mediocre, con vocación de Tiranorzuelo Rex que no ha querido evolucionar desde las aprendidas viejas costumbres de casta en las que se crió. En ese caso, su gestión puede ser letal para la sociedad.
En España, según parece, es suficiente para acceder a un cargo de notable responsabilidad y remuneración, haberse mantenido al lado del politico, ahora ganador, en sus días bajos. Haberle sustentado cuando los contrincantes querían abatirle. Lo hemos visto con Arsenio Fernández de Mesa, cuya fidelidad a Mariano Rajoy le depara pasar de un puesto a otro haga lo que haga. Vio adoquines de fuel en el Prestige que se hundirían mansamente en el agua, desde su cargo de delegado del gobierno en Galicia. Director de la Guardia Civil, en la actualidad, se quita de encima con soltura los cadáveres de 15 emigrantes fallecidos mientras eran acorralados en el agua por efectivos bajo su mando. Todo el gobierno en realidad exhibe la misma actitud, la de siempre: no va con ellos. Les ha tocado la lotería. La que distribuye el poseedor del boleto. Y cuela.
Desde el poder uno puede, en España, repartir prebendas en ausencia hasta de un sentimiento tan primario como es el pudor. Véase el caso de regalar a los Registradores de la Propiedad el Registro Civil. Se trata de la profesión de Mariano Rajoy y varios de sus familiares. De parientes del ministro de Justicia, autor directo de la norma. Pero además ese cuerpo es una anomalía en Europa donde su trabajo lo realizan funcionarios, sin costo para el usuario. Es decir, en lugar de ser europeos y registrar propiedades gratis, el gobierno ordena –aumentando sus privilegios- que acudamos también a ellos para gestiones como anotar nacimientos, bodas o defunciones.
Aquí cuela todo. Y eso es lo más preocupante. En un país con casi 6 millones de parados, vemos la facilidad con la que encuentran trabajo –y excelentemente remunerado-, hijos, maridos, mujeres, amantes, hermanos, amigos fieles, el tipo que te hace la declaración de la Renta y que puede acabar presidiendo una Caja de Ahorros, chóferes, entrenadores personales. De ahí a nombrar alto cargo al caballo –emulando a Calígula- hay solo un paso.
No puede aducirse que sean gentes en general de especial preparación o aguda inteligencia. El mediocre no quiere al lado nadie que le supere. Personas como Fátima Báñez, Ana Mato, José Ignacio Wert, Cristóbal Montoro, José Manuel Soria y prácticamente todo el resto – pasen y vean– , forman parte de el gobierno de los mejores que se prometió –y también se incumplió-. Hablan con Dios y se encomiendan a Santa Teresa, mientras, insensibles, siguen sin dimitir ante la tragedia –absolutamente evitable- de Ceuta. Lo que está pasando en España es un auténtico delirio.
Lo peor es cómo infiltran sus piezas en todos los órganos de decisión e influencia. Ganar las elecciones en España es inocular en el Estado la ideología y las formas del triunfador. Están en todas partes. Hasta con tibios disfraces.
Asemejados a espectadores de una película –de terror- advertimos subir y bajar en el escalafón a los validos y validas, como en las cortes medievales. Ya ni estar al quite siempre, mentir más allá del ridículo y adular al infinito es garantía de permanencia.
Y tiene consecuencias. Graves. Un país basado en el nepotismo en lugar de en el mérito, en caciques y círculos de amiguismo, es caldo de cultivo para todo tipo de corrupciones e ineficacia. Es el sumidero por donde se van nuestro nivel de vida y nuestros derechos. Cuando se llega a tal degradación, la respuesta desde el poder es el palo y la multa, la violencia para reprimir la protesta, y las reformas de leyes y órganos judiciales que den contexto legal a actuaciones injustas. Aguardando, quizás, que un estallido social ampare mayores desafueros… y mayor impunidad.
Esta sociedad desconcertada y desesperada anda pidiendo ante este panorama algo o alguien que ponga freno a esta locura. Y es cosa de cada uno.
No es imposible erradicar el nepotismo. Se trata de que un cambio de partido en el gobierno no conlleve, por ley, un cambio de arriba abajo en la Administración. Prohibir el reparto del botín de los cargos y empleos. El sustrato fundamental ha de estar formado por profesionales cualificados.
La mayoría absoluta no puede amparar un cambio de régimen. No es un cheque en blanco. Y engañar para llegar al poder e incumplir el 90% del programa electoral ha de implicar necesariamente la destitución y convocatoria de nuevas elecciones.
Todo ello sería factible con una separación real de poderes y con una Justicia regenerada. Los órganos judiciales y, en particular, el Fiscal General del Estado, no pueden seguir siendo elegidos por los partidos.
Lo imposible es seguir manteniendo esta continua degeneración. Claro que los cambios no los traen hechos a casa. La tarea es de los afectados, los beneficiarios de las prebendas jamás harán nada por perderlas. La gente ha de convencerse de que, unida y con presión constante, tiene poder para enderezar los cimientos. Y ponerse a ello, también ha de actuar. Frenar el inaudito ritmo de destrucción que estamos sufriendo, a un paso de lo irremediable.
Elaborado para twitter por @arma_pollo y publicado tras verificar todos los datos
Nadie ha sido destituido por esto y el gobierno descarta dimisiones. Apoyan de forma explícita la actuación y la gestión del hecho, por tanto, desde la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al propio encargado de la Guardia Civil. Naturalmente el presidente Mariano Rajoy que tampoco ha hecho gesto alguno. Y parece que también secundan la secuencia de principio a fin los votantes que aún sostienen al PP, dado que no sabemos que hayan pedido responsabilidades.
Con dos cadáveres más aparecidos este sábado en playas españolas, ya son 15 los muertos.
La escena es la siguiente: estás en el agua, nadando hacia la costa española en el embravecido océano atlántico. Vas en grupo, apoyándoos unos con otros. Tienes miedo que supera el mucho valor que le echas a buscarte tu futuro. Te han colocado cuchillas cortantes por tierra. Lo intentas por mar. Alguno lleva un precario flotador. Entonces, fuerzas de la autoridad española, dependientes por supuesto del gobierno español, te disparan pelotas de goma y balas. “De fogueo” han contado después, es algo que tú no sabes, ni vas a llegar a saber.
Nadas. En la profundidad del agua no haces pie. Y te cortan el camino lanzándote proyectiles. ¿Qué sientes? ¿Qué haces?
¿Qué esperaban los miembros de la Guardia Civil que disparaban a los inmigrantes del Tarajal en Ceuta que hicieran aquellos jóvenes? ¿Qué esperaba el director del cuerpo? ¿Y el delegado del gobierno en la comunidad? ¿Y el ministro del interior que se ha atrevido a decir que no hay relación entre la “disuasión” a balazos y la muerte por ahogamiento de los inmigrantes? ¿Y el presidente del gobierno español que mantiene en su cargo a todos esos hombres y a él mismo? ¿Y todo su ejecutivo y su partido? ¿Qué esperaban que pasara al cortar el camino con balas y pelotas a unos jóvenes que nadaban en el agua?
Ponte en su lugar. Pronto puedes estar en las mismas circunstancias de pobreza, debido a las políticas que sigue también este gobierno, como todos los de su cuerda. Pero hay más. Las agresiones diarias que sufrimos a manos de ese partido que ostenta prácticamente todo el poder en España, de calibre inaudito cada una de ellas, no pueden ahogar también la verdad del caso de los inmigrantes de Ceuta. 12 muertos y 2 desaparecidos, son el resultado.
La prensa del régimen sigue con sus batallas partidistas y ni siquiera contaron cómo buena parte de la oposición criticó duramente al –aún- Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Escuché en alguna parte al representante del PNV decirle que lo sucedido en España contravenía tratados internacionales y hasta la Convención de Derechos Humanos, pero la prensa del régimen no lo ha destacado. Gónzalez Pons a micrófono abierto –cuando creían cerrado- alabó lo bien que había salido el Ministro de un “asunto complicado”, según vi en el Intermedio, un programa presuntamente de humor que informa mejor que los telediarios. Cortaba la respiración escuchar a ese par de desalmados.
¿Qué hace la sociedad? ¿Cómo puede seguir soportando a un gobierno como éste? ¿Con qué excusa? ¿Con qué dignidad?
Yo estoy, sigo, sobrecogida. Por la tragedia y por cómo la han afrontado los responsables.
Llega un momento en el que se traspasan todas las barreras de lo tolerable. Eso pasó en Ceuta. Que no nos vengan con milongas. No tratemos de buscar explicación alguna. Los cercaron, les acribillaron el futuro, les dispararon como si no fueran personas. Cuando uno solo de ellos, por su valentía, vale más que todo el gobierno en pleno. ¿Quieres saber de ellos? Tenían nombre y una vida. Coraje del que carece una sociedad que, con excepciones pero no suficientes, mira para otro lado ante esta enormísima bestialidad que se ha cometido en España.
…. «Basta ya de criminalizar a los inmigrantes.Basta ya de cuchillas en las vallas, de ataques intimidatorios, de pelotas de goma… Basta ya de tragedias. Basta ya de referirse a este problema como “avalancha”, “invasión” o asalto”
Búsquense soluciones, por favor, pero sin una muerte más y sin criminalizarlos,además, con un perverso uso del lenguaje. Cuando un africano muere intentando cruzar la frontera “europea”, algo nuestro muere también. Muere nuestra dignidad, nuestra capacidad de mirar de frente, limpiamente a los ojos a quienes, solo por razones geográficas, porque no tuvieron la “fortuna” de nacer donde nosotros, la vida les trata mucho peor todavía.
La muerte de las catorce personas que soñaban con vivir mejor a este lado de la frontera ceutí de El Tarajal es un crimen de lesa humanidad que contraviene todos los códigos éticos, civiles y yo diría que hasta penales y militares. Porque si no los contravienen, hay que cambiarlos porque esto no puede continuar así. No podemos construir nuestro porvenir sobre los esqueletos de tanto desesperado a los que no solo les negamos una oportunidad sino que, en casos como el de El Tarajal, contemplamos impasibles cómo pierden trágicamente la vida.
Esto no puede ser. No sé qué hacer con mi vergüenza, no sé cómo gestionar esta indignación. De momento aquí quedan estas líneas, con la esperanza de que mis compañeros presuntamente progresistas, al menos ellos, dejen de denominar“avalancha” o “invasión” la lucha de muchos seres humanos por conseguir, a costa incluso de la vida, un futuro mejor».
….»Y por eso mismo, estoy convencido de que al trascender la muerte de trece inmigrantes ahogados cuando intentaban entrar en Ceuta, el presidente autonómico de esta ciudad africana, Juan Vivas, meditó profundamente sus palabras antes de asegurar en una entrevista radiofónica que la guardia civil que recibió con material antidisturbios a los potenciales cadáveres “en ningún caso (lo hizo) con intención de hacer daño, ni a los inmigrantes”.
Quiero pensar que Vivas tiene razón. Que los guardias que competían con las fuerzas marroquíes en controlar la situación, en ningún momento pretendían herir a los jóvenes africanos. Al contrario, ellos y sus colegas de la respetable monarquía alauí solo buscaban protegerlos de los elementos disparando para alejar las olas que agotaban sus pocas fuerzas, arremetiendo contra los peñascos que magullaban sus miembros, dispersando las algas que buscaban ahogar su aliento, embistiendo con sus escudos contra los peces y cangrejos que pretendían morder sus delicadas carnes. E imagino la frustración de los miembros de la benemérita al comprobar que sus esfuerzos fueron en vano y no pudieron impedir la muerte de estos trece infelices, o los que aún puedan llegar a la costa acunados por el tétrico ir y venir de las mareas».
«Vi en la tele a varios tíos de espaldas, con casco y con las patas abiertas, al borde del mar. Miraban, impávidos, cómo braceaban en el agua, casi en la misma orilla, unas personas exhaustas, moribundas. Que los del casco son asesinos lo tendrá que decidir un juez. Como tantas tragedias evidentes. Porque hay que conseguir llevaros ante un juez.
Un juez más, en esta vida nuestra convertida en querella, en este Estado nuestro convertido en un permanente tribunal. Lo que ya sabemos es que no sois buenas personas. Que sois malos. Eso no nos lo tiene que decir ningún juez. Lo vi yo misma. Por la tele, sí. Como tantas otras cosas. Tantas cosas que parece que no son, solo porque a través de una pantalla aparentan irrealidad.
Esa imagen, un mar gris de fondo donde se movían apenas unas manchas negras, un mar gris recortado por las siluetas de esos hombres de espaldas. Me recordó la carpeta de un disco. Alguna de esas fotos inquietantes de las carátulas. Imágenes ficticias. Me puse a llorar viendo las de la tele. Buenista. Decidlo como un insulto. Malistas.
Tíos con casco y las patas abiertas que no mojan sus malvadas botas para socorrer a alguien que boquea desesperado. ¿Qué veíais ante vosotros, guardianes del mal? En aquellas imágenes de la tele no se apreciaban los ojos suplicantes, los hombros desencajados, la crispación de los dedos. Pero a un metro de vuestra maldita mirada, sí: estaban esos ojos, esas lenguas, los lamentos de su desagracia, los sonidos del ahogamiento.
No hay asco suficiente para el que provocáis. Digan lo que digan todas las leyes del mundo, la maldita de Extranjería es misericordiosa en comparación con la de vuestra mano. Diga lo que diga vuestro maldito jefe, Arsenio Fernández de Mesa, director de la Guardia Civil. Con su pelo tan repeinado. Su pelo tan distinto a la maraña de horror de los cadáveres que hay sobre su mesa. Arsenio el mentiroso. El que aseguró que no había habido disparos. El que llama disuasoria a la violencia. El que llama agresivo al que agoniza. Maldito repeinado.
No hay asco suficiente. Diga lo que diga el maldito ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, responsable último de esta desdicha. El ministro meapilas, el ultracatólico que no conoce la compasión. Ojalá, como crees, te vea Dios. Ojalá te castigue, como debieras temer. Así se salve tu alma: como lo que los tuyos llaman salvamento. Tu alma en un mar de oscuridad interior. Vendrás el jueves, maldito ministro, a decir más mentiras que laven tu culpa.
Quiero saber qué dice tu corazón cristiano sobre esos tíos con las patas abiertas en la playa, condenando a la muerte a sus hermanos. ¿O los negros, los pobres, no lo son? ¿Son o no son los miserables hermanos vuestros, guardias de la vileza?
Quiero que respondáis. Quiero saber qué dirían vuestras madres si hubierais sido vosotros los que lloraban en el agua. Quisiera más: saber qué han sentido vuestras madres al ver esa postura, esa inmovilidad, el ángulo abierto de vuestras patas.
Acaso os defiendan, como madres, pero, en lo más profundo de su ser (quizás una profundidad más honda que la orilla del mar de vuestro crimen), se sentirán avergonzadas. Qué tristeza sentimos. Qué rabia. Podéis reíros de nuestra impotencia, malvados. Sonreíd como una infanta en Palma. Soltad a vuestros sicarios en Madrid. Abridle la cabeza a un jubilado en Valladolid. Decid España, España. Decid que amáis España, como esa ridícula Cospedal. Llamadnos demagogos. Detenednos. Obligadnos a arrodillarnos en la acera.
Ponednos contra la pared en Malasaña. Soltad a vuestros esbirros. Sicarios. Fascistas. Asesinos. Si lo concluye un juez, claro, claro. Un juez más. Un juez contra la banda del nasciturus.
Hipócritas lamesotanas, que condenáis a las mujeres por interrumpir su embarazo mientras observáis impávidos cómo alguien se ahoga a vuestro lado. Un negro. Un desheredado. Uno al que Javier Hurtado, el de Nuevas Generaciones, mandaría a la ducha, si no hubiera muerto ahogado. A saber qué ducha. Qué asco. Qué nauseabunda realidad, a este y al otro lado de la pantalla. Sois violentos. Sembráis el terror, banda del nasciturus. Y sonreís como una infanta falsaria».
Incluso invadieron sus ejércitos las playas, incluso volaron las balas, incluso tiñeron el agua de muerte…