Traduciendo la cumbre del G20

Los países del G20 se han reunido por tercera vez desde que se desencadenó la crisis financiera en 2008 que terminaría siendo completa y global. Dado que hasta ahora no han cumplido ninguno de los acuerdos de las cumbres anteriores, esta vez han dicho que van a hacer algo para que parezca que en realidad lo hacen -además de gastarse un dineral en alojamientos, manutenciones y viajes-.

Lo que han decidido ha sido perseverar en la política neoliberal. Prepararán –dicen- una lista negra de países que pueden desencadenar una nueva crisis. Para ello vigilarán los datos fiscales, de ahorro y deuda privada, y de intercambios comerciales. No para solucionar de una vez desequilibrios en estos puntos, sino para que se ahorre y se restrinja, a costa de los asalariados y pensionistas naturalmente. Vamos a ver, no es que en realidad vayan a controlar nada, los G, sean 7,8, ó 20, no hacen otra cosa que acordar «pautas indicativas”. Y todo sin prisas, cada vez con menos prisas, ya se reunirán otra vez en Septiembre and so on.

Ahora bien, en una deliciosa carambola, etiquetan a 7 países de “sistémicos” «los que por su tamaño podrían provocar desórdenes en la economía global». Una calificación estupenda porque se considera que son “demasiado grandes para caer”, e igual que a los mercados “sistémicos” se les da lo que pidan, sin controles, ni presiones. Para disimular afirman que a estos 7 países privilegiados, se les va a vigilar más que a los otros, pero que si no son ahorrativos y buenos (todos y a costa de la sociedad de a pie), caerán en una lista negra.

Y héteme aquí que a los tradicionales -Estados Unidos, Japón (a quien mantienen a pesar de que no anda para muchos trotes), Reino Unido, Alemania y Francia-, han añadido a China e India. Son poderosos y es saludable que se sumen a la causa.

La ministra española, perdón vicepresidenta económica, Elena Salgado, intervino para que la creación de empleo figurara en el comunicado, pero no sabemos si se le hizo mucho caso. Aparentemente ninguno porque nadie lo ha destacado como acuerdo, siquiera como «acuerdo de intenciones» o «pauta» que es lo que se hace en estas reuniones. El comunicado final es tan obtuso e irresoluto como siempre -según apunta los periodistas que lo han visto-, pero no podemos dar detalles porque aún no han tenido tiempo de colgarlo en su página, deben andar todos deshaciendo maletas.

Ahora, por favor, leed algunas informaciones acerca del encuentro, sin menoscabo alguno para los profesionales que las han elaborado: el problema no es la forma sino los contenidos de las cumbres G.

G20: «Compóntelas como puedas»

Fantástica foto de EFE portada de Público: Antidisturbios en Toronto.

El G20 primero, el G8 antes, reunidos en Toronto (Canadá), han acordado que las soluciones a la crisis que atravesamos sean «ajustadas a las circunstancias nacionales”. Es decir, que cada uno se las apañe como pueda. Y, al mismo tiempo, los países emergentes –que sí tienen dinero y ya sabemos a costa de qué la mayoría- logran que no salga adelante una regulación financiera. Pésimas noticias en su conjunto: la política ha abdicado. Las reuniones de Toronto así lo certifican. Estamos en el peor de los escenarios posibles entre los que podían darse.

Creado arbitrariamente en 1973, a petición de EEUU, el G8 consiste en la reunión de un grupo de países industrializados del mundo que poseen peso político, económico y militar. Pero no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni los que tienen un mayor Producto Interior Bruto. Nació como G7, con Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Un día llamaron a Rusia, tras caer el telón de acero. Durante unos años fueron G7 más, Rusia. Ahora ya son G8. Nadie los ha elegido más que en sus respectivos países, pero ellos deciden por todo el mundo de alguna manera.

¿Alguien podría citar qué ha conseguido el G8 en sus cumbres? Por ejemplo, reducir cada vez más la aportación a los países pobres para cumplir “los objetivos del milenio” que dictó la ONU en el año 2000. ¿Algo más? A mí me llamó poderosamente la atención cómo exoneraron de condena al dictador de Zimbabue, Robert Mugabe, en una histórica reunión, la de Hokkaido (Japón) en 2008. Histórica, porque fue la primera en la que, además de ver las grandes limusinas y paradisíacos hoteles, supimos que comían los líderes mundiales: un menú de hasta 19 platos, regados con sake y champán francés. Allí tenían que resolver qué hacían con la crisis alimentaria: dijeron que no sabían como ponerle coto. Y marcharon hacia sus casas tan tranquilos.

Se preguntan ahora cómo han podido gastar 800 millones de dólares en una reunión de fin de semana. Evidentemente no han cambiado su dieta, ni sus hábitos, y ahora ya son G20, muchos más. Añadamos el costo de la seguridad para un nutrido grupo de líderes y sus séquitos. El caso es que se han gastado 800 millones de dólares para no encontrar soluciones. Ese dinero es nuestro, nunca debemos olvidarlo. La grandilocuente declaración del año pasado ha quedado en nada. No se ha llevado a término apenas ninguna de las medidas acordadas para resolver la crisis. En lugar de «refundar» el capitalismo, el capitalismo se ha «enfundado» en su más cruda versión.  Por tanto, en esta ocasión ni se han molestado en hacer el paripé.

G20. Territorio Vergara. Público

 Obama es partidario de aumentar el gasto público (para estimular el consumo y el crecimiento) y quienes mandan en la UE de reducirlo, a costa de graves mermas en el estado del bienestar. El EEUU de Obama, y los gobiernos conservadores de Alemania, Francia y Reino Unido apuestan por regular por su cuenta el mercado financiero. Poco harán. No mandan. Quizás algo, ya veremos.

En España entretanto vemos a Zapatero entusiasmado con la nueva religión del “mercado”, no más incremento del gasto público, del gasto social. Y a Rajoy que, en lo poco que dice de su “programa” económico, se muestra no partidario de la tasa bancaria. ¿Un visionario? ¿Un rebelde emergente? No, el mayor y más desvariado colaborador del “sistema” neoliberal… más aún que el renovado Zapatero, que ya es decir. Al menos, al presidente le gustaría, dice, ir a un impuesto bancario.

Se nos están llevando el dinero a manos llenas. Sin controles, ni impuestos, con el llamado “secreto bancario”, atesoran en los paraísos fiscales una cantidad de dinero obscena e impronunciable. Pero que en estimaciones de Merryl Linch, equivale a 3 veces el PIB de EEUU, o de la UE, o a 13 el de la India. En España hay 143.000 personas, según el mismo informe, que guardan libres de cargas en opacas cuentas 175.000 millones de euros, según los técnicos de Hacienda, Gestha, en este caso. Echad un vistazo a estos gráficos de Expansión. Y a mí, sin ir más lejos, la Agencia Tributaria se me ha llevado casi todo el plan de pensiones, por no tener dinero para reclamar los errores judicialmente. Tú y yo, además, pagamos las carreteras, calles y servicios que estas grandes fortunas usan pero eluden contribuir a su creación y mantenimiento.

Con todo, lo más inquietante es el escenario en el que todo esto se desarrolla. La crisis partió de la quiebra de los bancos por prácticas fraudulentas. Los gobiernos les “inyectaron” dinero, tanto que, en ejemplo gráfico de Susan George, “si cada dólar fuese un segundo, en el reloj pasarían 400.000 años”. Y ahora son los que deciden y ordenan medidas a nuestros representantes políticos, caídos en una profunda sima.

He escuchado esta mañana a desmemoriados periodistas decir que con Obama acaba la hegemonía de EEUU, a manos de los países emergentes. En mi último libro, 2008, escribí esto, basada naturalmente, en lo que leía aquellos días:

“Con Bush hijo, acaba la época de mayor prosperidad económica e incluso –aun persistiendo grandes desigualdades- social de EEUU. Su gestión ha tenido importancia decisiva en el hundimiento económico de su país, en la quiebra del sistema. El mundo tardará muchos años en reponerse del mandato de George W. Bush”.

Las recetas de China, India o Brasil se imponen y aún en estos dos últimos países tienen un rostro humano, no así en China. Pero sobre todo se impone el desconcierto mundial. De todos, el más preocupante futuro es para la UE a la deriva, y, en ella, uno de los países peor parados es España. Sigamos preocupados por el Estatut, el burka, por la trascendental disyuntiva de una parte del periodismo joven entre «web y papel», y por lo que llaman “rifirrafes” políticos. O por ver lo bien qué marcha mi ONG u organización progresista por sí sola. A mí comprobar que el inexorable cumplimiento del plan que se atisbaba y en sus peores salidas previstas, me asusta realmente. Por lo que ha de venir, lógicamente.

2 + 2 = 4

Tenemos hoy butaca preferente para asistir a la declaración de Jaume Matas. El ex presidente balear comparece en el Juzgado para hacer frente a las acusaciones por 9 graves delitos y a explicar las virguerías que hizo con los exiguos ingresos que declaró para afrontar fastuosos gastos. No es la primera vez que hablamos de ello. Todavía es presunto. Casi tanto como sus colegas que hicieron de Mallorca un festín –quizás de las islas baleares si incluimos los desmanes de Ibiza-. Hasta en botes de Cola Cao, enterrados en sus jardines, han llegado a guardar el dinero robado a los ciudadanos. El dinero y sus recipientes no son presuntos, sólo hay que dilucidar de donde vinieron y adonde fueron, la mano ejecutora. Eso compete a la justicia que hace lo que hace, que este país no da para más.

La novela negra que nos fascina en papel, sucede en la realidad sin que nos conmueva mínimamente. Porque ante la realidad hay que actuar y eso da trabajo y entraña riesgos. El caso es que Mallorca no es un caso aislado. La bancarrota de ayuntamientos y comunidades autónomas nos alerta de que cómo se enriquecieron –privada y colectivamente- con la ubre de la especulación y corrupción urbanística, hoy agotada. Millones de trabajadores tuvieron con ella un empleo ficticio, a cambio de sueldos en muchos casos miserables, del paro de hoy, y de la vida regalada de un número significativo de nuestros representantes políticos. No era una novela, vaya por dios.

Pasemos a otra cosa, que es la misma. Nos asombra que en EEUU no sea un clamor el derecho de los ciudadanos a la salud, que haya costado un imperio sacar la ley adelante, y que varios estados se apresuren a tumbarla antes de entrar en vigor. Allí asumen como natural que sólo tenga asistencia sanitaria –y con ella vida incluso- quien pueda pagarlo. Aquí el PP, con la mil millonaria consorte Dolores Cospedal, dicen que “la ley de dependencia es una sangría para las autonomías”. Si ella misma enferma gravemente, tendrá a sus disposición los mejores médicos y la mejor asistencia, 3 enfermeras diarias en turnos, pero el pobre que se joda –con perdón-. Es lo que manda la libertad, la libertad de mercado. El Estado no debe injerir en asuntos particulares de toda la vida.

Pero resulta que el mercado no funciona. Que hace un año justo el G20 se propuso regenerar el capitalismo y no han hecho absolutamente nada. A quienes deciden por todos, les va bien. Y no encuentran contestación.

Volvamos a nuestra administración, a nuestros gobiernos. Con el dinero robado, con los botes de Cola Cao apretados de billetes, los palacetes, los gastos suntuosos, se pueden pagar muchos asistentes para aplicar las leyes de dependencia, o para todo lo que implica elevar el precario gasto social español, vergüenza de la Europa civilizada.

España tiene un caos organizativo en su Administración, por la que escapa en fluido caudal el dinero de todos. Otro día habrá que detenerse seriamente en ello. Pero por poner un ejemplo de hoy, tenemos que el Consejo General del Poder Judicial, ése que tiene a su cargo que la Justicia funcione, por ejemplo para que las sentencias no se eternicen, va a enviar a 14 de sus miembros a un congreso en Montevideo (Uruguay). Según informa El Mundo, se van a gastar 80.000 euros en 4 días. Y mientras hay ya 4 millones de parados. Y cada hora –estadística propia- un empresario del mundo occidental contrata a un chino por 2 euros diarios, 6 días a la semana, dejando sin empleo a uno local. La libertad de mercado, ya sabéis.

 La suma es redonda para quien se moleste en ejercer una cualidad que en los humanos es prioritaria: asimilar y relacionar conceptos.

  Ayer Felipe González volvió a alertar sobre lo que viene en una conferencia en Nueva York. Se lamenta de que «no se esté aprovechando la ocasión de la crisis para «poner un poco de orden que permita la reforma del funcionamiento del mercado financiero, que salve a la economía de mercado de implosiones sociales que en el futuro no serán contenibles como esta vez». En este sentido, ha afirmado que no puede confiarse en la «mano invisible» de soluciona todo por si solo. «La próxima será una crisis de rebeldía destructiva«.

Una vez más, estoy absolutamente de acuerdo con él. Cuando el «criminal» interrumpa la lectura, audición o contemplación de la trama negra llamando a nuestra puerta, igual las cosas cambian. Bueno, así, al menos, lo hicieron los franceses en acontecimiento histórico.

(No os perdáis los comentarios y enlaces de hoy, son especialmente recomendables)

G20, lo de siempre: nada

G20-reuters

  Ahí los tenéis, sonrientes y trajeados sin faltar uno. Representan al 85% de la población mundial. Pero ¿qué han hecho en su nueva reunión? Veamos.

¿Cómo se puede firmar esto? Que están de acuerdo en poner en marcha «exigentes estándares de remuneración internacional para poner fin a las prácticas que auspiciaron un exceso de asunción de riesgos». Traducido a lenguaje inteligible: no van a hacer nada. Los líderes del G20 no han aceptado la iniciativa europea de establecer límites individuales a las desorbitadas primas de los banqueros, «se apoya que los salarios de los banqueros se vinculen a los resultados a largo plazo». Entre otras cosas, «abogan» por «evitar» las primas garantizadas por varios años.

   Piden a los bancos, por si alguien buenamente les quiere oír,  que retengan una proporción mayor de sus beneficios para fortalecer su capital, donde sea preciso, para conceder nuevo crédito y «animan» «a las entidades que llevan a cabo titulizaciones a que retengan una parte del riesgo de los activos subyacentes para actuar prudentemente». Resulta bastante evidente que los bancos están muy por encima de los gobiernos en su poder sobre el sistema.

  Se muestran partidarios de mantener las medidas anticrisis. Y se comprometen a seguir suministrando protección social y de rentas así como asistencia formativa para los desempleados y para aquellos con mayor riesgo de perder su empleo.

  Tímidos avances en la reforma de las instituciones: han decidido que los países ricos sobrerrepresentados en el Fondo Monetario Internacional (FMI) transfieran un 5 por ciento de sus derechos de voto a los mercados emergentes dinámicos (China, Rusia, Brasil e India) dentro de la reforma de esta institución que deberá concluir en 2010. Harán lo mismo en el Banco Mundial, aunque en este caso el porcentaje transferido se reduce a un 3 por ciento. Un 5 y un 3%, gran capacidad de decisión.

   Escaso compromiso en la lucha del cambio climático: las conclusiones de la cumbre de Pittsburgh hablan del compromiso de aumentar la financiación de programas para proporcionar energía limpia y económica a los más pobres, pero sobre una «base voluntaria». La Comisión Europea estima en 100.000 millones de euros anuales el coste para lograr reducir de forma significativa las emisiones de gases contaminantes en el periodo 2012 y hasta 2020 y propone que los Veintisiete aporten 15.000 millones. Es decir, el G20 lo deja “a la voluntad” y la UE “propone”. El G20 “pide” también «retirar gradualmente en el medio plazo los subsidios a los combustibles fósiles que incentivan el derroche» pero no avanzan una fecha concreta.

   No aparece en el texto la propuesta del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de convocar una cumbre de líderes para preparar la conferencia de diciembre sobre cambio climático en Copenhague, donde se aspira a pactar un acuerdo internacional para reducir las emisiones de gases contaminantes en el periodo 2012-2020 que sustituya al protocolo de Kioto. Obama le ha apoyado, pero no ha salido la resolución.

   Por último, los líderes del G-20 se han mostrado «decididos» a promover una conclusión de las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha del desarrollo en 2010. Asunto crucial, se «muestran» «decididos», nada de acuerdos y firmas, muy alentador. Ah, y se han ido muy satisfechos del encuentro, ¡faltaba más!

Así andan las cosas ¿no hay alguien más por ahí que actúe decididamente para solucionar la crisis y los múltiples problemas que nos asolan?

22 grados en Madrid, sigue siendo un día maravilloso (pese a todo).

Se han acabado los paraísos fiscales… y estudio mudarme a Gibraltar

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¿No era tan difícil acabar con los paraísos fiscales? Pues la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, lo ha hecho en menos de una semana. Fue uno de los puntos más llamativos y esperados de la reunión del G20, el 2 Abril: terminar con la impunidad de ciertos Estados o territorios que aplican un régimen tributario intensamente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes, que se domicilien a efectos legales en el mismo. Las ventajas que dan a sus nuevos ciudadanos -que ni están obligado a pisar su suelo- son una exención total o una reducción muy significativa de los principales impuestos. La segunda característica esencial es que estos países consagran el secreto bancario y la protección de datos. Nadie te pregunta de dónde obtienes tus ingresos.

Con estas premisas no es fácil saber el dinero que en ellos se esconde, pero el FMI hizo una aproximación en 1999 -hace diez años nada menos- y concluyó que los activos extraterritoriales incluidos en sus balances generales alcanzaron los 4,6 billones de dólares, de los que 0,9 billones estaban en el Caribe, 1 billón en Asia y la mayoría de los restantes 2,7 billones correspondían a los centros financieros internacionales, es decir, Londres, los servicios bancarios internacionales (IBF) estadounidenses y el mercado extraterritorial japonés (JOM). Pongamos un ejemplo, en Gibraltar, que lo tenemos bien cerca, las empresas allí asentadas fiscalmente pagan entre 200 y 300 libras al año en un único pago fijo. Poco más de 200 ó 300 euros anuales, dado que la libra se cotiza a 1,04 euros.

Pues bien, la OCD acaba de anunciar que ya no hay ningún país en la «lista negra», ya no hay paraísos fiscales. Uruguay, Costa Rica, Filipinas y Malasia, los cuatro únicos países que figuraban en ella hace una semana, han prometido ser buenos chicos y cumplir las normas.

La OCD es, en contra de lo que pueda parecer, un organismo serio. Compuesto por los 30 Estados más ricos y desarrollados del planeta (acaparan el 70% del mercado mundial), lleva casi medio siglo dedicado a coordinar las políticas económicas y sociales de estos Estados. Elabora informes, aconseja, dicta. Es decir, que ellos se lo guisan, ellos se lo comen.

No es que no les preocupen los paraísos fiscales, no, para demostrarlo, la OCDE dispone también de listas grises de varios tonos. En la»gris oscura» se encuentran 36 Estados, incluidos Andorra, Gibraltar, Liechtenstein, Barbados, Liberia, Bahamas, Bahrein, Belize, Bermudas, Islas Cayman y Panamá -y los cuatro recién reivindicados-. En la «gris clara» se sitúan, Austria, Bélgica, Brunei, Chile, Guatemala, Luxemburgo, Singapur y Suiza. Las listas de colores se comprometen a «intercambios de información suficientes como para situarse en la parte gris». Y todos tan contentos.

El secretario general de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría, se muestra, de hecho, feliz con haber echado lejía a su lista y aclarado el negro -la han lavado igual que al dinero sucio-. El G20 había amenazado -nada más que eso- con sancionar a los paraísos fiscales. Gurría dice que, en todo caso, no habría que llegar a tanto: es partidario de olvidarse de las sanciones porque «el clima ha cambiado» en las últimas semanas. Para Gurría, más importante que las sanciones es el hecho de que todos los países tachados de paraísos fiscales se hayan comprometido a colaborar con la OCDE y estén firmando acuerdos bilaterales para intercambiar información y salir de la opacidad bancaria.

Contando con que, además, para obtener esa información había que solicitarla de paraíso en paraíso, me planteo un dilema: ¿Contribuyo a la laxitud general del planeta o a la de España en particular? Porque mudarse a Gibraltar, con sol, mar y playa, una colina, monos, y la posibilidad de pasar uno a tomar pescaítos todos los días a La Línea de la Concepción, practicando inglés para que no se oxide, viajes baratos a Londres que me encanta… no parece mal plan. Es el territorio británico más próspero y estable, y uno de los países y territorios con mejor calidad de vida y niveles de seguridad del mundo, según el estudio Jane’s Country Risk de 2008, realizado por el Jane’s Information Group, nada menos. Está además excluido de la «armonización» del IVA. Pagar 200 ó 300 euros anuales de impuestos. Viendo la BBC en lugar de las cadenas de televisión españolas. Sin la obligación de escuchar en todos los telediarios a Rajoy y el «este dice, el otro dice». Además, no es un paraíso fiscal, no existen los paraísos fiscales, no contravengo ninguna norma ética. Es una opción en principio apetecible.

   La otra opción es intentar que la corrupción se acabe con continuas denuncias. Pero no parece que sirvan de mucho y estoy ya muy mayor.

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El G20 apuntala el capitalismo

Han retocado varios borradores, han negociado entre bastidores las posturas enfrentadas, las cifras a aportar al plan de rescate subían a lo largo del día hasta aprobar la mayor inyección económica de la historia. Más de un billón de dólares extra (en torno a los 750.000 millones de euros). De ellos, 750.000 millones de dólares se destinarán a reactivar las economías de los países más desfavorecidos y el resto para incentivar el comercio en general. Los distribuirá y controlará el FMI, organismo que hasta ahora ha llevado políticas erráticas y del que se prevé una inconcreta remodelación. Habrá, además, 100.000 millones para los bancos multilaterales de desarrollo (el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo).

 Han puesto dinero sobre la mesa, se crea, además, un Consejo de Estabilidad Financiera -en el que estará España- para controlar al sector financiero, causante esencial de esta crisis. Lo hará junto al FMI. También se va a ir contra las primas desvergonzadas a los ejecutivos de los bancos. Sarkozy -muy satisfecho- ha dicho que «se había acabado el capitalismo al estilo anglosajón».

Punto fundamental: «principio del fin de los paraísos fiscales», como lo ha definido Rodríguez Zapatero. Se confeccionará una lista negra de aquellos países y reductos consagrados a la evasión fiscal. Se anunciaba para hoy mismo, pero la relación definitiva puede dilatarse hasta seis meses. Algunos problemas. «El anterior listado de la OCDE no permite ser demasiado optimista», cuenta Ignacio Escolar. «En ella sólo se considera como paraíso fiscal a tres países: Mónaco, Andorra y Liechtenstein». Le Figaro, más tarde,  informa de otros cuatro añadidos hoy: Uruguay, Costa Rica, Malasia y Filipinas. En la lista «gris oscura» se encuentran 32 estados, -Andorra y  Liechtenstein  están aquí ahora, han mejorado el color y ya se considera que no incumplen completamente los acuerdos internacionales- y luego Gibraltar,  Barbados, Liberia, Bahamas, Bahrein, Belize, Bermudas, Islas Cayman y Panamá. Por último, en la «gris clara» se situarían, según el diario, Austria, Bélgica, Brunei, Chile, Guatemala, Luxemburgo, Singapur y Suiza. Si no investigan en Suiza mal vamos.  Y otro problema aún más serio: se investigará a petición concreta. Es decir, que si alguien busca una empresa ha de preguntar paraíso por paraíso si hay allí una cuenta fraudulenta. Sí se preven sanciones ejemplarizantes.

Habrá que ver cuál es el desarrollo de todos estos puntos. Hay que ser posibilistas, dado que no son esperables revoluciones masivas… todavía. La sociedad no parece estar suficientemente harta. En esa línea, incluso es saludable contemplar colores y procedencias diferentes en la mesa donde se decide nuestro futuro. Ver allí a países que no son poderosos pero cuya voz cuenta. Como decía Iñaki Gabilondo, representan al 85 % de la riqueza del planeta, el otro 15% se lo reparte el 40% de la población mundial. Ellos también tendrán que estar.

Todos contentos. Obama cambiando la faz de EEUU que Bush enturbió y como estrella del rock popular. Sarzoky no se ha visto mermado. Merkel tampoco. Brown, nada,  mucho menos de lo esperado. Lula sólido. Buen papel de Zapatero que consolida la presencia de España en las tomas de decisión planetaria. Y la sensación de que, acuciados por la crisis, los mandatarios internacionales intentan cambiar algo. Nadie sabe si no será sólo prolongar la agonía del capitalismo y, con ella, la nuestra. Esperemos algo más tranquilos.

G20, o refunda o se funde

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Hace más de diez años que circundan las cumbres del G8 asegurando que «otro mundo es posible» y avisando de lo que habría de venir. Los medios informativos les califican de antisistema, anarquistas, violentos. Pero, hoy, han inundado por miles las calles de Londres. Cuatro manifestaciones que representan a los cuatro jinetes del Apocalipsis actual: los horrores de las guerras, los destrozos del cambio climático, los delitos financieros, y el paro y el hambre. En su punto de mira, los bancos a quienes llaman «estómago de la bestia». Y los líderes reunidos -ahora G20: el arbitrario G8, con los países emergentes, la UE y España- a los que piden soluciones, sin creer que las logren. ¿Antisistema? ¿Quién cree aún en el sistema? Probablemente sólo los pocos que se benefician de él. Un hombre ha muerto, al parecer por un paro cardiaco, durante los disturbios. Hay numerosos detenidos por entrar en el Bank of Scotland -uno de los más beneficiados por el gobierno británico- a protestar. Por fin hay detenidos en los bancos. Ah, que no eran estos los que provocaron la crisis, pero protestaban.

 Estamos ante la mayor crisis económica de la Historia contemporánea probablemente, y los líderes mundiales disponen de 4 horas para solucionarla. Ignacio Escolar se encuentra en Londres y su web es imprescindible para seguir la cumbre sin condicionantes oficialistas y con el criterio de un -excelente- periodista. «Quienes esperen la refundación del capitalismo pueden esperar sentados», dice. Porque el Financial Times ha colocado en su web lo que otros periodistas allí ya conocen también: el borrador del comunicado del G20, y no trae grandes novedades. Por supuesto que cada país defenderá su postura y puede haber modificaciones, pero no es previsible -por las posturas mantenidas- que nos sorprendan con cambios espectaculares.

 En un cúmulo de rivalidades extremas, algunos presidentes quieren competir con el liderazgo tácito del Obama prometido. Sarkozy ha publicado hoy un artículo en varios periódicos -El País en España-. Como el presidente norteamericano, o el español, el francés pide una respuesta coordinada y resultados reales lejos de las habituales conclusiones huecas: «Lo que el mundo espera de nosotros es que aceleremos la reforma del sistema financiero internacional. Lo que el mundo espera de nosotros es que reconstruyamos juntos un capitalismo renovado, mejor reglamentado, más ético y más solidario. Condición previa para una reactivación y un crecimiento sostenibles».

Pero dentro del capitalismo, de ahí nadie se apea. Lo sucedido se ha debido únicamente a sus excesos. A lo que Zapatero llama «abusos inaceptables». Nuestro presidente habla de una «profunda transformación», sin embargo. Según las previsiones, no se producirá. No es lo que dice el borrador del G20. En él, informa Escolar, «se critica el proteccionismo pero no hay una condena contundente ni medidas demasiado concretas contra los paraísos fiscales. También se da más peso al Fondo de Estabilidad Financiera, que será quien se ocupe de regular los peligrosos hedge funds, y hay algunas medidas de reforma para el Banco Mundial y el FMI pero no se aclara las condiciones para los créditos a países en desarrollo. Lo que sí se contempla es un aumento de estos créditos, y también más dinero público para fomentar la liquidez del sistema financiero. ¿Cuánta pasta? Está por decidir».

La web incluye también un análisis de OXFAM, quien cuenta que el comunicado da un papel marginal Naciones Unidas: monitorizar el impacto de la crisis sobre los paises más pobres y vulnerables. Es decir, no se recupera el liderazgo de la única organización mundial en la que están representados todos los países. Si es porque la ONU no funciona -que no-, también habría que «refundarla».

España presenta, no un cambio de sistema que nadie pide, pero sí algunas de las propuestas más progresistas: además de ofrecer el control del sistema financiero español como modelo, crédito más estable, menos impasibilidad ante el escándalo de las retribuciones millonarias a altos cargos de la banca, un compromiso «firme y radical» contra los «paraísos fiscales» o el establecimiento del «principio de transparencia universal del sistema financiero».

Obama y Brown mandan -el primero porque es el líder del mundo, el segundo como anfitrión-. Sarkozy, con propuestas muy sensatas, lleva de aliada a la canciller alemana Angela Merkel tratando de oponer a EEUU el eterno eje París-Berlín. Lula acude también aupado en su carisma y sus logros. A la UE ni se la ve ni se la espera, liderada por un presidente checo defenestrado en su propio país y sin grandes entusiasmos por Europa.

Juego de rivalidades, como digo, con el mundo en un parchís, o en aquella escalera en la que los errores se pagaban con un descenso en los peldaños, incluso con el castigo de volver a iniciar la subida… las fichas, en todo caso, siempre somos nosotros. Braman en la calle miles de descontentos: éste no es el camino. Desde aquí les apoyo, a riesgo de ser considerada por los ágiles periodistas de los que disponemos, anarquista y violenta -«antisistema» sí soy ¿tú no?-. Quizás apoyo a unos y otros, a ver si ¡por fin! los políticos logran quedarse en mangas de camisa, sudar, y durante esas cuatro mínimas horas  luchar por nuestros intereses. Empiezan a quedarles pocas oportunidades.

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