Ahí los tenéis, sonrientes y trajeados sin faltar uno. Representan al 85% de la población mundial. Pero ¿qué han hecho en su nueva reunión? Veamos.
¿Cómo se puede firmar esto? Que están de acuerdo en poner en marcha «exigentes estándares de remuneración internacional para poner fin a las prácticas que auspiciaron un exceso de asunción de riesgos». Traducido a lenguaje inteligible: no van a hacer nada. Los líderes del G20 no han aceptado la iniciativa europea de establecer límites individuales a las desorbitadas primas de los banqueros, «se apoya que los salarios de los banqueros se vinculen a los resultados a largo plazo». Entre otras cosas, «abogan» por «evitar» las primas garantizadas por varios años.
Piden a los bancos, por si alguien buenamente les quiere oír, que retengan una proporción mayor de sus beneficios para fortalecer su capital, donde sea preciso, para conceder nuevo crédito y «animan» «a las entidades que llevan a cabo titulizaciones a que retengan una parte del riesgo de los activos subyacentes para actuar prudentemente». Resulta bastante evidente que los bancos están muy por encima de los gobiernos en su poder sobre el sistema.
Se muestran partidarios de mantener las medidas anticrisis. Y se comprometen a seguir suministrando protección social y de rentas así como asistencia formativa para los desempleados y para aquellos con mayor riesgo de perder su empleo.
Tímidos avances en la reforma de las instituciones: han decidido que los países ricos sobrerrepresentados en el Fondo Monetario Internacional (FMI) transfieran un 5 por ciento de sus derechos de voto a los mercados emergentes dinámicos (China, Rusia, Brasil e India) dentro de la reforma de esta institución que deberá concluir en 2010. Harán lo mismo en el Banco Mundial, aunque en este caso el porcentaje transferido se reduce a un 3 por ciento. Un 5 y un 3%, gran capacidad de decisión.
Escaso compromiso en la lucha del cambio climático: las conclusiones de la cumbre de Pittsburgh hablan del compromiso de aumentar la financiación de programas para proporcionar energía limpia y económica a los más pobres, pero sobre una «base voluntaria». La Comisión Europea estima en 100.000 millones de euros anuales el coste para lograr reducir de forma significativa las emisiones de gases contaminantes en el periodo 2012 y hasta 2020 y propone que los Veintisiete aporten 15.000 millones. Es decir, el G20 lo deja “a la voluntad” y la UE “propone”. El G20 “pide” también «retirar gradualmente en el medio plazo los subsidios a los combustibles fósiles que incentivan el derroche» pero no avanzan una fecha concreta.
No aparece en el texto la propuesta del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de convocar una cumbre de líderes para preparar la conferencia de diciembre sobre cambio climático en Copenhague, donde se aspira a pactar un acuerdo internacional para reducir las emisiones de gases contaminantes en el periodo 2012-2020 que sustituya al protocolo de Kioto. Obama le ha apoyado, pero no ha salido la resolución.
Por último, los líderes del G-20 se han mostrado «decididos» a promover una conclusión de las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha del desarrollo en 2010. Asunto crucial, se «muestran» «decididos», nada de acuerdos y firmas, muy alentador. Ah, y se han ido muy satisfechos del encuentro, ¡faltaba más!
Así andan las cosas ¿no hay alguien más por ahí que actúe decididamente para solucionar la crisis y los múltiples problemas que nos asolan?
22 grados en Madrid, sigue siendo un día maravilloso (pese a todo).