Acaben con esta insoportable pesadilla

Fue un mazazo, no por esperado, menos traumático e indignante.  La Audiencia de Navarra dicta una sentencia por la que exonera a ‘la manada’ del delito de violación.  Y se hace una filigrana para nombrar uno por uno los “abusos sexuales” de cinco hombres que acorralaron a una chica de 18 años y la sometieron a 11 tandas de penetraciones alternativas orales, anales y vaginales. Con agravantesLos detalles enervan.  Y se agravan con la interpretación de los magistrados. No se resistió. Y se ve que juzgaban a la víctima, a la mujer vejada, a la mujer.

La sentencia ha dado la vuelta al mundo para nuestro escarnio, para una nueva evidencia de lo que es España hoy. Informan de ella en periódicos como The Washington Post The Guardian o  The New York Times y destacan que dos miembros de ‘la manada’ pertenecen a «cuerpos militares».  En España esto cuenta. Del mismo modo que se pena con cárcel un rap, se persiguen camisetas amarillas, y se dan por sobreseídas  las denuncias presentadas contra agresiones de la extrema derecha. Flagrantes casos hemos visto. Se puede hasta insultar, amenazar y agredir a cargos públicos siempre que sean de izquierdas. Léase el caso de la Presidenta de las Cortes de Aragón o de la Alcadesa de Madrid.

Miles de personas nos vimos impelidas a salir a la calle tras conocer la sentencia. Afrontando incomodidades. Afrontando los rigores de este cuasi estado de excepción que penaliza la protesta. Y era un alivio sentirse hermanada con las voces que rechazan la justicia patriarcal, que se ofrecen a ser el apoyo, la manada de la doble víctima de las cinco moles que la usaron como cosa sexual y de los 3 magistrados. Pocas veces he visto tal indignación, masiva, intensa, nacida de una reacción inmediata a un desgarro.

La concentración en Madrid era ante el Ministerio de Justicia. Y poco a poco empecé a fijarme en el abismo que mediaba entre los manifestantes y el edificio que alberga el Ministerio. Cerrado, seco, pétreo, sin vida, sin soluciones. No, a las miles de personas que las piden porque las necesitan. El antiguo Palacio de la Marquesa de la Sonora, levantado en el Siglo XVIII, completaba la gran metáfora de España frente a una multitud viva y cargada de razón.

El problema es que ésta es la tónica. Y no podemos más. Millones de personas nos sentimos acorraladas  en un oscuro portal mientras la fuerza irracional nos asalta penetrándonos por cualquier parte que pueda. Y  tenemos la impresión de que algunas veces  la forma de impartir justicia y las propias leyes lo amparan. Las reformas de las legislaturas de Rajoy han colocado en el ordenamiento jurídico mordazas impresentables en democracia y ahí siguen.

Las respuestas políticas a la sentencia de La Manada no pueden basarse en que se tengan hijas, madres, tías, primas, padres, abuelos, hijos o padrinos. Como han hecho, en particular, los líderes de Ciudadanos Rivera, Arrimadas o Villacís en tuits clonados. No, hablamos de personas, de derechos, y de políticos que aspiran a gobernar y solucionar problemas reales.  En la misma línea, el ministro de Exteriores o el propio Catalá, de Justicia, han proclamado la misma comprensión, sin madres e hijas de por medio.

Todo nace de un fondo que nunca se ha limpiado. Que se recuece en sí mismo. Es la exoneración de La Manada, la eterna culpabilización de la mujer, la desigual actuación de la justicia, la censura, el recorte de derechos. Y además la corrupción, el abuso, la mentira y manipulación constantes. Es la compraventa de votos para amarrar la silla y seguir en la brecha de lo mismo. Los fiascos económicos edulcorados que ocultan la miseria que ha creado la desigualdad. Es Cifuentes y todo el PP, son los medios de parte, son las inverosímiles excusas de los políticos que tienen en su mano cambiar este escandaloso despropósito en el que vivimos y no lo hacen.

Volviendo a casa de la concentración, nos cuentan que el PP y la presidenta que puso Rajoy en el Congreso  se han movido por fin en un tema enquistado. Para aferrarse. “ El PP se niega a soltar el control de RTVE ante la indignación de la oposición: «Es un escándalo sin precedentes». Y una piensa que el escándalo, con precedentes, es esta enorme pantomima de la que algunos de sus protagonistas no parecen ser conscientes. O creen que todos los ciudadanos se tragan.

La deriva de este país precisa un cambio total. Urge un futuro diferente.  Se ha propalado tal degeneración que millones de personas no cuentan entre sus valores ni con la democracia, ni con la más elemental decencia. Cuando este mal afecta a una sociedad puede hablarse de un camino hacia un Estado fallido.

Déjense de zarandajas y actúen. Manden al PP a la oposición a que se regenere con cuanto conlleva. Que buena falta les hace y nos hace.  No precisan a Ciudadanos -cada vez más a la derecha- a quienes están ayudando a crecer. El PSOE tiene en su mano esa posibilidad y no lo hace. ¿Por qué? No empiecen otra vez unos y otros con la falacia de que si un día Pablo, que si un día Pedro. Aunque así fuera estamos a 28 de Abril de 2018 y esto es insoportable.  El drama es que no lo hará, casi nadie confía en tal posibilidad. Hay derecha sucia y descomposición para rato.

Nadie es imprescindible en política. Nadie. De hecho, los cargos no son perpetuos más que en ciertas anomalías democráticas.  El que no sepa cómo afrontarlo que se vaya a casa. Ustedes no se dedican a la política para asegurarse un sueldo.  Es el servicio a la sociedad lo prioritario. No basta con cambiar leyes torcidas. Hay que limpiar las instituciones. Arbitrar mecanismos de protección de la democracia.  Hay que educar en valores y no en burricie para proteger a las personas más sugestionables y por extensión a toda la sociedad. Hay que responder al abandono, la impotencia, en la que muchos se ven.

“Me levanto igual que me acosté triste, enfurecida, dolorida ante la indefensión que sufrimos las mujeres”, leo. “No puedo describir la sensación de desamparo, rabia, y profunda tristeza que siento”… Es el latido de dolor de muchas personas. Hombres y mujeres, ante múltiples situaciones de todos los días. Hay una acumulación insoportable de abusos, prepotencia, mentiras que ocasionan daños, zozobras y angustia.  Salvo unos cuantos beneficiarios de esta situación, y la inevitable cuota de «amebas», estamos indignados, descompuestos, heridos, desesperanzados.  No podemos seguir así, no aguantamos más. Por eso nos tiramos a la calle algunos, muchos, y algo se mueve.  Ese muro pétreo, de ventanas quietas, de visillos inamovibles, que es de todos, ha de abrirse para que entre de una vez la luz y el aire.

Las mujeres salimos a la calle y hasta los oportunismos se tiñeron de violeta

No lo vieron venir. Tampoco esta vez. El estallido de feminismo  español que se materializó el 8M ha puesto sobre la mesa varias evidencias. Una de las preliminares es que políticos e informadores, cuya obligación es estar atentos a cómo respira la sociedad, seguían en sus altas torres de marfil. Y bastaba con mirar. Lo escribí aquí la víspera. Es mucho más que una huelga de un día. Es un tsunami de razones y coraje. La fuerza feminista nos va a envolver. Y nos va a empujar a un futuro constructivo que ya es presente, que ya lo estamos haciendo. La suprema cerrazón hará el ridículo. Así ha sido. Decenas de imágenes y de voces nos lo muestran. En toda España. Una impactante explosión violeta.

Es cierto que durante la última semana las periodistas tuvimos una atalaya privilegiada. Vimos crecer desde una reunión de apenas 50 mujeres de nuestra profesión a más de 7.000 firmantes de un manifiesto y a un grupo de Telegram que resultó ser una portentosa lección de realidad. Periodistas muy jóvenes y algunas menos jóvenes organizaron esto y el chat entre 2.400 de nosotras reveló un caudal de ideas, capacidad de organización, claridad, sensatez y respeto. Desde diferentes ideologías se aunaron fuerzas en un objetivo común que estaba por encima de cualquier otro. Y comprobamos que lo mismo sucedía, como culmen del hartazgo, en multitud de sectores profesionales y casi en cada esquina y cada casa de España. Un potentísimo mensaje  de rabia mezclado con la alegría de la reafirmación.

Es curioso que el 7 de Marzo convivían en las portadas, en alguna al menos, los mensajes feministas con intensas llamadas de la Caverna. Eldiarioes supo del temario que preparan dos ministerios juntos nada menos, Defensa y Educación, para implantar en los colegios una especie de formación del espíritu de su España. Militarista, y con unos sesgos preocupantes de caspa añeja como la de hacer cantar a los niños de primaria hasta el  pasodoble, Banderita, de aproximadamente los años 50 del siglo pasado.

¿Cómo es posible que la manifestación feminista del 8 de Marzo conviva con esa otra España? Las mujeres españolas han parado el mundo, dicen los titulares de la prensa internacional. No exactamente, lo han reactivado. Y alaban esta España prodigio de madurez, creatividad, y afán constructivo.  Lo que está pasando es la verdadera Marca España, cuando se libra de las rémoras de la involución.

La que ha dado poderosas muestras de su existencia. Los titulares del trágico 11M de 2004 también ensalzaron el ejemplar civismo y valentía de los españoles  -pese a la torpe política de ocultamiento del PP, bien es verdad-. Pasó de nuevo el 15M de 2011. La Spanish Revolution dejó boquiabierto al mundo por sus valores. Tanto fue así, que Ana Botella presumió de ella en un folleto promocional de sus Olimpiadas para Madrid. Mientras Cifuentes,  delegada del gobierno entonces, mandaba a las Fuerzas de Seguridad… a velar con las porras las manifestaciones.

Las dos Españas perviven y se agigantan. Pero ésta, la marea violeta de las mujeres, es la más transversal de todas. Capaz del acuerdo y el trabajo común, como gran sustrato de partida. Y es reconfortante ver el potencial de las mujeres jóvenes, igual que ellas reparan en la lucha de  las mayores que se encontraron marchando codo con codo. Ellas tienen muy claro lo que quieren y lo reclamaron por toda España.

 Esto es en la Puerta del Sol. Madrid hoy recoge como en otros lugares de España la voz de las mujeres pidiendo igualdad.

Hay que afianzar lo obtenido y planificar el futuro. Partidos y sindicatos han quedado en evidencia con sus “microparos” y tibieza. Otros se han caído de bruces en el ridículo. De los opìnadores baste reseñar  al que aseguró que las mujeres se morirían de vergüenza al conocer el manifiesto. Esencial, desenmascarar a los oportunistas, a cuantos nos trajeron hasta aquí o se proponen mantenernos en la desigualdad que mejor sirva a otros intereses. Con la brecha salarial se ahorran muchos millones. Hasta 42.000 millones anuales, según se ha evaluado. No es vendetta, es prudencia ante peligros ciertos.

La reconversión en feministas de toda la vida durante la jornada de huelga merece especial atención. Habría que haber visto las sedes del PP y de Ciudadanos mandando a comprar tela violeta sin saber si la vendían en el mismo comercio chino que la rojigualda. Sin torcer un gesto, allí fueron apareciendo desde Rajoy a Cospedal o Albert Rivera y Arrimadas, con  el lazo más grande de todos, sin temor a ser tenida por comunista. Dicen que Rivera citó incluso a Clara Campoamor que, junto a Kant, debe formar parte de sus lecturas favoritas. Hoy ya se ha atribuido el éxito de la huelga feminista. Y nos dieron las 19,05 y hasta Pablo Casado se declaró feminista. La mártir de la jornada fue Begoña Villacís que se presentó en la manifestación de Madrid a gritar libertad y fue increpada verbalmente por su oportunista cambio de chaqueta. Ella misma lo ha mostrado.

Los de siempre vuelven a subirse al autobús para cambiar su propia historia. Ahora con lacito violeta.  Y es importante, vital, estar alerta. Su Marca España se ha mantenido gracias a esos oportunismos sin escrúpulos. Y en cuanto puedan volverán a su ser natural. Esencial, insisto. Uno de los grandes daños de España es haber aceptado el “Mal Menor”, como solución. Que se suban al carro elementos desestabilizadores no es un mal menor, es un daño mayor.

Oí en el autobús a una mujer decir que donde mejor están las mujeres es en casa. Todavía. A un hombre, explicar las locas que había visto tapando la calle Goya en bicicleta a primera hora de la mañana. Seguro que encontrarán donde rearmarse. Fundamentalmente, en la carcundia mediática.  Ahora soplan con el viento favorable pero encontraran cómo volver a las andadas. Tertulianas incluidas.

Aviso a navegantes: esto no acaba aquí. Estamos vigilantes y hay mucho entuerto que deshacer. Más pronto que tarde, ha de llegar la respuesta a las reivindicaciones, a todas. Habrá que insistir si se demora. Incluyamos que el papel de la mujer en los medios ascienda de forma que este vendaval de luz y progreso inunde las pantallas, los audios y los textos. Aprendamos nosotras también a valorar a quienes trabajan en silencio y con efectividad de las poses de un día. Del oportunismo que también aquí se produce.  Cambiar la sociedad implica situar el foco en lo que es justo ponerlo.

El 15M,  El Roto publicó una viñeta histórica en El País: “Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron”. Hay que descubrirse ante esa capacidad española. El jueves, las mujeres salimos a la calle y paramos el mundo. Solo un momento, para que se diera la vuelta, nos mirara y nos viera.

8M, la imparable Marea Feminista

Es mucho más que una huelga de un día. Es un tsunami de razones  y coraje. Es el fin del silencio, la constatación de una realidad, la voz de lo que le ocurre a la mitad de la población. Estamos ya en la puerta de un 8 de Marzo que cambiará la historia. Hay que verlo desde dentro para creerlo pero enseguida lo van a sentir también. En su piel, porque la fuerza feminista nos va a envolver. Y nos va empujar a un futuro constructivo que ya es presente, que ya lo estamos haciendo.

8M Huelga Feminista
8M Huelga Feminista

Hay que dejar de perder el tiempo, otra vez, en los insectos de mal agüero que intentan entorpecer el camino. Esa serie de hombres y mujeres reaccionarios situados ante un ridículo épico. No hacen huelga “porque es anticapitalista”, toma ya. No van porque ya estamos muy bien y los programas de PP y Ciudadanos nos han apañado no sé qué a las mujeres. Mejor trabajar, mejor a la  japonesa: más tiempo, atando una escoba a las posaderas para aprovechar mejor la multifunción. Que si la han organizado en Irán.  Por favor, cuídense en Orense, porque una concejala con  este nivel de tara mentalpuede ocasionarles muchos problemas.

 ¡No!, basta. Miremos por encima, a la luz y al horizonte abierto.

Esto es la confluencia de un secular hartazgo, con unas ganas de luchar, de hacer, de sumar, impactantes y una preparación labrada a pulso. Personalmente he contemplado, admirada, cómo se ha organizado el grupo de mujeres periodistas o trabajadoras de la comunicación. El rigor de los preparativos para este día 8. La convocatoria,  que ha sido una llamada a la que íbamos acudiendo desde múltiples redacciones, desde los ordenadores de nuestras casas.

¿No se han dado cuenta tampoco de las mareas de mujeres que iban saliendo en masa a confluir en un punto común?

La claridad de ideas, la rotundidad de objetivos, el orden, los actos, los vídeos, fotos, mensajes, consignas, logos, todo. Consultas de dudas, resúmenes diarios.  Dudo que haya habido un acto con este nivel de calidad en el trabajo, de serenidad, de certeza, de ilusión. En una labor colectiva y transversal en el que destacan sin duda algunos nombres de las impulsoras que merecen especial agradecimiento. Y en el que muchas diferencias quedan aparcadas por el bien común. Y ésta es la gran noticia, éste es el sustrato sobre el que edificar.

Y así ha sido, por lo que vamos viendo, en numerosos sectores. No creo ser capaz ni de resumir los colectivos que se han sumado. Científicas, educadoras, investigadoras, estudiantes, enfermeras, abogadas, Kellys, deportistas, sanitarias, pensionistas, cuidadoras, las mujeres del ámbito rural. Y quienes lo harán por su cuenta.  Esta vez es distinto, ni se lo imaginan.

Esto viene muy de muy atrás, claro que sí. Los que nacen cada mañana como en el Día de la Marmota no pueden condicionar la convivencia de una sociedad. Viene, si lo miramos, de los grandes movimientos surgidos con la industrialización a finales del siglo XIX, pero los antecedentes nos llevan hasta a la Antigua Grecia. La ONU celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en 1975, fijándolo en el 8 de marzo. Aquí  señala los hitos de la cronología de esta lucha incensante. Y siempre recordamos en este día aquel incendio en la fábrica textil Triangle Shirtwaist de Nueva York, en 1911, en el que murieron 123 trabajadoras al no poder escapar del fuego porque estaban las puertas cerradas para evitar hurtos. La reivindicación viene, pues, del principio de los tiempos, y se prolonga durante décadas hasta nuestros días. Porque es fruto de una realidad insostenible, una injusticia flagrante que hay que remediar, y que ya clama en todos los idiomas, desde diversos puntos del mundo.

La lucha por los derechos de las mujeres tomó renovada fuerza por reacción a la llegada de Donald Trump  a la presidencia de EEUU con su mochila de machismo y su modelo de mujeres neumáticas en su entorno. El agravio se hizo insoportable. Aquella marea morada que llenó las calles, hace algo más de un año, fue un poderoso lazo de unidad, de pérdida del miedo. Porque siempre ocurre así, un día se sopesa qué importa más. Salieron luego las actrices acosadas de #MeToo, hartas de tanta presión y abuso. Y supimos de las enormes dimensiones de un problema que tantas mujeres guardaban en su desazón. como inevitable. Y, llegaron, claro está, las disuasiones para que todo siga como toda la vida. Hasta de otras actrices privilegiadas en el trabajo, menos en su solidaridad.

Hasta la biología han mentado de nuevo. Una prominente Ciudadana de FAES y de rencores permanentes a la alcaldesa Carmena por un quítame ahí unos reyes magos, se ha empleado con fruición:  La huelga es una estupidez, dice. Por mor de la biología -y los prejuicios-, se debe consentir, al parecer, mayor precariedad e inseguridad laboral, la brecha salarial, la dificultad de conciliar, un techo de cristal que resta a la mujer capacidad de dirigir en los trabajos en los que está tan preparada como el hombre, el acoso sexual o los ninguneos –como argumenta nuestro manifiesto-. Que la pasión y la posesión machista lleguen a los golpes y hasta el asesinato.

Mil mujeres han muerto en España a manos de sus parejas o ex parejas desde 2003, cuando empezaron a contabilizarse de forma más rigurosa. Que una cifra así, siendo una sola mujer ya un exceso, se considere dentro de la normalidad da idea del problema  al que nos enfrentamos. Se acepta la excelencia del hombre para opinar en los medios. Hasta para decidir sobre nosotras. Precisamos solo y nada menos que la igualdad, y no se da. En el fondo, es la consagración de una teoría y una práctica que deja a las mujeres como ciudadanas de segunda clase, en grado de subordinación.

Huelga Feminista. Mapa desigualdad
Huelga Feminista. Mapa desigualdad

Los  mapas de la desigualdad son tan flagrantes que constituyen en sí mismos la mayor de las evidencias. ¿Qué razón puede justificar tamaña injusticia? ¿La biología, dicen? ¿La maternidad? ¿La fuerza para apretar el botón de una máquina de carga? Cuesta creer que todavía anden colgados de esa alcayata con telarañas tantas mentes obtusas. Y ahí siguen, erre que erre intentando justificar la pervivencia de los tópicos. Ninguna razón objetiva lo explica. Argumentos tan pobres y manidos les retratan. Una huelga internacional  y tampoco se libra de la manipulación del torpe y cutre machismo español como si los ecos de sus memeces no fueran a salir de los dominios de su cortijo. Mírenlos como los parásitos que son dispuestos a alimentarse de nuestras renuncias.

No saben la reserva de talento, fuerza e ilusión que se da entre las mujeres. Hace tiempo que lo vengo observando en las nuevas generaciones que enlazan con arraigadas convicciones de todas las edades. Pase lo que pase este 8 de Marzo, no hay vuelta atrás. No van a cerrar las puertas de la fábrica incendiada en razón de millones de mujeres. Nuestras voces se oyen desde el escenario de los Oscars de Hollywood a las calles de toda España, en ciudades y pueblos. ¿Cómo se ha podido consentir este vacío, esta negación de nuestros derechos?

Para los que aún sigan intentando hacer el ridículo desde la suprema cerrazón habrá que contarles cómo ha podido ocurrir este estallido de afirmación, este dejar de aguantar. ¿Saben quién está detrás de este histórico 8M de 2018?

Se lo digo. Detrás estamos nosotras, las mujeres.

*Publicado en eldiarioes 6/03/2018 – 

Una historia del mundo sin mujeres: las borraron

Si algo ha habido realmente demoledor para las mujeres fue y es el tú no puedes,tú no sabestú no eres en definitiva. A una semana del 8 de Marzo que se celebra este año con una huelga feminista internacional, la derecha española, PP y Ciudadanos,  trata de desactivarla afirmando que es insolidaria, elitista, anticapitalista.  En el mejor de los casos, no encuentran motivos para un paro reivindicativo. Muchos hombres y mujeres machistas nos organizan cómo, cuándo y por qué canalizar la protesta. En el PSOE, andan con sus cabriolas habituales en la disciplina de  nado guardando la  ropa y no sé sabe bien. El colmo fue Javier Maroto, portavoz del PP, atribuyendo la autoría de una convocatoria en más de 150 países a Pablo Iglesias, el líder de Podemos, que no destaca especialmente por su feminismo. Para Maroto no cabe más que un hombre al frente. Tal es la mentalidad incrustada en cabezas poco porosas a las ideas.

Hablamos de desigualdad, humillación, sometimiento, violación, asesinato, y ni siquiera les parecen suficientes motivos porque perpetrar esos abusos contra la mujer está universalmente admitido. Lo grave fue que durante tiempo inmemorial las propias mujeres creímos también –salvo excepciones- que era así. Es lo que más está cambiando. Provoca indignada alarma ver la cantidad de mujeres que borraron de la historia. Auténticas pioneras, tachadas, expulsadas, como si no hubieran existido. Y lo cara que pagaron la osadía de su valor y su libertad.

Este tiempo de hartazgo supremo, la discriminación largamente engrosada, nos están trayendo por fin un cambio de tendencia en las propias mujeres, en una gran mayoría. Un aluvión de descubrimientos ha venido a rellenar los vacíos de las mujeres que nos hurtaron. Resulta que hubo científicas, políticas decisivas, artistas, descubridoras, periodistas, fotógrafas, aventureras, pero el relato patriarcal las eliminó . Nos dejaban como únicos referentes para ocupar un lugar en los libros, ser hijas de rey, amantes de poderosos o vírgenes y mártires, lo cual entraña no pocas dificultades y en algunos casos notables incomodidades.

Vamos al siglo XVI. Año 1545. Una mujer, Beatriz Bernal, publica una novela de caballería de nombre tan largo que dejaremos en Historia de los invictos y magnánimos caballeros don Cristalián de España, príncipe de Trapisonda y del infante Luzescanio. Está mal visto, por indecoroso, que la mujer sepa “de leer”, a no ser libros “buenos” que “la inflamen en el amor de la castidad”, decía el célebre Padre Astete, y Beatriz Bernal, castellana de Valladolid, escribió una novela. Cumpliendo además el Test de Bechdel que evalúa el porcentaje de diálogos entre mujeres cuyo tema fundamental no sean los hombres, según nos cuenta el autor. Esta historia y otras 18 forman parte del libro “ Mujeres singulares 2” (hay un 1) de Carlos César Álvarez, ingeniero que escribe. Un filón para conocer a mujeres que desafiaron las normas de la sociedad cuando muy pocas personas lo hacían.

 Mujeres radicales del mundo” es otra compilación de las norteamericanas Kate Schatz y Miriam Klein Stahl (ilustradora). Desde la pobre y gran Hipatia de Alejandría, Siglo V, matemática, astrónoma y filósofa, a quien desollaron y arrastraron por la ciudad hasta la muerte porque el integrismo religioso rechazaba sus hallazgos científicos, a la niña Malala de Pakistán a la que el talibanismo casi mata por querer estudiar. Un recorrido por el mundo pasado y presente en el que muchas mujeres han tenido mucho que decir y hacer.

La periodista Cristina Fallarás nos lleva a la historia de España, sostenida por mujeres a menudo atravesadas por distintas intolerancias. En pie, pese a los empujones y golpes. “ Honrarás a tu padre y a tu madre” habla de aquellas familias que truncó una llamada de botas en la puerta y un tiro en la tapia de Torrero en Zaragoza. En la guerra que provocó el maldito franquismo que late aún de forma tan perniciosa en la actual derecha española. La supervivencia de la viuda a cargo de la prole.  El caminar de la propia Cristina sobreponiéndose al miedo para gozar y vivir y seguir doliéndose. En la búsqueda constante de la pertenencia. “Con la certeza de que no estaba sola, de que alguien allí atrás, yo misma por ejemplo en algún sitio, agazapada, esperaba su ocasión”, dice, en una de esas reflexiones que da forma a la sensación de tantas de nosotras.

¿Qué pasaría en un día sin mujeres?” se pregunta la convocatoria de la huelga internacional. Se diría que el mundo se desarrolló sin nosotras durante siglos, por el manto de silencio que nos tapó. Pero no era cierto. No lograron borrarnos del todo, aunque se emplearon a fondo en el empeño. El papel de la mujer ni es ni fue secundario y casi siempre se hizo con doble esfuerzo al del varón medio. Urge remediar el olvido impuesto. La violencia machista crece entre los jóvenes acorde con la involución que atravesamos. Las denuncias se han triplicado en los últimos 9 años entre los menores de 29 años. Más de la cuarta parte considera “normal” esa violencia en una pareja.  Tanto por limpiar.

El machismo reverdecido aún desprecia a la mujer por su físico. A todas las edades y en todos los sitios. El maltrato se agudiza si es política y de izquierdas. Allí les vemos -incluso desde su propia decrepitud- descalificar a algunas, catalanas, por feas o por gordas. En un patetismo indescriptible. Hasta siguen utilizando el término “malfollada”. Lo que  sea o no sea la mujer, depende para ellos de su halo divino. El machismo también dictamina sobre el cuerpo de la mujer y sobre su sexualidad.

Por eso, acabaré este recorrido con un libro de Anna Freixas, doctora en psicología y ya jubilada. Algunos de sus estudios los guardo  desde hace décadas porque llamaba la atención sobre la casi inexistente presencia de mujeres en los libros de texto con los que crecimos. Y es básico normalizar la realidad. Es básico saber lo que podemos hacer, lo que hicimos.

  «Sin reglas” trata de la sexualidad de la mujer madura, de la erótica y la libertad femenina también en esa época. Un tema tabú, escondido en el silencio o comentado como algo ridículo. El colmo para el machismo de cuño. Aunque entre las muchas libertades que se adquieren con el tiempo está la de minimizar los comentarios irrelevantes. Nadie es más libre que una mujer libre. Con prólogo de Soledad Gallego-Díaz es un canto a cuanto nos queda por disfrutar, también en el sexo, de ser esa la elección y no la obligación.  Anna Freixas  ha entrevistado a 729 mujeres entre 50 y 83 años de todas las opciones sexuales. Las conclusiones rompen varios estereotipos, entre ellos que el deseo sexual disminuye tras la menopausia. La actividad sexual sí, el deseo no en general. Y la calidad del orgasmo no se reduce sino que aumenta. Pese a todos los tópicos, condicionantes y complejos, “las mujeres mayores se las arreglan, más o menos, para no aceptar la condena que se les quiere imponer”.

No es cierto si el machismo te dice que no puedes, no sabes o no eres. “Nunca tuve ninguna duda de que quería escalar aquella montaña, sin importar lo que la gente pensara”.  La japonesa Yunko Tabei lo hizo en 1975. Era el Everest y ella la primera mujer en coronarlo. En 1912, Fanny Bullock Workman, plantó un palo con un cartel en lo alto del Mont Blanc  al llegar hasta allí. ¿Una bandera de su país? No. El texto decía: “Voto para las mujeres”.  No hablamos de vidas ejemplares y únicas, se trata de ser. De escalar las metas de cada día. De descansar si te apetece. De saber que la tarea es ingente, pero no tienes que hacerla tú toda. Y de no permitir que te echen a puntapiés cuando estés haciendo lo quieres hacer.

2017: el año en el que cayeron las caretas

2016 fue el año que no vinieron venir como se cansaron de señalar porque cuesta ver desde los cenáculos del poder. A pie de calle, más cerca, se apreciaba mucho más la realidad. 2017 ha sido el que ha visto caer todas las caretas y algunos velos. Los años no son sino convencionalismos, periodos de tiempo, pero sirven para evaluar la marcha. Tras ir repitiendo elecciones y algún golpe de mano interno al efecto, 2017 se estrenó con Mariano Rajoy sin salir de la Moncloa. Al gusto del poder establecido. Unos partidos presuntamente de oposición iban a controlarle, nos dijeron, pero lo cierto es que Rajoy ha hecho, desecho y parado cuanto ha querido. Como si dispusiera de mayoría absoluta de nuevo. Hasta más legitimado por el consenso que le aportan quienes terminaron siendo sus socios. Una gran coalición de facto, a la derecha y a lo suyo. Es un primer dato significativo del año que termina.

A partir de ahí, el gran hecho distintivo de 2017 ha sido la caída de múltiples caretas. Algunas se habían ensamblado prácticamente con el rostro pero sus dueños las han despegado con soltura. Catalunya con todos sus avatares ha sido el catalizador para saber que hay personas capaces de defender un territorio por encima de las necesidades de una sociedad. Y vale tanto o más para el nacionalismo español que para el catalán. Esa fue la gran revelación, no el que salieran tantos mucho españoles o independentistas irrevocables, sino sus prioridades excluyentes.

Ha sido el año del “A por ellos”, a un alto coste. El campo de batalla quedó sembrado de heridos y de caudillos en pie más o menos averiados, pero ya todos sabemos dónde estamos, quién es quién. Un paisaje desolador que no deja de tener ese aspecto positivo,  al lado de tanta hipocresía congénita.

2017 nos trajo la revitalización milagrosa de Ciudadanos. Las uvas del 2016 les tenían prácticamente evaporados, al desdecirse de cuanto prometieron para apoyar a Rajoy y no ser esenciales en su investidura. Al PP le bastaba la abstención de aquel PSOE  de la gestora. Parece que hubieran pasado siglos y apenas son doce meses. La reina en el Sur -nominalmente socialista- fue derrotada por el Pedro Sánchez del No es No que también aparcó sus promesas de hacer dimitir a Rajoy y terminó de constitucionalista del 155 y del 135 ante “el desafío secesionista” ese del que hablábamos.

Con un PP tocado por la pésima gestión catalana, el premio de la lotería le ha correspondido a Ciudadanos. Aupados por las banderas de la unidad, sin haber cambiado ni un punto de su programa ultraliberal. Su líder en Catalunya, Inés Arrimadas, con un papel bien estructurado, gusta más que el del jefe nacional, el presidente Albert Rivera. La gran inversión de los medios concertados, los bancos, el dinero en sí, en Arrimadas, salió rentable y el pastel está en alto a la espera de saber si es suflé o masa sólida. El soberanismo catalán no está descabezado en absoluto y si algunos piensan que reivindicaciones seculares se agostan a palos es que andan muy perdidos.

A Unidos Podemos les ha afectado la otra campaña simultánea, la de derribo ejercida contra ellos, diaria, y sus propios errores. Se nota cansancio que resta la frescura que les llevó al éxito. En un país con tanta zancadilla a las izquierdas, con el nivel de exigencia de sus votantes, se precisa doble entusiasmo y doble imaginación. Los tuvo y seguirán ahí, se supone. Los ciudadanos de izquierda genérica tienen mucho qué decir, al PSC ya se lo han dicho.

Todo dependerá pues de las prioridades de la ciudadanía. Este año, altamente exaltada, también ha aventado las caretas para -en un gran número- expresar que prefiere banderas y territorio a sus propias necesidades vitales. Carencias e injusticias han desaparecido prácticamente de la agenda, solo se habla de Catalunya. Una sociedad madura, una democracia tan madura como nos contaba el Rey que tenemos, revisaría qué quiere para su vida y la de los suyos. Los más civilizados, incluirán lo que viene en llamarse el bien común. El Pacto Social, si atendemos a Rousseau, que lo tenemos hecho una pena.

Y es que cada día sale un pufo de corrupción, casi todos en el entorno del Partido Popular, que se los echa a la espalda con admirable soltura. Cuenta con la inestimable ayuda de buen número de medios, bien es verdad. En RTVE les hacen un lavado y planchado de exposición cada vez que lo necesitan. 2017 ha sido además el año de los robos de expedientes y pruebas, de casos que afectan al PP. El de Madrid sobre todo. Y no pasa nada.

Ya somos el país más desigual de Europa, hemos vencido en aquella batalla por ese liderazgo que nos disputábamos con alguna de las más famélicas repúblicas de la Europa oriental.  Vuelve a subir la luz y el gas, mientras las pensiones pierden ya poder adquisitivo. Baja, a la par, la base de cotización para que los nuevos beneficiarios vayan cobrado cada vez menos. Aprueban, con banda de música y fuegos artificiales, un incremento del salario mínimo –indigno aun así de la cuarta economía de la Eurozona- y meten Rajoy y Bañez una cuña que no nos contaron, Para llegar a los ingresos prometidos hasta 2020 se ha de dar una conjunción cósmica. Los contratos de trabajo son cada vez más cortos y más provisionales. Balance del año: temporales el 90,1%, el  25,8% de duración menor a una semana. Pero la mayoría solo se mueve al compás de las banderas ondeantes.

El partido de los recortes no dejó de usar la tijera en lo social.  Desde 2011, por ejemplo, ha recortado 3.000 millones de euros a la ayuda a la dependencia. 320.000 personas aguardan ahora en lista de espera. En 2016, 46.000 murieron sin recibirla.  La España ultraliberal, dirigida a que cada uno se apañe como pueda, pague lo que pague de impuestos, es lo que tiene. Y esperen si prosperan de verdad los políticos de diseño, de esos que se compran en nada un chalet de un millón de euros, en el exclusivo Pozuelo de Alarcón, Madrid. Idealista, uno de los mejores portales del sector, nos aclara que allí viven “personalidades como Cristiano Ronaldo o Borja Thyssen».

En los finales de año se hace balance de fallecidos. Quisiera recordar a Rafael Luque, un trabajador que este verano se dejó la vida asfaltando la carretera A-406 a pleno sol -hasta a 45º- en Morón de la Frontera. Al anciano de 82 años al que, en primavera, se dejaron olvidado, muerto, en un banco del jardín de una residencia de Alcorcón, Madrid. Las quejas por la falta de medios en estos centros son continuas.  Y a la mujer que  acaba de morir, sola, en el Hospital de Úbeda tras estar aparcada en urgencias 12 horas sin que nadie la atendiera. Se llamaba Aurelia, tenía 64 años, y venía de otra residencia. Estas imágenes ilustran mejor que varios tratados el maltrato al empleo, a la sanidad y a los servicios públicos en general que ejerce el PP, con ayuda de sus socios. Y aún se propone bajar más el presupuesto para «gasto» social. Pero las banderas siguen en los balcones solo para exigir la unidad de España.

La vida de los desfavorecidos cada vez vale menos. 2017 ha avanzado en el egoísmo y menosprecio general por las personas que se arriesgan a huir del horror y acaban muchas veces en la barbarie desoladora. Un año  especialmente dramático que ha llenado campos, playas y mares de Aylanes abandonados y abusados. La indiferencia social a estas tragedias, la deshumanización manifiesta es otra de las características de 2017. La banalidad adormecedora como vía de eludir la realidad.  Y, a su calor, crece la ultraderecha que llega a los gobiernos. Crece en España, en medio de una tolerancia preocupante. Este viernes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no ha sido capaz de llamar dictadura al «régimen no democrático» que precedió «a la democracia», según ha preferido denominarlo con su repetición cacofónica y todo.

A finales de 2016 empezamos a conocer un concepto llamado posverdad –las mentiras de toda la vida, aceptadas-. Se implantaría con la elección de Donald Trump y se iría generalizando con las Fake news. Se ha instalado la inseguridad acerca de lo que es cierto y no lo es, para ganancia de pescadores. Capitalismo 3.0dijimos, más que bots rusos. A oídos taponados.

Miles de personas abarrotan Washington para una marcha por los derechos de las mujeres que puede ser histórica.
Miles de personas abarrotan Washington para una marcha por los derechos de las mujeres histórica. EFE

Los medios generalistas siguen su despeñe en credibilidad y aceptación. No saben siquiera que ya no son competitivos en los quioscos. De no ser tan dañina su labor, produciría hasta lástima ver su temor a los gigantes que pueblan las Redes, llenas de ejércitos de tuiteros. Al final, siempre son molinos.

Empezamos con la posverdad y acabamos con la memez conservadora de Tabarnia que viene con cuerda para rato.  Y el tedio anunciado de repetición hasta el infinito, difusión en tertulias, artículos, whatsapp. Ya no se puede ignorar, coincido con Carlos Hernández. Lo peor es que son los tabarnios los que mandan, los que han acrecentado su hegemonía en este 2017. Y, de ahí, que haya sido este el peor año para la libertad de expresión en España desde Franco. Preludio de días mucho peores si no variamos el rumbo.  Es el año del apogeo de la mordaza en nuestro país. El que ha instaurado el delito de odio, pensado para la protección de minorías o personas oprimidas ahora es otro instrumento del poder. Para despedir el año el Ministro del Interior avisa que será delito de terrorismo retuitear tweets, solo darle al RT, que quepan en el cajón de sastre que le dispusieron en el Pacto antiterrorista.

Tuvimos cruentos atentados en Catalunya. 15 muertos, entre ellos dos niños, y más de 130 heridos de distintos países. El mundo lloró con nosotros y nuestro desconsuelo. Pero, en pocos días, la marea de solidaridad fue ocultada por las banderas de guerra del “a por ellos”. Y el símbolo de la heroicidad de aquellos días amargos, el Mayor Trapero de los Mossos, fue destituido, degradado, y aún le buscan cómo meterlo en la cárcel.

Año terrible 2017, salvo porque, además de las caretas, cayeron algunos velos. Sobre la impunidad del machismo social y del machismo asesino. Millones de mujeres salieron a protestar recién llegado a la Casa Blanca Donald Trump.  Una inyección de coraje, del «Basta ya» inundó el corazón de los EEUU. 2017 ha registrado el fin del silencio sobre el acoso machista. Actrices de Hollywood fueron revelando las vejaciones y represalias de las que habían sido objeto, algunas durante años. Y grandes nombres del cine quedaron al descubierto como depredadores sexuales. Apenas empiezan a pagar sus ataques.

Y fueron emergiendo las víctimas en muchos otros países a contar sus historias, a denunciar las agresiones. En España también. El número de mujeres asesinadas por la violencia machista ha crecido pero ha de ser la última vez.  Si hay una esperanza  es que la mujer ha tomado conciencia del problema. Muchas han cambiado de actitud. Como nunca. «Feminismo» es la palabra del año. En eldiarioes el vídeo “ A mí también” de denuncia del machismo es el más visto del año.

2017 nos deja una herencia visceral y ultraconservadora que tapó la boca a todos los agravios que como sociedad padecemos. Un futuro preocupante, en consecuencia. Mucho. Habrá que recuperar al menos la racionalidad. Por supervivencia. Contamos con personas que lo saben y lo quieren, por supuesto. Hay un momento en el que ya no se puede más y salen fuerzas hasta de donde no se sabe existían.

A por… un año sensato y constructivo ¿Se apuntan?

De la minifalda culpable a La Manada bruta

Vuelta a empezar. Una y otra vez. La lucha de las mujeres por nuestros derechos en España, de las mujeres como tales, brinca hacia atrás al menor descuido. El juicio en Pamplona a 5 sujetos, apodados a sí mismos “La manada”,  acusados de la violación grupal a una chica de 18 años durante los Sanfermines de 2015, parece la continuación de una larga historia. Con algunos agravantes. Ahora el caso se retransmite en directo por todas las pantallas y, convertido en circo, se abre a la opinión de los espectadores. En culpabilizar a la víctima no hay diferencia, es un clásico.

Es tan largo el camino que una se resiste a volver a hurgar en las carpetas archivadas y, sobre todo, en los recuerdos que empujan vivos como recién nacidos en cada nueva agresión. Sí, esto viene de muy lejos, y cuesta encontrar un punto de hasta dónde se remonta. Quizás a aquellas mujeres que empezaban a respirar en derechos y oportunidades, cuando el tajo fatal del franquismo les cortó las alas para atarlas al hombre, a la casa, y a un destino subordinado. Nuestras madres, vuestras abuelas, hasta bisabuelas hay ya. Por cierto a muchas las castraron para siempre, hasta en los genes educacionales que reproducen, otras siempre dejaron encendida la llama de la libertad.

  En una gran elipsis nos vamos hasta la famosa Transición. Todo lo hicimos prácticamente solas. Las gradas del Parlamento estaban llenas de hombres casi en exclusiva. Como todos los centros de poder, todos. Hubo que protestar, plantarse, luchar, insistir, trabajar. Cada una como pudo. Que la mujer adúltera no siguiera siendo penada con cárcel se consiguió gracias al empecinamiento de una abogada de Zaragoza: Gloria Labarta. La doctora Elena Arnedo, entonces esposa de Miguel Boyer, fue decisiva en la aprobación de los anticonceptivos que estaban prohibidos. Tantas y tantas, desde cualquier lugar y cometido, un trabajo de muchas en realidad. Algún hombre lo citó. Antonio Fraguas, Forges, recalcó en un reportaje esa lucha solitaria de las mujeres españolas, lo injusto del desinterés masculino. Y todo lo esencial fue llegando.

  Un reportaje. Hubo unos cuantos. Míos, de otras mujeres, pocas veces un hombre trató el tema. La mentalidad tardó mucho más en cambiar. Porque sí cambió algo. El machismo iba surcando las leyes y la interpretación de las leyes. Así llegamos, en otro salto con pértiga, hasta 1989 –el año de todos los hitos- cuando un juez de Lérida, dicta una sentencia por agresión sexual que supuso un antes y un después: la sentencia de la minifalda.

La sentencia de la minifalda, un revulsivo

Ya no los decía Manolo Escobar que no solo interpretó el «Que viva España», himno indeseado -hasta por su familia- de esa mayoría que se arrastra de siglo en siglo afirmando sus esencias. Escobar advertía que no nos pusiéramos minifalda para ir a los toros, la bestia no solo estaba en el ruedo.  De ahí que la Audiencia de Lérida dictara una sentencia en la que una joven de 17 años, menor de edad, María José, “pudo provocar, si acaso inocentemente, al empresario J**** F******* por su vestimenta” para que el hombre, su jefe, le metiera mano desde el borde de la falda hasta el escote por así decirlo. Le pusieron una multa de 40.000 pesetas, pero la culpa popular fue para la agredida “que iba provocando”.

 No toda. La sentencia causó una reacción notable, un hasta aquí hemos llegado de muchas mujeres hartas de ser castigadas doblemente por despertar la libido -incontrolable al parecer- de algunos machos de la especie humana. Y su cuajo de aprovecharse de su situación de superioridad, jerarquía laboral en este caso.

Solo era violación la penetración vaginal

Otra de las leyes que cambiaron a raíz de poner el foco en el machismo judicial, fue la que consideraba que la violación con coito anal era únicamente un abuso deshonesto.  Años anduvimos oyendo -con sordina bien es verdad por hipócritas remilgos- los ataques a mujeres con todo tipo de vejaciones saldadas con una pena mínima. Y al empacho de saber que solo era violación la penetración vaginal. Solo lo que puede originar una gestación o restar la prioridad de otro varón a la siembra procreadora. La mujer como objeto por todos los conductos. En 1989 se retiró del Código Penal esa distinción. Y en 2003 se incluyó como violación las penetraciones con cualquier miembro corporal -no solo el pene-, básico en las agresiones a niñas.

No resistirse en una violación no es eximente para el agresor

La abogada María José Varela fue otro de los nombres clave. Ella y la Asociación de Abogadas del Colegio de Barcelona impulsaron avances decisivos, como los citados. Varela logró la primera condena por acoso sexual. En 1998. Como quien dice anteayer. Y, previamente, e n 1986, retirar de la jurisprudencia -nunca estuvo en el Código Penal- que la no resistencia de la víctima a la violación sea un eximente para el agresor. Algo de lo que no quiere enterarse mucha gente. Una joven violada en el portal de su casa inició con Varela el pleito porque era discriminatorio, porque a nadie le exigen no resistirse a un robo para ser tenido en cuenta el delito.

Costó que calara, de hecho no lo ha hecho, permanece el estigma. Y seguían las  sentencias escandalosas. La de una chica de 25 años que fue violada por cinco hombres en el Parque Güell de Barcelona -lugar al que la arrastraron desde un barrio cercano-, absueltos porque ella no mostró resistencia, precisamente.  El fallo judicial fue en 1986. Alguno de los acusados admitió la violación y que la amenazaron con una navaja. Le robaron además el bolso. “Temía por mi vida, claro que no me resistí”, explicó ante la cámara. El caso más parecido al de La Manada en Pamplona. Todos los prejuicios aparecieron. Hasta  «la discreta energía con que el varón vence el pudor de la doncella que en realidad desea y consiente», contaba Varela en este artículo, pieza valiosa para entender de dónde venimos. 

El bebedero del perro, un animal muy limpio

En torno a los 90 -y siempre en reportajes para Informe Semamal de TVE-  hablé con casi todas las partes de otro caso flagrante de violencia machista. Salvo con la mujer, con la víctima, que sí se defendió de su pareja mordiéndole un dedo, lo que le acarreó condena a ella. No seguí después si la cumplió. El maltratador, encarcelado, me contó que la tuvo atada, sí, durante 24 horas, y que le daba agua en el recipiente del perro, “un animalito muy limpio, no había que ponerse así”. Luego la cosa fue a más, a mucho más, una brutalidad sin límite.  “Se me fue la cabeza”, creo que dijo. Ella tardó tiempo en curarse de lesiones gravísimas en los genitales, le quedaron secuelas.

La acusación pidió para él la calificación de intento de asesinato, pero el juez sentenció “detención ilegal” y “lesiones”. Un año de prisión menor por la primera, y cuatro por lesiones.  Aprovechó la sentencia para dictar esta otra: “es norma de cultura, al parecer imposible de erradicar, nacida de mitos y creencias religiosas que dibujan a la mujer como formada del único material desechable del que puede prescindir un hombre y que ello define su inferioridad. Todo ello y otras consideraciones similares explican que no justifican estos hechos”, concluía.

El juez mantenía que eran las leyes las que habrían de ser cambiadas. Llegó a estar en televisión respondiendo a la alarma social creada por sentencias judiciales varias en casos de agresión a mujeres. En un plató en donde “cayó sobre él toda la ira de las mujeres maltratadas que no han encontrado justicia en la justicia”, escribió un afamado comentarista de televisión. Año 2002.

El legado

De todo eso venimos. Del lastre y de los esfuerzos por remontarlos. Cuánto se avanzó y a qué velocidad retrocedemos. Pareció durante un tiempo que algo había cambiado en el machismo feroz. Pero tiene una poderosa fuerza de regeneración por la complicidad social. Ahí siguen los empresarios ofreciendo trabajo a cambio de sexo, hasta un político al que ayuda en su campaña una mujer joven, nuevo valor de su partido que luego da lecciones de ética. Siguen las creencias ancestrales basadas en mitos o bulos absurdos. La culpabilización de la mujer por las turbas censoras, reverdecidas de nuevo. La agresión como espectáculo. Indignos opinadores disparando encuestas contra la víctima. Los tribunales que admiten el testimonio de un detective privado que un acusado contrató para espiar a la víctima, para darle otra vez.  Y siguen los machos cada vez más violentos y organizados. Con cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no cogernos los dedos porque después queremos violar todos. La violación como botín de guerra o botín de fuerza bruta.

Otra actitud destaca enfrente. Un cambio notable respecto a otras épocas. Lleva el impulso de tantas otras  mujeres de todos los tiempos, la energía de las alas que nunca les abatieron. La razón que sustenta y reafirma cuando se trata de luchar por los derechos y la justicia. Aumenta, en número y decisión, nuestro querer ser, querer poder.

Respirar por las heridas del feminismo

Alertaba algún miembro de la Administración hace poco sobre un movimiento que niega la desigualdad de la mujer, citando varios ejemplos. Dentro de la involución generalizada que vive la sociedad mundial y la española en particular, parece probada la existencia de una corriente que intenta la contrarreforma machista utilizando múltiples vías. Destacar, por ejemplo, la violencia de género de mujeres contra hombres, cuando las cifras atestiguan la disparidad de porcentajes en la misma condenable actitud. Otra vía es ridiculizar jocosamente las pretensiones de igualdad. De ahí nace el neologismo “feminazis” que ha cosechado tanto éxito.

La frase con la que titulo este artículo –respirar por las heridas del feminismo- es otra de las muletillas usadas por ese sector. Malo eso de las heridas ¿no?, indica la existencia de una agresión. ¿Y quien la inflige? ¿Quién insulta y desautoriza a una mujer por opinar? En poco estiman la larga serie de atropellos sufridos por las mujeres de mucha mayor entidad y consistencia.

Lo realmente curioso es que me metan a mí en ese saco. Por ninguna razón en concreto –quizás sólo porque me gustan poco las etiquetas-, jamás me he englobado en el concepto feminismo. En nada lo desdeño. El machismo afirma la superioridad del hombre sobre la mujer, mientras el feminismo aspira a la igualdad. El machismo es agresivo y el feminismo no. Durante mucho tiempo ha sido defensivo y constructivo. Pero siempre he preferido denominarme “mujer”, que no es poco. Esta tribuna en El País, va a hacer ya 2 años, concluía con una frase de Gioconda Belli, llamando a aunar esfuerzos. Os recomiendo el poema completo: Nueva tesis feminista. Más aún, también he criticado –“Ellas según Ellos”, Espejo de Tinta, 2005- cómo muchas mujeres poderosas lo son copiando el roll masculino. Y citaba el caso de diputadas británicas que se inyectaban testosterona para ser más combativas en el Parlamento –eso afortunadamente parece que empieza a cambiar y se ven mujeres sin testículos en puestos destacados-. Mi sangre no me pide testosterona más que en el partner amoroso, me siento muy orgullosa de ser mujer.

Sobre el periodismo tengo las ideas muy claras -ojalá fuera así en todo-, le he dedicado gran parte de mi vida. No existe controversia alguna en ese punto con otro periodista con el que algunos se han empeñado en enfrentarme (de esa forma excluyente y maniqueísta tan primitiva). En una lista que fuera de los deleznables a los que valoro, no ocuparía en modo alguno un puesto destacado. Al fin y al cabo fue precursor de un tipo de periodismo que hoy hace furor y que, como todas las copias, ha degenerado en caricatura. Sí creo en cambio que la corriente neomachista lo ha tomado como uno de sus líderes. O inventó, o usa con profusión, el término “feminazi”. Y eso ya me parece suficiente para criticarle. Nazi = fascista, imperialista, totalitario, genocida.

El machismo visceral –del que participan muchas mujeres- sigue entendiendo la vida como una carrera de fuerzas físicas, de valor… de hombría. Los periodistas no somos toreros, no tenemos que acreditar -por divertir al personal- que nos jugamos la vida en cada acto profesional (aunque muchas veces lo hagamos y ni siquiera en los momentos que parecen más propicios par ello). Eso no es periodismo, sino espectáculo (ficción más que hechos). Como decía Piezas en el post anterior, «la culpa la tiene Hollywood«. Y no sólo el cine, sino la infantilización de la sociedad. Ha sido abocada a ello. Le machacan cada día para dirigirle como en “1984” de Orwell, y algunas otras obras anticipatorias. Parecería que ya no sabe protegerse del frío o del calor si en la tele no le dicen cómo. Así son manipulables, así compran más y sostienen el sistema. Pero hay que entretenerles para disipar atisbos de pensamiento crítico. Muchos insistimos, desde hace tiempo, en que el periodismo se ha vuelto espectáculo. Y precisa tiros, riesgo, niños destrozados bajo escombros, cuando, como bien decía «aparejaabierta» en el blog, miles mueren a diario de hambre sin que nadie les eche un ojo, ni una lágrima. Siempre trivialización: pensar no conviene al sistema.

    Hoy, un artículo titulado “Un mundo de mujeres” de la escritora Monika Zgustova, tras citar muchos logros en los que la mujer está superando al hombre, decía que ya no necesitamos muletas (eufemismo de apoyo, porque cojas estamos pocas). Feliz mundo en el que vive que parece ignorar los gravísimos problemas de nuestro género en el Tercer Mundo –ése que ocupa dos tercios de la Humanidad-, y aún en el desarrollado. Sobre la dignidad y derechos de las mujeres sólo escribimos, hablamos, hacemos –en porcentaje abrumador- las propias mujeres, es hora de que se apunten también los hombres. Sin efectos especiales, sin heridas de ningún tipo, en el día a día que comienza por el respeto y el conocimiento y reconocimiento de la realidad.

La política igualitaria de Pérez Reverte

Relata Arturo Pérez Reverte, en una de sus muy seguidas crónicas, lo acontecido a un amigo suyo llamado Manolo en Vigo. Pretendió cubrir un puesto de auditor en su empresa. Para ello, publicó un anuncio en la prensa local diciendo: «Se necesita auditor para empresa solvente». Y, según Pérez Reverte, “empezó el circo”: Inspecciones y consultas por no haber especificado el sexo.

El afamado escritor comienza por llamar “pava” a una inspectora de Trabajo. Y sigue con este párrafo: “No añade, porque es chico educado y tampoco quiere broncas, que no es asunto suyo, ni de su empresa, que una pandilla de feminazis oportunistas, crecidas por el silencio de los borregos, la ignorancia nacional y la complicidad de una clase política prevaricadora y analfabeta, necesite justificar su negocio de subvenciones e influencias elevando la estupidez a la categoría de norma, y violentando a su conveniencia la lógica natural de un idioma que, aparte de ellas, hablan cuatrocientos millones de personas en todo el mundo”.

Malo es que haya de ser especificado el género de un optante a trabajo, salvo que sea de paridera –caso de existir como a veces creo el empleo-, o de que se pretenda pagarle menos por la misma labor –hecho que sucede en la práctica-. Irrelevante en mi opinión asirse al léxico para cambiar situaciones sociales. Las primeras juezas de la historia de España en la Transición, eran llamadas “la Juez” y el femenino terminó por imponerse. Inútil pérdida de ese espacio vital que paga el dinero y la escasa atención del lector –a juzgar como criterios a valorar o no-, distinguir entre “vascos y vascas”, “compañeros y compañeras” o, sí, incluso, la frase convertida en chiste de “miembros y miembras”. Pero de ahí, a utilizar la excusa de la semántica para llamar “pava”, “feminazis”, “oportunistas”, “creadas por el silencio de los borregos”, «prevaricadores» y demás calificativos, a quienes alteran su tranquilidad masculina, va un abismo. Claro, que el machismo se cultiva en círculos endogámicos. Cada uno tiene los amigos que tiene, generalmente afines en algún aspecto. “El pobre Manolo” –relata el escritor- le dice, «lo mismo voy a juicio, colega, me toca una juez feminista y encima me jode vivo».

Arturo Pérez Reverte, además de machista de rancio poso, un crianza gran reserva, es académico de la lengua. Y nos explica el funcionamiento de tan insigne institución: “la norma no se impone por decreto, sino que son el uso y la sabiduría de la propia lengua hablada y escrita los que crean esa norma; y que las academias, diccionarios, gramáticas y ortografías se limitan a registrar el hecho lingüístico, a fijarlo y a limpiarlo para su común conocimiento y mayor eficacia. Porque no es que, como afirman algunos tontos, las academias sean lentas y vayan detrás de la lengua de la calle. Es que su misión es precisamente ésa: ir detrás, recogiendo la ropa tirada por el suelo, haciendo inventario de ésta y ordenando los armarios”. De ahí, que aceptaran palabras como guay, jope, tropecientos, currante o flipar, poner algunos ejemplo, y se resistan a otras que, en efecto, impondrá la costumbre, pero que duelen algo más.

El sábado, en Informe Semanal, un magnífico reportaje de Juan Antonio Tirado nos mostró por primera vez –decía- imágenes de una sesión de la Academia. El plano recogió a personas conocidas –aunque luego las entrevistas buscaran contenidos-. Teníamos a Luís María Ansón, Antonio Mingote, o el propio Pérez Reverte, en ese universo de trajes y corbatas masculinas que es la RAE. No dudo de los méritos de casi ninguno para estar allí, pero tampoco les otorgo a todos, por trayectoria y resultados, categoría de sabios ex cátedra. Ni me parece que ordenen demasiado bien los armarios, tras recoger la ropa tirada por el suelo, ni que no les fuera exigible algo más de iniciativa. Él es un ejemplo. Pero es que no debo entenderlo. Seguramente Pérez Reverte utiliza el lenguaje de la calle, de la calle española cargada de prejuicios y tan inculta como la que él vitupera al escribir: pava, feminazi, silencio de los borregos, contribuyendo a afianzar la carga en profundidad que en numerosas ocasiones revela una discusión semántica.

Pérez Reverte viene a concluir así su alegato: “Esto es España, líder de Europa y pasmo de Occidente: el continuo disparate donde la razón vive indefensa y cualquier imbecilidad tiene su asiento”. Y en ese punto estoy absolutamente de acuerdo con él, aunque no en la misma dirección.

  Si alguien tiene algún interés en ver el artículo completo de Pérez Reverte, está aquí.

Actualización 16,15

  El asunto suscita aún -siglo XXI- una alta controversia por lo que veo. Se aprecia en los comentarios del blog. Y, muy aumentada, en meneame, estado de opinión social anónima. En este portal, el artículo de Pérez Reverte, es el más votado del día superando los 200 comentarios, muchos de ellos incendiarios:

http://meneame.net/story/chantaje-genero-arturo-perez-reverte

El mìo ha tenido que ser cerrado hundido por los comentarios y votos negativos:

http://meneame.net/story/politica-igualitaria-perez-reverte

  Afortunadamente, en los comentarios argumentados e informativos de este blog, se encuentran bastantes claves. En el de Gabriel, por ejemplo.

Ah, y yo me reafirmo en todo lo dicho punto por punto, especialmente en la carga ideológica que suelen llevar las discusiones «semánticas».

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