2018, no digan que no avisó

2018 ha sido un año de confirmar pesadillas y alumbrar certezas más esperanzadoras. Un año decisivo que nos sitúa en una encrucijada en la que todo puede ser y dejar de ser. Los hechos destacados nos sitúan ante un cambio de gobierno en España, fuertes convulsiones políticas o la entrada de la ultraderecha en el Parlamento andaluz. Pero otra historia debajo nos recorre sembrando el camino de frutos y de malas hierbas, dispuestos a coexistir o destruirse. Un 2018 determinante que nos lleva a un 2019 todavía más trascendente.

Sobrevuelan en este final de año los Santos Inocentes más que ningún otro. Los de Miguel Delibes y Mario Camus. Los del señorito Iván y la milana bonita. Andalucía ha dado entrada en sus instituciones a la ultraderecha, a un Vox que manda y ya nada volverá a ser igual. Culpables sin inocencia, víctimas sin culpa.  Se avisó. Se avisó tanto. Las democracias otorgadas pueden desvanecerse de la noche a la mañana, recordábamos este 15 de mayo. Múltiples y muy claros síntomas apuntan a un camino que conduce al fascismo. La versión siglo XXI. Y a una creciente campaña para su normalización, decíamos.

El periodismo. El periodismo son antecedentes. Y gritan cada día mostrando los trazos que se van tejiendo. Uno descubre, otro lava.

Pedro Sánchez, redivivo secretario general del PSOE, se decide a presentar una moción de censura contra Rajoy. Y se convierte en presidente del gobierno en Junio. Expulsar al PP de la Moncloa era una exigencia ética. Es una organización que ha parasitado el país con ayuda de una red de apoyos mediáticos, jurídicos y empresariales apenas invisible. Y ha infectado a la sociedad que lo contempla sin gran inquietud. Todos saben lo que han hecho. Pero enseguida dejan de saberlo porque la tupida maquinaria disuelve la memoria.

Cristina Cifuentes dimitió como presidenta la Comunidad de Madrid
Cristina Cifuentes dimitió como presidenta la Comunidad de Madrid

El periodismo. El periodismo ha desenmascarado antes a Cristina Cifuentes y su máster imposible.  Se ve obligada a dimitir como presidenta de la Comunidad de Madrid en una de esas patéticas agonías que protagonizan algunos políticos empecinados en no ver ni su realidad. Siguiendo el protocolo PP, el protocolo España, la llenan de aplausos en Sevilla. Cospedal dice: «hay que defender lo nuestro y a los nuestros». Por serlo. Ella también caerá. Como su encarnizada rival, Soraya Sáenz de Santamaría, cuyo poder omnímodo y férreo se deshace como un terrón de azúcar con la salida de Rajoy. Las cloacas del Estado meten mano. Villarejo, los sicarios mediáticos. Y el periodismo que descubrió el pastel del Máster se ve enjuiciado por revelación de secretos a los periodistas Raquel Ejerique e Ignacio Escolar de eldiario.es. El mundo al revés.

La justicia.  Los tiras y aflojas, los tiros y yerros con el procés. El poder judicial político. El Tribunal Supremo que se enmienda a sí mismo en favor de los bancos en otra decisión históricamente bochornosa. Exime al comprador del impuesto de las hipotecas, se lo asigna al banco, y se desdice. El Supremo cotiza en Bolsa. La Justicia. España. A cuentagotas nos da un respiro. Ana Botella y siete cargos de su Gobierno, condenados a pagar 25 millones por vender pisos públicos con rebajas a fondos buitre. Por la tenacidad de sus denunciantes sin duda. La gente lo hizo.

El PP elige a Pablo Casado como su presidente. También tiene un historial académico de epatar. Su máster termina aderezado de un «posgrado en Harvard» que resulta ser un curso de cuatro días en Aravaca, Madrid, y con otro de la misma universidad y uno más de Georgetown. Tres en un solo verano, 2008. El caso Cifuentes, descubierto por eldiario.es, ha sido mucho más que una investigación periodística concreta, ha destapado un entramado de privilegios y trampas en titulaciones universitarias. Para marcar élite, casta. Y sin esfuerzo. Casado dice que no pasará nada. Él sabe. No pasa. Con él. Y ahí lo tenemos. Soltando por su boca y la de su equipo barbaridades del quince como huesos de aceituna. Y sus seguidores olvidan corrupciones y mentiras. No me digan que ellos mismos no avisaron. Décadas. Solo en la Comunitat valenciana, los años de  vino y rosas, de despilfarro y corrupción han acumulado una deuda de 46.000 millones de euros. Es impagable, el esfuerzo presupuestario solo puede llegar a abonar intereses.  Deberían estar bajo una mesa abochornados, pero sigue presumiendo.

En paralelo, tenemos a un político, con aspiraciones a presidir el gobierno, amado por medios y encuestas como nadie fue amado jamás. Solo ve españoles allá por donde camina. Muy precisos: ni rojos, ni azules; ni viejos, ni jóvenes; ni trabajadores, ni rentistas. Albert Rivera ha reeditado el discurso del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Lo lanzó en un acto que tuvo su momento culminante con Marta Sánchez y su versión del himno de España. No me digan que no avisaron.

PP y Ciudadanos forman gobierno en Andalucía, apoyados por Vox, sin pinza democrática en la nariz. Prensa, radio y televisión lavan y lavan. Ya les llaman centro derecha.

Miembros del gobierno de Pedro Sánchez, PSOE. EFE, Chema Moya
Miembros del gobierno de Pedro Sánchez, PSOE. EFE, Chema Moya

Gobierno de Sánchez. Espectacular entrada con un equipo de ministras en minoría y gentes sobradamente preparadas. Por algunas zonas van haciendo aguas con ayuda de la presión, discriminada, de la prensa conservadora. Pero lo cierto es que sigue vigente la ley Mordaza, el dictador Franco en su Mausoleo, la reforma laboral del PP, el rechazo a la Ley de Justicia Universal. Lo más contundente y efectivo, la subida del salario mínimo a 900 euros, o mejor dicho el cambio de tendencia para recuperar poder adquisitivo. No es suficiente pero supone un avance, absolutamente necesario. Lo propuso Unidos Podemos, una formación que pierde algo de gas, dicen medios, encuestas. Con la colaboración de la misma prensa, sin duda, y por sí misma. En momentos críticos como estos, se precisa algo más que medidas de gobierno parciales. Destacable la labor mediadora de Pablo Iglesias. Y el electorado que no abandona.

Se diría que los dirigentes, también del centro-izquierda, van entendiendo las reglas del juego. Quién mueve los hilos y para qué. Difícil remontar. Algunos lo hacen. Francia se echa en la calla en amarillo, como la Catalunya insumisa que, con independencia o no, prefiere no bajar la cabeza. Los a por ellos y los resentidos rabian. Mientras es más visible su poder, el que siempre han tenido.

Inmigrantes sudamericanos inspeccionados en EEUU
Inmigrantes sudamericanos inspeccionados en EEUU

Volvimos a ver en 2018 niños desolados entre uniformes que les arrancan de las manos de sus padres. En la América grande de Donald Trump no caben. La violación de las leyes internacionales que ya ni respetan la prioridad de las vidas en peligro en los mares de la escapada migratoria. La UE que mira para otro lado, los ciudadanos que miran para otro lado.

En los trazas de la realidad, la foto del rey emérito Juan Carlos I con el príncipe heredero saudí -vinculado al descuartizamiento del periodista crítico Jamal Khashoggi-  que se disuelve como tantas otras cosas de la institución. Los fastos para recibir a Xi Jinping, el presidente del país del dinero y el destrozo de los derechos humanos. El declive de la UE, comandado formalmente por un presidente beodo como metáfora de sí misma y por los intereses nacionales de sus miembros. La mujer de 65 años que se suicidó en Madrid cuando iba a ser desahuciada de su casa. De todos los que fueron echados de sus casas, y de cuantos resistieron.

El dolor convertido en espectáculo, una vez más. El niño Gabriel. La indescriptible desolación de los padres. Las cámaras, las conexiones, la catedral de Almería con pantallas gigantes en la explanada.  La maestra que corría hacía un reluciente infinito y cuya vida plena fue segada por un sátiro. Las decenas de asesinadas y maltratadas que se olvidan. A las que combate el machismo feroz manipulando a favor del fascismo.

Manifestación en Pamplona por la sentencia a La Manada. EFE/Villar López
Manifestación en Pamplona por la sentencia a La Manada. EFE/Villar López

Las mujeres. Fue un mazazo, no por esperado, menos traumático e indignante.  La Audiencia de Navarra dictó sentencia contra “la manada” exonerando a sus miembros del delito de violación.  Los detalles enervan.  Y se agravan con la interpretación de los magistrados. No se resistió. Se juzgaba a la víctima,  al parecer, a la mujer vejada, a la mujer. La sentencia dio la vuelta al mundo para nuestro escarnio, para una nueva evidencia de lo que es España hoy. The Washington Post, The Guardian o The New York Times destacaron que dos miembros de ‘la manada’ pertenecen a «cuerpos militares». En España esto cuenta.   Mucho. De igual modo que se pena con cárcel un rap, y se dan por sobreseídas  las denuncias presentadas contra agresiones de la extrema derecha. El cerco en Zaragoza a 400 dirigentes de izquierda sin ir más lejos. No me digan que no avisaron.

El 8 de Marzo las mujeres salimos a la calle y hasta los oportunistas se tiñeron de violeta. Tampoco se habían enterado, pero la realidad se plantó en sus narices. Las mujeres españolas han parado el mundo, decía la prensa internacional. No lo activamos, lo revivimos. Y allí nos hemos quedado, organizadas, con distintos cometidos en turnos. Las periodistas tuvimos una atalaya privilegiada. Vimos crecer desde una reunión de apenas 50 mujeres de nuestra profesión a más de 7.000 firmantes de un manifiesto y a un grupo de Telegram que resultó ser una portentosa lección de realidad. Y comprobamos que lo mismo sucedía en multitud de sectores profesionales y casi en cada esquina y cada casa de España.  Culmen del hartazgo. Un potentísimo mensaje  de rabia mezclado con la alegría de la reafirmación. El futuro ya lo estamos haciendo. Y es imparable. Avisamos, seguimos avisando.

“La prensa está al servicio de los gobernados, no de los gobernantes”, afirmaba en su auto el Supremo estadounidense al enjuiciar el falso Informe McNamara (1971) que nos contó en enero de 2018  The Post, los papeles del Pentágono, de  Steven Spielberg.  Periodistas de medio mundo  nos emocionamos. Y, como en la película, nos dijimos: Cómo nos gustaba esto.  Nos gusta, a pesar de todo. Y ver a miles de ciudadanos estadounidenses a las puertas del Tribunal Supremo luchar por su derecho a la información y por la libertad de expresión. Puestos a volver atrás, a desandar el camino, mejor sería regresar a la reivindicación de los derechos. En lugar de aprestarse a destruirlos como se está haciendo ahora.  Con mayor impunidad. Con crecidas complicidades.

Nos jugamos la democracia. Y la memoria y la dignidad. Las tenemos. Milanas bonitas en vuelo, libres, a preservar.

Carmen Sarmiento, el periodismo, la mujer y la memoria

sarmiento.calaf.maruja

Esta mañana he experimentado un fenómeno que suele llamarme la atención: la percepción selectiva. O dos fenómenos. El otro es cómo siguen escuchando la Cadena SER amigos y familiares progresistas de  “cierta edad”, con la fidelidad que exige hacerlo un domingo a las 8 de la mañana. En “A vivir”  y en la sección de Ramón Lobo han estado tres grandes, enormes, periodistas: Carmen Sarmiento, Rosa María Calaf y Maruja Torres.  Carmen me ha mencionado y varias personas me lo han contado por diversas vías y habiendo escuchado, en lo mismo, algo distinto. Desde el elogio a lo peyorativo.

Hablaban de que «Ser mujer y periodista nunca ha sido fácil». Mucho menos lo fue cuando las mujeres éramos la excepción en las redacciones. Aún más, en los inicios, unos pocos años antes en el caso de ellas. Vivo Franco incluso. Y del gozo y la esperanza que da que se haya reaccionado masivamente al machismo y que se denuncie lo que antes –y desde luego en España- era inimaginable. Una entrevista muy interesante porque si hay tres personas a las que merece la pena oír son ellas.

Contaba mi querida amiga Rosa María Calaf –que previamente a periodismo estudió Derecho- que le prohibían ir con pantalones a la Facultad y que en algunos temas de la asignatura de Derecho Canónico no les dejaban entrar a las mujeres. Han relatado esas experiencias comunes que se vivieron y siguieron viviendo en periodismo y en la vida. La condescendencia con la que nos tratan, decía Maruja Torres. El paternalismo, añadía Carmen Sarmiento. Los abusos. Los abusos sexuales.

Carmen ha explicado que, cuando llegó al telediario, solo había dos mujeres más. Y… un redactor jefe que se ofreció a acercarla desde Madrid a lo que hoy es la Casa de la Radio en Pozuelo, entonces también TVE y los informativos. Había que cruzar la Casa de Campo y un día el tipo se abalanzó sobre ella. Y forcejeando pudo salir del coche. Entonces no se denunciaban las agresiones sexuales. Pero a Carmen Sarmiento le obligó a pedir un cambio de turno porque “A ver con qué cara vas al telediario, después de eso».

Y ahí ha sido donde he aparecido la referencia hacia mí. Varios años después, a finales de los 80´, hice un reportaje de Informe Semanal sobre el acoso sexual. Y al parecer hubo cierta polémica con su intervención. La llamé. Los entrevistados los elegíamos los reporteros, claro está. Carmen Sarmiento ha contado al detalle lo sucedido dejando por delante que considera soy “una estupenda periodista”.  Quienes me han llamado es lo que han oído en su mayoría y se han alegrado de ese reconocimiento de una profesional tan valiosa. Yo también. Pero algunos han reparado –solo- en el resto, en el lamparón que suponía una cesión al intento de censura.

Es curioso lo que conserva la memoria a través del tiempo, de tanto tiempo. Yo no recuerdo esa polémica. Ella sí. Y probablemente en mi caso es porque no guardé el asunto en mi memoria como algo problemático. Ni siquiera el nombre de su agresor, cosa que ahora me intriga. Al parecer, le ocurrió con otros dos tipos más.

Mi admiración y afecto por Carmen Sarmiento es total. Siempre ha sido un referente,  una inspiración. Y, por tanto, por cómo es, sé que no había ninguna crítica deliberada hacia mi actuación en este reportaje. Cómo seremos que a mí lo que me ha quedado es  que pocos periodistas hacían reportajes en los años 80 sobre acoso sexual, por no decir ninguno. De igual forma que pocos periodistas trataban temas como el aborto o el adulterio en los 70, en el final de la dictadura y en la Transición. Y que sí soy consciente de censuras en otros reportajes, no en ése ni en esa etapa, en las que se censuró uno de principio a fin -no se emitió- por mencionar “coito anal”, que consideré imprescindible dado no estaba tipificado como violación y de eso tratábamos.

Mi reacción, por cierto, y tras tres reportajes con muchos problemas, muchos problemas, sobre una huelga larga de estudiantes, fue pedir tres meses de permiso más vacaciones y marcharme a Nueva York.  Yo  creo que no cedí nunca a presiones.  No sin intensas negociaciones en algunos casos. Es una elección que tiene sus costes. Era más fácil que ahora, no había igual tanto riesgo. Tanto, quiero decir. Al regresar, me mandaron a Sábado Revista que era nada, aunque el castigo fue corto. Y, en efecto, me ha sorprendido este emerger de una historia así del pasado.

Pero también quiero reivindicar a Ramón Colom. Con los defectos que pueda tener –como todo jefe- aguantó las presiones ministeriales con el asunto de la huelga de estudiantes, ganándose todo mi aprecio. Les toreó. Colgó teléfonos. Me extraña mucho que, tras haber autorizado como responsable de programas no diarios, el reportaje del Acoso sexual luego le pusiera cortapisas.  Comentaba Carmen que su intervención se dio, “con una entradilla” en la que se decía que la agresión sexual no era un caso general en TVE.  Y así era, por supuesto. Recuerdo que el realizador fue Luis Martín del Olmo, que fue complicado buscar imágenes y encontrar testimonios, pero poco más. No lo archivé como tema con conflicto suficiente para entrar en esa carpeta. En mi cabeza quiero decir. En el disco duro del cerebro no cabe todo.

Me he quedado dando vueltas a todo esto de la memoria selectiva que fija hechos durante décadas, o que los anula en sus detalles. Sobre la percepción selectiva también. Lo que se oye y lo que no se oye. Sobre la sensación de quienes te quieren con lo que escuchan.

Y, sí, así nos iba.  No fue fácil entonces, no lo es ahora. Creo que incluso es peor, con menos jefes que defiendan el trabajo, con menos libertad en los profesionales. Hemos vuelto a la “Sociedad amordaza”, se dice en la entrevista de la SER que recomiendo. Carmen Sarmiento, Rosa María Calaf, Maruja Torres, grandes pioneras, brillantísmas profesionales, que mantienen la lucha por la dignidad del periodismo y el derecho a la información de todos los ciudadanos.

 

 

Acaben con esta insoportable pesadilla

Fue un mazazo, no por esperado, menos traumático e indignante.  La Audiencia de Navarra dicta una sentencia por la que exonera a ‘la manada’ del delito de violación.  Y se hace una filigrana para nombrar uno por uno los “abusos sexuales” de cinco hombres que acorralaron a una chica de 18 años y la sometieron a 11 tandas de penetraciones alternativas orales, anales y vaginales. Con agravantesLos detalles enervan.  Y se agravan con la interpretación de los magistrados. No se resistió. Y se ve que juzgaban a la víctima, a la mujer vejada, a la mujer.

La sentencia ha dado la vuelta al mundo para nuestro escarnio, para una nueva evidencia de lo que es España hoy. Informan de ella en periódicos como The Washington Post The Guardian o  The New York Times y destacan que dos miembros de ‘la manada’ pertenecen a «cuerpos militares».  En España esto cuenta. Del mismo modo que se pena con cárcel un rap, se persiguen camisetas amarillas, y se dan por sobreseídas  las denuncias presentadas contra agresiones de la extrema derecha. Flagrantes casos hemos visto. Se puede hasta insultar, amenazar y agredir a cargos públicos siempre que sean de izquierdas. Léase el caso de la Presidenta de las Cortes de Aragón o de la Alcadesa de Madrid.

Miles de personas nos vimos impelidas a salir a la calle tras conocer la sentencia. Afrontando incomodidades. Afrontando los rigores de este cuasi estado de excepción que penaliza la protesta. Y era un alivio sentirse hermanada con las voces que rechazan la justicia patriarcal, que se ofrecen a ser el apoyo, la manada de la doble víctima de las cinco moles que la usaron como cosa sexual y de los 3 magistrados. Pocas veces he visto tal indignación, masiva, intensa, nacida de una reacción inmediata a un desgarro.

La concentración en Madrid era ante el Ministerio de Justicia. Y poco a poco empecé a fijarme en el abismo que mediaba entre los manifestantes y el edificio que alberga el Ministerio. Cerrado, seco, pétreo, sin vida, sin soluciones. No, a las miles de personas que las piden porque las necesitan. El antiguo Palacio de la Marquesa de la Sonora, levantado en el Siglo XVIII, completaba la gran metáfora de España frente a una multitud viva y cargada de razón.

El problema es que ésta es la tónica. Y no podemos más. Millones de personas nos sentimos acorraladas  en un oscuro portal mientras la fuerza irracional nos asalta penetrándonos por cualquier parte que pueda. Y  tenemos la impresión de que algunas veces  la forma de impartir justicia y las propias leyes lo amparan. Las reformas de las legislaturas de Rajoy han colocado en el ordenamiento jurídico mordazas impresentables en democracia y ahí siguen.

Las respuestas políticas a la sentencia de La Manada no pueden basarse en que se tengan hijas, madres, tías, primas, padres, abuelos, hijos o padrinos. Como han hecho, en particular, los líderes de Ciudadanos Rivera, Arrimadas o Villacís en tuits clonados. No, hablamos de personas, de derechos, y de políticos que aspiran a gobernar y solucionar problemas reales.  En la misma línea, el ministro de Exteriores o el propio Catalá, de Justicia, han proclamado la misma comprensión, sin madres e hijas de por medio.

Todo nace de un fondo que nunca se ha limpiado. Que se recuece en sí mismo. Es la exoneración de La Manada, la eterna culpabilización de la mujer, la desigual actuación de la justicia, la censura, el recorte de derechos. Y además la corrupción, el abuso, la mentira y manipulación constantes. Es la compraventa de votos para amarrar la silla y seguir en la brecha de lo mismo. Los fiascos económicos edulcorados que ocultan la miseria que ha creado la desigualdad. Es Cifuentes y todo el PP, son los medios de parte, son las inverosímiles excusas de los políticos que tienen en su mano cambiar este escandaloso despropósito en el que vivimos y no lo hacen.

Volviendo a casa de la concentración, nos cuentan que el PP y la presidenta que puso Rajoy en el Congreso  se han movido por fin en un tema enquistado. Para aferrarse. “ El PP se niega a soltar el control de RTVE ante la indignación de la oposición: «Es un escándalo sin precedentes». Y una piensa que el escándalo, con precedentes, es esta enorme pantomima de la que algunos de sus protagonistas no parecen ser conscientes. O creen que todos los ciudadanos se tragan.

La deriva de este país precisa un cambio total. Urge un futuro diferente.  Se ha propalado tal degeneración que millones de personas no cuentan entre sus valores ni con la democracia, ni con la más elemental decencia. Cuando este mal afecta a una sociedad puede hablarse de un camino hacia un Estado fallido.

Déjense de zarandajas y actúen. Manden al PP a la oposición a que se regenere con cuanto conlleva. Que buena falta les hace y nos hace.  No precisan a Ciudadanos -cada vez más a la derecha- a quienes están ayudando a crecer. El PSOE tiene en su mano esa posibilidad y no lo hace. ¿Por qué? No empiecen otra vez unos y otros con la falacia de que si un día Pablo, que si un día Pedro. Aunque así fuera estamos a 28 de Abril de 2018 y esto es insoportable.  El drama es que no lo hará, casi nadie confía en tal posibilidad. Hay derecha sucia y descomposición para rato.

Nadie es imprescindible en política. Nadie. De hecho, los cargos no son perpetuos más que en ciertas anomalías democráticas.  El que no sepa cómo afrontarlo que se vaya a casa. Ustedes no se dedican a la política para asegurarse un sueldo.  Es el servicio a la sociedad lo prioritario. No basta con cambiar leyes torcidas. Hay que limpiar las instituciones. Arbitrar mecanismos de protección de la democracia.  Hay que educar en valores y no en burricie para proteger a las personas más sugestionables y por extensión a toda la sociedad. Hay que responder al abandono, la impotencia, en la que muchos se ven.

“Me levanto igual que me acosté triste, enfurecida, dolorida ante la indefensión que sufrimos las mujeres”, leo. “No puedo describir la sensación de desamparo, rabia, y profunda tristeza que siento”… Es el latido de dolor de muchas personas. Hombres y mujeres, ante múltiples situaciones de todos los días. Hay una acumulación insoportable de abusos, prepotencia, mentiras que ocasionan daños, zozobras y angustia.  Salvo unos cuantos beneficiarios de esta situación, y la inevitable cuota de «amebas», estamos indignados, descompuestos, heridos, desesperanzados.  No podemos seguir así, no aguantamos más. Por eso nos tiramos a la calle algunos, muchos, y algo se mueve.  Ese muro pétreo, de ventanas quietas, de visillos inamovibles, que es de todos, ha de abrirse para que entre de una vez la luz y el aire.

Agudeza visual: ¿Cuál de las 2 fotos causó un gran escándalo?

Ambas eran modelos y solo una de ellas provocó un sinfín de comentarios, la mayoría negativos. En ríos de prensa, se entiende. Importa porque no es inocuo, los prototipos no son neutrales.

A)

modelo_desfila

 

B)

modelogorda

 

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