¿Quo vadis periodismo?

Estamos sobrecogidos por el linchamiento mediático al que fue sometido este chico, Diego, a quien el periodismo –en la cúpula de la escala- consideró autor de la violación y asesinato de su hijastra de 3 años. Llegué a escuchar por la radio los detalles más sórdidos sobre desgarros en el cuerpo de la pobre niña. Suelo burlarme del uso indiscriminado y erróneo del “presunto”, pero en este caso hasta se saltaron el trámite. La verdad estropeó la noticia: la niña murió víctima de una caída y de más que “presuntas” negligencias médicas, y un Juez se apresuró a exculpar al chico, rogándole –imagino- que perdonara el error. El mal ya estaba hecho, Diego, de 25 años, cargará con el lastre, aunque solo sea porque las rectificaciones no ocuparon portadas a toda foto. Lo cual es indignante.

Han secuestrado a 3 cooperantes españoles en Mauritania. Se supone que Al Qaeda. Habían acudido, desinteresadamente, a distribuir ayuda humanitaria, no a lucrarse por un sueldo y para los bolsillos privados del patrón del pesquero expurgando las aguas somalíes. ¿Asistiremos al espectáculo dado a todos los niveles por el secuestro del Alakrana? ¿Pediremos bombardear Mauritania de punta a punta dado que no sabemos dónde se esconden con sus rehenes los secuestradores por la idiosincrasia del terrorismo? ¿Exigirán sus familias agriamente que se pague un rescate? ¿Se acusará de negligencia al Gobierno? ¿Llenaremos portadas y debates? Hay poca carne morbosa por el momento para que merezca la misma atención de los medios.

Ordeno estos días papeles en casa. Ayer encontré varias jugosas carpetas olvidadas.

“La prensa no es el cuarto poder, pero puede llegar a ser una dictadura”, decía el profesor Luka Brajnovic, en Zaragoza el 15 de Febrero de 1978, en Heraldo de Aragón. Lo recogí en mis ilusionantes comienzos en esta profesión, al parecer. De un año más tarde, 11 de Marzo de 1979, guardo una tribuna, tambien del Heraldo, en la que Miguel Delibes hablaba de la servil prensa durante el franquismo, publicando materialmente las consignas del régimen. Una joven Consuelo Álvarez de Toledo, se preocupaba, en Diario 16, por las dificultades que encontraban los periodistas, vistos por la ciudadanía como “unos seres un tanto enloquecidos, frívolos, ensoberbecidos, cachondos, bohemios, puñeteros, mentirosos y osados. Algunas veces, pocas, héroes de película americana, las más, como currantes de la pluma que pasan por la actualidad como el caballo de Atila”.

En 1984, El País –leo en el propio diario- “se consolida como el periódico español más leído”. Había alcanzado una difusión media de 340.998 ejemplares. La Vanguardia –el segundo- tenía 193.402, y ABC –el tercero- 145.597. Ese mismo año, en un curso de verano, Antonio Alemany, Antonio Asensio y Miguel Torres coincidían en que “el futuro del periodismo está en la concentración de empresas, en los grupos multiinformativos”. También mostraron coincidencia en la necesidad de la televisión privada. Y eso a pesar de que por aquellos días, la OIT (Organización internacional del trabajo) aseguraba con rotundidad: “La concentración empresarial y las nuevas tecnologías, graves amenazas para la Prensa escrita”. «Los periódicos tendrán que asumir las exigencias de una sociedad familiarizada con la información instantánea», añadía.

Llamo la atención sobre las cifras de ventas de periódicos -a las que casi han regresado sin llegar a caer tanto-, y a que ya entonces la UNESCO nos consideraba a los españoles bajo el umbral del desarrollo en materia tan sensible como la información en prensa escrita. Es decir, que sin la táctica acaparadora del monopoly que se ha venido practicando, los problemas quizás serían menores.

Porque la historia siguió su curso inexorable. Los periódicos se convirtieron en grandes grupos multimedia, en efecto. Radios, editoriales de libros y la ansiada televisión, con todas sus posibilidades de negocio: digitales de pago, todo lo que Vd quiera.

Y las que eran nuevas tecnologías en los años 80 y a las que siguen denominando exactamente igual -“nuevas” tecnologías- vinieron a complicar el panorama. No hacía falta ya “privarse del café para comprar un periódico en un quiosco”, como seguía diciendo Álvarez de Toledo en el artículo citado, llamando a la responsabilidad de lo que ello implicaba por parte del periodista.

El descenso de ventas y de publicidad, ha “sorprendido” a los grandes emporios –pese a todos los avisos y a toda la antelación con que se formularon- con todos los huevos en el mismo cesto. Y si se rompe el digital, o la editorial, la huevera se tambalea. Y, señores, hay que vender, regresar a las cifras millonarias, aumentarlas. A cualquier precio. Abaratar los costes. Reducir la plantilla despidiendo, prejubilando o “ERErizando” a los periodistas. Y ya no hay tiempo ni medios para comprobar y diversificar las fuentes. Ni la sociedad lo exige, por cierto. Educados en el espectáculo adocenador, lo que piden es entretenimiento.

Víctimas autoderrotadas, a buena parte de los periodistas actuales sólo parece preocuparles, en consecuencia, si van a mantener o no su puesto de trabajo. Si el futuro está en el papel o Internet. Si la culpa es del papel o de Internet. No creo que la bohemia o la osadía les encajen como calificativos. Hay grandes excepciones, sin embargo, pero, casualmente, algunos de los que yo más valoro se encuentran en este momento sin trabajo fijo.

En este panorama ¿a alguien le extraña que regresemos al sensacionalismo y falta de rigor de “El Caso” y a suprimir cualquier autocrítica? Pero ¿Cuál es el paso siguiente?

Hay vida más allá

Hoteles nicho baratos y prácticos

Hay vida más allá del Alakrana aunque nos parezca mentira. Hay incluso potenciales noticias en ese mismo mar de los tormentos, con peces saqueados por la “globalización” a unos ciudadanos cuya esperanza de vida no alcanza más allá de los 48 años y el 98% de las mujeres -que paren hasta 7 hijos por cabeza- son analfabetas. Pero… “Es que son negros. Se siente”.

También hay mareas intensas bajo el gallinero político. Actitudes tan nauseabundas que desecho resaltar para no contaminarme -que hoy estoy de un humor excelente-. Solo que… escuchar esta mañana a los bufones circenses que mandan en Valencia, al presidente del PP -el oficial-, o a Pizarro recitando los 10 mandamientos de la Ley del dios católico para acabar con la corrupción, produce demasiada vergüenza ajena. Pero también distrae del fondo, de las piruletas agitadas atrapando la atención de los inmaduros y en busca de intereses muy nítidos. Y, enfrente, la piopilita Pajín, cuyo discurso ruboriza igualmente.

Y la prensa, las noticias que nos cuentan, siguen siendo una pura paradoja.

Arden en la calle agricultores y ganaderos cargados de razón. De sol a sol y día tras día en el tajo. Para ver que sus productos llegan al consumidor aumentados hasta en más del 2.000 por ciento –caso de los limones-. Cada poco nos lo cuentan. Que el kilo de patata se paga en el campo a 0,18 euros y en el supermercado cuesta –o costaba- 0,95, un 528% más. En el enlace más datos sobre la queja, y es antigua. Ha aumentado el problema. La tajada se la llevan las grandes superficies, los intermediarios, tierra sin ley. (Por cierto, la noticia estaba redacta por Colpisa, una agencia que está expulsando periodistas, como tantos otros medios; el periodismo se va a hacer ahora sin periodistas o así lo parece)

Ciertamente, y esto no nos lo cuentan los afectados -agricultores y ganaderos-, Bruselas les compensa con subsidios. Pero temen, con gran previsión, que les corten el grifo. Tampoco nos detallan qué pagan a sus asalariados. Viví una recogida de aceituna en Jaén. Con inmigrantes ilegales a quienes daban cuatro cuartos –si se los daban- y que se veían obligados a dormir a la intemperie con un frío de pelarse. Antes de la crisis, claro está. No todos los propietarios actuaban así. Sólo la mayoría.

Se van a reunir con Cospedal. Una excelente elección. El PP pertenece al grupo mayoritario en la Europa Azul. La misma que merma derechos y apoya a quienes mantienen –para sí- el sistema, y que pinta más que preocupante. A su tradicional anquilosamiento ha sumado ahora la elección de una cúpula con apariencia de dócil, mediocre sin duda alguna, dos típicos Sres. Cuesta, apoyados por europeos en puag. Europa cada vez más española, homologando a la baja, en la línea del jorobado de Notre Dame cuando pedía «igualdad, igualdad». En la merienda de blancos, Francia y Alemania se han dicho: consolidemos mando en plaza. En la práctica parece que el jefe será Sarkozy y la “Alta Comisionada” Merkel, que es menos y para eso ella es chica.

 Aguas revueltas también en lo que parece un tema menor: las loterías españolas. Somos uno de los paises que más gastan en este sector. El dinero fácil, la fortuna del azar. Con desmentidos y no, parece haber leyes aprobadas ya. Y, sobre todo, una filosofía: Extender el negocio. A los centros comerciales. En máquinas expendedoras. Incontenible, irresistible, oferta de gasto. Más desembolso ciudadano en entelequias. Los privilegiados loteros trinan también, cómo no.

Pronto viviremos –ya lo dije otro día- en los centros comerciales. Sí, esos que incrementan el precio de origen. Liberalizado todo, puede que incluso instalen hoteles nicho como en Japón para pernoctar. Y que venga el Presidente de la UE, Rampoy, a inducirnos al sueño con esos «Haikus» tan bonitos que compone. Salimos y tenemos limones, naranjas y patatas a precio de oro, compramos ropa que cosen en Taiwan explotados asalariados, entramos en un cine –dado que prácticamente ya solo existen salas de exhibición en las grandes superficies- y adquirimos lotería para escapar. O para comprar más.

Hay vida más allá del comercio y el consumismo. ¿O no? No sé por qué me temo que los próximos en sacar las guillotinas a la manera francesa, van a ser los africanos. Y no precisamente para establecer una sociedad justa e igualitaria.

Algo encontraremos ¿no? Hay vida más allá…

De atunes y sardinas

Un intenso olor a atún putrefacto me rodea hasta producirme náuseas. Llega de millonarios despachos de abogados londinenses, de navieras que no pagan impuestos en el suelo al que reclaman asistencia, de humanas pero impresentables exigencias autoritarias para los riesgos del negocio privado, de sentar precedentes para los secuestros. Ha costado mucho dinero, muchos efectivos, solucionar el secuestro. A un montañero catalán le hicieron pagar los gastos de su rescate al haberse arriesgado imprudentemente. Y no buscaba un lucro personal. En el mismo mar del atún, nadan las sardinas con su ascua adjunta, sirviendo carnaza a la ciudadanía que ya tenemos reallity show nuevo. El señor de los hilillos habla de imprevisión en las catástrofes, sin el menor pudor, sin vergüenza propia o ajena. Una lectora escribe (para un tema cerrado) que ella no entiende nada de lo que lee y escucha y que es obligación de los informados sacarla de su ignorancia o dejar de quejarnos para que todo siga como está.

El colegio de médicos de Andalucía pide que se pueda objetar la ley de muerte digna, porque, cuando ellos no saben curarnos, lo que manda la tradición es que uno palme con dolor e indignidad humana. La Hacienda española despluma a quienes una funcionaria coge ojeriza, mientras uno ve todos los días a numerosos personajes públicos robar a manos llenas. John Paulson, el gestor neoyorquino de hedge funds, se ha embolsado 20.000 millones de dólares con la crisis (que contribuyó a provocar) en el periodo comprendido entre su estallido en el verano de 2007 y el suelo bursátil en la primavera de 2009 (vía “jmares”). La FAO se ha reunido en Roma. Llaman la atención sobre las alarmantes cifras del hambre. En tres años la población en peligro extremo ha pasado de 854 a 1.020 millones. 17.000 niños mueren diariamente porque no tienen qué comer durante días, clamaron en un grito. El G8 ni se molestó en asistir a la cumbre, ni ha pagado la ayuda a la que se comprometió. Y los 60 mandatarios que sí lo hicieron coparon los hoteles de lujo de la capital italiana.

Pues bien, muchos de esos hambrientos, la mayoría, están en África. Somalia lleva más de dos décadas sin gobierno efectivo. Los señores de la guerra campan a sus anchas, incluso ahuyentaron  y ridiculizaron al poderoso ejército de los EEUU y a los cascos azules de la ONU. Para quien quisiera verlo, que para todos se servía, en TVE mostrábamos –en el oscuro reducto del telediario internacional- cómo la ayuda humanitaria para la mayoría hambrienta caía de los aviones pero no podían cogerla. A veces pagaban con su vida el intento. Los señores de la guerra les disparaban, robaban los alimentos y especulaban con ellos. Les servía para afianzar su poder.

La esperanza de vida en Somalia es de 48 años. Las mujeres tienen una media de 7 hijos (que harían las delicias de la derecha española). El 97,8% de ellas son analfabetas, frente al 2,7% de los hombres. Y el islamismo radical –religión mayoritaria en el país- crece por momentos. Y para colmo de males llegaron los occidentales, les quitaron la pesca, sus recursos naturales. El libre mercado, la globalización, lo justifica.

Pero héteme aquí que un día también llegó la televisión. Me cuentan los más viajados, que no hay aldea por mísera que sea en toda África en la que al menos alguien no disponga de un aparato con su parabólica. Y ven cómo vivimos nosotros, o como contamos que vivimos. Los más honrados, los más valientes, se plantan en una patera, para –si  alcanzan puerto y consiguen quedarse- ser tratados como ciudadanos de segunda. O de tercera. ¿A alguien le extraña que los jóvenes somalíes opten por la piratería consentida? Hombre, que es cambiar la choza por coches de lujo ¿cuántos occidentales no lo harían en sus circunstancias?

Vuelvo a insistir en que África se está hartando. Con toda razón. Y numerosas pruebas lo atestiguan. Pero, nada, sigamos con los atunes, las sardinitas y los fuegos artificiales.

  Por cierto, en Somalia hay una rica tradición literaria. La poesía y los cuentos populares, los juegos de palabras, se constituyen en valiosa fuente de comunicación y socialización.  Uno de sus más afamados autores, Al-Hasan’s, con libros traducidos al inglés, concluye así un poema:

«Si no se hubieran convertido en ingratos, no me habría convertido en furioso con ellos.

Yo no he perdido la generosidad y el respeto por ellos.

Yo no les ocultó nada, si ellos desean la paz.

 Pero cuando actuaron con desprecio, la muerte se dirigió directamente a ellos».

Y aquí una mujer, disertando en la calle:

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