La baraja la rompieron los políticos

Han vuelto. Todos. A sus rutinas. A la ceremonia de lo que quieren hacer pasar por normalidad. A intentar hacer pasar como “regeneración” un ataque frontal a la democracia perpetrado exclusivamente por intereses de partido, usando las instituciones y reglas de todos en su provecho. A hacer declaraciones como si la pesada mochila de sus atropellos y turbios manejos fuera un apósito que ni se ve. Lo que en cualquier país tumbaría a un gobierno, aquí se mete en el saco -allí están desde los SMS del presidente a Bárcenas al borrado de sus ordenadores- y se sigue andando con la cabeza muy alta, incluso presumiendo y afeando las críticas. Somos una anomalía. La hegemonía de la desfachatez. Lo asombroso, literalmente, de pasmo, es que cuele.

Están ahí. También quienes modulan la opinión de los más vulnerables en criterio. Y es que, en el tranquilo escenario en el que vivía la Congregación de notables, ha surgido algo tan insólito como gente a la que no le gusta que la estafen –ni que estafen a unos cuantos pardillos-, que aspiran a tener una vida y un futuro, y se ha organizado para hacer lo que no hacen los políticos o para contar lo que no cuentan los medios.

Mientras se prepara un pucherazo electoral de los que cambian la historia, el mantra a difundir por los guardianes del sistema es que Podemos –por ejemplo, están también Guanyem Barcelona y otras plataformas ciudadanas- tienen una ideología acartonada del siglo XIX que usa como nadie la comunicación del siglo XXI. Un gran avance si así fuera porque la política que ahora lleva a cabo en España el PP y que ellos defienden es directamente el feudalismo medieval.

 Amedrentan sobre los peligros que, en su opinión, entrañaría votar fuera del bipartidismo, hasta medidas encuestas se difunden en apoyo sutil de la idea. Por lo visto es mucho mejor seguir como hasta ahora, con políticos –algunos- que te estafan, saquean, despojan, engañan, manipulan o alteran las leyes a su favor para perpetuarse. Al parecer entraña una dificultad insalvable trabajar por el bien común en lugar de para el lucro desaforado de unos pocos que sus métodos tiene. Eso son promesas gratuitas, irrealizables.

 De sobresalto en sobresalto,  desde influyentes diarios han encontrado la clave de lo que se debe hacer: bipartidismo, con una derecha como dios manda y una izquierda como mandan los mercados. Por eso saludan con pasión, en Francia, a “ Macron, el revulsivo que la izquierda necesita”. Es decir, el joven exbanquero de Rothschild que de lo primero que habla es de aumentar la jornada laboral y suprimir convenios. El muchacho forma tándem con Manuel Valls, autor de la frase:  “La izquierda puede morir si no se reinventa y renuncia al progreso”. Desde que pronunció su sentencia se le ha ido a pique el gobierno y la popularidad: en 6 meses ha caído al 36%.  Como el presidente Hollande que anda buscando apoyo social bajo los adoquines y la arena de la playa, porque se le ha esfumado. Todos olvidan un pequeño detalle: los franceses votaron socialdemocracia, no ésta sin complejos de parecer derecha neoliberal aguda.

Las ideas tan intensamente inoculadas calan en ciertas personas, temerosas de soluciones fuera de la política tal como la conocen. Tal como la sueñan en realidad. Tal como la engullen con enormes tragaderas. Tal como nos la imponen a todos. Ni unos ni otros parecen reflexionar sobre hechos decisivos. Las nuevas propuestas ciudadanas nacen como fruto de un inmenso hartazgo hacia la política tradicional, por necesidad, por puro instinto de supervivencia. No les dio un pronto, las razones de la indignación están sobradamente demostradas. La política, el ejercicio de la política, ha fallado y nada conseguirán imponiéndose por la fuerza sin enmendar uno solo de sus errores. El PP, lejos de rectificar, prepara un pucherazo con la reforma que se ha empecinado en aplicar en los ayuntamientos –como primer paso- para echar a los partidos que amenazan su permanencia en el poder. El colmo. Es insólito incluso plantearlo y que no hayan saltado ya todas las instituciones ante semejante cacicada. Claro que algunas igual están también algo contaminadas.

Y aún hablan de temor. A otra forma de hacer política. A las búsquedas de los ciudadanos para remediar una solución que para muchos es ya irresistible. ¿Por qué el miedo? ¿En qué son mejores que cualquier ciudadano? ¿en que velan mucho mejor por lo que les conviene a ellos mismos? No, es que sin duda, tu empleo lo gestiona mejor que tú Báñez, tu pensión y tus impuestos Montoro.  ¿Tu salud? ¿Puedes imaginar una persona en todo el país mejor que Mato para cuidar de ella? ¿Que Wert de la educación de las nuevas generaciones, futuro de España?  Y sigue imaginando a alguien a cargo de la Justicia para acabar con la corrupción que pueda hacer sombra siquiera a Gallardón. O a Soraya Sáenz de Santamaría para vigilar se cumpla el programa prometido. A Fernández Díaz para tus libertades, las libertades. Y sobre todo, a Rajoy. No encontraras nadie más preparado y más honesto que ellos, infinitamente más que tú mismo.

 Aristóteles llego a plantear una selección de cargos públicos por sorteo entre los ciudadanos, rotatorio, y con controles del resto. Cierto es que entre esos ciudadanos y dada la época, faltaban por ejemplo todas las mujeres, pero el planteamiento no deja de ser revelador en este momento. No sitúa ante una verdad desnuda. Llegados a este punto de rapiña y abuso, de alejamiento de la realidad sobre todo del grueso del clan, es difícil encontrar algo peor que lo que tenemos.

 ¿Miedo a los cambios? El miedo lo tienen ellos. Cuidémonos, sin embargo, de los zarpazos del poderoso atrincherado en lo que es una representación de la sociedad y ha convertido en su cortijo. Por lo que están demostrando no piensan ceder ni un milímetro.

Demasiado jóvenes para ser TAN infelices

Café Chulapas, C.C. Alcalá Norte, Madrid

Café Chulapas, C.C. Alcalá Norte, Madrid

En lugar de poner la oferta del desayuno, el matrimonio que regenta un café en un pequeño centro comercial de Madrid gusta escribir una frase que sirva para algo. A mí me atrapó esta: Somos demasiado jóvenes para ser TAN infelices, sí. Y demasiado mayores también para vivir sin esperanzas de ver un cambio. Cualquier edad es inoportuna para tanta incertidumbre. Demasiada infelicidad para que una minoría se lucre sabiendo que lo hacen tan injustamente  a costa de provocar carencias en la mayoría.

Empezamos nuevo curso tras el verano. Desde hace seis años cada uno supone una vuelta de tuerca. La incorporación del Partido Popular a apretar con la llave inglesa en 2011 nos ha traído a un punto en el que ya nos sentimos atenazados y casi sin respiración. Tan infelices. Y no queremos ni merecemos estarlo. Cada uno de acuerdo con sus circunstancias aspira a realizar sus objetivos y cuesta hacerlo cuando pende sobre nosotros la amenaza de la arbitrariedad, una profunda sensación de inseguridad, abuso y desafuero. De estafa.

Cada recorte ha supuesto un tajo a las expectativas de mucha gente. Demasiado jóvenes para haber tenido que abandonar España, casa, familia y amigos. Para no poder emanciparse aquí. Para cometer la locura de hipotecarse y quedarse sin trabajo o rebajado el sueldo que  no permite afrontar ese compromiso-argolla. Para emprender un negocio viendo cuántos echan la persiana a los pocos meses, quedando entrampados. Demasiada precariedad para tener un futuro.

Cuanto toca este gobierno parece estar destinado a no dar la puntada sin el hilo que teje el lucro de unos pocos, aunque se prive de servicios públicos y derechos esenciales a la ciudadanía. Todo cuanto nos hace felices es considerado por el PP un lujo al que no tenemos derecho y se nos da por caridad. Así obra con la educación, a todos los niveles, la universitaria en particular. Con la salud, introducido ya el concepto de que hay medicamentos demasiado caros para enfermedades que amenazan la vida. Y, eso, además, cuando asistimos al incalificable espectáculo de ver cómo regalan nuestro dinero a bancos, empresas concesionarias de autopistas, o sus propios sobresueldos. Los enfermos son tan infelices. Los agraviados son tan desgraciados.

Anuncia el gobierno del PP una ley de Mecenazgo para la cultura y de nuevo nos encontramos con la conversión de esa materia -que sin duda proporciona disfrute, elevación del espíritu, satisfacción- en un negocio. Para las empresas que, graciosamente, decidan subvencionar proyectos como se hacía en épocas en las que no existían ni los Estados ni la democracia o como hoy sucede en EEUU. Se hace el esfuerzo presupuestario –dice algún órgano periodístico- pero no para crear cultura directamente, sino para que los mecenas se desgraven impuestos. Para que lo hagan a la manera española que tantas dudas arroja sobre la honestidad de sus empeños. ¿Se imagina alguien qué y por qué subvencionarían por poner un caso grandes figuras del empresariado y su cúpula CEOE como Gerardo Díaz Ferrán o su cuñado Arturo Fernández? ¿Quizás ese Rosell que da muestras de tan elevado pensamiento? La cultura para Wert el imposible ministro de este imposible gobierno es algo totalmente accesorio, subordinado.

Lo que está ocurriendo a la sociedad española es de no creer. Aún tiene el valor la jefa oficiosa de Europa de venir a avalar semejantes atropellos. Las cajas B, las mentiras y manipulaciones, el pucherazo electoral destinado únicamente a beneficiarse como partido, como individuos. Pasando por encima de los deseos de mayor democracia que manifiesta la sociedad española cada vez con más intensidad.  En una palabra, lo que los alemanes no le tolerarían. Rajoy le dará a cambio… más tijera para los españoles. Ahí está la clave, pocos países con más necesidad de educarse en ciudadanía y en trabajar por el bien común como la española. Ellos, los incívicos egoístas y los despreocupados, nos hacen infelices a todos, sin parecer que disfruten por ello de un excelente nivel de bienestar. Sin que sentados sobre nuestros derechos y aspiraciones, les haya caído el maná.

Tan infelices. No es solo una sensación incómoda, es la intensidad que crece al mismo ritmo que disminuyen nuestras esperanzas. Queremos volver a ver a los niños iniciar el curso sabiendo que serán educados en calidad e independencia. Que comerán (a lo que hemos llegado ¿eh?). A los jóvenes trazar su vida con bases sólidas, en el país que elijan, no obligados al exilio económico. Tenemos derecho a que nuestros impuestos se inviertan en nuestras necesidades. A medicinas y tratamiento si estamos enfermos, a una pensión digna para que la cotizamos.

No soportamos la idea de la caspa renacida, de este inmenso retroceso, de esta involución que creíamos ya superada. Resulta imperioso erradicar este agobio de vivir entre los fantasmas que pensábamos habían quedado muy atrás.

Queremos sentirnos seguros con el gobierno que la mayoría –la real- elija, sin temer que nos estafe, nos engañe, nos robe y nos insulte. O apalee y multe arbitrariamente la crítica. Queremos tener un gobierno íntegro, decente. Y queremos que la justicia se limpie de contaminaciones políticas para que ataje las conductas desviadas y erradique esta aplastante, inmovilizadora, sensación de que muchos delincuentes gozan de enorme impunidad. Queremos verlos responder ante lo que han hecho.

No es irremediable, no es una condena a acatar. Ya está bien de replegar las alas, buscar paliativos, confiar en el posibilismo, templar gaitas a los insensatos que nos mantienen en esta situación, temer o despreciar a quien deberíamos respetar como ejemplo de ciudadanía.

Demasiado humanos, con nuestro cerebro, sensibilidad, fuerzas y quebrantos para ser tan infelices porque así lo decide gente a la que no le importamos. Por la indiferencia y el incivismo de quienes son capaces de aceptar cuanto les echen. Precisamos volar sobre tanta miseria, remontar la adversidad que nos han impuesto. El horizonte es ser TAN felices como podamos.

*Publicado en eldiario.es

El PP valenciano dando ejemplo

Isabel Boning, coordinadora PP valenciano

Isabel Boning, coordinadora PP valenciano

Se llama Isabel Boning, tiene 44 años, estudió derecho pero abandonó su brillante carrera por la política. Nacida en Castellón de la Plana, cuna del PP más edificante, el del imputado Fabra,  Boning  comenzó en NNGG, fue alcaldesa  de la  Vall d’Uixó  y ya entró a formar parte del núcleo duro de Francisco Camps, el presidente de inolvidable recuerdo. Coordina ahora el partido con más imputados por corrupción en el terreno autonómico.

Pues bien, según Infolibre ha dicho todo esto:

 El PP valenciano acusa al PSOE de “atentar contra la democracia” al rechazar la elección directa de alcaldes.

La dirigente Isabel Bonig sostiene que los socialistas se oponen a la reforma del PP porque «les quita posibilidades de venderse al mejor postor».

Subraya que el principal partido de la oposición está «maniatado por la izquierda más radical y ha olvidado los intereses de los ciudadanos».

Y mis preguntas son ¿una individua así puede estar en política? Cobrando un sueldo de los ciudadanos, me refiero. Levantándose por la mañana, elucubrando un discurso de este tenor y plantándose ante los micrófonos que recogen sus sesudas palabras. ¿Cómo es el PP valenciano para que tengan a esta elementa de coordinadora general? Lo deducíamos, pero hay que verlo tan a las claras para hacerse una idea más precisa. ¿Qué seres humanos aparentemente normales votan esto? En un país serio habría, hay, por supuesto opciones conservadoras, pero no al nivel de desfachatez y delirio del que aquí soportamos.

El empecinamiento del PP en  hacer una reforma electoral para favorecer sus intereses como partido e individuales, sin consenso y por vía de apremio, debe merecer una reacción de las instituciones, si éste es un país democrático. Debería ser un clamor y ya tendría que estar actuando el Consejo de Estado, la judicatura sin duda, la monarquía (por más que su cargo no sea electo debe aspirar a reinar en un país sin pucherazos),  los partidos democráticos de forma tajante, abandonando incluso el parlamento si esto persiste. Legislar a favor del clan, no es admisible, habría de ser incluso penado el intento.

La gente que baja la cerviz y argumenta que el PP tiene mayoría absoluta y lo puede hacer, les pido esta reflexión: ¿Y si deciden legislar cadena perpetua para los calvos o que cada ciudadano les entregue la mitad de su patrimonio, así más a las claras? Pues esto es parecido. 

Con la grave preocupación que arrastramos los demócratas, especímenes como Boning no hacen sino soliviantar más los ánimos. Revelan el perfil de una sociedad inerte, sin escrúpulos, que lastra al conjunto de los españoles.

Estamos muy preocupados, mucho. Angels Martínez Castells recoge el magnífico artículo de Luis García Montero en Infolibre. Destaco también esta idea fuerza porque va más allá de lo que yo estoy diciendo:

«La democracia española necesita pasar del igual da a la igualdad. Para eso es conveniente atemorizar a las élites, no hay otra salida. Las élites deben asustarse de las consecuencias de sus comportamientos avariciosos y desmedidos. Los demócratas, los que hemos renunciado a la violencia y al tiro a la nuca de los pistoleros, necesitamos utilizar el debate político y las urnas como medios de presión.

En el debate político, resulta necesario recuperar el pudor público como raíz de una legitimidad republicana. El PSOE tiene una buena posibilidad de atemorizar al PP y paralizar este golpe de Estado de la reforma electoral si decide, ante tan descarada impunidad, regresar a sus orígenes republicanos. Sería una buena respuesta. Decir en su postura ante la forma de Estado: hasta aquí hemos llegado. ¿Es una ocurrencia mía?».

 

El #pucherazoPP es un golpe de Estado, según Cospedal

Al menos, así calificó una reforma electoral, guiada, según ella, por similares intereses que los que alumbran ahora al PP.  Las referencias a sus palabras están bastante desaparecidas en youtube, esto es lo único que he encontrado. Sus palabras y sus mentiras posteriores, están clarísimas.

El PP de Rajoy sigue empecinado en hacer alcalde al candidato de la lista más votada, con el 40% de los votos y primando el resto, probablemente con un bonus de concejales que nadie ha elegido. Lo explicaron muy claro, esta cacicada es para echar a partidos hoy pequeños que pueden estropearles el  tinglado. Y mucho se juegan cuando están apostando tan fuerte. Es decir, hacen una ley en su propio provecho como partido. Es tan osado y descarado que cuesta creerlo.

El pucherazo les beneficiaría y lograrían más alcaldías. Conseguirían también que no se destaparan las miserias que, con seguridad, guardan las alcaldías largamente dirigidas por el PP como Madrid o Valencia.

Nosotros también nos jugamos mucho: la democracia. Si esto sale adelante, este país se ha acabado. Porque aún late en algunos rincones que quieren acallar.

El catedrático de derecho constitucional Javier Pérez Royo escribe hoy en El País una tribuna titulada: Basta ya. Entresaco la idea fuerza aunque es imprescindible leer lo que antecede:

«En mi opinión, el asunto tiene tal gravedad que exigiría que los partidos de la oposición se negaran a participar en el simulacro de negociación que está ofertando el Gobierno. Los partidos deberían anunciar que renuncian a participar en la tramitación parlamentaria de la reforma. Rechazo frontal al proyecto o proposición de ley en el momento en que se deposite en el Registro del Congreso. Y nada más. Ni presentación de enmiendas, ni participación en el debate en comisión y en pleno, así como en la votación. Los partidos de la oposición no deben dar cobertura parlamentaria a lo que es una quiebra del consenso constitucional.

Lo que está en juego es la expresión del principio de legitimación democrática del poder, que se pretende alterar por primera vez desde la recuperación de la democracia tras la muerte del general Franco. Es un momento para decir BASTA YA».

Parece que Cospedal no andaba tan descaminada.

40% no es mayoría absoluta

Cuatro no son más que seis. Una persona que mida 1.40 cms, no es más alta que la que alcanza 1,60 cms. 40 euros no son más que 60. Alguien con 40 años no es más viejo que otro con 60. 4 kilos de manzanas no son más que 6 kilos de manzanas, ni siquiera de peras. Repitan conmigo: 40% no es mayoría absoluta. Es minoría, igual que es más bajo el de 1,40, más viejo el de 60, menos euros 40 que 60, menos kilos los menos kilos.

 Parece mentira que hayan de ser esgrimidos ejemplos de parvulario ante el  propósito del PP de convertir en mayoría absoluta el 40% de los votos para que así sea alcalde el candidato de la lista más votada. Tienen la desfachatez de asegurar que de este modo es elegida la persona que desea la mayoría de la gente. No, la mayoría de la gente no, el 60% no la quiere. Pero ya hay abducidos que defienden este estrangulamiento de las matemáticas… y de la democracia.

 Apoyados en una mayoría absoluta precisamente, el partido de Rajoy ha metido el turbo para aprobar esta nueva reforma. En Septiembre, dicen. Ya. En el paquete al que han tenido la osadía de llamar de “regeneración democrática”. Con ácido sulfúrico la están procesando. Y puede que -tras los sucesivos atropellos, vía confusión de los tres poderes o leyes represivas incluyendo la ley mordaza- éste sea el definitivo descabello de nuestra hoy maltrecha democracia.

 Cospedal en Castilla-La Mancha ya ha dejado el Parlamento niquelado para perpetuarse en el cargo. “El pucherazo es tan brutal que se podría dar el absurdo de que el PP sea la segunda fuerza en número de votos, pero consiga una mayoría absoluta en escaños incluso si logra apenas el 35% de las papeletas”, escribía Ignacio Escolar quien alertaba de algo que esta sociedad debería grabarse en su ética: “un escándalo que tendría que indignar a cualquier ciudadano con el más mínimo respeto por la democracia, sea cual sea su color”.

 Engullido lo de Castilla-La Mancha como si nada, vamos a por el siguiente paso: la lista más votada dirige la alcaldía. Con un 40% de los votos que ya haremos algún apaño, porque ya ni esos porcentajes logran. Grecia, por ejemplo, otorga 50 escaños más al partido más votado al Parlamento aunque haya ganado por la mínima. Tras los alcaldes, vendrán las Comunidades Autónomas, y, finalmente, el gobierno de la nación. Otros países lo hacen, dicen. Sí,  también los hay que autorizan la pena de muerte. En todo caso, privilegiar a la lista más votada se da en países de claro bipartidismo. Aquí, el bipartidismo ha precisado de muletas periféricas, como mínimo.

 Dos partidos y punto. Eso es lo que quieren, sin duda, los miembros de la Congregación de Beneficiarios del Sistema. Y están lívidos por si la sociedad les echa del chiringuito en el que vivían tan a gusto. Con esa perspectiva en el horizonte, ya no se sienten ni cómodos. Y no se puede consentir.

 Esta reforma que Mariano Rajoy proyecta tiene un único y claro objetivo: deshacerse de lo que ellos llaman partidos pequeños, en particular de Podemos que en este momento les aterra. Consagrar el bipartidismo de PP y PSOE por decreto. Está dispuesto a hacerlo en solitario, de igual forma que su colega Cospedal ejecutó su pucherazo en Castilla-La Mancha. Esa máquina de cinismo y demolición sin rival, declaró en Mallorca –a la salida de su reunión con el Rey- que hay cosas que no se pueden aprobar en solitario y deben ser consultados todos los ciudadanos. Se refería a un referéndum en Cataluña, cuando leyes que han alterado gravemente nuestra convivencia nos la han clavado solos, sin apoyos ni acuerdo alguno. Ahora están empecinados en lo mismo. El portavoz del PP Alfonso Alonso ha declarado que “habrá medidas de regeneración democrática con consenso o sin consenso”. Lo que se entiende por democracia y diálogo, vamos.

 Dictar leyes para, a sabiendas, beneficiarse debe tener alguna tipificación contemplada en el Código Penal. Se parece mucho a la Prevaricación. Si es que algo de eso queda, las quejas de los profesionales de la Justicia acerca de las preocupantes reformas de este gobierno no cesan. Recordemos que el Tribunal Constitucional de la era Rajoy considera ajustado a derecho al más alto rango la Reforma Laboral que inspiró su presidente, antiguo miembro activo del PP.

 Otra explicación antológica la ha dado el portavoz adjunto del PP Rafael Hernando en una entrevista de Aimar Bretos en la SER. Esta medida evitaría, en su opinión…  ¡la corrupción urbanística! Esos partidos pequeños, cuando han sido elegidos, “lo primero que pedían era las concejalías de urbanismo”, argumenta. Pringados de corrupción hasta el tuétano, ellos no se fían de los pequeños. Cuánto mejor es el negocio a lo grande y, sobre todo, propio.

 Ése es el gran problema. La Congregación no se entera del profundo hartazgo que han generado. No quieren comprender que no se les quiere y no es porque la sociedad veleidosa haya caído prendada de otro. Perdiendo los papeles, exhibiendo sonrisas de prepotencia y terror ante lo que no logran entender, repiten lo dañino que es alejarse de sus brazos protectores. Esos que han consumado o permitido la estafa que ha devaluado nuestro nivel de vida y está matando el futuro de esta sociedad, de sus jóvenes en particular, tal como lo conocíamos. Los que nos han llevado a liderar el aumento de la desigualdad en Europa. Esos, a menudo inmersos en una impune corrupción, que cada vez menos gente está dispuesta a tragar.

 Ovejas descarriadas y sin seso, incapaces de ver lo que les conviene, los ciudadanos deben guiarse por los que sí saben. El País publicó un editorial, alarmado por el Barómetro del CIS que otorgaba a Podemos el segundo puesto en intención de voto directa. Y decía: “Uno de los riesgos de este sondeo es que el éxito de Podemos (la mitad de cuyos votantes de 2014 lo fueron en 2011 del PSOE o de IU) anime a otros a imitar su radicalismo populista”.

O dicho de  otro modo, a ver si diferentes partidos, fuerzas y personas se unen a otra forma de hacer política y los partidos grandes son los que pasan a ser pequeños que es el temor general dela Congregación. Ya está pasando, de ahí que les urja ponerle freno. Lo que quiera la gente y por qué, no cuenta. Más claro no lo pueden dejar.

Menos mal que el domingo, El País, en  una encuesta propia, vendía la recuperación del bipartidismo y del PSOE catapultado por “el efecto Sánchez”. En cuatro días da un vuelco a, en este caso, el voto estimado. A  ver si se lo creen y se calman, que estamos viendo mucha histeria.

 El 40% no es mayoría absoluta, no es mayoría siquiera. Es menos que el 60% a quien pretenden dejar en cueros. Es sobre todo menos democracia. Hay que explicarlo hasta la extenuación, apelar a la decencia de quienes tienen algún poder para impedirlo. No tendría vuelta atrás  Queda poco tiempo. El pucherazo del PP no se puede consumar. Si esto cuela también, nos merecemos cuanto nos ocurra.

*Publicado en eldiario.es

 

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