Tiremos de todas las mantas

“Abierto el cajón, convidado está el ladrón” dice un refrán popular español hundido en las raíces de la afamada picaresca. Ciertamente, vemos hasta a un ex presidente de la República francesa, Chirac, entrar en los juzgados por presunto latrocinio, a Berlusconi que ha hecho de Italia el equivalente a un cortijo patrio, metiendo y sacando la mano en la bolsa a discreción, pero lo de esta España nuestra sobrepasa todos los límites, hasta asemejarse a la más granada república bananera.

Cinco hasta ahora prohombres de la política catalana acaban de entrar en prisión por, supuestamente, haber ingresado en sus cuentas corrientes dinero, mucho dinero, robado a los ciudadanos –que ésa es la clave-. PSOE y CIU son sus cunas. El ex presidente Pujol –CIU- amenaza con “tirar de la manta” -pero no lo hace cuando debería serle exigido que lo hiciera ¿no lo va a hacer el Juez?-. Otras «mantas» se desempolvan en Valencia de agraviados de la Gürtel, y ya lo hizo en la Comunidad de Madrid, un antiguo concejal del PP en Majadahonda quién -tampoco por razones muy limpias-, brindó al Juez las pruebas que iniciaron el sumario de ese mismo caso. Pareciera que toda la corte de ex regidores Baleares fuera a pasar por el banquillo. La mancha de la corrupción saja de punta a punta la geografía española. Contratos a dedo, favores a cambio de sobornos, una forma de adjudicación que, según un dirigente popular de Valencia en la sesión de control del gobierno, es “la forma de actuar de todas las administraciones locales”, sin que crujiera la conciencia de casi nadie. Le escuché decirlo en un telediario y ni siquiera encuentro referencias escritas de tamaña declaración. O el “ladrillazo”, flagrante escarnio ético, monumento a la chabacanería estética, germen y consecuencia de nuestros males recientes, que ha enfermado a la gallina del turismo, presta a entrar en la UCI desahuciada por la ciencia, que ya solo pone huevos de hojalata. El control de una entidad bancaria -con dinero de los ciudadanos y para los ciudadanos-, frente de batalla política a chuchilladas, porque es mucho lo que se juega ¿Qué?

Para resumir lo que está ocurriendo en España harían falta 3 ó 4 tomos de novela basada en la realidad. Lo realmente preocupante es que los españoles que se empapan de Millenium, no se inmutan o hasta se aburren con las cuevas de Alí Babá locales. Alcaldes de todos los partidos, acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. Han dado prosperidad al pueblo, vaya por dios, el propio votante ha mojado en la taza de la podedumbre.

La justicia funciona, decimos estos días. Y es cierto en parte. Garzón empecinado en que así sea. Ese Juez que una amiga ultraconservadora –útil para conocer como respira la caverna silenciosa, la de la calle- menta como a la pasma. La justicia y la policía levantan «mantas» sin cesar. Pero ¿cuándo llegarán a término los juicios? ¿devolverá alguien el dinero robado a los ciudadanos? En este post resumí algunos casos sonados, hasta dentro de 6 años como mínimo no sabremos nada. Es esa parte de la justicia arbitraria –la que no ve delito en recibir trajes de una trama corrupta o manda a casa a Millet tras arramplar con millones de euros de una institución cultural y confesar que así lo ha hecho-, la que retarda durante lustros los procesos judiciales, lo que quizás nos desmoraliza. Ahí se debe actuar con atención prioritaria.

El dinero que los distintos administradores se han llevado a casa, con el que han pagado por ejemplo –caso Liceu- 6.000 euros en flores para la boda de la niña,  procede de nuestros bolsillos. Resta carreteras, escuelas, agilización de la justicia, por ejemplo.

Vivimos en un país en el que también se roban ideas, como acaba de sucederme a mí con “Europa en suma” y su hija “La hora europea”. Con la mayor desfachatez, con total impunidad. Algunos parecen pensar que es preferible que algo funcione -aunque sea sustentado en la mugre- a «tirar de la manta». 

No cesan de llamarnos la atención desde las instituciones internaciones a las que pertenecemos. El Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (GRECO) recomendó a España este año endurecer las penas relativas a los delitos de corrupción y tráfico de influencias e intensificar el control fiscal de los partidos políticos a través de auditorías internas. El informe elaborado por el GRECO añadía que la legislación española es deficiente a la hora de perseguir los delitos de cohecho en el sector público, y que los sobornos en el sector privado no están perseguidos «en absoluto».  Y urgía al Gobierno español a que firmara el último Convenio de Derecho Penal sobre la Corrupción y su Protocolo Adicional, que fue suscrito por el resto de los países (46) en mayo de 2009. El ejecutivo ha anunciado estos días que lo hará “en breve”.

Informe tras informe, nos dice el GRECO prácticamente lo mismo. Y es curioso este archivo que he encontrado: “Rajoy replica al Consejo de Europa” (2003). El entonces vicepresidente del Gobierno, dijo que España es un Estado de derecho en el que «se lucha eficazmente contra la corrupción», y exhibió como prueba que «ya no es uno de los problemas capitales que tienen planteados los ciudadanos españoles». Rajoy se refería a que la corrupción ni siquiera aparece citada como problema en las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas. Algo que sigue ocurriendo, prácticamente igual, según os comentaba días atrás.

¿Nada nos importa? ¿Es porque haríamos lo mismo en su caso? Un «cajón abierto» no ha de implicar necesariamente que uno coja lo que no es suyo. Me llamó la atención en Lisboa que pudiera pagarse el autobús, en el centro del vehículo, fuera de la mirada del conductor. Los portugueses subían y echaban las monedas ¡qué gran hazaña! En este artículo apuntaba algunas causas históricas de la laxitud ética de los españoles: la torcida y escasa educación sobre todas ellas. Garzón y otros jueces, la policía, un sector de periodismo, batallan por denunciar y castigar el estigma que nos asola, pero nada producirá auténticos cambios si la sociedad no reacciona. De uno en uno. Hay que regenerar desde la raíz. Y después seguir. No hay tarea que no pueda acometer una suma de voluntades. Tirar de todas las mantas y que el aire fresco se lleve tanta inmundicia.

Adivinanza para mayores de 4 años

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Foto tomada en la elección de la primera junta de Europa en Suma en Febrero de este año. Al fondo, yo misma, creadora de la idea y la planificación; a mi lado Luis De Benito, impulsor absoluto con su manifiesto. Tras 8 meses complicados, una auténtica travesía del desierto, propongo estas sencillas adivinanzas ¿Quién de cuantos figuran en la foto es el nuevo presidente? ¿Quiénes sus apoyos?

La página de la asociación, dormitando durante meses -a cargo durante esa enorme siesta, no sé ahora, del hoy vicepresidente- ha registrado una súbita, sí súbita, reactivación, en cuatro días: todo lo llena el nuevo presidente. El mismo que se presenta con este perfil en asuntos europeos:

http://ec.europa.eu/spain/team-europe-soy/juan-cuesta_es.htm

Aclaro que «el sitio web de Juan Cuesta europa en suma», era inicialmente el de la asociación, ahora no, ahora es realmente «el sitio web de Juan Cuesta». La conferencia magistral de Felipe González  en la presentación, que lamentablemente yo organicé, ha desaparecido de la página. Varios de mis artículos también. Como aún conservan el blog de los miembros -no creo que dure mucho-, espero que los lectores del nuevo presidente -eso es Europa en Suma- sepan discernir. No fue solo, le apoyaron progresistas de toda la vida. Contratarán un becario mal pagado como contaba en otro post el primer comentario y pedirán subvenciones de las que seguramente privarán -por reparto- a quienes realmente lo necesitan. Esto es España desde el primer peldaño, sus miserias, su mediocridad, sus periodistas -más o menos- acreditados, lo que en la práctica parece quedar de aquella vieja progresía que tantos servicios prestó -realmente- a la sociedad española.

De Europa en Suma a Honduras en Resta

Nunca se peleó tanto por tan poco. Pero así es la condición humana, la que logra que este mundo sea cada día menos habitable. Os voy a detallar lo que es un ejemplo paradigmático de lo que supone acometer un proyecto en España. En Enero os hablé en este blog de Europa en Suma, una idea que presenté a un grupo de compañeros que, como yo, habíamos salido de RTVE plenos de energía y que podía brindarnos una ocupación satisfactoria y útil a los demás. Entre otras cosas enumeraba algunos logros que queríamos conseguir:

“Fomentar Europa puede enriquecer de contenidos a todos sus miembros. Y ayudar a erradicar posiciones extremas en lo político, a beber de una democracia que en nuestros vecinos no ha sufrido tan graves alteraciones como en España. Y, sobre todo, acercarnos y, al tiempo, mostrarnos a los ciudadanos de Europa, a los de a pie, a quienes todos olvidan. Para construir algo juntos, para sumar, como dice nuestro nombre.

Hemos dado un primer paso decisivo al constituir la Asociación, tenemos planes, ilusión. No sé si podrá con nosotros el virus burocrático que enferma a este país, pero estamos decididos a dar la batalla por Europa. Moderna, creativa, imaginativa, dialéctica, profunda e incluso lúdica. Con este espíritu, al menos, afronto nuestro futuro”.

Pero, el día que finalmente se constituyó la Junta, escribí sobre «la erótica del poder«, porque ya sabía todo lo que iba a suceder después. Como lo supo Luís de Benito, un gran periodista, un gran corresponsal, que habla 7 idiomas, y había escrito un vibrante manifiesto como ideario de la asociación. Por eso él, aquel mismo día se apeó del viaje. Como debí hacer yo para no sufrir el vía crucis que he padecido.

Las técnicas del golpe de mano sin faltar ni una del manual: ambición, mentiras, manipulación, tergiversación, ansias de poder, utilización con fines personales de la asociación, cinismo atroz, salpicado de unos cuantos incidentes menores realmente sucios. ¿Para qué? Apenas éramos nada. Aún.

Presentamos Europa en Suma, eso sí, con Felipe González gracias a las intensas gestiones que llevé a cabo, al aval que -sobre el papel- ofrecíamos como grupo, y a su generosidad. También planifiqué el acto, que llegó a ser un éxito con la colaboración de varios miembros desde luego. Acudieron 19 embajadas y numerosos medios informativos. Felipe González dio una conferencia magistral. Todo ello ha desaparecido de la página de Europa en Suma. Hace pocos días lo comenté aquí y lo atribuí a un error, pero pasan los días y se mantiene. Pido mis sinceras disculpas a todos aquellos a quienes involucré en este fiasco. Con algunos, pienso hacerlo personalmente, pero son demasiados y aprovecho este medio para excusarme con todos.

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Desde entonces no se hizo apenas nada más. Dos sesiones de “La hora europea” para intercambiar impresiones con gente de otros países que, vaya por dios, también eran idea mía. Quienes obraron de buena fe –que los hubo-, quizás no se dieron cuenta de que era la inactividad lo que se perseguía para, finalmente, utilizarla como argumento de una renovación. Es nula, prácticamente sólo falto yo en la «nueva»  junta propuesta, y dos dignas dimisiones. Y se ha añadido la única persona que nos cobró –con descuento, nos dijo- por una de las gestiones precisas para constituirnos legalmente a través de su empresa. Es, sin faltar, ni sobrar uno, la Junta que yo esperaba, no ha habido ni un gramo de estética para disimular.

Al calor del éxito y de una propuesta al menos novedosa, se acercaron a mí, como presidenta, otras asociaciones ya existentes. “Nosotros tenemos la ciencia y vosotros un prodigio de comunicación, debemos colaborar”, fue el saludo. Así supe de la ingente cantidad de organizaciones que cobran subvenciones del erario público para hablar de Europa ante reducidos e interesados auditorios.

Al igual que me empeñé en subir a la mesa de la presentación de Europa en Suma a otros tres compañeros para hacer un acto distinto y dar idea de los que yo creí valores humanos y profesionales que contenía nuestro proyecto, también llevé a varios compañeros a las comidas con los otros europeos asociados. Cuál no sería mi sorpresa –esta vez sí- cuando escucho decir a uno de ellos, Enrique Peris (en la última reunión de la defenestración), que los llevé “para arroparme” y que al resto de las asociaciones “no les gusté y les cogí manía”. He hecho de la búsqueda de otras formas de actuar, incluso de presidir, una exigencia de vida. Pero es imposible. Aunque entiendo que quien se guía por fines distintos en su existencia, sea incapaz de entenderlo.

Todas las conferencias y mesas redondas que nos ofrecieron ese primer día, con temas tan apasionantes como “Los retos del Parlamento Europeo” o “La Unión mediterránea” –aunque ésta era en la Menéndez Pelayo de Santander, con sus viajes y su hotel que tenía su plus de atractivo-, las hizo la misma persona: Juan Cuesta (como acreditan los programas de actos). Aquél a quien yo había ofrecido para participar en la primera, en una nueva deferencia. Mi protesta por este hecho causó irritación e incluso fue tomada a broma en esa reunión en la que decidieron disolver la Junta. No me escucharon. Hoy, Juan Cuesta, se postula como nuevo presidente y le “arropan”, todos los que le han ayudado a cambiar el rumbo.

El nuevo rumbo es lo que llaman «profesionalizarse», pedir “subvenciones”, la palabra que más he escuchado de su boca. Y disponer de “un local, secretaria y un par de becarios para hacer el trabajo sucio”, dijo textualmente en unas reuniones de la junta, eternas, en las que no se llegaba a conclusiones para actuar, ante mi desesperación. Mi propuesta, 3 días después de la presentación, de reunir a expertos de otros países para comparar “sueldos, impuestos, precios y ayudas sociales” fue desechada para decantarse por un original debate electoral ante  los comicios europeos, que los encargados de gestionarlo no lograron sacar adelante. Espero que ahora sí lo consigan. Es, prácticamente, la misma junta que no actuó ¿Sólo sobraba yo? ¿Por mis propuestas? ¿Torpedeaba, quizás, su incontenible caudal de ideas? Pero la gente se anima mucho sin molestos obstáculos. Y ellos se llevan muy bien. Todavía.

Como os digo, todo lo que iba a pasar lo sabía de antemano, iba a las reuniones y actos con el humor de quien acude a un quirófano a extirparse algún órgano. Seguí porque, en realidad, no preví todo. No el silencio casi general, la “neutralidad” de buena parte de los miembros de la asociación, ante semejante atropello. Admiraba de algunos su lucha en contra de las injusticias, no pensé que no era lo mismo acometerlas desde lejos que afrontarlas de cerca, con algo que perder que se considera valioso. En cuanto a los conspiradores, era mucho más ético fundar otra asociación sin adueñarse de una idea y unas gestiones decisivas.

Al fin, incumpliendo plazos y normas de los estatutos (dado que urge pedir una subvención antes de que caduque el plazo), llega la propuesta de «nueva» Junta. Con esta hipócrita aclaración:

“A medida que el plazo iba trascurriendo y, lamentablemente, no se presentaba ninguna lista de candidatos a los puestos de gestión de la asociación, algunos miembros de la junta directiva saliente, convencidos, como la inmensa mayoría de los socios y simpatizantes de Europa en Suma, de que sería una lástima y casi una insensatez dejar morir un proyecto que nació lleno de entusiasmo y de posibilidades, han decidido en las últimas horas formar una candidatura de amplia representación, que siga trabajando por la asociación y por sus objetivos y que diseñe y ponga en marcha nuevos proyectos y actividades y los ofrezca a la consideración de los socios, contando siempre (porque si no, no sería posible y no tendría sentido mantener Europa en Suma) con la aprobación, la participación, el apoyo y el trabajo del conjunto de los asociados”.

Por supuesta nadie me ha llamado buscando esa «amplia representación» y desde luego nadie en esa junta, dado lo sucedido, me merece -por acción o inacción- la mínima confianza. Son los mismos, excepto yo, quien nos cobró por la inscripción en no sé dónde, y una persona que participó en todas las reuniones y que ha optado por decantarse por el vencedor, de cuyas malas artes sin embargo me había alertado. Eso sí, con otra página web sobre Europa en la mano, aspirante también a subvenciones, y en la que “ha descubierto” –oh, maravilla- el filón de las embajadas como fuente de información y de prestigio.

Uno cree que conoce a las personas porque durante años las ha saludado en el ascensor, en la máquina del café, o, a algunos, en triviales conversaciones de trabajo. Ni se me ha ocurrido mover un dedo para presentar una junta alternativa con las personas que me han dado motivos para confiar en ellas. Yo no tengo nada que ver con ese club, con estas actuaciones que me produce hasta bochorno contar, nada. Dijo Juan Cuesta que si no calculé las «consecuencias» de mi protesta que a la vista están hoy. De este post sí: limpiar mi jardín personal de la mala hierba, y tratar de restablecer la verdad y la justicia en un auditorio que no me silencie.

Pero pido dos cosas:

1) El acta firmada por el secretario con la composición de la nueva junta, para desvincularme legalmente de Europa en suma, en todos los organismos donde firmé y figuro en cabeza –no vaya a haber algún error involuntario en la gestión de las ansiadas subvenciones y me toque compensarlo-.

2) Que no rapiñen también mis ideas sobre los temas que interesan a la sociedad y que envié a todos en un email en febrero, antes de cualquier acto. Pueden elegir entre los que remiten, vía email, las Instituciones europeas porque forman parte de su labor oficial, o exprimirse un poco la cabeza.

Es descorazonador que en España no se pueda acometer un proyecto sin estos problemas. Por tan pobre recompensa. Creo que lo peor de España es su cutrez. A diario denuncio, como sabéis, todo lo que, en mi opinión, impide la convivencia y el progreso de la sociedad. Con vehemencia. Y uno de esos obstáculos, me ha venido a visitar a casa. He ganado algunos amigos y he hecho un nuevo master en el conocimiento humano. Dejo el bagaje de la idea, las mil y una gestiones, la presentación de gran éxito. La “nueva” junta tendrá que demostrar que sabe hacer algo más que maniobrar, en algún caso dar conferencias remuneradas en nombre de la asociación, y reenviar correos de las Instituciones europeas.  Sé que es inútil hasta haberlo contado. Ni soy la primera ni seré la última en sufrir este tipo de percances, ante la indiferencia general. Ésa que algunos aprovechan, ésa que les abre el camino. Yo me dispongo a olvidar el desagradable episodio. Ruego otra vez disculpas a todos aquellos a quienes involucré creyendo que Europa en suma seria diferente. No lo es. Se parece más a Honduras en resta.

Cuando no se necesita pensar en Europa

Toca hablar de Europa. Sucede de vez en cuando para después sumirla en el olvido por largo tiempo. Los irlandeses han votado mayoritariamente el Tratado de Lisboa, después de haberlo rechazado en 2008. Cierto que Bruselas les ha hecho algunas concesiones para limar asperezas, pero en el ánimo de los ciudadanos ha pesado por encima de todo que, fuera de la UE y del euro, hace mucho frío. Aquellos que apuntalaron su desbordante milagro económico, pueden seguir ayudándoles a salir de la crisis. Implora Islandia su acceso por idénticas razones: su debacle financiera desde el Olimpo no se hubiera producido -o hubiera sido menor- de pertenecer a la Unión.

  Pero, en contra de todo camino de progreso, el Presidente checo –que presidió el primer semestre europeo para más escarnio,- el euroretrógrado Václav Klaus, retrasa la firma del acuerdo para irritación de su propio gobierno, y el polaco, uno de los pintorescos hermanos Kaczynski, también.  Aunque parece que éste será convencido antes.

  La vieja, sólida y democrática Europa decidió organizarse hace más de medio siglo para ahondar y mantener sus principios. Han pasado casi otras bodas de plata desde que, con nuestra entrada y la de Portugal, se formó la fructífera Europa de los Quince. Pues bien, las Instituciones comunes todavía no han logrado superar su “problema de comunicación con los ciudadanos”. Asociaciones de todo tipo, en ingente número, detallan ante reducidos y entregados auditorios lo mucho que Europa influye –que lo hace- en nuestras vidas y cuánto la necesitamos. Y sigue la incomunicación. ¿Por otro medio siglo más? ¿Uno completo?

   El Tratado de Lisboa fue la alternativa a la Constitución que no prosperó por el vetó francés y holandés. La consideraron demasiado conservadora. Un texto farragoso -como todo lo que menta, la UE-, nos hace sin embargo ver en él algunos avances operativos.

Se va a asemejar más al funcionamiento de un organismo compacto. Habrá un presidente fijo –durante dos años y medio prorrogables-, el Alto Representante para la Política Exterior –puesto que hoy ocupa el español Javier Solana- se ve reforzado, también el Parlamento al que se equipara en su poder decisorio al auténtico órgano fuerte de Europa: el Consejo, formado por los jefes de Estado y de gobierno nacionales. Más papel también para los Parlamentos nacionales, u otro sistema de voto.

   Promoví una asociación, Europa en Suma, de la que he sido también presidenta hasta hace unos días. Pretendía imbuir otra forma de abordar lo que casi es un problema: la unión  de los ciudadanos de este continente. Pero el “paquidermismo” contagia a lo europeo oficial. Y también le llegan sus vicios, sus juegos de intereses, incrementados algunas veces en nuestro país por nuestra rica idiosincrasia de envidias, protagonismos, manipulaciones, incluso atisbos de utilización personal consentida.

  A pesar de la burocracia,  Europa es horizontes, pluralidad, diversidad, lenguas, criterios, avances, paz… y España se convierte en ejemplo paradigmático de por qué precisamos un vínculo fuerte y solidario. Ante todo, para ahuyentar inmovilismos, fanatismos, lo local que se pudre devorando sus propias entrañas. Los progresistas españoles siempre miraron a Europa como escapada. Proscritos “afrancesados” reclamaban más cultura e incluso más glamour, pero triunfaron los castizos. En España siempre triunfan los castizos. Saturno goyesco que se alimenta de sí mismo y no deja crecer ideas nuevas.

    “Si no existiera Europa, habría que inventarla para afrontar la crisis”  razonó el ex presidente español Felipe González, trabajador incansable por una UE mejor, en la presentación de Europa en Suma que organicé, y cuyas amplísimas referencias han desaparecido de la página web –imagino que por error, no podría ser de otra manera-.

   La única vía abierta a Europa pasa por vivirla, saber cómo respiran nuestros vecinos, qué les duele, por qué gozan y se afanan, adónde les ha llevado su historia y su desarrollo. Sepa un camarero malagueño que su colega danés gana 2.300 euros al mes por 37 horas de trabajo semanales. Sólo Grecia y Portugal (en la UE15), cobran menos que los españoles, y muchos países duplican nuestros ingresos. Coméntele a cualquier sueco que la mitad de los españoles reciben, como salario mensual, mil euros -o menos-  y contemplará una definitiva expresión de incredulidad. Charle un sindicalista español con un francés o un alemán, y aprenda a batallar por sus derechos y a poner coto a excesos empresariales y gubernamentales. Con horarios que lastran la productividad y la vida personal, hablen tenderos y consumidores sobre cómo España fue el país europeo en donde más creció la inflación con el euro. Atienda Vd. a los llantos de nórdicos y asimilados por sus elevados impuestos, pero descubra que, en algunos países, el Estado costea el dentista en todas sus prestaciones o las gafas. Añada un año de maternidad y paternidad subvencionado total o parcialmente al amparo de las leyes. Con un gasto social seis puntos inferior a la media europea (por debajo, de nuestro 20,9% del PIB, apenas encontramos, hoy, a Malta, Chipre y los países del Este), la cifra no avergüenza más gracias a que José Luís Rodríguez Zapatero presupuestó 60.001,27 millones de euros más, un 52,53% de incremento respecto al PP.

  Indague, pregunte, cuente, comparta. Entérese -desde nuestro secular fracaso escolar-, de por qué Finlandia encabeza la educación mundial. Comuníquense en inglés, o en cualquier otra lengua que conozca, como la han aprendido ellos. España, privilegiado destino turístico, no habla idiomas.  

Una sociedad educada e informada utiliza racionalmente sus recursos. No dedica más de un tercio de sus ingresos a financiar una vivienda, ni paga por ella más de su valor. Ni se hipoteca para viajar de vacaciones u operarse de estética. No tolera y anima las trampas. Incluso en la Europa azul, con brotes de gangrena ultraderechista, ¿Se hubieran producido, impunemente, las insidias sobre unos atentados tan atroces como los del 11M? ¿Y la utilización política del terrorismo? ¿Y la comprensión de la dictadura franquista? Numerosos ejemplos -desde el conflicto del IRA a la persecución del nazismo- demuestran que no.

    Consultemos a los europeos si se oponen a que sus hijos estudien “Educación para la ciudadanía”, tanto en colegios laicos como católicos. Si, salvo una minoría, cuestiona normativas europeas –como la píldora postcoital o el aborto-. Atendamos a qué lugar  ocupa en sus prioridades la búsqueda del bien común –esencia de la (buena) educación-. 

   Europa nos homologó en democracia cuando entramos en su seno en 1986.  Y los fondos estructurales y de cohesión construyeron carreteras y autovías, líneas ferroviarias, modelándonos como país desarrollado. Pero nos faltó inhalar a fondo los valores prometidos: tolerancia, respeto, pluralidad, educación, y convergencia equilibrada fuera de los datos macroeconómicos que exigía Bruselas. La integración real, la que hermana a los socios del mismo club en utopía que aspira a realizarse.  

       La caverna se prepara para aguar la presidencia de turno española. El Mundo cruza hoy los dedos para que el presidente checo firme antes del 31 de diciembre y “Zapatero pierda protagonismo” en la presidencia de turno.

    La UE se abrió a los países del este soviético, con un nivel de desarrollo y de educación que nos hacía profundamente extraños. Como si de otro continente se tratase. Sin hacer reforma alguna. Sin propiciar que quien no quiere estar en la Unión y obstaculiza su funcionamiento, sea expulsado. Los euroescépticos aún esperan que el Tratado de Lisboa llegue sin firmar a las elecciones británicas que, dando el triunfo a los conservadores, engrosarían también las filas de quienes no desean Europa. ¿No sería mejor que abandonaran el club?

  Existe una privilegiada élite, los Erasmus, que viven Europa sin necesitar pensar en cómo la dinamizan o la dan a conocer. Porque sus amigos y su círculo son europeos, piensan y sienten en europeo. Y Europa llegará cuando sus ciudadanos se relacionen al mismo nivel, siquiera leyéndose. ¿Un siglo? ¿Con torpedos constantes?  Necesitamos Europa; cuando Europa se desdibuja, emerge la involución.

Felipe González: Una mirada de altura sobre la crisis

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Habló sin hacer ninguna alusión ni a partidos ni a ideologías políticas ni, prácticamente, a elecciones europeas. Felipe González dio una lección magistral el miércoles ante el foro de Europa en Suma que nacía ese día. Sus ideas fueron recogidas por algunos medios pero no con la profusión de  las expresadas por otro ex presidente, José María Aznar, quien llena páginas al decir por ejemplo: «Conmigo no se hubiera producido esta crisis». Correligionario y uno de los pocos defensores de George W. Bush – máximo responsable político de la economía del desastre a la que hemos sido abocados-, de la lluvia de sus políticas en España vinieron estos lodos que enfangan nuestros pasos. Y que su sucesor en la Moncloa, Rodriguez Zapatero, no ha sabido remediar, enfrentado a una de las peores crisis económica de la historia.

 Las palabras de González nos permitieron elevarnos sobre la visión local que implanta orejeras distorsionadoras, para comprender algo más de lo que nos sucede. Allí, en primera fila, estaba Eduardo Madina y me produjo una cierta sensación de alivio. Un joven político que no desecha la experiencia altamente fundamentada y detallada.

Felipe Gonzalez insistio en el carácter global de la crisis. «Si se han volatizado 60 trillones de dólares -que así ha sido- ¿la responsabilidad es de Zapatero o de Esperanza Aguirre? Vd. puede hacer propuestas para aprovechar los márgenes disponibles a nivel local para frenar el efecto de esta pandemia, pero la crisis es global». De hecho, por otro lado, «el 80% de los trabajos del Parlamento español son transposiciones de normativas de la UE«, como había apuntado Juan Cuesta de Europa en Suma.

 
Le preocupa a González que el ciudadano sólo ve datos aislados que no tienen sentido ni orientación y piensa que difícilmente en la campaña electoral se abordará qué papel puede hacer el Parlamento Europeo en la crisis global y en el futuro de Europa. Y eso que la eurocámara es «el escenario mínimo para respuestas coordinadas con EEUU, Obama reconoce que solos no pueden, Europa tampoco puede sin EEUU», vino a expresar el hoy Presidente del «Comité de sabios» de la UE. Hay que coordinar el esfuerzo, arrimar el hombro, y el horizonte nacional es insuficiente para una resolución de la crisis y una definición de un horizonte de futuro.

Una crisis global nacida de una falta de gobernanza ante los ciclos del capitalismo, la caída del Muro de Berlín que trajo la desintegración de los bloques, con su antagonismo y competencia, y-atentos- la revolución tecnológica que cambia la realidad mundial. La crisis ha puesto en evidencia carencias arrastradas desde hace mucho tiempo, «Europa lleva 20 años distraída» y hasta ahora las reacciones han sido nacionales, «un puñetero reino de taifas». Quiero destacar, sin embargo, un apartado que me pareció raíz de muchos de nuestros problemas: el anquilosamiento de Europa.

Decía Felipe González que a la Comisión -el órgano ejecutivo- se le quita iniciativa y el Consejo Europeo -el organismo político formado por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros de la UE, más el Presidente de la Comisión, que fija las orientaciones políticas generales-, carece de esas iniciativas. «Hace declaraciones de intenciones y de estados de ánimo, no iniciativas. Leemos: el consejo europeo «muestra su preocupación» por no sé qué cosa. Yo pienso que cuando está gravemente preocupado, el Consejo europeo tiene que relajarse, ir a tomarse una copa y cuando se le quite la preocupación decirnos lo que van a hacer con el problema a, be o ce

 El problema viene de muy atrás y no mejora -¿quizás empeora?-. «Llevo 30 años en temas europeos y les aseguro que hay un 30% de las siglas que utilizan, sin desglosarlas, que no sé lo que son. «Ayer me reuní con el BEPA«… si yo no sé lo que son como lo van a saber los ciudadanos europeos, el tío que lo está pasando mal». Nos contó que las ayudas a proyectos innovadores vienen en un lenguaje tan complicado que se precisa un despacho de abogados de altísimo nivel -carísimo- para traducirlas. ¿Qué sucede? Que sólo tienen acceso a ellas quienes pueden pagarlos y muchas veces ni siquiera se adjudican esas ayudas, quedan en el aire porque no se presentan suficientes peticiones. «¿Fallos de comunicación? Si no somos claros comunicando cómo nos van a entender«, concluía González.

Ganamos con nota a EEUU en el sistema educativo y el sanitario, pero si nos preguntamos cuál ha sido ha sido la movilidad del mundo empresarial en EEUU y en Europa desde 1980, nos encontramos sorpresas. González lo explicó así: «Si me ponen una transparencia con las 30 primeras empresas del año 80 EEUU y las del 2009 -que además están en los primeros puestos mundiales-, observo que al menos la mitad han sido sustituidas por algunos pavos que salieron de un garaje -su concepto de PYME no existe-, y que han sido competitivos, imaginativos y han desplazado a los grandes monstruos perfectamente instalados –como ahora se está viendo-. Veámos ahora el mismo cuadro comparativo en Europa ¿Qué hay? los que eran son y seguirán siendo. Y las iniciativas imaginativas, emprendedoras, valientes, competitivas, si surgen ¡hagamos un esfuerzo corporativo entre todos por aplastarles la cabeza! No vaya a ser que desplacen a las grandes corporaciones. Por tanto: tenemos en Europa una rigidez de trasfondo cultural que nos hace funcionar como una corporación, con un corporativismo de intereses en los que se cruzan las élites politicas, empresariales y sindicales».

 Ése problema de rigidez cultural afecta a nuestro sistema educativo. Tenemos a jóvenes con una formación de una calidad y cantidad de conocimientos que nunca tuvieron, pero o no saben o no les dejen transformar esos conocimientos adquiridas en ofertas que añadan valor a los demás. Salen con una titulación muy buena, pero siguen siendo demandantes del Estado, de la Comunidad de Castilla-La Mancha… o de Botín: un trabajo seguro y para toda la vida. Tenemos escuelas de empresariales donde el 78% de los titulados no quieren hacer una empresa, si tuviéramos escuelas de medicina en el que el 78% de los licenciados no quisieran hacer medicina la cerraríamos ¿verdad?», aclaró el ex presidente socialista.

 ¿Su receta? Hacer un pacto social, económico y político entre todos los agentes, elaborando propuestas para aguantar los márgenes de esta pandemia que es la crisis financiera actual. Un nuevo pacto social del Siglo XXI. Transferido a Europa, habrá que despertarla, dinamizarla, y, dentro de ella a España, quitarle las orejeras, para todos «recuperar (¿adquirir?) nuestro papel como potencia económica-tecnológica» que demanda la realidad de los tiempos. Con una cohesión social que se derivará inexorablemente, para ser sostenible, con la capacidad de añadir valor (que reviertan en los demás) a esa economía competitiva en el mundo globalizado». Nada de cambiar el sistema capitalista, parece decir González: «El Estado del bienestar sólo es posible si la economía funciona».

Esto y mucho más dijo Felipe González. Estoy segura de que muchas de sus ideas irán saliendo en sucesivas entradas. Pero quería resaltar, en este largo post, el carácter global de la crisis, el anquilosamiento de Europa que la agrava en nuestro entorno, y el rumbo equivocado de la España enzarzada en minucias disuasorias, mientras miles de personas cada día se suman al paro en un mundo que nos deja escasa capacidad de maniobra.

Gracias, hoy en especial, por prestarme atención, si has llegado hasta aquí.

Felipe González propone un pacto contra la crisis

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Lleno a rebosar, dieciséis embajadas representadas -mirad las cabelleras de la Europa de más arriba en la primera fila- , Felipe González nos ha presentado esta tarde-noche Europa en Suma.  Elaboraré mis propias reflexiones -ha sido enormemente interesante-, pero os dejo, como anticipo, algunas ideas de urgencia reseñadas -muy bien- por la Agencia EFE.

Felipe González ha propuesto hoy un pacto social, económico y político entre todos los agentes de la Unión Europa (UE) para hacer frente a la crisis global. González, actual presidente del «Comité de Sabios» de la UE, ha resaltado que este pacto debería incluir un primer paquete de medidas anticíclicas y una reforma del sistema financiero.

El pacto, a juicio de González, también debería abordar una «revisión de la agenda de Lisboa» para hacer frente a la pérdida de la competitividad, a las rigideces del sistema y al retraso relativo en la incorporación a la sociedad del conocimiento.

González ha estimado además que el pacto tendría que propiciar «una verdadera revolución energética» en Europa para responder al desafío del cambio climático.

En su intervención, González ha asegurado que si no existiera Europa, habría que inventarla y algunos de los Veintisiete Estados miembros estarían buscando espacios comunes de colaboración para hacer frente a los retos actuales.

Paradójicamente, «tenemos un espacio compartido y cada día lo utilizamos menos», según el ex presidente, quien ha opinado que cada vez hay una tendencia mayor hacia la nacionalización o renacionalización de determinadas políticas o una acción intergubernamental en detrimento de las instituciones, que representan el motor de la construcción europea.

Ha lamentado que, cuando queda más de un mes para las elecciones europeas, difícilmente se debatirá sobre el papel que puede desempeñar el Parlamento Europeo en la crisis global y en la definición del futuro de Europa, que es el escenario mínimo para encontrar una respuesta coordinada con Estados Unidos frente a la crisis.

Ha resaltado que Estados Unidos, a través de su presidente, Barack Obama, ha reconocido que no pueden solos ni contra la crisis financiera, ni contra la crisis de seguridad, ni en la lucha contra el cambio climático.

«Es hora de decir que sin Estados Unidos, no podemos. Ellos solos no pueden, pero sin ellos no podemos», ha dicho González, quien ha subrayado la importancia de coordinar los esfuerzos y no esperar a que «tire del carro» Estados Unidos para ver si en el cuarto trimestre del año hay algún signo de repunte en la crisis.

El ex presidente ha considerado que la UE tiene que intentar corresponsabilizarse y «arrimar el hombro», al considerar que el espacio local nacional es «insuficiente» para ofrecer respuestas a la crisis.

Actualización 23 de Abril. La noticia en otros medios:

Europa press: Felipe Gonzalez propone un pacto europeo para coordinar políticas anticíclicas y «corregir» la agenda de lisboa

El Plural: Felipe González cree “decepcionante” la respuesta de Europa a la crisis y reclama más “coordinación” e “iniciativa”

ABC: Felipe González pide a la Unión Europea una auténtica política anticíclica y un marco regulatorio por la crisis

Estrella Digital: Felipe González «El Estado de bienestar sólo es financiable si la economía funciona»

El Confidencial: González en contra del despliegue del escudo antimisiles en Europa del Este

De espaldas a una Europa en crisis

Los europeos no tienen interés por Europa. Entre ellos, los españoles se han convertido en uno de los mayores euroescépticos. Aquí, sólo el 27% de los ciudadanos manifiesta que votará en las elecciones que van a celebrarse entre el 4 y el 7 del próximo mes. Son datos del eurobarómetro que acaba de hacer público el Parlamento europeo. Más aún, el 75% de los españoles nos saben ni cuándo están llamados a las urnas.

 El proyecto de Europa ha ido perdiendo interés paulatinamente entre los 27 países que componen la UE. Quizás, los nuevos adscritos contemplan el euro como un paraguas que les protegerá en la crisis que les afecta más que a otros territorios. A pesar de que tampoco están masivamente decididos a ir votar, algunos observadores estiman que sí lo harán condicionando la composición ideológica de la Eurocámara. Lo cierto es que las instituciones comunitarias nadan entre el descrédito popular que se han ganado a pulso: han dado muestras de un invalidante anquilosamiento. Adolecen también de los males de las políticas locales, elevados a la potencia de una inmensa extensión de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados donde habitan casi 500 millones de personas. Y de una difícil amalgama: diferentes lenguas, historia, desarrollo, educación y un lema común, más deseable que real: unidos en la diversidad. El Partido Popular Europeo es el mayoritario en la Cámara, seguido del socialista.

España ingresó en la que sería la Europa de los 15 en 1986 de la mano de Felipe González. Franco lo había intentado con ahínco para homologar su régimen, pero Europa precisó ver consolidada la democracia con la alternancia de poder. Y, probablemente, con la credibilidad de un presidente brillante que sabía estar en el mundo. Llegaron entonces las carreteras, las autopistas, los fondos comunitarios que costeaban nuestra expansión, y, sobre todo, la apertura de horizontes.

Pero, en el 2009 de la crisis globalizada, los ciudadanos prefieren mirar a su ombligo -he dedicado todo un libro a ello-, y no informarse o no querer enterarse de que la UE es una realidad que toma decisiones que afectan a nuestra vida.

Tenemos una moneda común: el euro. Las políticas económicas se dictan desde Bruselas. Ya no podemos devaluar la peseta, como hicimos con profusión durante la transición para aquilatar nuestro presupuesto, aunque fuera a costa de perder hasta un 20 y un 40% del valor de nuestro dinero personal. Si ahora el Estado sobrepasa las inversiones -el gasto en una palabra- para solucionar la crisis interna, Bruselas reprende y no lo tolera. Los tipos de interés de nuestros créditos los fijan fuera. El Banco Central Europeo dirige su cuantía, fijando los tipos de interés. A partir de ellos, la Federación Bancaria Europea establece lo que conocemos como «Euribor», que influye decisivamente en nuestras hipotecas.

  Y aún no hemos ahuyentado por completo la directiva europea que permitiría la jornada laboral de 65 horas semanales. Bruselas dicta también políticas de inmigración.

Marta Cartabia, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Milán-Bicocca, lo resumía en una entrevista: «La mayoría de las leyes nacionales -señala la profesora Cartabia- son ya ejecuciones de normativas europeas, en muchos casos los jueces nacionales aplican directamente el Derecho europeo y cada vez más el Parlamento Europeo se pronuncia sobre asuntos sociales. Europa, de una forma u otra, sienta principios que después pesan -y mucho- a la hora de decidir si se reconocen las parejas de hecho, se aprueba la eutanasia o se mantienen los crucifijos en los colegios».

«No es la Europa que soñaban los padres fundadores», añade Cartabia, es una Europa técnica que, sin embargo, no se limita a cuestiones técnicas, puesto que interviene en terrenos reservados a la vida de las personas».

Hoy mismo, salen a la calle los ganaderos españoles a protestar por su asfixia con sólidos argumentos: «El tejido ganadero español se ha atrofiado desde 1993, cuando la Unión Europea impuso el sistema de cuotas que ha limitado la producción española a seis millones de toneladas anuales de lácteos.Aquel año había 173.000 explotaciones en España, y ahora hay 24.000». Igual sucede con el aceite y numerosos productos agrícolas.

     Un somero y aleatorio paseo por recientes actuaciones de Bruselas nos presenta, para bien y para mal, este panorama:

  • simplificar los trámites necesarios para que las pymes accedan a la financiación comunitaria. Entre las novedades destaca que las entidades con ayudas inferiores a 25.000 euros tendrán que aportar menos documentación y que se reduzca la exigencia de avales bancarios
  • acelerar la autorización de medicamentos contra enfermedades mortales.
  •  elevar las ayudas a la exportación de pollos
  • suprimir los aranceles a la exportación de cereales
  • mantener seis meses más la veda de la anchoa
  •  aprobar el P2P, reforzar la seguridad y la protección de las libertades fundamentales en Internet y rechazar que los gobiernos corten el acceso a Internet como una forma de imponer sanciones.
  •  extender las normas comunitarias de protección de datos a las redes privadas de comunicación en Internet.
  • eliminar progresivamente las bombillas incandescentes.
  • criticar la aplicación errónea en todos los países de la UE de la directiva que regula el derecho de los ciudadanos europeos y de los miembros de sus familias a circular y residir libremente en los Estados miembros y exigir castigos para los países infractores
  •  autorizar la comercialización de una vacuna intradérmica para la prevención de la gripe estacional de adultos y mayores de 65 años que, de forma pionera, presenta un sistema menos invasivo que las de aplicación intramuscular al administrarse con una micro-inyección intradérmica de manera sencilla, segura y fiable (esto hoy mismo).
  • … o condenar el urbanismo español.

     ¿Podemos así eludir el compromiso de votar en las elecciones europeas? ¿Y pensar en políticas locales? ¿Y no elegir a los candidatos de los que  estemos seguros van a defender nuestros intereses en Europa y construir un espacio común y mejor para todos?

     Van a cobrar en breve 9.000 euros al mes  -actualmente 7.000-, más dietas,  por trabajar de lunes a jueves. Viajes pagados en clase business. Colaboradores personales auto asignados -sin prohibir taxativamente el parentesco directo-, cuyo sueldo pagamos los contribuyentes europeos. Jubilación a los 63 años con pensión oficial asegurada, con sólo 3 años de trabajo.

     La UE, el Parlamento europeo sobre todo, palidece quizás porque se suele enviar allí a viejas glorias, a compromisos por una razón o por otra para becarlos con una jugosa regalía. Y lo que Europa necesita es savia nueva, jóvenes, políticos combativos. Y sobre todo una sociedad comprometida que precisa informarse adecuadamente y saber lo que vota.

    Desde Europa en Suma queremos impulsar una Europa de ciudadanos que se conozcan y que trabaje unida. A los españoles nos hace mucha falta.

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