Barra libre en el Morbo Rubbish Club

Robaron sus fotos y las colocaron en portada. Hasta tumbada en su sofá con ropa de casa. Divulgaron su nombre, edad y vida. Invadieron su hogar y el de su madre en Galicia. La culparon de haberse contagiado, señalando sus presuntos errores incluso en una pizarra (Telemadrid) como quien cuenta el mapa del tiempo o la pseudo economía mediática. Un puro excremento de la televisión de Cospedal, se ha reído de ella. Son los mismos que elevaron a los altares a los sacerdotes importados con su ébola por un gobierno y una administración local cuya negligencia nos ha salido muy cara. Los que, según toca, la atacan, se compadecen de ella, o dicen alegrarse de sus mejorías. Le han matado al perro. Han seguido cada uno de sus pasos. La han expuesto una y otra vez. Hasta llegar a publicar su foto –robada- en su habitación de cuidados intensivos, semidesnuda y con una mascarilla. Qué gran periodismo ¿eh?

 Teresa Romero, la auxiliar de enfermería infectada de ébola, se ha convertido en la nueva cobaya de la comunicación basura. Alentada por los políticos irresponsables que, tras una nefasta gestión, la insultaron como el propio aún consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Es como si se hubiera abierto la barra libre para el saqueo de esta persona. Una legión de descerebrados, proclives a ser abducidos por esta mugre política y mediática, se permiten opinar y condenar lo que Teresa hizo, según ellos, mal. Lo que les han contado manipulando con toda intención. Es que Teresa no afirmó que se tocó la cara como titularon con rotundidad, admitió la posibilidad. Corroborada por el médico, que –tan oportunamente para los intereses que se perseguían- salió a declarar ante los medios lo que un profesional serio no comunica de un enfermo. Algo que da qué pensar. Porque también se obvian las presiones que sufrió Teresa. Cuatro veces –informaron en TVE- le habrían hecho “reconstruir” los hechos los mandos de su hospital. Como si fuera un delito contagiarse. A una enferma grave, peligrando su vida. Cuesta elegir qué mayores ejemplos de deshumanización y de injusticia se pueden perpetrar contra una persona que, por añadidura, se ha volcado en el servicio a los demás.

 Tenía que llegar. La televisión basura –por ahí empezó- nació en 1990 al mismo tiempo que las cadenas privadas. Dos grandes sucesos marcarían el camino a seguir: el asesinato y violación de las niñas de Alcácer y la Mataza de Puerto Hurraco. Con la fuerte competencia, había irrumpido la lucha por la audiencia y cuanto implica. Preocupaba adónde llevarían esos inicios, al punto de constituirse en noticia como expresé incluso en mi propio reportaje.  La televisión entraba a raudales por los satélites. Era un fenómeno imparable. Como lo es ahora, con Internet, el periodismo digital. Nada que objetar, al contrario. Pero se puede competir de muchas formas. Con el rigor, con la calidad, con la verdad… o con el morbo, mucho más fácil. En otros países también lo hacen, por supuesto. Igual no en la misma medida.

 Porque el problema es en dónde caen esas semillas de inmundicia, en qué suelo, en qué sustrato. Quién se las traga sin rechistar para luego crecer y multiplicarse. Y aquí nos encontramos con una sociedad, la española, largamente aleccionada por la derecha en no pensar y eludir cualquier atisbo de pensamiento crítico para ser más manipulable. Ha sido una labor secular. Como secular es el mandato de un particular conservadurismo español, de casta y de caspa. Lo peor es que ha llegado a nuestros días impregnando a personas de otras ideologías. Las tarjetas black de Caja Madrid son el ejemplo más gráfico que se pueda encontrar. Como lo fuera la cultura del pelotazo de los ochenta y noventa, de los Mario Conde y de aquella parte de la política que se sintió en esas mieles tan turbias como pez en el agua.

 Las portadas de los periódicos del domingo, de muchos de ellos, avasallando la intimidad de Teresa Romero, hubieran llevado a una ciudadanía responsable a reaccionar como la situación merece: rechazando a los periódicos que la publicaron de forma explícita. Y no deteniéndose en las cadenas y debates que tocaran el tema en su vertiente morbosa para vender. Muchas cosas están a la venta, no solo productos.

 El día en el que un político llama a Sálvame y dice que ese programa es “un referente social”, comprobamos que la enfermedad -largamente cultivada- se ha extendido ya y ha penetrado en el cuerpo de la ciudadanía. Afecta a un contexto mucho más amplio y es lo que explica casi todo, desde la tolerancia a la corrupción a opciones y elecciones incompresibles. Y todo se entreteje en maraña. Aunque no responda a la realidad de toda una población ni mucho menos, es la elevación social de la ignorancia a categoría. Enaltecer el morbo. Aceptar la relajación de los valores, hasta de los estéticos. Y, en la misma línea, pero aún más pornográfica resulta la cacería a la que medios aparentemente serios han sometido a la auxiliar de enfermería infectada de ébola.

Cuanto está sucediendo demuestra que se han desdibujado muchas barreras, entre la información y la propaganda sin duda, entre la ética y la laxitud moral, y, desde luego, entre el periodismo y esa otra cosa que hacen.

Quienes amamos el periodismo, el de verdad, conscientes de su influencia para bien y para mal, estamos asustados. Porque nada es inocuo, por eso precisamente se propicia y se produce lo que estamos viendo. Esta deriva conduce a que esta sociedad acepte lo que difícilmente aguantaría otra con criterio y sentido cívico.

El PP denuncia el «intento de manipulación informativa» para alarmar a la población

Es la primera actuación del gabinete de crisis del Ébola que preside la vicepresidenta del gobierno. En una línea bien efectiva. ¿Acallar bocas?

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Los propios profesionales se quejan de los fallos del protocolo y van a presentar una demanda. Así dieron «el master» en colocarse el traje, además de una charla de 20 minutos.

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Este es el kit de protección

Fotos de los propios profesionales

Fotos de los propios profesionales

Y ahora veamos hacía qué lado han manipulado los medios.

A TVE le pareció mejor poner fotos de un hospital alemán como si fueran del Carlos III en España.

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La insistencia en que Teresa se tocó la cara proceden de esto que rescató Fernando Berlín.

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Y ahora un pequeño surtido de otros medios…

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Hay un problema: esta gente es muy previsora, y ha dedicado su tiempo a pertrecharse de normas y leyes que permiten disuadir críticas a través de multas o cárcel. De profesionales de la sanidad o del auténtico periodismo. Claro que eso lo haría un gobierno no democrático y que le preocupara más la población (su salud en este caso) que mantenerse en el poder.

El PP de Madrid encuentra un nuevo chivo expiatorio en la crisis del Ébola

Juan Manuel Parra, el médico que atendió a Teresa y denunció las deficiencias del protocolo

Juan Manuel Parra, el médico que atendió a Teresa y denunció las deficiencias del protocolo

El PP de Madrid, a través de su (putrefacto) consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, parece haber encontrado un nuevo enemigo. La información es de El Confidencial y cita “fuentes cercanas”, entrecomilladas. Estamos, ante la misma técnica, idéntica, que el indeseable sujeto ha seguido con la auxiliar infectada Teresa Romero. Para exculpar a su partido, desde el PP de Madrid a la Ministra Ana Mato, y quien la puso.

Juan Manuel Parra fue el médico que atendió a Teresa en el Hospital de Alcorcón y que envió una carta a los medios mostrando las gravísimas deficiencias del “protocolo” de prevención pergeñado por el PP. Dado que estuvo en contacto directo con la enferma (y sus abundantes fluidos: vómitos, diarreas, menstruación), con un traje de protección que “le quedaba corto de mangas”,  ha pedido voluntariamente el ingreso hospitalario para ser examinado. Y aislarse y evitar contagios, como debe ser.  Pues bien, según El Confidencial, “la consejería de Sanidad sospecha del médico auto-ingresado por ébola”. Se teme que su intención es movilizar de nuevo a todo el sindicalismo sanitario, dicen.

Y es que el doctor Parra, es “una de las voces cantantes del comité de empresa del Hospital de Alcorcón, y uno de los delegados sindicales con más influencia entre sus compañeros”, dirían en la Consejería. Pertenece a AMYTS (Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid). Qué mala suerte, podría haberles tocado un médico con vocación de estómago agradecido como Rodríguez.

El miedo de estos indeseables es que Parra sabe mucho: “ha obtenido, durante los últimos años, mucha información sobre el hospital y el sistema sanitario madrileño”. Ese material sensible “no debe usarse para hacer política, pero es posible que él o sus compañeros quieran ahora aprovecharse de la situación”, comentan. Ya nos contarán qué «material sensible» nos ocultan, estamos hablando de nuestra salud.

En bajeza sin fin, concluyen: “estaban esperando la ocasión para volver a las calles, y ahora tienen la oportunidad perfecta”. ¿Se puede ser más miserable?

Nos han desmantelado y privatizado la sanidad en Madrid y saben que eso no es inocuo, que puede traer las consecuencias… que ha desencadenado. Se trajeron a dos enfermos terminales de Ébola con un protocolo de seguridad tercermundista. En este momento hay una persona gravemente enferma, Teresa Romero, y la causa no es ajena a esos errores. A quien culpan, tanto el PP de Madrid, como los medios que sirven al PP en todas las circunscripciones, de su propio contagio. La lista de improperios del sujeto al que el PP mantiene en la Consejería, Javier Rodríguez, produce vergüenza ajena.

Ana Mato y Javier Rodríguez, responsables de la sanidad en España y en Madrid, respectivamente

Ana Mato y Javier Rodríguez, responsables de la sanidad en España y en Madrid, respectivamente

La información de El Confidencial es absolutamente verosímil. Visualizar a ese indeseable pronunciado esas frases, en el mismo tono que dijo que no hacía falta un master para colocarse un traje o que él ha ido “comido” a la política. Muy comido, ved, lleva comiendo en realidad de su adscripción al PP varias décadas.  Rodríguez, tan preparado para la mamandurria, culpa de tonta y mentirosa a la auxiliar de enfermería que tiene muy difícil salvar la vida, y al médico de ser demasiado alto, dice que por eso no le ajusta el traje.

Atentos a ver si el bocazas y buena parte de sus colegas de partido empiezan las diatribas contra Parra, un médico responsable, que atendió a una enferma afrontando riesgos y que puede pagarlo, también, muy caro.

Ignacio González puso y mantiene a ese individuo, Javier Rodríguez, en un puesto desde el que no parece estar llevando con eficacia un problema tan serio de salud pública. Un tipo del antiguo régimen, a tenor de sus formas, que  se permite insultar a las víctimas con una osadía inaudita. En el PP no es un hecho aislado, como se puede comprobar.

Pongamos una nota de humor. Negro, como corresponde.

Ricardo. Publicado en El Mundo.

Ricardo. Publicado en El Mundo.

El Ébola en la España neomedieval del PP

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Somos muchos los que creemos estar viviendo una pesadilla, porque no es posible que un país que pasa por ser democrático, miembro de la Unión Europea, decimosexta economía mundial (tras haber sido hace nada la octava, eso sí), tenga unos dirigentes con estos niveles de incompetencia, oscurantismo e ignominia.

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Cuesta saber por dónde empezar. Las acusaciones de este sujeto, Javier Rodríguez, a la sazón consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, acusando a la enferma infectada de Ébola de mentir, rozan lo alucinatorio. ¿En qué ha mentido, Sr. Rodríguez? ¿No tiene el virus hemorrágico gravísimo? ¿Mienten sus análisis? ¿O está intentando salvar su culo y los de sus jefes y socios del clan?

Cómo es posible que un cargo público salga a insultar a la enferma, tras la cadena de errores cometidos por su departamento y el de Sanidad que dirige –es un decir- Ana Mato. Alucinamos con lo que estamos conociendo. Los trajes de “seguridad”, en lugar de ser de una pieza, sujetaban los guantes con cinta adhesiva. A quienes ponían en riesgo su salud por hacer un trabajo peligroso, propiciado por -para bien o para mal- la decisión del gobierno de traer a España a dos sacerdotes enfermos de Ébola, les dieron una charla de menos de media hora. No se han cumplido sus “protocolos” ni en el traslado de la enferma de un hospital a otro –que se hizo en ambulancia normal, y con personas sin proteger- ni en muchas otras cosas. El equipo al mando se está comportando como en el tercer mundo, solo que con menos dignidad. ¿Y tiene la culpa la enferma?

Pero las declaraciones de este individuo, que a esta hora permanece increíblemente en el cargo, han abierto informativos. Su insistencia, a lo largo de este jueves, ha cambiado las tornas. El Huffington Post lo condecora en portada con un master a la necedad, dadas sus declaraciones.

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En una de las informaciones del Telediario de TVE  han dicho, no como noticia, sino en el contexto, que Teresa, la enferma, ha reconstruido ¡cuatro veces! los hechos, el desvestirse, el recorrido en la habitación. Buscaban un culpable fuera de ellos, y lo han encontrado: la enferma. Y por qué métodos. Estamos hablando de una contagiada por Ébola, con síntomas, y medicada. Esto es tortura, esto es intolerable.

¿Y el jefe del servicio saliendo al circo mediático en el que han convertido el Hospital (desmantelado por Esperanza Aguirre y sus seguidores) Carlos III,  de set en set de televisión, contando que la enferma había dicho -¿”confesado”?- que se tocó la cara con el guante. ¿Un médico puede contar lo que le relata una paciente? Sus compañeros están denunciado que Teresa sufre presiones y coacciones.  Lo que está ocurriendo es para aterrar al más templado. Y los medios, algunos, lo cuentan como ha encontrado el periodista Fernando Berlín.  Ved la diferencia.

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Tampoco es desdeñable la infecta portada del ABC

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Por cierto…

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¿Y el perro de la infectada  y su marido? Se llamaba Excalibur y las mentes del PP decidieron matarlo, es como a ellos les gusta solucionar las cosas. Por si acaso. Sin hacerle ni un triste análisis. En contra de la opinión de científicos, extranjeros incluso, que pensaban podría ser útil a la ciencia, vivo.

Como en la España medieval a la que nos ha devuelto el PP (y sus votantes, sus votantes que no escurran el bulto), se corta por lo sano matando. Hay quien comenta que es raro que aún no hayan prendido fuego a la casa de Teresa y su marido, en la misma línea. Es decir, a una trabajadora precaria -estaba haciendo oposiciones para la fijeza como auxiliar de clínica- la han infectado por los errores de sus aireados «protocolos», le han matado al perro y la han insultado. De momento.

Mientras el mentiroso compulsivo que tenemos por presidente del gobierno, dice que “toda Europa” le felicita por su gestión de la crisis del Ébola, los principales medios internacionales están en Madrid para informar con verdad. El Wall Street Journal, conservador, ha indagado hasta llegar a la boutade de las condecoraciones a la Virgen. Y no sale de su asombro. Les podemos parecer un país con un gobierno pintoresco, elegido por muy pintorescas personas, pero es que cuesta salud y hasta vidas. Los repagos en sanidad y las tarjetas arrebatadas por la misma ministra, Ana Mato, algo saben de eso.

He leído esta mañana un artículo contundente y sobrecogedor. Éste. De David Torres. Viva la muerte. Por esto matar al perro ha sido mucho más que una anécdota. Me quedo con dos párrafos:

“Excalibur, al que no le ha servido de nada su nombre de espada artúrica, se va a convertir no sólo en el primer mártir de esta hecatombe provocada a medias por la imbecilidad y a medias por la prepotencia, sino también en un símbolo a cuatro patas de toda la ciudadanía madrileña y española. Porque así es como estamos con esta gente subida a nuestros lomos: a cuatro patas”.

“No nos asusta el ébola porque para gobernar le dimos la mayoría absoluta al cáncer”.

A estas alturas de esfuerzo continuado por desasnar, me pregunto ¿qué culpa tengo yo, tenemos muchos, de que haya personas capaces de habernos traído esta plaga?

El PP es un Ébola

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Primero los datos. Este lunes a media tarde nos enteramos de que una auxiliar de enfermería del hospital Carlos III de Madrid, que atendió a los dos religiosos repatriados tras contraer el Ébola, ha resultado infectada. El último falleció el 25 de Septiembre, al día siguiente ella se fue de vacaciones. «El protocolo» que tan bien funciona -según la ministra y las autoridades sanitarias- no se cumplió estrictamente.

El día 30 acude al Hospital de Alcorcón, el que le corresponde por residencia. Se encuentra mal y tiene fiebre, pero no tanto como 38,6 que es la cifra que marca el famoso protocoló. Avisó que había tratado a los enfermos. La mandaron para casa.

Empeoró este domingo, el día 5. Y la ingresaron en el hospital de Alcorcón. Ha estado estos días en contacto con muchas personas por tanto. El peligrosísimo virus, mortal en un alto porcentaje, se contagia solo por contacto de fluidos una vez desarrollados los síntomas. Fluido es hasta el sudor que se deja en las barandillas o estrechando la mano.

Una patética rueda de prensa nos demostró ayer en qué manos estamos. Ana Mato nunca debió ser ministra (y el resto del equipo parece andar a juego). Pero ahí sigue y pese a que es un clamor hoy la exigencia de su dimisión. Se da la circunstancia de que su ex marido y padre de su prole, es Jesús Sepúlveda. Según el juez Ruz, parece que surte de dinero negro al PP, hablando sin eufemismos.

 

No saben las causas del contagio, qué falló en un protocolo que repetían ofrecía todas las garantías. Los palmeros empiezan a apuntar a «fallo humano». Aunque hay que determinar qué «humano» ha fallado.  Personal del Carlos III denuncia que los trajes no cumplían la normativa. Incluso, que los guantes se cerraban con cinta adhesiva.

Javier Gállego, escribe en eldiario.es un comentario con el que estoy de acuerdo. Esta es, pues, nuestra opinión sobre el preocupante asunto. Hay cosas muy serias, como la salud, que no se pueden dejar en ciertas manos. En las de Ana Mato, Rajoy, Ignacio González o todo el PP (ése partido de Caja B) era un serio riesgo.  Veremos cómo acaba.

Javier, tu turno…

Si es que lo del Ébola se veía venir, no me digan que no. Los médicos habían avisado de que los recortes en Sanidad habían mermado las capacidades de nuestro sistema para lidiar con una amenaza tan peligrosa como este virus. Expertos españoles en epidemias no ocultaban que era un riesgo innecesario dadas las ínfimas oportunidades de salvar a los dos religiosos contagiados y repatriados. Hasta última hora se dudaba si llevar a los enfermos a uno u otro hospital. El gobierno improvisando que es gerundio.

Pero al PP no le importó saltarse las advertencias y poner en riesgo la salud de todo el país para apuntarse un éxito mediático disfrazado de humanitarismo. Disfrazado, sí. Un año antes las autoridades españolas habían denegado la repatriación a una economista española gravemente enferma que había emigrado a Argentina en busca de trabajo. Su traslado era demasiado caro, dijeron, sin embargo costaba casi 6 veces menos que los 800.000 euros que costó traer a los misioneros, por no hablar de los gastos derivados de aislarlos en un hospital. La Iglesia, por cierto, no puso un duro a pesar de sus ventajas fiscales, del dinero que le damos cada año y de sus abarrotadas arcas. La caridad se la pagamos nosotros a través de un gobierno que quería ganar puntos ante la Conferencia Episcopal y votos en las urnas.

Ahora el tiro le ha salido al PP por la culata, como tantos otros, como consecuencia de sus propios errores. El gobierno está probando su propia medicina. Solo deseo que por su culpa no tengamos ninguna muerte más que lamentar. Por lo pronto ya hay una enfermera contagiada de Ébola que puede morir y que ha estado circulando con el virus. La patética, poco tranquilizadora y balbuceante intervención de la ministra Ana Mato no nos ha explicado por qué esta mujer no se sometió a periodo de aislamiento después de tratar con el misionero enfermo ni por qué la mandaron a casa después de presentarse con unas décimas de fiebre en el hospital. Hace unos días Ana Mato aseguraba que el riesgo de contagio de Ébola en España era prácticamente imposible, pero hay que recordar que esta señora no sabía que tenía un Jaguar en su garaje ni que la Gürtel le pagaba los viajes y el confeti de los cumpleaños de sus hijos. No es de fiar.

No se puede tener al frente de un ministerio del que depende la salud del país a una incompetente que no se responsabiliza de nada de lo que ocurre a su alrededor. Recordemos también que el mejor momento del día, según sus propias palabras, es cuando el servicio viste a sus hijos. No es que tenga que hacerlo ella, podría hacerlo su marido, pero por lo que se ve todo en la vida de Ana Mato se lo hacen los demás. Hasta cuando le han preguntado en la rueda de prensa si habría alguna dimisión, le ha pedido a su asistente que conteste. Ella es como el Ébola, no se la ve pero es letal. Las mata callando.

Así que ahora somos el primer país de Europa con un contagio del virus letal. Otro vez los primeros por la cola. Otra chapuza nacional de la Marca España. Otro demérito de este gobierno que une a sus mentiras y ajustes, la incapacidad. No contento con arruinar un sistema sanitario que era una de las joyas de este país poniendo en peligro la vida de los enfermos, ahora además el PP nos ha puesto a todos frente al riesgo de una epidemia mortal. Como no vas a dimitir, Mariano, al menos deberías cesar a la ministra responsable de esta pifia monumental. Aunque la culpa no es solo suya, es de quien la puso ahí.

Dicen ya algunos expertos, antes de que se conozca el resultado de la investigación, que el contagio se ha debido solo a un error humano. Toma, claro, no va a ser un error divino, aunque tenemos ministros capaces de asegurar que la Virgen nos sacará de esta. Pero nada de esto hubiera ocurrido si este gobierno no hubiera corrido tantos riesgos innecesarios. El problema no es que se incumpliera algún protocolo, el problema es que no se siguieron los protocolos necesarios para evitar que Ana Mato sea ministra de Sanidad. El problema es que el PP de Rajoy es un Ébola político. Todo lo que toca, enferma y muere».

 Añado..

Al tratarse del primer contagio fuera de África, somos noticia en la prensa internacional. Pero si queréis comprobar la hondura de nuestros males, ésta es la portada que ABC ofrece a sus lectores:

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Ébola, la jauría humana

Mientras mataba africanos en lugares recónditos, el Ébola no preocupó en exceso a la llamada Comunidad Internacional, pero ahora este virus hemorrágico de altísima mortalidad asiste a un brote muy virulento que amenaza con extenderse mucho más allá de sus lugares habituales de acción. La Organización Mundial de la Salud acaba de declarar al Ébola emergencia pública sanitaria de carácter mundial.

El primer brote se produjo en 1976 y causó la muerte de 280 personas en el Congo. En esta ocasión ha triplicado su virulencia y su extensión: ya son 932 los muertos, más de 1.000 los enfermos pendientes de evolución y más países los afectados: Guinea-Conakry, Liberia, Sierra Leona y Nigeria. El traslado de dos infectados a EEUU y uno a España para su tratamiento ha disparado mayores alarmas. Ahora sí que la OMS ha reaccionado. Cuentan en eldiario.es que, en abril, cuando el virus estaba activo en Guinea y Liberia y llevaba 160 casos y más de un centenar de muertos, la OMS declaró: «Teniendo en cuanta la información existente sobre este evento, la OMS no recomienda que se impongan restricciones a los viajes ni al comercio». Hay dineros que matan.

Solo se contagia por los fluidos, no por respiración, pero rastros hasta de sudor pueden quedar en cualquier parte. No tiene tratamiento. Se han experimentado vacunas y algunos fármacos (uno de ellos curiosamente vinculado a la nicotina y que ya produce la filial correspondiente de una tabaquera). En fase experimental, se está dando a los enfermos estadounidenses sin haber cumplido los pasos necesarios para la autorización de un medicamento.

El Ébola solía diezmar las poblaciones donde se producía. Su rápida evolución (mortal entre un 90 y un 60% según las fuentes) hacía que el virus naciera y muriera en poco tiempo. Ahora preocupa que ha alcanzado también a Nigeria, el país más poblado de África. Ahora sí están preocupados.

A mí me parece bien que se atienda al sacerdote español infectado de Ébola. Apruebo que el Estado se ocupe de sus nacionales en el extranjero con problemas, cosa que no siempre hace, ni mucho menos. Aunque, en este gravísimo caso, preservando la seguridad general. Se quejan médicos, enfermeras, dicen expertos que España carece de un protocolo de aislamiento indispensable que es el P4.  Los profesionales, insultados y recortados, sí existen aún. Harán lo que puedan, más de lo que puedan. Y lo que es absolutamente ridículo es decir que no hay peligro, que todo ha funcionado estupendamente y que les aplauden en todas partes. Emergencia mundial, menos en Madrid, patéticos.

Este episodio ha revelado de forma descarnada, eso sí, el desmantelamiento de la sanidad pública perpetrado por el PP en Madrid -que es la comunidad que ha recibido a Miguel Pajares-. El Hospital Carlos III, donde lo han llevado, era centro de referencia en enfermedades tropicales e infecciosas pero esta gente lo ha vaciado. Ahora bien, para tratar a alguien que realmente les interesa lo llevan a la pública y no a los amigos de la privada a la que han entregado nuestros hospitales. Es alarmante que seres humanos con dignidad, secunden este atropello: el destrozo de la sanidad pública. En Madrid, y en muchos otros lugares de España.

Y, desde luego, cerrar un hospital completo para atender a una sola persona -a dos porque han traído a una religiosa, Juliana Bohi,  no afectada por el Ébola- entra en las típicas desmesuras de este gobierno. Tan ideologizado.

La situación sobre el terreno, en los lugares más afectados, debe ser infernal. Desde Sierra Leona se informa que el ejército vigila el hospital, donde apenas queda equipo médico, para evitar que los enfermos «escapen» y propaguen la enfermedad, o que la población les ataque por temor al contagio. La auténtica jauría humana.

No menor sin embargo que la de quienes durante décadas ignoraron el Ébola porque no afectaba a «gente importante», la de quienes esperan lucrarse con esto, la de que quienes seleccionan -una vez más- quién debe vivir o morir de acuerdo con su ideología y las de quienes han impuesto que lo único importante es el beneficio y las personas no cuentan. Incluso la de quienes mirar para otro lado, amparando todo esto. El silencio es cómplice.

Pero la seguridad absoluta no existe y mucho menos con recortes para «ahorrar»… en lo que otros recogen en sus cuentas corrientes. Resulta que los virus viajan. Incluso sin grandes medidas de seguridad, en cualquier avión.