Aquí estamos. Las mujeres. Abro este libro, «El mundo árabo-islámico como ellas nos lo contaron» y me encuentro a Carmen V. Valiña que lo ha escrito, a Lourdes Lucía que lo ha publicado en la editorial que dirige , Clave Intelectual, a varias periodistas de TVE y, sobre todo, al ignorado mundo de la mujer en «Oriente».
Valiña muestra, aporta datos para el análisis y pregunta y pregunta como debe hacer todo buen periodista. Como punto de partida, situar en el contexto. … «Y en el principio fueron las viajeras». Impactante ya. La historia oficial, la escrita por hombres, no nos contó que «mucho antes del surgimiento de los grandes medios de comunicación (…) las viajeras rompieron barreras y demostraron que ser «mujer» y «viaje» son conceptos bien avenidos». «Que ser mujer y conocer los rincones más peligrosos y alejados del globo no son ideas ni mucho menos incompatibles» escribe la autora.
Y así nos descubre varios nombres de mujeres que ya desde el siglo XIX cogieron las maletas y se adentraron en el mundo para contar lo que allí sucedía. Nombres de los que no se ha dicho casi ni media palabra. Tiempos aquellos en los que «se fomentaba la afición al descubrimiento» que algunas no quisieron perderse, iniciando «viajes de acción» y salidas «más allá de los papeles que les atribuía la sociedad». Y aunque el peso de las viajeras anglosajonas fue aplastante, también hubo españolas. Carmen de Burgos en Marruecos como corresponsal en 1909. Teresa de Escoriaza, que deduzco se firmaba como Félix de Haro, enviada a Melilla. O Consuelo Gónzalez Ramos que trabajó hasta de enfermera en la trágica «Campaña del Kert» en el norte de África en 1911 y que terminó fundando y dirigiendo un periódico en España.
Sobrevolando las páginas van apareciendo nombres y peripecias. Ese pasado común de silencio y esfuerzo, de represión, que hoy es presente en las mujeres árabes y musulmanas. Lo que lo cambia, algo, es el desarrollo. «Mujeres que estudian, trabajan, lucha. En definitiva, que existen». Como nos ocurría a las españolas.
Aparecen en el libro muchos nombres de periodistas, de TVE, informadoras en conflictos y en la vida cotidiana. Los esforzados años 70 y 80. Y que abarcan desde la Marcha Verde de 1975 al asesinato del presidente egipcio Anwar El Sadat en 1981, las primeras intifadas, la guerra de Líbano, la revolución islámica en Irán, la invasión rusa de Afganistán. Tiempos esenciales de pioneras como Rosa María Calaf o Carmen Sarmiento, luchando contra las tendencias vigentes, hasta que en los 90 la presencia de informadoras se normaliza. Un recorrido exhaustivo por esos nombres de mujer que se fueron incrustando, nos fuimos incrustando, en el periodismo masculino, en el universo masculino en realidad. Y para hablar de todo lo que pueda interesar a la sociedad.
Valiña encuentra, a través de los reportajes y testimonios sobre el mundo árabo-islámico, puntos llamativos como la diferente forma de tratar a los bandos en los conflictos, o el enfoque occidental que predomina. «La presencia de las periodistas tampoco contribuyó a visibilizar a las mujeres locales: solo aparecen como sujetos dolientes». El cambio más notable se produce en las Primaveras árabes en donde las periodistas se mueven entre los manifestantes, dan el punto de vista local y cuentan cómos y porqués. Ellas y ellos, diría yo.
Todas las periodistas consultadas destacan que el tema se aborda con muchos prejuicios, que no hay un tipo de mujer en la zona sino notables diferencias por países, ocupaciones, enfoques. Y la tendencia a uniformizarlas como ocurre ahora con casi todo en la banalización reinante, añado.
Calaf le dice a Valiña y creo que es un buen resumen: «Siempre he priorizado la visión de género en mi trabajo. Es necesario estar especialmente atentos a los más vulnerables y que más necesitan que alguien les ayude a que se oiga su voz. Sin duda es más difícil incluir en la agenda mediática todo aquello que no está la corriente general. A menudo al proponer temas, te dicen: «pero de eso no habla nadie», cuando precisamente sería la razón para hablar».
Ha sido, como digo, un rápido repaso del libro. Por lugares conocidos. Con hallazgos. Con la constatación de la permanente dificultad en informar de lo que no interesa al poder, a las cortes a su sombra. Creo que en esta terrible Era Trump y compañía que infecta a la sociedad mundial, la mejor receta para la xenofobia es el conocimiento , y este libro lo aporta.