Los días en que cayeron las caretas

Últimas horas antes de la batalla –que así la contemplan muchos-. El Rey Felipe VI, nos dicen, “ha despejado su agenda para seguir la crisis desde Zarzuela”. Gran despliegue de medios atentos a los detalles en lucha por las audiencias. En este partido se juega mucho. En esta democracia, más. Despliegue policial, restricciones en el espacio aéreo, desmesura sin fin. La escalada de tensión sigue, ahora con la querella de la Generalitat contra el Fiscal General del Estado y se prevé seguirá

Las posiciones están claras, más claras que nunca. En los últimos días han caído múltiples caretas. Y ya es un resultado nada desdeñable de la ficha que se mueve en Catalunya. En un tablero que se quiere inamovible aunque sea remachando con clavos cada esquina y cada figura. Contranatura. Eppur si muove (y sin embargo se mueve) dicen que dijo Galileo Galiei ante la Santa Inquisición después de que le hicieran retractarse de que la Tierra y los planetas giran alrededor del sol y no al revés.

 El fotomatón se encuentra a pleno rendimiento. Se han retratado hasta quienes están de habitual al margen de todo compromiso. Fuera de ironías, muchas personas se han visto impelidas a significarse. Por lo que entiendan que se juegan. Políticos profesionales también. Albert Rivera, Inés Arrimadas, Ciudadanos y todos sus líderes, se han empleado a fondo en recoger apoyos a Rajoy, sin el menor disimulo. Algunos destacados miembros del PSOE, también.  Susana Díaz, desde Andalucía, no ha desperdiciado la ocasión de demostrar cuan cerca está del PP. Y lo feliz que le haría un gobierno de concentración como a varios de sus colegas.  La galería de ilustres del pasado se ha prodigado en declaraciones a juego, en la gama de 23F a Paz franquista.

El propio PP ha actualizado su foto, con su actitud represora y el striptease integral de su vídeo Hispanofobia. Un agrupamiento de declaraciones para fomentar el odio y el enfrentamiento con selección y omisión premeditadas. Sí, los independentistas también han ido a cara descubierta. Y los medios, en plan descarnado. Pura militancia en muchos casos. Entrar en algunos de ellos es como una inyección de adrenalina y violencia.

Todo un poderoso bloque que no entiende triunfo sin humillación. Los ciudadanos se han apuntado de igual modo, arengados por ellos o por propia iniciativa. Y así puedes encontrarte a viejos luchadores por los derechos y libertades dispuestos a infligir un severo castigo a Catalunya. No sé sabe si en todo o por partes.

Las noticias sobre incautaciones de material democrático, como urnas o papeletas, utilizan el mismo lenguaje que para los alijos de drogas. Se ha detenido a políticos, se ha llamado a testificar a casi 900 alcaldes, se podría llevar al calabozo hasta al presidente de Catalunya, Carles Puigdemont. Multas millonarias y hasta 600.000 euros por estar en una mesa electoral. La fiscalía pide vigilar a los niños, trazar sus perfiles, por si van a manifestaciones. Fichas y seguimiento policial y judicial desde niños. Y mucha gente lo ve normal. El poco aprecio por la democracia, por los propios derechos y libertades, es otra de las grandes fotos reveladas estos días.

Porque no nos engañemos, mucha gente en España detesta a los catalanes, hasta por su acento. Del mismo modo que a mucha otra no le caen bien los andaluces. Ni los vascos. Y cuelgan distintos carteles a los demás. Atribuyen a todos los defectos que les desagradan de unos pocos, el tópico hecho categoría. Es lo que tiene la España una, grande y libre en la que se empeñan.

En los permanentes puntos oscuros del conflicto está la legalidad o ilegalidad de la consulta y, en su caso, la hipotética independencia. El magistrado y miembro de Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch los resume aquí. Pero llama atención que quienes no han dejado de cambiar las leyes a su conveniencia desde el Estado hayan visto como problema insoluble introducir modificaciones para hacer esa consulta legal. Hablamos de los Constitucionalistas del 135 que, insistamos, metieron en nuestra Carta Magna la prioridad absoluta de los acreedores del Estado sobre las necesidades de los ciudadanos.

El PP se hizo con leyes que hoy le ayudan en su gestión: la ley Mordaza o la Reforma del Código Penal con su Pacto antiyihadista que permite castigar con penas elevadísimas a un cajón de sastre en el que caben hasta titiriteros, según en manos de quién caiga. Con consenso de PSOE y Ciudadanos. O el convertir al Tribunal Constitucional en un órgano sancionador que incluso le permite estar de guardia en fin de semana. Años en emitir sentencias y ahora trabaja en festivos. Y lo que más está llamando la atención en el exterior –por si nos sirve de algo- es la sin igual actuación de la Fiscalía.  Lean a José Precedo y decidan si es sostenible la permanencia de Maza en el cargo, y si puede estar en su mano manejar graves delitos como la sedición o la rebelión.

En el exterior, se empieza a contemplar con preocupación la desproporcionada actuación del gobierno del PP. Aunque también aquí se van retratando en opiniones diversas mandatarios extranjeros. Ni Trump en su foto con Rajoy se significó demasiado. El envío masivo de policía y Guardia Civil, los recortes de libertades, tienen importancia para algunos. Expertos de la ONU instan a España a respetar los Derechos Humanos.  Y son ya numerosas las voces que piden una solución negociada, el último por ahora, Tajani, el presidente del Parlamento Europeo. Un editorial de Financial Times, muy destacado en sus preámbulos sobre la ilegalidad de la consulta, pedía volver a los compromisos del Estatut que “pulió” el PSOE y contra el que luchó férreamente el PP. Siempre llegamos a la foto final: el PP. Pero no la misma: aquí le tienen defendiendo la consulta porque en aquellos días le venía mejor atacar al gobierno a Zapatero.

Los ciudadanos bien educados no dejan de pedir críticas “al otro” y hablan de bandos. Nunca los bandos tienen las fuerzas equilibradas, ni inician las hostilidades al mismo tiempo y con igual intensidad. Volvemos a equidistancias imposibles. Miles de páginas y voces dan la palabra y el abrazo al «bando» con más posibles y a lo que tapa del otro. La batalla de esos catalanes en la calle, de los estudiantes sin miedo, empieza a ser una lección. Dado el tratamiento aplicado a su voluntad de decidir.

Las caretas han caído. Y lo peor es que ha aflorado la España de las tinieblas. La que cuelga banderas de una sociedad a la que no defiende. Las despedidas las fuerzas de seguridad como si fueran a combatir en Afganistán, con discursos de jefes civiles y sus “A por ellos” de los espontáneos nos han hecho regresar a las catacumbas. La España que se arroga la representación de todos. Con esos ejemplares que apenas saben esbozar una idea coherente, ni siquiera expresarla. Dura España terrible, temible, aborrecible, irascible, insufrible, España inamovible, imposible, impasible, como escribió Alberti.

Demasiadas cortapisas para que el referéndum de Cataluña pueda celebrarse con garantías. Pero habrá que hablar después. Va a tener repercusiones incluso en la UE. Otros territorios quieren independizarse de sus países. Una Europa débil por sus errores, que se resquebraja en Brexit y desequilibrios, pretende aparentar que nada ocurre. Como aquí.

La foto final del domingo, 1 de Octubre, es decisiva. Todos los que han contribuido a elevar las tensiones al extremo, están tocados y deberían irse. El primero, Mariano Rajoy, por su intransigencia y siembra de conflictos. Por el ambiente bélico que ha creado. Es el principal culpable. De entrada no ocurrirá así, pero les va a pasar factura. Adelantan que hasta podrían sacar al Rey a tener su foto asimilando el 1-O con el 23F. Debería ser prudente.

Fuera las caretas, en los salones quedan retratos a lo Dorian Grey. La España de Rajoy y su larga corte, con Cataluña y en el mundo, podría plasmarse en la respuesta dada este viernes por el embajador español a un diputado finlandés, Mikko Kärnä, favorable al derecho a decidir en Catalunya: “Sí. Ok. Pero si un día Finlandia tiene problemas de seguridad y necesita la solidaridad de los socios de la UE, vaya a buscar la solidaridad a Cataluña”.  Un embajador.

Nada será igual. Se han dicho y hecho cosas terribles. Se han disparado miedos, ataques y crispaciones. Mucha visceralidad y escasa razón. Se han despertado ilusiones y reivindicado dignidades también. Se pueden ver más verdades y menos hipocresía. Las fotos están claras en el andén. Algunos de los protagonistas no saben que, pase lo que pase el domingo, ya han perdido el tren.

1-O: sube la apuesta por la crispación

Faltan 19 días para el 1 de octubre, fecha en la que el Gobierno catalán se propone celebrar un referéndum de independencia contra todas las trabas que pueda oponerle el Gobierno central. Aún 19 días. Asusta pensar qué nos queda por ver, visto lo sucedido hasta ahora. A estas alturas de la contienda, será difícil encontrar quién no tenga su propia opinión formada o formateada. Lo grave es la escalada de tensión a la que se ha llegado, los niveles de ridículo incluso alcanzados, y lo que cabe deducir de las menos explícitas motivaciones de la refriega.

Si notable es la falta de previsión con la que desde la Generalitat se han plantado a las puertas del 1-O, la imagen de urnas requisadas que ordena la Fiscalía es un dislate de gran impacto, local e internacional. Por no hablar de los políticos –de distintos partidos- que apostaron por romperlas, quien sabe si a martillazos. Alarmante en alto grado la supresión por orden del juez de un acto a favor del derecho a decidir en Madrid tras un recurso presentado por el PP. Son signos llamativos, no únicos, de una campaña que ha perdido el horizonte en fondo y formas.

En el imaginario costumbrista de la derecha se encuentra muy arraigada la unidad de España. Lo que no quita para que -española y catalana, vasca y canaria-, la derecha sepa organizar sus prioridades en terrenos de puro pragmatismo. Vean ustedes lo bien que se llevan para mantener en el gobierno a Mariano Rajoy, ha recibido apoyos de todos ellos. Uno de los jóvenes valores del PP, Antonio Casado, nos ha explicado que este grupo son “los buenos”. En el caso de la derecha catalana son “los buenos” en España pero “los malos” en su propio territorio, según se deduce de la elaborada tesis intelectual de este destacado portavoz de los populares.

A la unidad de España se adhieren muchos otros ciudadanos de toda ideología por un atávico sentido de pertenencia. La tierra suele tirar del alma. En naciones completas y por partes. Patrias y banderas han sido la gran coartada para las más cruentas conflagraciones de la historia. Pero que nadie se confunda, el amor a un país, el amor en general, tiene mucho más de entrega, diálogo y compromiso que la guerra a la que estamos asistiendo. Ataques, emboscadas, campos de minas, más que amor sería un mal divorcio, un deseo de amarrar o soltarse por los santos reaños y, por encima de todo, asegurar el reparto de bienes.

Ciertamente, “los buenos” alojan en sus armarios tramas de corrupción como Gürtel, Púnica, Lezo, Acuamed, Nóos, Palma Arena, Baltar, Bárcenas, Brugal –esta era muy vistosa con osos saltando por las basuras-, Emarsa y así hasta 60 por parte del PP. Aquí tienen una reseña bastante rigurosa. Sin olvidar los ERES de Andalucía por parte del PSOE. Los malos de Cataluña, buenos de España, también cuentan con sus casos: Pujol, Liceo, Prenafeta, Palau, ITVs, Madre Superiora, Espías, Novias dicharacheras. Pueden consultar la reseña, algo más somera dada la extensión del territorio.  Por haber ha habido hasta muertos oportunos. En las buenas familias, las familias de “los buenos”, ya saben que resulta poco elegante sacar estos trapos sucios.

Y consecuencias. Políticas para la desigualdad, desprestigio de las instituciones, trampas y dobles varas de medir que anegan los papeles de la legalidad.

Todo estaba perfectamente organizado, lo está, y saltaron los sentimientos nacionalistas arraigados –se quiera o  no-, los agravios que tantos independentistas han forjado, y cambió el escenario.  Soy de quienes piensan que debía haberse celebrado un referéndum como lo hizo Escocia y más a menudo Quebec. Con garantías. Y que habrá de hacerse alguna vez. Pero con Rajoy y esta derecha es imposible. En principio a Artur Mas no le convenía -pensar que es independentista  resulta dudoso- pero la bola había comenzado a rodar.

Ahora la guerra oculta, la de siempre, la de los intereses, la de sentar las gónadas, va en serio.  Ha llegado el momento de las definiciones e indefiniciones significativas. Ante una conflagración de estas características caben dos posturas esenciales: espíritu crítico o la confortable comodidad de estar con «los buenos».

Se invoca la violencia bajo la sombra de la profecía autocumplida. Desde Juan Luis Cebrián a Victoria Prego. La Caverna mediática oficial les enlaza entusiasmada. “La mirada del mundo no puede ser piadosa ante esa Catalunya de tan dudosa calidad democrática” escribe el director de El País en Catalunya. Rosa Díez invoca las espadas porque las togas solo no sirven. También está en el lado de “los buenos».  Albert Rivera divulga el discurso de la ultraderecha revisionista para recurrir al bulo del inexistente Golpe del 34 que justificaría para sus adeptos el golpe militar de Franco, los tres años de guerra y los 40 de dictadura. También es de “los buenos”. La crispación crea grandes fervores emocionales en las gradas.

Caminamos sorteando minas por el campo mediático. TV3, la televisión catalana, ha venido emitiendo sin cesar el spot del referéndum que nadie más quiere distribuir. El TSJC le  enviaba al director un extraño comunicado este martes con la resolución del Constitucional  en el que prohíbe al Govern  informar de cuanto pueda posibilitar el referéndum.  Del otro lado, la campaña es masiva. En la refriega general, Forcadell, la presidenta del Parlament, aparece como una maestra con voz de pajarillo que inspira pena. Se resucita a los catalanes como problema. La versión rajoyana del Los catalanes hacen cosas, ahora es hacen cosas raras. Y es que se trata de preservar El legado de Rajoy, como titulaba inicialmente El País. El legado bueno del jefe de “los buenos”.

Y de nuevo este 11 de septiembre centenares de miles de personas salieron a la calle en Barcelona a festejar la Diada. Lo que estos ciudadanos quieren, lo quieren en serio. “Los buenos” andan midiendo el tamaño de la muestra para felicitarse si se desinfla. La sensatez aconsejaría no ponérselos enfrente, pero la racionalidad se lleva poco.

El campo de batalla tras el 1 de octubre va a dejar víctimas varias y prestigios hechos jirones. Y quedan más de dos semanas de fuego masivo.

Cataclismo griego ¿Miedo a la democracia?

Las cancillerías europeas, la UE por supuesto, hasta Obama ha intervenido. Las bolsas se hunden y ni sus animosos repuntes pueden con la terrible verdad: el presidente griego, Yorgos Papandreu, osa proponer que sea la sociedad a la que representa la que decida si quiere más ajustes o no, si quiere el plan de la UE. Y no se sabe aún si tambien planteará si seguir con el euro o volver al dracma. Con algunas excepciones y matices, los más influyentes medios condenan la medida. Un país que supone el 2% del PIB de la UE la va a hundir entera, ha dejado “sin hoja de ruta” al G20. Por Dios, qué calamidad. Irritación, lamentos, error craso, monumental… sorpresa (¡Cómo no!, siempre se “sorprenden”). Pero en Junio, cuando se negociaban las condiciones de su segundo “rescate” por parte de UE y FMI, Papandreu avisó que consultaría a los griegos. Lo publicaron medios internacionales, aunque se diría que en general lo que le pase a la gente no interesa, y no se le dio mayor importancia.

Veamos. La cuna de la democracia llevaba en las últimas décadas un camino un tanto desvariado. Son ciertos sus problemas estructurales y los ciudadanos admiten con desgana que “robaron todos los políticos”, alertando de cuán grave es dejar pasar estas conductas, incluso los propios griegos se atribuyen parte de culpa. Ahora bien, la crisis se desata cuando en octubre de 2009 el Partido Socialista griego gana las elecciones y su líder, Yorgo Papandreu, revela que se ha encontrado unas cuentas catastróficas dejadas por los varios gobiernos conservadores que le han antecedido. En concreto, cifra el déficit presupuestario anual en el 12,5 % del PIB, en lugar del 3,7 % del que se hablaba. Luego hemos sabido con profusión que Goldman Sachs (y concretamente su vicepresidente, Mario Draghi,  hoy flamante nuevo presidente del Banco Central Europeo) los ayudó a maquillar sus cifras desde 2001 para que pudieran entrar en el euro y que la UE jamás investigó su veracidad. Pero, eso sí, ahora coge la vara del castigo con inusitada rapidez. Divulgado el secreto, las agencias de calificación se aprestan a rebajar la nota de la deuda griega, ya desde diciembre de 2009, hasta dejarla en “bono basura”. Hay fuego, corramos a echar gasolina.

En enero de 2010 el ejecutivo de George Papandreu anuncia un plan de ajuste que incluye rebajas de salarios a funcionarios, recortes de partidas presupuestarias, una reforma para combatir la evasión fiscal… y un plan de privatizaciones. Los griegos comienzan a manifestarse en la calle y lo harán sin descanso desde entonces sin que apenas nos lleguen noticias de ello. Convocan una primera huelga general que paraliza el país. El gobierno también se rebela entonces: Papandreu acusa a la UE de doble moral y a Italia, Francia y Bélgica de falsear también sus estadísticas. Luego llega el primer rescate de 110.000 millones de euros. A cambio de muchas más “reformas” que incansablemente promovía Angela Merkel para que no les faltara de nada a los bancos alemanes, tan laboriosos, no como los vagos mediterráneos (que trabajan más horas, con menos medios aportados por las empresas, sueldos notablemente más bajos y en condiciones sociales de bienestar mucho peores). Y, desde luego, más “ambiciosos” planes de privatización —así los califican en Bruselas y en la prensa— para vender a particulares un patrimonio que forma parte incluso de la historia de la humanidad. Pero no será suficiente, nunca lo es. La economía griega no deja de menguar y su deuda pública acumulada no cesa de crecer: ya se estima que representaba, en el primer rescate, el 158 % del PIB. Los recortes a asalariados y pensionistas no dan abasto para pagar a los acreedores privados, cada vez a mayor interés, y la “austeridad” nunca reactiva el crecimiento económico. Por el contrario, agudiza la crisis. No desde luego para quienes se lucran de ella.

Papandreu, no solamente ha puesto en práctica los planes de “reforma” requeridos, sino que llegó a mandar gasear a los manifestantes al punto que los médicos alertaron de que el nivel de toxicidad alcanzado por su abultado número podía ser letal. Recordemos que los griegos llevan casi dos años de protestas y que ahí siguen pese a todo. Se han ganado a pulso que se les tenga en cuenta. Y es que todo tiene un límite, porque a cambio de un segundo rescate que inicialmente supone la entrega de 8.000 millones de euros, se exigen muchas más «reformas», insoportable mermas para entendernos. Ya pasan hambre algunos griegos, han aumentado las cifras de suicidios. Y el paro: desde que se despeñó el sistema financiero (él solito y por su culpa) en 2008 el desempleo ha pasado en Grecia del 7.2% al 16,6%, como cuenta, entre otros muchos jugosos detalles, Ramón Lobo.

El dinero puesto a disposición entonces por los gobiernos a los bancos lo cifró la propia UE en 3,7 billones de euros –aunque luego en esos ajustes “contables” haya ido dando otras cifras, esas cosas que pasan ahora- , ha habido otro fondo de rescate de 750.000 euros, y ahora se les ha beneficiado con 100.000 millones de euros más que pueden no ser los últimos. ¡Y todo lo que se les ha pedido es que cuenten (por si acaso) con un 9% de dinero bueno!

¿Cómo es posible por otro lado que con tanto ajuste y tanta “privatización” Grecia deba cada día más? Ah, porque paga los intereses al 18.5% (fue una de las últimas cifras que encontré pero ya lo paga más caro), mientras, por ejemplo, Alemania que tiene una deuda pública superior a la española, los paga al 2%. O sea que se especula con la deuda, y por eso no quiere Angela Merkel que se establezcan eurobonos.  “El resultado de aplicar los planes de ajuste (severos recortes de gasto público, privatizaciones, moderación salarial…) ha sido recaudar 1.900 millones de euros menos y gastar 2.700 millones de euros más. Eso no recorta el déficit, lógicamente, sino que lo incrementa (…). Ante esto, la “troika” ha pedido una vuelta de tuerca más: más recortes, más privatizaciones, más ajuste en definitiva. Y Grecia ha dicho “que paren, que se baja” , explicaba hace meses ya el economista Alberto Garzón que, mira por donde, también se enteró de que Papandreu pretendía consultar a los griegos.

Quien sepa sumar y relacionar conceptos tiene materia con estos datos reunidos para que se vean bien (que por cierto he sacado en su mayoría de mi libro “La energía liberada” que sale dentro de una semana). Pero de todo la nueva vuelta de tuerca de la desfachatez es esta revolución desatada entre los poderosos porque el presidente de Grecia apele a la democracia convocando un referéndum. Todos esos que protestan ¿aún mantienen que el sistema que han podrido es una democracia? Porque si es así deberían explicarnos sus argumentos. Hace falta mucha caradura, con los gravísimos errores de la UE, el G20 y la política en general, para culpar de ningún hundimiento a un pequeño país. Y sobre todo para semejante ira porque se consulte a los ciudadanos… que son los ponen a los políticos en sus poltronas.

Euro. Autor: José Rubio Malagón

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