Alimentando voraces parásitos

Conviven en la actualidad una serie de noticias, de hechos, que espeluznan. Nunca la realidad se ha mostrado con tanta crudeza, con tanto descaro, ante nuestros ojos y, sin embargo, no ocurre nada, la sociedad dócil no se inmuta, se acobarda, simplemente.

Ya tenemos en España aprobada la llamada reforma laboral. La agencia de noticias estatal EFE ha sido la primera en acogerse a sus bondades y va a poner en la calle a una serie de trabajadores.

Los británicos asisten a sus propias “medidas”: Subida del IVA hasta el 20%, congelación por dos años de los salarios de los trabajadores públicos (que como todos en ese país cobran el triple que los españoles), congeladas también por tres años las ayudas a las familias con hijos, endurecimiento de las condiciones para mantener o conseguir la baja laboral por incapacidad permanente o restricción de las ayudas a la vivienda (todas ellas, igualmente, mucho más cuantiosas que las nuestras). Eso sí, las medidas se acompañan de un aumento del 18% al 28% de los impuestos a los rendimientos del capital. Recortan, de todos modos, el estado del bienestar, ése que nosotros jamás he conocido en el mismo nivel.

Los franceses, entre otras cosas, van a sufrir el agravio de jubilarse a los 62 años en lugar de a los 60 como ahora. Aquí, y en otros países europeos, pasaremos de 65 a 67. Pero los franceses se aprestan a una huelga general de protesta, sin dilaciones.

¿Y todo eso por qué? Lo mandan “los mercados”, el FMI, Bruselas, y hasta el Banco de España. Mandan más, de hecho estamos sólo empezando la larga senda del vía crucis. Hay que defender “el sistema”. Pero este tiempo de ajustes, de parados, y de miedo, ha servido para que los dueños de “el sistema” se enriquezcan aún más. Cada vez hay más ricos atesorando más riqueza:

“El porcentaje de población con más de un millón de dólares en activos (unos 800.000 euros al cambio actual) creció un 17,1% en 2009, hasta los 10 millones de individuos, que juntos acumulan una riqueza de 39 billones de dólares (31,7 billones de euros), un 18,9% más del volumen que acaparaban en 2008, según un informe de Merrill Lynch con Capgemini». Merrill Lynch, otro de los portavoces de “el sistema”, que precisó ser «rescatado«, adquirido más bien por el Banco de América.

En esta España en crisis y acosada, 143.000 personas se forraron el año pasado y se dedicaron a “gastos pasionales”: yates, joyas, obras de arte y, por ejemplo, alguien ocupa estos lujosísimos hoteles. Nuestras penurias son para regalar valores superfluos a 143.000 personas, no más. En el club, ingresaron 16.000 personas que han traspasado la frontera de los mil millonarios sacando provecho de los apuros económicos de los demás ¿o qué otra cosa es esta crisis?

El futuro de España vene marcado con ejemplos. Esperanza Aguirre, la popular y “popular” presidenta de Madrid, promete todos los medios a un sarao familio-católico de los habituales, mientras merma el parque de ambulancias. Y más:

 El Gobierno de la Comunidad de Madrid pagaba, presuntamente, a Marketing Quality Management (MQM) -empresa que se coordinaba con la trama Gürtel-, con facturas hinchadas (hasta un 400%) los actos en los que participaba Esperanza Aguirre Por ejemplo,  el homenaje de 2008 a las víctimas del 11-M. Por la escenografía de este acto, que apenas duró cinco minutos, MQM cobró 118.595 euros. Todo esto obra en las investigaciones judiciales.  Pecata minuta ciertamente frente a otros dispendios probados como el fiasco de la Ciudad de la Justicia: millon y medio de euros.

  Y, mientras, auspiciando mierda mediática, como nos cuenta Javier Pérez de Albéniz.  

¿Y los otros? Acatando dictados de “los mercados”. Prometiendo que el Estado -que es lo nuestro- adelgazará al máximo en 2011, Parece que a Antonio Gutiérrez le van a poner una multa por no seguir “la disciplina de voto”. Como dice mi hijo, quienes la infringieron (con los españoles) fueron el resto de los diputados. Mi voto, insisto, es para Antonio Gutiérrez.

    Utilizan la demagogia para engañarnos y apelar a nuestros miedos. Todos. Aquí y en el resto del mundo. Tradicionalmete, se considera demagogia lo que yo me dispongo a hacer. Buena parte de los 143.000 ricos riquísimos españoles -los conozco bien- son como esta garrapata social:

Si los sensibles espíritus de muchos ciudadanos no se ofenden, pediría abrir todos los informativos con los dispendios de los parásitos milmilonarios (ahora que recuerdo Cospedal está casada con uno, mucho mayor que ella)  frente a esta otra realidad, consecuencia de «el sistema» que alimentamos. Pero, vaya por dios, esto sería… demagogia.

Los islandeses dicen NO

Érase una vez un pequeño país nórdico en el que sus 300.000 ciudadanos gozaban del nivel de desarrollo y civilizada convivencia que suele caracterizar a la zona. Así es en la realidad a pesar de las diatribas con las que lo cuestiona el corazón –que no la razón- del ombligismo español. Ocupaban el undécimo lugar mundial en PIB per capita y, lo que es mucho más importante, el primero en el Índice de Desarrollo Humano, una clasificación muy rigurosa que establece la ONU, valorando otras variables además de las que  hablan, exclusivamente, de resultados macroeconómicos. Islandia era el país donde mejor se vivía del mundo. Y sus ciudadanos, los más felices.

En 1998 le sacudió al mundo desarrollado la fiebre privatizadora. Eran los tiempos de Áznar en España que se apuntó con fruición al empeño descapitalizando al Estado con la venta de las empresas que, privadas, son hoy punteras en beneficios. Islandia culminó la labor de desprenderse de su 3 bancos públicos en 2003. Como decía hace poco José Luís Sampedro, economista además de escritor, el libre mercado cumplió una función en el progreso que hoy se ha desvirtuado por sus excesos, al punto de ser inviable su continuidad. Los islandeses aumentaron su prosperidad con la gestión de su banca privada que daba unos créditos y pagaba unos intereses estupendos. Tanto que quebró (2008). No eran realistas.

El problema fue que esos inversores y clientes eran en su mayoría británicos y holandeses. Y querían cobrar. Así que las autoridades del Reino Unido aplicaron, como medida coercitiva, la legislación antiterrorista nada menos, a los inslandeses. No al Banco ICESAVE -la nueva entidad financiera privada-, ni siquiera a las autoridades políticas que propiciaron el fiasco, sino a toda la población de Islandia.

El antaño privilegiado país vive en la bancarrota. Añadamos que en octubre de 2008, el Banco Central de Islandia intentó fijar en 131 coronas cada euro, pero, más tarde cayó a 340. Todavía no se ha regularidado el intercambio internacional que llegó a estar suspendido. Es decir, el dinero de los islandeses no vale nada fuera. Las historias personales que se cuentan aterran y los ciudadanos ven cómo única salida la emigración, pero con el bolsillo vacío. Y encima han de hacer frente a la deuda, a las indemnizaciones, valoradas en unos 5.000 millones de dólares (unos 3.468 millones de euros), que incluyen intereses -no faltaba más- del 5,5%. Es decir, que ni para un apuro los prestamistas dejan de obtener beneficios. Para gestionar la crisis cambiaron de Gobierno y eligieron a la socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir, de 66 años, exsindicalista y gay. Quién ha propiciado la consulta a los ciudadanos acerca de sí quieren pagar la deuda de sus bolsillos y que les supone unos 50.000 euros por cabeza. Han dicho que no. Masivamente, como en las dictaduras o el supremo hartazgo: un 98%, según las primeras estimaciones de voto.

El caso islandés –paradigma del sistema neoliberal en el que vivimos- es especialmente interesante de analizar. Se argumentó en su quiebra que otro gallo les hubiera cantado si hubieran pertenecido a la UE. Y tanto el gobierno local como Bruselas y los países miembros iniciaron gestiones urgentes para solventar el error: Islandia debía pertenecer a la UE.

Ahora bien, Grecia pertenece a la UE. Y, seriamente, nadie quiere asumir sus deudas. Ayer, Sarzoky llegó a decir que “Si Grecia falla, el euro no tiene sentido”. Pero a los islandeses se les empieza a sugerir hoy que son unos chicos muy malos y “peligra su inserción en la UE”.

La euroescéptica Gran Bretaña está en la UE, pero no en el euro. Y quiere cobrar de Islandia. Y cobrará así que tenga que enviar a la Armada. Pero la libra esterlina va casi en caída libre.

Las nuevas autoridades “fijas” de la UE gozan del mayor desprestigio posible. A Zapatero le zarandean no vaya a meterse donde no debe. Barroso sigue en su nube gris de autocomplacencia ineficaz. Quien manda en Europa es Francia y Alemania (al menos con derechas civilizadas en sus gobiernos), y en menor medida Gran Bretaña. La que no se apunta al euro, la que también roza la quiebra que, con seguridad, se solventará con ayudas europeas si llega a producirse, la que quiere cobrar de los islandeses.

Pero los ciudadanos de Islandia dicen NO, y los griegos se están echando a la calle. ¿Saben hacia donde canalizan su indignación? Porque, entretanto, el otro acreedor de Islandia, Holanda, y también país “de primera”, opta por el voto a la ultraderecha. Dice el editorial de El País: «Lo más grave, con todo, no reside en que las proclamas populistas estén ganando posiciones en toda Europa, sino en que los partidos más comprometidos con el sistema democrático parecen haberse resignado a competir en su terreno. En materia de inmigración, la mayoría de los Gobiernos europeos está empezando a adoptar de manera más o menos explícita recetas populistas que, en el fondo, hacen pasar por solución lo que sólo es apuntar en dirección a un chivo expiatorio. El resultado de las elecciones municipales ha colocado a Holanda ante una tesitura política en la que los principales partidos tendrán dificultades para resistir la tentación de seguir ese camino.

Si hace unos años la Unión Europea se planteaba sancionar a los Gobiernos que incorporasen a partidos xenófobos, hoy la única respuesta consiste en cerrar los ojos. Un país que, como Holanda, fue admirado por su tolerancia parece hoy a punto de precipitarse en el laberinto populista”.

España remoja sus barbas en el Monopoly europeo y mundial. Y los sondeos dicen hoy que el PP aventaja al PSOE en 6 puntos en intención de voto. El PP privatizador -precisamente-, el de la mano dura, el rechazo a la inmigración o el de la cadena perpetua para una sociedad decente.

  No es por nada, pero este clima recuerda bastante aquello de la crisis del 29 y todo lo que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Pero igual es una falsa impresión y esto no es la realidad sino que adopta la forma de ese cuento infantil que hoy he contado. Igual  acaba con la llegada del hada buena y no con el lobo que nos come.  Habrá que preguntar a islandeses y griegos. Ellos ya son actores de esa historia. Y parece que ya ni siquiera los «circos» varios que les sirven les encandilan.

Actualización 14,00

Imprescindible artículo de Noam Chomsky, con cuyo análisis coincido plenamente: El poder que nadie ha elegido. Sugiero que lo guardéis y lo leáis con calma.  Ésta es su conclusión, tras aportar exhaustivos detalles:

«Así que tenemos otro cambio importante en el poder mundial, de la población general a los principales arquitectos del sistema global, proceso asistido por el socavamiento de la democracia funcional en los países más poderosos. El futuro depende de cuánto esté dispuesta a soportar la gran mayoría, y si se puede desarrollar una respuesta constructiva que confronte los problemas en el centro del sistema capitalista de estado de dominación y control. De lo contrario, los resultados podrían ser tétricos, como lo revela más que abundantemente la historia».

Día de Europa, algo más que una fecha

9 de Mayo. Día de Europa que, este año, precede a las elecciones. Se celebra desde 1985 en conmemoración de la llamada Declaración Schuman, por la que, en 1950, el entonces Ministro de Asuntos Exteriores francés daba el primer paso para la creación de una comunidad interestatal, la Comunidad del Carbón y del Acero, precedente de la actual UE. El inspirador había sido otro francés, Jean Monnet. Pensaban en conceptos como calidad e incluso mejorar las condiciones de los trabajadores de ambas industrias, pero, por encima de todo, que esta unión alejaría la posibilidad de otra gran guerra. Como todos los movimientos trascendentales de aquellos años –Declaración Universal de los Derechos Humanos-, nacieron como reacción a la terrible contienda, en el deseo de trabajar porque nunca más se repitiera. Es bueno recordarlo en estos difíciles días.

Desde nuestra modesta Europa en Suma, tuvimos una sesión el miércoles a la que llamamos “La hora europea”, algo así como el Happy Hour anglosajón. Y pudimos constatar una vez más que Europa es para buena parte de sus ciudadanos una idea difusa. No nos conocemos, no queremos o no nos hacen accesible saber qué hacen las Instituciones que tanto deciden sobre nuestras vidas –entre el 70 y el 80% del trabajo de los parlamentos nacionales son transposiciones de directivas europeas-. Hay que empezar por el abecedario, para luego unir letras y aprender a leer Europa, hasta llegar a sus grandes obras. Es una labor ilusionante que precisa de un mayor número de adeptos.

Francisco Aldecoa, Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, es uno de ellos. El hecho de que las circunscripciones electorales sean nacionales o que no decidamos directamente quién va a ser la cabeza visible -el Presidente de la Comisión-, influyen, nos dijo, en que los ciudadanos no nos interesemos por los comicios europeos. Los partidos tampoco lo hacen. Envían viejas glorias o a represaliados a quienes se quiere compensar –y con una realmente sabrosa regalía-. Las campañas se hagan en clave nacional también, dilucidando en realidad quién ocupa o puede ocupar la presidencia del gobierno de cada país.

Asistieron sendos representantes de las embajadas británica y rusa, y una joven alemana que elabora una tesis sobre las relaciones interculturales. En casi todos los países, vimos, ocurre lo que en España. Algo menos en Alemania que se toma más en serio su representación europea. Angels García –que participó, en Bruselas, en la creación de los erasmus– nos contó que en Francia, cuando el referendum de la Constitución Europea, los ciudadanos fueron a las urnas profusamente informados, conocían al detalle el texto y lo habían discutido. Nosotros no sabemos qué votamos.

Pero también bajamos a lo más elemental: conocernos desde el “abecé” entre europeos. Alexander, el representante de la embajada rusa, relató la admiración que causa en su país la situación de la mujer española que en nada se parece a la de la rusa, en detrimento de ésta. Sus telediarios no se ocupan sólo de sí mismos y su entorno, así “abrió nuestros informativos la noticia de que una mujer y embarazada era ministra de Defensa en España”. “Las alemanas son igual que las españolas, los que NO SON iguales son los hombres alemanes y los españoles”, dijo con gran énfasis la joven alemana. Los hombres allí cogen permiso de paternidad y colaboran en las labores domésticas. Los británicos también contemplan expectantes las leyes progresistas españolas. Por cierto, ellos elaboran un informe anual sobre cómo les ven fuera –una interesante iniciativa-. Los españoles lo primero que decimos de ellos es que son ricos, y, después, fríos. William no lo es. Frío.

En nuestra eterna autocrítica nos gustó saber que hay dos cosas por la que España es enormemente valorada en el exterior. Una, es la forma de negociar. Esto también me lo había contado en un reportaje de Informe Semanal un catedrático sueco. Parece que somos de fiar -aunque nos parezca mentira-. Solemos mantener la palabra dada y rara vez se cambia al final como hacen otros.

Y luego está, sí, nuestra rara eficacia en la improvisación. Todos los extranjeros saben que aquí no se planifica con tiempo y se deja todo para el último día, pero les maravilla que se llegue al momento crucial siempre y con brillantez. Se relataron diversas anécdotas. Me quedó con la que contó Angels García: “Trabajaba con dos colegas, uno holandés y otro alemán –creo recordar- y sentía que ellos realizaban mejor que yo su labor por mucho que me esforzara. Pero a menudo llamaban a mi puerta la víspera del evento y, con la cara desencajada decían: Hay un problema. Y yo pensaba: Aquí entro yo, esto es lo mío. Y se resolvía.”. Nadie es más hábil en la improvisación, en la rapidez de soluciones, que los españoles. ¿Adonde llegaríamos si también estructuráramos con antelación, método y medios  los proyectos?

Una hora europea, densa y liviana, que nos divirtió e hizo aflorar nuevas ideas. Conocer otras culturas y formas de pensar ensancha horizontes. Cuantas más fronteras alejemos, más grandes seremos. Y más ricos en lo que de verdad cuenta.

La crisis desata el racismo

¿por qué?

¿por qué?

Italia tramita un proyecto de ley para que los hospitales faciliten -es decir, denuncien- a los inmigrantes «ilegales» que acudan, enfermos, a ser tratados, porque la legislación en trámite va a considerarlos delincuentes. Es el mismo país que, antes de que se desatara en todo su apogeo la crisis, acordó tomar las huellas dactilares a los gitanos, niños incluidos, para «censarlos», reeditando tácticas del fascista Mussolini. El mismo que ha blindado a los presidentes de la República, el Gobierno y ambas cámaras parlamentarios y que ya gozan de «inmunidad» ante delitos pasados, presentes y futuros. Berlusconi no quería verse perseguido por los jueces. Endeudada y haciendo bandera de la evasión de impuestos, en Italia sólo las diferentes mafias parecen prosperar. Sus negocios al margen de la ley mueven más de 90.000 millones de euros, el 7% del PIB, según datos de las pymes italianas. ¿La amenaza son los indocumentados? Por ellos patrulla el ejército por las calles, para garantizar -dice el Gobierno- la «seguridad».

 En Gran Bretaña los obreros se echan a la calle para que no se contrate mano de obra extranjera. Sus antaño potentes sindicatos -a los que la neocon Margaret Thatcher casi desmanteló- niegan ser racistas. Dicen que están explotados lo que, seguramente, es cierto pero no quita para que sean xenófobos.

Y, en Madrid, Esperanza Aguirre ha suprimido la asistencia letrada «de oficio» -gratis- a extranjeros inmersos en procesos de expulsión por haber entrado ilegalmente en España.

Cada uno en su casa, sí señor. Pero los virus viajan -además de en patera- en primera clase de los aviones. Y pagar porque te echen de un país, o verse en indefensión por no tener asistencia letrada, es un acto supremo de crueldad por una Comunidad que pagó «al amigo» José Luís Garci, 15 millones de euros por un bodrio sobre el tan amado por Aguirre «2 de Mayo», expresión máxima de la esencia española, en su opinión.

Hambre, provocada en buena parte por el expolio del mundo desarrollado, guerras alentadas por vendedores de armas y poderes económicos y políticos que no quieren que nada cambie. Vienen los más valientes o los más desesperados, los que ambicionan una vida mejor porque la suya es insoportable. Les veo temblar de frío al llegar, quienes lo hacen vivos, si es que vienen en cayuco, y me pregunto qué piensan quienes les maltratan. ¿Qué «esta tierra es mía» y no la comparto? ¿Quién te la dio? ¿Por cuánto tiempo más será «tuya»? ¿Viajarias en cuatro tablas a la tierra prometida para ser perseguido, no poder ir a un hospital si enfermas, no tener trabajo, carecer de todas las prebendas que asisten a los seres humanos? Aviso sin cesar que los pacientes «ilegales», un día, explotarán.

 

Actualización 5-3-2009

   El Senado italiano ha consumado la fechoría propuesta por la fascista Liga Norte: ha aprobado la Ley. Desde ahora los médicos se convierten en policías, y los inmigrantes enfermos no acudirán a los hospitales aunque se estén muriendo. La reforma establece, además, una pena de cárcel de hasta cuatro años para los «ilegales» con orden de expulsión que permanezcan en territorio italiano. Propone también un registro de «vagabundos».  Un triste día.

A %d blogueros les gusta esto: