
¿por qué?
Italia tramita un proyecto de ley para que los hospitales faciliten -es decir, denuncien- a los inmigrantes «ilegales» que acudan, enfermos, a ser tratados, porque la legislación en trámite va a considerarlos delincuentes. Es el mismo país que, antes de que se desatara en todo su apogeo la crisis, acordó tomar las huellas dactilares a los gitanos, niños incluidos, para «censarlos», reeditando tácticas del fascista Mussolini. El mismo que ha blindado a los presidentes de la República, el Gobierno y ambas cámaras parlamentarios y que ya gozan de «inmunidad» ante delitos pasados, presentes y futuros. Berlusconi no quería verse perseguido por los jueces. Endeudada y haciendo bandera de la evasión de impuestos, en Italia sólo las diferentes mafias parecen prosperar. Sus negocios al margen de la ley mueven más de 90.000 millones de euros, el 7% del PIB, según datos de las pymes italianas. ¿La amenaza son los indocumentados? Por ellos patrulla el ejército por las calles, para garantizar -dice el Gobierno- la «seguridad».
En Gran Bretaña los obreros se echan a la calle para que no se contrate mano de obra extranjera. Sus antaño potentes sindicatos -a los que la neocon Margaret Thatcher casi desmanteló- niegan ser racistas. Dicen que están explotados lo que, seguramente, es cierto pero no quita para que sean xenófobos.
Y, en Madrid, Esperanza Aguirre ha suprimido la asistencia letrada «de oficio» -gratis- a extranjeros inmersos en procesos de expulsión por haber entrado ilegalmente en España.
Cada uno en su casa, sí señor. Pero los virus viajan -además de en patera- en primera clase de los aviones. Y pagar porque te echen de un país, o verse en indefensión por no tener asistencia letrada, es un acto supremo de crueldad por una Comunidad que pagó «al amigo» José Luís Garci, 15 millones de euros por un bodrio sobre el tan amado por Aguirre «2 de Mayo», expresión máxima de la esencia española, en su opinión.
Hambre, provocada en buena parte por el expolio del mundo desarrollado, guerras alentadas por vendedores de armas y poderes económicos y políticos que no quieren que nada cambie. Vienen los más valientes o los más desesperados, los que ambicionan una vida mejor porque la suya es insoportable. Les veo temblar de frío al llegar, quienes lo hacen vivos, si es que vienen en cayuco, y me pregunto qué piensan quienes les maltratan. ¿Qué «esta tierra es mía» y no la comparto? ¿Quién te la dio? ¿Por cuánto tiempo más será «tuya»? ¿Viajarias en cuatro tablas a la tierra prometida para ser perseguido, no poder ir a un hospital si enfermas, no tener trabajo, carecer de todas las prebendas que asisten a los seres humanos? Aviso sin cesar que los pacientes «ilegales», un día, explotarán.
Actualización 5-3-2009
El Senado italiano ha consumado la fechoría propuesta por la fascista Liga Norte: ha aprobado la Ley. Desde ahora los médicos se convierten en policías, y los inmigrantes enfermos no acudirán a los hospitales aunque se estén muriendo. La reforma establece, además, una pena de cárcel de hasta cuatro años para los «ilegales» con orden de expulsión que permanezcan en territorio italiano. Propone también un registro de «vagabundos». Un triste día.
MACGO
/ 6 febrero 2009¿Cómo es posible permanecer callados ante tal barbaridad? Tenemos ante nuestras narices el resurgimientos de los fascismos y no nos estamos dando cuenta.
Siempre nos dijeron que pertenecer a la UE era una vacuna contra los totalitarismos. Si esto es así, ¿por qué no se levanta Europa contra tal desatino?