Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, a cuya «encuesta» anónima y sin rigor alude:
«El 81% de los votantes en EM.es apoya que el ejército haya apartado a los islamistas. La clave: las urnas no lo permiten todo. ¿Entendido?»
Ana Palacio, ex ministra de Exteriores con Aznar, la que se empecinó en difundir por medio mundo las teorías conspiranóicas del 11M en el mismo barco que Pedro J. Ramírez, o la que llegó a decir que invadir ilegalmente Irak nos venía bien para que bajara el precio de la gasolina:
«Hablo con amigos en Cairo. Indignados por el calificativo de «golpe»,argumentan que la democracia es mucho mas que una jornada electoral».
En efecto, las urnas no permiten incumplir el programa de la a a la zeta como ha hecho Rajoy e hizo Mursi en Egipto. Y ante esa situación lo democrático es convocar nuevas elecciones. La democracia tampoco permite -menos todavía, es lo último- que un grupo con armas y ninguna legitimidad para hacerlo, imponga por la fuerza su criterio que es lo que parecen sugerir estos personajes de alta notoriedad. De hecho en España vivimos aún las consecuencias del que perpetró Franco.
O el presidente que nos dejó en herencia Esperanza Aguirre en Madrid, el gran privatizador de hospitales públicos contra viento y marea, que -en otro twit- revive al Fraga más franquista:
La calle es de quien dicen los ciudadanos; y en Madrid han dicho que es del PP.
Todo un demócrata que gobierna para todos, aunque solo lo hayan elegido los votantes del PP. Ah, que ni siquiera ellos le votaron.
Añadamos el papelón que hizo la UE este jueves reteniendo en el aeropuerto de Viena al presidente de Bolivia, Evo Morales, y gracias que a Austria le dejó aterrizar, cosa que no hicieron ni Portugal, ni Francia (con su Hollande y todo, la gran esperanza de cambio de Occidente). España le permitió repostar en Gran Canaria tras un intento de registro del avión, desmentido hoy por Exteriores que dicen se fiaron de la palabra de Morales. Le hacen esto a Obama o Merkel y se organiza la tercera guerra mundial. Buscaban a Edward Snowden por orden de los EEUU del demócrata y premio Nobel de la Paz, Barack Obama. Dedicado a espiar a medio mundo, incluida la UE, busca al delator por el medio que sea. Ah, y Snowden no estaba allí.
Lo peor, la opinión pública -inducida a aceptar hasta Golpes de Estado o cambios de gobierno al calor de los intereses de rivales políticos apoyados por medios de comunicación- a quien todo esto le parece normal. Vamos, que estamos igual que en los años 30 y ya sabemos cómo acabó. Una sociedad mucho mejor informada y más ética consintió lo que vino y lo pagó bien caro. Con el ganado que hoy sustenta a estos políticos y estos medios, estamos listos como no se actúe de una vez. Democráticamente, parece que hace falta hasta explicitarlo.