
Mitin en Zaragoza. Foto: Manuel Fernández Minaya
Lunes 20 de junio
Madrid enerva. Me refiero a ese “Madrid” que concentra el poder y la ira. El que acoge las sedes de las grandes empresas, los grandes medios, los partidos. El que siembra tanta basura cuando ve peligrar sus abusivos privilegios. Como no voy a tener tiempo sino de anotar algunas ideas en este diario, elijo para empezar la que expresó este domingo en Bilbao Eduardo Maura, secretario político de Podemos Euskadi y profesor de Filosofía: “La democracia en la que creo es la del triunfo del débil”.
Porque sí, entre las muchas bajezas que emana ese “Madrid” con comillas, nos sirven hoy un titular en el que El Paísafirma: “PP y Podemos hacen viral un vídeo para acusar a Sánchez de racista». Cita como “argumentos” a su aseveración la cuenta oficial del PP, Cifuentes, Albiol y la @labrujadetwiter, sin despeinarse. Nadie de Podemos, además.
Después de haber guardado silencio, en el mejor de los casos, sobre las campañas de difamación y acoso a otros políticos, no deja de tener su miga como añadidura. De envergadura o triviales gotas malayas como el troceo e invención de tuits, sin ir más lejos –es decir, sin el menor fundamento– a los que se prestan personas anónimas y también firmas destacadas con grandes tragaderas. Pero esto es “Madrid”, o lo que vino en llamarse “cenáculos de poder”, que es palabra de grandes sonoridades.
Por lo demás, la vida de una candidata no difiere de la de otros candidatos, a los que incluso en la treintena ves con similares ojeras conforme avanza la campaña: es agotadora aunque llena de estímulos gratificantes. En las calles de España, seguro que también en las de Madrid sin comillas, vibran otros anhelos. Vimos en Zaragoza el viernes el documental Ada Colau, alcaldesa, grabado a lo largo de casi un año desde que tomó la decisión de concurrir a las elecciones municipales hasta acceder al cargo. Conmovidas lo hicimos. Tanto Luisa Broto, la vicealcaldesa de Zaragoza, como Rosa Magallón, mi compañera de candidatura, como un par de aspirantes a senadoras con Unidos Podemos, embarazadas ambas, que son deslumbrantes: Anais Cid y Cristina Pemán. Y, sin duda, la sala llena del aula de Historias. Entendí tan bien a Ada. “La gente se ha cansado de perder”, la movió. Sus dudas y emociones. Su equipo. La compañía y el apoyo de los suyos, y esa soledad en la que se ve entre los políticos al uso. Con, ciertamente, Xavi Trías mostrando más educación. Y esa llamada final cuando en la sala abarrotada y exhausta de la noche electoral, del baile de escaños, suena la llamada del alcalde saliente. Ada será alcaldesa.
Empiezo a entender que, no solo para mí, la política es un medio para hacer lo que piensas que es mejor para el bien común. No un fin. Y hay muchas tareas que conciliar y muchas metas que alcanzar en el universo de las mujeres que despiertan, de los hombres que caminan a nuestro lado con los mismos objetivos. Tan alejados de otro execrable artículodel día en el que se dice: “Es estrafalario que juzguemos al portero no por sus reflejos, sino por sus libertades encima de la cama”. Libertades con mujeres sometidas, según avanza la investigación del caso.
El sábado es el mitin principal de Podemos en Zaragoza. En la ribera del Ebro recuperado tras cruzar el puente junto al Pilar. Vienen Rafa Mayoral y Ramón Espinar, quienes, con el gran Echenique, atraen las principales peticiones de foto. Pero hay besos, abrazos, respeto, ilusión, para arropar a todos, a todos los concurrentes. Subimos casi todos al escenario, repartiendo tiempos. Candidatos de Zaragoza, Huesca y Teruel. Vibrantes mítines. Nuevas inyecciones de oxígeno de triunfo para la gente que quiere creer que ahora sí se puede. Ni atisbo de crispación. Yo les recuerdo que en España no siempre y no todos fueron reaccionarios. Reinos medievales que se anticiparon a su tiempo. Como el de Aragón con aquella fórmula con la que los nobles se dirigían al rey que era toda una declaración de intenciones: “Nos que somos tanto como Vos y juntos más que Vos…”. Compruebo que las nuevas generaciones lo han olvidado. En Aragón no nos gustaban los poderes absolutos. Por lo que fuera que se hiciera, hablar de igual a igual al poder no es mal principio. Mejor, ejercer el poder –la capacidad de tener vía expedita para hacer algo– contando con todos.
No hay tiempo para charlar relajadamente ni apenas para comer. Esther y yo nos vamos en tren a Bilbao: más de 4 horas. Es el tiempo del que dispongo para preparar mejor el tema siguiente. Cuando el viernes, por ejemplo, se abre un abanico de tres actos públicos de envergadura, al principio bailan en la cabeza ideas entremezcladas. Así que lo mejor es ir uno por uno. Ahora toca Democracia Internacional, un tema que me atrae especialmente. Porque las grandes decisiones que nos afectan se deciden muchas veces fuera. Hoy el espíritu europeo se muestra irreconocible con la crisis social que ha acarreado el austericidio, con el Reino Unido a punto de marcharse o de quedarse con privilegios inasumibles, con el aumento de la ultraderecha que ya se sienta en gobiernos –ésos son los verdaderos peligros-., con el abominable trato a los refugiados que certifica su fracaso.
No puedo tampoco hacer una crónica a fondo como el tema merecería. Sé que tuvimos un nuevo acto de gran altura. En la plaza del teatro Arriaga, frente a otro puente por el que pasan quienes a lo mejor no saben qué quieren oír. Está Owen Jones, que es un tipo brillante y simpatiquísimo. Recuerdo en la presentación que fue quien dijo una frase definitoria: “El gran triunfo del sistema ha sido hacernos creer que no podemos gobernarnos por nosotros mismos”. Algo está cambiando. Y mucho. Europa nos mira tanto como nosotros la miramos en su día. Con la misma esperanza de cambio. Itziar Ruíz Jiménez nos habla de los Derechos Humanos de todo tiempo y lugar. El aludido Eduardo Maura, de la fiscalidad internacional para atajar paraísos ocultos en Panamá (o en la Castellana). Xabier Benito, de la gran trampa que nos preparan con los tratados comerciales entre Europa y los EEUU, el TTIP sin ir más lejos. Rosa Martínez, de Equo, de Desarrollo Sostenible, Justicia Social, Género. Una política a tener muy en cuenta, por cierto. Equo, también con Jorge Luis Bail en Huesca, llena de savia verde la coalición. O Nawa Alba, analizando el voto exterior, pidiendo responsabilidades por el voto rogado que está dejando sin poder ejercer su derecho a miles de emigrantes que, por cierto, tuvieron que irse porque los echó el sistema, no por su afán aventurero.
Hacemos una Declaración de Bilbao por la Democracia Internacional. Tan necesaria. Porque esta gran problemática que nos cae encima es obviada por la política nacional, por la suciedad nacional, por las anécdotas. Concluirá el acto Pablo Bustinduy, aquel chico que estuvo en el 15M, se fue de profesor de Filosofía a Nueva York, entró o montó, no sé, el Occupy Wall Street, y, como secretario de Relaciones Internacionales de Podemos, hoy insiste en hacernos ver la importancia de la mirada más allá de los vídeos locales, las insidias y las Venezuelas.
Mi espalda no aguanta ya los preciosos taburetes, y menos tras las averías sufridas por algún traspié, médico incluido, traspié médico quiero decir. Pido una silla. Y me quedo en un lado y más abajo. De alguna manera fuera del cuadro visual. Salvo para Esther, a quien pido grabar un vídeo, cosa que hará por primera vez, mientras la animo y no sé si la controlo en el propio plano… de escorzo apaisado. No importa. Todos los accidentes en el camino, la incomodidad si se quiere, se quedan atrás cuando sabes por qué estamos ahí, para quién. Como concluía Ada Colau en el documental: no debemos nunca olvidarlo. El “Madrid” que enerva queda lejos de lo que queremos conseguir, de las metas a pie de calle, de los anchos horizontes que resuelven los problemas. En mi opinión, Busty, como le llaman para acortar, Pablo Bustinduy, lo resume como pocos. Y estas son las cosas que merecen la pena y con las que me quedo.
Más, en CTXT.es donde publico este diario.