Privatiza y no mires atrás

Telefónica ha firmado un acuerdo para ampliar su participación en el inmenso mercado chino y ha abierto la puerta a China Unicom para que entre en la multinacional española y su negocio. Ambas operaciones supondrán un desembolso de alrededor de 1.000 millones de dólares (700 millones de euros) para cada operadora.

Telefónica fue una de las llamadas “cinco joyas de la corona” que José María Aznar, como presidente del Gobierno español, privatizó o terminó de privatizar hasta perder el control del Estado sobre ellas que hasta entonces se mantenía, para pasar íntegramente a manos particulares. Las otras cuatro fueron ENDESA –hoy de propiedad italiana, pero controlada por el gobierno, en este caso de Berlusconi-, Tabacalera, REPSOL, y Argentaria (que se uniría al BBV para formar uno de los bancos más fuertes de España con gran proyección internacional).

El valor de estas cinco ventas se calculó en más de seis billones de pesetas (6,39), más de 38 mil millones de euros, una buena inyección para las arcas públicas. Nunca supimos en qué se invirtieron, pero sí que Aznar bajó el gasto social español, hasta dejarnos en uno de los últimos lugares de Europa. Aún con el esfuerzo hecho en las dos legislaturas socialistas, todavía estamos 7 puntos por debajo de la media europea. Y cito otro ejemplo de cómo no se inviertieron las ganancias en los ciudadanos: si Zapatero ha subido las pensiones un 30% y siguen siendo miserables ¿dónde estaban con el PP?

Estas cinco empresas dejaron de prestar el servicio público que constituía su objetivo y, también, de generar beneficios para el Estado y, por tanto, para la sociedad. Productoras de electricidad, petróleo y telecomunicaciones, un banco ¿no nos hubiera gustado a nosotros, a los ciudadanos representados por el Gobierno,  suscribir ese acuerdo con los chinos?

  Es cierto que la medida de Aznar se inscribía en la tendencia mundial de la privatización, del neoliberalismo obstinado en adelgazar al Estado. A ese ente al que han recurrido para mantenerse en la crisis generada por ellos, sin que -asombrosamente- se haya puesto en cuestión el modelo, todo lo contrario. La izquierda anunció recursos contra las privatizaciones del PP de Aznar que IU llegaría a presentar pero fueron desestimados. Los patriotas empresarios españoles, entretanto, compraron, vendieron, se fusionaron o ampliaron con quien mejor les pareció para incrementar su negocio (véase el caso de ENDESA).  Y en esa época comenzó la fiebre liberalizadora madre de todas las burbujas que hoy asolan nuestra economía.

La noticia de la expansión y éxito de Telefónica, la antigua empresa pública española, coincide con otra: el PP presenta –lo ha hecho este domingo- una campaña contra la “presunta” subida de impuestos a los más ricos –aún sin definir- con este eslogan: «Tú no tienes que pagar los errores de Zapatero«. Y me pregunto si tamaña demagogia y desfachatez va dirigida a la ignorancia o a la desmemoria colectiva. De lo que me cabe poca duda es de que triunfará. Y en un momento crítico para España.

La crisis, para quien no se la trabaja

La privatizada Telefónica ha ganado en el primer trimestre del año 1.690 millones de euros, un 9,8% más que en el mismo período del año anterior. El truco que le ha permitido estos beneficios en tiempos de crisis es que, aunque tuvo menos ingresos, también descendieron sus gastos. ¿Mejor gestión sin errores ni abusos? ¿Redujeron sus sueldos los directivos? No, ha disminuido su personal. Telefónica ha mandado a casa con un ERE a 700 trabajadores fijos. Las prestaciones por desempleo de estos despedidos se han calculado en 30 millones de euros que desembolsan las arcas del Estado, vía nuestros impuestos.

La empresa creada en 1924, fue privatizada en 1997 y nombrado presidente Juan Villalonga, compañero de pupitre en el colegió de Aznar. Inmediatamente la empresa hizo el mayor ERE de la historia al suprimir 15.000 empleos (tenía 75.000). UGT y CCOO presentaron una demanda por presunta ilegalidad de la operación porque entendían que las telecomunicaciones debían ser de titularidad estatal, pero el Tribunal Supremo la desestimó en 1999.

En la actualidad ha diversificado el negocio, opera en Europa –donde por cierto ofrece tarifas muy competitivas, mucho más que en España, en Gran Bretaña cobra 10 euros por 8 megas-, y también en Latinoamerica y Africa. Y cada vez con menos personal. Una empresa modelo, realmente. Y toda una lección de cómo hay que hacer las cosas. Trabajar por la crisis, sin que nos salpique y obteniendo beneficios de las crisis ajenas. Las de aquellos con menores habilidades.

La mafia de Telefónica en el país de la corrupción consentida

A finales de 2008 quise dar de baja una línea de Movistar. Jamás contestó el teléfono durante 15 días, insistiendo en distintos horarios. Me atendía un primer empleado, me traspasaba al único departamento que podía gestionar la petición, y la llamada sonaba interminablemente sin que nadie la cogiera. El 5 de enero opte por enviarles un burofax. La factura llegó igualmente en Febrero, y ha llegado en Marzo. Son 3 euros de contrato y 4,31 de diferencia de consumo mínimo de la línea (todo, porque no hice ni recibí ni una sola llamada).

30 minutos de llamada al 609 me ha costado aclarar, o no aclarar, las cosas. Primero me han dicho que la línea se dio de baja el 16 de Enero y había habido un error con las facturas. He preguntado que si me devolvían el dinero cobrado de más. Han consultado la largamente y han dicho que no. Me han pasado entonces a otro departamento. Nunca recibieron el burofax -dicen- y mi teléfono no estaba dado de baja. Lo han tramitado con la celeridad de un artrítico que atasca sus dedos en el ordenador -esa gestión ha podido llevar unos 15 minutos-. Otro departamento ha reiterado que, puesto que jamás estuvo de baja, no me devuelven el dinero. No es el primer litigio que gano a Telefónica a través de la la Secretaría de Estado de Comunicación y para la Sociedad de la Información. Y prefiero gastarme el equivalente en papel, tinta y gasolina que alimentar a una mafia.

Múltiples reclamaciones a todos los estamentos, demuestran que para dar de baja una línea hay que sufrir un calvario. Porque no cogen el teléfono por la vía habitual, porque no «reciben» ni los burofax oficiales, porque siempre cometen «errores» y siempre a su favor. ¿Qué nombre tiene esto?

Si a mí me roban 20 euros, más 3 de emotion en otra línea que no he usado, y cuentan con casi 9 millones de usuarios, hagan la suma del cuantioso negocio fraudulento -debido a «errores», dicen, aunque no demostrables- que se lleva esta empresa, antaño pública y entregada en su momento a un amigo del colegio de Aznar. A las personas que me han atendido hoy, les he dicho que comer no justifica participar, ser colaborador necesario, en un negocio corrupto y que hay formas más honestas de ganarse la vida. Se han ofendido mucho. Y eso que no les he aclarado lo que realmente pensaba, que en la Calle de la Montera de Madrid, o en el Raval de Barcelona, se puede conseguir un dinero más digno que el que se obtiene contribuyendo a que timen a los ciudadanos, que alli solo joden su propia dignidad.

Si España funcionara no se tolerarían estas prácticas. Los poderes públicos no lo permitirían. Aquí se asumen del primero al último ciudadano. Vemos a diario a políticos, representantes de los votantes y no votantes, que se alojan por no menos de 600 euros diarios en el lujoso Hotel Ritz de Madrid -con cargo al erario público- y que reciben al sastre para que les haga trajes, «presuntamente» regalados por una empresa. Que se favorece con negocios millonarios a profesores de padel, que se cierran comisiones de investigación por la ley de la apisonadora de la mayoría absoluta. ¿Qué va a importar que Teléfonica, en «errores» siempre a su favor, se apropie de 23 euros de cada uno de sus nueve millones de clientes? Individualmente, es una minucia por la que nadie va a reclamar, pero que puede llegar a representar un beneficio adicional para la empresa de 207 millones de euros mensuales. La media vendría dada porque los «errores» en algún caso son de menor monto y en otros de mayor.

Si hablo de mafia es apoyada por un burofax oficial. Además he grabado todas las llamadas en donde me aclaran que la línea se dio de baja en enero pero hubo un error en las facturas. Apoyada también en los millones de reclamaciones a todas las instancias de casos similares.

Este es el país donde circulan más billetes de 500 euros, el del dinero negro, el de los escándalos urbanísticos, en el que basta tener un amigo con poder para forrarse, el que sigue votando a políticos encausados por corrupción, el que -sobre todo- cuenta con una ciudadanía que no reacciona. Grano a grano, los corruptos edifican sus fortunas, grano a grano tenemos que desmantelar la España podrida.

   Os recuerdo una de mis frases favoritas. Aquella versión de la Ley de Clark que utilizó un empleado de la NASA:

» La incompetencia suficientemente avanzada es indistinguible de la mala voluntad». Y la mala voluntad organizada para obtener beneficios fraudulentos -añado- tiene un nombre: mafia.

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