Del neoliberalismo a San Valentín: crónica de la vida misma

Nos sobra la educación. Los 1.800 millones de euros que se han recortado del presupuesto en este departamento, empiezan a mostrar sus frutos. Varias comunidades de todo signo –Madrid por supuesto- han decidido no convocar oposiciones para el cuerpo de maestros. Algunos llevaban dos años preparándose para la convocatoria: están que arden. Pero nada oigo de los progenitores de esas criaturitas que van a ver devaluado su futuro, al recibir al menos una enseñanza más masificada.

Los directivos de Caja Madrid entretanto han tenido el detalle de aplazar el cobro de unos bonos estupendos que se prepararon en la época del anterior presidente, Miguel Blesa, por los que se iban a embolsar entre 10 personas 25 millones de euros. Los percibirán una vez que devuelvan las ayudas públicas que recibió la entidad. En eso andan al menos.

  Esteban González Pons, vicesecretario de comunicación del PP -con esa querencia que tiene la derecha española por pasarse la democracia de las urnas por el arco del triunfo-, ha relacionado la caída del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, a la situación que vive nuestro país:  «los españoles hartos del paro, de la crisis económica, de la crisis de valores, social y política y de la depresión institucional», también quieren un cambio y, el pueblo, «cuando quiere, puede». «Y el pueblo español, quiere», aseguró enardecido.

  Pues mira, bonito, lo que atenaza a España y a todo el mundo occidental (nuestro particular Mubarak) es el neoliberalismo que tú representas y al que se ha apuntado Zapatero no vaya a ser que tus correligionarios de vocación nos hundan el país. Así que pide revoluciones populares e igual te llevas una sorpresa.

 Hay otros caminos, el de Islandia: «Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase«, resume Nacho Escolar en este asunto del que llevamos hablando aquí desde hace tiempo.

  Y, entretanto, Alex de La Iglesia se ha despedido voluntariamente de su cargo como Presidente de la Academia del cine, rebosando coherencia y sentido común. Le bastó enterarse de lo que estaba hablando para cambiar de postura. Y ahora dice: «Intenet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente. Internet es la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura que utilizan cientos de millones de personas. Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo». Los aposentados le ponen cara de asco.

La protesta de internautas por la Ley Sinde -que le ha costado el puesto a Alex de la Iglesia- en el exterior del Palacio Real donde se entregan los Goya, ha sido trivializada y distorsionada, mientras, en la línea habitual de los grandes medios. No saben aún dónde está el presente. ¡Madre mía el día que se enteren!

El mío, mi presente, en laboriosa y satisfactoria labor. La que fuera mi fiesta -comercial- favorita, pasa sin pena ni gloria de nuevo en ese aspecto. Apenas nada ha cambido del anterior 14 de Febrero. Quizás sí, que no me mueve ni un músculo. El mar de hombres disponibles o semi disponibles  no merece ni la molestia de preparar los aparejos específicos de pesca. Dejemos las margaritas servidas con amor para otros objetivos. Sabrosos bocados de vida aguardan en cada esquina.

Andaba toda la mañana con el brindis de Marina en la cabeza. Viator (gracias) me envía este vídeo… brindando, pequeños y grandes, pues eso, por la vida.

Soltera y sola en la vida el día de San Valentín

Me vais a perdonar que hoy cambie radicalmente el sentido del post. Una es tan humana como los demás y este fin de semana viene demasiado cargado de amenazas a la integridad emocional. Es San Valentín. No soy la única que se siente afectada:  en mi sin igual twitter –no sabéis con que gente tan maja lo comparto-, contemplo a veinteañeros desolados porque se van a perder el evento. No tienen pareja. Todavía no han aprendido que “la de la vida”, como toda las salsas, viene con fecha de caducidad.

Descubro que los comercios ya han establecido su propio “logo” –que no falte un logo- para la conmemoración. Y asalta como un disparo directo al ojo. Y luego están las cenas románticas, las flores –que tengo cerca varias floristerías-, las canciones, las películas. Anoche mientras mis amigas salían a celebrar el carnaval –que ésa es otra-, vestidas de cariocas invernales –quiero decir con ropa, mucha ropa, no como en Brasil-, zapeé por los canales de cine. Y sí, no estaban dispuestos a dar tregua. ¡El príncipe de las mareas!, ni siquiera es mi favorita para llorar y la sé de memoria, pero me quedé. Me quedé a ver al atractivo Nick Nolte –antes de que supiéramos su pasión por el alcohol- y a la pobre Barbra Streisand a quien no le sale una a derechas. Porque pase perder a Nick Nolte pero ¡a Robert Redford! “Tal cómo éramos” (del certero Sydney Pollack ), me sacude más con aquella inolvidable frase: “Es que eres demasiado intensa”.

Cuando mis amigas no se visten de cariocas, bucean –a veces- por portales de encuentros. Sin resultados en general. Los hombres de nuestra edad buscan mujeres mucho más jóvenes –en España no más arriba de los Pirineos en general-. Y, si quedan con ellos, no les gusta verse en el espejo de sus arrugas. El encuentro se diluye en gaseosa. Y no solo por esa razón. A una amiga le separó del caballero enamorado como un colegial en tres días, el Caso Gürtell. Como lo oís. Fue él quien desapareció ante la elegante objección de ella a su proclama conservadora y complaciente con la corrupción.

Así que anoche probé yo también. Se despliega el menú disponible y eliges características. A la carta. Pinché 16 páginas de señores, a razón de 6 por hoja (casi un centenar de hombres).  Y, en efecto, con 55 años, las buscaban –ellos también tienen acceso al menú del local- hasta de 35, no más de 45. Siempre menores de su edad, salvo un señor catalán que admitía hasta ¡un año! más que él.

Abundaban los anuncios de este tenor:

“La belleza de una puesta de sol, de la luna cuando aparece al anochecer o de mil luceros colgados en tus cabellos que desean acompañar al brillo de tus ojos. La armonía y la belleza nos rodean y son un continuo canto a la vida. Sigo aprendiendo a vivir. Feliz porque cada día llega a mí un hálito nuevo, en forma de un soplo de aire o de la mirada alegre de un niño, una sonrisa cómplice de un adulto o las preguntas de mi pequeña princesa de cuatro años”.

Y en la misma línea, otro poeta de altura:

“Si al mirarte en el espejo amas lo que ves en él;

si tu cuello una sala de confortable mobiliario sustenta; (inciso, este tópico parece estar de moda, la variante más utilizada: cabeza bien amueblada)

si el corazón te empuja a ayudar a los demás;

si rezumas dulzura y grata estela dejas;

si tu rostro permite a tu sonrisa enseñorearse;

si con la vida, tras lo malo, haces las paces;

Si con tu hombre te gustara conversar de lo Humano y lo Divino;

si co-inspirarte y co-aprender con él te sedujera;

si te atrajera del Plan a la Acción saltar juntos;

si a Noble Reto te sonara el hacer -juntos- un mundo mejor;

si desearas que tu paladar de gourmet él tentara;

si Chaval de 50 es platillo que no has degustado aún;

si Ternura y Virilidad son sazones que de ese platillo esperas;

y si tras lo Humano y lo Divino, tu corporeidad quisieras devorada,

entonces puedes buscarme”.

¡Dios mío! ¿existen personas así? Debe ser un gozo la convivencia.

De repente salta algo más sugestivo:

“Soy docente de historia del arte, y tengo la suerte de hacer un trabajo que me satisfacen enormemente. Vivo en Barcelona, pero viajo mucho, por trabajo y también -aprovechando- por diversión. No veo la tele, me encantan los libros y todo lo que tiene que ver con la «cultura». Para mí, es importante la atracción, en todas sus vertientes: física, intelectual, sentimental… Lo ideal -como siempre- sería encontrar a alguien con quien experimentar una…. «afinidad electiva». Ahí queda eso, sobre todo lo de la «afinidad electiva«.

Pues bien, además, era vegetariano, “no le gustaba el humo” y pedía –como tantos otros- que la mujer viviera “sola”, de hijos nada.

Y tenía muy determinado el modelo apetecible:

 De 52 a 56 años. Su altura de 168 a 172 cm. Su peso de 62 kg a 66 kg

Pues no encajo; por ejemplo, soy más alta.

Más adelante se anunciaba este otro:

“Persona sincero, simpático, animado, divertido, extrovertido, bien parecido. Con ganas de encontrar su compañera ideal, dispuestos a andar juntos, sin apoyarnos el uno con el otro. Complicidad diria que es la palabra adecuada. Dispuesto a compartir los dias de mi vida con sinceridad. Amigo de mis amigos, incapaz de traicionar a nadie. Dispuesto a escucharte cuando tengas ganas de hablar y a guardar silencio cuando sea conveniente. Me gustara acompañarte cuando quieras ir de compras y presumir de ti ante todo el mundo”.

Olvidó anotar una característica importante: elevada autoestima. Lo sé porque adjuntaba foto y se había definido como “bien parecido”.

Ah, y los “amigos de sus amigos”, una invasión. En el programa clandestino de RNE del que ya os he hablado varias veces, cuando alguien mencionaba lo de “muy amigo de mis amigos”, o quien lo completaba con “busco una mujer sencilla y sincera y muy amante de sus amigos”, nos echábamos a temblar: se había arruinado la divertida sección.

Porque ésa es otra. No os podéis imaginar la cantidad de hombres que “odian la mentira” en este mundo nuestro.

Avanzaba la noche, y lucía el sol en todo su esplendor al otro lado del atlántico, al parecer. Súbitamente se despierta el chat del portal, y me aparecen al mismo tiempo tres señores estadounidenses. Miré sus perfiles, y elegí al más alto, sin más. Pues bien, resultó ser un Mayor de la US Army, viudo, muy interesando en si había contactado yo en alguna ocasión a lo largo de mi vida con cualquier otro miembro del ejército norteamericano, vaya Vd. a saber por qué. Es escaso el cómputo de posibilidades de que una mujer en Madrid haya hablado alguna vez con un soldado estadounidense, menos aún con un Mayor. Me despedí pronto y le dije que volvería más tarde. No lo hice. Me fui a dormir.

Y he soñado con este castillo irlandés (Dunguaire). No sé bien si para pasar una velada romántica donde las haya con un desconocido o… para no enterarme de que es San Valentín.

San Valentín y el té con pastas

San Valentín crece cada año en un mundo de consumidores, no de ciudadanos. Y no es extraño, porque representa la excusa perfecta para una celebración que nos satisface. Un día para el amor, uno de los más poderosos motores, un placer accesible a todos los bolsillos, un milagro que se produce por leyes desconocidas, incontrolable por tanto.

 Las mujeres cincuentonas apenas tienen San Valentín, sin embargo. Protagonizamos el mayor cambio que se produjo en España en el último cuarto del siglo XX. Un día, como dijo Vicente Verdú, hace muchos años, en una columna que atesoro, «nos cansamos de preparar judías verdes con patatas a nuestros maridos», como habían hecho nuestras madres. La revolución era mucho más profunda. El franquismo redujo a la mujer a la consideración de una tarada mental. Nuestras progenitoras y toda la sociedad eran severamente adoctrinadas.

Triunfaba un texto del Dr. A. Clavero Núñez, editado en 1946, titulado «Antes de que te cases». En él se daba este consejo a las mujeres:
«Es un imperdonable error la negación al esposo del débito conyugal. La mujer no debe, bajo ningún pretexto, negar a su marido lo que le pertenece. Muchas mujeres que se lamentan de las infidelidades de sus esposos no quieren darse cuenta de que fueron ellas las culpables de la traición por no haber conocido a tiempo la enorme trascendencia del consejo que antecede.»

La mujer debía ser tutelada por el varón -padre, marido- y, por sí sola, no podía ni disponer de una cuenta corriente, ni sacarse un pasaporte y viajar al extranjero, estuvo penado incluso el adulterio femenino -porque los hombres casados se «amancebaban», no eran adúlteros- y no llegaron a lapidar a sus practicantes, pero casi. Los vientos de la Democracia nos alentaron: aquello no podía continuar. Se hizo sin gran ayuda externa. Con un Parlamento masculino, con hombres poblando todos -absolutamente todos- los centros de decisión.

Los progres de la época, una vez consolidados en el poder, abandonaron a sus esposas por mujeres más jóvenes y a menudo menos comprometidas. Algunas mujeres también se fueron, por propia iniciativa, impulsadas por el deseo de volar.

Vinieron después muchos años vividos, muchas experiencias. Cuando se conmemoran aniversarios, la costumbre es fijarse sólo en el día del pasado. Pero luego la vida sigue minuto a minuto. Y es fabuloso experimentarlo. Uno va cambiando, enriqueciéndose.

Mis coetáneas andan embutiéndose en botox como posesas. A precio de oro -algunas hasta se endeudan-, consiguen un rostro sin arrugas a costa de cambiar y endurecer su expresión… y estar mucho menos atractivas. El cambio es momentáneo, hay que repetirlo cada varios meses. Y la piel termina por tener zonas alisadas y arrugadas de forma artificial como la tierra erosionada.

La arruga no es bella, nos han convencido. En la mujer. Los cincuentones -en España, no en el centro y norte de Europa que además están mucho mejor conservados- buscan, con éxito, mujeres 10, 20 y 30 años más jóvenes. Dicen que ellas se sienten subyugadas por su experiencia, talento y madurez, no les importa al parecer su físico deteriorado. Lo mismo, o más, ofrecemos nosotras. Pero el mercado también ahí marca sus leyes: hay más mujeres que hombres. Bien escaso, aumento de demanda.

En mi primer libro, «Diario de una mujer alta» -ya descatalogado- me preguntaba cuándo llegaría el día del té con pastas. Veía a grupos de mujeres maduras solas en las cafeterías, merendando. El té con pastas representaba un cierto temor.

Hoy sé, que muchas mujeres, de todas las edades, han decidido prescindir de la relación de pareja porque no les compensa, porque el hombre disponible no está a la altura.  No derribamos la Muralla china para acabar con un mequetrefe. El amor debe ser una relación entre iguales.  Mujeres de todas las edades, insisto. Leer meneame por ejemplo, con`población joven, es un ejercicio sádico cuando toca estos temas: un puro machismo. Porque esa tendencia retrógrada permanece en la sociedad española.

Y, sin embargo, con el tiempo se aprende a convivir y perdonar, a no extremar las relaciones con el otro sexo. A degustar, no ya un té con pastas, sino una cerveza o un gin tonic, o un zumo de naranja, leyendo, sin pasión amorosa centrada en un sujeto, sin expectativas, serena y realizada, a Gioconda Belli:

NUEVA TESIS FEMINISTA

¿Cómo decirte
hombre
que no te necesito?
No puedo cantar a la liberación femenina
si no te canto
y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
No me gusta la gente que se engaña
diciendo que el amor no es necesario
-«témeles, yo le tiemblo»
Hay tanto nuevo que aprender,
hermosos cavernícolas que rescatar,
nuevas maneras de amar que aun no hemos inventado.
A nombre propio declaro
que me gusta saberme mujer
frente a un hombre que se sabe hombre,
que sé de ciencia cierta
que el amor
es mejor que las multi-vitaminas,
que la pareja humana
es el principio inevitable de la vida,
que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
lo amo
con todas sus debilidades
y me gusta compartir con su terquedad
todo este ancho mundo
donde ambos nos somos imprescindibles.
No quiero que me acusen de mujer tradicional
pero pueden acusarme
tantas como cuantas veces quieran
de mujer.

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