Cada mañana el mismo mecanismo aproximadamente. Abro los ojos esperanzada porque forma parte de mi carácter el intentar remontar. El día, ayer, acabó en bruma por las terribles noticias que se estaban produciendo, pero la noche suele disipar esa sensación. Con un café, me siento en el ordenador y miro la actualidad en distintas webs. También anda en mis genes el querer informarme… y comunicar lo que encuentro. Y twitter me brinda la oportunidad de ese remedo del periodismo que oficialmente me privaron de ejercer.
Me entero de los detalles que condujeron al suicidio a José Miguel Domingo, un granadino de 54 años que ayer se ahorcó poco antes de que la autoridad competente llegara a desahuciarle, a quedarse con la casa familiar por la que había pedido una hipoteca. No quiso sufrir, vivo, esa vergüenza.
Un informe del Consejo General del Poder judicial, de uno de sus miembros en realidad, denuncia prácticas abusivas de los bancos en el drama de los desahucios: 350.000 desde que se inició la crisis. Propone medidas para resolverlo. Entre ellas transferir a los hipotecados las ayudas a la banca. Pero la mayoría de los vocales del máximo órgano de los jueces decide lavarse las manos y lo rechaza.
Concretamos también lo que hemos venido contando en este blog (y en otros, claro está): que Zapatero sí hizo el trabajo sucio que Rajoy le acusa de no haber hecho y con el que pretende justificar sus recortes: entregar dinero público a los bancos para reflotarlos. Solo en 2010, se les dieron 87.145,47 millones. Es decir, salieron de los bolsillos de cada ciudadano a este fin 1.846,67 euros. Pero no era la primera vez. Ni la última.
Aún me duelen más, sin embargo, los 14 subsaharianos que han perdido la vida en una patera, los 40 al menos que dicen los supervivientes que también viajaban allí y han desaparecido. Esos 17 que han llevado vivos a Motril (Granada), con el horror en los ojos. Inmigrantes valientes, con ganas de lucha, que emprenden tan costosa aventura porque aún están peor en su tierra de lo que esperan estar aquí.
Siguiendo el periplo, veo que la Generalitat de Cataluña, henchida de independentismo populista y oportunista, ha dejado sin renta básica a los más pobres. Ah, sí, cambiáis derechos por jalear el deseo electoral de un partido cada día con más sospechas de pufos a sus espaldas. Dicho sea el «sospechas» por imperativo legal.
Y aún persiste mi indignación porque la funcionaria liberada -en permanente campaña electoral a la presidencia del Gobierno de España-, rescató con nuestro dinero a los hospitales de gestión privada. Iban a funcionar mejor, decía y presumía, pero perdían dinero y había que compensarlo. El objetivo era ése, no la salud de los madrileños que -como en otros lugares, bien es cierto- tenemos una sanidad cada vez más degradada.
El gesto, aún animoso aunque parezca imposible, se empieza a torcer al ratificar que la ultraderecha se abre paso en Europa. En la Grecia, sumida en la pobreza y la anarquía, los canallas de Amanecer Dorado ya han ganado la calle. «Esto es como lo que pasó en Alemania en los treinta», dice el director de un espectáculo amenazado por los nazis griegos. Pero el ascenso del fascismo no solo ocurre en Grecia.
Casualmente, Isaac Rosa, nos trae a las calles de Madrid, a las calles de España, con la abrumadora presencia policial allá donde vayas. Y se pregunta: ¿A quién protegen? ¿Y de quién?
Un alcalde de Fortuna (Murcia) del PP: cambió votos por trabajo y vales de comida, según acredita una sentencia. Y las felonias descubiertas de Urdangarín, no cesan.
El Rey dice que ya se ven brotes verdes en la economía y que el PP lo está haciendo de pura gloria. Por ahí, de viaje, a la India adonde ha ido a «vender» la Marca España.
Ya. Pero sale la EPA, y batimos otro récord de desempleo: 5.778.100 personas, 1 de cada 4 que quiere trabajar. Rajoy ha dejado a 835.900 ciudadanos en el paro en solo un año. Y eso que dice Sor Fátima Báñez que la reforma laboral funciona que da gusto.
Hay asuntos que urgen más que el empleo y la economía. El PP impone el trámite de urgencia para aprobar el copago judicial de Gallardón, pese a una y cien mil protestas.
Y, mientras, lo más visto en el ya desarbolado El País, es esto: «Cuando llegué ya estaba desnudo«. Un príncipe o así. De Inglaterra. En El Mundo y ABC lo que interesa es un fraude de consumo en el aceite de oliva virgen. En los dos periódicos. Su empecinado empeño en hablar de Cataluña, independentismo y lo malos que son, no cuaja en los lectores ni de esos medios. En eldiario.es que no pagan a los profesores de la Universidad Complutense por los recortes.
He llegado sin resuello al fin del café y de la lectura de prensa. Como si fuera un saco de boxeo al que aporrea la realidad… que producen personas concretas. ¿Golpe a golpe? Pues no, aún no, mejor verso a verso…