La corrupción termina por pudrir la sociedad

Se abren ante nuestros ojos numerosas evidencias de que, cuando la corrupción no se ataja, se expande e infiltra el esqueleto de un Estado hasta pudrirlo. Avisa, pero los ciudadanos suelen tener dificultades en relacionar causa y efecto -aunque más en unos países que en otros-. Así, va creciendo y llega a invadir los pilares fundamentales. La reacción social puede llega tarde.

El Egipto de los golpistas –ya tolerados por Occidente sin empacho alguno- ha exonerado a Mubarak de todos los cargos que pesaban sobre él. El sanguinario dictador no es corrupto, ni, por tanto, malversó fondos públicos, ni se enriqueció ilícitamente, ni tiene responsabilidad alguna por los 850 muertos que ocasionó la represión, bajo su mandato, de las protestas de la Primavera árabe. Todo fue, cuentan los medios controlados por el nuevo dictador golpista, el general Abdelfatá al Sisi, cosa de una campaña orquestada en el extranjero. No pasó lo que pasó y, para que cuele,  se impone hasta la censura a quienes no cuenten de buen grado la versión oficial.

 De esta forma ha acabado el sueño de la libertad que levantó a miles de personas en la plaza Tahrir. Por la que incluso tantas perdieron su vida. Lograron su objetivo: derrocar al dictador, pero la corrupción, la degradación, se había adueñado del cuerpo de Egipto desde mucho tiempo atrás. Más aún, es su forma de ser, la corrupción es el sistema. Con la connivencia e incluso el apoyo de quienes pasan por ser sólidas democracias. La próxima vez lo conseguirán, quizás. La próxima vez deberán antes cortar los hilos que suministran energía a los corruptos. También dentro del país. La próxima vez puede que lo consigan porque estarán mucho peor.

 Si Egipto y otros países de la zona representan un ejemplo extremo, podemos cruzar el atlántico para contemplar los estragos de otro monstruo que fue creciendo ante nuestros ojos durante décadas. Poco a poco. En México la corrupción ha implosionado. Son años de ir viendo esas mordidas de saludo a los policías que se toman como tradición pintoresca y van creciendo en corruptelas peligrosas sin ponerles freno, hasta que la mafia se sienta en el propio poder de algunos Estados en los que votan mafia los llamados ciudadanos.

 Y un día la mafia -que ya ha manipulado, extorsionado, ejecutado, aterrorizado- se pasa de lo que se ha ido considerando admisible. 43 jóvenes asesinados (y como si fueran ganado) simplemente porque creyeron que su protesta iba a servir para algo. Muchos mexicanos han saltado hartos de aguantar ¿lograrán algo? Si no es así, la próxima vez la peste de la corrupción habrá avanzado más, tras haber ganado otra batalla.

 En Ferguson,  Estado del Misuri, en el Medio Oeste de Estados Unidos, también ha estallado la sociedad. Corrupción no es solo robar, los funcionarios públicos que incumplen a sabiendas sus tareas también son corruptos y corrompen el sistema. Y matar a tiros a un joven (negro) desarmado y con los brazos en alto y absolver al policía (blanco) que lo asesinó ha colmado el vaso del aguante. De negros y blancos.

 España está muy lejos de esos ejemplos, nos dirán. Lo que ocurre es que no sabemos cuántos grados nos separan todavía. El presidente del partido con Caja B –según el juez-, que se beneficia a título lucrativo de la trama Gürtel –según el juez- y, a la sazón presidente del gobierno de España, afirma que la corrupción no está generalizada. En particular en los políticos que se sientan en el Congreso, a lo sumo “los más del  “y tú más”. Y sus señorías se aplauden. Pero los ciudadanos perciben que cada día salta un escándalo y un prócer del país es pillado con las manos en la masa aunque todos ellos digan que son inocentes palomas que perderían el pico entero antes de traicionar nuestra confianza.

 Estamos hablando de una corrupción que implica a miembros de la Casa Real, partidos políticos -como el PP con inmenso poder en estos momentos-, sindicatos, organizaciones empresariales, la Justicia, los medios informativos. Por lo demás, aquí no pasa nada. Dicen ellos.

 Andan preguntándose estos días si los españoles volverán a votar corrupto. Y en este caso me refiero a alcaldes imputados que una y otra vez son elegidos por sus conciudadanos para desesperación del resto, de las personas honradas que han de padecer esa lacra que trunca el futuro de toda la sociedad.

 Parece mentira siquiera el hecho de que exista la posibilidad de votar corrupto, pero se da y no lo solucionarán las tibias y tramposas leyes de transparencia con la que intentan cubrirse las espaldas. La corrupción se arregla desde el poder. Si es ése el objetivo. Se puede dotar de medios a la justicia y limpiar lacras importantes del sector. Meter en la cárcel, pronto, sin indultos ni prebendas, a los condenados. Sería un medio efectivo para que los ciudadanos corruptos no pudieran votar a políticos corruptos. Un alcalde no puede ejercer desde la cárcel aunque alguna barbaridad similar hemos visto ya.  Jueces para la Democracia, entre otros, denuncia que, por el contrario, no hay medios para impartir justicia en unos tribunales sobrecargados, y que (una vez más)  las medidas que anuncia Rajoy son… mentira. 

No todos los ciudadanos que votan corrupto lo son. El estado de opinión de la sociedad cuenta y España vive en estos momentos una efervescencia de opinión, conviene insistir. Numerosos ciudadanos escuchan o leen que los corruptos no son corruptos o tienen algún atenuante. Y dudan. Y vuelven a votar con su corazón poco formado e informado, tan permisivo. La próxima vez habrá que intentar que abran los ojos, su cerebro y su ética.

 La campaña emprendida contra Podemos, tan desaforada, nos muestra con diáfana evidencia, las aguas turbias en las que se mueve la política y grandes medios del periodismo en este país. Tamaña desproporción solo puede indicar intereses ocultos. Sin duda tienen defectos, la Inmaculada Concepción está en el cielo, según la leyenda sacra. Pero ¿constituyen el principal problema de España a tenor de lo que está ocurriendo? Y ni siquiera es eso solo…

 Con un periodismo responsable y limpio ¿hubiera llegado la corrupción a las cotas que ha llegado en nuestro país? ¿Cuánto trabajo previo faltó? ¿Por qué faltó? ¿Por qué continúan las manipulaciones o los paños calientes? ¿Por qué desvían la atención? Las respuestas son cruciales.

 Hay que volver a mirar afuera y a las trayectorias que llevaron a otros países a ser prácticamente insalvables. A que sea más costosa cada vez la recuperación de la decencia y la democracia. Uno no empieza sentando a la mafia en el poder, a ésa que manda asesinar disidentes. No, así no se empieza. Se empieza tragando. Primero pequeños bocados, después sapos vivos completos, luego lo que echen.

 Hay una ciudadanía que ya no traga. No les ha dado un pronto absurdo, según hacen ver desde el poder. Existen razones. No es una casualidad. Prefieren cualquier opción, antes que la podredumbre que padecemos y con tal empeño manipulador. Cómo termine por canalizarse habrá que verlo, habrá que luchar por encontrar el camino. Cada minuto perdido, eso sí, es un paso atrás.

Ferguson: cuando estalla la ira

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9 de Agosto de 2014. Michael Brown, un joven negro de 18 años, es asesinado por un policía blanco, Darren Wilson, en Ferguson, en la periferia de St. Louis, estado del Misuri, en el Medio Oeste  de Estados Unidos. Brown, a quien un gasolinero había acusado de robar un paquete de tabaco,  tenía los brazos en alto cuando el policía le disparó mortalmente, no llevaba armas y carecía de antecedentes penales.

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Tras estos meses, en los que se han sucedido las protestas y las llamadas a la calma, se aguardaba el veredicto del Gran Jurado de Misuri sobre la culpabilidad del agente. Lo ha declarado “libre de cargos”. Sin posibilidad de recurso. Según ellos, actuó correctamente. Él mismo dice tener la conciencia tranquila.

En Misuri, la población es mayoritariamente negra, pero las instituciones las dominan los blancos. El propio jurado que acaba de dilucidar el caso estaba compuesto por 9 blancos y 3 negros.

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Una ola de indignación y violencia, sin precedentes, recorre Estados Unidos pidiendo justicia y desplegando un vandalismo a niveles que no se recuerda. 170 ciudades implicadas ya. Desde la Casa Blanca, el presidente Obama anuncia que se castigarán los actos criminales. ¿Cómo?

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Los métodos de siempre para un polvorín que los manifestantes no han provocado. Desde el poder, desde la incomprensión. Desde unas leyes que no parecen defender a los ciudadanos de arbitrariedades tan flagrantes. Con violencia institucional de resultados irreversibles: la muerte.

La violencia nunca es el camino pero está claro que cuando la ira se desata –con motivo- es difícil contenerla y menos por el ordeno y  mando.

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México está viviendo una circunstancia similar que no cuentan en toda su dimensión los medios occidentales. La corrupción largamente tolerada, termina llevando al poder a la pura narcomafia, a la mafia tal cual. Incluso por la voluntad de ciudadanos que votan mafia.

Y en ese macabro festín de ejecutar la disidencia o la molestia, de las fosas comunes con cuerpos de asesinados, de la connivencia de política (corrupta) con justicia y policía (corruptas) y sociedad (corrupta), un día “se pasan” y asesinan a 43 chavales que soñaron servirían de algo sus protestas. Como ganado los trataron.

También bulle la ira en México, las manifestaciones, la indignación, cortan las vías de la vida cotidiana. No pueden más. ¿Entienden qué es no poder más?

Desde el Olimpo de algunas redacciones veo que no. Abordan también el tema con los parámetros de siempre. Oh, violencia, no. Nunca. Claro que no, pero ponga Vd. los medios para que no se hiera de tal forma a las personas, a la justicia real. O llame Vd a ponerlos a quién debe. El gran problema de la violencia es que llega un punto en el que no atiende a razones.

Están pasando tantas cosas también en España. Hasta la Corinna del Rey Juan Carlos se forró con su posición privilegiada, que nos ocultaban al resto, por cierto. Las evidencias del saqueo a múltiples niveles es diaria. Enfermos en peligro de muerte, como los de la hepatitis C, imploran el medicamento que salvaría sus vidas, mientras a sus señorías les parece normal hacer viajes «de trabajo», con refocile sexual incluido, a nuestra costa. Las mentiras, la mediocridad, desde el poder. Ese intragable Rajoy que dice que no pasa lo que pasa. Que nos ha endeudado como nadie en la historia. 1 billón de euros debemos, es impagable lo miren como lo miren. La Corte que se ha fabricado, con una vicepresidenta que ahora acusa también de “populista” a Sánchez y con qué tono. Las leyes represoras que solo dicta el considerar una mayoría absoluta electoral una apisonadora. Por no hablar de las tropelías que se hacen por sus virreinatos. Botella se ha montado en Madrid un sarao católico a pachas con Rouco que nos ha costado, informan sin pudor siquiera, dos millones de euros. Juego sucio político, mediático. ¿Hay quién dé más?

Están vertiendo gasolina sin cesar. Un día alguien enciende una cerilla, el propio poder como estamos  viendo en Ferguson o México,  y ya no hay remedio. No, las soluciones de siempre no sirven, la ceremonia de la normalidad que tantos orquestan a diario por puros intereses personales, tampoco. Hay que parar esta deriva. Estamos aún a tiempo. Si alguna vez aprendiéramos en cabeza ajena antes de servir la propia…

Mafias, un salto cualitativo

  Uno de los mejores y más fiables periodistas que conozco, Pablo Ordaz, escribe hoy en El País un reportaje sobre el narcotráfico en México, altamente inquietante, que no debéis perderos.

    «La policía mexicana vive en alerta ante un cártel que no solo pretende el tráfico de drogas, sino la sustitución del Estado. Los sicarios de este clan extendidos por todo el país controlan desde la venta de armas y los impuestos hasta la espiritualidad de sus vecinos»

  Describe los hechos y argumenta cómo ha llegado a producirse este fenómeno:

 «Todo empezó con el siglo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió el poder después de 70 años y México tuvo que aprender a vivir con una realidad distinta. Hasta entonces, el presidente de la República hacía y deshacía en todo el país. México era un Estado federal, pero los gobernadores, los alcaldes, los jefes de policía y por supuesto los líderes sindicales y sociales de cada demarcación pertenecían al PRI. «A poco que uno se desmadrara», recuerda un alto cargo de la seguridad del Estado, «nos decían: llevadlo a Los Pinos -la residencia presidencial-. Bastaba una charla con el presidente de turno para que todo volviera a su cauce». Con las fuerzas del orden sucedía igual. La Policía Federal siempre representó un tanto por ciento mínimo del conjunto de las policías -más de 1.600 en todo el país entre estatales, municipales…-. Aunque cada cuerpo policial dependía de un gobernador o un alcalde, cuando llegaba el caso obedecía de forma implícita y efectiva el dictado que llegaba de la capital. Ya no es así. La imagen más gráfica se ha podido presenciar el lunes pasado. Durante tres horas, a plena luz del día y en mitad de la calle, policías municipales y estatales de Nuevo León se enfrentaron con agentes de la Policía Federal. Se encañonaron mutuamente con pistolas y armas largas. No pasó nada, pero fue de chiripa. En otras ocasiones, agentes federales o miembros del Ejército han optado por solventar situaciones parecidas de insurrección a tiro limpio.

En algunos lugares, como Michoacán, el poder del Estado fue haciéndose cada vez más débil y eso fue aprovechado por los narcotraficantes. La Familia, cuya presencia en la zona se remonta a dos décadas atrás, dio un salto cualitativo. Ya no les bastaba con la producción de heroína y marihuana -hay constancia de plantaciones de amapola en 37 de los 113 municipios de Michoacán- ni siquiera con el control del puerto de Lázaro Cárdenas, a donde llega la cocaína del sur de América y la efedrina de Europa y Asia con destino a Estados Unidos. La Familia quería más. Quería el control social, y hasta espiritual, de sus vecinos. Y empezaron de la manera más sencilla, desde abajo, poco a poco».

   Atentos al nuevo fenómeno.  La facturación de las mafias italianas representan el 7% del PIB del país. La corrupción no es inocua, termina por pudrir los cimientos del Estado.

   Hoy es Juan Arias, el mítico corresponsal en Italia, quien da muchos claves en un artículo maravilloso, cargado de amor y de cordura. Entresaco lo que se refiere al tema que nos ocupa:

  «Era aquella una Italia que yo amaba apasionadamente y en cuya lengua escribí mis primeros libros. Hasta que llegó Silvio Berlusconi. Lo vi aterrizar en Palermo, capital de Sicilia, corazón de la Mafia, en helicóptero, como un dios pagano. Eran sus primeras elecciones. Pocos creían que aquel histrión, que nunca había estado en la política, en un país tan politizado como lo era Italia, podría ganar. Yo pronostiqué en el periódico que ganaría. Vi aquella mañana en Palermo a casi medio millón de personas levantando los brazos hacia el helicóptero que traía al Salvador.

La Mafia siciliana había cambiado de bandera. Acababa de abandonar a la poderosa Democracia Cristiana, hasta entonces su señora, para ofrecerle el beso y sus votos al empresario del que decían que tenía el arte mágico de crear empleos de la nada. Italia aquel día empezó a entrar en el túnel de la degeneración. Yo me volví a España».

¿Qué gripe es ésta?

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Acaban de contarme que un joven mexicano -de familia informada e inmensamente rica- ha muerto como consecuencia de la gripe, no sé si mal llamada porcina. A los primeros síntomas fue enviado a recibir tratamiento a Huston y no pudieron hacer nada por él. A lo largo de la exhaustiva información que estamos recibiendo, sabemos ya varios datos alarmantes:

  • A este joven no le sirvieron los retrovirales, como suele suceder con las complicaciones de todas las gripes.
  • El paciente cero, una mujer de 39 años de Oaxaca, en la que primero mutó el virus, vivía en un núcleo urbano sin ninguna relación con cerdos.
  • Los primeros síntomas se detectaron, al menos, el 2 de Abril. Es decir, el virus lleva casi un mes en el aire.
  • Se han encontrado en él ingredientes de gripe humana, porcina y aviar.
  • La OMS ha elevado el nivel de alerta de 3 a 4, sobre un máximo de 6.
  • Ya se ha extendido por todo el mundo. Cada enfermo infecta a otros. Y éstos a muchos a su vez. Ya no hay quien lo pare.
  • Sólo hay muertes en México, por el momento. ¿Por qué?
  • No hay datos tan exhaustivos sobre el hambre que mata cada año a 35.000 personas. Éste si es un virus conocido.
  • El turismo y los negocios de México, como decía en la entrada anterior sobre el tema, van a sufrir pérdidas incalculables.
  • En Guatemala -en muchos otros lugares- no disponen de médicos cerca, como nos ha dicho un comentario. Eso sí es preocupante.
  • Nos sigue aterrando lo impredecible, el temor a la muerte, pero el miedo es el peor de los virus. Y hay una pandemia. Necesitamos un ranking de atemorizados. Para aplicarles antivirales.
  • Las mascarillas para el cerebro, apenas sirven para el miedo ¿servirán las otras?

             ¡Carpe diem!