El mundo es un pañuelo, una aldea global en la que siempre un par de nombres, tres o cuatro, se juntan en la misma esquina. Medio mundo aterrado por la gripe porcina -el otro medio sufre a diario realidades peores- y resulta que la mejor medicina se llama Tamiflú y que la produce una empresa de la que es accionista el ex secretario de Estado de Defensa norteamericano en época de Bush, Donald Rumsfeld. Son los grandes ganadores de esta pandemia de miedo. Por segunda vez en este siglo, sus acciones se disparan y sus beneficios son millonarios.
Roche incrementó sustancialmente la producción de Tamiflú en 2005, cuando algunos países asiáticos sufrieron la gripe aviar con el llamado Síndrome Respiratorio Agudo (SARS). La farmacéutica cuadriplicó sus beneficios en sólo un año -de 2004 a 2005- alcanzando más de 1.000 millones de dólares de superávit.
El Tamiflú es uno de los medicamentos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado como efectivos para reducir los efectos de la influenza o gripe y cuya patente fue desarrollada por Gilead Sciencies Inc -empresa de la que es accionista Donald Rumsfeld- y que firmó contratos con la subsidiaria estadounidense F. Hoffman-La Roche Ltd para fabricar y distribuir el producto hasta 2016. España le compró diez millones de dosis. Roche controla el 90 % de la producción mundial de anís estrellado -que está en China- y que es la base de su antiviral.
En 2004 y 2005 hubo mucha controversia en Estados Unidos por un estudio publicado en la revista Nature y otras revistas científicas estadounidenses, donde contaban que un grupo de científicos, todos del Departamento de Patología Molecular del Instituto de Patología de la Fuerza Armada estadounidense, examinaron y obtuvieron el genoma completo del virus de la gripe española. Nada que objetar, el ejército tiene derecho a investigar enfermedades que afectan a la sociedad… ¿O no? En su día, sin embargo, esto generó preocupación, dado que el genoma podría ser usado con facilidad, haciendo unas pocas modificaciones, para construir armas biológicas basadas en nuevas variaciones del virus.
En todas las tragedias humanas surgen teorías conspirativas sin base real -la aspiración humana de explicar lo inexplicable-. Apunto, simplemente, lo que algunos medios están comenzando a esgrimir, sobre todo en México, el país más afectado: la enorme y productiva casualidad que lleva a conocidos -y no siempre para bien- nombres de la esfera mundial a estar perfectamente situados cuando se produce una inoportuna epidemia nociva para la salud, el bolsillo o cualquier mal generalizado que produzca beneficios. La gripe aviar se saldó con inmensas ganancias para las farmacéuticas y con asumibles daños personales, esperemos que ahora suceda lo mismo. Lícito en una economía de mercado, digo yo, que por seguridad igual también habría que controlar, supervisar, a quienes tienen influencia tan decisiva sobre nuestra vida y nunca dicho con mayor propiedad. La vacuna contra la malaria que el colombiano Manuel Elkin Patarroyo ha cedido gratis a la OMS -y que estará por fin disponible a finales de este año- parece ofrecer mejores caminos y más garantías, al no estar mezclada con el lucro.